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liturgia del domingo

Mié 27 Abr 2022

Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado

TERCER DOMINGO DE PASCUA Mayo 01 de 2022 Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 5, 27-32.40b-41 Salmo: 30(29), 3-4.5-6.12ac-13 (R. 2a) Segunda lectura: Apocalipsis 5, 11-14 Evangelio: Juan 21, 1-19 I. Orientaciones para la Predicación Introducción Avanza el tiempo de gracia de la Pascua y en la liturgia de este domingo afloran algunas inspiraciones para la escucha y meditación de la Palabra de Dios; como la obra del Espíritu Santo que anima a los apóstoles y a los discípulos para dar testimonio del Resucitado; como la compasión de Cristo por el género humano, reflejada en su encuentro con los discípulos junto al lago de Tiberiades y con Pedro en particular; como las relaciones entre la liturgia terrena y la liturgia celestial, porque al participar de la santa Misa, en este mundo, anticipamos ya el gozo de alabar al Cristo, el Cordero de Dios, representándole en nuestra voz la glorificación de todas las criaturas que hay en este mundo y uniéndola a la adoración de todos los ángeles (cf. Directorio Homilético, apéndice I, ciclo c, Tercer domingo de Pascua). 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El pasaje de los Hechos de los Apóstoles, que se tiene como primera lectura, se ubica dentro de algunos relatos sobre el núcleo de la primera comunidad cristiana en Jerusalén y más específicamente trata de los apóstoles que comparecen ante el sumo sacerdote que los interroga por predicar a Cristo, incluso cuando les habían prohibido hacerlo. Pedro, tomando la voz de los Apóstoles, declara la Verdad, es decir a Cristo, muerto y resucitado por nuestra salvación; el texto termina recordando que estas vicisitudes acontecidas a los apóstoles constituyen un ultraje que ellos sobrellevaron contentos por el nombre de Jesús; esta sentencia es justamente el enlace con el Salmo, que pone bajo el acento espiritual y de oración el contenido de la lectura que lo precede. El verso de respuesta hace repetir (cuando es que se hace de manera responsorial) «Te ensalzaré, Señor, porque me has librado», así la Iglesia orante interpreta bajo algunos versículos del salmo veintinueve la fidelidad de Cristo que acompaña a sus discípulos en medio de contrariedades de diverso tipo. Por otra parte, como segunda lectura se ofrece un pasaje del Apocalipsis que en este ciclo C es de donde se toma la lectura apostólica porque «estos textos están muy de acuerdo con el espíritu de una alegre fe y una firme esperanza, propio de este tiempo» (Ordenación de las lecturas de la Misa, n. 100), en efecto el texto apocalíptico trata de una asamblea que glorifica al Cordero de Dios acompañada de la voz de muchísimos ángeles y de todas las criaturas terrestres, lo cual evoca la misma celebración litúrgica en que se proclama este texto sagrado. Como la Iglesia ha querido, «hasta el domingo tercero de Pascua, las lecturas del Evangelio relatan las apariciones de Cristo resucitado», la perícopa ofrece la aparición del Señor a los discípulos junto al lago de Galilea o de Tiberiades, estos últimos lo reconocen, pero no sin dificultad, después de echar las redes de pesca motivados por Jesús, luego comparten con él una comida de pan y peces. En medio de esta realidad la figura de Pedro resalta de nuevo de entre los otros apóstoles y se nos ofrece un diálogo suyo con el Resucitado en el que se le interroga sobre su amor que debía ser superior al de los otros, un amor que culminaría en la muerte con que iba a dar gloria a Dios, para sellar definitivamente el seguimiento de Cristo. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Quienes celebran el día del Señor están recibiendo en las primeras semanas de Pascua los relatos de las apariciones del Resucitado, de modo que ellos son hechos por la Palabra también testigos suyos, con el Espíritu Santo que es quien recuerda lo que Él nos enseñó, quien toma de lo suyo para conducirnos hasta la verdad completa y esto constituye nuestra fuerza para resistir a todo tipo de dificultades, porque el Señor libra a los suyos y no permite que triunfe la burla de sus adversarios, como indica el Salmo, pero ese agradecimiento del orante, que ha recibido el auxilio de parte de Dios, queda representado de manera óptima en la celebración litúrgica porque es Acción de gracias por excelencia. Como la celebración de la Iglesia tiene el poder admirable de hacer presentes los eventos salvíficos remotos, también pone ante nuestros ojos el consuelo futuro de la liturgia celestial porque en el Misterio, es decir en el Sacramento, unidos a los ángeles y a los santos cantamos sin cesar el himno de la gloria de Dios en las bodas del Cordero; recuérdese la sentencia con que se prepara inmediatamente a los fieles a la comunión eucarística al mostrar la hostia consagrada, «este es el Cordero de Dios» quien merece, como lo declaraba la primera lectura todo nuestro honor, gloria y alabanza. El Señor, entonces, aparece también en nuestras asambleas pascuales para partir el pan y darlo a nosotros por medio de sus ministros sagrados. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Suplicamos al Señor, motivados por la oración colecta, que aguardemos con esperanza la resurrección final, motivados por la alegría recibida en la celebración del sacramento de la Pascua del Señor, porque el domingo es día que renueva el impulso de los creyentes en Cristo para anunciar aquello de lo cual son testigos, el gozo del encuentro con el Resucitado que nos dice «vengan a comer» y toma el pan y nos lo da en la santa Misa (cf. Antífona de comunión). En la vida podemos reflejar este encuentro ofreciendo consuelo a los tristes lo cual es manera de compartir la alegría del Resucitado con quienes más lo necesitan. _____________ Recomendaciones prácticas: • Jornada Nacional de la Infancia Misionera. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa En este día de salvación, el domingo, día del encuentro con el Resucitado, reconocemos como discípulos amados del Señor que Él mismo se hace presente en medio de nosotros para invitarnos a la mesa en que nos alimenta con la Palabra y la Eucaristía. ¡Cuánto provecho nos hace vivir este sacramento admirable en comunidad y atestiguar, llenos del Espíritu Santo, que nuestro Señor nos acompaña siempre! Este es un gozo tan profundo que no lo disminuyen ni las dificultades derivadas de la predicación. Monición a la Liturgia de la Palabra Dios da el Espíritu Santo a los que le obedecen, a los que lo escuchan bien para atenderlo; escuchemos, entonces, esta Palabra que se nos proclamará y que nos hace testigos del Resucitado y de su Iglesia, de forma que toque nuestro corazón para que la aceptemos. ¡Atentos! Oración Universal o de los Fieles. Presidente: Hermanos, por la escucha de la Palabra somos testigos del Resucitado; respondamos a esta gracia divina orando a nuestro Padre del cielo con la oración fervorosa y a cada una de las suplicas digamos: R. Escucha, Señor, y ten piedad. 1. Por la Iglesia entera, haz que reconozca a tu Hijo en la mesa de la Palabra y de la Eucaristía: y que llenemos el mundo con la predicación del Evangelio de Cristo. 2. Por los gobernantes, para que sus pueblos avancen hacia la esperanza y que la humanidad conozca pronto un tiempo de reconciliación. 3. Por nuestra participación en la Misión de Cristo, para que a través de nuestro camino Sinodal juntos, crezcamos en nuestra responsabilidad compartida de la misión que se nos ha confiado 4. Por los sufrientes, extiende para ellos tu consuelo, socorre a los heridos y necesitados, y recibe a los pobres y a los forasteros. 5. Por nosotros reunidos aquí, en la asamblea dominical: para que asumamos con gozo la Palabra y la Eucaristía y recibamos así el consuelo de la fe a fin de ser testigos de tu Hijo amado. Oración conclusiva Dios clemente y misericordioso, cuyo Unigénito Resucitado está siempre vivo para interceder por nosotros ante Ti, recibe favorablemente las oraciones que te hemos dirigido y regálanos el consuelo de tu Espíritu Santo. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén.

