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Lectio Dominical

Vie 30 Jul 2021

El que viene a mi no tendrá hambre, y el que cree en mi no tendrá sed

DECIMOCTAVO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Agosto 1 de 2021 Primera lectura: Ex 16,2-4.12-15 Salmo: Sal 78 (77),3+4bc.23-24.25+54 (R. cf. Jn 6,32) Segunda lectura: Ef 4,17.20-24 Evangelio: Jn 6,24-35 I. Orientaciones para la Predicación Introducción Los textos de la Liturgia de la Palabra nos invitan a: • Crecer en el optimismo, en la fe y en la esperanza porque Dios nunca nos abandona en las dificultades. • Pero eso implica un compromiso para que los creyentes marquemos la diferencia en nuestra forma de actuar frente a los criterios del mundo. • Y para eso necesitamos alimentarnos de Jesucristo, que se hace pan para darnos Vida Eterna. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La primera lectura nos ofrece el relato de lo acaecido inmediatamente después del éxodo, cuando los israelitas se tienen que enfrentar a las duras condiciones del desierto y empiezan a quejarse, idealizan el estado en el que vivían como esclavos, pero al menos tenían garantizada la comida. El pueblo le reclama a Moisés y a Aarón y Dios les promete un alimento de cereales en la mañana (el maná) y de proteínas en la tarde (las codornices). En la segunda lectura se toma un texto de la segunda parte de la carta a los Efesios, que, según el estilo epistolar de la época y propio de los escritos paulinos, es la parte “práctica” en la que el apóstol señala las implicaciones que la fe en Cristo tiene para la vida de los creyentes. En el fragmento de hoy se insiste en que los cristianos “no podemos comportarnos como los paganos, no podemos dejarnos engañar por las pasiones, sino que debemos llenarnos del Espíritu para ser criaturas nuevas. El Evangelio es continuación del texto del domingo pasado, el relato de san Juan de la multiplicación de los panes, y presenta lo que parece un diálogo de sordos: Jesús habla del pan celestial, que da vida al mundo, y los discípulos se ilusionar con un pan material, sin entender que lo que Jesús quiere es que experimentemos el amor del Padre y lo reconozcamos en el que Él ha enviado, su Hijo Jesucristo. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Como el pueblo de Israel peregrinó en el desierto hacia la tierra prometida, somos peregrinos en este mundo y también a nosotros se nos puede olvidar de dónde venimos y a dónde vamos. Y en medio de las circunstancias de la vida, podemos quejarnos y lamentarnos de la situación que vivimos, en esta pandemia, por las difíciles circunstancias que atravesamos (a nivel económico, laboral, relacional, etc.), y lo más fácil es caer en la tentación de compararnos, que es la fórmula infalible para llenarnos de amargura. No podemos caer en el pesimismo, en el derrotismo, en la desesperanza. Así como el Señor cuidó de su Pueblo peregrino en el desierto, sigue cuidando de nosotros y colmando de bendiciones nuestra vida. Abramos los ojos para reconocer el amor Providente de Dios y demos testimonio de los milagros y prodigios que sigue operando en la historia y en nuestra vida. Por el contrario, el Señor nos invita a abrir los ojos y a redescubrir las bendiciones con las que nos colma día tras día, para que a partir de esa experiencia podamos marcar la diferencia en nuestra vida, con la vida de personas que viven en pecado o que no han experimentado la misericordia de Dios. Siempre tenemos la tentación de volver a introducir en la propia vida la conducta y los razonamientos paganos. Hoy el Apóstol nos vuelve a decir con toda la firmeza de su argumentación: “entre ustedes, ¡no sea así!” Si a nuestro alrededor todo el mundo dice mentiras, o groserías, no es fiel a sus palabras o a sus promesas, se deja corromper en sus principios y en sus valores, el cristiano tiene que marcar la diferencia. Estamos llamados a ser testigos, a ser luz del mundo”. En el Evangelio hay una pregunta que es sumamente actual, y es cuando los discípulos interrogan a Jesús: “¿Qué debemos hacer para cumplir las obras de Dios?” y Jesús responde: “¡La obra de Dios es creer en aquel que él ha enviado!” Pero… ¿cómo vamos a creer en Él si no lo conocemos? Por eso una invitación concreta de este Domingo es a que creamos en Jesús, conociéndolo cada día más. Y ¿cómo podemos conocerlo? En primer lugar, conociendo su Palabra, leyendo y meditando la Escritura, concretamente el Nuevo Testamento. Al comienzo del texto de hoy, Jesús les dice que ellos lo buscan porque “comieron de ese alimento” (la multiplicación de los cinco panes y los dos peces). Muchos estudiosos consideran que los cinco panes se refieren a la Ley (los cinco primeros libros de la Escritura, el Pentateuco), y los dos peces señalan las otras dos grandes secciones de la Biblia hebrea (los Profetas y los “otros Escritos”). Y Jesús les dice a sus discípulos que deben buscar es “el pan que dura para la vida eterna” y luego hace referencia a sí mismo como el enviado del Padre. Si la Toráh (Ley), los Nebiim (profetas) y los Ketubiim (escritos) tienen sentido para los cristianos es porque los leemos a la luz de Jesucristo. ¡Conozcamos más el Nuevo Testamento! 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? En la Eucaristía los creyentes reconocemos a Jesucristo como el Pan que da Vida, que alimenta nuestro Espíritu, que nos orienta por medio de su Palabra. Creer en el que el Padre ha enviado es hacer vida la Vida nueva que nos ofrece, es hacer presente su amor con nuestras palabras y con nuestras obras. En medio de las dificultades e incertidumbres, pidamos con todas las fuerzas: “¡Señor, danos siempre de ese pan!”. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Bienvenidos todos a esta celebración de acción de gracias en la que experimentamos la presencia de Jesús que se hace alimento, verdadero Pan de Vida para fortalecernos en medio de las dificultades. Dispongámonos a celebrar nuestra fe y a experimentar la presencia amorosa y providente de Dios, que nos anima a ser testigos de los valores y principios del Evangelio. Participemos con fe y alegría. Monición a la Liturgia de la Palabra La angustia de los israelitas que se enfrentan a las dificultades de peregrinar el un desierto después de haber huido de Egipto nos invita a pensar en las dificultades que cada uno de nosotros vive en este momento de su existencia y que hacen que a veces nos sintamos abatidos y derrotados. Pero el Señor se hace siempre presente y Jesús, el Pan de Vida nos fortalece y nos anima para que nuestro comportamiento sea distinto, marque la diferencia, ilumine a los que están a nuestro alrededor y para que vivamos en santidad. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Dirijamos nuestras súplicas y peticiones al Padre misericordioso con la confianza de los hijos, con la certeza de que él hace posible lo que para nosotros es imposible y que nos fortalece con el Pan de Vida para enfrentar y superar las dificultades. R. ¡Escucha Padre nuestra oración! 1. Te pedimos por la Iglesia que, como el pueblo de Israel, tiene que enfrentar dificultades en su peregrinar por la historia, para que experimente siempre la presencia providente de Dios que la guía y la conforta. 2. Te pedimos por los pastores de la Iglesia para que, como Moisés y Aarón, puedan guiar siempre a su pueblo, fieles a la verdad, testimoniando el amor y orientando a toda la humanidad hacia el encuentro con Cristo, verdadero Pan de Vida. 3. Te pedimos por los que sufren y son perseguidos, y de modo especial por los que han perdido las fuerzas y la esperanza, para que encuentren en el testimonio de solidaridad y fraternidad de los que los rodean el nuevo maná que renueva la fé y la esperanza. 4. Te pedimos por todas las personas que trabajan por el desarrollo humano integral y por todos los que arriesgan su vida por ayudar a los que más sufren, para que encuentren en Cristo, Pan de Vida Eterna, la fuerza necesaria para ser incansables testigos de tu amor. Oración conclusiva Escucha, Padre bondadoso, las plegarias que te dirigimos con fe, por intercesión de tu Hijo, Jesucristo, nuestro Señor, quien vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén.

