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plan de predicación nacional

Vie 6 Jun 2025

Se llenaron todos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en diversas lenguas

DOMINGO DE PENTECOSTÉSJunio 08 de 2025Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 2,1-11Salmo: 104(103),1ab y 24ac.29bc-30.31 y 34 (R. cf. 30)Segunda lectura: 1Corintios 12,3b-7.12-13Evangelio: Juan 20,19-23I.Orientaciones para la PredicaciónIntroducción- La lectura de los Hechos de los Apóstoles nos presenta la Iglesia primitiva reunida en el “mismo lugar”, donde “estaban todos juntos”. Todos juntos en un lugar reciben el Espíritu Santo, que se manifiesta en llamaradas que se posan sobre cada uno, esto denota la unidad y la universalidad del Mensaje de Salvación en la diversidad de culturas y lenguas. Todos los que estaban reunidos, por la acción del Espíritu Santo podía comprender las “grandezas de Dios” que cada uno proclamaba.- En el pasaje de la primera carta a los Corintios, Pablo presenta la acción del Espíritu Santo en quienes lo reciben por medio del bautizo, les da la capacidad de decir “Jesús es Señor” y les confirma su pertenencia a un solo Espíritu, a un solo Señor. No obstante, la diversidad de carismas y ministerios, Pablo exhorta a la comunidad a reconocer que es convocada por el Espíritu Santo para formar un solo Cuerpo, lo cual lleva a la unidad en medio de la pluralidad.- El Evangelio presenta el Pentecostés de Juan, donde Jesús se presenta a sus discípulos quienes se encontraban reunidos, les muestra las heridas de la Cruz, les da su paz y el sopla sobre ellos Espíritu Santo. Esto suscita en lo discípulos el gozo y la alegría, y es a partir de ese momento que Jesús los envía tal como el Padre lo había dado a Él, con la misión de perdonar los pecados.1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?El Pentecostés de Juan muestra la manifestación de Jesús a sus discípulos reunidos, luego de padecer y morir en Jerusalén. Los hechos ocurren el primer día de la semana, ese mismo día en la madrugada María Magdalena se dirige a la tumba y no encuentra el Señor, regresa al lugar donde están los discípulos, con dos de ellos vuelve al sepulcro y luego de hablar con dos ángeles se le presenta Jesús, María regresa a la casa con los discípulos y les dice que ha visto al Señor.Esa misma tarde Jesús se manifiesta a los discípulos en el lugar donde están escondidos por el miedo que los judíos les ha suscitado, estaban encerrados, pero esto no es obstáculo para que el Señor llegue a ellos, los saluda como lo hace cualquier judío dándoles la paz. Sin embargo, esta paz no es como la que da el mundo, sino la del resucitado y les muestra las heridas que indican que es Él y no un fantasma.Al ver las heridas, los discípulos se llenan de alegría, reconocen en ese momento que es el Señor resucitado, esto significa ver realizada la promesa hecha por el mismo Señor cuando les anuncia su pronto regreso y cómo su tristeza se convertirá en gozo (Jn 16, 16 -33), por segunda vez les da su paz y es en ese momento que los envía tal como el Padre lo hizo con Él.Para Juan la misión hace parte de la gloria que se le da al Padre por medio del Hijo, por ello evidencia cuando Jesús les da el Espíritu Santo soplando sobre ellos, dándoles la capacidad de perdonar o no los pecados, esto significa que no solo los bautizados hacían parte de la comunidad, sino también aquellos que, arrepentidos de sus pecados, quisieran volver.La presencia del Espíritu Santo hace referencia a la nueva creación redimida y resucitada, esto recuerda el pasaje de Gn 2, 7, cuando Yahvé insufló el aliento de vida en el hombre que había creado y ese soplo fue el que le dio vida. La nueva humanidad nace del Espíritu tal como aparece en el diálogo de Jesús con Nicodemo (Jn 3, 5).2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y qué me sugiere para decirle a la comunidad?El Evangelio propuesto el día de hoy, nos invita a ver como nuestros miedos no son superiores a nosotros, ni a Dios. Los discípulos lo experimentaron, no era una comunidad valiente, pero Jesús llega y está en medio de ellos. Su condición de resucitado le permite superar las puertas cerradas del lugar, es decir, la