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corpus christi

Vie 31 Mayo 2024

Tomad, esto es mi cuerpo

EL CUERPO Y LA SANGRESANTÍSIMOS DE CRISTOJunio 2 de 2024Primera lectura: Ex 24,3-8Salmo: 116(115),12-13.15-16.17-18 (R.13)Segunda lectura: Hb 9,11-15Evangelio: Mc 14,12-16.22-26I.Orientaciones para la PredicaciónIntroducciónA propósito del Año de la Oración que estamos viviendo y en consonancia con esta Solemnidad del Corpus Christi, vale la pena recordar que san Juan Pablo II define la oración como “arte en la pedagogía de la santidad”; Benedicto XVI como “escuela de la esperanza” y Francisco como “el aliento de la fe”. Particularmente, el santo Pontífice ha destacado que “la adoración del Santísimo Sacramento tiene cotidianamente una importancia destacada y se convierte en fuente inagotable de santidad. La participación devota de los fieles en la procesión eucarística en la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo es una gracia de Dios, que cada año llena de gozo a quienes toman parte en ella. Y se podrían mencionar otros signos positivos de fe y amor eucarístico” (EE 10).Él mismo recordó que la participación en la Eucaristía debe ser el centro del domingo como “deber irrenunciable que se ha de vivir no solo para cumplir un precepto, sino como necesidad de una vida cristiana verdaderamente consciente y coherente” (NMI 36). Así pues, es muy recomendable que la homilía de este domingo conjugue los motivos de la oración y la solemnidad, para que a partir de la Palabra de Dios se profundice en el sacramento de la caridad que es la Santísima Eucaristía, “don que Jesucristo hace de sí mismo, revelándonos el amor infinito de Dios por la humanidad”.1. 1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?La lectura del libro del Éxodo describe la ratificación de la Alianza hecha por Dios con el pueblo de Israel: Moisés construye un altar, elige una víctima animal y funge de sacerdote del culto; vierte la mitad de la sangre de la víctima sacrificial sobre el altar y la otra mitad la asperja sobre el pueblo. Como se ve, en la Antigua Alianza son distintos altar, víctima y sacerdote; sin embargo, este episodio es una prefiguración de la Nueva Alianza, sellada con la sangre del Redentor, que como lo recuerda el autor de la Carta a los Hebreos, en la segunda lectura, no es “sangre de machos cabríos” sino de Cristo, “sumo sacerdote de los bienes definitivos”; contrario a lo anterior, en la Nueva Alianza habrá unidad en el culto divino y por ello el Redentor “que consigue la liberación eterna” es, Él mismo, “Sacerdote” que realiza la acción redentora, “altar”, porque en Él se ofrece el sacrificio, y “víctima” sacrificial porque es Él la hostia inmaculada y santa (no está de más anotar que, en latín, “hostia” significa “víctima”). Así lo recuerda la liturgia en el Prefacio Pascual V.El Salmo 116 (115) evidencia la utilización del cáliz en el culto de la Antigua Alianza y, leído en sintonía con el contenido de la Revelación cristiana, manifiesta que la Eucaristía es “acción de gracias”; efectivamente, alzar la copa de la salvación es el modo más sublime para pagar al Señor por “todo el bien que me ha hecho”; por ejemplo, en el relato de la institución de la Eucaristía que se leerá en esta ocasión, según la versión de san Marcos, en el contexto de la Nueva Alianza Jesús toma el cáliz, pronuncia la acción de gracias, lo comparte y lo da a beber.Por otra parte, la alusión del salmista a las ataduras de la muerte, las cadenas rotas, la humildad del hijo de la sierva, el cumplimiento de votos y la alabanza de la asamblea ofrece motivos suficientes para entender este texto desde la perspectiva del sacrificio redentor de Cristo que ha vencido a la muerte con su sangre derramada en la cruz y, como lo recuerda el Prefacio de la Santísima Eucaristía I, entregándose como víctima de salvación, nos mandó luego ofrecer este sacrificio en su memoria. Así ha quedado consignado en el Evangelio de este domingo y recordado en cada Eucaristía: “sangre de la alianza nueva y eterna que será derramada por muchos”. Es importante, además, resaltar que, de la misma manera en que el antiguo culto del pueblo de Israel prefiguró el de la Nueva Alianza, así mismo, está es anticipación del banquete eterno donde se servirá; como lo dice Jesús: “el vino nuevo en el Reino de Dios”.1. 2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y qué me sugiere para decirle a la comunidad?De manera particular, la Eucaristía significa y realiza la salvación obrada por Cristo, y prefigura y anticipa la gloria del cielo (cf. CEC 1152). La Palabra de Dios en este domingo destaca de manera particular el amor providente del Señor Jesús quien no solamente concede el pan material, sino que, además, da el alimento espiritual a sus hijos. Como lo enseña también la doctrina cristiana, “lo que el alimento material produce en nuestra vida corporal, la comunión lo realiza de manera admirable en nuestra vida espiritual. La comunión con la carne de Cristo resucitado, vivificada por el Espíritu Santo y vivificante, conserva, acrecienta y renueva la vida de gracia recibida en el bautismo. Este crecimiento de la vida cristiana necesita ser alimentado por la comunión eucarística, pan de nuestra peregrinación, hasta el momento