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Iglesia

Mar 1 Feb 2022

Episcopado: Vida Consagrada ha sido referente para el desarrollo del país

En la fiesta de la Presentación del Señor, que se celebra el próximo dos de febrero, la Iglesia católica anima la Jornada Mundial de la Vida Consagrada y reconoce en ella la valiosa misión y testimonio de tantos consagrados y consagradas que a lo largo del mundo prestan su servicio en favor de los más necesitados. El padre Manuel Vega León, director del Departamento de Ministerios Ordenados y Vida Consagrada de la Conferencia Episcopal de Colombia, a través de un video mensaje, saludó en nombre de los obispos a todos los consagrados presentes en el país, resaltando de ellos que han sido y siguen siendo un referente importante, no solo a nivel evangelizador, sino también en el desarrollo del país. “Para la Conferencia Episcopal de Colombia, los institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, siempre serán un referente de trabajo evangelizador en los distintos territorios del país. La historia de la Iglesia en Colombia y buena parte del desarrollo de nuestra nación, han tenido su origen en muchas de las congregaciones que, con profunda obediencia al Señor, han impregnado de Evangelio nuestra cultura y la vida de nuestras familias”. El sacerdote recordó además, que esta Jornada fue instituida hace 25 años por su Santidad el papa San Juan Pablo II, con el “deseo de destacar la misión evangelizadora que los consagrados realizan en tantos lugares del mundo y promover a la vez, una especial cercanía del pueblo de Dios a este estilo de vida, de seguimiento de la persona de Jesús, mediante los consejos evangélicos y la oración”. Destacó además, la valiente decisión de hombres y mujeres que atendiendo el llamado de Dios optaron por la Vida Consagrada, prestando su servicio de entrega hacia los demás, y guiados por los distintos carismas que les caracterizan como son: la oración, la contemplación, le educación, la salud, las misiones, la vida en común, entre muchos otros. Para esta jornada el Departamento de Vida Consagrada de la conferencia Episcopal, ha elaborado un material para que, en las parroquias, en los grupos pastorales, en las familias se tenga una especial oración por este estilo de vida e igualmente se pida por el aumento de las vocaciones a la vida consagrada al servicio de una Iglesia Sinodal: comunión, participación y misión. SUBSIDIO [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar AQUÍ[/icon]

