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Actualidad

Jue 9 Jul 2020

Al cierre de la CX Asamblea obispos invitan a superar todo tipo de “pandemias”

Al concluir la 110 Asamblea Plenaria del Episcopado, que se realizó de manera virtual del 6 al 8 de julio, los obispos han emitido un mensaje al pueblo colombiano, donde advierten que el coronavirus que azota no solo al país sino al mundo entero, tiene que llevarnos a enfrentar las grandes “pandemias” que vive hoy la humanidad. “En nuestro país, el coronavirus nos tiene que llevar a ponernos de frente a las “pandemias” que nos están destruyendo desde hace mucho tiempo, a las problemáticas que no hemos podido resolver y a los grandes y graves males que no nos permiten avanzar como nación y construir el bien para todos”. Al enumerar estas “pandemias históricas” como son: La ya profunda brecha social, la pobreza, el desempleo, la marginación y la falta de oportunidades para las comunidades más vulnerables, las deficiencias estructurales de los servicios de salud y de educación, la corrupción tanto pública como privada, el narcotráfico y el microtráfico, el asesinato de líderes sociales y todos los atentados contra la vida y la dignidad humanas, los actos contra la naturaleza y la infraestructura y, sobre todo, la guerra, la violencia y la muerte en sus diversas formas y expresiones, observan que superar estas problemáticas exige un compromiso de manera individual y colectivo. Luego de una lectura hecha desde los diferentes tópicos de la realidad del país, los obispos ofrecen 9 puntos que servirán como desafíos para superar todo tipo de pandemias desde la esperanza, el compromiso y la unidad. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Mié 8 Jul 2020

La educación en la pandemia: sufrimiento y crecimiento

La situación actual y los desafíos de la acción evangelizadora de la Iglesia en el campo de la educación, ha sido también tema de estudio por parte de los obispos durante su 110ª Asamblea Plenaria que se está realizando por estos días de manera virtual. Para tratar este tema, se contó con la participación de la hermana Gloria Patricia Corredor, presidenta de la Confederación Nacional Católica de Educación (CONACED), quien expuso a los señores obispos los resultados de una investigación hecha en conjunto con la Fundación SIGE, donde se analizaron los efectos iniciales del COVID-19 en las escuelas católicas de Colombia, aclarando que este trabajo se aplicó durante el mes de marzo, fecha en que se inició la pandemia. Explicó que la investigación fue aplicada a 18.164 personas de 32 ciudades del país y se categorizó en tres temas centrales: Pedagógico, afectivo y administrativo. Pedagógico Al referirse a este primer tópico, la religiosa aseguró que los colegios dieron la talla, es decir, la educación no se detuvo y fueron los rectores quienes con sus equipos de trabajo lideraron los procesos de formación para los estudiantes. Sin embargo, advirtió que se descubrieron muchas familias que por los escasos recursos no han podido hacer frente a esta nueva forma de educar. “Las familias reconocen el esfuerzo que se está haciendo, están satisfechas con el servicio que se presta, pero hay dificultad cuando no encontramos un acompañante para nuestros menores con las calidades que se necesitan para que ellos puedan avanzar en el proceso de formación”, aseguró la religiosa. Mencionó cómo un alto porcentaje de los encuestados manifestaron un bajón en la calidad educativa, lo que implica para las instituciones educativas un gran desafío en el aspecto académico. “Creo que la calidad aquí, aunque se está prestando el servicio, también se está viendo afectada, el mayor reto es reducir los efectos de desigualdad en aquellos estudiantes que tienen menos recursos económicos y que enfrentan desafíos para aprender y seguir avanzando en el aspecto económico” Afectivo Al respecto la investigación reflejó cómo la gran mayoría de los estudiantes y sus familias declaran que están emocionalmente estables, aseguró la religiosa. Sin embargo, dijo que 3 de cada 10 jóvenes necesitan una “red de apoyo para vivir esta crisis como un evento adverso y no como un hecho traumático”. A lo que advirtió que esta situación puede ir agravándose con el pasar de los días. “Recuerden que este proyecto de investigación se hizo durante el primer mes de pandemia, ahora la situación se está agravando emocionalmente más, porque las familias con menos recursos económicos se están viendo más afectadas. Realmente para ellas es un desafío este impacto económico, a menos recursos realmente se están viendo las emociones y la manera como ellos se expresan a través de rabia, estrés, sufrimiento, dolor y ansiedad.” Administrativo Este último aspecto, recalca la hermana Gloria Patricia, está generando un impacto de crisis grande en las finanzas de las instituciones educativas, fruto de la deserción escolar por parte de los estudiantes. “Tenemos la cartera morosa que está sufriendo bastante, el 83 % de las familias tienen menos ingresos y esto impacta en nuestros colegios para la sostenibilidad, a la fecha la mayoría tienen problemas de liquidez, el 62% de nuestros colegios se proyectan con dificultades para finalizar el 2020, aunque de momento la mayoría de trabajadores están contentos porque tiene su sueldo y continúan con su trabajo”. Al explicar que el Ministerio de Educación emitió unos lineamientos para la educación en casa y presencialidad en alternancia, según el contexto de los territorios, donde incluye la implementación de prácticas de bioseguridad, aseguró que “este es un reto grande que conlleva una gran responsabilidad para las instituciones educativas y no sabemos si lo podamos lograr (…) Hay muchas variables que hay que mezclar para responder a esto. El desempeño de la pandemia, los contextos como cada región está respondiendo, el consentimiento de los padres de familia y el asentimiento de los estudiantes”. Aprendizajes en tiempo de pandemia Por último, la religiosa resaltó algunos aspectos que durante este tiempo de pandemia considera han sido un aprendizaje para las instituciones educativas y sus estudiantes, sirviendo esto para un repensarse de manera distinta. “Estamos relativizando las cosas que no son esenciales, el reconocimiento a ese crecimiento de los docentes que están aprendiendo, se han potencializado otros saberes, otras circunstancias, otros contextos, como el liderazgo de toda la comunidad educativa, el trabajo en equipo y el conocimiento de la comunidad. Sí, hemos sufrido también, pero el desadaptarnos y el dejar la rutina nos ha dejado también crecer”, puntualizó.

