
Iglesia en Pasto da inicio a su Sínodo Pastoral Diocesano
Vie 17 Mar 2023
Con una eucaristía presidida por monseñor Juan Carlos Cárdenas Toro, obispo de Pasto, el pasado 16 de marzo se llevó a cabo en la capital del departamento de Nariño la apertura del Sínodo Pastoral Diocesano 2023-2024. A la celebración asistieron los miembros del clero, representantes de comunidades religiosas y laicos, provenientes de varios municipios de esta jurisdicción eclesiástica. En su homilía, monseñor Juan Carlos, destacó la importancia y necesidad de la participación activa de todos en este proceso, para fortalecer la vida espiritual y pastoral de la comunidad, para trabajar juntos en la construcción del Reino de Dios, desde una iglesia samaritana, siempre disponible para el servicio. Al finalizar la Santa Misa se realizó la bendición de la cruz misionera del Sínodo Pastoral Diocesano y la entrega de este signo a cada una de las comunidades parroquiales que el próximo domingo 19 de marzo realizarán la apertura del Sínodo como inicio al tiempo de la escucha, en el cual se espera una activa participación de todos los fieles laicos. La cruz, que incluye el logo del sínodo diocesano y el escudo de la diócesis, representa el compromiso de nuestra misión evangelizadora en la región, en comunión con la Iglesia Universal. Al cierre del evento se realizó la presentación oficial del himno y la oración del Sínodo Pastoral 2023-2024. De esta manera, inicia un tiempo de gracia, oración, discernimiento y renovación, en el que todos en esta iglesia particular están llamados a caminar juntos bajo la guía del Espíritu Santo.

Iglesia en Ipiales convoca espacios de sensibilización y formación de cara a las próximas elecciones regionales
Vie 17 Mar 2023
“Como bautizados y enviados, evangelizamos la política” es el lema bajo el cual, en el marco de las elecciones regionales que se llevarán a cabo en el mes de octubre del presente año, la Diócesis de Ipiales ha puesto en marcha una serie de acciones significativas que permitan sensibilizar y educar a las comunidades en la importancia de participar de manera activa y responsable en este proceso importante democrático. Sobre estas actividades, que se desarrollarán con diferentes actores sociales entre los meses de marzo y septiembre, monseñor José Saúl Grisales, obispo de esta jurisdicción eclesiástica ubicada en departamento de Nariño, ha explicado que es un ejercicio exigente “porque se trata de mirar aquellas personas que proponen su nombre y sus programas, ¿Cuáles sirven para el desarrollo integral de nuestras comunidades?, ¿Cuáles trabajan por la paz? y ¿Cuáles están comprometidos por hacer posible una vivencia de la política desde el respeto por la dignidad de la persona humana y por un servicio a toda la comunidad?”. Entre las acciones concretas a desarrollar, que tienen como centro el Evangelio y que promueven la política al servicio del bien común, se realizarán un taller de de liderazgo, pedagogía política y construcción de red de personeros estudiantiles; un consulta popular por el desarrollo de los municipios, que se llevará a cabo en cada parroquia, así como en las instituciones educativas mediante voto democrático y participativo; un pacto y firma del acta de no agresión entre candidatos de los municipios; y al cierre del proceso, un foro con candidatos a las alcaldías municipales.

