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Lectio Dominical

Jue 12 Nov 2015

Vigilantes y atentos a la visita del Señor

La invitación que nos hace la Palabra de Dios es a estar vigilantes y atentos a la visita del Señor, pues fácilmente nos podemos perder en las preocupaciones y afanesde este mundo, así, tanto el profeta Daniel como Jesús, ponen de manifiesto que el final de los tiempos será difícil si no nos preparamos dignamente. Es por eso que, en medio de la incertidumbre de lo que está por venir, Jesús se presenta como el camino, la luz y la esperanza. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera Lectura: Daniel 12,1-3[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo de respuesta: 16(15),5+8.9-10.11 (R. 1)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda Lectura: Hebreos 10,11-14.18[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Marcos 13,24-32[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] Las lecturas para este domingo, están acompañadas de símbolos sobre lo futuro. Por una parte, Daniel que prepara a su pueblo para la venida del Mesías; y. por otra, Jesús que es consiente que poder seguirlo implica persecución, incomprensión y sobre todo valentía y confianza en los momentos más difíciles. Sin embargo, Dios nunca abandonará su creación, estará siempre cerca de nosotros, inspirándonos la palabra oportuna, dándonos esperanza y serenando nuestro corazón. También es importante precisar, que la comunidad cristiana del evangelista san Marcos ya vivía la persecución y la hostilidad de un mundo que no les entendía, de un mundo difícil; por eso las palabras del evangelio eran la respuesta, la consolación y, a la vez, argumento para continuar el camino, pues alcanzar la salvación implicaba todo este tipo de sufrimiento y de persecución. San Marcos en este evangelio hace énfasis en el avenir, en lo que está por suceder, pues el hecho de narrar el fin último de los tiempos es fundamental en la experiencia cristiana, pues la tribulación es tan grande cuando el ser humano reconoce que no tiene respuestas frente al más allá, dicho en palabras de Jesús mismo: «Mas por esos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor…”; Jesús es directo, habla con autoridad sobre lo difícil acerca de lo que está por venir, pero que es una realidad a la que el ser humano debe enfrentarse. En algunos textos del Antiguo Testamento se presenta al Hijo del hombre como un personaje enigmático, asociado al juicio sobre la tierra, en donde los justos están llamados a recibir el premio eterno, mientras que los injustos y los opresores el castigo definitivo; Daniel de frete a esta premonición, invita a que el pueblo debe cambiar para alcanzar la visión de Dios. Es por eso, que San Marcos presenta la misión del Hijo del hombre bajo una perspectiva ante todo positiva: Poder reunir a sus elegidos, aquellos que esperan su venida, pero que están dispersos por toda la creación. El acento que le coloca es muy interesante, pues, somos nosotros los que nos hemos alejado, los que estamos dispersos, los que encontramos dificultad en congregarnos, en vivir unidos y en paz. Es por eso, que en la carta a los Hebreos se nos hace la invitación a resaltar la presencia de Jesús, como fuente de vida, que santificándonos, nos ha llevado a la perfección definitiva. La utilización de los signos de los tiempos es fundamental en cada momento de la historia, pues permite que el pueblo se sensibilice sobre las realidades del momento y las pueda interpretar. Jesús es consiente del contexto en el que vive, sabe que en este mundo todo tiene caducidad, nada es eterno y como tal el ser humano debe confrontarse con esas preguntas ultimas de su existencia: la muerte, la vida, la salud, la enfermedad, etc. Es por eso, que tanto el mensaje de Daniel como el de Jesús, en contextos diferentes, conducen a la reflexión profunda, a estar vigilantes: “Por tanto, velad, porque no sabéis en qué día vuestro Señor viene” (Mt, 25, 13). Sin embargo, Nuestro Señor es consiente también, que necesitamos de su compañía, de su guía: “Venid a mí, todos los que estáis cansados y agobiados, que yo los aliviaré” (Mt 11, 28). [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] El evangelio de este domingo, además de que nos pone en alerta sobre lo que está por venir, también es un llamado a que no nos dejemos engañar por personas que anuncian el final de los tiempos, pues hoy hay muchos que le ponen incluso fecha y hora, pero sólo es Dios quine los sabe: "Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre" (Marcos 13, 32). Así que, lo importante que debemos hacer como cristianos es estar siempre preparados, ser vigilantes y seguir construyendo una vida digna y recta al ejemplo