Mar 7 Jul 2020

“La familia de verdad es una vocación y un camino de santidad”

Así lo aseguró la doctora Gabriella Cambino Sotto, subsecretaria del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, quien acompañó de manera virtual el discernimiento de los obispos durante su 110ª Asamblea Plenaria (virtual) que inició este lunes 06 de julio. Al respecto los exhortó a generar una pastoral familiar capaz de acompañar de una manera eficaz y afectiva la “perla más preciosa” como es la familia. Durante su primer día de discernimiento, los obispos centraron la atención en reflexionar sobre el papel de la familia en tiempo de pandemia. Para ello fue invitada la doctora Cambino Sotto, quien animó a los prelados a generar una pastoral familiar capaz de mostrar que “la familia de verdad es una vocación y un camino de santidad” Durante su exposición, que realizó de manera virtual, la especialista advirtió que la emergencia sanitaria que vive hoy el mundo obliga a la Iglesia a hacer un discernimiento serio sobre la acción que realiza la pastoral familiar para identificar los desafíos propios del momento que viven las familias. “En este tiempo de pandemia, las familias en todo el mundo han demostrado ser el recurso más importante de la sociedad, pues con su resiliencia se han convertido en una fuerza motriz y difusora del sentido de responsabilidad, solidaridad, del compartir y de la ayuda recíproca en la dificultad. Ellas han protegido y amparado a sus seres queridos llevando adelante sus responsabilidades de cada día. Son y siguen siendo un gran amortiguador económico, social y educativo. Pero no lo pueden hacer solas”. Apuntó que es importante no mostrar a las nuevas generaciones una familia en un contexto de dificultad o de quebranto sino, por el contrario, una familia alegre y en camino de vocación. “Estamos inmersos en una sociedad individualista que enseña a nuestros hijos a no tener confianza en el futuro, que hace que tengan temor ante la idea de casarse y tener hijos, a pesar de su deseo de amor y felicidad”. Ante este panorama sobrio, la doctora Cambino planteó tres grandes urgencias que deberían estar presentes en la pastoral familiar. 1. Revisar la metodología y los contenidos de la preparación de los jóvenes al matrimonio Al respecto, insistió en la importancia de no solo dar una preparación inmediata o cercana a la celebración del matrimonio, sino también “remota”, es decir, hablarles de este sacramento a los jóvenes desde la infancia a partir del catecismo, mostrándoles la belleza de la vocación nupcial. Aseguró que es importante ayudar a los jóvenes a que “construyan sobre la roca su propia familia”. Fruto de ello, aseguró, es indispensable, como lo ha sugerido el Papa Francisco en la Exhortación Apostólica sobre la familia ‘Amores Laetitia’, establecer unos itinerarios catecumenales para la vida matrimonial. “El matrimonio es la vocación de la mayor parte de hombres y mujeres en el mundo, pero cada vez hay menos jóvenes que se casan, y casi la mitad de los matrimonios se rompen en los primeros diez años de vida juntos. No dejemos que la comprensión profunda de este camino de santidad para los fieles laicos, que les ha sido confiado, sea casual”, aseveró. 2. Del catecumenado al matrimonio Se refirió a la importancia de acompañar el itinerario de los matrimonios en los primeros diez años de vida matrimonial e insistió que la pastoral familiar tiene que hacerse cargo de los años más arduos de una pareja; para ello propuso dos finalidades pastorales. * Ayudar a los esposos a comprender y a descubrir el valor profundo del sacramento nupcial. Esto, con el fin de que encuentren el poder de la presencia de Cristo en sus desafíos de cada día. Para ello, pidió recibir el respaldo de los esposos e incluirlos en el proyecto de la pastoral familiar de las Jurisdicciones. “Déjense ayudar por los mismos esposos. Hay que incluirlos como protagonistas en la pastoral familiar, porque a través del sacramento y su ser familia, son esenciales para edificar la Iglesia, son testimonios para tantas familias. Junto a los esposos pueden como obispos contribuir a edificar la Iglesia en la corresponsabilidad pastoral”. * Apoyar y acompañar a los padres en la educación de los hijos. Señaló que es importante comprender cómo acompañar a los padres ante los desafíos de “una sociedad dominada por una tecnología difusa que aleja a los jóvenes de las auténticas relaciones humanas de un modo de vivir la sexualidad que no les ayuda a comprender el valor del cuerpo y la entrega de sí mismos en el matrimonio y la familia”. 3. Mayor compromiso pastoral con las personas mayores y las personas más frágiles dentro de las familias. Finalmente, expresó como las estadísticas muestran un número alto de esta población, a lo que invitó a reconocer el valor y la presencia de ellos dentro del hogar, ayudándoles a redescubrir la riqueza de su vocación bautismal y valorando los dones y carismas que ellos tienen. “Tenemos que cuidar su espiritualidad; no les dejemos solos, ni material ni espiritualmente”.

Mar 7 Jul 2020

Saludo Solidario del Episcopado colombiano al pueblo magdalenense

Durante la 110ª Asamblea Plenaria que se realiza por estos días de formar virtual, los obispos de Colombia, expresaron sus sentimientos de tristeza ante la tragedia ocurrida en Tasajera, corregimiento de Puebloviejo (Magdalena), donde fallecieron 7 personas y otras 49 resultaron heridas. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Lun 6 Jul 2020