Lun 31 Ene 2022

Entrevista Gabriella Gambino: Carta del Papa Francisco a los esposos

A propósito de la carta que el Papa Francisco dirigió a las esposas y esposos del mundo con ocasión del Año Familia Amoris laetitia, Gabriella Gambino, Subsecretaria del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, dialogó con Vatican News, donde comentó este importante mensaje. LEA LA ENTREVISTA “Con esta Carta el Papa entra en nuestra vida cotidiana, entra en las dinámicas familiares, casi tomándonos de la mano para animarnos y no hacernos sentir solos en este camino y además, exhorta a los jóvenes a que se casen, a que confíen en la gracia que invade a la pareja, que la sostiene durante toda su vida”, lo dijo Gabriella Gambino, Subsecretaria del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, comentando la reciente publicación de la Carta que el Santo Padre envió a los esposos de todo el mundo, con motivo del Año “Familia Amoris laetitia”. La Subsecretaria del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, dialogando con nuestra colega del programa italiano de Vatican News, Gabriella Ceraso, señaló que lo que más le impresiona de las palabras del Papa en la Carta a los esposos – que fue publicado en la Fiesta de la Sagrada Familia, este 26 de diciembre – es “la ternura de su tono, el afecto que quiere expresar a las familias en un momento tan complejo dominado por la pandemia”. Asimismo, Gabriella Gambino recordó que, hoy hay muchas familias que atraviesan crisis y dificultades de todo tipo, a las que el Papa dirige su mirada paternal. “Pero, me llama especialmente la atención – subrayó la Subsecretaria – la preocupación que presta al sacramento del matrimonio, la belleza de este don, tan difícil de entender para los jóvenes, hoy reside en la presencia de Cristo que habita en las familias, en medio de nuestra vida cotidiana”. Básicamente, el Papa nos recuerda que como cristianos no podemos renunciar a proponer a los jóvenes el ideal del matrimonio, es decir, el plan de Dios en toda su grandeza, no hacerlo sería una falta de amor de la Iglesia hacia los jóvenes y el Santo Padre nos lo dice también en Amoris laetitia. ¿Cuáles son los frutos que se han producido en este Año Familia Amoris Laetitia? R.- Sin duda, diría que todas las iniciativas que el mundo esta dando a conocer a nuestro Dicasterio y también todas las que no nos llegan desde que el Papa nos ha dado este impulso, son muchísimas las parroquias, las diócesis, incluso los colegios, las universidades, que nos escriben para contarnos lo que hacen en respuesta a la llamada del Santo Padre. Por ejemplo, acompañar a las familias y a los matrimonios, a las situaciones más frágiles, a las nuevas uniones en las que se busca el construir. Se ha puesto en marcha un proceso de creatividad pastoral, que también está conduciendo a una mayor comunión entre los pastores y las familias para aprender a escucharse mutuamente y potenciar el papel de las familias y de los matrimonios en la Iglesia. Claro no es fácil, pero, en todas partes se ven las ganas de salir adelante, de tratar de entender como se camina juntos y también de acompañar las situaciones más difíciles, las que antes se dejaban un poco de lado. Las familias son realmente un bien para la Iglesia, pero en muchos casos, en muchos contextos, todavía tenemos que entender como poner en práctica esta importante afirmación. ¿De qué modo la preparación del Encuentro Mundial de las Familias se entrelaza con el proceso sinodal? R.- Amoris laetitia es el hilo rojo que nos lleva la Encuentro Mundial, nos pide que discernamos el estilo y el modo de realizar nuestro servicio pastoral. El Santo Padre nos invita, ahora, a enmarcar en este camino sinodal de la Iglesia a través de la comunión, la participación y la misión de cada componente del pueblo de Dios, incluida las familias. Entonces, pastores y familias juntos bajo la guía del Espíritu, pero el tema es cómo hacerlo. Sería interesante, por ejemplo, en este tiempo de camino sinodal y al mismo tiempo de preparación del Encuentro Mundial, intentar combinar el proceso de discernimiento eclesial, partiendo también de la relación Iglesia–familia, haciéndonos preguntas un poco diferentes a las que estamos acostumbrados. Por ejemplo: ¿Cómo puede la familia ayudar a la Iglesia a ser más sinodal? ¿Qué puede aprender la Iglesia del modo familiar de discernir, escuchar y acoger? O por ejemplo, ¿Qué puede aprender la Iglesia del modo en que los padres, los hijos y los hermanos intentan amarse con sus fragilidades, conflictos y puntos de vista diferentes? Estas y otras cuestiones podrían abrir, creo, una nueva forma de pensar la pastoral, un estilo diferente, una comunión más concreta entre familias e Iglesia, no solo eso, sino que creo que se iniciaría un nuevo proceso de discernimiento más allá de la conclusión del Año de la Familia con el Encuentro Mundial, podría continuar al menos hasta el Sínodo continuando con el estímulo de la Pastoral Familiar en todo el mundo.

Vie 28 Ene 2022

Voz del Pastor | 30 de enero de 2022

Reflexión de monseñor Luis José Rueda Aparicio, Arzobispo de Bogotá y primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio segúnSan Lucas 4,21-30

Vie 28 Ene 2022

Subsidio: Jornada Mundial de la Oración por la Vida Consagrada

Con motivo de la Jornada Mundial de la Oración por la Vida Consagrada que se celebra el 2 de febrero, Fiesta de la Presentación del Señor, la Comisión Episcopal de Vida Consagrada del episcopado colombiano pone a disposición, en clave sinodal, un subsidio que busca animar y celebrar este momento especial. El material de oración y reflexión, preparado por el Departamento de Vida Consagrada del Secretariado Permanente del Episcopado Colombia (SPEC), gira en torno al camino sinodal que la Iglesia ha emprendido y cuyo eje temático se centra en la comunión, participación y misión de todos en la Iglesia. Según se reseña en la presentación del material, firmado por monseñor Joaquín Humberto Pinzón Guiza, Vicario Apostólico de Puerto Leguízamo y presidente de la Comisión Episcopal de Vida Consagrada, este subsidio comprende "un esquema para la celebración de la misa, la propuesta de una hora santa y el santo rosario por todos los consagrados del mundo, en especial por todos los que están presentes en el territorio nacional". El prelado, aprovechó la oportunidad para saludar en nombre de los obispos, a todas las consagradas y consagrados del país, resaltando de ellos su servicio y testimonio de trabajo para la Iglesia y la sociedad. Finalmente los animó a continuar esta bella labor evangelizadora. SUBSIDIO [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar AQUÍ[/icon]

