Pasar al contenido principal

monseñor gabriel villa

Lun 8 Ago 2022

“Con seguridad monseñor Castro ha recibido el mejor Nobel de Paz: la gloria del Cielo”

El pasado 4 de agosto, fecha en que la Iglesia Católica celebraba la fiesta del Santo Cura de Ars, se llevó a cabo en la Catedral basílica metropolitana Santiago de Tunja, la ceremonia de exequias de quien fuera el gran apóstol y gestor de paz, monseñor Luis Augusto Castro Quiroga. La eucaristía que fue presidida por monseñor Gabriel Ángel Villa Vahos, arzobispo en esta ciudad. En la homilía, monseñor Villa Vahos reflexionó a la luz del texto del evangelista san Mateo, “Dichosos los que tienen espíritu de pobres, porque de ellos es el Reino de los cielos. Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios”, y recordó que desde los tiempos de los apóstoles hasta hoy, todos estamos llamados a seguir a Jesús en su estilo de vida y trabajar por la paz. En este contexto, observó que este fue el llamado que atendió monseñor Castro durante su ministerio, quien a través de los carismas que Dios le regaló, supo ayudar a recorrer y hacer vivir a muchos el espíritu de las bienaventuranzas. “Su espíritu de pobre en el Señor le permitió ser manso, misericordioso, limpio de corazón y sobre todo, trabajar por la paz”. Resaltó el trabajo responsable y comprometido que siempre cumplió monseñor Castro, en los diferentes territorios nacionales e internacionales donde desarrolló su labor pastoral y misionera. “Monseñor Luis Augusto llegó a ser en verdad hijo de Dios, hombre de Dios, auténtico cristiano, cualificado sacerdote y comprometido pastor y obispo, en las cálidas tierras del Caguán y en las verdes y fértiles tierras boyacenses”. “Si hay algo que Monseñor Luis Augusto tuvo claro en su paso por este mundo, fue el de ser un ciudadano, un gran patriota y por ello un pastor comprometido con la causa de la paz y la reconciliación. Este, su trabajo y empeño, no estuvo exento de prejuicios e incomprensiones”. Antes que nada fue un misionero Monseñor Villa Vahos, rescató que, además del aporte que monseñor Castro diera a la paz del país, también fue un apasionado misionero convencido de palabra y de corazón, por eso desde sus inicios ingresó al Instituto misionero de la Consolata: “La pertenencia al Instituto misionero de la Consolata no es gratuita, sentía el deseo de vivir con ardor la misión, y allí encontró el lugar ideal”. Destacó su destreza con la pluma en la mano, porque publicó innumerables libros y escritos sobre la misión, “‘fe misionera, fe de primera’, solía decir y escribir, con el deseo de contagiar a muchos de este espíritu. Su pluma hábil, profunda y sencilla a la vez, son siempre un deleite para el espíritu”. Tomando el texto de la carta a los Corintios, donde Pablo experimenta “que su cuerpo como efímera tienda de campaña, ya no soporta con igual brío los viajes y tribulaciones por el Evangelio”, el prelado destacó la vitalidad de monseñor Castro quien hasta en sus últimos momentos, acompañado por la enfermedad, experimentó y mantuvo viva la fe y la confianza en Dios. Al expresar su extrañeza por la ausencia de algunas autoridades del orden nacional durante la eucaristía celebrada en la Catedral Primada de Colombia, reflexionó y dijo que monseñor Castro nunca fue hombre de protagonismos, “ni estuvo afectado por vanos narcisismos. Su trabajo fue en orden a la extensión del Reino de Dios, la pasión por la misión, el servicio a los demás, el respeto por la persona, el cuidado de la vida como don sagrado (…) Monseñor Luis Augusto es llamado hijo de Dios y con seguridad ha recibido el mejor Nobel de Paz que el Señor ha prometido a sus servidores fieles: la gloria del Cielo”. La eucaristía fue acompañada por un número importante de obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas, familiares, cientos de feligreses y personalidades que estuvieron encabezados por el gobernador de Boyacá, Ramiro Barragán Adame y su esposa Tatiana Ríos y el alcalde de Tunja, Alejandro Fúneme, junto a su esposa Gisela Rodríguez. DESCARGAR HOMILÍA