de la muerte” (CEC 1392).En efecto, acrecentar y renovar la gracia bautismal debe ser un objetivo permanente en el cristiano; a propósito, en una de sus catequesis sobre la oración (Audiencia General, 25 de noviembre de 2020), el papa Francisco ha destacado cuatro medios fundamentales para ello: primero, la escucha de la enseñanza de los apóstoles; segundo, la custodia de la comunión recíproca; tercero, la fracción del pan y, cuarto, la oración. El Pontífice nos recuerda que la existencia de la Iglesia tiene sentido si permanece firmemente unida a Cristo, es decir en la comunidad, en su Palabra, en la Eucaristía y en la oración; sobre todo, “la fracción del pan realiza el sacramento de la presencia de Jesús en medio de nosotros: Él no estará nunca ausente, en la Eucaristía es Él. Él vive y camina con nosotros”. Por ello se dice que la Eucaristía anticipa la gloria del cielo, porque permite la comunión real con la persona de Cristo.1. 3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?No es un secreto que, paulatinamente, la devoción eucarística ha ido cediendo paso a otras formas de expresión de la piedad. Sin embargo, en una comunidad eclesial no debería ser un tema de segunda mano porque allí radica el núcleo de su vitalidad, según aquel principio ya común de que “la Iglesia vive de la Eucaristía”. Así pues, a la comunidad cristiana hay que motivarla a tener momentos de encuentro personal con el Señor Jesús, primero, en la celebración litúrgica recordando este principio: “Ningún domingo sin Eucaristía y ninguna Eucaristía sin comunión, porque domingo sin Misa es semana sin gracia”. Este encuentro con el Señor en la fracción del pan se prolonga en la adoración eucarística tanto en el Tabernáculo como en la exposición del Santísimo Sacramento.A propósito de la adoración eucarística, recomendaba san Juan Pablo II: “‘Es hermoso estar con Él y, reclinados sobre su pecho como el discípulo predilecto’ (cf. Jn 13, 25), palpar el amor infinito de su corazón. Si el cristianismo ha de distinguirse en nuestro tiempo sobre todo por el ‘arte de la oración’, ¿cómo no sentir una renovada necesidad de estar largos ratos en conversación espiritual, en adoración silenciosa, en actitud de amor, ante Cristo presente en el Santísimo Sacramento? ¡Cuántas veces, mis queridos hermanos y hermanas, he hecho esta experiencia y en ella he encontrado fuerza, consuelo y apoyo!”. Las palabras del santo deben ser aliciente para que las comunidades eclesiales incentiven el culto eucarístico en favor de una Iglesia siempre viva y amante del sacramento de la caridad._______________________Recomendaciones prácticas:-No olvidar en este domingo, antes de la proclamación del Evangelio, la recitación de la secuencia, compuesta por santo Tomás de Aquino a mediados del siglo XIII.-Si las condiciones lo permiten podría preverse la comunión bajo las dos especies.-Se recomienda tener en este día un especial momento de adoración eucarística y la procesión con el Santísimo Sacramento.-Día del campesinoII.Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hoy celebramos la Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo. Celebramos el misterio de la Alianza que Dios hace con la humanidad, un proyecto prefigurado a través de la historia del Pueblo de Israel y llevado a cumplimento en la persona de Cristo. Jesús se dona a sí mismo y no solo permanece presente a través de su cuerpo y sangre, sino también en la vida cristiana, donde el sacrificio eucarístico se convierte en una oportunidad de comunión para toda la humanidad.Monición a la liturgia de la Palabra Jesús, Eterno Sacerdote, con su muerte inaugura con la humanidad la Nueva Alianza, confirmando el pacto de amor que Dios tenía con el hombre desde el tiempo de Moisés y ahora dado en su Hijo, que se ofrece como pan y vino. 
Oración Universal o de los Fieles Presidente: Llenos de alegría por esta Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo, presentemos nuestras súplicas al Dios que ha hecho entrega de sí en la persona de su Hijo, digamos juntos:R/.Te rogamos, óyenos.1. 1. Tú que sostienes y alimentas a tu Iglesia con los sacramentos, y de modos particular con el de la Eucaristía, haz que quienes presiden las celebraciones lo hagan de manera digna y humilde. Oremos.1. 2.Tú que has puesto al frente de las naciones y de los pueblos, líderes encargados de la administración pública, haz que su trabajo sea realizado con responsabilidad y honestidad. Oremos.1. 3.Tú que fortaleces y confortas con el alimento sagrado a cuantos sufren pobreza, enfermedad, miseria, hambre, cárcel o desplazamiento, haz que también cuenten con la generosidad de sus hermanos. Oremos.1. 4.Tú que nos concedes participar diaria y dominicalmente de la celebración de estos sagrados misterios, haz que nuestra vida sea manifestación y testimonio de cuanto recibimos con fe. Oremos.1. 5.Tú que nos das la tierra para cosechar nuestro alimento escucha las oraciones de tus hijos, y da a todos los que trabajan en los campos plena justicia y dignidad humana. Oremos.Oración conclusivaDios nuestro,dador de todo don perfecto,no ceses de alimentar contus sacramentos a tu Iglesiaque peregrina por este mundo yhaz que obtenga de ti cuantoha pedido con fe y sinceridad.Por Cristo nuestro Señor.R/. Amén.