Mié 23 Feb 2022

De lo que rebosa el corazón habla la boca

OCTAVO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Febrero 27 de 2022 Primera lectura: Sir 27, 4-7 Salmo: Sal 92(91), 2-3.13-14.15-16 (R. 146, 2a) Segunda lectura: 1Corintios 15, 54-58 Evangelio: Lucas 6, 39-45 I. Orientaciones para la Predicación Introducción «Por sus frutos serán conocidos», esta podría llegar a ser la síntesis del mensaje de la Palabra del Señor en este domingo. En el transcurso de las lecturas está presente el argumento sobre la importancia que conlleva una vida en la que lo fundamental sea: vivir según los sentimientos que se pueden cultivar llevando una vida bajo la voluntad de Dios. Por ello, la insistencia de la palabra de sacar de la vida aquello que no hace parte de una vida coherente. En la espiritualidad cristiana la Palabra es Dios mismo y se manifiesta en la palabra del ser humano, y esto se convierte en un compromiso con la vida, de modo que, en esta liturgia, los frutos del cristiano están en el valor que se le da a las palabras como signo de un Dios encarnado en los clamores, dolores, sufrimientos, alegrías y gozos de la humanidad como lo reza el Concilio Vaticano II. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La primera lectura, de este domingo, es un llamado a usar las palabras en una forma moderada y acorde a lo que son los actos humanos. De fondo, esta lectura es una exhortación a mantener la coherencia entre palabra y actos, así que, aquello que habla un ser humano sea reflejo de lo que hace y viceversa. La fuerza que se le imprime al carácter de la palabra será una reiteración en la sabiduría transmitida en los libros sapienciales como lo es el texto de Sirácides. La segunda lectura en el contexto de las exhortaciones de Pablo a los Corintios es una sentencia que estimula a la comunidad a vivir una vida en Cristo: “progresen siempre en la obra del Señor, sabiendo que con él nuestras penas no son en vano” (1Cor 15, 58b.). Si la muerte se valía del pecado para salir victoriosa, Cristo vence la muerte con la gracia que colma la resurrección victoriosa de la vida. De modo que, con una vida inmersa en Cristo, los signos de muerte no tienen espacio en la comunidad, por ello reiterará Pablo a los Filipenses que: “Para mí la vida es Cristo y la muerte una ganancia” (Flp 1, 21). El mensaje del evangelio sigue la línea lucana del discurso del amor a los enemigos. Para reforzar esta enseñanza de Jesús, el texto de Lucas, en este domingo, reiterará una serie de recomendaciones para llevar una vida conforme a la experiencia del amor. En esta manera de enseñar de Jesús está el talante de un Dios que se entrega por la humanidad, que deja sus huellas amando y que por medio de su ejemplo invita a la comunidad a seguir sus actos de misericordia divina. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La palabra es importante para las tradiciones culturales que tienen, en la oralidad, un referente de sus enseñanzas, porque por medio de lo que se dice se cumple el precepto del Señor: “Reúneme al pueblo para que oiga mis palabras. Así me temerán mientras vivan en esa tierra y enseñarán estas palabras a sus hijos” (Dt 4,10b.). En la tradición judía se enseña la fe por medio de la palabra, de allí que radique la importancia de creer en lo que se dice y decir lo que se cree. El cristianismo continúa con la tradición oral, pasando de generación en generación, el anuncio de la Buena Nueva, una noticia que cautiva a la humanidad, que en palabras del papa Francisco genera: alegría, gozo, plenitud… “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría” (EG 1). El mensaje de la Palabra de Dios en el evangelio en este domingo deja el corazón inquieto de aquellos que están buscando ser orientados, por personas, objetos, doctrinas, pensamientos, ideologías, parámetros, normas, reglas, leyes, entre otras que no le dan la libertad de los hijos de Dios a quienes buscan con amor ser seguidores del Señor. Todo aquello que no conduce al amor de Dios es considerado por Jesús en su evangelio como: «ciegos guiados por otros ciegos». El peligro de ser guiados por personas, referentes y modelos que no reconocen el valor de las diferencias es que pueden ser llevados al precipicio de la ignorancia y la exclusión. Pues la vida, enseña Jesús, es más gratificante, cuando se sigue el ejemplo de los iconos de aquellos que hacen la diferencia y construyen el reinado de Dios como el buen samaritano, quien ayuda a un judío sin importar esta condición social o religiosa; o cuando se acoge al hijo que ha derrochado sus bienes, por su condición de hijo, no de derrochón y despilfarrador; o cuando se acoge a la viuda y el huérfano, sin importar su condición de vida; o cuando se cena con publicanos y pecadores, porque ellos son necesitados del perdón y la misericordia; o cuando se acoge al forastero, porque en él está Jesús buscando posada con sus padres en una tierra que no es la suya; o cuando se perdona a la mujer sorprendida en adulterio, porque en ella se reconoce a una hija de Dios, digna como todo ser humano, y no se juzga a una mujer sometida al adulterio por un hombre; y así, se extendería la lista de ejemplos en donde Jesús quita el prejuicio, social, religioso, moral y económico, entre otros, sobre las personas y le enseña a sus discípulos a mirar la viga en su propio ojo, antes de ver la mota en el ojo ajeno. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? En la liturgia de este domingo la comunidad está invitada a derrotar los signos de muerte generados por los prejuicios, es decir, la vocación a seguir a Cristo pasa por el reconocimiento de todas las vigas que están en la mirada de quienes no reconocen sus limitaciones, pero se consideran jueces de los otros y juzgan sin revisar su propia vida, ni propios actos. San Ignacio de Loyola enseña, a su comunidad, la importancia de diariamente revisar la vida propia en cinco pasos muy concretos: «dar gracias, pedir luz, revisar el día vivido, pedir perdón y proponer cambios». Este ejercicio fortalece la manera de dejar a Dios comandar, dirigir, ordenar y señoriar la vida, tan necesario en el seguimiento del Señor, más en estos tiempos en los que la humanidad es frágil y se deja llevar por impulsos banales conducentes a una vida alejada de lo fundamental y de ese amor por la vida, por los otros y ante todo por Dios. Contemplar a Dios por medio de la Palabra de este domingo es recuperar el valor de la palabra. Quien respeta la voz del otro, por más contrario que pueda ser al propio parecer, está demostrando con sus actos la sabiduría de Dios en la vida, pues de nada sirve aprender a hablar, cuando no se sabe escuchar. Estos dos verbos hablar y escuchar, van de la mano y uno no puede darse sin el otro, de modo que en la fusión de estos dos existe la posibilidad de vivir en coherencia, pues aquel que se conoce a sí mismo, reconoce aquello que hay en su interior, como lo recuerda Sirácides: «la palabra da a conocer los sentimientos del hombre» (Sir 27,5b.). ________________________ Recomendaciones prácticas: • Motivar a la comunidad a recuperar el valor de la palabra, este es un gesto que nos recuerda como nuestros ancestros, no necesitaban de la burocracia notarial, para certificar sus pactos, tratos, acuerdos y negocios, entre otros. • Buscar poner ejemplos en el mensaje de la homilía sobre la forma en que Jesús fomentaba relaciones mediadas por la confianza más que por la apariencia. • Simbolizar cómo los frutos de una vida interior están en el árbol del corazón y la mente, los cuales conectan, las palabras y los actos dejando ver así la coherencia de la vida. Un ejemplo de ello es la manera cómo el papa Francisco se dirigió a los congresistas estadounidenses (25 de septiembre de 2015) articulando así, palabras, gestos y vida: "Las personas de este continente no le tememos a los extranjeros porque muchos de nosotros fuimos extranjeros. Lo digo como hijo de inmigrantes, consciente de que muchos de ustedes también descienden de inmigrantes". II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Bienvenidos a esta celebración de la palabra y el pan compartido del Señor. En esta eucaristía dominical estamos llamados, como comunidad, a sacudir nuestra vida de todo aquello que no nos permite buscar la santidad. Empezando por los juicios hacia los demás, siguiendo por las palabras que no construyen ni aportan a la vida personal ni comunitaria, en estos gestos se ven la Palabra hecha carne en una vida sólida interior. Celebremos juntos esta liturgia del amor de Cristo por la humanidad y dispongámonos con alegría a vivir el misterio de Dios hecho pan para el mundo. Monición a la Liturgia de la Palabra Jesús no solo es el “logos” (la Palabra) de Dios, él es el ejemplo más grande para vivir la invitación de Dios a llevar una vida coherente entre las palabras y los gestos. Escuchemos con atención cómo nuestras palabras reflejan nuestros sentimientos, pues de esta forma seremos reconocimos por nuestros frutos. Que el mensaje de la Palabra del Dios, en esta liturgia, nos muestre el camino que debemos seguir para tener una vida que sea testimonio del respeto que tenemos por la vida de los otros y reconozcamos así nuestras propias faltas y pecados. Escuchemos este mensaje con apertura de corazón. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Al Dios de la vida que nos llama a ser reconocidos por los frutos, pidámosle en nuestra oración para que seamos cada día más coherentes con nuestras palabras y así juntos lo podamos aclamar diciendo confiadamente. R. Escucha, Señor, nuestro clamor. 1. Oremos por el Papa, para que sus obras sean el reflejo del evangelio que predica, y así, sus enseñanzas sean testimonio puro del amor que anuncia al mundo. Oremos al Señor. 2. Oremos para que la Iglesia sea una comunidad que refleje los frutos de la abundancia del corazón, y por medio de la caridad, pueda atender las necesidades de los más débiles de la comunidad. Oremos al Señor. 3. Oremos juntos por los que gobiernan el mundo de la política, para que antepongan la construcción del bien común a los intereses egoístas, que son la fuente de la malversación de los recursos públicos. Oremos al Señor. 4. Oremos por nuestra comunidad eclesial para que cada día nos esforcemos más por construir una Iglesia atenta a la escucha y el clamor de los pobres, migrantes, excluidos y necesitados del amor fraterno. Oremos al Señor. 5. Oremos por las necesidades de quienes pasan hambre, frío, enfermedad, soledad y llevan buscando ser atendidos para que encuentren consuelo y misericordia en sus hermanos más cercanos. Oremos al Señor. Oración conclusiva Escucha Padre de amor estas y otras plegarias, que te dirigimos humildemente, para que seamos escuchados y sintamos siempre tu amor misericordioso y compasivo. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.

