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zarza

Mié 16 Mar 2022

Si no se convierten, todos perecerán de la misma manera

TERCER DOMINGO DE CUARESMA Marzo 20 de 2022 Primera lectura: Éxodo 3,1-8a.13-15 Salmo: 103(102),1-2.3-4.6-7.8 y 11 (R. cf. 6) Segunda lectura: 1Corintios 10,1-6.10-12 Evangelio: Lucas 13,1-9 I. Orientaciones para la Predicación Introducción • Dios sigue hablando: En el desierto, Dios habló a Moisés por medio de una zarza. Hoy en día Dios se sigue manifestando y nos sigue hablando. ¿Cómo se nos manifiesta hoy a cada uno de nosotros hoy en día? ¿Lo estamos escuchando? ¿Qué nos está diciendo? ¿A qué nos está enviado? • Renovar nuestra experiencia del amor de Dios. En la segunda lectura, Pablo exhorta a los corintios a no creer que la vida cristiana produce frutos de manera automática o mágica. No basta con creer en Cristo, haber sido bautizados, haber recibido el Espíritu o alimentarnos de la Eucaristía. Es necesaria una vida coherente y una renovación constante y una vigilancia permanente para poder vivir una nueva Pascua, para resucitar a una vida nueva con Jesucristo. El camino cuaresmal. Después de contemplar las tentaciones de Jesús y su transfiguración en los dos domingos anteriores, en el Evangelio de hoy Jesús nos propone una parábola que ilumina este tiempo de Cuaresma, nos lo presenta como un tiempo de gracia y nos urge a un cambio, a una conversión. ¿Qué fruto estamos produciendo en nuestra vida? ¿Es abundante o es escaso? ¿Alimenta a los demás o les hace daño? 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La primera lectura describe la vocación de Moisés. El Dios que lo llama se manifiesta en una zarza que arde sin consumirse. Se manifiesta sensible frente a los sufrimientos de su pueblo y expresa su decisión de liberarlo de la esclavitud de Egipto. Finalmente, revela su promesa al expresar su nombre: es el Dios que es el que es (o mejor “que será el que será”): es el Dios que es siempre fiel a sus promesas. En la segunda lectura, San Pablo hace una relectura de los acontecimientos vividos en el éxodo: Cristo es el nuevo Moisés, el creyente ha recibido un nuevo bautismo (no ya en las aguas del mar rojo), se ve guiado por el Espíritu (no ya por una nube), recibe un alimento y una bebida que dan vida (no ya el agua de la roca y el maná que cae del cielo). Pero no se trata de una dinámica automática porque si no hay coherencia en la vida, el creyente puede perderse como el pueblo en el desierto. Se requiere estar atento siempre para no caer. El evangelio, a propósito de dos eventos terribles (el asesinato de unos galileos en los predios del Templo y la muerte de otros dieciocho sobre los que se derrumbó una torre), presenta la Cuaresma como un tiempo de gracia, como un nuevo período de tiempo que se ofrece a cada persona para poder producir los frutos que corresponde. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Dejarse encontrar por el Señor. Dios se manifiesta en el desierto de un modo extraordinario pero en un evento natural (la zarza que arde sin consumirse). Moisés se deja guiar por el Dios que lo llama y en ese encuentro, el Señor le manifiesta su misión y le permite descubrir el sentido de su existencia. De la misma manera, hoy en día, Dios sigue manifestándose y sigue llamándonos para que descubramos nuestra misión y el sentido de nuestra vida en esta tierra. Pero debemos estar atentos, descubrir los signos de su presencia, abrir los oídos a su voz, ser dóciles para responder a la misión que nos confía. Actuar en nombre de Dios. Hoy, más que nunca, Dios quiere hacerse presente en el mundo, quiere que su Reino se haga visible, quiere que cesen las injusticias, quiere acabar con el sufrimiento y la opresión. Y para ello cuenta con cada uno de nosotros, necesita nuestra inteligencia, requiere de cada uno de los talentos que nos ha concedido para construir un mundo más justo y fraterno. Si estamos llamados a ser como Moisés, pensemos en oración cuáles son las circunstancias alrededor nuestro a las