Así fue el inicio de la Visita Ad Limina 2023 para el primer grupo de obispos colombianos
Lun 20 Mar 2023
Este lunes 20 de marzo el primer grupo de obispos colombianos dio inicio oficial a su Visita Ad Limina 2023 en el Vaticano. Al iniciar la jornada, sobre las 7:30 de la mañana, se llevó a cabo la celebración de la Santa Misa en el Altar de la Tumba de San Pedro. Al finalizar la Eucaristía, los prelados realizaron una oración en honor a San José y posteriormente, una oración ante la tumba de Benedicto XVI. De acuerdo a como estaba previsto en la agenda, los 38 obispos realizaron su visita a la Pontificia Comisión para Latinoamérica (CAL), que tiene como misión central apoyar la articulación del trabajo de los prelados y de sus equipos con los organismos de la Curia Romana. Es, además, una instancia consultiva e incluso, tiene la posibilidad de apoyar económicamente algunos proyectos de evangelización en las jurisdicciones. Allí monseñor Víctor Manuel Ochoa Cadavid, Obispo Castrense de Colombia, realizó un saludo a nombre de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), dio a conocer el panorama de las provincias eclesiásticas presentes y se refirió al contexto actual del país, puntualizando temas que preocupan de manera especial a la iglesia colombiana como el narcotráfico, la violencia, la ideología de género y algunos aspectos relacionados con los laicos. Más tarde los obispos colombianos pasaron por el Dicasterio para las Causas de los Santos, dependencia romana en la que se gestiona todo el proceso para la santidad que inicia en cada diócesis del país. En Colombia son varias las causas que van adelante en este organismo, algunas de ellos: La del laico Toribio Maya, la del obispo Ismael Perdomo y la de la beata Madre Berenice Ducke Hencker. En este organismo, la intervención central estuvo a cargo de monseñor Libardo Garcés Monsalve, obispo de Cúcuta. La jornada de trabajo del primer día de la Visita Ad Limina terminó sobre el medio día romano en el Dicasterio para la Evangelización, un organismo reconfigurado tras la reforma de la Curia Romana emprendida el año pasado por el Papa Francisco. Este dicasterio tiene dos secciones: Una para las cuestiones fundamentales de la evangelización en el mundo y otra para la primera evangelización y las nuevas Iglesias particulares en los territorios de su competencia. En este caso el saludo inicial por parte de la delegación colombiana lo dirigió monseñor Jorge Alberto Ossa Soto, arzobispo de Nueva Pamplona. Estando allí, el Pro-Prefecto, monseñor Salvatore Fisichella, quien dirige la primera de las secciones, agradeció a los obispos el trabajo de evangelización adelantado en el país, invitó a mirar al futuro con esperanza por el pueblo y toda la Iglesia. Se refirió también al Jubileo 2025, que se adelantará bajo el lema “Peregrinos de Esperanza”, como una importante oportunidad pastoral para sostener la fe. Al tiempo, habló de la relevancia de la cultura digital para la evangelización e indicó que es un desafío que interpela en la Iglesia el uso de nuevos lenguajes (más simples, sintéticos, ágiles e inmediatos), así como nuevos comportamientos que se acerquen más a la realidad, especialmente, de niños y jóvenes. Monseñor Fisichella insistió en la importancia de transformar la capacidad de comunicar para la evangelización, habló de una catequesis con más flexibilidad frente las nuevas realidades, teniendo en cuenta que esta no debe estar centrada en lo litúrgico sino en lo laical. Además, afirmó que el 2024 será un año dedicado a la oración y a la conciencia espiritual. Al cierre de este espacio, monseñor Luis José Rueda, arzobispo de Bogotá y presidente de la CEC, agradeció a monseñor Fisichella y dijo que los retos planteados los desafía y anima para seguir fortaleciendo su misión en la Iglesia que peregrina en Colombia. Al finalizar la jornada de este primer día, los prelados visitaron la Embajada de Colombia ante la Santa Sede. ________________________________________________ A continuación, conozca el video resumen de la jornada: Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de Conf. Episcopal de Colombia (@episcopadocol)

Claves de la Visita Ad Limina 2023: Primer grupo de obispos colombianos ya está en Roma
Sáb 18 Mar 2023
Treinta y ocho de los setenta y dos prelados de Colombia, pertenecientes a las provincias eclesiásticas de Bogotá, Bucaramanga, Florencia, Ibagué, Nueva Pamplona, Tunja y Villavicencio, ya se encuentran en Roma, listos para dar inicio oficial a su Visita Ad Limina 2023 el próximo lunes 20 de marzo. Tras haber enviado informes a la Santa Sede con seis meses de anticipación, este primer grupo de obispos vivirá no solo la peregrinación a los sepulcros de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y el esperado encuentro con el Papa Francisco, que dará el día viernes 24 de marzo, sino también su visita a los dicasterios de la Curia Romana. Se trata de una importante oportunidad para seguir proyectando su gestión eclesial en cada una de las jurisdicciones de la iglesia que peregrina en nuestro país. En esta segunda entrega informativa sobre la Visita Ad Limina 2023 desde la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) ampliamos detalles de lo que significa este encuentro, cómo se prepara, por qué los obispos colombianos viajan en dos grupos, qué son los dicasterios y cuál es su relevancia en este contexto. Para ampliar la comprensión de los fieles sobre esta visita, que se da en tiempos de Cuaresma y Pascua, la Arquidiócesis de Cali ofrece también un subsidio especial en el que se enmarca dicho acontecimiento y su sentido de acción sinodal que nos implica como Iglesia que camina unida bajo la figura del Santo Padre: CLIC AQUÍ PARA ACCEDER AL DOCUMENTO.