Vie 31 Mayo 2024

La Voz del Pastor | 02 de junio de 2024

Reflexión del señor Cardenal Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y primado de Colombia:Lectura del Santo Evangelio según San Marcos 14, 12-16. 22-26

Jue 3 Jun 2021

Episcopado pide seguir orando por Colombia

“Los difíciles momentos que continúa atravesando hoy el país, exige el compromiso de todos nosotros los católicos de seguir en continúa oración”, así lo ha expresado monseñor Elkin Fernando Álvarez Botero, secretario general de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC). En este contexto, el prelado ha dicho que el episcopado colombiano extiende una invitación para que en estos días previos al domingo 06 de junio, fecha en que la Iglesia Católica celebra la solemnidad del Corpus Christi (Cuerpo de Cristo), se adelanten jornadas de oración, según lo disponga el obispo de cada jurisdicción eclesiástica, atendiendo los protocolos de bioseguridad que exige el momento que vivimos por cuenta de la pandemia. El prelado, recuerda también el llamado que el Papa Francisco hizo el pasado domingo, durante el rezo del Angelus, a orar por Colombia, por lo que anima a vivir momentos de adoración ante el Santísimo en las parroquias, comunidades religiosas e instituciones diocesanas, implorando de Dios la paz y la reconciliación del país. “Es necesario el compromiso de la oración de parte de nosotros los discípulos de Jesús. Es muy importante dedicar momentos largos a la adoración del Santísimo Sacramento, en comunidad, pidiendo por la paz, la reconciliación del país y la superación de este momento crítico que vivimos”, expresó. Papa Francisco pidió orar por Colombia Recordemos que el domingo 30 de mayo, al finalizar el rezo del Angelus, el Santo Padre extendió su saludo a varios ciudadanos de diferentes lugares del mundo que se encontraban presentes en la plaza San Pedro y, al notar las banderas de Colombia, pidió de manera especial orar por nuestra patria.