Mié 3 Ago 2022

“Gracias por ser un auténtico artesano de paz”: Mons. Gabriel Villa

En un sentido mensaje, la Arquidiócesis de Tunja, expresa su tristeza por el fallecimiento de monseñor Luis Augusto Castro Quiroga, quien a lo largo de 22 años estuvo al frente de esta Iglesia particular. A través de un comunicado firmado por monseñor Gabriel Ángel Villa Vahos, Arzobispo de Tunja, se extiende un saludo especial de condolencia y solidaridad cristiana a la familia y a los miembros del Instituto de Misioneros de la Consolata, comunidad a la que estuvo vinculado el prelado durante su ministerio. Resaltan su labor como un “auténtico artesano de paz, enamorado de la misión, inspirado y prolífico escritor eclesiástico y destacado catequista”, por lo que agradecen a Dios su testimonio y entrega a la Iglesia. Así también, resaltan que su labor debe quedar marcada como un legado que deja para las actuales y futuras generaciones, y agregan que, ha de ser “un verdadero estímulo para vivir con pasión el trabajo por la extensión del Reino de Dios, en un decidido empeño misionero y en la búsqueda de la paz y la reconciliación, por las vías del diálogo”. Finalmente, confían que, “por la misericordia de Dios, ya ha sido asociado al número de los servidores fieles que pueden entrar a participar del Banquete eterno del Señor”. INFORMACIÓN DE LAS EXEQUIAS DE MONSEÑOR LUIS AUGUSTO CASTRO QUIROGA La velación del cuerpo de monseñor Luis Augusto Castro Quiroga, se llevará a cabo en la Capilla del Sagrario, junto a la Catedral Primada Cra. 7 #10-40, Bogotá La eucaristía se realizará este miércoles 03 de agosto a las 4:00 pm. en la Catedral Primada de Colombia, presidida por monseñor Luis Mariano Montemayor, Nuncio Apostólico de Colombia. Luego, el cuerpo será trasladado a Tunja este miércoles y será velado en cámara ardiente en la Catedral Santiago Apóstol de esta ciudad. El día jueves 04 de agosto se tendrán las exequias en la Catedral de Tunja a las 10:00 a.m., eucaristía presidida por Monseñor Gabriel Ángel Villa Vahos, arzobispo en esta ciudad. DESCARGAR COMUNICADO

Vie 22 Jul 2022

Tunja: Alarma sobre feligreses que están siendo asaltados en su buena fe

A través de un mensaje emitido por la Arquidiócesis de Tunja, presidida por su arzobispo, Gabriel Ángel Villa Vahos, advierten sobre personas inescrupulosas que están llegando a pueblos y ciudades haciéndose pasar por representantes de la Iglesia Católica, para aprovecharse de la buena fe de las personas. Señalan que estos individuos que se presentan de una manera "simpática y convincente" se están dedicando a ofrecer servicios sociales y religiosos en nombre de la Iglesia Católica, sin tener la debida autorización o aun sin una auténtica vinculación con ella. Esto, señala la misiva, "está generando la multiplicación de sacramentos inválidos, el descrédito de la Iglesia Católica y la confusión en materia de disciplina eclesiástica". Ante esta difícil realidad, la Arquidiócesis de Tunja advierte que "los fieles que permanecen en comunión con la Iglesia Católica, bajo la guía del Papa y del Arzobispo, están invitados a buscar la predicación de la Palabra, la celebración de los sacramentos y demás servicios espirituales, en las parroquias orientadas por los sacerdotes legítimamente nombrados para ese encargo". Así también, observan que por disciplina pastoral y para evitar abusos, donde los fieles sean asaltados en su buena fe, la arquidiócesis prohíbe que se realice la celebración de los sacramentos en casas de familia. Agregan además que, "La arquidiócesis y las parroquias no pueden reconocer como lícitos, los bautismos, confirmaciones, eucaristías, matrimonios, así como colectas y otras actividades celebradas por obispos y sacerdotes que no están en comunión con el Papa". Finalmente, concluye el comunicado aclarando que ni la arquidiócesis, ni las parroquias, "se hacen responsables por la no aparición de documentos de sacramentos celebrados por obispos o sacerdotes que no están en comunión con la Iglesia católica romana". Descargar COMUNICADO

