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predicación orante domingo 26 de mayo de 2024

Vie 24 Mayo 2024

La Voz del Pastor | 26 de mayo de 2024

Reflexión del señor Cardenal Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y primado de Colombia:Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 28, 16-20

Vie 24 Mayo 2024

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo

LA SANTÍSIMA TRINIDADMayo 26 de 2024Primera lectura: Dt 4, 32-34.39-40Salmo: 33(32),4-5.6 y 9.18-19.20 y 22 (R.cf.12)Segunda lectura: Rm 8, 14-17Evangelio: Mt 28,16-20I.Orientaciones para la PredicaciónIntroducciónDurante este 2024 la Iglesia se encuentra en el Año de la Oración, en preparación al Gran Jubileo “Peregrinos de la Esperanza”. Con este motivo de fondo, la Solemnidad de la Santísima Trinidad puede iluminar de manera particular este tiempo. La primera lectura, por ejemplo, enseña una característica especial de la oración: la tensión entre trascendencia y cercanía divinas; el mismo Dios omnipotente y creador es el que se hace compañero y amigo. Reconocerlo como único Señor es lo que da la felicidad y la vida plena. La misma idea es desarrollada, en perspectiva cristiana, por san Pablo en su Carta a los Romanos: la cercanía del único Dios verdadero es el argumento para decir: no somos esclavos, sino hijos. En consecuencia, la intimidad de la relación paterno-filial se expresará en el ámbito de la oración confiada donde el cristiano exclama: ¡Abbá, Padre! De allí que el Padrenuestro, proclamado en la liturgia, exprese de manera completa la unidad divina, la trinidad de personas y la intimidad orante del creyente. Finalmente, el Evangelio retoma los motivos de oración y anuncio: Jesús sube al monte, lugar de encuentro con Dios, y desde allí enuncia el mandato misionero: solo quien vive la intimidad de Dios en la oración tendrá la fuerza de proclamar la Buena Noticia.1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?El texto del Deuteronomio que hoy leemos hace parte del llamado “primer discurso de Moisés” que tiene como objetivo revisar la historia del pueblo de Israel desde la perspectiva de la fidelidad a la Alianza. Ante la grandeza y generosidad de Dios, el pueblo debe responder con la observancia de los mandamientos, como una consecuencia lógica de gratitud. El autor confronta al lector para que repase los acontecimientos del pasado: ver cumplida la promesa es algo inédito, lo vivido supera las expectativas: la generosidad del único Dios es asombrosa y el modo como su poder y su providencia se han mostrado es inusual: no se trató del artificio espectacular que usan los ídolos desde su pedestal inaccesible, sino que su poder fue evidente a través de la cercanía del diálogo, de la comunicación: “¿Escuchó algún pueblo, como tú has escuchado, la voz de Dios?”.Hacer consciencia de este privilegio reclama, de suyo, un doble compromiso que a nadie puede dejar indiferente: en primer lugar, “reconoce hoy, y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios allá arriba en el cielo y aquí abajo en la tierra; no hay otro”. Esta primera exigencia tiene que ver con el nivel de la fe: el creyente debe estar convencido de que Dios es uno solo; por ello, ha de rechazar los ídolos, y reconoce su puesto de honor.Por otra parte, el segundo compromiso tiene un tono parenético y tiene que ver con el consecuente comportamiento moral. Cuando se cree en Dios, con todo el corazón, la mente y las fuerzas, dicha fe tiene que evidenciarse en las obras para que no sea una fe muerta: “Observa los mandatos y preceptos que yo te prescribo hoy”. Todo esto trae una consecuencia que beneficia a la persona: “para que seas feliz, tú y tus hijos, después de ti, y prolonguen tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre”. La felicidad no tiene su origen en el tener, el placer o el poder, sino en la observancia de la Palabra de aquel único Dios y Señor cuyos mandatos dan vida porque son leyes que dan plenitud a la existencia.2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y qué me sugiere para decirle a la comunidad?El gran misterio de la Santísima Trinidad por el cual afirmamos la unidad de sustancia en las tres divinas personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, se estudia en las aulas de teología, pero se asimila en la vida diaria de oración. Solo en el ámbito de la intimidad orante, el creyente puede aterrizar en su propia existencia la más excelsa doctrina de este dogma fundamental. El papa Benedicto XVI, cuando escribió la Encíclica “Salvados en la Esperanza” (Spe salvi), afirmó que había unos “lugares” de aprendizaje y ejercicio de esta virtud teologal; el primero de ellos: “La oración como escuela de la esperanza”.En este Año de la Oración que nos prepara para vivir el Jubileo de la Esperanza 2025, la Solemnidad de la Santísima Trinidad nos enseña a reconocer la intervención poderosa y cercana de Dios en nuestras vidas. En la Encíclica citada, escribe el Papa que la oración nos