Vie 23 Jul 2021

«Repartió a los que estaban sentados todo lo que quisieron»

DECIMO SÉPTIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Julio 25 de 2021 Primera lectura:2R 4,42-44 Salmo: Sal 145 (144),10-11.15-16.17-18 (R. cf. Mt 6,11) Segunda lectura: Ef 4,1-6 Evangelio: Jn 6,1-15 I. Orientaciones para la Predicación Introducción Elíseo, varón de Dios, es el heredero del espíritu de Elías (cfr. 2Re 2, 15). El continuará incansablemente la defensa del yahvismo puro. Elíseo se vale de esta ocasión para demostrar una vez más que él no es más que el portavoz del Señor. Por medio del profeta, el Señor hace oír su voz y manifiesta su voluntad. El Antiguo Testamento es sombra y figura del Nuevo. Jesucristo realizará obras semejantes a la de los profetas antiguos; pero Él es más que profeta, pues es el Verbo encarnado; la revelación del Padre. Decir un solo cuerpo, un Señor, una fe, un Bautismo es hablar de una llamada urgente a la unidad. La vocación cristiana, por la que todos hemos sido constituidos uno, exige mantener esta unidad lograda con la muerte de Cristo. En ocasiones exigirá sacrificios; de aquí que Pablo recuerde su situación de prisionero por la causa del Señor. Se recomiendan, por lo tanto, las llamadas virtudes sociales, que regulan las relaciones existentes entre los miembros de la comunidad cristiana: humildad. Esta vinculación entre los fieles está exigida por la unidad, que es característica primordial de la Iglesia. Siete son los motivos que reseña el apóstol, agrupados bajo tres elementos: la Iglesia, Cristo y el Padre. Todos formamos un solo cuerpo, vivificado por un mismo Espíritu; y todos abrigamos la misma y única esperanza: la herencia celestial. Dentro de la Iglesia, todos proclamamos a Cristo como único Señor; profesamos la misma fe que nos salva; y por el mismo Bautismo hemos sido configurados con Cristo muerto y resucitado. En fin, todos adoramos a un solo Dios, que es el Padre común de todos, por habernos constituido hijos adoptivos. La multiplicación de los panes revela a Jesús como el Mesías, que alimenta con el nuevo maná al nuevo pueblo de Dios en la celebración de la nueva pascua. Revela, asimismo, la abundancia de la nueva era: no hay medida, cada uno come lo que quiere y sobra una cantidad suficiente para alimentar a todas las generaciones presentes y futuras. El prodigio provoca una adhesión de fe, aunque imperfecta. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La segunda lectura termina con una doxología: «Bendito sea (Dios) por los siglos de los siglos. Amén». Comencemos por ahí: Dios. El Dios que predica Pablo, después de conocido el misterio de salvación en Cristo, es un Dios, Padre de todos, que lo transciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo. En Él, naturalmente, nos movemos y somos. Él es la causa de nuestro ser. Es un Dios bueno, cariñoso. Abre la mano y sacia de favores a todo viviente. Está cerca de los que lo invocan. Él da la comida a todos a su tiempo. Es, pues, un Padre bondadoso y atento. Y la atención aparece aún en los casos extremos. Hace maravillas para sacar de la necesidad al afligido. La primera lectura nos lo recuerda. Multiplicó en manos del profeta el alimento para dar de comer a un centenar de hombres. El evangelio presenta un acontecimiento semejante, aunque con sentido más profundo. La historia de Israel lo confiesa, el salmo lo canta, el evangelio lo proclama y Pablo lo predica. Dios es un Padre cariñoso. Pero sólo el hombre religioso ve en los acontecimientos de la vida diaria, en el vivir cotidiano, la mano bondadosa del Padre que nos ama. Hay que despertar el sentido religioso que se está apagando. Estamos, se suele decir, en una sociedad de consumo, de máquinas y de ruido. No sabemos apreciar los dones del Señor. Tenemos lo necesario y nos turba sobre manera la falta de lo superfluo. Debemos acostumbrarnos a dar gracias a Dios por los bienes que nos concede: pan, agua, aire; vestido, salud, … la vida. En la redacción de Juan, la escena de la multiplicación de los panes está descrita subrayando el señorío salvador de Jesús. Su persona y su palabra tienen la iniciativa en todo momento. Sin duda, Juan está releyendo el recuerdo de lo acontecido históricamente en Galilea a la "luz de la presencia del Señor Resucitado”. Al trasladar la escena de la multiplicación de los panes a la vida, se podrá apreciar cómo adquiere resonancias distintas, especialmente actuales. Dependerá de la fe, pues los signos externos parecerán rutinarios. Pero es ahí, cabalmente, en la Eucaristía, donde Jesús, en medio de la multitud hambrienta, da gracias al Padre y se multiplica Él mismo, alimento en sobreabundancia. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La bondad de Dios, Padre de todo, no en saciar nuestras hambres físicas. Va mucho más lejos. Su mano nos recoge y nos introduce en su mismo seno. Nos transporta a un mundo transcendente. Nos hace hijos suyos y partícipes de su propia felicidad. El evangelio lo proclama: Jesús Pan de Vida eterna. Ese es el profundo sentido del «signo» operado por Cristo. Cristo otorga al hombre la posibilidad de vivir para siempre. La bondad del Dios, Padre de todo, se manifiesta inefable en Jesús. Lleno de misericordia, de compasión, de cariño y afecto. Cristo es la expresión perfecta de un Dios que nos ama de forma indescriptible. Nuestro destino es la vida eterna. El relato de la multiplicación de los panes aún nos asombra. “Los pedazos de pan, antes estériles e insignificantes, gracias a la bendición de Jesús –como seno fecundo de mujer– dieron un fruto del cual hasta sobraron muchos pedazos”. Cabe anotar que los panes que Jesús multiplica no son comprados, son dados. Jesús inicia este proceso siguiendo la pregunta que le hacen sus discípulos: “¿De dónde vamos a sacar... (para dar vida)?”. Notamos así que hay una tensión entre la vida que se consigue por el propio esfuerzo y la vida que se recibe como don. Jesús muestra que la vida (plena) es don y hay que saber acogerla. El discurso del Pan de Vida va a desarrollar este tema: dar vida desde el don de la vida. Lo poco que se coloca en manos de Jesús se multiplica. Notemos tres acciones claves de Jesús: Manda que la gente se siente; toma el pan y da gracias; lo parte y da a todos. Jesús preside la mesa de la comunidad: Antes que el pan se multiplique, Jesús hace que la gente se siente. El gesto indica un “ponerse a la mesa” juntos. La idea de fondo es el de ser comunidad. Jesús ora al Padre: Siguiendo la costumbre de los padres de familia en la cultura hebrea, quienes presiden la mesa no sólo con un puesto de honor sino entonando la oración de bendición, Jesús toma el pan y eleva una oración de acción de gracias. Jesús reparte los panes y los peces: El presidente de la mesa también asume el puesto del servidor: uno por uno, Jesús coloca el pan y pescado en las manos de los comensales. Este detalle de un Jesús que actúa sin asistencia es propio de Juan (en cambio en Mt 14,19; Mc 6,41 y Lc 9,16, son los discípulos los servidores del pan que viene de la mano de Jesús). El alimento viene en última instancia de mano de Jesús. Aunque con ciertas variantes, los verbos que describen la multiplicación de los panes por parte de Jesús nos remiten a los verbos eucarísticos de la última cena. Es en la Eucaristía donde se comprende plenamente lo que está sucediendo aquí. Cristo es la figura clave. No llegamos al Dios bondadoso y transcendente sino por Cristo. Cristo realiza las obras del Padre bueno. Cristo nos da de comer su propia carne (Eucaristía). Cristo ha muerto por nosotros y ha resucitado también por nosotros: bautizados en él, morimos y resucitamos en él. La fe en él nos salva. El canto, la bendición, la acción de gracias ha de surgir espontánea después de considerar tales maravillas de amor del Dios, Padre de todo, y de Jesús, su Hijo bendito, en el Espíritu Santo. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Es tan significativa la multiplicación de los panes en los evangelios porque es el signo-milagro que simboliza y realiza, inseparablemente, la celebración del Don de Dios y la solidaridad humana. Cuando la Eucaristía queda reducida a culto y olvida el compartir, o a la inversa, termina vacía de sentido. ¿Dónde y cómo se realiza en mi vida la multiplicación de los panes? La palabra decisiva es compartir, y ¡ojalá no sea una de tantas palabras, que sólo sirven para hinchar nuestras buenas intenciones! Se multiplica mi dinero cuando no necesito guardarlo, acumularlo en los bancos o en acciones. Se multiplica mi casa cuando acoge a personas extrañas y no se abre sólo a amigos y conocidos. Se multiplica mi tiempo cuando lo invierto con los que necesitan ser escuchados. Se multiplica mi amor cuando no lo limito a los míos. Este domingo somos invitados a pensar en la Eucaristía en cómo ser más solidarios. Pero no pensaremos en gestos que tranquilicen nuestra conciencia, sino en algo que pertenezca a la vida cotidiana. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Estamos aquí todos juntos, reunidos como un cuerpo por el poder del Espíritu Santo, unidos en un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo y un solo Dios. El Señor, que sacia todas nuestras necesidades, nos congrega nuevamente alrededor de este sacramento admirable. Participemos con mucha alegría y gozo, demos gracias porque en este banquete podemos encontrar el alimento que satisface todos nuestros gustos. Monición a la Liturgia de la Palabra El Señor cumple sus promesas y satisface las necesidades más profundas del hombre pues Él da, en abundancia, a quien bien la acoge. Es Jesús el Pan bajado del cielo que llega para calmar nuestra hambre y saciar nuestra vida con su amor. Escuchemos con fe y atención la Palabra de Dios. Oración Universal o de los Fieles Presidente: La generosidad desbordante de nuestro Padre Dios, nos mueve a dirigirnos a Él en oración, para pedir por las necesidades del mundo y de la Iglesia. Digamos juntos: R. Padre de amor, escúchanos 1. La Iglesia, a través de sus ministros ordenados, religiosos y fieles es consciente de las múltiples necesidades. Oremos por ella, para que, se esmere en distribuir siempre el pan de la Eucaristía. 2. En el mundo hay demasiada pobreza y miseria. Oremos por los gobernantes de todas las naciones, para que, atentos siempre a cuantos sufren por cualquier motivo, respondan con prontitud a tantas dificultades. 3. A nuestro alrededor viven muchos ancianos, enfermos, discapacitados, reclusos, desplazados, desempleados. Oremos por ellos, para que, nuestra caridad sea cada vez más sincera con cada uno de nuestros hermanos. 4. En toda celebración eucarística somos testigos del amor de Dios, manifestado en la multiplicación del pan de la Eucaristía. Oremos por cuantos estamos reunidos, para que, renovados con la gracia sacramental caminemos hacia la patria celestial reconfortados por el Pan de la Vida. En un momento de silencio presentemos al Padre, nuestras intenciones personales… Oración conclusiva Dios misericordioso, atiende las súplicas que te hemos presentado, y renueva en todos nosotros el deseo de vivir siempre unidos a Ti, saciados de tus dones y reconfortados por tu providencia. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.