de Jesús: «Ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, Jesús de Nazaret pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con él. » (Hechos, 10, 38) El ser humano a lo largo de la historia se ha cuestionado sobre el fin último de su existencia, en este caso Jesús lo coloca en evidencia, pues el final del mundo vendrá. Por eso, es preciso anotar, que en el caso de Daniel, es aquel profeta a quien le corresponde hacer este tipo de anuncios, y hacer consiente al pueblo de esa realidad, “pues, será tiempo de angustia, muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua” (Dn 12, 2). En el caso de Jesús, como en nuestros tiempos, fácilmente nos acostumbramos a vivir, sin ningún tipo de complicaciones, pensando en que nunca nos vamos a morir, también los fariseos se habían acostumbrado a realizar ciertos ritos religiosos, sin un compromiso verdadero con Dios: “De modo que haced y observad todo lo que os digan; pero no hagáis conforme a sus obras, porque ellos dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con un dedo quieren moverlas” (Mt 23, 3- 4). El ser humano también hoy se ha acostumbrado a vivir en medio de cierto relativismo: “Pues, el relativismo abandona la posibilidad del diálogo para alcanzar una verdad común sobre la qué construir la convivencia humana, el desarrollo como personas y como sociedad, e introduce una dictadura, la del propio yo y sus apetencias....” (Papa Benedicto XVI) Hoy también, nada es eterno, todo es perecedero, por eso Jesús busca y quiere que tengamos conciencia de todos los acontecimientos que pasan a nuestro alrededor, quiere que sintamos lo que está pasando, que no seamos espectadores pasivos: “Al mundo de hoy le falta llorar, lloran los marginados, lloran los que son dejados de lado, lloran los despreciados, pero aquellos que llevamos una vida más o menos sin necesidades no sabemos llorar (Papa Francisco). Aunque, nadie sabe la fecha ni cómo será el final de los tiempos, el ser humano debe cuestionar su existencia y escuchar el llamado que Dios le hace, que se constituye en la esperanza y finalmente la respuesta a lo que está por venir. Jesús, deja en claro que ese momento llegará, para ello pone el símil de la luna y el sol, que se apagarán y todo quedará en la oscuridad, pero todo volverá a resurgir, porque el Hijo de Dios, Jesús resucitado, será la fuente de la luz viva y resucitada para toda la humanidad. Por eso con el salmista también hoy podremos decir: «Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti» (Salmo 16), es la confianza en aquel que lo puede todo, en quien tiene la respuesta en el momento en que el cristiano más lo necesita. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] Aunque los textos llevan a contemplar y reflexionar sobre el final de la vida, la invitación que hace Jesús es a preparar ese momento inminente, pero con actitud celebrativa, significa que lo que está por venir es mejor. Sin embargo, revisar la vida, hacer ciertos cambios, va a ser fundamentale a fin de poder contemplar ese misterio salvífico, en el que Jesús se constituye en la fuente, pero también en el camino. Tal vez, la experiencia vivida por los discípulos después de la muerte no fue tan alentadora, pues los llevo a que se dispersaran, pero una vez que experimentan y comprenden la resurrección del Señor son los primeros en dar testimonio, incluso con sus propias vidas. Nosotros que somos invitados al encuentro privilegiado con Dios, la celebración de la Eucaristía, debe llevarnos a vivir con Jesús resucitado, pues él santificándonos, nos ha llevado a la perfección definitiva. Por eso, la reflexión y la enseñanza de este domingo debe prepararnos para los momentos difíciles, pero ese encuentro con Jesús debe, ante todo, contagiarnos de paz y de alegría: “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento» (Exhortación Apostólica: Evangelii Gaudium. Papa Francisco). [icon class='fa fa-play' link=''] Recomendaciones prácticas[/icon] Resaltar las expresiones: “Entonces se salvará tu pueblo”, “protégeme, Dios mio que me refugio en ti” y “reunirán de los cuatro puntos cardinales a sus elegidos”. Se podría proponer a los grupos pastorales que en clima de evaluación pastoral del año, presenten, junto a las intenciones y ofrendas de la misa, los logros de este año, las personas catequizadas, las obras de bien realizadas. El Prefacio podría ser el: Dominical X: El Día del Señor, p. 392 del Misal Romano. Recordar que: El sábado 21 de noviembre, es la memoria obligatoria de Presentación de la Santísima Virgen María. El próximo domingo 22 de noviembre, solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, es el último domingo del Tiempo Ordinario y por lo mismo de Año Litúrgico 2014-2015.