Vie 28 Ene 2022

Jesús, como Elías y Eliseo, no solo es enviado a los judíos

CUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Enero 30 de 2022 Primera lectura: Jeremías 1, 4-5.17-19 Salmo: 71(70), 1-2.3-4a.5-6ab.15ab y 17 Segunda lectura: 1Corintios 12, 31 - 13,13 Evangelio: Lucas 4, 21-30 I. Orientaciones para la Predicación Introducción • Jeremías es un profeta llamado y elegido por Dios para ser instrumento dócil en sus manos y comunicar la Palabra de Dios al pueblo. • San Pablo nos invita a ambicionar los mejores carismas para ser instrumentos de unidad en medio del pueblo santo de Dios. • Jesús proclama la Palabra y cuestiona nuestra vida, por eso, sus paisanos lo rechazan y cierran su corazón al mensaje que se les dirige. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El profeta Jeremías narra la experiencia de su vocación para mostrar que es algo tan sublime que envuelve toda su vida, ya que desde antes de nacer, Dios lo eligió y lo destino para el anuncio de la Palabra de Dios en medio de un pueblo que hostil al mensaje de salvación, por eso Dios lo prepara para que vaya de parte suya y sea un hombre dispuesto al servicio de Dios y de los hombres, tal como lo indica con el gesto de estar ceñido para una batalla fuerte, por eso recibe toda la fuerza divina para emprender el combate espiritual y proclamar la palabra de Dios con valentía, pues sabe que el mensaje que anuncia no es suyo, ya que lo ha recibido y debe llevarlo a los gentiles donde ha sido enviado. San Pablo nos exhorta en su carta a los Corintios invita a la comunidad a ambicionar el amor como el que le da sentido a toda la vida del hombre, ya que procede de Dios y es su esencia misma, porque hace posible la donación y la entrega de la persona, por eso lo demás es pasajero comparado con el amor, todos los carismas son una riqueza y pueden aportar mucho a la comunidad, pero si no están precedidos por el amor, no servirían de nada, ya que estarían vacíos y carentes de lo esencial. El amor es la cumbre de todas las virtudes, por encima de la fe y la esperanza. En el Evangelio Jesús se presenta como un profeta cuestionado y rechazado por su pueblo que no mira su esencia divina y solo se queda en las apariencias para ver solo la persona humana, mirándolo como el hijo de José. Así Jesús nos muestra o excelso de su vocación profética, pero al mismo tiempo se cumplen en él, las palabras que había profetizado el anciano Simeón, cuando al ingreso del templo de Jerusalén, había anunciado que sería “signo de contradicción” (Lc 2, 34). Así se revela que el mensaje que Jesús trae provoca crisis y cuestiona la vida de aquellos que lo escuchan, ya que exhorta y corrige el sendero de los que se han extraviado o están envueltos en medio de tinieblas, ya que el mensaje esta dado como luz para alumbrar a todas las naciones y es dirigido a los hombres y mujeres de buena voluntad que deseen acogerlo en sus vidas. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La vocación del profeta es algo grande y sublime, es un llamado de parte de Dios y precede a la vida del hombre, que no se puede resistir al encargo que Dios le confía, pero al mismo tiempo, es una vocación que exige preparación y entrega, pues tal como lo señala Jeremías, es para un combate espiritual no fácil de asumir, pero el profeta sabe que no está solo, pues Dios mismo lo prepara y le concede todo lo necesario para que vaya en nombre suyo y asuma la tarea con valentía y entrega. Su palabra será cuestionada y rechazada por que pondrá en crisis a cuantos la escuchen, pero cumplirá el encargo de ayudar a enderezar las conciencias que se han apartado del verdadero camino de Dios. Esta vocación todos la hemos recibido desde nuestro bautismo, Dios nos ha elegido y nos ha enviado con un encargo concreto para predicar en su nombre y dar testimonio de su mensaje de salvación, pero al cumplir este encargo encontraremos obstáculos y dificultades tal como le pasó a Jeremías, de modo que esto no debe desanimarnos; todo lo contrario, debemos saber que no es una lucha fácil, pero contamos con la asistencia divina para hablarle a un mundo que cada vez se opone más a Dios, de tal manera, que en nuestro lugar de trabajo o estudio, allí donde el Señor nos ha puesto debemos ejercer la vocación profética que nos fue otorgada por la unción bautismal. Esa vocación exige sacrificio y entrega, pues tal como nos recuerda San Pablo, podríamos tener muchos carismas, pero sin el amor que procede de Dios, todo