cerrazón de nuestros corazones tristes.En muchas ocasiones el miedo y la tristeza nos lleva a limitar nuestra relación con Jesús, y mientras Él no esté en el centro de nuestras vidas no tendremos su paz, aquella que nos ofrece como resucitado. Es por ello, que la Escritura nos muestra como la experiencia de la resurrección supera la muerte y suscita la vida nueva llena de gozo y valentía.Contemplar a Jesús resucitado en medio de los discípulos nos debe llenar de esperanza, porque significa que no estamos solos y que la comunidad es el lugar donde la experiencia de la redención se hace palpable.Ahora bien, esta es la misión: vivir ahora como vive Cristo resucitado. Para esto contamos con la fuerza del Espíritu Santo que recibimos en el bautizo, a partir de ese momento morimos y vivimos para Cristo, pertenecemos a una Nueva Creación redimida que participa de la divinidad de Cristo y que hace presente la misericordia de Dios con el perdón de los pecados.3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?Señor Jesús, te damos gracias por hacernos partícipes de la vida divina, por liberarnos de nuestros miedos y darnos el valor para anunciarte con nuestra vida. Reconocemos nuestra fragilidad ante ti, por eso te pedimos que guiados bajo la acción del Espíritu Santo podamos vivir como creaturas nuevas, llenas de gozo y alegría.Que tu paz permanezca siempre en nuestros corazones para que podamos reconocerte en medio de las dificultades de la vida, sin olvidar jamás que por el bautizo hemos muerto al mundo para vivir en ti.Asimismo, haz que cultivemos nuestra relación contigo y con los hermanos a través del encuentro con la Palabra, de tal manera que cada día nuestro deseo por ti crezca y podamos verte en medio de nosotros._______________________Recomendaciones prácticas:•Hoy termina el Tiempo Pascual. Después de la última Misa, en la noche, se apaga el Cirio Pascual y se retira del presbiterio.•Comienza la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos •9 de junio. Jubileo de la Santa Sede•14 – 15 de junio. Jubileo del DeporteII.Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hermanos, la solemnidad de Pentecostés que celebramos hoy nos lleva a experimentar junto con los apóstoles, la alegría pascual en su plenitud. El Espíritu Santo es quien nos acompaña en este peregrinar y nos hace miembros del Cuerpo de Cristo, dándonos la fuerza para anunciar las maravillas del Señor a todos los pueblos, llevando el mensaje de Salvación.Celebremos con gozo esta Eucaristía.Monición a la Liturgia de la Palabra En la lectura de los Hechos de los Apóstoles contemplaremos una iglesia primitiva pluricultural. Asimismo, en el pasaje de la primera carta de Pablo a los Corintios, veremos una comunidad llena de diversos carismas y ministerios. Sin embargo, esto no es impedimento para vivir la unidad en la diversidad gracias a la acción del Espíritu Santo. Por otro lado, Juan en su Evangelio nos presenta un Pentecostés diferente al de los Hechos de los Apóstoles, ya que es el mismo Señor Resucitado quien les Oración Universal o de los Fieles Presidente: Hermanos, oremos a nuestro Padre, quien por medio de su Hijo nos envía el Espíritu Santo haciendo de nosotros una nueva humanidad. Digamos con fe:R. Padre misericordioso escucha nuestra oración.1.Por la Iglesia, para que renovada por el Espíritu Santo sea instrumento de unidad en medio de la diversidad de carismas y ministerios. Oremos.2.Por las naciones, para que el Espíritu Santo guíe a todos los hombres y puedan descubrir en cada cultura la presencia del resucitado. Oremos.3.Por la Unidad de los Cristianos, para que todos formemos un solo pueblo, guiados por un mismo Espíritu. Oremos.4.Por el Jubileo de la Santa Sede, para que el Espíritu Santo asista a cada una de las personas que allí desempeñan un servicio específico en la difusión del mensaje de Salvación. Oremos.5.Por el Jubileo de los deportistas, para que el Espíritu Santo fortalezca su fe y vean en cada actividad que realizan una oportunidad para glorificar tu nombre. Oremos.Oración conclusivaPadre misericordioso, escucha con amor las súplicas de tus hijos que guiados por tu Espíritu elevan a ti por medio de tu Hijo Jesucristo nuestro Señor.R. Amén.