Mar 3 Nov 2015

La auténtica experiencia religiosa

[icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] Centremos nuestra mirada en el tema de la auténtica experiencia religiosa. Descubriremos que los textos de este domingo nos ofrecen como dos formas de presentación: lo que el salmo proclama poéticamente, nos viene descrito de manera narrativa en las lecturas y el evangelio. Veamos, esta experiencia en la fidelidad tiene dos vertientes: la de Dios y al del hombre. La de Dios está asegurada porque “Él mantiene su fidelidad para siempre… a lo largo de las generaciones” y ha manifestado su fidelidad, absoluta y definitiva, especialmente en Cristo, “quien se ha manifestado una sola vez, para abolir el pecado por medio de su sacrificio”. La del hombre, se debe construir paso a paso, dejándose amar, moldear, sostener, orientar, proteger, liberar por Dios (salmo); aceptando la salvación dada en Jesús (2 lectura). El hombre debe invertir en la construcción de una autentica experiencia religiosa con Dios, y no por apariencia o búsqueda de otros intereses (Evangelio). Los textos narrativos, de hoy, toman como imagen “la viuda” a través de la cual nos da las notas características de una auténtica experiencia de fe. La respuesta auténtica proviene de la universalidad de la humanidad, de Israel y de las otras culturas, la viuda del evangelio es judía, mientras que la de la primera lectura es una “pagana”. La condición de raza o pueblo no garantiza la autenticidad de relación con Dios (nótese la situación de los escribas en el evangelio). Garantiza una religiosidad auténtica: la confianza absoluta en la Palabra de Dios, como la viuda de Sarepta que confía en el mensaje dado por el profeta; y la entrega generosa y total, como la viuda del evangelio que lo entrega todo manifestando así una confianza total, pues de dónde le vendrá el auxilio sino de Dios en quien pone su confianza al entregarlo todo. Surge en medio de esta dinámica de las “viudas”, la imagen del profeta que se fía de la Palabra de Dios y confía en su ayuda, como sombra del verdadero profeta: Jesucristo, quien con su entrega total y definitiva nos muestra que Dios ha hecho todo por mostrarnos su amor, su fidelidad y que la prueba reina está en que Jesús se jugó la vida por la humanidad. Es Él quien con su mirada penetrante y observadora descubre la verdadera cara de la experiencia religiosa: unos, por simple apariencia, preocupados por el que dirán y la realidad externa; y la otra parte de la gran masa anónima, de entrega total, absoluta, confiada, y en el silencio de esperarlo todo de Dios. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] Jesús y las “viudas” lo entregaron todo. Lo entregan confiadamente todo en contraposición de los dirigentes religiosos que viven preocupados en todo menos en lo que debe ser. En este año de la vida consagrada, todos debemos preguntarnos ¿Cómo estamos entregando nuestra vida? ¿Qué estamos dando? ¿Damos de lo que nos sobra o lo estamos dando todo? En otras palabras: somos como Jesús y la viuda, o nos parecemos a los escribas, preocupados por ser importantes, vistos y reconocidos por la comunidad. Es hora de revisar y cambiar, pues, tanto en la vida consagrada, como en la vida de nuestras comunidades eclesiales, a veces nos encontramos con algunos personajes que tienen mucho de parecido con aquellos escribas que son puestos en evidencia en el evangelio de hoy. Las viudas hoy. Detrás de la presencia ejemplarizante de las viudas se nos recuerda que el judaísmo y el cristianismo en su historia se han preocupado por brindar espacios de respeto, simpatía y apoyo a esta categoría de seres humanos, y no solo a esta realidad sino a todos los necesitados. En nuestros contextos de conflicto, donde la violencia ha llenado dolorosamente nuestra patria de miles y miles de viudas, es necesario crear espacios de acompañamiento pastoral, para acogerlas, acompañarlas y brindarles un mínimo de caridad cristiana que las promueva en la reconciliación, perdón y paz. Esta realidad de conflicto, de violencia, de sequía, como en tiempos del profeta Elías, es un grito que debe conmovernos a los “dirigentes espirituales” para que dándolo todo anunciemos el mensaje liberador y esperanzador. Valoremos las “viudas del hoy”, las que entran en esa categoría real, pero también las viudas de otros rangos, es decir los que son olvidados por su aparente pequeñez social o por la pequeñez de lo que hacen, pensemos y, desde nuestra fe, asumamos un compromiso de mayor cercanía y una valoración distinta de esos pequeños que hacen posible una vida distinta: el vigilante, la señora de los tintos, la empleada de casa, el mensajero, el jardinero, el chofer, el sacristán, los lectores… [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] Que nuestra celebración de hoy sea vivida con gozo, alegría y con una mirada atenta, como respuesta a la fidelidad de Dios, y que desde esta experiencia de fe aprendamos a tener una mirada diferente, como la de Jesús, que nos motiva a ir más allá de las apariencias y descubrir las intenciones y no solo las cantidades. Jesús nos invita a descubrir el valor de lo pequeño, de lo simple, de lo aparentemente sin valor y no nos dejemos deslumbrar por el brillo aparente de lo grande. Fijemos nuestros ojos y atención en los gestos pequeños, que hablan de la grandeza de la presencia de Dios: el signo de la cruz, la genuflexión, la mirada, el beso al altar, la pequeñez de la hostia, sencilla y aparentemente sin valor, pero allí se contiene el valor supremo, la entrega total de Jesús que quiso quedarse en medio de nosotros y ser alimento para cada uno de nosotros. Recomendaciones prácticas: Palabras claves: experiencia religiosa, autenticidad, entrega total, viudas, fe, fidelidad, confianza. Se sugiere la Plegaria Eucarística IV. También se sugiere, si no se toma ésta, usar el Prefacio Común VII: “Cristo, huésped y peregrino en medio de nosotros”, p. 419 del Misal Romano. Recordar que: - El lunes 9 de noviembre, es la fiesta de la Dedicación Basílica de Letran. El miércoles 11 de noviembre, es la fiesta nacional de Independencia de Cartagena.