Mié 2 Jun 2021

Subsidios para la Solemnidad del Corpus Christi

Este domingo 06 de junio, la Iglesia Católica, en Colombia, celebra la solemnidad del Cuerpo y la Sangre Santísimos de Cristo, que tiene como finalidad proclamar la fe en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Para animar esta celebración, el Departamento de Liturgia de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), también con la colaboración del presbítero Diego Uribe, ofrece dos subsidios como apoyo para la preparación y celebración de esta solemnidad: - Subsidio “Misa y Procesión Corpus Christi 2021”: Este material va dirigido propiamente a las parroquias con presencia de fieles, en donde se ofrece un esquema para la celebración de la misa, procesión eucarística dentro de la Iglesia y concluye con una bendición eucarística. - Subsidio “Celebremos el Domingo en Familia”: Corpus Christi: En este material se ofrece un esquema de celebración a través de la liturgia de la Palabra, para vivir y celebrar en familia esta solemnidad. Recordemos que en esta solemnidad se celebra, se adora y se da gracias por las maravillas de Dios obradas a través de la Eucaristía, donde Cristo brinda su Cuerpo y su Sangre como alimento espiritual. DESCARGUE Subsidio “Misa y Procesión Corpus Christi 2021” [icon class='fa fa-download fa-2x'] AQUÍ[/icon] DESCARGUE Subsidio “Celebremos el Domingo en Familia” [icon class='fa fa-download fa-2x'] AQUÍ[/icon]