Mar 5 Jul 2022

El presbítero para el cambio de época

Por: Mons. Gabriel Ángel Villa Vahos - El documento conclusivo de Aparecida, afirmó que estamos viviendo un cambio de época[1] y no sólo una época de cambios. Se abre paso un nuevo período de la historia con desafíos y exigencias, caracterizado por el desconcierto generalizado que se propaga por nuevas turbulencias sociales y políticas, por la difusión de una cultura lejana y hostil a la tradición cristiana, por la emergencia de variadas ofertas religiosas, que tratan de responder, a su manera, a la sed de Dios que manifiestan nuestros pueblos[2]. Podemos decir que hemos pasado de una sociedad de cristiandad, a una sociedad pluri-clutural, pluri-religiosa, con distintas tendencias, matices y necesidades y ahora marcada por las secuelas del Covid-19. Desde este contexto debe mirarse hoy el ministerio presbiteral. Como lo advierte el Papa san Juan Pablo II, “hay una fisonomía esencial del presbítero que no cambia, el presbítero del tercer milenio deberá también asemejarse a Cristo”[3]. La Iglesia y el presbítero se renuevan y adaptan al momento histórico, por fidelidad a Cristo y en este sentido, el presbítero de hoy como el de ayer, deberá reflejar a Cristo Buen Pastor, en medio de una cultura y una sociedad nueva. Esto nos pide: 1. Pasar del pedestal, a la participación: esto es, abajarse, ponerse en actitud de servicio, comunión y participación. En el ejercicio pastoral, se requiere hoy que el presbítero acentúe la corresponsabilidad de todos los bautizados de cara al bienestar de la Iglesia. Que se relacione más con la gente a la que sirve y esté dispuesto a escucharla, máxime cuando el mundo digital ha aislado a tantos del encuentro con los otros y los efectos de la pandemia, que ha marcado a muchas personas y necesitan hoy ser acogidas y escuchadas. 2. Pasar del predicador clásico, a portador del misterio: las homilías no deben estar ya pensadas para derramar nuevos conocimientos e inspiración en mentes y corazones vacíos, sino sobre todo para contribuir a que la gente pueda hacerse más consciente del Dios que llevamos dentro, del Dios que ama a todos, del Dios que es sobretodo amor y misericordia. 3. Pasar del estilo llanero solitario, al ministerio en colaboración: una de las principales responsabilidades del pastor de hoy, consiste en descubrir a feligreses que posean carismas ministeriales, invitarlos a ponerse al servicio de la comunidad y favorecer el desarrollo de sus dones y talentos específicos. Presbítero, Diácono, coordinador de catequesis, coordinador de liturgia, animador de jóvenes...forman un equipo pastoral que sirve a los feligreses. Hoy se requiere caminar juntos, en sinodalidad. 4. Pasar de la espiritualidad monástica, a una espiritualidad inspirada en la caridad pastoral: El ritmo de la vida parroquial, las continuas solicitudes de atención pastoral, requieren una espiritualidad que se alimente del propio ejercicio del ministerio, esto es, la caridad pastoral, que se define como “el principio interior, la virtud que anima y guía la vida espiritual del presbítero en cuanto configurado con Cristo, Cabeza y Pastor. La caridad pastoral es aquella virtud con la que nosotros imitamos a Cristo en su entrega de sí mismo y de su servicio. La caridad pastoral determina el modo de pensar y de actuar, el modo de comportarse con la gente”[4]. 