Jue 14 Oct 2021

La mies es abundante y los obreros pocos

VIGESIMONOVENO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Octubre 17 de 2021 Primera lectura: Is 53,10-11 Salmo: Sal 33(32),4-5.18-19.20+22 Segunda lectura: Hb 4,14-16 Evangelio: Mc 10,35-45 (forma larga) o Mc 10, 42-45 (forma breve) I. Orientaciones para la Predicación Introducción En su camino hacia Jerusalén que es un símbolo de su marcha hacia la hora pascual de su muerte y resurrección, Jesús anunció por tercera vez que iba a ser entregado y morir, en este contexto llega la petición de los dos apóstoles de estar en la gloria y la lección que luego da Jesús a todos: • El siervo de Dios, Jesucristo, sufriendo por todos nosotros “representa” a todos los hombres y mirándolo a Él, el Padre misericordioso reconcilia a toda la humanidad. • Jesucristo es nuestro “Sumo y Eterno Sacerdote” que perpetua su obra en la vida de los sacerdotes que entregan su vida por el bien de todos. • Jesús propone un modelo de grandeza diferente para sus discípulos: el humilde servicio reciproco, la entrega total de cada uno por el bien de los hermanos. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Este domingo la liturgia nos lleva a reflexionar en torno al carácter servicial de la autoridad, y del seguimiento de Cristo. Dos de los protagonistas del relato son los hermanos Santiago y Juan, apóstoles de Jesús. Estos hermanos se dirigen a Jesús con un pedido muy especial; “Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda”. Jesús responde claramente que no saben lo que piden. Jesús había anunciado a sus discípulos que debía padecer, morir y resucitar al tercer día. Este pedido de Santiago y Juan nos muestra que quienes acompañaban a Jesús en ese momento, estaban inmersos en sus propios intereses, y no habían captado correctamente las palabras de Jesús. Quieren participar de la gloria de Cristo, y este es un magnífico deseo, el mejor que cualquier hombre puede desear en su vida. Pero desconocen que el camino de la Gloria es el de la Cruz. Confunden la gloria con una propia aspiración personal, el éxito terreno, el prestigio y la honra. A la pregunta de Jesús, acerca de si pueden beber el cáliz y recibir el mismo bautismo, ellos responden que sí. Jesús consintió, pero con respecto al pedido de sentarse a la derecha o a la izquierda en el Reino, Jesús dice, que sólo al Padre le corresponde concederlo, y no a él. “Beber el cáliz”, del sufrimiento o de la alegría era una metáfora muy usada en la literatura judía para referirse a los dolores o alegrías que debía experimentar una persona; aquí se refiere a la Pasión de Cristo. No es una pretensión equivocada la de los hermanos, su deseo es vivir algo grande e inmenso, aunque no lleguen a comprender que se trata del Reino de los cielos. Por lo tanto, no es una grandeza según los esquemas del mundo en que todo se mide por el éxito, poder, dinero, etc. Sino que Jesús propone un camino diferente para lograr esta grandeza: la humildad. Los otros diez apóstoles que escucharon el pedido de los hermanos Santiago y Juan, se indignaron, y tuvieron malos sentimientos. Surge en ellos el veneno de la envidia y de la ambición, sentimientos comunes de quienes buscan el poder, y el reconocimiento. Es por eso que Jesús pone el ejemplo de los gobernantes, y de los poderosos, haciendo un llamado a no ser como ellos. Para ser “grande”, hay que hacerse servidor, y para ser el primero, hay que hacerse el sirviente de los hermanos. Esto no es sólo una enseñanza de Jesús, sino lo que Él mismo vino hacer: a servir y a dar su vida en rescate de una multitud. Jesús enseña con sus palabras, pero más aún con su propia vida. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Jesús critica el modelo reinante en su tiempo y que se ha perpetuado hasta nuestros días, el entender la autoridad como dominio y tiranía. A todos nos gusta más ser servidos que servir. Ocupar los primeros lugares que los últimos, buscamos poder esclavizar a otros, sí podemos. El mal uso de la autoridad no solo habría que referirlo al ámbito social y político que nombra Jesús, sino también al familiar, comunitaria y eclesial. Todos tenemos la tentación de dominar y tiranizar a los demás. La Iglesia, toda entera, como comunidad de discípulos de Jesús, debe ser servidora de la Humanidad, y no dueña y señora. No apoyada en el poder, sino dispuesta al amor servicial, animada por el ejemplo de Jesús en el lavatorio de la Última Cena. Ante la situación que vive la humanidad y también nuestras comunidades se nos pide a todos como Iglesia una actitud de renuncia y sacrificio que refleje el verdadero amor y seguimiento cristiano. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Nosotros, como los discípulos de Jesús, Santiago y Juan, también con frecuencia le pedimos cosas al Señor, que aparentemente son buenas, pero no responden a la construcción del Reino de Dios en medio de nosotros. Los discípulos de Jesús comprendieron después la grandeza de la cruz y aprendieron a renunciar a todo por los valores más sublimes. En este domingo le pedimos al Señor que nos ayude a entender el seguimiento cristiano como una búsqueda de la entrega y del servicio a los más necesitados. Los hombres no queremos beber el cáliz de la pasión, el cáliz de la humillación, los hombres deseamos cosas sublimes, pero rechazamos las humildes. Debemos recordar que nadie puede construir un edificio elevado si antes no ha puesto firmes los cimientos. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Nos congrega el Señor este domingo, para escuchar su Palabra y alimentarnos de su Cuerpo y de su Sangre. El mensaje que la Palabra de Dios tiene para nosotros no es fácil de vivir. Sin embargo, tenemos como ejemplo a Cristo, que cargó con nuestros pecados. Todos estamos llamados a beber del cáliz de este sufrimiento, entregándonos al servicio de los demás. En la Eucaristía, en que renovamos la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, Dios nos da la fuerza que necesitamos para seguir a Jesús, para servir a los demás. Celebremos con fe y esperanza. Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra de Dios viene a nuestro encuentro y lo hace de manera especial en la celebración de la Eucaristía. Hoy nos recuerda que en nuestro anuncio sólo tenemos a Cristo pobre y crucificado. En este siervo de Dios, encontramos la salud, la esperanza y la victoria ante las adversidades; sin embargo, ello implica que abracemos la cruz cada día. Dispongamos nuestro ser, para escuchar este mensaje de salvación. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Queridos hermanos: Cristo Jesús, habiendo entregado su vida por nosotros, se hizo servidor de la humanidad. Es justo elevar nuestras voces suplicantes a Dios Padre, en este domingo, diciendo: R. Escúchanos, Padre misericordioso 1. Oremos por la Iglesia extendida por todo el universo, por sus ministros ordenados, por los religiosos y los laicos, para que, haciendo de su vida una entrega continua, sean evangelizados y evangelicen a sus hermanos. Oremos. 2. Oremos por quienes tienen el encargo de gobernar a las naciones, para que no busquen ser servidos, sino servir desinteresadamente, según el modelo que encontramos en la persona de Jesús, misionero del Padre. Oremos. 3. Oremos por todos los que sufren, de manera especial por los pobres, los más afectados por la pandemia y los enfermos, para que nuestro servicio fraterno alivie sus sufrimientos. Oremos. 4. Oremos por todos los que participamos en esta celebración, para que a imitación de Jesús, Siervo de Dios, aprendamos a servir y dar la vida por todos. Oremos. Se pueden añadir otras intenciones personales... Oración conclusiva Padre Santo, que has enviado a tu Hijo al mundo para que nuestros pueblos en Él tengan vida, escucha la oración que confiados te presentamos Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.

Vie 23 Jul 2021

«Repartió a los que estaban sentados todo lo que quisieron»

DECIMO SÉPTIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Julio 25 de 2021 Primera lectura:2R 4,42-44 Salmo: Sal 145 (144),10-11.15-16.17-18 (R. cf. Mt 6,11) Segunda lectura: Ef 4,1-6 Evangelio: Jn 6,1-15 I. Orientaciones para la Predicación Introducción Elíseo, varón de Dios, es el heredero del espíritu de Elías (cfr. 2Re 2, 15). El continuará incansablemente la defensa del yahvismo puro. Elíseo se vale de esta ocasión para demostrar una vez más que él no es más que el portavoz del Señor. Por medio del profeta, el Señor hace oír su voz y manifiesta su voluntad. El Antiguo Testamento es sombra y figura del Nuevo. Jesucristo realizará obras semejantes a la de los profetas antiguos; pero Él es más que profeta, pues es el Verbo encarnado; la revelación del Padre. Decir un solo cuerpo, un Señor, una fe, un Bautismo es hablar de una llamada urgente a la unidad. La vocación cristiana, por la que todos hemos sido constituidos uno, exige mantener esta unidad lograda con la muerte de Cristo. En ocasiones exigirá sacrificios; de aquí que Pablo recuerde su situación de prisionero por la causa del Señor. Se recomiendan, por lo tanto, las llamadas virtudes sociales, que regulan las relaciones existentes entre los miembros de la comunidad cristiana: humildad. Esta vinculación entre los fieles está exigida por la unidad, que es característica primordial de la Iglesia. Siete son los motivos que reseña el apóstol, agrupados bajo tres elementos: la Iglesia, Cristo y el Padre. Todos formamos un solo cuerpo, vivificado por un mismo Espíritu; y todos abrigamos la misma y única esperanza: la herencia celestial. Dentro de la Iglesia, todos proclamamos a Cristo como único Señor; profesamos la misma fe que nos salva; y por el mismo Bautismo hemos sido configurados con Cristo muerto y resucitado. En fin, todos adoramos a un solo Dios, que es el Padre común de todos, por habernos constituido hijos adoptivos. La multiplicación de los panes revela a Jesús como el Mesías, que alimenta con el nuevo maná al nuevo pueblo de Dios en la celebración de la nueva pascua. Revela, asimismo, la abundancia de la nueva era: no hay medida, cada uno come lo que quiere y sobra una cantidad suficiente para alimentar a todas las generaciones presentes y futuras. El prodigio provoca una adhesión de fe, aunque imperfecta. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La segunda lectura termina con una doxología: «Bendito sea (Dios) por los siglos de los siglos. Amén». Comencemos por ahí: Dios. El Dios que predica Pablo, después de conocido el misterio de salvación en Cristo, es un Dios, Padre de todos, que lo transciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo. En Él, naturalmente, nos movemos y somos. Él es la causa de nuestro ser. Es un Dios bueno, cariñoso. Abre la mano y sacia de favores a todo viviente. Está cerca de los que lo invocan. Él da la comida a todos a su tiempo. Es, pues, un Padre bondadoso y atento. Y la atención aparece aún en los casos extremos. Hace maravillas para sacar de la necesidad al afligido. La primera lectura nos lo recuerda. Multiplicó en manos del profeta el alimento para dar de comer a un centenar de hombres. El evangelio presenta un acontecimiento semejante, aunque con sentido más profundo. La historia de Israel lo confiesa, el salmo lo canta, el evangelio lo proclama y Pablo lo predica. Dios es un Padre cariñoso. Pero sólo el hombre religioso ve en los acontecimientos de la vida diaria, en el vivir cotidiano, la mano bondadosa del Padre que nos ama. Hay que despertar el sentido religioso que se está apagando. Estamos, se suele decir, en una sociedad de consumo, de máquinas y de ruido. No sabemos apreciar los dones del Señor. Tenemos lo necesario y nos turba sobre manera la falta de lo superfluo. Debemos acostumbrarnos a dar gracias a Dios por los bienes que nos concede: pan, agua, aire; vestido, salud, … la vida. En la redacción de Juan, la escena de la multiplicación de los panes está descrita subrayando el señorío salvador de Jesús. Su persona y su palabra tienen la iniciativa en todo momento. Sin duda, Juan está releyendo el recuerdo de lo acontecido históricamente en Galilea a la "luz de la presencia del Señor Resucitado”. Al trasladar la escena de la multiplicación de los panes a la vida, se podrá apreciar cómo adquiere resonancias distintas, especialmente actuales. Dependerá de la fe, pues los signos externos parecerán rutinarios. Pero es ahí, cabalmente, en la Eucaristía, donde Jesús, en medio de la multitud hambrienta, da gracias al Padre y se multiplica Él mismo, alimento en sobreabundancia. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La bondad de Dios, Padre de todo, no en saciar nuestras hambres físicas. Va mucho más lejos. Su mano nos recoge y nos introduce en su mismo seno. Nos transporta a un mundo transcendente. Nos hace hijos suyos y partícipes de su propia felicidad. El evangelio lo proclama: Jesús Pan de Vida eterna. Ese es el profundo sentido del «signo» operado por Cristo. Cristo otorga al hombre la posibilidad de vivir para siempre. La bondad del Dios, Padre de todo, se manifiesta inefable en Jesús. Lleno de misericordia, de compasión, de cariño y afecto. Cristo es la expresión perfecta de un Dios que nos ama de forma indescriptible. Nuestro destino es la vida eterna. El relato de la multiplicación de los panes aún nos asombra. “Los pedazos de pan, antes estériles e insignificantes, gracias a la bendición de Jesús –como seno fecundo de mujer– dieron un fruto del cual hasta sobraron muchos pedazos”. Cabe anotar que los panes que Jesús multiplica no son comprados, son dados. Jesús inicia este proceso siguiendo la pregunta que le hacen sus discípulos: “¿De dónde vamos a sacar... (para dar vida)?”