Vie 30 Mayo 2025

Fue llevado hacia el cielo

SÉPTIMO DOMINGO DE PASCUAASCENSIÓN DEL SEÑORJunio 01 de 2025Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 1,1-11Salmo: 47(46),2-3.6-7.8-9 (R. cf. 6)Segunda lectura: Efesios 1,17-23Evangelio: Lucas 24,46-53I. Orientaciones para la PredicaciónIntroducciónCuarenta días después de la resurrección, Cristo, como cabeza de la Iglesia, asciende a los cielos para que nosotros, como miembros de su Cuerpo Místico, podamos alcanzar su misma victoria. Antes del acontecimiento de la Ascensión, el Resucitado envía a los Once a proclamar el Evangelio al mundo entero. Cristo se marcha físicamente, pero permanece vivo en su Iglesia que tiene la misión de anunciar la buena noticia y de bautizar a todo el que crea. Nosotros, los discípulos de Cristo de este tiempo presente, mientras contemplamos al Señor que asciende, nos alegramos hasta el punto de entonar todas las alabanzas y aclamaciones que salen de nuestro corazón como aquella del salmo: “Dios asciende entre aclamaciones”.1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?Podemos tomar la primera lectura de esta solemnidad de la Ascensión como punto focal para la comprensión de las demás perícopas que la acompañan en la liturgia de la palabra (teniendo en cuenta que el pasaje del Evangelio que corresponde para este año en el ciclo C, está tomado del relato evangélico compuesto por san Lucas, quien igualmente escribió los Hechos de los Apóstoles). Hoy se nos presenta el prólogo del libro de los Hechos para que los oyentes podamos captar su conexión con el Evangelio. Así, la vida de la Iglesia (narrada en la segunda parte de la obra lucana) queda firmemente enraizada en el ministerio de Jesús. En los primeros versículos de los Hechos apostólicos (igual que en los últimos versículos del Evangelio de Lucas), se manifiesta que la vida de la Iglesia deberá comenzar en Jerusalén (es evidente el interés teológico de Lucas por colocar a la Ciudad Santa como punto de partida de la expansión de la Iglesia hasta los confines de la tierra: cf. Lc 24,47; Hch 1,8). Allí la comunidad recibirá la promesa del Espíritu Santo y así queda patente el vínculo entre el misterio de la Ascensión y el acontecimiento de Pentecostés, vínculo que también Jesús expresó cuando afirmó que se marchaba para que vinera el Paráclito (cf. Jn 16,7). Tanto la primera lectura como el Evangelio nos presentan una descripción del misterio de la Ascensión, precedido por las últimas instrucciones del maestro para sus discípulos. Aunque tienen claras diferencias en su manera de orientar el tema, ambos textos hacen referencia a la misión que el Resucitado ha querido encomendar a los apóstoles: su voluntad consiste en comunicarles el Espíritu Santo para que sean testigos y vayan a anunciar la Buena noticia; en el caso del evangelio, el anuncio aparece expresado como predicación de la conversión y el perdón. La tarea evangelizadora tiene su fundamento en la experiencia de ser testigos del Resucitado, llenos de la fuerza (dynamis) del Espíritu. Los dos pasajes coinciden en referirse a los apóstoles o a los discípulos como testigos y también coinciden en hacer alusión al Espíritu Santo como fuerza, aunque en el texto del Evangelio la tercera persona de la Trinidad no aparece con el nombre propio: sólo es mencionada como poder que viene de lo alto y como promesa del Padre. A todo lo mencionado anteriormente hay que añadir la alusión al universalismo de la Iglesia con las palabras “hasta los confines del mundo” (Hch 1,8) y “todas las naciones” (Lc 24,47). La Iglesia es esencialmente misionera y sus fronteras