Mié 18 Nov 2015
Cristo Rey: amor, servicio y entrega
Las lecturas de hoy, son el cumplimiento de las promesas de Dios a su pueblo. Cristo, en el amor, el servicio, la entrega y donación de su vida, nos ha dado a conocer su verdadero reinado, don de Dios, y tarea que corresponde a cada uno. En la escucha de su Palabra pidamos la gracia de acogerla con el corazón para responder con fe, esperanza y caridad, y así demos testimonio de nuestra filiación divina y fraternidad entre nosotros.
Lecturas
[icon class='fa fa-play' link=''] Primera Lectura: Daniel 7,13-14[/icon]
[icon class='fa fa-play' link=''] Salmo de respuesta: 93(92),1ab.1c-2.5 (R. cf. Dn 7,14)[/icon]
[icon class='fa fa-play' link=''] Segunda Lectura: Apocalipsis 1,5-8[/icon]
[icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Juan 18,33b-37[/icon]
[icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon]
Los signos llevados a cabo por Jesús muestran que el reino de Dios ha comenzado y transforma la vida de las personas. Jesús manifiesta en su rechazo y condena, que este reino aún no está realizado completamente. Estamos en el tiempo de la Iglesia, tiempo de crecimiento del reino de Dios, que tiende a su cumplimiento al final de los tiempos. Nosotros esperamos la venida gloriosa de Cristo, su advenimiento será en las bodas del Cordero con la humanidad salvada (Ap. 19,1-9). Desde ahora cada uno puede acercarse a este Reino en la vivencia de las «bienaventuranzas»: «Dichosos los pobres en el espíritu, porque suyo es el reino de los cielos» (Mt 5,3-10). «Buscar ante todo el Reino de Dios y lo que es propio de él, y Dios les dará lo demás» (Mt 6,33). Las dos lecturas recogen la imagen de las nubes del cielo en medio de las cuales viene el Hijo del hombre para reinar (Dn 7,13-14), donde aparece Jesucristo, «el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el soberano de los reyes de la tierra» (Ap 1,5-8) que verán todos los hombres. La realeza de Jesús, se ejerce en la tierra pasando por su muerte en cruz. Esto no quiere decir que su realeza esté entre las nubes. Su realeza se ejerce en la tierra, pasando por la muerte en la cruz. El proceso de Jesús ante Pilato tiene que ver con la realeza de Jesús, diferente de las de este mundo.
[icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon]
Jesús es rey y su reinado no es la voluntad de poder, sino cumplir en el mundo la misión de atestiguar la verdad. Para esto hacen falta testigos, discípulos misioneros capaces de donar la vida en la cotidianidad de la existencia. Jesús es el «Testigo fiel» el que sirve a la verdad como nadie. Él es la verdad misma. Por eso son de Jesús y siguen a Jesús cuantos sirven a la verdad. Si no estamos en la verdad, el reino de Cristo, así seamos sabios, científicos, no estamos en la verdad que es luz y salud, vida y eternidad. Cristo mismo es plenitud de la verdad. Pilato no cree que Jesús pueda enseñarle algo con respecto a ella. La verdad está ahí ante él, sus intereses no le permiten ver y contemplar a quien es el Camino, la Verdad y la Vida. El que hace la verdad se acerca a la luz. La verdad no es concebida como posesión o estado adquirido, sino como una tarea. Jesús saca a la luz a Dios. La verdad hace personas libres. El vivir en la mentira impide contemplar la luz que ilumina la existencia. Sólo la verdad puede llevar a un camino de fe, esperanza y caridad.
[icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon]
Cristo es rey ha venido para dar testimonio de la verdad, para que los hombres la acepten y tengan plenitud de vida. Quienes lo acogen se comprometen con su reino, reino de paz y justicia reino de vida y de amor. Cristo ha venido a reinar en nuestra vida en nuestra familia en nuestro lugar de trabajo, en la escuela en la universidad. Él mismo nos ha hecho partícipes de su reino un don para todos y cada uno, quienes lo hemos aceptado en nuestra vida. Es el don precioso que nos ha hecho Dios, pero al tiempo se convierte en tarea que pertenece a cada uno. En Cristo, somos hijos de rey, y herederos de las promesas eternas. Nos recuerda nuestra dignidad. Como defensores y promotores de vida somos invitados a participar en el reinado de Cristo, de la nueva Jerusalén, precedida por los valores del reino que nos hacen sentir hermanos e hijos de Dios. Quien escucha a Cristo, sirve a la verdad, experimenta la libertad de los hijos de Dios y además se siente hermano de sus semejantes. Su poder lo ejerce en el servicio y con la fuerza de su amor. Su reinado se manifiesta en una liberación total de todo lo que oprime al ser humano. Jesús es el triunfo definitivo de la vida sobre la muerte. Juan indica el motivo para escribir su evangelio: «para que tengáis vida en su nombre» (Jn 20,31). Las señales que Jesús ha hecho, manifiestan la realeza y plenitud de vida en nosotros. Algunos signos los encontramos por ejemplo en la salvó al hijo del que estaba a punto de morir (4,46-54), curó al paralítico (5,1ss), ofreció el pan (6,1ss); son las señales de su realeza que brillarán en la cruz. Cristo Rey, se hace presente en nuestra vida, en el hoy de nuestra historia para darnos la vida en abundancia y el gozo de ser hijos de Dios. Es el rey prometido por Dios a la descendencia de David, que reinará para siempre. Lava los pies a sus discípulos y su dignidad la atestigua en el servicio, en la donación de su vida. Su realeza es servicio a la vida. Nos libera de toda forma de violencia, su modo de reinar devuelve al hombre su dignidad de hijo, su libertad como hermano en el amor. Somos hijos de Dios amados por el padre; él nos ofrece la gracia de ver lo esencial de la vida y aceptarlo para que reine siempre en nuestras vidas y nuestros lugares, donde somos protagonistas de vida. Pidamos la gracia de estar atentos en este mundo sordo, para saber escuchar su palabra que es vida, pues sólo en él podemos ver la realidad con fe, esperanza y caridad hacia la transformación de un mundo nuevo donde reine Cristo y hagamos presente la civilización del amor. Alabemos juntos a Dios porque nos ha demostrado la grandeza de su amor en su Hijo muy amado. Es Cristo, con su muerte en Cruz nos ha hecho partícipes del Reinado de Dios; en el anuncio del Reino de Dios entre nosotros. Don y tarea de quien proclama con su vida a Cristo Rey.
[icon class='fa fa-play' link=''] Recomendaciones prácticas[/icon]
Es importante recordar que cada uno de nosotros somos hijos de Rey. Participamos de su reinado. Por lo tanto cada persona tiene la dignidad de hijo e hija de Dios. Como canto de entrada se podría entonar: Anunciaremos tu reino, Señor,
En Cristo podemos vencer todas y cada una de las batallas contra la tristeza, la angustia, la desesperanza, porque hemos abrazado en nuestra vida a Cristo Rey; fe, esperanza y caridad en nuestra vida.
El formulario de la Misa es propio
La invitación de orar por la vida consagrada, sus oraciones son necesarias.
Concluimos el año litúrgico y daremos inicio al nuevo con la preparación para la navidad en el tiempo de Adviento.
6. Continuamos orando por el Sínodo de la familia, dando gracias a Dios por los frutos recogidos para que tengamos una Iglesia que las acompaña como signo de esperanza en sus luces y sombras.