Iglesia reflexiona claves pastorales para continuar la tarea evangelizadora

Este lunes 06 de julio se ha dado inicio a la 110 Asamblea Plenaria de Episcopado Colombiano que, en esta ocasión y de manera inusual, se realizará virtualmente. Cada uno de los arzobispos, obispos y vicarios apostólicos, se encuentran en sus respectivos territorios desde donde, gracias a la tecnología, se conectan con la sede del episcopado en Bogotá, donde está el secretario general de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), monseñor Elkin Fernando Álvarez Botero, junto con varios directores de departamento de la institución. En su discurso de apertura, monseñor Óscar Urbina Ortega, presidente de la CEC, se refirió a la crisis sanitaria que afecta al país y al mundo entero, tema central que marcará la reflexión de los obispos. Al respecto, dijo que la transformación que la Iglesia colombiana requiere ahora, comienza por la toma de conciencia del momento complejo que se atraviesa por cuenta de la pandemia. “Desde una perspectiva de fe, la trágica y dolorosa crisis sanitaria nos introduce, sin embargo, en un nuevo tiempo de gracia, en un Kairós con múltiples desafíos que es preciso discernir y a los cuales es necesario responder, pero que en últimas, nos confronta con la permanente novedad del Evangelio que es el llamado a la conversión”, afirmó. La agenda de trabajo, que se extenderá hasta el miércoles 8 de julio, permitirá que los obispos del país se encuentren a través de una plataforma virtual y reflexionen sobre un objetivo planteado para esta ocasión: el “discernir, a la luz del Evangelio, la hora presente de la Iglesia y el mundo, marcada por la pandemia del Covid-19, que nos pide pensar y replantear las realidades fundamentales de la convivencia social, religiosa, política, económica, cultural y ecológica, para situar la misión de la Conferencia Episcopal en este contexto y establecer sinodalmente las claves y directrices pastorales para continuar la tarea evangelizadora”. El también arzobispo de Villavicencio mencionó en su alocución que esta Asamblea cierra las dos primeras décadas del tercer milenio y plantea un nuevo horizonte para el camino de la Iglesia. “Estas dos décadas se cierran con un fenómeno de pandemia que ha paralizado al mundo y que pone en cuestión el camino, la metodología, las opciones y hasta las finanzas de la Iglesia. Se abre un horizonte que parece brumoso, incierto y hasta tenebroso”. Así mismo recordó la misión por la que fueron llamados al servicio episcopal, la de guiar y estar al servicio de los demás, dijo que para realizar esta misión se requiere de creatividad y liderazgo enraizado en la persona de Jesús. “Esto implica cambiar los paradigmas y ser dóciles para dejarnos guiar por el Espíritu Santo, que nos llena de valor, imaginación y creatividad para favorecer nuevos ministerios y servicios e ir como Jesús hacia las periferias, y para salir como los Apóstoles de los cenáculos que encierran y no confrontan”. Pidió no ver este momento de la pandemia como una fatalidad irreversible, sino más bien como una posibilidad de conversión y cambio en el ser humano y agregó que “el corazón humano, centro de nuestro trabajo evangelizador, desempeña un papel relevante para ayudar a gestar un mundo nuevo, en medio y después del drama que estamos viviendo (…) El tiempo que vivimos es el terreno donde acontece la obra buena de Dios en nosotros. Señala horizontes y empieza a hablarnos de Dios. Él, interviene y revela comienzos completamente nuevos”. Estamos iniciando una nueva forma de ser Iglesia en salida Acentuó que en este momento de la historia humana la Iglesia debe estar en la capacidad de evangelizar como Jesús y estar atenta a realizar un discernimiento sobre el qué hacer, cómo y a quién servir. “El discernimiento nos convoca a la comprensión