serán las del mundo. En cuanto al relato de la Ascensión, el texto de Hch se distingue por la referencia a ciertos detalles: la aparición de la nube, signo bíblico de la presencia divina; las palabras alentadoras de los personajes celestiales; el mensaje para la Iglesia en la expectativa del regreso de Jesús. Mientras tanto, la breve narración de Lucas destaca el hecho de la Ascensión como separación o alejamiento de Jesús en relación con sus discípulos, así como el acto de bendecirlos mientras subía al cielo. Llama la atención que los discípulos respondan al misterio de la ascensión con la postración y con alegría en su retorno al templo de Jerusalén. En la segunda lectura (Ef 1,17-23) el apóstol Pablo, a manera de oración, manifiesta que el cristiano necesita ser iluminado por Dios para comprender la riqueza de la gloria que le espera en el cielo, gracias al poder de Cristo resucitado y glorificado. Y esto porque conocer la futura herencia por la fe significa poseerla ya anticipadamente. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Como consecuencia de la encarnación del Hijo de Dios, podemos afirmar con toda seguridad que donde esta Cristo, está su Iglesia y estamos todos los bautizados. Esto significa, de cierta manera, que, si Cristo está en el cielo, los que somos de Cristo (cf. 1Cor 15,23) ya estamos con Él y podemos aspirar a disfrutar de su gloria. Claro que tenemos que esperar a que llegue el momento definitivo. No obstante, Cristo nos está preparando un lugar (cf. Jn 14,3), un lugar en el cielo al que aspiramos, mientras en la vida diaria trabajamos por la santidad. Con la esperanza de llegar al cielo es que se mueve nuestra vida cristiana, en medio de los gozos y las fatigas de cada día. Por eso tienen sentido las palabras del apóstol Pablo cuando necesitamos comprender cuál es nuestra esperanza pues es muy fácil olvidar cuál es la meta de nuestra vida, en medio de tantas cosas que tenemos que pensar y que hacer, en medio de los afanes y preocupaciones de cada día. Cristo en el cielo nos dice: “Tú meta es el cielo”. Y si hay una meta que vale la pena, también valdrán la pena todos nuestros esfuerzos aquí en la tierra: los esfuerzos de todos los hombres y mujeres para sacar su vida adelante, sobre todo cuando las crisis económicas y sociales nos golpean; los esfuerzos por conseguir una sociedad llena de paz, justicia y progreso; los esfuerzos por aprender a amarnos entre hermanos; y qué decir de los esfuerzos por anunciar el Evangelio, la misión que nos encomienda Cristo resucitado.En nuestro camino hacia el cielo, contamos con el ancla de la esperanza, tal y como lo ha señalado el Papa Francisco en la Bula de convocación del año santo que estamos viviendo: “La imagen del ancla es sugestiva para comprender la estabilidad y la seguridad que poseemos si nos encomendamos al Señor Jesús, aun en medio de las aguas agitadas de la vida. Las tempestades nunca podrán prevalecer, porque estamos anclados en la esperanza de la gracia, que nos hace capaces de vivir en Cristo superando el pecado, el miedo y la muerte. Esta esperanza, mucho más grande que las satisfacciones de cada día y que las mejoras de las condiciones de vida, nos transporta más allá de las pruebas y nos exhorta a caminar sin perder de vista la grandeza de la meta a la que hemos sido llamados, el cielo” (SNC 25). Al concluir esta meditación no podemos olvidar que, para la acción misionera de la Iglesia y para la vida de sus discípulos, el Señor nos ha prometido el Espíritu Santo. La presencia visible del Verbo encarnado culmina con su Ascensión, pero toma protagonismo