Jue 15 Jul 2021

Andaban como ovejas que no tienen pastor

DECIMOSEXTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Julio 18 de 2021 Primera lectura: Jr 23,1-6 Salmo: Sal 23(22),1-3a.3b-4.5-6 (R. 1) Segunda lectura: Ef 2,13-18 Evangelio: Mc 6,30-34 I. Orientaciones para la Predicación Introducción Los pastores que no siguen el camino de Dios dejan de ser principio de unidad para el rebaño y se convierten en foco de dispersión. Las ovejas, el pueblo de Dios, sólo se dejan conducir por los pastores cuya voz recuerda la del Señor. El profeta amonesta a los pastores porque el pueblo se encuentra disperso y sin esperanza; sin embargo, el fallo de los pastores no aleja el amor de Dios, quien siempre buscará pastores que apacienten el rebaño. Dios dará un nuevo pastor que restaure y una a su pueblo. San Pablo declara a los efesios que el plan misterioso de Dios se ha revelado ya en Cristo, comenzando en él a vivir un hombre nuevo capaz de unir con un mismo Espíritu a judíos y gentiles. Se nos ofrece también una de las verdades teológicas más impresionantes del Nuevo Testamento: Él es nuestra paz. Con ello se presenta la obra de Cristo como una restauración de las relaciones amistosas entre Dios y el hombre, rotas por el pecado. El fruto de la reconciliación es la paz y la amistad. La reconciliación es un proceso objetivo y real. Es Cristo mismo el signo y la realidad de esa reconciliación de Dios y la humanidad. El pasaje del evangelio nos muestra un relato de transición, que nos prepara a la primera multiplicación de los panes. A la vuelta de los apóstoles de su primera misión, Jesús escucha sus experiencias y los invita a un tiempo de retiro, descanso y reflexión, en un gesto que manifiesta la delicadeza humana de Cristo, pero la realidad que se impone en forma de muchedumbre ansiosa: “ovejas sin pastor”. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Los textos de hoy se refieren, especialmente, a los responsables de la comunidad cristiana: obispos y sacerdotes. Pero se aplican perfectamente a todos los que tienen alguna responsabilidad respecto a personas. Vale la pena observar en las lecturas de este día: * La promesa del Señor de conducir a su Pueblo mediante líderes responsables, dignos, sabios y generosos, según el corazón de Dios. Es Jesús el pastor mesiánico, en quien se cumple lo anunciado por Jeremías. * La pedagogía de Jesús respecto al Reino. Ante el rechazo de Israel, Jesús va concentrando su misión en los Doce, preparándolos para cuando Él muera. * La sabiduría práctica de entrega y descanso que Jesús busca para sí y los suyos; pero que, en definitiva, sólo el amor juzga. Un buen tema de discernimiento, cuando una persona es responsable y, además, vive la responsabilidad incondicionalmente y la fundamenta en el amor incondicional de Jesús, entregando su servicio hasta no tener tiempo ni siquiera para comer. Es difícil discernir cuando la responsabilidad nace de la necesidad de amar y no reservarse. Sin embargo, no siempre el amor es «discreto»; y, fácilmente, la necesidad de no reservarse depende de otra necesidad, la de «estar a la altura» de la situación, de modo que uno no puede permitirse defraudar a los demás ni a la propia conciencia. Parece generosidad, pero no; es amor de libertad interior. El amor de libertad interior nunca se reserva, incluso cuando descansa, pues lo hace para entregarse más y mejor a los demás. Lo que pasa es que la vida obliga en ocasiones a prescindir de análisis, y no tienes otro remedio que olvidarte del todo de ti. Hay un momento en el proceso de crecimiento del amor en que ya no se distingue entre entrega y descanso: «todo es uno». 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Las lecturas nos obligan de nuevo a reflexionar sobre el misterio de Cristo. Si atendemos a la primera lectura, al salmo responsorial y al evangelio, podríamos representarnos a Jesús bajo la figura del Pastor. La primera lo anuncia, el segundo lo canta, el tercero lo constata. Jesús, el Pastor de Dios. Efectivamente, las ovejas que andan descarriadas encuentran en Jesús su auténtico Pastor. Como Pastor tiene lástima de ellas, las reúne en torno a sí, les enseña con calma. El las hace recostar en verdes y jugosas praderas, las abreva en arroyos tranquilos y claros, las conduce con seguridad y aplomo. No espantan las cañadas oscuras, él va delante de ellas; su «cayado» - la Cruz - es cobijo y orientación, por una parte, y, por otra, arma terrible contra los enemigos. La mesa, la copa, el perfume de acción de gracias pueden recordarnos la Eucaristía, alimento de las ovejas. Sin temor a errar caminan hacia la Casa del Padre. El Espíritu del Señor va con ellas. Las ovejas forman un rebaño, uno solo, por más que por un tiempo estuvieran dispersas. Dos pueblos separados forman uno. No hay judío ni griego, ni señor ni esclavo. Todos hermanos en el Señor. Urge, hoy día, fomentar el sentimiento de hermandad que debe caracterizar al rebaño del Pastor. Las separaciones impuestas por la historia, por la raza, por intereses personales o nacionales, no tiene ya sentido. Jesús nos ha hermanado a todos en su sangre de una vez para siempre. ¿No suspira hoy el mundo entero por la unidad y la comprensión? ¿Dónde quiere encontrarlo? Ahí está el Pastor de la humanidad, no hay otro. El rebaño debe dar señales de ello. Jesús, Pastor, trae la paz. ¿Qué más desea el mundo que la paz? Jesús es la paz. Paz con Dios, paz de unos con otros. Él da la vida por sus ovejas. Jesús nos lleva a Dios. ¿Qué más puede desear el hombre que alcanzar a Dios? Jesús nos conduce a él. ¿Qué decir de los malos pastores? ¡Ay de ellos! ¿Somos buenos pastores? ¿Qué buscamos en el ejercicio de nuestra pastoral? ¿A nosotros mismos? ¿Ahuyentamos, desperdigamos, abandonamos el rebaño? ¡Ay de nosotros! ¿Somos la paz? ¿Creamos la paz? ¿Vivimos la hermandad? ¿Nos dejamos llevar por el Espíritu de Cristo en ver los demás hermanos en Cristo? ¿Qué papel desempeña en nuestra vida nuestra nación, nuestra provincia, nuestro pueblo? ¿Separa, disgrega, destroza? Hay un solo pueblo, un solo rebaño. Por ello murió Cristo. ¿Somos buenas ovejas? ¿Nos dejamos conducir? ¿Sabemos derribar con nuestra vida el odio, la envidia, el rencor de siglos que tiene separada la humanidad? ¿Confiamos en el Señor? ¿Es en realidad nuestro Pastor? ¿O son quizás los líderes políticos los que nos apasionan más que Cristo? Pensemos, meditemos y actuemos en consecuencia. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? La misericordia o el amor de Cristo a los hombres como razón íntima de su apostolado, y la necesidad del reposo, de la soledad, en medio de la actividad misionera. La misericordia del Padre es una faceta de su amor y es una de las primeras experiencias salvíficas que ha tenido la humanidad. Jesús es la plena experiencia de esta misericordia: la ofrece repetidas veces; la pone como pieza clave en su enseñanza y es el secreto íntimo de toda su actividad misionera. El descanso y la soledad están relacionados con el «discipulado» de los Apóstoles: es el tiempo necesario para vivir bajo el influjo directo de la Palabra de Jesús, puesto que han de ser embajadores suyos. Toda actividad apostólica cristiana deberá ser aprendida en soledad, en contacto personal con el Señor, y partir de una experiencia de la misericordia del Padre, que ha de ser su móvil auténtico. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa El Señor, que es el Buen Pastor, nos convoca y reúne cada domingo como una sola familia, como un solo pueblo miembros de un mismo Cuerpo, para que celebremos este Banquete Pascual de su amor. Participemos con mucha fe y renovemos en esta Eucaristía nuestro compromiso cristiano de ayudar a toda la humanidad a encontrar los caminos de paz y verdadero progreso; de verdad y felicidad. Monición a la Liturgia de la Palabra El Señor reconoce la necesidad de su pueblo y viéndolo desorientado nos enseña con sus acciones la tarea y misión de un verdadero pastor. ¿Cómo lo hace? ¿A qué nos invita? Escuchemos con atención la palabra de Dios. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Unidos en oración, como una sola familia y como un solo rebaño que reconoce a Jesús, como pastor y paz verdadera, elevemos nuestras oraciones y súplicas a Dios Padre, diciendo: R. Padre misericordioso, escúchanos 1. Pidamos por la Iglesia Universal, por sus ministros ordenados, sus religiosos y fieles laicos; que todos tengan el corazón compasivo de Jesús. 2. Pidamos por quienes son responsables del gobierno de las naciones; que mantengan vivo su empeño por alcanzar la paz y la justicia. 3. Pidamos por todos aquellos que tienen dificultades o problemas y por cuantos sufren; que la presencia de Jesús los conforte y reanime. 4. Pidamos por todos los que nos encontramos participando de esta Eucaristía; que trabajemos a ejemplo de Jesús, Buen Pastor buscando la unidad de los pueblos: instruyendo, enseñando, acompañando, pero sobre todo sembrando paz. En un momento de silencio presentemos nuestras intenciones personales… Oración conclusiva Dios de bondad y misericordia, que te compadeces continuamente de nosotros, oye los ruegos de tu familia santa para alcanzar un día la paz. Por Cristo nuestro Señor. R. Amén.

