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oracion por la reconciliación en colombia

Jue 1 Mayo 2025

Día por la Reconciliación inspirado en el Papa Francisco: Obispos colombianos piden orar, aportar y "volver a confiar"

En el marco delDía Nacional por la Reconciliación, que se celebrará este3 de mayo, los obispos de Colombia dirigen un mensaje bajo el lema“Colombia, ¡abre tu corazón de Pueblo de Dios!, ¡déjate reconciliar!”, palabras con las que elPapa Francisco animó al país durante su visita apostólica en septiembre de 2017.Esta jornada, instituida por los prelados en memoria delGran Encuentro de Oración por la Reconciliación Nacionalpresidido por el Santo Padre en Villavicencio, adquiere un especial sentido tras el reciente fallecimiento del Pontífice, cuyo legado de paz y unidad debe seguir inspirando a Colombia.Un llamado a la acción que sigue vigente: “Dar el primer paso”En su mensaje, los obispos recuerdan las palabras del Papa Francisco en 2017:“Colombia, ¡abre tu corazón de pueblo de Dios, déjate reconciliar! No le temas a la verdad ni a la justicia”.Con esta exhortación, los prelados invitan a los colombianos a asumir su compromiso con la reconciliación, dando “testimonio de fe viva, de compromiso con el otro, y de esperanza compartida en una Colombia donde el perdón y la verdad sanen nuestras heridas”.Un llamado que recoge el legado del difunto Papa, quien insistió en que “Dar el primer paso es lo propio de quien ha sabido crear una nueva dinámica, la que introduce en el corazón de la sociedad una semilla irreprimible de reconciliación".Un imperativo nacional: “Volver a confiar”Frente a lapolarización y la violencia que vive el país, el episcopado subraya que“Colombia necesita reconstruir la confianza como primer paso para lograr la reconciliación”. Señalan que este no es solo un anhelo político, sino un“imperativo humano y cristiano”, que exige“tratarnos como hermanos”mediante el diálogo, la justicia y la misericordia.En medio de tantos retos, la invitación central del episcopado colombiano es a “Volver a confiar”. Se trata de un llamado a reconectar el corazón de Colombia con la posibilidad del perdón, la escucha y el encuentro, entendiendo que la reconciliación no es una meta abstracta, sino una decisión diaria que transforma.Un compromiso de todos los sectoresLos obispos hacen un llamado contundente atodos los actores políticos, sociales, económicos y religiosos, para que asuma la reconciliación como“una responsabilidad inaplazable”:“No podemos delegar esta tarea en otros ni esperar tiempos más favorables: el momento de sanar, de reencontrarnos, de tratarnos como hermanos es ahora”, enfatizan.En sintonía con elAño Jubilar, piden que la reconciliación sea“el más notorio signo de esperanza” e instan a cada colombiano a convertirse en“sembrador de reconciliación”, siguiendo“la mística del encuentro”promovida por el Papa Francisco.Jornada nacional de oración y símbolos de pazPara acompañar esta celebración, laConferencia Episcopal de Colombiaha dispuesto unaguía litúrgicapara la Misa por la reconciliación y unviacrucis inspirado en laCruz de la Paz de Aquisgrán, enviada desde Alemania a las diócesis colombianas como símbolo de unidad.Cardenales colombianos se unirán desde Roma al Día Nacional por la ReconciliaciónLos cardenales Luis José Rueda Aparicio, Rubén Salazar Gómez y Jorge Enrique Jiménez Carvajal se unirán desde Roma a esta intención. Concelebrarán una Eucaristía el sábado 3 de mayo, a las 12:00 m., en la Capilla de Santa Mónica, ubicada en la Plaza del Santo Oficio. En la celebración también participarán algunos obispos, sacerdotes y religiosos que viven o que están de paso en el país.Descargue las guías para la jornada aquíVea el mensaje leído por el Vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Colombia:

Jue 2 Mayo 2024

Contemplando la cruz, ¡Vamos a reconciliarnos!