Vie 1 Jun 2018

Eucaristía: Las bodas del cordero

Monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía: El calendario de celebraciones en este mes de junio recoge, de principio a fin, el despliegue del misterio de Dios, revelado en Cristo Jesús, en el misterio de la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo. Desde la solemnidad del Cuerpo y la Sangre santísimos de Cristo, hasta la de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, la liturgia nos convoca a vivir y a expresar juntos, ese “IGLESIA SOY” del creyente y de su comunidad doméstica, su pequeña comunidad, su comunidad parroquial, su Iglesia Particular o Arquidiócesis, su Iglesia Universal. Del 16 al 23 de junio, celebraremos la Semana Arquidiocesana, haciendo memoria del 20 de junio de 1964, cuando el Papa Paulo VI elevó la sede episcopal de Cali, creada también un día de junio, el 7 de ese mes en 1910, a sede arzobispal metropolitana del Valle del Cauca. Por ello, la fiesta patronal de Nuestra Señora de Los Remedios, bajo cuya protección está la Arquidiócesis de Cali y todo el Departamento, es el 20 de junio de cada año. Así lo reconoce el ordo litúrgico. En la Santísima Virgen unimos nuestra fe en Cristo, Dios hecho hombre en sus entrañas, con nuestra fe en la Iglesia y nuestra solidaridad, personal y comunitaria, con los enfermos y sufridos de la tierra. La Eucaristía, sacramento de la presencia del Resucitado, de su Sacrificio en la cruz, del Banquete Nupcial del Cordero, de la comunión del creyente con Cristo y con los demás creyentes, formando el Cuerpo de Cristo en medio de la humanidad, constituye el ambiente litúrgico en el que cada comunidad nace, crece, se educa, madura y da sus frutos de amor y misión. “Dichosos los invitados a la cena del Señor”: es la invitación que nos hace la liturgia de la Santa Misa, exhibiendo ante los fieles la sagrada forma, con las palabras de Juan Bautista sobre Jesús: “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1,29). La bienaventuranza de los comensales invitados es tomada de una cita del Apocalipsis, a la que la liturgia, para evitar la redundancia, traduce como “cena del Señor”, porque el original del texto latino dice: “Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero” (Apocalipsis 19,9). Viene bien esta imagen de las Nupcias del Cordero, de Cristo Esposo de la Iglesia, para entender la celebración eucarística como la anticipación del Banquete celestial en la casa de Dios y la tensión amorosa, desde la intimidad de la comunión sacramental, que sostiene la vida cristiana en la esperanza, en la expectativa y vigilancia de la llegada del Amor Amado, que toca a nuestras puertas. “Mira que estoy a la puerta y llamo: si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3,20). Este cuadro tan inspirador, dirigido en la carta a la Iglesia de Laodicea, es una imagen plástica de esta constante “tensión amorosa” de Cristo a su Iglesia, ofreciéndole su ternura e invitándola a la comunión del banquete. Bien podría darnos esta imagen el sentido de la eucaristía como “lugar” y “momento” celebrativo, en el que se realiza el familiar e íntimo encuentro entre Cristo y su comunidad. La eucaristía es comida en la que todos estamos reunidos. Pero es también comida en la que cada uno está cara a cara con el Señor. En ella se construye esta “comunidad de mesa y de existencia” con Cristo y entre los cristianos. Una comunidad nacida y forjada en “la común participación de Cristo”, de la savia vital de su Amor y de su Unidad con el Padre, y de ellos con la humanidad, a la que está destinada la Iglesia como vid de dulces y abundantes frutos. (Juan 15, 1ss). El pan y el vino, cuerpo y sangre de Cristo, son imagen y realidad sacramental del sacrificio del Señor, de su cruz, donde se separan por la violencia que desangra, por la muerte y la lanzada (Juan19, 34-35). Unidos, nuevamente, bajo la acción del Espíritu Santo y el Ministerio sacerdotal de la Iglesia, en la “epíclesis” de la consagración sobre estos elementos, y luego sobre el pueblo participante, se convierten, ellos y la comunidad, en CUERPO DE CRISTO RESUCITADO que se nos entrega, en pan tomado, bendecido, partido y dado por Jesús, y en cáliz de su sangre, que sella la “alianza nueva y eterna”, las nupcias del Cordero y la Iglesia. A COMER TODOS DE ÉL invita Jesús con el Pan, y A BEBER TODOS DE ÉL, con el Vino del cáliz. El sacramento de la Nueva Alianza, en el que el esposo es Cristo, Cristo Crucificado y Resucitado, hace también, entonces, que la Iglesia sea “la esposa de la Nueva Alianza”, por lo cual el Apocalipsis no llama ya a Jerusalén “esposa de Dios”, como lo hacen los profetas (Isaías 54,4-8), sino “esposa del Cordero” (Apocalipsis 21,9). Es “la Jerusalén de lo alto, la mujer libre” (Gálatas 4,22-27), la Jerusalén santa, que viene del Cielo, que de su esposo tiene su santidad. Esta “mujer” es la madre de los hijos de Dios. Es la doble figura de la Iglesia: es la “esposa” de Cristo, vista como el conjunto de los elegidos, y es “la madre” de los hijos adoptados por el Padre celestial en su Hijo querido, vista como la Jerusalén Celestial, por la cual, y en la cual, cada uno de ellos ha nacido y es santificado por la gracia de Cristo, su esposo: “Os tengo desposados con un solo esposo, para presentaros cual casta virgen a Cristo” (2ª Corintios 11,2). Este AÑO DEL AMOR ESPONSAL, nos permita releer, a través de la riqueza eclesial del calendario litúrgico del mes de junio, nuestra vida espiritual, nuestra espiritualidad de Iglesia, bebida en la eucaristía, que va configurando a cada uno según el Corazón de Jesús y de María (8 y 9 de junio), y nos lleva a vivir todos esta dimensión esponsal: los laicos, especialmente los esposos cristianos que celebran la alianza sacramental, yendo más allá del mero hogar humano o matrimonio; los religiosos y religiosas, que se consagran mediante los votos de castidad, pobreza y obediencia; y los pastores, que como Juan el Bautista, cuyo nacimiento es también una de las solemnidades del mes (junio 24), o como Pablo, en el texto citado, se declaran los “amigos del esposo” (Juan 3,29), los que le presentan la novia y lo asisten, los “padrinos de boda”. El mes concluirá en Roma, con las figuras de Pedro y Pablo, su martirio, su “beber el cáliz de la Sangre de Cristo”, en esa profunda relación entre Cristo y la Comunidad de la Iglesia. Por: Monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali

Vie 1 Jun 2018

El cuerpo de Cristo, alimento que fortalece y su sangre bebida que purifica

Primera lectura: Éx 24,3-8 Salmo Sal 116(115),12-13.15-16. 17-18 (R. 13) Segunda lectura: Hb 9,11-15 Evangelio: Mc 14,12-16.22-26 Introducción Al meditar y orar con las lecturas de la liturgia de la Palabra de la solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo, destaco las siguientes ideas temáticas: El tema central de este domingo está en la alianza, la del Sinaí y la nueva realizada por Cristo. La alianza del Sinaí señala el nacimiento del pueblo de Dios, la nueva alianza, da origen al nuevo pueblo de Dios que es la Iglesia. Un segundo, es el valor redentor de la Sangre de la alianza, que se presenta en toda liturgia de la Palabra. Los textos bíblicos evocan los ritos del Antiguo Testamento en los que se derrama sangre como signo de la alianza que Dios estableció con su pueblo. El significado de esta alianza es ahora llevado a plenitud por el Señor Jesús, que hoy repite en la eucaristía “esta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos” Mc. 14,24. Una tercera línea de reflexión es la institución de la Eucaristía. En el ciclo B de la liturgia dominical leemos en el evangelio, el relato que nos recuerda los gestos y palabras que el Señor realizó antes de morir, dejando el mandato de realizar esta nueva cena pascual, en memoria suya. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El libro del Éxodo en el capítulo 24, describe la conclusión de la alianza realizada en el Sinaí. Este relato reviste gran importancia para el pueblo llamado “pueblo de la alianza”, porque precisamente señala el nacimiento del pueblo de Dios. En el texto se recuerda como el Señor se hace el Dios de Israel e Israel se convierte en el pueblo del Señor, en esta nueva relación el rito que acompaña y sella la alianza se enmarca en el sacrificio de comunión (v. 5) y el rito de la aspersión con la sangre (v.v. 6-8). El sacrificio de comunión evoca la restauración de las relaciones amistosas entre Dios y el pueblo. Mediante la alianza se rehace y se restaura la paz y armonía rotas por el pecado. El rito de la aspersión con la sangre sobre el altar y sobre el pueblo, simbolizan la comunión que la alianza establece entre el Señor y las tribus de Israel. El Salmo 115, constituye una acción de gracias, dirigida al Señor que libera de la aflicción y la muerte. El orante se dispone, por tanto, a ofrecer un sacrificio de acción de gracias en el que se bebe el cáliz ritual. El capítulo 9 de la carta a los Hebreos, explica el sacrificio de Cristo a partir de elementos comparativos del AT, pero con un cambio radical de su significado, vale la pena destacar el (v. 12) “Y penetró en el santuario una vez para siempre, no presentando sangre de machos cabríos, no de novillos, sino su propia sangre. De ese modo consiguió una liberación definitiva”. Cristo vuelve al Padre y entra a su presencia de una vez para siempre, esta entrada la realizó a través de un sacrifico y de su gloriosa resurrección. Con su cuerpo renovado por la resurrección, consiguió la liberación eterna, de este modo se inaugura la “alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna” (v. 15) El Evangelio de Marcos, en el capítulo 14, presenta el relato de la última cena de Jesús. La víspera de su pasión y muerte, Jesús interpreta a los discípulos el sentido de su muerte. “Esto es mi cuerpo... esta es mi sangre... de la alianza”. Jesús se mueve en un clima estrechamente sacrificial. Del mismo modo que en los sacrificios era derramada la sangre sobre el altar, así Cristo derrama la suya en el altar de la cruz. La sangre de los sacrificios que tiene carácter expiatorio, hoy adquiere plenitud, es para el perdón de los pecados de todos los hombres. Con el sacrificio de Cristo se inaugura la “nueva alianza”.

Mar 29 Mayo 2018

Alcemos la copa de la salvación y construyamos la paz

Nuestra vida está llena de todo el bien que Dios nos ha hecho, ¿cómo pagarle o recompensarle ese amor que nos manifiesta? La respuesta es: participando de la celebración de la Eucaristía. Estamos en la Solemnidad de Corpus Christi; de la carne y la sangre del Señor. Ese realismo cruento que el Señor Jesús nos identificó. Esta es mi carne, esta es mi sangre, por ello alcemos la copa de la salvación en ese encuentro con Jesús, por que con su carne y sangre construimos la paz personal, comunitaria y de la Iglesia. Tareas: Participa con amor y alegría en la Eucaristía de este domingo. Ve a una capilla de oración y pasa una hora con Jesús. Escucha lo que Él tiene que decirte. Busca en el evangelio de Juan el capítulo 6 y medita en él para que descubras la riqueza de la Eucaristía.