Mié 7 Jul 2021

Él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo

DECIMOQUINTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Julio 11 de 2021 Primera lectura: Am 7,12-15 Salmo: Sal 85(84),9ab+10.11-12.13-14 (R. cf. 9b) Segunda lectura: Ef 1,3-14 (forma larga) o Ef 1, 3-10 (forma breve) Evangelio: Mc 6,7-13 I. Orientaciones para la Predicación Introducción La Palabra de Dios en consideración nos presente tres temas que iluminan nuestra oración: • El envío, como parte importante de la vocación, tiene una motivación base: escuchar la voz de Dios y querer anunciarla. • Sentirse enviado es tomar conciencia del compromiso evangelizador que se tiene en favor de los hermanos. • Enviados a todos, sin exclusivismos, así como el Padre desde siempre ha elegido y enviado a su Hijo a toda la humanidad. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La misión del Hijo se va desarrollando según el querer del Padre y ésta se multiplica por doce en la persona de sus discípulos. Descubramos en este domingo a Jesús como el misionero del Padre que nos llama y envía a todos. Amós, trabajador del campo y pastor de ovejas, inicia su misión profética en un ambiente de rechazo, porque debe hablar a quienes no desean escucharlo. Desde su tierra natal, Técoa, debe ir a profetizar a Betel invitando a cambiar las estructuras, la manera de ver a los pobres, a quienes sufren; así ataca las enormes diferencias sociales, los abusos de poder y la pérdida de fraternidad. En medio de todas las dificultades, donde la justicia y el derecho se ven resquebrajados, el salmista apela a la misericordia de lo alto: Dios anuncia a los suyos la paz. Es una promesa cumplida, es bendición venida del cielo, como lluvia que empapa la tierra. Para san Pablo toda la humanidad, sin distinción alguna, está en Cristo. Por él todos son elegidos, destinados a ser hijos en el Hijo, sentir la misericordia de Dios y caminar como hermanos hacia Cristo, fin de todo el plan divino. El Evangelio de san Marcos presentado el domingo anterior culminaba con la presentación de Jesús predicando en los pueblos de alrededor de Nazaret, su tierra. Hoy, los discípulos, llamados a estar con él, están invitados a asumir el estilo de vida de Jesús. Por ello el punto de partida de este camino es el envío de los doce. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? El envío es la esencia de la vocación. Jesús llama a los doce, los envía y les da poder para efectuar la misión. Jesús no pierde la centralidad del relato: él llama hacia él y envía. También hoy, a nosotros, en medio de las circunstancias que vivimos, Jesús nos llama a “estar con él” y “nos envía a predicar”. Hay que tener muy presente y dimensionar lo que significan ambas facetas del seguimiento: se trata de estar con él, es decir, ser sus discípulos, aprender de él, compartir con él, permanecer en él; y, en segunda instancia, se trata de predicarlo, anunciarlo y testimoniarlo. También significa que, como discípulos y enviados no vamos en nombre propio, sino como testigos de una experiencia discipular, como testigos de un anuncio recibido. El mensaje de Aparecida ha querido resaltar para toda la Iglesia latinoamericana esa doble condición que nos hace de verdad cristianos: discípulos y misioneros. Hoy también, escuchando las instrucciones de Jesús para la misión, nos podemos preguntar: ¿qué llevar para el camino? ¿Cómo debe ser la reacción frente al éxito o fracaso misionero? La misión debe ser itinerante, no sedentaria, es decir, deberá estimular a caminar de nuevo, a encontrarse de nuevo, al desapego de los resultados, a la libertad interior y exterior. Ser enviados, es decir, ir de camino, significa que no nos está permitido instalarnos en comodidades. Si el enviado acumula y se llena de seguridades pasajeras, pierde el ritmo del camino, no ve el sentido de éste y puede declinar de su misión. La libertad, manifestada en el texto en no llevar alimentos, ni dinero, ni alforja, supone la total disponibilidad para compartir la experiencia de Cristo. Si el misionero viene en son de paz, desprendido de bienes, encontrará la benévola acogida de quienes lo escuchan; de este modo se acompaña el inicio del camino de fe de quienes acogen al enviado, para que luego estos hermanos divulguen con su palabra y obra, el encuentro que se ha tenido con el maestro. La orden expresa de Jesús: “Al entrar en una casa, quédense allí…” (6,10) lleva a reflexionar en el verdadero sentido del envío que deja, en los destinatarios, al mismo Jesús; es él quien entra, quien permanece, quien debe quedar. Y en esta experiencia sembrada en el corazón de los otros, se funda el verdadero sentido de formar comunidad. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Nuestra plegaria se eleva a Dios para dar gracias porque nos ha llamado a estar con él y porque nos prepara para enviarnos desde la experiencia de encuentro y amor con él. Pero también le pedimos que aparte a sus enviados de los caminos fáciles y acomodados, para que así puedan reconocer en los rostros de los hermanos el rostro de Dios amor. Que el envío que tantos asumen hacia los hermanos haga vida siempre aquello a lo que la oración colecta de este domingo nos ha invitado: que muchos descubran a Jesús, luz verdadera, y vuelvan al camino. Que el testimonio de vida de los discípulos lleve a quienes los escuchan a rechazar todo aquello indigno del ser cristiano y asumir la llamada del Señor a ir a tantos que no lo conocen. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Bienvenidos hermanos a esta celebración eucarística, hoy en el día del Señor. La Eucaristía, es el centro de la vida cristiana, ella nos nutre y llena de esperanza. En este Domingo, se nos invita a reflexionar acerca de nuestra vocación cristiana, que nos impulsa a llevar la Palabra de Dios, y que nos constituye como profetas y enviados a predicar su Reino a los que están a nuestro alrededor. Que el Espíritu Santo nos llene de gozo para celebrar el nombre del Señor y hablar en su nombre a toda criatura. Participemos con fe y alegría de esta celebración. Monición a la Liturgia de la Palabra Dios nos ha elegido por pura iniciativa suya para ser sus hijos; por esta razón él nos envía para proclamar su mensaje en medio de nuestros hermanos, los cercanos y lejanos. Escuchemos con atención la palabra de Dios, que es vigor para nuestra misión evangelizadora. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Elevemos nuestras súplicas al Padre del Cielo, que es rico en misericordia, quien en Cristo nos invita a todos a participar en este memorial y en la entrega del Cuerpo y la Sangre de su Hijo como alimento que nos fortalece en la vida divina. Digamos con fe: R. Dios de bondad, escúchanos 1. Por la Iglesia, para que, movida por la fuerza de tu Palabra, siga ayudando a los enfermos, lleve consuelo a los corazones agobiados y, con espíritu profético, sea manifestación de tu Reino entre los hombres. Oremos. 2. Por los gobernantes, para que, inspirados en la justicia y la paz, trabajen incansablemente por el bien de sus hermanos. Oremos. 3. Por los más necesitados, especialmente por aquellos que no conocen la Palabra de Dios y viven sin esperanza, y sin ilusión, para que en este día se sientan abrazados por el amor de Dios y la fraternidad del prójimo. Oremos. 4. Por nosotros, para que iluminados con la Palabra y fortalecidos por el banquete eucarístico, seamos verdaderos discípulos y misioneros, y participemos activamente en la tarea evangelizadora de la Iglesia. Oremos. En un momento de silencio presentemos al Padre, nuestras intenciones personales Oración conclusiva ¡Oh Dios! Que nos envías para dar a conocer tu Palabra, escucha bondadoso las plegarias que te presentamos. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén

Jue 1 Jul 2021

No desprecian a un profeta más que en su tierra

DECIMOCUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Julio 4 de 2021 Primera lectura: Ez 2,2-5 Salmo: Sal 123 (122),1-2a.2bcd.3-4(R. 2d) Segunda lectura: 2Co 12,7b-10 Evangelio: Mc 6,1-6 I. Orientaciones para la Predicación Introducción La Palabra de Dios que se nos ofrece para esta celebración nos presente tes ideas temáticas para nuestra escucha y reflexión: • Por el bautismo hemos sido constituidos “profetas”, para hablar, anunciar y denunciar, la Palabra de Dios. • No se puede vivir la vocación profética sin que ésta se fundamente en una experiencia viva de Cristo en nuestra vida, a través de la escucha de la Palabra y de la oración. • Estamos invitados a reconocer a Cristo y su mensaje en las realidades cotidianas de nuestra vida: familia, trabajo, estudio… 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? A partir del Evangelio, el mensaje de la Palabra en este domingo se centra en Cristo como profeta, quien, aún en medio de la incomprensión y el cuestionamiento de sus “paisanos”, anuncia la salvación de Dios. La breve lectura de Ezequiel, profeta que vivió su vocación en un contexto histórico muy complejo, pues el pueblo estaba en pleno destierro, da cuenta de la dificultad que entraña el anuncio de la palabra del Señor, especialmente por la testarudez o rebeldía del pueblo. No obstante, el llamado de Dios al profeta es un imperativo misionero para que este pueblo sepa que hay un profeta en medio de él. San Pablo, escribiendo a la comunidad de Corinto, nos presenta esta realidad desde otro punto de vista: el apóstol o el profeta experimenta también la fragilidad personal. Frente a esta conciencia de debilidad, el apóstol hace una profesión de fe en el Señor que le dice: “mi gracia te basta; la fuerza se realiza en la debilidad”. Con plena confianza en la gracia del Señor, el apóstol afirma: “vivo contento en medio de las debilidades”; y extiende esta certeza a todas las demás dificultades que puedan aparecer en el ejercicio de su misión: “insultos, privaciones, persecuciones y todas las dificultades sufridas por Cristo”. El pasaje del Evangelio nos permite contemplar a Cristo, que resulta motivo de escándalo para sus conciudadanos a causa, justamente, de la enseñanza y de los milagros que realiza. En el texto paralelo de San Mateo se lee que sus paisanos “desconfiaban de él” (13,57). El escándalo o la desconfianza se convierten en un obstáculo para que Jesús haga los milagros, porque demuestran la falta de fe. No obstante, el trozo del Evangelio asegura que el Señor continúa la misión evangelizadora: “recorría los pueblos de alrededor enseñando”. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? El mensaje de la palabra hoy, para todos nosotros, lo podemos enfatizar en tres invitaciones: * Una experiencia más viva de Cristo en nuestra vida: se trata de propiciar un encuentro personal y una relación más estrecha con Dios, a través de la oración, de la escucha de su Palabra, de la gracia de los sacramentos, en fin, de la más plena conciencia de ser hijos de Dios y testigos de su amor. Hay que tener presente que nuestra vida cristiana no será realmente testimonio, si no se fundamenta en esta experiencia de Cristo, pues es la garantía de “autenticidad” profética. Si no es así, nuestras palabras y obras corren el riesgo de ser vacías e infructuosas. * Ser profetas, aunque encontremos oposición: como bien lo sabemos el profeta no es un adivino, sino uno que habla en nombre del Señor y que transmite la propia experiencia de su amor. Como bautizados, todos somos profetas; es necesario que asumamos con valentía esta misión: hablar, anunciar y denunciar, ofrecer un testimonio público de nuestra fe. Como para Jesús y para los profetas del Antiguo Testamento, también hoy se nos presenta oposición, rechazo y crítica, pero contamos con la gracia del Señor que nos fortalece y hace fecunda la misión. * Conciencia de las propias debilidades y confianza en la gracia de Dios: quizás un freno a la vocación profética son nuestras propias faltas y debilidades; por eso la palabra también tiene un llamado a la confianza en la fuerza del Señor y a la conversión a partir de ella. La conversión del profeta, además de ser un imperativo, es también un signo de la aplicación del mensaje a la propia vida y de la eficacia de la gracia del Señor. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Las palabras del profeta Ezequiel, escuchadas en la primera lectura de nuestra asamblea dominical, nos invitan a alabar a Dios porque está en medio de nosotros, en los vaivenes de la vida cristiana, familiar, social, laboral… él siempre está animándonos y su palabra nos respalda: “Hijo de Adán, yo te envió…” Es bueno dar gracias a Dios por aquellos hombres y mujeres, bautizados, que hablan de Dios con sus palabras y obras a los suyos. Que nuestra oración se extienda también por quienes los escuchan, para que, abiertos a la fe, valoren y vean en ellos a un Dios cercano, que habla en lo cotidiano de la vida. Que el Espíritu Santo anime en cada momento nuestro profetismo, para vivir en la santa alegría de reconocer a Jesús, el profeta del Padre, y ser, en medio de los nuestros y de los lejanos, signo de Dios. Que nuestra plegaria llegue a Dios, en quien tenemos puesta nuestra fe, esperando su misericordia. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hermanos, nos congregamos como Iglesia para celebrar el memorial de la Nueva Alianza, en la cual hemos sido salvados. Así pues, levantemos nuestros ojos al Señor, implorando su infinita misericordia, para que, nos dé la fuerza en la debilidad y la gracia en los momentos más difíciles, para salir victoriosos y fortalecidos en la lucha para implantar su reinado entre nosotros. Con estas disposiciones, y con el corazón lleno de gozo, participemos con fe y alegría de esta celebración eucarística. Monición a la Liturgia de la Palabra El Señor, a través de su Palabra, nos hace un llamado de atención como humanidad, nos llama a levantar de nuevo nuestros ojos a Él e implorar su misericordia, que es infinita e inagotable. También, nos invita a confiar en su gracia que nos basta y que obra en nosotros, y a ser “profetas” de su amor en medio de un mundo que parece olvidarse del Señor. Con el corazón lleno de gozo por saber que tenemos un Dios misericordioso, escuchemos con atención la Palabra de Dios. Oración Universal o de los Fieles Presidente: La experiencia con Cristo fortalece el amor y la entrega solidaria al otro; elevemos nuestra oración para que, nuestro clamor humilde y sincero, sea escuchado por Dios Padre, supliquémosle diciendo: R. Dios de misericordia, escúchanos 1. Por el Papa Francisco, los obispos, sacerdotes y diáconos, que han aceptado la misión profética, para que vivan con fidelidad y en todo momento sientan la gracia de Dios que los acompaña en su tarea misionera. 2. Por los gobernantes y los encargados de legislar en bien de las personas, para que en todo busquen el bien común y promuevan leyes justas a favor de la vida de las personas. 3. Por los que sufren en el alma y en el cuerpo, para que comprendan que en su debilidad triunfa el poder de Cristo, que los fortalece en su cuerpo y en su espíritu. 4. Por los que participamos en esta Eucaristía, para que mantengamos encendida la llama de la fe, y vivamos la vocación profética que hemos recibido en el bautismo, y estemos siempre dispuestos a seguir a Cristo que es nuestra fuerza. En un momento de silencio presentemos al Padre, nuestras intenciones personales Oración conclusiva Escucha, Padre misericordioso, las oraciones que, ilumínanos con la luz de tu Espíritu, te hemos presentado con fe. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén

Dom 27 Jun 2021

"¿quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?"

SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES Junio 29 de 2021 Primera lectura: Hch 12,1-11 Salmo: Sal 34(33),2-3.4-5.6-7.8-9 (R. 5b) Segunda lectura: 2Tm 4,6-8.17-18 Evangelio: Mt 16,13-19 I. Orientaciones para la Predicación Introducción Tres temas se pueden destacar hoy en la Solemnidad de san Pedro y san Pablo: • La Iglesia, obra del Señor, la Iglesia confesante, • La Iglesia martirial, • La Iglesia de la esperanza. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El texto de los Hechos de los Apóstoles nos relata que aquel momento fue de grave crisis para la comunidad cristiana. Tenían problemas con las autoridades religiosas y con las civiles. Herodes Agripa, nieto de Herodes el Grande, para agradar a los judíos, empezó a perseguir a la Iglesia y, así, había mandado decapitar a Santiago, encarceló a Pedro y todos temían lo peor. La comunidad "oraba insistentemente a Dios por él". Y, en efecto, el ángel lo liberó de un modo milagroso. El mismo Pedro no se lo acababa de creer: "Pues era verdad: el Señor ha enviado a su ángel para librarme". La de aquella noche fue una gran experiencia para la comunidad. Lucas dice que era la semana de Pascua: en cierto modo, se repetía el acontecimiento del éxodo liberador del pueblo en Egipto y el de la resurrección de Jesús de entre los muertos. En esta ocasión era Pedro el liberado de la cárcel. En la carta a Timoteo esta vez es Pablo el que está en la cárcel, prisionero en Roma, como un malhechor, sintiéndose abandonado de todos, sin hacerse ilusiones sobre cuál va a ser el final de su prisión, la condena a muerte: "El momento de mi partida es inminente". El que se entregó a Cristo a lo largo de sus trabajos apostólicos, está casi deseando unirse a él con la ofrenda de su propia vida, imitando su sacrificio pascual. Mirando hacia atrás, puede sentirse satisfecho de la labor realizada: "He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe". Lo que no le abandona es la confianza en Dios: "Me aguarda la corona merecida: el Señor me ayudó y me dio fuerzas; el Señor seguirá librándome de todo mal". En el evangelio a la pregunta de Jesús "¿quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?", responde impetuoso, como siempre, Pedro, en nombre de los demás. Y recibe por ello no sólo la alabanza de Jesús, sino lo que podríamos llamar "la investidura" en el papel de responsable de la comunidad: le llama Pedro, Piedra (Cefas), y le encomienda las llaves del Reino. Al "tú eres el Mesías" le sigue el "tú eres Pedro". En otras ocasiones le encomendará ser el pastor de la comunidad, o pescador de hombres. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Celebramos hoy, unidos en un entrañable recuerdo, la fiesta de estos dos grandes apóstoles, Pedro y Pablo, columnas de la Iglesia y testigos -cada uno desde su personalidad propia- de la fe y del amor a Cristo. Pedro era pescador, de Betsaida. Pablo, un judío de Tarso, en la actual Turquía, de la tribu de Benjamín, de formación farisea. Ambos fueron llamados por Cristo Jesús: el uno, junto al lago de Genesaret; el otro, en el camino de Damasco, donde iba para perseguir a los cristianos. Ambos respondieron con prontitud y se convirtieron o murieron juntos. Pedro fue mártir en el circo de la colina del Vaticano, en tiempos de Nerón. Pablo, poco más tarde, en la vía Ostiense, camino del mar. El primero, según una tradición muy antigua, crucificado cabeza abajo, porque no se sentía digno de morir como su Señor y Maestro. El segundo, decapitado. Cada uno de ellos tiene una basílica dedicada en el lugar de su martirio, -en el Vaticano y en la vía Ostiense-, basílicas levantadas en el siglo IV por Constantino, apenas iniciada la era de paz para la Iglesia. La fiesta de hoy nos estimula, ante todo, a aumentar nuestra conciencia de Iglesia y, en concreto, de "Iglesia apostólica". El fundamento de nuestra fe es siempre Cristo Jesús; pero él mismo quiso que Pedro y los demás apóstoles fueran los fundamentos visibles, puntos de referencia de la unidad, de la fe, de la caridad. Como ahora lo sigue siendo el Papa al frente del colegio episcopal, que preside la comunidad desde la caridad y merece nuestro respeto y nuestra aceptación, porque Cristo ha querido una comunidad eclesial apostólica, basada en el ministerio de los apóstoles y sus sucesores. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Pedro y Pablo nos enseñan a superar con valentía las dificultades que podamos encontrar en nuestro camino. En nuestra vida de cristianos y de testigos de Cristo, seguro que habrá días nublados, de abatimiento y de ansia. El salmo responsorial lo podemos aplicar a tantos momentos de nuestra historia, eclesial y personal. "El ángel del Señor librará a los que temen a Dios". Como dice con gozosa confianza el salmista: "Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias". Pedro lo experimentó en la noche de la cárcel, en un momento crítico para toda la comunidad. Pablo sintió la ayuda de Dios a lo largo de sus muchas peripecias apostólicas, cuando también él sentía dudas y miedos, y tenía que saltar por encima de obstáculos que parecían insalvables. La Iglesia lo ha podido constatar a lo largo de dos mil años de existencia. Ojalá cada uno de nosotros, que seguramente sabe lo que es pasar por momentos de crisis y angustia, pueda experimentar, al recurrir a Dios, cómo nos alcanza su ayuda y su fuerza salvadora: "Y lo salva de sus angustias: me libró de todas mis ansias". II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Celebramos hoy la solemnidad de los apóstoles San Pedro y San Pablo. Ellos fueron columnas de la Iglesia y heraldos del Evangelio. Hoy recordamos especialmente también al Papa, Obispo de Roma y sucesor de San Pedro y pedimos al Señor que siga velando por su Iglesia. Monición a la Liturgia de la Palabra La liturgia de la Palabra nos muestra hoy que la fidelidad de los apóstoles Pedro y Pablo a su misión les llevó a la cárcel, a la persecución y finalmente al martirio. Ellos han recorrido el mismo camino de amor y dolor que el Señor. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Animados por la fe y por la caridad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, presentemos a Dios Padre nuestras súplicas. Respondamos a cada una diciendo: R. Aumenta, Señor, nuestra fe 1. Para que el Santo Padre, el Papa Francisco, gobierne, con la sabiduría del Espíritu y la firmeza de la fe apostólica, a la Iglesia del Dios vivo. Roguemos al Señor. 2. Para que Dios, que envió́ a Pablo a anunciar el mensaje de salvación a todos los pueblos, envíe hoy también sacerdotes que proclamen el Evangelio en nuestra diócesis y en todo el mundo. Roguemos al Señor. 3. Para que los responsables del gobierno de las naciones, como servidores de Dios, procuren siempre la justicia y el bien de los ciudadanos. Roguemos al Señor. 4. Para que los que sufren persecuciones y están encarcelados a causa de su fe obtengan su libertad por la oración perseverante de la Iglesia. Roguemos al Señor. 5. Para que quienes nos encontramos reunidos hoy aquí́ perseveremos firmemente cimentados en la doctrina apostólica y en la integridad de la fe y anunciemos a Cristo al mundo. Roguemos al Señor. Oración conclusiva Señor Dios nuestro, por la intercesión de San Pedro y San Pablo, recibe las súplicas que te hemos presentado con fe. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.