espiritual y a la acción que nos exige una profunda formación espiritual, que cobije toda la persona”. Lo anterior añadió “nos pide mirar la cultura expresada en estos momentos de cuarentena, no para juzgarla, menos acusarla, sino para una toma de conciencia”. Por otra parte, observó que la pandemia ha llevado a crear una cultura del uso de la tecnología, es decir, a una globalización desenfrenada; “esto expresa una fe insaciable de respuestas que sin duda están indicando la necesidad de un encuentro de la cultura con el misterio, para una experiencia profunda de Dios”, por lo que pidió hacer una lectura cuidadosa sobre el comportamiento de las personas en estos momentos de crisis, sus necesidades, líneas de pensamiento, modelos de vida que hayan podido ser afectados, pero no solo de los creyentes, sino de los diferentes actores presentes en este contexto. “Todo esto desvela ante nuestros ojos la necesidad que el servicio del Evangelio vaya al corazón de la cultura colombiana, profundamente mestiza y a la vez hija de nuestro tiempo; se requiere conocer sus profundas raíces que impactan en las toma de decisiones de las personas y en la que sutil o explícita aparece la presencia divina; no podemos cerrar los ojos, ante una identidad cada vez más frágil, que no permite enfrentar el pluralismo, ante una mentalidad materialista y superficial, ante las violencias que se extienden a lo largo y ancho del país, y ante la deshumanización que impide dejar salir las bondades que se esconden en el propio corazón para reconocer y vivir la fraternidad”, aseveró. Nuestra tarea es hacer posible nuevos comienzos de la fe Monseñor Urbina advirtió que en estos momentos en que la Iglesia no ha podido acompañar de cerca a sus fieles, ni recibirlos en los templos, es cuando más se requiere de creatividad pastoral, así como lo ha venido haciendo, valiéndose de las redes de la información y de los medios de comunicación. “Necesitamos generar proyectos y objetivos claros, dinamizadores que pongan en movimiento las comunidades locales (…) Nuestra tarea es hacer posible nuevos comienzos de la fe, favorecerlos, acompañarlos en un clima de humildad y espíritu de servicio. Estamos iniciando una nueva forma de ser Iglesia en salida”. Apuntó que solo se logrará llegar a un nuevo amanecer, a la superación de la pobreza, la reconciliación, la fraternidad y la fe de los pueblos, si se trabaja de manera sinodal comunicando la esperanza como “pueblo Santo de Dios que peregrina en Colombia”, es decir, siendo misioneros de esperanza y sirviendo a los más necesitados.. “Nuestra espiritualidad misionera debe vivir la experiencia del servicio a los hermanos que sufren, como el mejor lugar de encuentro con Jesucristo. Él es la Piedra Angular de la esperanza para Colombia. Él nos hace ver con realismo nuestras posibilidades de un nuevo futuro, nos acompaña y previene contra el pesimismo reinante que atemoriza, y no nos deja caer en la tentación de euforia, que ciega ante los obstáculos en el camino de un futuro nuevo”. Finalmente, al referirse a las diferentes realidades y preocupaciones que aquejan a cada uno de los obispos en sus regiones, el prelado evocó las palabras que el Papa Francisco pronunciara en su visita a Colombia: “Siento el deber de transmitirles mis ganas de darles ánimo. Los animo, pues, a no cansarse de hacer de sus Iglesias un vientre de luz, capaz de generar, aun sufriendo pobreza, las nuevas creaturas que esta tierra necesita. Hospédense en la humildad de su gente para darse cuenta de sus secretos, recursos humanos y de fe, escuchen cuánto su despojada humanidad brama por la dignidad que solamente el Resucitado puede conferir. No tengan miedo de migrar de sus aparentes certezas en búsqueda de la verdadera gloria de Dios, que es el hombre viviente. ¡ánimo! Los animo en este camino”.