Las piedras y las tentaciones
Mié 22 Mar 2023

Por: Mons. Fernando Chica Arellano - Durante el tiempo de Cuaresma, se nos invita a considerar el pasaje de las pruebas de Jesús en el desierto. Tanto en la versión de Mateo como en la de Lucas, la primera tentación es la de convertir las piedras en pan (Mt 4,3; Lc 4,3). Viene a ser el engaño de querer usar una varita mágica para resolver nuestros asuntos: en el peor de los casos, en beneficio propio; en otras ocasiones, con el señuelo de ayudar a los demás (la tradición cristiana señala que el Tentador “se disfraza de ángel de luz”: 2Cor 11,14). A partir de esta imagen, sugiero dedicar los siguientes párrafos a reflexionar acerca de algunos de los engaños que nos podemos encontrar ante los retos del hambre en el mundo.
Una primera actualización la encontramos en la tentación que supone el paradigma tecnocrático, criticado con firmeza en la encíclica del papa Francisco Laudato Si’. El optimismo tecnológico piensa que, para resolver el hambre o la malnutrición, es suficiente aumentar la producción de alimentos, olvidando la importancia de la distribución de los bienes. Siempre busca algún atajo o una quimera, alguna innovación tecnológica que pretende convertir piedras en panes. “De aquí se pasa fácilmente a la idea de un crecimiento infinito o ilimitado, que ha entusiasmado tanto a economistas, financistas y tecnólogos. Supone la mentira de la disponibilidad infinita de los bienes del planeta, que lleva a «estrujarlo» hasta el límite y más allá del límite” (LS 106).
En los evangelios encontramos otra conocida escena en la que las piedras juegan un papel relevante. En el episodio de la mujer adúltera (Jn 8, 1-11), los acusadores están dispuestos a apedrearla. Jesús les remite a la verdad de sus propias vidas, tal como reconocen sus conciencias: “Quien esté libre de pecado, que le arroje la primera piedra” (Jn 8,7). En la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, el Santo Padre denuncia que la inequidad genera violencia, y recuerda: “Algunos simplemente se regodean culpando a los pobres y a los países pobres de sus propios males, con indebidas generalizaciones” (EG 60). Si somos honestos con nosotros mismos, personalmente y como sociedad, hemos de reconocer que, con frecuencia, culpabilizamos a los pobres de su miseria. Esta es otra tentación que debemos desenmascarar y combatir.
En otro momento del evangelio, Jesús invita a la conversión de sus oyentes, pidiéndoles que den frutos acordes con los deseos que formulan. “No creáis que basta decir ‘Tenemos por padre a Abrahán’, porque os digo que puede Dios de estas piedras suscitar hijos de Abrahán” (Mt 3,9). De nuevo, las piedras. Y, con ellas, encontramos una nueva tentación a propósito de las piedras: la de encerrarse en uno mismo, en sus propios intereses o en su grupo cerrado. Toda la encíclica Fratelli Tutti es una invitación a romper esa parálisis y a entrar en la dinámica expansiva del amor, que va construyendo amistad social y fraternidad universal, un ‘nosotros’ cada vez más amplio e inclusivo. “El amor que se extiende más allá de las fronteras tiene en su base lo que llamamos ‘amistad social’ en cada ciudad o en cada país. Cuando es genuina, esta amistad social dentro de una sociedad es una condición de posibilidad de una verdadera apertura universal” (FT 99). No somos piedras, somos hijos de Abrahán.
Con esta imagen llegamos a otra tentación clásica, ya criticada por los profetas del antiguo Israel: la tentación del corazón de piedra. Dice el Señor Dios al pueblo extraviado: “Yo les daré un solo corazón y pondré en ellos un espíritu nuevo: quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne, para que caminen según mis preceptos, observen mis normas y las pongan en práctica, y así sean mi pueblo y yo sea su Dios” (Ez 11,19-20). La ya mencionada encíclica Fratelli Tutti dedica todo su segundo capítulo a glosar la parábola del Buen Samaritano, que “nos revela una característica esencial del ser humano, tantas veces olvidada: hemos sido hechos para la plenitud que sólo se alcanza en el amor. No es una opción posible vivir indiferentes ante el dolor, no podemos dejar que nadie quede ‘a un costado de la vida’. Esto nos debe indignar, hasta hacernos bajar de nuestra serenidad para alterarnos por el sufrimiento humano” (FT 68). No podemos mirar el reto del hambre en el mundo con un corazón de piedra: eso es, sin duda, una tentación.