5. Pasar de salvar almas, a liberar personas: desde la perspectiva del presbítero, marcado por el Concilio de Trento, su función principal consistía en salvar almas a través del culto y la celebración de los sacramentos. Se requiere hoy una atención completa, que busque el bien integral de las personas, solidario con las “víctimas” de este mundo globalizado, ir a las periferias existenciales. Llevar a los fieles a que sientan la necesidad de vincular Evangelio y vida cotidiana. Su profundidad espiritual lo debe impulsar al compromiso con los hermanos, especialmente los más desprotegidos. No se trata de reducir el ministerio a mera filantropía, sino hacer visible el compromiso caritativo, que emerge de la misma coherencia evangélica. 6. Pasar de reyes dominadores, a servidores humildes de la grey. Cristo es el Cordero, el Pastor, el Siervo. Y el presbítero, no es ni dueño ni propietario, sino administrador y servidor (1Cor 4, 1-4). Es el hombre desinteresado, magnánimo y auténtico. La autosuficiencia, la soberbia y el orgullo contradicen el ser sacerdotal, cuando quien hizo el llamado invitó a aprender de Él que es “manso y humilde de corazón” (Mt. 11,28) y pidió a los discípulos que se distinguieran y se destacaran por el servicio: “el que quiera ser el primero que se haga el último y servidor de todos” (Mc. 9,35). 7. Pasar del maestro doctor, a la sabiduría de un corazón que escucha. Se requieren hoy testigos del misterio, que hablen de lo que viven, porque son contemplativos y saben escuchar. Se pide autoridad moral. El mundo, antes que maestros necesita testigos y si escucha a los maestros, es porque antes son testigos, decía san Pablo VI. 8. Pasar del residente, al itinerante. Esa fue la actitud frecuente de Jesús, salir, ir hacia los necesitados, actitud que se prolonga en sus discípulos. Ésta es la continua invitación del Papa Francisco, una Iglesia en salida, salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio[5], porque no podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos; pasar de una pastoral de mera conservación, a una pastoral decididamente misionera[6]. El misionero no está atado a ningún grupo, sector o movimiento por importante que éste sea. Su compromiso es con Jesús y el anuncio del Evangelio. 9. Pasar de la atención a la masa, al cuidado personal de cada uno de los fieles. Hoy se exige pastoreo personal, para una cultura de la reconciliación y de la solidaridad. Trato cercano con las personas, en continua actitud de escucha, plena disponibilidad para acoger a todos. Los fieles no son números ni clientes, son los hermanos a quienes debo distinguir y reconocer, para poderlos servir y amar como Cristo, quien nos amó hasta el extremo. 10. Pasar de oficiante de servicios religiosos, a presidente de la fiesta de la vida y de la bendición. Para compartir con la comunidad sus alegrías, sus tristezas y esperanzas. Se requiere una liturgia en que las celebraciones no sean meros ritos vacíos o acontecimientos sociales, sino celebraciones de fe, que integran a la comunidad y las conectan con el Dios vivo y verdadero. Una liturgia bien preparada, conducida y ordenada llega a ser una auténtica catequesis. En palabras de Benedicto XVI: la Liturgia es la urbanidad de la fe. Hemos vivido en el calendario litúrgico, momentos llenos de espíritu sacerdotal: jueves Santo, domingo de Pascua, domingo del Buen Pastor, Pentecostés, Corpus Christi, Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote. Son oportunidades que nos deben ayudar a crecer y fortalecer nuestra opción de servir a Dios en los hermanos, en medio de un mundo que ha cambiado, pero que requiere con urgencia la iluminación de Cristo y su Evangelio. † Gabriel Ángel Villa Vahos Arzobispo de Tunja ________________________________________________ [1]Documento Conclusivo de Aparecida, 44 (DA) [2]DA, 10 [3]Juan Pablo II, Exhortación post-sinodal Pastores dabo vobis, Roma 1992, 5 (PDV) [4]Cfr. PDV 23 [5]Papa Francisco, Exhortación post sinodal, Evangelii gaudium, Roma, 2013, 20 (EG) [6]EG 15