la acción del Espíritu Santo que es fuerza para ser testigos de Cristo (cf. Hch 1,8), fuerza en nuestro camino hacia el cielo. Litúrgicamente, la espera de esta promesa será el motor que mueva nuestro interior durante esta última semana de Pascua que comienza hoy y que nos llevará a la solemnidad de Pentecostés. Que cada día podamos invocar: “Ven Espíritu Santo”.3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Nuestra oración ha de ser necesariamente una mirada dirigida al cielo. En el cielo está Cristo que mira con misericordia las situaciones difíciles que debemos pasar en la tierra. La Ascensión del Señor, según nos lo recuerda san León Magno, lejos de desanimarnos, aumenta nuestra fe, ya que nos empuja a creer sin vacilación en la presencia invisible y sacramental de Cristo en la Iglesia. Con esta fe pidamos por toda la humanidad y por las dificultades que pasa en estos tiempos.El tiempo pascual está llegando a su fin, pero la alegría pascual tiene que ser más fuerte que nunca. Esta alegría deben contemplarla en nuestra vida todos los que nos rodean. Es la alegría que se nutre de la esperanza de la vida futura que nos garantiza Cristo con su Ascensión. No nos dejemos robar ni la alegría ni la esperanza. _______________________Recomendaciones prácticas:· Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales· Día del Campesino· 7 – 8 de junio. Jubileo de los Movimientos, Asociaciones y Nuevas ComunidadesII. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa 
Llegados a este punto culminante del tiempo Pascual nos disponemos a celebrar el gran acontecimiento de la Ascensión del Señor. Nos alegramos con esta solemnidad porque Cristo sube al cielo para mostrarnos el camino y, al mismo tiempo, se ha quedado con nosotros en la Iglesia para sostenernos. Que se acreciente cada vez más nuestro gozo pascual para ser verdaderos testigos y anunciadores del Evangelio. Monición a la Liturgia de la Palabra 
Al escuchar la Palabra de Dios en este domingo, la Ascensión de Jesús se nos manifiesta como un acontecimiento actual. Hoy es el día en que Cristo es glorificado y hoy Cristo renueva nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor para convertirnos en testigos de la Pascua, en testigos de Aquel que está sentado a la derecha del Padre.Oración Universal o de los Fieles Presidente: Hermanos, acudamos con confianza a Jesucristo, el Señor, que habita en la Iglesia, que subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre para ser nuestro mediador. Digamos llenos de esperanza:R. Señor Jesucristo, tú eres el rey de la gloria1. Por la Santa Iglesia de Dios para que alcance la unidad que quiso para ella su fundador y, fiel a su misión, anuncie el Evangelio a toda criatura. Oremos.1. Por los enfermos para que el Padre, que glorificó el cuerpo de su Hijo, cure también los dolores de nuestra carne y nos haga descubrir la esperanza a la que hemos sido llamados.Oremos.1. Por los que realizan la tarea de las comunicaciones en la Iglesia para que el Espíritu Santo guíe su apostolado. Oremos.4. Por todos los campesinos, para que el Señor bendiga su trabajo, sus cultivos y cosechas. Oremos.5. Por todos los Movimientos, Asociaciones y Nuevas Comunidades que celebran su Jubileo, para que este momento especial que la Iglesia les ofrece, sea de provecho en su vocación. Oremos.Oración conclusiva
Señor nuestro Jesucristo, que, para manifestar las maravillas de tu majestad, subiste al cielo ante tus apóstoles; concédenos la ayuda de tu bondad y, según tu promesa, permanece siempre con nosotros. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.R. Amén.