enseña a vivir en la esperanza porque “cuando ya no puedo hablar con ninguno, ni invocar a nadie, siempre puedo hablar con Dios. Si ya no hay nadie que pueda ayudarme –cuando se trata de una necesidad o de una expectativa que supera la capacidad humana de esperar–, Él puede ayudarme. Y si me veo relegado a la extrema soledad, sabré que quien reza nunca está totalmente solo” (SS 32).Esta enseñanza pontificia nos hace recordar las palabras del Señor Jesús en el Evangelio de este día: “Y sepan que yo estoy con ustedes todos los días, hasta el final de los tiempos”. Efectivamente, Dios no se aísla, no se esconde, no nos priva de su presencia ya que es el Emmanuel, “Dios con nosotros”, el Padre providente y cercano, el Espíritu que lo trasciende todo y lo invade todo. De la oración profunda, constante y confiada brota la experiencia de Dios uno y trino. Es allí donde el alma devota entiende la Providencia del Padre, la Redención del Hijo, la Iluminación del Espíritu Santo.3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?A través de la oración el creyente profundiza en el conocimiento y experiencia de Dios. Precisamente, en la segunda lectura que en este domingo meditamos, san Pablo hace una confrontación entre el espíritu de esclavitud y el Espíritu de hijos adoptivos. Mientras el primero está condicionado por el temor, la sumisión estéril y la distancia, el segundo, el Espíritu de la verdad, revela la relación de confianza, de obediencia creativa y de cercanía que tienen las relaciones entre un Padre y sus hijos. En el contexto de la oración, el cristiano descubre, en el Espíritu, ser heredero de Dios y coheredero con Cristo. Así, la vía de la plegaria personal y comunitaria es el camino para asimilar, en cuanto sea posible, el insondable misterio.En este domingo suplicamos al Señor que haga firme nuestra fe para que sepamos dar razón de nuestra esperanza. Que nos conceda la gracia de adherirnos, con nuestra inteligencia y voluntad, personalmente a Él, que se nos ha revelado, teniendo presente, como lo dice el Catecismo de la Iglesia Católica, que “no debemos creen en ningún otro que no sea Dios, Padre, Hijo, y Espíritu Santo” (CEC 178). Que nos dejemos auxiliar interiormente por el Espíritu Santo para que la fe, como don sobrenatural, sea también un acto personal, consciente y libre, pero además eclesial, recordando aquellas palabras de san Cipriano: “Nadie puede tener a Dios por Padre si no tiene a la Iglesia por Madre”._______________________Recomendaciones prácticas:-En este domingo se concluye la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos que en el año 2024 ha tenido como lema: “Amarás al Señor tu Dios... y a tu prójimo como a ti mismo” (Lc 10, 27). Podría hacerse una mención acerca de la importancia de que los cristianos busquen la unidad a semejanza de Dios, uno y trino.II.Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa En Jesús, y con la fuerza de su Espíritu Santo, vivamos en la solemnidad que hoy celebramos, la experiencia del Dios del cielo y la tierra. Que nuestra participación en comunidad sea la primera señal de esa presencia viva en medio de nosotros. Celebremos con fe y con espíritu de adoración a nuestro Dios, Uno y Trino.Monición a la liturgia de la Palabra Al escuchar la Sagrada Escritura podemos conocer quién y cómo es nuestro Padre Dios. Escuchemos con atención la Palabra, de tal manera que se encarne en nosotros y dé frutos de vida eterna.Oración Universal o de los Fieles Presidente: Al celebrar la Solemnidad de la Santísima Trinidad, elevemos, nuestra oración como hijos de Dios, bautizados en el nombre de las tres personas divinas. Digamos juntos:R/. A ti, Señor, te lo pedimos con fe.1.Por la Iglesia que peregrina en todo el mundo, por el Papa N., los obispos, presbíteros y diáconos; que con su propio estilo de vida manifiesten a quienes los rodean la santidad de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Oremos.2.Por los gobernantes, para que en todos sus proyectos prioricen el bienestar de todos los pueblos, dando particular interés a los más pobres y necesitados de nuestras comunidades. Oremos.3.Por todas las familias, por las comunidades religiosas, por los centros educativos y por todas las instituciones, para que vivan de manera íntegra y solidaria la comunión fraterna. Oremos.4.Por esta comunidad cristiana que hace profesión de fe en el Padre Creador, en Jesús Salvador y en el Espíritu Santo Vivificador, de tal manera que en sus vidas se refleje la vida trinitaria de la que son partícipes. Oremos.5.Por la Unidad de los Cristianos, para que teniendo a Cristo como centro logren fortalecer los lazos de unidad y fraternidad en el mundo, siendo testigos del Evangelio. Oremos.Oración conclusivaPadre, origen y fuente de santidad,de quien procede toda paternidaden el cielo y en la tierra,dígnate escuchar a tus hijos yconcédeles acrecentar sus lazos de comunión,mientras llegan a contemplarte en la eternidad.Por Cristo nuestro Señor.R/. Amén.