Jue 7 Abr 2022

Retornemos a la Semana Santa, evento de vida y salvación

Por: Mons. Gabriel Ángel Villa Vahos - En alguna ocasión, un intérprete fundamentalista de la Biblia me preguntó ¿y ustedes los católicos por qué celebran la Semana Santa, si en la Biblia no aparece la palabra Semana Santa, ni manda celebrarla? Así sucede cuando tomamos la Biblia como un código de leyes frías y no como una experiencia salvífica de un pueblo, en la que Dios viene al encuentro de la humanidad y lo lleva a plenitud con el envío de su Hijo Jesucristo. La primitiva Iglesia, deslumbrada por la realidad histórica de la muerte de Cristo, advirtió la necesidad de celebrar litúrgicamente este hecho salvífico, por medio de un rito memorial, donde, en obediencia al mandato expreso del Señor, se renovara sacramentalmente su sacrificio: Hagan esto en memoria mía (1Cor 11,25). Todo el acontecimiento redentor que celebramos en la Semana Santa está ampliamente atestiguado en la Biblia, y corresponde a los últimos momentos de la vida de Cristo. De este modo, en la también conocida como Semana mayor, conmemoramos, en el domingo de Ramos, la entrada en Jerusalén aclamado por los niños, los pobres, la gente sencilla; el jueves la celebración de la Cena pascual que da inicio a la Eucaristía; el viernes, el juicio y sentencia de muerte en cruz, en la Pasión del Señor; el sábado, la Iglesia medita el descanso de Jesús en el sepulcro y por último, en la Vigilia Pascual, revivimos la alegría de su gloriosa resurrección, evento fundamental de la fe cristiana. Este es el acontecimiento que celebramos los cristianos católicos y que en tiempos sucesivos se fue ampliando con las procesiones penitenciales. Pero en el corazón de la Semana Santa está la celebración litúrgica del Triduo Pascual, valga decir: pasión, muerte y resurrección del Señor, los días jueves, viernes y sábado-domingo con la Vigilia Pascual. Pues bien, lo acaecido históricamente hace más de dos mil años, la Iglesia nunca ha dejado de celebrarlo y en Tunja tiene una larga tradición, con las espléndidas celebraciones litúrgicas y las muy reconocidas procesiones, que datan desde la época de la colonia española. Después de dos años marcados por la pandemia del Covid-19, en los que nuestra Semana Santa estuvo limitada en su participación, que no en su celebración central, y ya mejoradas las condiciones de salubridad, retornamos a la celebración de la Semana Santa con las actividades acostumbradas. La Semana Santa no es propiamente una semana de vacaciones o de descanso, sino ante todo un acontecimiento religioso de fe y que, con algunas actividades de cultura religiosa, invita a la contemplación de los acontecimientos de los últimos días de la vida de nuestro Salvador Jesucristo aquí en la tierra, que con sentido de gratitud, seguimos actualizando cada domingo y de manera solemne en la Pascua de cada año. Reavivemos pues, el entusiasmo que ha caracterizado a Tunja en la celebración de la Semana Santa y vivámosla con espíritu de fe y aprendiendo del Divino Maestro el amor, el perdón, la solidaridad, el servicio, el respeto, valores hoy tan necesarios como urgentes en nuestra atribulada nación colombiana. + Gabriel Ángel Villa Vahos Arzobispo de Tunja

Mar 15 Feb 2022

Fallece hermano del arzobispo de Tunja

Hoy los obispos de Colombia reunidos en la CXII Asamblea Plenaria del Episcopado, expresan su cercanía a monseñor Gabriel Ángel Villa Vahos, arzobispo de Tunja, por el sensible fallecimiento de su hermano el señor Luis Alberto Villa Vahos. "El episcopado se une en oración para dar gracias a Dios por la vida del señor Luis Alberto, pidiendo al Señor lo reciba en su Reino. Manifiesta su compañía y solidaridad con la familia de monseñor Gabriel Ángel Villa".