Mié 28 Oct 2015

Reflexión domingo 18 de octubre de 2015

[icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']Contexto bíblico[/icon] Hoy la Palabra nos presenta la figura del Siervo de Yahvé que asume con serenidad su misión expiatoria. Con ella está alcanzando la bendición para el pueblo y para los que pongan su confianza en Él. Esta figura es asumida por el autor sagrado para personificar a todos aquellos que asumen en su vida el sufrimiento y lo hacen con intención de ser útiles a la liberación del Pueblo de todo aquello que lo oprime. El Siervo es el inocente (la víctima del holocausto) que se entrega sin condiciones para aliviar la carga del pecado de un pueblo. El salmista estalla de alegría con el reconocimiento de que el Señor es por tanto nuestro escudo y armadura. El telón de fondo de este salmo es la experiencia que tiene el pueblo de Israel de un Dios que salva, en el que se puede colocar toda la confianza. Su presencia activa en la historia ha sido patente en los momentos de peligro. En la carta a los hebreos se nos presenta a Jesús que se compadece de nuestros pecados y viene como Sumo Sacerdote y también como víctima – se aclara esto en el Evangelio – a compartir nuestras miserias. Jesús acerca el cielo a la tierra, la gloria de Dios a las miserias humanas. Su sacerdocio lleva a la plenitud la esencia del culto de Israel. Es el Sumo Sacerdote no por que lo haya heredado por su linaje sino por su experiencia sacrificial en la cruz. Por todo esto Jesús en el Evangelio de hoy fustiga con delicadeza las pretensiones arribistas de los hijos de Zebedeo que, aconsejados por su madre, están entendiendo el seguimiento como escala que lleva a una vida de gloria. Piensan en la meta pero olvidan el camino, que no es otro que el de la entrega total al servicio de los demás, el de la pasión por el Reino. Es notoria la reacción de los otros discípulos de Jesús. También ellos parecen estar lesionados en sus intereses. Por eso el Señor Jesús plantea claramente que no hay que andar buscando primacías, como hacen los paganos, que de lo que se trata no es de estar arriba, con actitudes de señores, sino abajo, como servidores de los demás. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']Contexto situacional[/icon] En el mundo en que vivimos, tanto en el ambiente social como eclesial, hay una dinámica que nos invita a vivir cómodamente, buscando privilegios. Aceptar la condición de siervos no es el ideal. Todos queremos ser señores. La figura de un Siervo de Yahvé aparece anacrónica. Las imágenes que ofrece la iconografía religiosa con el rostro sufriente de Jesús asustan. Hoy nos gusta más un Cristo glorioso, victorioso. El derrotado por amor no nos dice mucho. Por lo mismo buscamos afanosamente los caminos que nos lleven a la gloria y rehusamos los que conducen al sacrificio. Por eso, sin duda, tantas frustraciones. Si aprendiéramos la lección que Jesús nos está dando con su propia vida, probablemente estaríamos menos frustrados. El sufrimiento es inevitable, es necesario para conquistar la gloria. Los deportistas colombianos que triunfan en el mundo nos lo dicen: no se logran los primeros puestos sino con esfuerzos, renuncias, disciplina, sacrificios. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']Contexto celebrativo[/icon] Cuando celebramos la Eucaristía estamos haciendo memorial del Sacrificio de Cristo, Él es la víctima. Que con Él, que se entrega cada vez que nos reunimos para la Eucaristía, aprendamos a entregarnos nosotros mismos. Que este momento celebrativo sea la ocasión para reafirmar nuestra disposición al sacrificio por el bien de los demás. Que aquí nos fortalezcamos para ser capaces de vivir, en la semana que viene, más entregados a los que sufren, posiblemente en nuestras propias familias o no muy lejos de nuestras casas. Que nuestro sacerdocio lo vivamos plenamente como entrega incondicional a la causa de Jesús. Que quienes hemos recibido la gracia del Ministerio Sacerdotal ordenado, quienes siguen a Jesús en la vida consagrada y quienes por el bautismo, fuente de todo sacerdocio, se hacen discípulos, vivamos nuestra propia vocación como una entrega amorosa y servicial a los hermanos con quienes vivimos, no buscando más gloria que la Gloria de Dios. [/icon][icon class='fa fa-book' link='']Descarga las notas exegéticas[/icon] Foto: Internet