. Notamos así que hay una tensión entre la vida que se consigue por el propio esfuerzo y la vida que se recibe como don. Jesús muestra que la vida (plena) es don y hay que saber acogerla. El discurso del Pan de Vida va a desarrollar este tema: dar vida desde el don de la vida. Lo poco que se coloca en manos de Jesús se multiplica. Notemos tres acciones claves de Jesús: Manda que la gente se siente; toma el pan y da gracias; lo parte y da a todos. Jesús preside la mesa de la comunidad: Antes que el pan se multiplique, Jesús hace que la gente se siente. El gesto indica un “ponerse a la mesa” juntos. La idea de fondo es el de ser comunidad. Jesús ora al Padre: Siguiendo la costumbre de los padres de familia en la cultura hebrea, quienes presiden la mesa no sólo con un puesto de honor sino entonando la oración de bendición, Jesús toma el pan y eleva una oración de acción de gracias. Jesús reparte los panes y los peces: El presidente de la mesa también asume el puesto del servidor: uno por uno, Jesús coloca el pan y pescado en las manos de los comensales. Este detalle de un Jesús que actúa sin asistencia es propio de Juan (en cambio en Mt 14,19; Mc 6,41 y Lc 9,16, son los discípulos los servidores del pan que viene de la mano de Jesús). El alimento viene en última instancia de mano de Jesús. Aunque con ciertas variantes, los verbos que describen la multiplicación de los panes por parte de Jesús nos remiten a los verbos eucarísticos de la última cena. Es en la Eucaristía donde se comprende plenamente lo que está sucediendo aquí. Cristo es la figura clave. No llegamos al Dios bondadoso y transcendente sino por Cristo. Cristo realiza las obras del Padre bueno. Cristo nos da de comer su propia carne (Eucaristía). Cristo ha muerto por nosotros y ha resucitado también por nosotros: bautizados en él, morimos y resucitamos en él. La fe en él nos salva. El canto, la bendición, la acción de gracias ha de surgir espontánea después de considerar tales maravillas de amor del Dios, Padre de todo, y de Jesús, su Hijo bendito, en el Espíritu Santo. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Es tan significativa la multiplicación de los panes en los evangelios porque es el signo-milagro que simboliza y realiza, inseparablemente, la celebración del Don de Dios y la solidaridad humana. Cuando la Eucaristía queda reducida a culto y olvida el compartir, o a la inversa, termina vacía de sentido. ¿Dónde y cómo se realiza en mi vida la multiplicación de los panes? La palabra decisiva es compartir, y ¡ojalá no sea una de tantas palabras, que sólo sirven para hinchar nuestras buenas intenciones! Se multiplica mi dinero cuando no necesito guardarlo, acumularlo en los bancos o en acciones. Se multiplica mi casa cuando acoge a personas extrañas y no se abre sólo a amigos y conocidos. Se multiplica mi tiempo cuando lo invierto con los que necesitan ser escuchados. Se multiplica mi amor cuando no lo limito a los míos. Este domingo somos invitados a pensar en la Eucaristía en cómo ser más solidarios. Pero no pensaremos en gestos que tranquilicen nuestra conciencia, sino en algo que pertenezca a la vida cotidiana. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Estamos aquí todos juntos, reunidos como un cuerpo por el poder del Espíritu Santo, unidos en un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo y un solo Dios. El Señor, que sacia todas nuestras necesidades, nos congrega nuevamente alrededor de este sacramento admirable. Participemos con mucha alegría y gozo, demos gracias porque en este banquete podemos encontrar el alimento que satisface todos nuestros gustos. Monición a la Liturgia de la Palabra El Señor cumple sus promesas y satisface las necesidades más profundas del hombre pues Él da, en abundancia, a quien bien la acoge. Es Jesús el Pan bajado del cielo que llega para calmar nuestra hambre y saciar nuestra vida con su amor. Escuchemos con fe y atención la Palabra de Dios. Oración Universal o de los Fieles Presidente: La generosidad desbordante de nuestro Padre Dios, nos mueve a dirigirnos a Él en oración, para pedir por las necesidades del mundo y de la Iglesia. Digamos juntos: R. Padre de amor, escúchanos 1. La Iglesia, a través de sus ministros ordenados, religiosos y fieles es consciente de las múltiples necesidades. Oremos por ella, para que, se esmere en distribuir siempre el pan de la Eucaristía. 2. En el mundo hay demasiada pobreza y miseria. Oremos por los gobernantes de todas las naciones, para que, atentos siempre a cuantos sufren por cualquier motivo, respondan con prontitud a tantas dificultades. 3. A nuestro alrededor viven muchos ancianos, enfermos, discapacitados, reclusos, desplazados, desempleados. Oremos por ellos, para que, nuestra caridad sea cada vez más sincera con cada uno de nuestros hermanos. 4. En toda celebración eucarística somos testigos del amor de Dios, manifestado en la multiplicación del pan de la Eucaristía. Oremos por cuantos estamos reunidos, para que, renovados con la gracia sacramental caminemos hacia la patria celestial reconfortados por el Pan de la Vida. En un momento de silencio presentemos al Padre, nuestras intenciones personales… Oración conclusiva Dios misericordioso, atiende las súplicas que te hemos presentado, y renueva en todos nosotros el deseo de vivir siempre unidos a Ti, saciados de tus dones y reconfortados por tu providencia. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.