estaría vacío y sin sentido, pero cuando nos impulsa el amor de Dios, toda la entrega, los sacrificios y cuanto hagamos hará resplandecer la presencia de Cristo mismo, que por amor se entregó totalmente para salvarnos. Esa entrega de Cristo es la que encontramos en el Evangelio, la de un profeta que va proclamando la buena noticia y dando cumplimiento a la llegada del Reino de Dios en medio de un público que lo cuestiona y lo rechaza debido a su falta de fe, se quedan solo con las apariencias humanas para verlo como un paisano y no como el Hijo de Dios, ungido por la presencia del Espíritu, tal como se había presentado en la sinagoga de Nazaret. Nosotros al ejercer la misión profética recibida de Cristo, estamos ejerciendo la noble labor de conducir a los demás por el camino de la verdad para darle sentido a la vida del hombre. Así nos lo recuerda el Concilio Vaticano II en la Lumen Gentium 35: “Cristo, el gran Profeta, que proclamó el reino del Padre con el testimonio de la vida y con el poder de la palabra, cumple su misión profética hasta la plena manifestación de la gloria, no sólo a través de la Jerarquía, que enseña en su nombre y con su poder, sino también por medio de los laicos, a quienes, consiguientemente, constituye en testigos y les dota del sentido de la fe y de la gracia de la palabra (cf. Hch 2, 17-18; Ap 19, 10) para que la virtud del Evangelio brille en la vida diaria, familiar y social”. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Hoy dirigimos nuestra mirada al Señor para pedirle que nos ayude a asumir nuestra misión profética con valentía y firmeza, pero también con actitud de fe y de esperanza sin dejarnos desanimar por las contrariedades o dificultades que se nos presentan en el camino, pues sabemos que Cristo mismo está con nosotros y su Espíritu nos mueve a ser testigos de su amor. ___________________ Recomendaciones prácticas: • Al prepara la homilía, téngase en cuenta que la primera lectura se ha seleccionado en relación con el fragmento Evangélico, con el fin de evitar una excesiva diversidad entre las lecturas, y, sobre todo, para poner de manifiesto la unidad de ambos Testamentos (Cfr. OLM., 106). II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Nos acercamos a la mesa del Señor para participar del banquete que el mismo ha preparado para alimentarnos de la Palabra y la Eucaristía, que nos nutren y nos dan fuerza para continuar nuestro camino, y ayudarnos a ejercer la misión profética que hemos recibido desde el día de nuestro bautismo, así podemos dar testimonio de la presencia de Dios en medio de su pueblo santo. Participemos con fe de este encuentro fraterno. Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra de Dios que nos dirige Jeremías nos muestra la grandeza de la vocación profética a la que todos hemos sido llamados, pero que como nos recuerda san Pablo, solamente en el amor se da plenitud a todos los dones y carismas recibidos de parte de Dios, de modo que como Jesús debemos predicar su mensaje de salvación, aún en medio del rechazo y a hostilidad de los interlocutores. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Al Padre que en su Hijo nos ha destinado para ser profetas de todas las naciones, elevemos nuestra mirada con la confianza de que escucha todas nuestras suplicas.] R. Padre de amor, escucha nuestra oración. 1. Te presentamos al Papa y todos los que por el bautismo hemos recibido la vocación profética, para que, con nuestro testimonio de vida, llevemos al mundo un mensaje de esperanza y de amor. 2. Te presentamos a todos los que ejercen el gobierno en sus comunidades, concédeles sabiduría y fortaleza para trabajar a favor del bien común, especialmente en medio de las comunidades más vulnerables. 3. Te presentamos a todas las familias, has que sean verdaderas escuelas donde se vivan los valores humanos y cristianos que Cristo nos trae en el Evangelio. 4. Te presentamos a todos los que por causa de la Palabra experimentan persecución o desacato, para que reciban la fuerza del Espíritu Santo y consuelo en sus dificultades. 5. Te presentamos a los que se oponen al mensaje de la Palabra de Dios, para que con libertad abran su corazón a la gracia de Dios y reciban a Cristo como Señor y Mesías. Oración conclusiva Padre, lleno de ternura, recibe complacido la oración de tu Iglesia congregada en el día de la resurrección. Tú que vives y reinas en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios por los siglos de los siglos. R. Amén.