Por P. Rafael Castillo Torres - El próximo 3 de mayo, día en que el mundo católico celebra la fiesta de la exaltación de la Santa Cruz; nosotros, en Colombia, acogiendo el llamado del Papa Francisco en Villavicencio, en su visita apostólica de hace siete años, así como la exhortación de nuestros pastores, celebraremos esta jornada de oración, reflexiones y compromisos con el propósito de abrir caminos nuevos de reconciliación y de esperanza en la búsqueda constante de la unidad y de la paz que hoy reclama la nación colombiana. Búsqueda en la que la Iglesia está firmemente empeñada y comprometida.Una pregunta que nos hicieron recientemente fue la siguiente: ¿Por qué la Iglesia ha escogido esta fiesta para celebrar el día nacional de la reconciliación?En primer lugar, porque nuestra Nación, así quieran sacar la imagen del Crucificado de los espacios públicos, se sigue santiguando, signando y persignando. Y lo hace porque estamos llenos de personas que sufren. Personas también ellas crucificadas por la desgracia, las injusticias y el olvido; porque hay muchos hermanos hundidos en el hambre y la miseria; y también porque, entre nosotros, se conserva aún la piedad sincera.En segundo lugar, porque es difícil imaginar un símbolo más cargado de esperanza que la cruz que nuestro pueblo planta por los caminos en subida: esas cruces son memoria conmovedora de un Dios crucificado y recuerdo permanente de su identificación con todos los inocentes que sufren de manera injusta.En tercer lugar, porque la cruz, como el Cristo roto de Bojayá, levantada entre nuestras cruces, nos recuerda que Dios sufre con nosotros. A Dios le duele el hambre de los niños y llora con las mujeres maltratadas día a día en su hogar y sufre también con todas las víctimas. No sabemos explicamos la raíz última de tanto mal. Y, aunque lo supiéramos, no nos serviría de mucho. Sólo sabemos que Dios sufre con nosotros y esto lo cambia todo.La Iglesia quiere en esta celebración, que como nación colombiana podamos redescubrir el verdadero contenido de la cruz. ¿Qué significa la imagen del Crucificado, tan presente entre nosotros, si no sabemos ver marcados en su rostro el sufrimiento, la soledad, el dolor, la tortura y desolación de tantos hijos de Dios? ¿Qué sentido tiene llevar una cruz sobre nuestro pecho, si no sabemos cargar con la más pequeña cruz de tantas personas que sufren junto a nosotros? ¿Qué significan nuestros besos al Crucificado, si no despiertan en nosotros el cariño, la acogida y el acercamiento a quienes viven crucificados? ¿Qué sentido tienen venerar la cruz del Señor si no somos conscientes que en el altar de la cruz se ha dado el mayor gesto de amor que reconcilia a toda a la humanidad?Es justamente en el altar de la cruz donde quedan al descubierto nuestras cobardías. Desde el silencio de la cruz, Nuestro Señor nos invita a revisarnos. Para adorar el misterio de un «Dios crucificado», es necesario acercamos un poco más a los crucificados y de eso se trata en esta jornada. Ante el altar de la cruz vamos a estar en silencio, aquietando el espíritu y recuperando la paz interior. Este, en definitiva, es el buen comienzo de la reconciliación. Llevar la cruz no es buscar «cruces», sino aceptar la «crucifixión» que nos viene de la fidelidad al Evangelio.Nuestra esperanza como Iglesia es que esta celebración nos pueda llevar a seis tareas concretas en el ámbito de la reconciliación: • A reconocer que la verdad sin justicia es mentira y que la justicia sin verdad es engaño; establecida la verdad, restaurada la justicia, se inaugura el tiempo de la misericordia frente al arrepentimiento y el diálogo.• A comprender que una auténtica reconciliación implica cambios reales para crear una nueva situación. Esto se realiza en el reconocimiento de la verdad (la rehabilitación del ofendido) y la búsqueda de la justicia (la rehabilitación del ofensor).• A tener muy claro que una actitud de silencio resulta ser una falsa reconciliación, porque hiere aún más al ofendido y justifica al ofensor en su maldad. Necesitamos que los ofensores reconozcan el daño causado, se arrepientan y emprendan un nuevo camino.• A trabajar pedagógicamente estas tres instancias, la verdad, la justicia y la misericordia, que se requieren mutuamente, para ir consolidando la reconciliación como una experiencia de autenticidad que nos encamina hacia la paz.• A procurar ayudar a armar lo que está desbaratado. Ha de ser una tarea, permanente y continua, por restituir dignidad a las víctimas; contribuir a la humanización de los victimarios; y animar la recomposición de un tejido social y comunitario donde la vida ha de ser lo primero y lo más importante. • A orar insistentemente para que crezca en cada uno de nosotros la grandeza human del perdón como la paz del corazón y la reconciliación como la paz en nuestras relaciones.P. Rafael Castillo TorresDirector del Secretariado Nacional de Pastoral Social – Cáritas colombiana