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presidente de la república

Mar 5 Jul 2022

¡De película!

Por: Mons. Carlos Arturo Quintero Gómez - La contienda electoral que hemos vivido los colombianos ha sido un rodaje de película, con actores naturales, inmersos en un melodrama para algunos, en una comedia para otros o en un ‘film’ de acción con efectos especiales, esperando a que en la pantalla de la vida aparezca ‘The end’. Y digo ‘de película’, porque la verdad, estamos viendo cómo la ficción supera la realidad, que podríamos muy bien definir como lo expresaba Ernesto Sábato, escritor argentino, en su obra ‘La Resistencia’: ‘Al ser humano se le están cerrando los sentidos, cada vez requiere más intensidad, como los sordos. No vemos lo que no tiene la iluminación de la pantalla, ni oímos lo que no llega a nosotros cargado de decibeles, ni olemos perfumes. Ya ni las flores los tienen’. Preocupa la arrogancia y prepotencia de quienes aspiran a gobernar a los colombianos, también la indolencia y la insensibilidad de muchos ciudadanos, enfrascados en polémicas y escisiones que causan daño moral y social. Siento, como ciudadano, vergüenza ajena, ante esta contienda electoral que más se parece a un cuadrilátero de boxeo que a un escenario para la democracia y pienso en las consecuencias nefastas que de ella se pueda desprender. Los niños, adolescentes y jóvenes están creciendo en un ambiente hostil, no sólo contemplando cómo los adultos nos devoramos y destrozamos, actuando con irresponsabilidad, sino que, muchos de ellos, por nuestro mal ejemplo, se ven inducidos a asumir las mismas actitudes: agresividad, violencia, sobrepasando los límites de la moral y la ética. Veo con preocupación cómo los jóvenes están siendo adoctrinados, desfigurando en ellos la auténtica libertad y conduciéndolos a la prisión del odio, la venganza, la mentira, la intriga, la falsedad. Le estamos ‘robando’ a nuestros niños, adolescentes y jóvenes la capacidad de soñar, de decidir con autonomía y de actuar con responsabilidad; les estamos llevando a que actúen como ‘marionetas’, conduciéndolos al abismo de su ignorancia, su inexperiencia y su inestabilidad. Permitirles que sean ‘faro de luz’ para otros jóvenes y brillen con la luz de la sabiduría y de la experiencia de la vida es seducirlos y conducirlos por el camino de la bondad, el equilibrio y la felicidad. En este propósito, mostrarles el rostro de Jesús, modelo de joven, les permitirá comprender su misión y su rol en la sociedad y en la Iglesia. Siento vergüenza por nuestros niños, adolescentes y jóvenes porque están siendo colocados como carne de cañón, les estamos invadiendo su conocimiento, estamos usurpando el rol de los progenitores y la educación está quedando en manos de terceros; indudablemente no se puede generalizar, pues hay que reconocer la existencia de familias estables en las que la armonía embellece sus relaciones; muchos niños, adolescentes y jóvenes libran una batalla, cada día, para no contaminarse, para adquirir una mayor experiencia y aprender de los errores. Urge ante esta realidad que estamos viviendo, tomar conciencia de nuestros actos para educar a las generaciones que vienen detrás de nosotros, anclando este camino educativo en los valores, desde el ejemplo y la sabiduría de los años. A nuestros niños, adolescentes y jóvenes tenemos que mostrarles ‘referentes’ para que puedan encontrar en ellos ‘soportes’ para la vida, para que actúen con seguridad, tomen decisiones asertivas y superen los temores. Cómo duele reconocer en nuestro entorno, el crecimiento de la depresión, las ideaciones suicidas, la drogadicción en quienes son ‘el presente’ de nuestra patria, mientras seguimos indolentes contemplando cómo se les roba las ilusiones y los sueños a los chicos anestesiándolos con promesas falsas y presentando la historia teñida de sangre, dolor, rabia y calamidades. Cómo sembrar en ellos la esperanza y ayudarles a no quedarse en el pasado doloroso e ingrato. Ernesto Sábato decía: “Yo, por ejemplo, me caracterizo por recordar los hechos malos y, así, casi podría decir que ''todo tiempo pasado fue peor'', si no fuera porque el presente me parece tan horrible como el pasado; recuerdo tantas calamidades, tantos rostros cínicos y crueles, tantas malas acciones, que la memoria es para mí como la temerosa luz que alumbra un sórdido museo de la vergüenza”. Qué lindo sería poder recordar los nuevos rostros que hoy nos interpelan y darnos cuenta que no todo está perdido. Para los cristianos, Jesús es el modelo de joven, que todo lo que toca lo vuelve joven; no tengamos miedo en abrir el corazón a Jesús para que nuestro corazón brille con la luz de la esperanza que viene de Dios. + Carlos Arturo Quintero Gómez Obispo de Armenia