Mié 8 Dic 2021

Centenario de monseñor Salcedo

Por: Hernán Alejandro Olano García - Conmemoramos el centenario del natalicio de Monseñor José Joaquín Salcedo Guarín, quien ideó y dirigió durante 40 años la Acción Cultural Popular, ACPO, que se consolidó a través de la Cadena Radial Sutatenza de Colombia y las escuelas radiofónicas, modelo de formación para la población rural colombiana, mediante programas de música y doctrina cristiana, complementándolos con elementos educativos de gran pertinencia para la vida campesina de entonces. Conocido como “El Quijote de los medios”, monseñor Salcedo Guarín nació en Corrales, Boyacá, el 8 de diciembre de 1921 y falleció en Miami, Florida, Estados Unidos de Norteamérica, el 2 de diciembre de 1994. Era hijo de José Joaquín Salcedo Cújar y de Eva María Guarín Perry. Al ser encargado por el obispo de ser el coadjutor de la parroquia de Sutatenza, luego de haber sido ordenado sacerdote el 31 de mayo de 1947 habiéndose formado en el Seminario Mayor de Tunja, Salcedo comenzó a desarrollar la idea de las Escuelas Radiofónicas, que, además, buscaron la dignificación formativa del campesinado colombiano y, en 1949 esa emisora casera, con sus 20 receptores General Electric de tubos, elevó su potencia en antena a un kilovatio, pasando en 1960 a desarrollar su cubrimiento con un transmisor de 50 kilovatios y, el milagro lo hizo San Pablo VI, quien las únicas dos ciudades de su primera visita pastoral a América, fueron Mosquera y Bogotá. En la primera, ese año de 1968, el Pontífice bendijo los transmisores que pasaron de tener 98 kilovatios a 580 kilovatios. Diez años más tarde, Sutatenza, ya con más de 600 kilovatios en antena, se consolidó como una cadena con emisoras en Bogotá, Magangué, Medellín, Cali y Barranquilla, lo cual abrió los ojos a las cadenas comerciales de tal forma, que una de ellas terminó por comprar lo que era el sueño de la formación creado por Salcedo. La primera escuela radiofónica, que funcionaba en la casa de la familia Sastoque y constaba de un radio General Electric, una pila, un tablero y un pedazo de riel de ferrocarril de 50 centímetros, fue inaugurada formalmente por el presidente Mariano Ospina Pérez, quien expresó: “Al llegar las sombras de la noche se inicia para los campesinos de Colombia el amanecer a su inteligencia y de sus mentes”. Como reconocimiento a sus grandes obras, Salcedo, fue designado prelado doméstico (con tratamiento de monseñor) por el Papa Pío XII en enero de 1955 y el 30 de marzo de 1965, Papa Pablo VI lo ascendió a la categoría de protonotario apostólico supernumerario, distinción pontificia honorífica que ratificaba, protocolariamente su condición de Miembro de la Casa y Familia Pontificia. El pasado miércoles 1 de diciembre, el Arzobispo de Tunja, Monseñor Gabriel Ángel Villa Vahos, instaló formalmente en esa ciudad, luego de más de un año y medio de trabajo preparatorio, la Academia de Medios de Comunicación “Monseñor José Joaquín Salcedo Guarín”, bajo la presidencia del periodista e historiador Javier Hernández Salazar y la secretaría general a cargo de la ilustre abogada y doctora en derecho Nubia Catalina Monguí Merchán. Dicha Academia se hermana a su vez con la Academia de Historia Eclesiástica de Boyacá, que preside el doctor Jerónimo Gil Otálora. Hernán Alejandro Olano García Miembro de la Academia Colombiana de Historia Eclesiástica