Mié 23 Jun 2021

“No temas; basta que tengas fe”

DECIMOTERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Junio 27 de 2021 Primera lectura: Sb 1,13-15;2,23-24 Salmo: Sal 30 (29),3-4.5-6.12ac-13 (R. 2a) Segunda lectura: 2Co 8, 7.9.13-15 Evangelio: Mc 5,21-43 (forma larga) ó Mc 21-24.35b-43 (forma breve) I. Orientaciones para la Predicación Introducción En este domingo se nos ofrecen tres ideas fundamentales en el Evangelio de san Marcos: Cristo resucita a los difuntos, la muerte es transformada por Cristo y la esperanza de los cielos nuevos y de la tierra nueva. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Algunas ideas fundamentales de las lecturas de este domingo que nos ayudan en la preparación de la predicación orante son: El libro de la Sabiduría, que es un canto a la sabiduría verdadera según la mentalidad de Dios, nos ofrece hoy una página sobre la razón de ser de la muerte, uno de los interrogantes que siempre ha preocupado a la humanidad. El tema ha sido escogido hoy como primera lectura, para preparar el gran milagro de Jesús que resucita a la hija de Jairo. En la misma línea el salmista expresa su confianza en esa voluntad salvadora de Dios, a pesar de la muerte: "sacaste mi vida del abismo... cambiaste mi luto en danzas". Por eso alaba a Dios: "te ensalzaré, Señor, porque me has librado". La segunda carta a los corintios nos habla hoy de la colecta por la Iglesia de Jerusalén, que se hallaba en situación de estrechez. Pablo se dedicaba en esta época a recoger dinero para aquella comunidad, y ahora escribe a los de Corinto para decirles que pronto vendrán unos enviados suyos a recoger su aporte: en el texto de hoy les exhorta a ser generosos. Y en el evangelio de Marcos se nos narra dos milagros de Jesús, intercalados el uno en el otro, y los dos realizados a beneficio de dos mujeres. El jefe de la sinagoga, Jairo, le pide humildemente que cure a su hija. Cuando va camino de la casa de Jairo, se le acerca una mujer que sufre hemorragias incurables, y queda curada "inmediatamente" con sólo tocarle el borde de su vestido. Jesús le alaba la fe que ha mostrado. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Las dos escenas del evangelio de hoy son muy expresivas del poder salvador de Jesús sobre la enfermedad y la muerte, dos realidades muy presentes en nuestra historia y que nos preocupan notablemente. La enfermedad es la experiencia de nuestros límites, y muchas veces, además del dolor, nos hace experimentar la soledad, la impotencia, el tener que depender de los demás, perder, junto con la salud física, también las fuerzas espirituales y la ilusión. Pero sobre todo nos preocupa el enigma de la muerte, ante el que caben reacciones de desesperación o fatalismo, de rebelión o de aceptación progresiva. Ante el gran interrogante de todos los tiempos, ¿por qué la muerte?, las lecturas de hoy no nos proporcionan la solución, por mucha fe que tengamos en Cristo Jesús, pero sí nos iluminan para que sepamos aceptarla desde la fe en Dios. Es importante cómo el evangelio nos da una perspectiva más esperanzadora. Cristo ha venido a dar vida: "para que tengan vida, y la tengan en abundancia". Muestra su poder sobre la enfermedad humana, curando a la mujer, y su poder sobre la muerte resucitando a la hija de Jairo. Desde la perspectiva de Cristo, la muerte no es definitiva: "la niña está dormida". Es una muerte transitoria. En el plan de Dios la muerte no es la última palabra, sino el paso a la existencia definitiva. El mismo, Jesús, resucitará del sepulcro a una nueva vida. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Nos dice el papa Francisco: “Jesús se inclina ante el sufrimiento humano y cura el cuerpo; y el espiritual: Jesús vino a sanar el corazón del hombre, a dar la salvación y pide fe en él. En el primer episodio, ante la noticia de que la hija de Jairo había muerto, Jesús le dice al jefe de la sinagoga: “No temas; basta que tengas fe”, lo lleva con él donde estaba la niña y exclama: “Contigo hablo, niña, levántate”. Y esta se levantó y se puso a caminar. San Jerónimo comenta estas palabras, subrayando el poder salvífico de Jesús: ‘Niña, levántate por mí: no por mérito tuyo, sino por mi gracia. Por tanto, levántate por mí: el hecho de haber sido curada no depende de tus virtudes’”. El Cristo que curó a la mujer con sólo su contacto, el Cristo que tendió́ la mano a la niña y la devolvió́ a la vida, es el mismo Cristo que en su Pascua triunfó de la muerte, experimentándola en su propia carne. Es el mismo que ahora sigue, desde su existencia gloriosa, estando a nuestro lado para que tanto en los momentos de debilidad y dolor como en el trance de la muerte sepamos dar a ambas experiencias un sentido pascual, incorporándonos a él en su dolor y en su destino de victoria y vida. También nuestra Iglesia debe ser "dadora de vida" y transmisora de esperanza, cuidando a los enfermos, como ha hecho a lo largo de la historia, poniendo remedio a la incultura y defendiendo la vida contra todos los posibles ataques del hambre, de las guerras, de las escandalosas injusticias de este mundo, del terrorismo, así́ como de las perspectivas radicales del aborto o de la eutanasia o de la pena de muerte. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Bienvenidos todos a esta casa de oración y a la celebración de la eucaristía dominical. Esta es la fiesta de Jesús. Nos convoca a todos para hacernos partícipes de su amor y su perdón. Venimos a tocar y ser tocados por el poder sanador de Jesucristo. Celebremos con fe esta reunión de hermanos. Monición a la Liturgia de la Palabra La vida, la salud, levantar a los débiles son muestra de la generosidad de Dios. Dios es autor de la vida y se complace en ella, en la vida de sus criaturas. Escuchemos la voz de nuestro Dios y acudamos con fe a Él. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Oremos a Dios autor de la vida y presentemos nuestras necesidades diciendo: R. Dios de la vida, atiende nuestras súplicas 1. Oremos por la Iglesia, sus pastores y sus fieles, para que todos vivamos la vida en actitud agradecida y generosa. 2. Oremos por los gobernantes de las naciones para que trabajen por la paz del mundo y no olviden a los más perseguidos y desfavorecidos de la sociedad. 3. Oremos por los ancianos, los enfermos, los que se sienten solos, los que nadie visita, para que Dios les dé su paz y consuelo. 4. Oremos por nuestra comunidad de fe, para que fijos los ojos en el autor de la vida, contribuya con la obra de creación y salvación de las vidas que nos son encomendadas en nuestros hermanos y en nuestra casa común. 5. Oremos por los difuntos de nuestras familias y de la parroquia para que, tocados por el amor poderoso de Dios, vivan en la paz y en la alegría de la vida eterna. Oración conclusiva Escucha, Padre, nuestra oración, y míranos con amor, porque somos débiles y sin ti nada podemos. Te lo pedimos de todo corazón, por Jesucristo, nuestro Señor. Amén R. Amén.

Mié 23 Jun 2021

"Os digo que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Bautista"

NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA Junio 24 de 2021 Primera lectura: Is 49,1-6 Salmo: Sal 139(138),1-3.13-14ab.14c-15 (R. 14a) Segunda lectura: Hch 13,22-26 Evangelio: Lc 1,57-66.80 I. Orientaciones para la Predicación Introducción De los textos bíblicos de esta solemnidad de san Juan Bautista se pueden entresacar las siguientes ideas temáticas: • Dios elige a Juan Bautista para preparar el corazón de los hombres al encuentro con el Señor mediante la predicación del bautismo de conversión. • Juan nos enseña con su estilo de vida lo que significa disminuir en su propia persona para que crezca Cristo. • Juan Bautista es el más grande nacido de mujer, él viene a señalarnos al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Isaías 49, 1-6 expone la misión del siervo de Yahvéh que ha sido llamado desde el vientre materno para hablar en nombre de Dios. Las palabras del profeta, en efecto, son como espada penetrante que examina los corazones, Dios esta con él, le protege; le encomienda reunir a los desterrados de Israel, iluminar a todos los pueblos difundiendo la Palabra de Dios y su salvación. A pesar de la entrega y el esfuerzo, el siervo doliente piensa que “en vano se ha cansado y, en viento y en nada ha gastado sus fuerzas” (Cfr. Is. 49,4), el desaliento se apodera de su misión, y el aparente fracaso es solo para la comprensión humana, ya que Dios se siente orgulloso de su siervo y recibe gustoso la entrega de su misión, este mérito lo hace digno de una nueva misión: además de predicar la conversión, ahora el Señor lo hace luz de las naciones para que la salvación ofrecida por Dios alcance el confín de la tierra. El salmo 139 (138) canta los portentos que acompañan la vocación de quien ha sido escogido, Dios sondea sus pensamientos, distingue sus caminos; el escogido reconoce que Dios le ha creado las entrañas, le ha tejido en el vientre materno, conoce sus huesos y hasta el fondo de su alma. En los designios salvíficos de Dios, la concepción y el nacimiento de Juan Bautista evidencian una elección particular. El libro de los Hechos de los Apóstoles (13,22-26) presenta a Juan como el último de los profetas. Las circunstancias de su nacimiento y de su ministerio le sitúan en la línea de los grandes profetas del Antiguo Testamento. El profeta es el mensajero y portador de la Palabra de Dios, la grandeza de Juan radica en ser mensajero de la Palabra encarnada. Con Juan se inicia la etapa de la promesa cumplida del mesías salvador, su testimonio confirma que él no es el mesías, es solo una voz profética, un siervo indigno, un amigo del esposo, Juan disminuye y Cristo crece. El evangelio Lucas (1,57-66.80) al describir el nacimiento de Juan Bautista, lo hace en un clima de alegría, quiere demostrar el cumplimiento de las palabras del ángel a Zacarías: que Isabel siendo estéril daría a luz un hijo, que se llamaría Juan, y que muchos se alegrarían con su nacimiento, también, Juan sería lleno de Espíritu Santo desde el vientre de su madre, lo cual se ha cumplido con el movimiento del niño en el vientre de Isabel cuando es visitada por María, en este contexto tiene lugar el nacimiento (Cfr. Lc 1, 57-58), la circuncisión (Cfr. Lc. 1, 59a), el origen del nombre del niño (Cfr. Lc 1 59b-66) y su manifestación pública (Cfr. Lc. 1, 80). 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La figura de Juan Bautista es muy llamativa en el contexto vocacional, elegido por Dios para preparar el camino del Señor Jesús, es llamado también el precursor del mesías, puesto que con él comienza la etapa culmen de la redención, anuncia a Jesucristo plenitud de la revelación divina. La misión de Juan Bautista está íntimamente unida a la experiencia del encuentro, esta empieza en el templo con Zacarías, quien al entrar en la presencia de Dios recibe la promesa de un hijo; también, es revelador el encuentro de Juan que salta en el vientre de Isabel su madre, cuando María va a visitarla y lleva en sus entrañas al redentor del mundo. Estos encuentros dejan entrever la importante misión a la que fue llamado Juan desde el seno materno. El nacimiento de Juan nos recuerda que “los vecinos quedaron sobrecogidos y corrió la noticia por toda la montaña de judea. Y todos los que le oían reflexionaban diciendo: ¿Qué va a ser de este niño? Porque la mano de Dios esta con él” (Cfr. Lc. 1,65. 68). Juan será llamado por el mismo Señor el más grande nacido de mujer (Cfr. Lc. 7.28), su palabra será penetrante como espada y de gran alcance como una flecha, estas serán las herramientas para llamar al arrepentimiento y a la conversión. El nacimiento de Juan Bautista tuvo signos claros y evidentes de la intervención de Dios y de la elección de su persona para ser el profeta que, no solo anunció al salvador del mundo, sino que lo señaló ya entre nosotros; su vocación es asumida con gran fidelidad puesto que Juan no busca nada para sí, su servicio humilde y austero es solo para que se cumpla el plan de Dios, donde él debe disminuir y el Señor Jesús debe crecer; ni siquiera sus seguidores son suyos, ellos empiezan a seguir a Jesús. Estas cualidades del Bautista serán también las cualidades del discípulo de Jesús, que está llamado a transparentarlo a Él. La celebración de la natividad de Juan Bautista es una buena oportunidad para pensar en la propia vocación, Dios nos ha elegido también para ser sus mensajeros, para abrir el camino al encuentro con Dios en la persona de Nuestro Señor Jesucristo; el mundo necesita conocer el camino de la salvación y quienes hemos conocido a Jesús tenemos la obligación de impregnar y trasmitir el ardor misionero por hacerlo conocer. Hoy hablamos de la “nueva cultura vocacional” que, en breves palabras, consiste en redescubrir y renovar los compromisos bautismales, para ponerlos al servicio de la construcción de la Iglesia; en cada bautizado está la fuerza necesaria para ser testigo de aquel que Juan anunció, el cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Celebrar el nacimiento de Juan Bautista, nos dispone a valorar el plan salvífico que Dios tiene para toda la humanidad, para cada uno de nosotros; a partir del encuentro con Él, en la oración, en el servicio a los hermanos y, en especial, en mostrar a Jesús presente en la historia de nuestras familias y de nuestra comunidad, experimentamos la misión que Dios mismo nos encarga de señalar a Jesús e invitar a otros a seguirlo a Él, completando así la misión que Juan Bautista inició con sus discípulos. Preparar el propio corazón para recibir a Cristo exige nuestra propia conversión, es decir, volcar todos nuestros pensamientos, decisiones y acciones a la persona de Jesús, de esta manera la mejor predicación que podemos hacer de Jesús es nuestro propio testimonio de vida, sencillo y austero, libre y trasparente, convencido y radical, tal como nos lo enseña la vida de Juan Bautista. De Juan aprendemos lo que significa que uno disminuya y que Cristo crezca; sabemos que el Señor no nos pide perder nuestra identidad, al contrario, siendo cada uno con nombre propio, nos pide que seamos capaces de permitirle a Dios llenar nuestros corazones de su presencia, de su mensaje y colmar toda nuestra vida del Señor que nos hace saltar de alegría y de servicio a los hermanos. Quienes hacemos parte de la Iglesia por el sacramento del bautismo, hemos nacido a una vida nueva, es la vida de los renacidos por el baño bautismal que inauguró Juan y que Cristo llevó a plenitud bautizándonos no solo en agua, sino también en el fuego del Espíritu Santo. Esta fiesta nos invita también a redescubrir las gracias recibidas cuando fuimos bautizados y a reconocer que también hemos sido llamados a edificar la Iglesia y a ser testigos del evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, en lo que la Iglesia llama hoy “nueva cultura vocacional”. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hermanos, hemos venido a escuchar la Palabra de Dios que es luz para nuestros pasos y a participar de la fracción del pan, alimento para el camino hacia la vida eterna. La celebración, hoy, de la natividad de Juan Bautista nos invitan a pensar en la grandeza de este hombre, reconocido como el profeta que anunció la proximidad del salvador del mundo y lo señaló presente entre nosotros. Pidamos la valiosa intercesión de Juan Bautista, para que también en nuestros tiempos, surjan profetas valientes y radicales que proclamen la urgencia de la conversión y la vuelta al evangelio de Jesucristo. Participemos con alegría en esta celebración. Monición a la Liturgia de la Palabra La mesa de la Palabra hoy nos ofrece el testimonio del nacimiento de Juan Bautista, acontecimiento colmado de la presencia de Dios y de la elección de este niño, llamado para colaborar en el plan de salvación. La misión de Juan es anunciada desde el Antiguo Testamento, recordada luego en la Iglesia primitiva y descrito en el Evangelio. Escuchemos atentamente. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Elevemos nuestras suplicas a Dios nuestro Padre, que se ha mostrado misericordioso con nosotros dándonos a Juan Bautista como el profeta que nos señala a Jesucristo, salvador y redentor de la humanidad; supliquémosle por todos diciendo: R. Señor escucha y ten piedad 1. Pidamos por el papa, los obispos y sacerdotes, para que, a ejemplo de Juan Bautista, sean esos profetas que el mundo necesita y que, alzando con moderación su voz, muchos conozcan el evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Oremos. 2. Pidamos por nuestros gobernantes para que, escuchando la voz de la Iglesia, también sean profetas capaces de denunciar las injusticias y trabajar por la paz y la reconciliación de todos. Oremos 3. Pidamos por los pobres, los que sufren, los menos favorecidos, para que todas sus fatigas y preocupaciones se vean reparadas por la solidaridad y la ayuda de todos los que hemos conocido la verdad del evangelio. Oremos. 4. Pidamos por quienes viven esclavizados por el pecado y la indiferencia de lo sagrado, para que encuentren en su camino una voz que los llame a la conversión y vuelvan al evangelio de nuestro Señor. Oremos. 5. Pidamos por todos los que estamos aquí reunidos, para que, escuchando la voz de Dios, atendamos al llamado que nos hace de ser sus testigos en medio del mundo y señalemos a otros, a la persona de nuestro Señor. Oremos. Oración conclusiva Padre Santo, escucha la oración de tus hijos y por la mediación de San Juan Bautista, concédenos todo lo que te hemos pedido con fe, Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.