cuales el Señor nos envía para ser instrumentos de transformación y de justicia, para ser testigos de su amor y de su misericordia. Estar atentos para no caer. La segunda lectura concluye con una invitación que es siempre actual: el creyente no puede “dormirse sobre los laureles”, no puede creerse “convertido” de manera definitiva, no puede creerse que ya las pruebas, tentaciones y fragilidades son una etapa superada. El demonio, como león rugiente ronda buscando hacernos caer y por eso debemos estar vigilantes, y más en este tiempo de Cuaresma. Producir frutos de misericordia. A diferencia de los otros evangelistas que hablan de una higuera estéril, que por no producir frutos merece secarse casi inmediatamente (Mc 11, 12-24; Mt 21, 18-22), Lucas, el evangelista de la misericordia, introduce un nuevo año de espera, antes de la intervención definitiva. Ese tiempo de gracia representa el tiempo que vivimos en esta Cuaresma, tiempo de conversión para que, examinando nuestra vida, podamos producir frutos de amor y de misericordia. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Pidamos al Señor en este Domingo la gracia de vivir intensamente nuestra existencia para poder ser sacramento de su amor en el mundo y para poder hacer cada día más visible su Reinado por medio de la fraternidad y la justicia, el amor y la misericordia. ____________________ Recomendaciones prácticas: • Propiciar espacios para la celebración del Sacramento de la Penitencia, reservando por ejemplo algunas tardes semanales. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Con la celebración de este tercer Domingo de Cuaresma nos acercamos a la mitad del camino de preparación a la Pascua del Señor Jesús y es el momento de evaluar cómo estamos caminando, si hemos avanzado o estamos detenidos en el proceso de conversión y en la práctica de la oración, la penitencia y la solidaridad. Dejemos que el Señor nos anime en esta celebración, escuchemos su Palabra que orienta nuestra vida y alimentémonos con la Eucaristía, sacramento de amor. Monición a la Liturgia de la Palabra Dios escucha el sufrimiento de su pueblo y se manifiesta y envía a Moisés para salvarlo; San Pablo invita a los corintios a estar atentos para no caer, y Jesús propone una parábola en la que apremia a producir frutos. Escuchemos con atención la Palabra que nos invita a vivir este camino cuaresmal como un tiempo de gracia que Dios nos concede para producir frutos de justicia, misericordia y santidad. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Queridos hermanos, elevemos nuestras súplicas al Padre celestial, confiados en su infinita misericordia, porque estamos seguros que siempre nos escucha y hace posible lo que para nosotros es imposible: R. ¡Dios todopoderoso, escucha nuestra oración! 1. Oremos por la Iglesia, que vive este camino sinodal de discernimiento apostólico en común, para que pueda asumir los desafíos que se plantean a su misión evangelizadora y para que sepa responder con sabiduría y santidad a las necesidades de los más pobres y oprimidos. 2. Oremos por una espiritualidad del caminar juntos, para que nos formemos como discípulos de Cristo, como familias, como comunidades y como seres humanos, a través de nuestra experiencia de este camino Sinodal 3. Oremos por nuestros gobernantes, para que en medio de las injusticias sociales puedan construir un mundo en el que reine la justicia, la fraternidad y la paz. 4. Oremos por los enfermos, por los que pasan hambre y necesidad, por los que están solos y desconsolados, para que encuentren en la fe la fuerza necesaria para superar sus dificultades. 5. Oremos por esta comunidad, para que a ejemplo de san José pueda descubrir y cumplir el querer de Dios en este tiempo de gracia y para que pueda producir frutos de fraternidad y solidaridad. Oración conclusiva Atiende Padre bueno, las súplicas que te presentamos con la confianza de los hijos y con la sinceridad de un corazón que te busca y te necesita. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.