Sáb 4 Jul 2020

La Asamblea del Episcopado colombiano virtual

En medio de la contingencia que nos ha tocado vivir por la pandemia del coronavirus, se realizará de forma virtual la 110ª Asamblea del Episcopado Colombiano, los días 6, 7 y 8 de julio, no sin antes haber tenido dos encuentros preparativos, también de forma virtual, de las Comisiones episcopales y las Provincias Eclesiásticas. El objetivo general de la Asamblea convocada es “discernir, a la luz del Evangelio, la hora presente de la Iglesia y el mundo, marcada por la pandemia del Covid-19, que nos pide pensar y replantear las realidades fundamentales de la convivencia social, religiosa, política, económica, cultural y ecológica, para situar la misión de la Conferencia Episcopal en este contexto y establecer sinodalmente las claves y directrices pastorales para continuar la tarea evangelizadora”. Sin duda que será una reunión del todo inédita. Un nuevo aprendizaje, no siempre fácil, nos ha tocado hacer a los Obispos. Es cierto que sentimos nostalgia, pues cada Asamblea, más que el trato de temas y situaciones especiales, es una ocasión de compartir personalmente con los hermanos obispos, fortaleciendo los vínculos de la colegialidad episcopal, la fraternidad y la ayuda espiritual, pues cada reunión tiene una alta dosis de encuentros y celebraciones litúrgicas, en especial la santa Misa concelebrada por todos. Con base en el propósito de esta reunión, aprobada por la Congregación para los Obispos por su especificad, es importante que los presbiterios, las comunidades religiosas, los grupos apostólicos y los fieles en general, se unan en oración para que podamos tener una reunión fructífera. Los retos y necesidades son innumerables. Las enseñanzas de este tiempo de “encierro” tocan todos los campos de la vida individual, de las comunidades eclesiales y el mundo en general. Por eso, haremos los obispos una aproximación a la situación actual, a las luces y sombras que han aparecido en estos días. Igualmente, se compartirán las acciones concretas que la Iglesia colombiana ha hecho en favor de los más necesitados, de los enfermos, de los migrantes, de los presos y de quienes se han visto afectados humana, psicológica y espiritualmente por la pandemia. Se evaluará la presencia física y a través de los medios de comunicación, TV, radio y redes sociales de la Iglesia con las celebraciones litúrgicas, las jornadas de oración, las consejerías y las múltiples iniciativas que los sacerdotes en general han tenido para acompañar a sus fieles y hacer cercano el abrazo paternal del Señor que no abandona a sus hijos. Pero también nos vamos a preguntar sobre el futuro de la Iglesia y su acción evangelizadora en la época de la post pandemia, pues el mundo y la Iglesia no serán iguales una vez pase esta prueba. Más aún, no es necesario mirar al futuro, el presente nos habla a gritos diciéndonos que muchas cosas han cambiado ya. ¿Qué lecciones nos está dejando la pandemia? ¿qué caminos nos está señalando Dios en este momento? Serán las preguntas claves de nuestro encuentro virtual. Nos vamos a preguntar, seguramente, sobre el significado de la “nueva normalidad” de la que se habla tanto, y la visión que desde el humanismo cristiano esa “nueva normalidad” deberá tener. En fin, desde ahora los obispos nos ponemos en las manos de Dios, le pedimos su luz y su fuerza para entender este su kairós y la paciencia para estar cerca de seis horas diarias delante del computador. + Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar de Cali