Sáb 28 Mayo 2022

Elegir lo mejor para todos

De nuevo los colombianos son llamados a las urnas, en esta ocasión, para dar inicio a la elección de quién será el nuevo Presidente de la República. Por los siguientes cuatro años. Esto ya es un dato positivo y que hay que valorar: la democracia colombiana, pese a todo lo que se diga, sigue rodando ordenadamente y dando a los ciudadanos la oportunidad de elegir a los candidatos y candidatas de su preferencia. Esto no se puede afirmar de todas las naciones, incluyendo algunos países de la región. La vieja democracia de Colombia, ajada y maltrecha, sigue siendo la atmósfera de la vida política del país y este es un valor que ha crecido a lo largo de la vida republicana y que hay que cuidar como un bien precioso. ¿A quién elegir? ¿Por quién votar? La Iglesia, a través de la Conferencia Episcopal de Colombia, como lo viene haciendo hace ya muchos años, invita, en primer lugar, a que todos los ciudadanos ejerzan efectivamente el derecho al voto. Es la mejor herramienta para hacerse partícipes del destino político de su propia patria. Invita a hacerlo libre y conscientemente. Propone que el criterio para escoger sea el de mirar quién está más y realmente interesado por el bien común de la sociedad, de todas las personas. Y, también, quién tiene una especial atención y preocupación por la población más pobre y más vulnerable. La Iglesia, por supuesto, no va a sugerir ningún nombre en concreto, porque esa no es su misión. Trata de ayudar a iluminar las conciencias para que cada persona tome decisiones con la mejor información y criterios posibles. A algunas personas les impresiona la pugnacidad de la contienda electoral. Así ha sido. Pero esto también es signo de una democracia vigorosa que deja campo amplio para el debate, para la crítica, incluso contra el actual gobierno y contra el Estado, sin que ello genere consecuencias negativas o de represión para nadie. Es nuestra democracia un sistema que, aunque imperfecto, da amplia cabida a la libertad de expresión, de prensa, de opinión. La democracia colombiana ha soportado embestidas fuertes de los violentos, de organizaciones nacionales e internacionales interesadas en desprestigiarla, de gobiernos no democráticos, quizás de todo el mundo, y, sin embargo, se ha sostenido, básicamente porque los colombianos están lejos de querer perder su libertad en cualquier sentido. A pesar de todos sus defectos, este sistema de elección popular de los dignatarios del Estado a nivel local y nacional, sigue siendo el preferido en Colombia. Entonces, desde la Iglesia se invita a todos los ciudadanos a hacer uso efectivo de la democracia y en forma masiva. No se debe olvidar, por ejemplo, que en buena medida la desmovilización de las Farc obedeció a una creciente presión ciudadana contra la violencia. Cuando un pueblo se moviliza y lo hace libre y pacíficamente, es difícil que algo lo pueda detener. No hay que dejar que espíritus violentos o autoritarios, muchos menos maquinarias criminales, se tomen por asalto la vida colombiana y para eso, de nuevo insistimos, la mejor herramienta no es las armas, es el voto. Y, como en el pasodoble, “ni se compra ni se vende”. Ojalá Colombia viva una fiesta democrática en la jornada del 29 de mayo de 2022 y que el o los ganadores tengan como valor supremo el bien común de toda la sociedad, no solo de un partido, una clase, un sector. 50 millones de colombianos tienen derecho a ser libres y a ir mejorando sus condiciones de vida en un entorno democrático, seguro y equitativo. Fuente: Oficina Arquidiocesana de Comunicaciones - El Catolicismo