El episodio de la entrada del Señor en Jerusalén, de acuerdo con la versión de Lucas, nos brinda la última de las imágenes que empleamos para nuestra reflexión. La multitud aclama a Jesús, pero algunos fariseos se irritan y piden que se calle el griterío. Él, en cambio, responde: “Os digo que si éstos callan, gritarán las piedras” (Lc 19,40). El grito de las piedras se une al grito de los pobres. La encíclica Laudato Si’ enumera diversas situaciones que “provocan el gemido de la hermana tierra, que se une al gemido de los abandonados del mundo, con un clamor que nos reclama otro rumbo” (LS 53), lo cual nos lleva a “integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres” (LS 49). Por ello, como indicaba el Sucesor de Pedro en Evangelii Gaudium: “Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo. Basta recorrer las Escrituras para descubrir cómo el Padre bueno quiere escuchar el clamor de los pobres” (EG 187). No hacerlo así sería caer en una tremenda y nociva tentación, que volvería nuestro corazón duro como el pedernal.
En estos días que faltan para la celebración solemne de la Pascua, supliquemos a Dios que renueve nuestro espíritu y oriente nuestros pasos hacia el cumplimiento de su santa voluntad, rechazando el orgullo y el egoísmo que petrifica nuestra alma y nos impide vivir en el amor. La Cuaresma es un tiempo favorable para redescubrir la fe en Dios como criterio de nuestra vida. Esto implica siempre una lucha, un combate espiritual, porque el espíritu del mal, naturalmente, se opone a nuestra santificación y busca que nos desviemos de la senda que nos conduce a Dios. Para ello, fijemos nuestros ojos en Cristo, Redentor del mundo, que sigue mirando con misericordia a cuantos sufren injusticias y necesidades, compadeciéndose de todos (cfr. Mt 9,36). Que nuestro corazón se deje purificar por su amor para no endurecerse. Avivemos nuestra fe en Dios, demos un espacio mayor en nuestras jornadas a la escucha de su Palabra, acerquémonos con humildad al sacramento de la Reconciliación y participemos con dignidad en el banquete eucarístico. Vayamos con Jesús al desierto, aprendiendo las lecciones que derivan de un encuentro personal con Él, a fin de servir a nuestros hermanos y hermanas con el mismo amor de Dios.
Encomendemos a la Virgen Santísima, Consuelo de los afligidos y Salud de los enfermos, nuestro camino cuaresmal, para que nos lleve a su divino Hijo. Pongamos en sus maternas manos, con especial fervor, a las muchedumbres de quienes viven golpeados por la miseria, el hambre, el analfabetismo, el dolor y la soledad e imploran con piedad su ayuda, apoyo y comprensión.
Fernando Chica Arellano
Observador Permanente de la Santa Sede ante la FAO, el FIDA y el PMA
Caminemos juntos en la acción catequética
Sáb 11 Mar 2023

Por: Monseñor José Libardo Garcés Monsalve - El Proceso Evangelizador de la Iglesia que estamos desarrollando en estas entregas editoriales, nos pone hoy a reflexionar sobre la acción catequética, que está prevista en la evangelización para “los que optan por el Evangelio y para los que necesitan completar o reestructurar su iniciación” (Directorio General para la Catequesis #49), esto quiere decir un proceso de formación continuo que está al servicio de la profesión de fe. Quien encuentra a Jesucristo siente en su corazón un deseo intenso por conocerlo más íntimamente manifestando su cercanía y celo por el Evangelio, haciéndose su discípulo (cfr. DC, 2020, 34).
Esta condición de discípulo que el creyente va desarrollando es lo que pone en acción el proceso de la catequesis, que consiste en el crecer de la fe con la perseverancia que brota del amor vivo y entrañable por la persona, el mensaje y la palabra de Nuestro Señor Jesucristo, que tiene sus raíces en el primer anuncio y el ‘kerygma’ propios de la acción misionera. Así lo expresa el Papa Francisco cuando afirma: “Hemos redescubierto que también en la catequesis tiene un rol fundamental el primer anuncio o kerygma, que debe ocupar el centro de la actividad evangelizadora y de todo intento de renovación eclesial. El kerygma es trinitario Es el fuego del Espíritu que se dona en forma de lenguas y nos hace creer en Jesucristo, que con su muerte y resurrección nos revela y nos comunica la misericordia infinita el Padre. En la boca del catequista vuelve a resonar siempre el primer anuncio: Jesucristo te ama, dio la vida para salvarte, y ahora está vivo a tu lado cada día para iluminarte, para fortalecerte, para liberarte. Esto es lo que hay que volver a anunciar de una forma o de otra a lo largo de la catequesis, en todas sus etapas y momentos” (Evangelii Gaudium #164).