Mié 28 Oct 2015

Reflexión domingo 18 de octubre de 2015

[icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']Contexto bíblico[/icon] Hoy la Palabra nos presenta la figura del Siervo de Yahvé que asume con serenidad su misión expiatoria. Con ella está alcanzando la bendición para el pueblo y para los que pongan su confianza en Él. Esta figura es asumida por el autor sagrado para personificar a todos aquellos que asumen en su vida el sufrimiento y lo hacen con intención de ser útiles a la liberación del Pueblo de todo aquello que lo oprime. El Siervo es el inocente (la víctima del holocausto) que se entrega sin condiciones para aliviar la carga del pecado de un pueblo. El salmista estalla de alegría con el reconocimiento de que el Señor es por tanto nuestro escudo y armadura. El telón de fondo de este salmo es la experiencia que tiene el pueblo de Israel de un Dios que salva, en el que se puede colocar toda la confianza. Su presencia activa en la historia ha sido patente en los momentos de peligro. En la carta a los hebreos se nos presenta a Jesús que se compadece de nuestros pecados y viene como Sumo Sacerdote y también como víctima – se aclara esto en el Evangelio – a compartir nuestras miserias. Jesús acerca el cielo a la tierra, la gloria de Dios a las miserias humanas. Su sacerdocio lleva a la plenitud la esencia del culto de Israel. Es el Sumo Sacerdote no por que lo haya heredado por su linaje sino por su experiencia sacrificial en la cruz. Por todo esto Jesús en el Evangelio de hoy fustiga con delicadeza las pretensiones arribistas de los hijos de Zebedeo que, aconsejados por su madre, están entendiendo el seguimiento como escala que lleva a una vida de gloria. Piensan en la meta pero olvidan el camino, que no es otro que el de la entrega total al servicio de los demás, el de la pasión por el Reino. Es notoria la reacción de los otros discípulos de Jesús. También ellos parecen estar lesionados en sus intereses. Por eso el Señor Jesús plantea claramente que no hay que andar buscando primacías, como hacen los paganos, que de lo que se trata no es de estar arriba, con actitudes de señores, sino abajo, como servidores de los demás. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']Contexto situacional[/icon] En el mundo en que vivimos, tanto en el ambiente social como eclesial, hay una dinámica que nos invita a vivir cómodamente, buscando privilegios. Aceptar la condición de siervos no es el ideal. Todos queremos ser señores. La figura de un Siervo de Yahvé aparece anacrónica. Las imágenes que ofrece la iconografía religiosa con el rostro sufriente de Jesús asustan. Hoy nos gusta más un Cristo glorioso, victorioso. El derrotado por amor no nos dice mucho. Por lo mismo buscamos afanosamente los caminos que nos lleven a la gloria y rehusamos los que conducen al sacrificio. Por eso, sin duda, tantas frustraciones. Si aprendiéramos la lección que Jesús nos está dando con su propia vida, probablemente estaríamos menos frustrados. El sufrimiento es inevitable, es necesario para conquistar la gloria. Los deportistas colombianos que triunfan en el mundo nos lo dicen: no se logran los primeros puestos sino con esfuerzos, renuncias, disciplina, sacrificios. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']Contexto celebrativo[/icon] Cuando celebramos la Eucaristía estamos haciendo memorial del Sacrificio de Cristo, Él es la víctima. Que con Él, que se entrega cada vez que nos reunimos para la Eucaristía, aprendamos a entregarnos nosotros mismos. Que este momento celebrativo sea la ocasión para reafirmar nuestra disposición al sacrificio por el bien de los demás. Que aquí nos fortalezcamos para ser capaces de vivir, en la semana que viene, más entregados a los que sufren, posiblemente en nuestras propias familias o no muy lejos de nuestras casas. Que nuestro sacerdocio lo vivamos plenamente como entrega incondicional a la causa de Jesús. Que quienes hemos recibido la gracia del Ministerio Sacerdotal ordenado, quienes siguen a Jesús en la vida consagrada y quienes por el bautismo, fuente de todo sacerdocio, se hacen discípulos, vivamos nuestra propia vocación como una entrega amorosa y servicial a los hermanos con quienes vivimos, no buscando más gloria que la Gloria de Dios. [/icon][icon class='fa fa-book' link='']Descarga las notas exegéticas[/icon] Foto: Internet