Vie 28 Ene 2022

Sigamos adelante escuchando la Palabra de Dios

Por: Monseñor José Libardo Garcés Monsalve - Hemos comenzado un nuevo año con propósitos, metas y proyectos renovados y con la esperanza puesta en Dios, que nos permite fortalecer nuestra vida y vocación en el lugar y la misión que el Señor ha confiado a cada uno. En este sentido también en nuestra Diócesis a nivel pastoral nos hemos propuesto caminar juntos, con el lema: “Desde el punto a donde hayamos llegado, sigamos adelante” (Flp 3, 16), que nos permite agradecer a Dios las gracias recibidas hasta este momento y ponernos en salida misionera, para seguir adelante en este proceso de fe, esperanza y caridad que vamos iluminando desde la Palabra de Dios. Sigamos adelante construyendo sobre roca firme, para ello es necesario seguir escuchando al Señor en su Palabra, que se convierte en norma de vida para nuestro caminar juntos escuchando al Espíritu Santo. Precisamente estamos celebrando el día de la Palabra de Dios, que nos invita a ser más conscientes durante todo el año, de la necesidad de escuchar la voz de Dios, que ilumina todos los acontecimientos y circunstancias de la vida, sobre todo, los momentos de cruz e incertidumbre. Se hace necesario seguir profundizando en el conocimiento de Jesucristo como Verdad suprema que nos conduce por los caminos del bien. La Palabra de Dios es la Verdad sobre la cual podemos fundamentar nuestras vidas con la máxima seguridad que vamos por el mejor de los caminos. En esa Palabra se habla de Jesucristo como “el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6) y de todo el bien que hace en nosotros cuando la escuchamos atentamente y la ponemos en práctica. El Plan Pastoral de nuestra Diócesis de Cúcuta tiene como prioridad conocer y amar a Jesucristo que es nuestra esperanza, centrando todo el contenido de la reflexión en la Palabra de Dios, con el objetivo de formar a los miembros de las comunidades eclesiales misioneras en el conocimiento del Señor Jesús y en la transmisión del Evangelio en todos los ambientes, para seguir adelante fundamentados en la Palabra de Dios tal como lo enseña Aparecida cuando afirma: “junto con una fuerte experiencia religiosa y una destacada convivencia comunitaria, nuestros fieles necesitan profundizar el conocimiento de la Palabra de Dios y los contenidos de la fe, ya que es la única manera de madurar la experiencia religiosa” (DA 226c). Un cristiano que profundice en la Sagrada Escritura y se alimente de ella en la oración diaria, tendrá contenido para comunicar a los hermanos, mediante una vida coherente con el Evangelio y con sus palabras que resuenan como anuncio del Reino de Dios en el corazón de muchos creyentes. Eso constituye una siembra del Reino de Dios que puede hacer todo creyente que se siente interpelado por la Palabra de Dios y que siente en su corazón el deseo de comunicarla, primero en el ambiente del hogar y luego en los lugares en los que Dios nos pone para dar testimonio de Él, entregando cada día la vida al Señor. En el Proceso Evangelizador de la Iglesia Particular, pastores y fieles en este hoy de la historia estamos llamados a caminar juntos, fundamentados en la Palabra de Dios, así lo expresa Aparecida cuando hace el llamado misionero, “hemos de fundamentar nuestro compromiso misionero y toda nuestra vida en la roca de la Palabra de Dios” (DA 247), para encontrarnos con Jesucristo que es nuestra esperanza. Por eso el anuncio misionero en nuestra Iglesia particular lo vamos a centrar y a fortalecer en la Palabra de Dios entregada a los fieles en su integridad, como lo ha pedido Aparecida: “se hace, pues, necesario proponer a los fieles la Palabra de Dios como don del Padre para el encuentro con Jesucristo vivo, camino de ‘auténtica conversión y de renovada comunión y solidaridad’. Esta propuesta será mediación de encuentro con el Señor si se presenta la Palabra revelada, contenida en la Escritura, como fuente de evangelización” (DA 248). Desde el bautismo todos somos discípulos misioneros del Señor que anhelamos nutrirnos con el pan de la Palabra y el Pan de la Eucaristía, para seguir adelante comunicando el mensaje de salvación a todos los hermanos. Palabra de Dios y Eucaristía siembran en el creyente las semillas del Reino de Dios, que le permite llenarse de fervor pastoral, para comunicarlo con la vida y las palabras en un deseo sincero de evangelizar, transmitiendo el mensaje de la salvación a todos. Un deseo evangelizador que brota del conocimiento y amor por la persona, el mensaje y la palabra de Jesucristo. Así lo enseña el Papa Francisco cuando afirma: “La Palabra de Dios escuchada y celebrada, sobre todo en la Eucaristía, alimenta y refuerza interiormente a los cristianos y los vuelve capaces de un auténtico testimonio evangélico en la vida cotidiana. La Palabra proclamada, viva y eficaz, prepara para la recepción del Sacramento, y en el Sacramento esa Palabra alcanza su máxima eficacia” (EG 174). Vivimos momentos de cruz e incertidumbre por múltiples razones, que en muchos casos se debe a la ausencia de Dios en muchos ambientes y sectores de la sociedad. Como creyentes, discípulos misioneros, estamos llamados a seguir sembrando el Reino de Dios, comenzando por el ambiente familiar y extendiendo el anuncio también a otros, incluso aquellos donde no se conoce a Jesús o es abiertamente rechazado. Así lo ha pedido el Papa Francisco en Evangelii Gaudium cuando afirma: “remarquemos que la evangelización está esencialmente conectada con la proclamación del Evangelio a quienes no conocen a Jesucristo o siempre lo han rechazado. Muchos de ellos buscan a Dios secretamente. Todos tienen el derecho de recibir el Evangelio. Los cristianos tienen el deber de anunciarlo sin excluir a nadie, no como quien impone una obligación, sino como quien comparte una alegría, señala un horizonte bello, ofrece un banquete deseable” (EG 14). Sigamos adelante poniendo la vida personal y familiar bajo la guía de la Palabra de Dios que escruta nuestros corazones y nos permite renovar la vida interior, hasta el punto de convertir nuestra vida en Cristo, que es el centro de nuestra existencia y punto de apoyo en nuestras decisiones. Para todos, mi oración y mi bendición. + José Libardo Garcés Monsalve Obispo de la Diócesis de Cúcuta