Esto quiere decir que la catequesis no es un acto aislado en el proceso evangelizador de la Iglesia, sino que tiene sus raíces en el primer anuncio propio de la acción misionera, que se enriquece con una formación continua, orgánica y sistemática que propicia un auténtico seguimiento de Jesucristo y ayuda al crecimiento en la fe cristiana. “La catequesis es una formación básica, esencial, centrada en lo nuclear de la experiencia cristiana, en las certezas básicas de la fe y en los valores evangélicos fundamentales. La catequesis pone los cimientos del edificio espiritual del cristiano, alimenta las raíces de su vida de fe, capacitándole para recibir el posterior alimento sólido en la vida ordinaria de la comunidad cristiana” (DGC #67), de esta manera la catequesis ejerce “tareas de iniciación, de educación y de instrucción” (DGC #68).
La acción catequética no es un acto aislado sino parte de un proceso que conecta muy bien con la acción misionera, que llama a la fe y con la acción pastoral, que la nutre continuamente, avivando el crecimiento de la adhesión a Jesucristo y comunicándolo en una acción pastoral concreta, donde el cristiano se convierte en un auténtico misionero, haciéndolo capaz de vivir la vida cristiana en un estado de conversión, como transformación de la vida en Cristo y luego transmitirla a los otros, ya que “dicha acción catequética no se limita al creyente individual, sino que está destinada a toda la comunidad cristiana para apoyar el compromiso misionero de la evangelización. La catequesis también fomenta la inserción de los individuos y de la comunidad en el con-texto social y cultural, ayudando a la lectura cristiana de la historia y promoviendo el compromiso social de los cristianos” (DC, 2020, 73).
De aquí se desprende que la acción catequética en la vida del cristiano no es algo circunstancial u ocasional, para recibir la primera comunión o la confirmación, sino que está al servicio de la educación permanente en la fe y por eso se relaciona con todas las dimensiones de la vida cristiana que deben tener su centralidad en Jesucristo reconociendo que “en el centro de todo proceso de catequesis está el encuentro vivo con Cristo. El fin definitivo de la catequesis es poner a uno no sólo en contacto sino en comunión, en intimidad con Jesucristo: sólo Él puede conducirnos al amor del Padre en el Espíritu y hacernos partícipes de la vida de la Santísima Trinidad. La comunión con Cristo es el centro de la vida cristiana y, en consecuencia, el centro de la acción catequética” (DC, 2020, 75).
En este sentido tenemos que proponernos entre todos revisar nuestros procesos de catequesis para los sacramentos de iniciación cristiana, que se convierten en muchos casos en simples requisitos de unos pocos meses para recibir un sacramento y nunca más volver a la Iglesia a seguir profundizando en la fe, desdibujando de esa manera la vida cristiana y sacramental. Tenemos que volver a “catequesis orientada a formar personas que conozcan cada vez más a Jesucristo y su Evangelio de salvación liberadora, que vivan un encuentro profundo con Él y que elijan su estilo de vida y sus mismos sentimientos, comprometiéndose a llevar a cabo, en las situaciones históricas en las que viven, la misión de Cristo, es decir el anuncio del Reino de Dios” (DC, 2020, 75).
Con esta reflexión los convoco a todos a seguir profundizando en la acción catequética, como parte esencial del Proceso Evangelizador de la Iglesia, que hace madurar la conversión inicial y ayuda a los cristianos a dar un significado pleno a su propia existencia, educándolos en la mentalidad de fe conforme al Evangelio, hasta que gradualmente lleguen a sentir, pensar y actuar con los sentimientos de Cristo. Que la Santísima Virgen María y el glorioso Patriarca san José, alcancen del Señor todas las bendiciones y gracias para que caminemos juntos en la acción catequética, para formar muchos discípulos misioneros del Señor entusiasmados con el anuncio gozoso del Evangelio.
En unión de oraciones, caminemos juntos, viviendo nuestra vocación.