Dom 28 Jun 2020

Diplomado protección de menores y personas vulnerables

La formación virtual, ofrecida por el Centro de Investigación y Formación Interdisciplinar para la Protección del Menor (CEPROME) de la Pontificia Universidad de México, con el apoyo del Consejo Latinoamericano CEPROME, se desarrollará del 20 al 31 de julio. El diplomado, dirigido a comisiones nacionales, diocesanas y congregacionales de protección de menores y personas vulnerables, será orientado por profesores, especialistas en el tema, provenientes de Argentina, Chile, México, Colombia y España. “La seriedad y el profesionalismo de CEPROME, de la Pontificia Universidad de México y de la Congregación para la Doctrina de la Fe, aseguran que el Diplomado adopte una visión cristiana del ser humano e intenta dar respuesta integral al reiterado llamado del Papa Francisco de erradicar de la Iglesia y del mundo el flagelo de la violencia y los abusos sexuales”, señalan los organizadores. Temáticas que abordará la formación: - El abuso sexual en la Iglesia: Contexto histórico - La respuesta de la Iglesia desde los últimos pontificados y documentos normativos - Nociones generales y presupuestos básicos - Comisión de protección de menores: estructura y conformación - Abordaje jurídico secular - Abordaje jurídico canónico - Aportaciones desde la psiquiatría y la psicología - Recepción del informe - Acompañamientos y procesos - La cultura de la protección: Misión de la comisión - La formación permanente de la comisión Inscripción: Las personas interesadas deben ser presentadas por la respectiva autoridad eclesiástica y realizar su inscripción a través de: https://bit.ly/38aw1y4 Costos: $2,000 MXN (pesos mexicanos) $90 USD (dólares americanos). Mayor información: https://bit.ly/3ieRNVW

Sáb 27 Jun 2020

Jornada Mundial de la Caridad del Papa, aplazada por emergencia sanitaria

Debido a la pandemia ocasionada por el Coronavirus, la colecta mundial del Óbolo de San Pedro ha sido aplazada para el domingo 4 de octubre. Cada año, en la solemnidad de los santos Pedro y Pablo, o el domingo más cercano a esta celebración, la comunidad católica tiene la oportunidad de unirse al Papa a través de la oración y el aporte económico voluntario que se ofrece en la colecta del Óbolo de San Pedro. “Considerando la situación de emergencia sanitaria actual, el Santo Padre ha establecido que en el año 2020 la colecta para el Óbolo de San Pedro, que se lleva a cabo tradicionalmente en proximidad de la solemnidad de los santos Pedro y Pablo, el 29 de junio, se traslade en todo el mundo al domingo XXVII del tiempo ordinario, el 4 de octubre, día dedicado a San Francisco de Asís”, afirmó el director de la oficina de prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, el pasado 29 de abril. El Óbolo de San Pedro, también conocida como la Jornada mundial de la caridad del Papa, es una campaña de oración y de ayuda económica que los fieles ofrecen al Santo Padre, para el apoyo de las obras que él lidera en beneficio de la Iglesia universal, dirigidas especialmente a los más necesitados. Algunas de las obras hechas por el Santo Padre con estos donativos, corresponden a la ayuda a diócesis pobres que existen en el mundo, a los institutos religiosos y a los fieles en dificultad (pobres, niños, ancianos, marginados, víctimas de la guerra, prófugos y emigrantes). Asimismo, parte de este dinero se dirige a la colaboración humanitaria cuando suceden desastres naturales o también para favorecer la educación católica en lugares que no cuentan con los recursos suficientes para tal fin.