Vie 16 Jun 2017

Dios nunca nos abandona, siempre está entre nosotros y nos alimenta

La Palabra que ilumina esta celebración nos habla del poder y de la acción de Dios a través de la historia. Dios nunca nos abandona, siempre está entre nosotros y alimenta a su pueblo para que tenga en abundancia la viva divina. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: Dt 8,2-3.14b-16ª[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo Sal 147,12-13.14-15.19-20 (R. cf. Lc 1,53) [/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: 1Co 10,16-17[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Jn 6,51-58[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link=''] CONTEXTO BÍBLICO[/icon] 1.1 ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El libro del Deuteronomio (8,2-3.14b-16ª) recuerda la necesidad que tuvo el pueblo de Israel del alimento en el desierto, esta necesidad es colectiva. Dios lo alimentó con el maná, este pan sustentó su marcha por el desierto. El maná que venia del cielo no daba la vida eterna, los que lo comían terminaban muriendo. El tema de la prueba en el desierto tiene un sentido formativo, pedagógico (vs. 2. 3.5.16b) humilla al hombre para ponerlo a prueba, para descubrir sus intenciones, sus verdaderos sentimientos. En la prueba, el pueblo aprenderá que depende de Dios, que él calma su sed y el hambre con agua y el maná, en el desierto, lugar de la prueba, Dios educa a su pueblo. El salmo 147 es un himno de alabanza a Dios Señor de todo y cuya bondad se manifiesta en toda clase de beneficios: felicidad, paz, alimentos, seguridad. El Señor “ha puesto paz en tus fronteras y te sacia con flor de harina” (Sal.147,14) como si se tratara de las migajas de pan de su mesa, él es Señor de la historia, ha vencido la cautividad en Babilonia y ha reforzado los cerrojos de las puertas de Jerusalén, bendiciendo a los hijos (cfr.147,13) que en otro tiempo fueron deportados y ahora están dentro de la ciudad, rodeados de sus muros. El salmo deja ver con claridad el poder de Dios, poder que genera confianza, alegría, alabanza: “Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina. Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz”. (Sal.147,14-15). La primera carta del Apóstol Pablo a los Corintios (10,16-17) presenta la “unidad” como una exigencia que brota de la Eucaristía, todos los que comulgan el cuerpo y la sangre de Cristo se hacen con él un solo cuerpo. De la participación en el banquete eucarístico se deriva la exigencia de unidad entre los miembros de la comunidad cristina. Esta unidad tiene como primera consecuencia el compartir los bienes espirituales y materiales en una verdadera y autentica caridad fraterna “El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan” (1 Cor. 10,17). San Pablo hace estas indicaciones sobre la Eucaristía rechazando enfáticamente la idolatría y la participación de algunos cristianos en comidas de ídolos, cuestión que había suscitado divisiones y enfrentamientos en la comunidad de Corinto. Luego del relato de la multiplicación de los panes, el evangelio de Juan presenta el discurso del pan de vida (Jn. 6, 22-71). En el texto de hoy (Jn. 6,51-58) El evangelista enfatiza tres afirmaciones centrales “Yo soy el pan vivo bajado del cielo” (v. 51ª). “El que coma de este pan vivirá para siempre” (v. 51b). “El pan que yo voy a dar es mi carne”. (v. 51c). “Yo soy el pan vivo” (v.51ª). Jesús es el pan vivo porque es el enviado del Padre, el Señor es quien posee la vida y la da. “El que coma de este pan vivirá siempre” (v, 51b), comer de este pan da vida eterna, no es como el pan que comieron los israelitas en el desierto, que lo comieron y murieron, este nuevo pan trasciende la temporalidad, nos lanza a la eternidad. “El pan es mi carne” (v.51c,) esta es una comida real, concreta, es la carne y la sangre de Jesús, el hombre que come de esta carne y bebe de esta sangre hace suya la vida divina y forma una comunidad de hermanos con el Señor Jesús. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link=''] ADQUIERE EL PLAN DE PREDICACIÓN[/icon]