Jue 28 Oct 2021

Seminario Conciliar de Tunja celebró su 140 aniversario

Este 28 de agosto, el Seminario Conciliar de Tunja celebró su aniversario 140, por lo que la Conferencia Episcopal de Colombia, a través de su secretario general, monseñor Luis Manuel Alí Herrera, hizo llegar un saludo de felicitación a quienes hacen parte de esta Institución. “Desde la Conferencia Episcopal de Colombia nos unimos con alegría a la celebración de los 140 años del Seminario Conciliar de Tunja, damos gracias a Dios por las bendiciones que ha derramado sobre esta querida institución que le ha dado a la capital boyacense, al Departamento y a toda Colombia la posibilidad de formar sacerdotes, hombres de fe que han entregado su vida a la evangelización y a la promoción humana de muchos fieles”. El saludo se extendió, además, al arzobispo de esta ciudad, monseñor Gabriel Ángel Villa Vahos, al sacerdote Jorge Enrique Galvis, rector del Seminario Mayor, a los seminaristas y fieles laicos, animándolos a que continúen apoyando en espíritu sinodal la formación de las futuras vocaciones. Por otra parte, monseñor Gabriel Ángel Villa Vahos, durante la homilía pronunciada en acción de gracias por esta obra del seminario, observó como a través de los años la Iglesia se ha dedicado a acompañar y discernir las vocaciones al sacerdocio y al seminario en sus diversas formas. “El Seminario, antes que ser un lugar o un espacio material debe ser un ambiente espiritual, un itinerario de vida, una atmósfera que favorezca y asegure un proceso formativo, de manera que, quien ha sido llamado por Dios al sacerdocio, pueda llegar a ser con el sacramento del orden una imagen viva de Jesucristo cabeza y pastor de la Iglesia”. El prelado recordó además, que vivir en el seminario, “es vivir en el seguimiento de Cristo, como los apóstoles, es decir, dejarse educar por Él, para servicio del Padre y de los hombres bajo la conducción del Espíritu Santo” y agregó “que, el seminario es una especial comunidad educativa y lo que determina su fisonomía es el fin específico por el que fue creado”. “Inspirados en el designio de Dios por medio de su hijo Jesucristo y la elección y envío que hace a los apóstoles, la Iglesia a lo largo del tiempo ha tenido especial preocupación por la formación de los futuros sacerdotes. La Arquidiócesis de Tunja desde su creación como Iglesia particular ha cuidado de la formación de sus sacerdotes y ha contribuido a la formación de muchos presbíteros para el país y para el mundo entero en su seminario conciliar”, apuntó el jerarca. El arzobispo, extendió su agradecimiento a Dios por todos los frutos recibidos a lo largo de estos 140 años, recordando que gracias a la entrega y dedicación de sus formadores, de allí han salido varios obispos, presbíteros y religiosos que brindan su servicio a la Iglesia en Colombia y en el mundo entero. “Damos gracias a Dios por todos los frutos que ha dado esta benemérita casa de formación a lo largo de estos 140 años, por aquellos que aquí se han formado: obispos, presbíteros, religiosos y laicos comprometidos”. Monseñor Villa Vahos, agradeció a las instituciones y personas que de manera espiritual y material no han cesado su esfuerzo en acompañar y apoyar esta obra para que se mantenga vigente en el tiempo, de manera particular mencionó a la Diócesis de Aquisgrán. “Gracias y felicitaciones a quienes hoy forman parte de esta comunidad educativa y formativa, los padres formadores, profesores, empleados, seminaristas y benefactores”. Finalmente, imploró la intercesión de María, Reina de los Apóstoles y San José, patrono del Seminario Conciliar, para que ellos sigan acompañando la tarea formativa de esta obra arquidiocesana.