+ Monseñor José Libardo Garcés Monsalve
Obispo de la Diócesis de Cúcuta
Cambios urgentes y necesarios
Jue 9 Mar 2023

Por: P. Rafael Castillo Torres - Una vez más, como cada año, hemos dado inicio al tiempo fuerte de la Cuaresma en el que la Palabra del Señor y el llamado de la Iglesia nos están gritando, a la manera de Juan Bautista en el desierto, la necesidad de una profunda conversión que nos permita volver a Dios con más verdad y amor.
Por lo general no nos gusta hablar de conversión. Casi instintivamente pensamos en algo triste, penoso, muy unido a la penitencia, la mortificación y el ascetismo. Sin embargo, cuando conocemos en el Evangelio la invitación de Jesús, nos damos cuenta de que su invitación a convertirnos es una llamada alentadora para cambiar nuestro corazón y aprender a vivir de una manera más humana. Cuando Dios se acerca a nosotros es porque quiere sanar nuestra vida. Para Jesús la conversión no es forzada. Es un cambio que crece en nosotros a medida que caemos en la cuenta de que Dios quiere hacer nuestra vida más humana y feliz, como sucedió con Zaqueo, quien después de su encuentro con Él, en su casa, pudo resarcir a sus víctimas cumpliendo con deberes de justicia que eran de estricto cumplimiento y los exigía la ley; pero también se va volcar en favor de los pobres de Jericó, cumpliendo con deberes de solidaridad, que los exige la conciencia y son de amplia obligación. Jesús, restaurador de vidas, en las victimas y en Zaqueo es también el restaurador de las relaciones comunitarias que hacen posible la reconciliación.
Qué bueno que en el itinerario cuaresmal y a la luz del momento que vivimos como nación nos hiciéramos unas preguntas que puedan orientarnos en el cambio que todos necesitamos, pero del cual, particularmente está urgida nuestra nación:
¿Cuándo tiene futuro un pueblo?
Cuando es capaz de reconocer sus errores; cuando sabe confesar su pecado y cuando abre caminos nuevos a una convivencia más humana como lo han propuesto recientemente nuestros pastores en el documento Líneas Orientadoras para una Pastoral para la Reconciliación y la Paz.
¿Cuál es nuestra mayor equivocación como Nación?
Haber impedido que Dios reine aquí y ahora, entre nosotros, como verdadero Padre de todos. Cerrarnos con plena conciencia y plena advertencia al llamado que hay en el fondo de todo ser humano al respeto a la vida como nos lo recordó recientemente monseñor FadI Bou Chebl Abi Nassif, Exarca católico oriental del rito Maronita en Colombia perteneciente al Patriarcado Antioqueno: “¿Antes de hacer un aborto, por qué no le preguntamos a ese niño en gestación si quiere vivir o no? Dios es el dueño de la vida y nadie la puede tocar sino Dios. Respetamos la vida humana desde el inicio hasta el último momento. Jesús vino al mundo para humanizar nuestra humanidad. Un ser humano…si es verdaderamente humano… es incapaz de parar una vida humana”.
Otra de nuestras grandes equivocaciones es cerrarnos al dialogo civilizado; a no acoger el llamado del Papa Francisco en Fratelli Tutti a dar los signos creíbles de la solidaridad y la fraternidad que hacen posible una amistad social; a seguir manteniendo la violencia, con obstinación, a pesar de los esfuerzos por hablar con todos y la búsqueda de caminos nuevos. Nos cuesta entender que la violencia ha traído siempre males mayores que aquellos que intenta resolver y nos impide avanzar hacia una convivencia más libre y justa. Será un gran día cuando reconozcamos como nación que este enfrentamiento sólo originará vencedores y vencidos, pero no hombres y mujeres libres que sepan dialogar.
¿Cuál es la tarea que sigue y en la cual, la Iglesia quiere ayudar?
La Iglesia colombiana, desde sus tres instancias, la Relación Iglesia / Estado; la Comisión de Conciliación Nacional y el Secretariado Nacional de Pastoral Social/ Cáritas colombiana, es consciente de que debemos contribuir a que se abran nuevos caminos. No podemos seguir por el camino viejo de siempre porque esa ha sido nuestra mayor tragedia. En Colombia es notoria la fatiga de la guerra que sólo ha traído violencia, sangre y luto en tantas familias. Es una violencia que ha sido el resultado de viejas violencias e injusticias, cometidas durante largos años. Ello nos lleva a preguntarnos: ¿no es una grave equivocación responder con los mismos métodos?