Mar 25 Ene 2022

Cebitepal ofrece Diplomado: “Construcción de Paz y Transformación Social”

El Centro Bíblico Teológico para América Latina y el Caribe (Cebitepal), dependiente del Concejo Episcopal Latinoamericano Celam, ofrecerá desde el 1 de febrero al 25 de marzo de 2022, el diplomado: "Construcción de Paz y Transformación Social". Será un espacio de formación y reflexión dirigido a los agentes pastorales, líderes sociales y "operadores de paz", que busca ofrecer "fundamentos y herramientas para la generación de paz en conflictos y realidades de profunda violencia". Se realizará los martes y jueves en el horario 6:30 a 8:00 p.m. hora de Colombia, en la modalidad: Virtual sincrónico, con el fin de favorecer la comunión y la sinodalidad. Los docentes de la diplomatura serán profesionales de distintas nacionalidades: Miguel Ricardo Gómez, de Ecuador (Coordinador); Rosa Inés Floriano, de Colombia; Richard Jones, de El Salvador; y Tom Barnat, Ecuador. Más información [icon class='fa fa-download fa-2x'] AQUÍ[/icon] A propósito del este Diplomado, la oficina de prensa del Consejo Episcopal Latinoamericano. Celam, sostuvo un dialogó con Rosa Inés Floriano Carrera, especialista en Doctrina Social de la Iglesia y animadora institucional del Secretariado Nacional Pastoral Social, en proceso de doble titulación como Magíster en Investigación Integrativa del Pensamiento Complejo a las Ciencias Humanas y Sociales, y candidata a Doctorado en Pensamiento Complejo aplicado a las Ciencias Sociales, quien habló sobre temas: paz y conflicto; esperanza y solidaridad; cultura del encuentro; y capacidad de resiliencia. ENTREVISTA ¿Por qué hace falta estudiar para construir la paz, Rosa? Porque el mundo de hoy está cada vez más atrapado en una cultura del desencuentro, del egoísmo, del descarte y de la indiferencia; con lo cual la convivencia se pone a prueba. Necesitamos recuperar la esperanza y la capacidad de hacer de la convivencia un modelo de sociedad donde la “Amistad Social” sea el pegamento que nos permita a todas y todos, sin exclusión alguna, coexistir corresponsable y solidariamente, en pleno respeto de las diferencias y con capacidad de transformar positivamente los conflictos desde un sistema de relaciones justo, fraterno y equitativo. Es lo que el Papa Francisco nos propone como “La cultura del encuentro”. La humanidad vive (desde siempre) en tensión permanente entre la convivencia pacífica y las luchas por la tierra, los alimentos, la escalada en el poder global. ¿Aplica esta descripción para la vida de nuestros países latinoamericanos y caribeños, algo de esto pasa en nuestros ambientes? Efectivamente. Donde haya coexistencia las tensiones y los conflictos son parte de la misma; sin embargo, los seres humanos necesitamos desaprender patrones que nos llevan a tramitar de manera negativa dichos conflictos y tensiones para dar paso a formas Noviolentas de construir escenarios de debate y de transformación de dichas tensiones en oportunidades o soluciones duraderas. En la región América Latina y el Caribe, vivimos tiempos de particular complejidad. Entre la polarización política, las crecientes brechas por las desigualdades económicas, la exclusión de cada vez más sectores de la sociedad, las víctimas de abuso, xenofobia, explotación, migración forzada, entre otros; nos arrastran a espirales prolongados y complejos de violencia que demandan respuestas integrales, multinivel y con un esfuerzo enorme de establecer relaciones estratégicas que sumen voluntades a distinto nivel en distinto tipo de respuesta para alcanzar cambios de corto y largo plazo. A esto es que le llamamos transformación de conflictos y construcción de paz. ¿Cuáles son los motivos de lucha actualmente? Esta es una respuesta muy difícil porque no es una única respuesta. Se lucha básicamente por motivos de escasez de recursos, incompatibilidad de intereses y por conflictos de poder. Esto aplica desde la vida familiar hasta las naciones y conflictos internacionales. ¿Qué potencial positivo ve en nuestros pueblos americanos, que pueden arrimar esperanza en la solución pacífica de la variedad de conflictos que atravesamos? Los pueblos latinoamericanos y caribeños tenemos una impresionante capacidad de resiliencia, pese a todas las dificultades que afrontamos, tenemos siempre la alegría como instrumento para sobreponernos y seguir adelante. Lo que realmente necesitamos es convencernos de que el camino es la Noviolencia activa; que no podemos esperar que los cambios lleguen milagrosamente, desde afuera o será instaurada por la victoria sobre los malos. Tal como lo invita el Papa Francisco en Fratelli Tutti, la paz es una artesanía difícil y compleja, pero empieza en lo pequeño y desde dentro del corazón del ser humano. Nos exige convicción más que expectativas, no exige corresponsabilidad en la tarea desde lo local, lo cotidiano y el mejor escenario es trabajar en las relaciones, las interpersonales, las culturales, económicas, políticas y con la creación. El punto de partida: aquellas que tenemos a nuestro alcance y las que no lo están, solo