En toda su larga experiencia de acompañar comunidades y procesos, tanto en la conflictividad de las ciudades como en los confinamientos y atropellos que históricamente se han dado y se siguen dando en la Colombia olvidada, la Iglesia ha aprendido que la violencia sólo busca una solución rápida y eficaz a los graves problemas de nuestro pueblo. Pero lo hace sembrando nuevas violencias y enfrentamientos. No transforma las conciencias. No nos educa para construir una sociedad diferente, más respetuosa con los derechos de las personas y de los grupos. Ella siempre coje el atajo, y ya sabemos que coger atajos, es correr el riesgo de no llegar nunca a la verdadera meta. ¿Qué alternativas justas y humanas nos puede ofrecer la violencia? ¿Puede prepararnos para ser una sociedad donde la última palabra nazca del pueblo en ejercicio y rescate de una democracia deliberativa y profunda, antes que nacer de quienes ostentan el poder y el monopolio de las armas?
No es posible una alternativa de paz y justicia para nuestro pueblo, si no reaccionamos todos frente a acciones, represiones y manipulaciones de diverso signo, que, sin respetar el valor absoluto de cada persona, la convierten en instrumento al servicio de unos intereses políticos cuestionables. No hay planteamientos políticos intocables. Ni la unidad actual del Estado Colombiano, ni la independencia que hoy puedan pensar y sentir que tienen los grupos alzados en armas y las estructuras criminales que hoy confinan y someten comunidades enteras. Nada justifica la destrucción de la vida que se está dando entre nosotros. Nuestra postura cristiana evangélica debe ser firme, aunque se tenga que enfrentar a organizaciones, partidos o grupos cuyas siglas o pensamientos sintamos que son muy cercanas al Evangelio y a la doctrina social de la Iglesia.
Colombia necesita reconocer un camino cuaresmal lleno de gozo y esperanza. Avanzar es limpiar nuestra mente de egoísmos e intereses que empequeñecen nuestro vivir cotidiano. Es la hora de liberar el corazón de esas angustias y complicaciones creadas por nuestro afán de poder y posesión. Tengamos presente que nunca es tarde para convertirnos, porque nunca es tarde para amar. Nunca es tarde para ser más feliz y nunca es tarde para dejarnos perdonar y renovar por Dios.
P. Rafael Castillo Torres
Director del Secretariado Nacional de Pastoral Social
Mujeres rurales, sembradoras de esperanza
Mié 8 Mar 2023

Por: Mons. Fernando Chica Arellano - Cuando el mundo entero conmemora el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer, conviene detenerse un momento a considerar la situación en la que vive la mitad de la humanidad y analizar qué retos se derivan de ello para nuestro actuar cotidiano. Sin duda, hay muchos enfoques posibles. En estos párrafos vamos a poner el foco en las mujeres rurales, desde una perspectiva creyente.
De entrada, recuperamos algunos párrafos de la carta pastoral “La Iglesia en Aragón al servicio del mundo rural”, publicada en 2019 con el sugerente e interpelador subtítulo de “Nazaret era un pueblo pequeño”. En el número 32 se menciona explícitamente a las mujeres rurales, con estas palabras: “Como Pastores hemos constatado también el aspecto positivo que supone que el mundo rural tenga rostro femenino. Sabemos que la presencia y el dinamismo de nuestras mujeres del mundo rural ha obrado grandes maravillas. Han garantizado la vida de nuestros pueblos. Además de dirigir sus hogares y colaborar en las tareas agrícolas y ganaderas, las aragonesas de nuestros pueblos han impulsado iniciativas culturales, asociativas, de creación de empleo, han cuidado a los mayores y han sido pilares de la educación y de la transmisión de la fe y sus valores”.
En este contexto, los obispos subrayan que “María es la mujer rural por antonomasia” (n. 37) y que las mujeres rurales “son reflejo de María de Nazaret, la mujer capaz de lanzarse a la aventura de forma inmediata al saber que otra mujer necesita su ayuda y su presencia. No duda en emprender un largo viaje con el fin de servir desde lo que hoy se denomina frecuentemente la sororidad o ayuda mutua entre las mujeres, para transformar un mundo que mueven con su generosidad, a pesar de que todavía no sean valoradas adecuadamente” (n. 35).
Aluden aquí al lema de la Jornada Mundial de la Juventud, que tendrá lugar en Lisboa en este verano de 2023, tomado del evangelio de Lucas, en concreto de la escena de la Visitación: “María se levantó y partió sin demora” (Lc 1, 39). Como ya había advertido el Santo Padre en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, María “es la que sabe transformar una cueva de animales en la casa de Jesús, con unos pobres pañales y una montaña de ternura” (n. 286). “Es el amor que se hace cercano y concreto. Es un movimiento que procede del corazón y llega a los ojos, a los oídos, a las manos. […] La ternura es el camino que han recorrido los hombres y las mujeres más valientes y fuertes” (Fratelli Tutti, n. 194).