trabajando con otros actores podremos lograr mayor potencial transformador. En la construcción de la paz, ¿es un plus ser católicos, creer en Jesús, apropiarnos y encarnar el Evangelio en su sentido más puro y esencial? Por supuesto. Si somos fieles al Evangelio de Jesús, la Noviolencia activa es el camino más coherente para vivir nuestra fe. El cristianismo realmente está llamado a realizar la comunión en las realidades temporales, una comunión que tiene como frutos la paz y la justicia que derriba todos aquellos muros que nos dividen y hace de la humanidad una sola familia cuidadora de la vida y de la casa común. La tradición cristiana muestra siempre, desde las primeras comunidades cristianas, una búsqueda incansable por hacer presente en la convivencia humana, a ejemplo de la familia trinitaria, la comunión. Podemos ver en las cartas pastorales de los discípulos a aquellas primeras comunidades una serie de recomendaciones y herramientas para llevar a la vida comunitaria la armonía, la comunión construida sobre la base del amor cristiano. ¿Qué rol le otorga a la posibilidad del perdón entre quienes se enfrentan? El perdón es un proceso. Brota del corazón de la víctima por obra de Dios. No es algo que se puede decretar o tiene receta alguna. Se puede acompañar, pero es un proceso al interior del corazón de cada ser humano y que no se concede porque el victimario o quien ha infringido violencia lo merezca; sino porque la víctima necesita liberarse y retomar su proyecto de vida recordando su experiencia sin dolor. Por eso el perdón es, ante todo, un proceso de sanación interior que se trabaja en el propio corazón y brota en forma de perdón para abrirle paso a la obra reconciliadora de Dios en la experiencia humana. ¿Cómo se asume esa posibilidad? ¿Cómo es la búsqueda de acuerdos en los que todos ceden? ¿Se produce como un olvido del conflicto dando una vuelta de página, como una elaboración (aunque dolorosa) de los desencuentros con la puesta en palabras de nuevos registros de los vivido, apuntando a la reconciliación? Asumiendo que el valor del perdón no se contrapone a la Justicia; por el contrario, son valores complementarios que hacen posible la reconciliación: “La verdad y la misericordia se abrazan, la justicia y la paz se besan” (Cfr. Salmo 85, 10). La reconciliación es la experiencia que emerge del trabajo integrado por la verdad, el perdón, la justicia y la paz. ¿Qué peso tiene en la resolución de conflictos antiguos —de larga data— la responsabilidad intergeneracional a la par de las nuevas miradas que puedan ir sumando las nuevas generaciones sobre los mismos? Existen innumerables experiencias de pueblos o comunidades que han estado sometidos por generaciones enteras a conflictos prolongados y hacer conciencia de que mientras más tiempo dejamos avanzar los espirales de violencia, más tiempo nos va a tomar salir de dicha realidad. Sin embargo, para que mañana alguna generación pueda cosechar frutos de paz, hoy alguien tiene que empezar la siembra. Los conflictos prolongados van minando la capacidad de confiar entre los vecinos y hasta entre las mismas familias; va legitimando el uso de la fuerza como mecanismo de supervivencia; escala a patrones de relacionamiento, a las estructuras y se tiende a establecer y perpetuarse en los sistemas o modelos de vida (economías de guerra en lugar de economías de paz; doctrinas de seguridad en lugar de políticas de Estado favorables a la paz; etc.). Pero, aunque lleguemos a esas dinámicas tan estructurales y complejas no significa que no se puedan cambiar. La clave está en trabajar con una visión amplia, aunque concentremos nuestros esfuerzos en lo que tenemos a nuestro alcance y aprender a trabajar con otros para lograr mayor impacto en la transformación a distinto nivel. “Construcción de Paz y Transformación Social” es el título del Diplomado del que usted forma parte como Cuerpo Docente y que se inicia el próximo 1 de febrero organizado por Cebitepal #FormaciónCelam, Centro de Programas y Redes de Acción Pastoral del Celam (CEPRAP) y Cáritas ALC, dirigido especialmente a agentes de pastoral, líderes sociales y agentes de paz. ¿De qué se trata y cuáles son los carriles conceptuales que andarán sus diplomandos? Esta propuesta formativa es el producto de la práctica reflexiva y caminos de aprendizaje sobre diversas prácticas y experiencias en el camino de la construcción de la paz. Nos hemos encaminado por la visión de la Transformación Social de Conflictos y construcción de paz que integra herramientas de resolución pacífica, diálogo social, enfoque de Derechos Humanos y marcos temporales de más largo alcance que nos permitan resolver problemas concretos de corto plazo mientras trabajamos por las transformaciones estructurales que toman más tiempo; a la par de buscar cambios que van desde las actitudes y comportamiento personales hasta los cambios de imaginarios sociales, en la cultura, los sistemas políticos y económicos que hacen posible no solo la convivencia pacífica entre comunidades sino condiciones estables para que la paz sea duradera.

Mar 25 Ene 2022

¡Un Año más!

Por: Mons. Carlos Arturo Quintero Gómez - El próximo 25 de enero se cumple un aniversario más del terremoto que azotó el eje cafetero en el año 1999; han pasado 23 años desde ese fatal día, en el que miles de víctimas y cientos de familias damnificadas vieron esfumar sus esperanzas. Aun así, de entre los escombros, han brotado semillas de alegría y nuevas ilusiones. Este día se ha ido convirtiendo en una fecha conmemorativa importante, grabada en la mente y en el corazón de los quindianos; sin embargo, con el paso de los años, puede convertirse en ‘una fecha para ‘recordar’. A lo que me refiero es que, con el paso de los años, se puede adormecer nuestra alma y nuestro corazón, o podemos aprovechar estas fechas para reflexionar sobre nuestra vida personal, familiar y comunitaria, asumiendo compromisos serios que nos permita soñar y construir juntos la vida. Es innegable que la decisión es de cada uno. Hoy quiero, precisamente invitar a los lectores, a devolver la cinta del casete y hacer un esfuerzo mental, pensando en lo que ocurrió aquel día: ¿dónde me encontraba? ¿qué estaba haciendo? ¿qué pasó? ¿Cuáles fueron las pérdidas humanas? –familiares, amigos, cercanos- los bienes materiales –mi casa, mi estabilidad laboral, mi carro, etc.- El dolor vivido ese día, a la 1 y 19 de la tarde, quizás, marcó la existencia de muchos. Ahora bien, el tiempo ha ido transcurriendo en medio de avances significativos: un proceso de reconstrucción exitoso, la solidaridad nacional e internacional, con una mirada del mundo hacia este territorio cafetero; el gesto de fraternidad de las instituciones que se unieron para ayudar; una Iglesia que caminó al ritmo del dolor y sufrimiento de hombres y mujeres viviendo en cambuches, en tiendas de campaña y carpas improvisadas, racionando los alimentos para que los miembros de una familia o comunidad pudieran disponer de lo necesario, mientras, los niños, sin entender lo que estaba sucediendo, corrían, jugaban, lloraban, buscaban el abrazo de sus papás, rezaban. A esta memoria histórica de nuestro pasado doloroso e ingrato podemos agregar algo más: después de 23 años, seguimos conmemorando este día: ofrendas florales, plegarias de acción de gracias, santa misa, homenaje a la vida, sendos discursos de nuestros mandatarios. Todo esto es muy buen recurso para que la memoria siga intacta, sin embargo, tiene que haber un compromiso más exigente en cada corazón, en cada alma y en cada institución. ¿En qué consiste este compromiso? Aprender a valorar nuestra vida y la de nuestros semejantes, superar nuestros egoísmos y evitar las riñas entre vecinos, ser responsables con nuestra vida cuando asumimos el rol de conductores de una moto, una bicicleta, un vehículo y manejar con prudencia por calles, carreras y autopistas; ayudar a nuestros niños, adolescentes y jóvenes, a que entiendan su misión en el mundo y rescatar a ‘aquellos’ que se han dejado atrapar por las garras de las adicciones; rendir homenaje a los familiares y amigos que murieron, concientizándonos que no tenemos la vida comprada y por lo mismo, debemos esforzarnos por ser servidores, pensando en los demás, comprometidos con el medio ambiente, y ante esta pandemia, haciéndonos vacunar, como ‘un acto de amor’. Los adultos, tenemos la gran responsabilidad de construir esta patria chica con amor, sembrando alegría y esperanza para recoger los frutos de la paz y la justicia; nos ‘toca’ dejar este mundo mejor de lo que lo hemos encontrado. O nos seguimos quejando de nuestra realidad, o cambiamos de actitud y nos sentimos co-responsables en la construcción de nuestra ciudad y departamento; no basta una reconstrucción material, hay que apostarle a una reconstrucción espiritual que implica volver la mirada a Dios y despertar en nuestro corazón la fe y la confianza en Dios y en nuestros hermanos. ¡Salud por la vida! Carlos Arturo Quintero Gómez Obispo de Armenia