Entre esas mujeres audaces están, claramente, las que viven en las zonas rurales, en zonas remotas y vulnerables, con frecuencia desdeñadas por los centros en donde se toman las decisiones que cambian la vida y la hacen progresar. Son mujeres que no se rinden, que trabajan sin desfallecer por encima de propagandas o intereses sesgados. Mujeres que se crecen ante la adversidad. Como decía Francisco hace unos meses: “Las mujeres rurales tienen mucho que enseñarnos sobre cómo el esfuerzo y el sacrificio nos permiten construir redes que garanticen el acceso a los alimentos, la distribución equitativa de los bienes y la posibilidad de que cada ser humano cumpla con sus aspiraciones” (tuit del 15 de octubre de 2021, Día de la Mujer Rural).
En efecto, en numerosas regiones del mundo, el genio femenino encara diariamente la penuria. Una penuria que se manifiesta con formas diversas y lacerantes. Ellas la combaten aportando ese suplemento de fuerza, de resiliencia y de creatividad que se requiere para hacer frente a lances cada vez más acuciantes e intrincados. A estos desafíos se refirió Su Santidad en el primer Encuentro con los Movimientos Populares, que tuvo lugar en Roma en el año 2014: “Veo que aquí hay decenas de campesinos y campesinas, y quiero felicitarlos por custodiar la tierra, por cultivarla y por hacerlo en comunidad. Me preocupa la erradicación de tantos hermanos campesinos que sufren el desarraigo, y no por guerras o desastres naturales. El acaparamiento de tierras, la desforestación, la apropiación del agua, los agrotóxicos inadecuados, son algunos de los males que arrancan al hombre de su tierra natal. Esta dolorosa separación, no es sólo física, sino existencial y espiritual, porque hay una relación con la tierra que está poniendo a la comunidad rural y su peculiar modo de vida en notoria decadencia y hasta en riesgo de extinción. (…) Por favor, sigan con la lucha por la dignidad de la familia rural, por el agua, por la vida y para que todos puedan beneficiarse de los frutos de la tierra”.
Al año siguiente, en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), el Papa se hizo presente, igualmente, en el II Encuentro con Movimientos Populares, en donde pronunció estas animosas palabras: “De esas semillas de esperanza sembradas pacientemente en las periferias olvidadas del planeta, de esos brotes de ternura que luchan por subsistir en la oscuridad de la exclusión, crecerán árboles grandes, surgirán bosques tupidos de esperanza para oxigenar este mundo”.
En definitiva, sabemos que “la organización de las sociedades en todo el mundo todavía está lejos de reflejar con claridad que las mujeres tienen exactamente la misma dignidad e idénticos derechos que los varones. Se afirma algo con las palabras, pero las decisiones y la realidad gritan otro mensaje. Es un hecho que doblemente pobres son las mujeres que sufren situaciones de exclusión, maltrato y violencia, porque frecuentemente se encuentran con menores posibilidades de defender sus derechos” (Fratelli Tutti, n.23). Pero también sabemos que las mujeres rurales son fuente de entusiasmo e innovación para revertir esta situación y que nuestro compromiso creyente nos impulsa a apoyarlas en este camino, un camino de humanidad común y de fraternidad universal.
Fernando Chica Arellano
Observador Permanente de la Santa Sede ante la FAO, el FIDA y el PMA

Unidad y diálogo | Mar 21 Mar 2023
“Es más lo que nos une que lo que nos separa”: P. Raúl Ortiz sobre diálogos en la CEC

Promoción de la vida | Mié 15 Mar 2023
Del 19 al 26 de marzo iglesia colombiana celebrará la ‘Semana por la vida 2023’

Liturgia | Mié 15 Mar 2023
Guion litúrgico para la Eucaristía del domingo 19 de marzo en las parroquias de Colombia

Unidad y diálogo | Mar 14 Mar 2023
CEC acogió diálogo interreligioso e intersectorial por la vida, la familia y la libertad religiosa

Liturgia | Mar 14 Mar 2023
Arquidiócesis de Cali fue sede del Encuentro Regional de Liturgia del Suroccidente

Unidad y diálogo | Mar 28 Feb 2023