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Iglesia

Mar 13 Dic 2022

Jesús nacerá de María, desposada con José, hijo de David

CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO Diciembre 18 de 2022 Primera Lectura: Isaías 7, 10-14 Salmo: 24(23), 1-2.3-4ab. 5-6 Segunda Lectura: Romanos 1, 1-7 Evangelio: Mateo 1, 18-24 I. Orientaciones para la Predicación Introducción ¡Ya llega el Rey de la gloria!! Ya estamos en el cuarto domingo de Adviento que da inicio a la última semana de adviento, se enciende el cuarto cirio, ya estamos próximos a la Navidad. El Salmo 23 que proclamamos hoy, anuncia que “Va entrar el Señor”, va a poner su morada entre nosotros (Cfr. Jn 1, 14). Tanto la primera lectura como el evangelio anuncian como algo inminente el hecho de que “la virgen está encinta y da a luz un hijo” y este hijo será “el Emmanuel”, el Dios-con-nosotros, de tal manera que la llegada del Hijo de Dios es inminente, alegrémonos y gocemos, llenémonos de júbilo, pero al mismo tiempo preguntémonos con el salmista “¿Quién puede subir al monte del Señor?, ¿Quién puede estar en el recinto sacro?”. ¿Será que cada uno de nosotros está preparado para recibir al Señor?, pues solo “el hombre de manos inocentes y puro de corazón” puede entrar en esa presencia. “No tengas miedo de llevarte a María” (v. 20) Por otra parte, en el pesebre, junto al Señor que viene, encontramos también a José y María. Vale la pena resaltar un hecho que nos presenta el pasaje del Evangelio de hoy en la versión de Mateo. Se trata del hecho de que, al quedar María embarazada por obra y gracia del Espíritu Santo, cosa que aún ignoraba José, ante las razonables dudas de él y su decisión de repudiarla en secreto, es el mismo Señor a través de su ángel quien reivindica, quien defiende a María y categóricamente le dice a José “No tengas miedo de llevarte a María, tu mujer porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo”. Es el mismo Dios quien disipa las dudas respecto a María. Ella confió en Dios como su humilde esclava y Dios no la guarda y conserva su integridad. Hoy que con frecuencia nos siembran dudas frente a María, que si tuvo uno o varios hijos, que solo Cristo basta y la presencia de María no es necesaria, que si tiene la potestad o no de interceder, etc. Ante estas dudas hoy estas palabras del evangelio son para nosotros: ¡No tengas miedo de llevarte a María! No tengas miedo de llevarla a tu casa, a tu lugar de trabajo, de hacerla parte de tu espiritualidad. “Llevar a María” es llevar bendiciones. Prueba de ello son las bodas de Caná, un matrimonio que comenzó mal, con poco vino y de mala calidad. Como se comienza se termina; para esos nuevos esposos improperados e imprevistos, es fácil concluir que las cosas no les irán muy bien, pero afortunadamente tuvieron un acierto, el acierto de invitar a María ya Jesús a sus bodas (Cfr. Jn 2, 1-2) y esto, ya sabemos la historia, cambio todo para bien. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El oráculo del profeta Isaías, en su contexto original, es una respuesta al rey Ajaz de Judá que debe decidir sobre la amenaza de ataque a Jerusalén por parte de los reyes de Israel y Siria. El profeta invita a Ajaz a no temer y a descartar una respuesta armada, confiando en la fidelidad del Señor a sus promesas, pues él no permitirá que la descendencia de David pierda el trono de Judá. El signo de la acción de Dios es que “la virgen está encinta, y da a luz un hijo”. Si bien ligadas en su sentido literal a un contexto histórico preciso, esta profecía abre el horizonte y anuncia el nacimiento del Mesías de las entrañas purísimas de la Santísima Virgen. Escribiendo a los Romanos, san Pablo recuerda que el centro y el culmen de la revelación divina es justamente el nacimiento del Hijo, acontecimiento que fue anunciado por los profetas y que, llegada la plenitud de los tiempos (cfr. Gal 4,4), tiene lugar en un espacio y tiempo concretos. El énfasis de esta introducción de la carta está el reconocimiento de Cristo como Mesías Salvador y de la gracia del apostolado que los discípulos reciben del mismo Señor. El relato del Evangelio, que nos introduce espiritualmente en la contemplación del acontecimiento más grande y definitivo de la historia, subraya el origen divino del niño que nacerá de María, el cual viene del Espíritu Santo, en el que se cumplen todas las promesas de Dios, al que se ha de recibir en la fe y que salvará al pueblo de sus pecados. El recuerdo de la profecía de Isaías certifica, por así decirlo, que el Hijo que nace de maría es el Emmanuel, el Dios con nosotros. Modelo de cómo acoger el plan de Dios, su amor revelado en el nacimiento del Hijo eterno, son María y José, obedientes y fieles, generosos y humildes. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? A pocos días de la celebración del nacimiento del Niño Dios, la Palabra de este domingo último de Adviento nos invita a entrar totalmente en la contemplación del misterio más grande de nuestra fe: el Hijo de Dios se ha hecho Hombre, es la prueba más grande del amor del Padre Dios, es el acontecimiento que nos llena de alegría y de esperanza. ¿Cómo recibir, entonces, al señor que llega pronto? No mundanicemos la celebración de la Navidad El Evangelio nos advierte claramente que no debemos permitir que se nos embote la mente (cf. Lc 21,34), esto que, que las preocupaciones del mundo, la distracción del dinero, el ruido, los vicios nos hagan perder la dimensión sobrenatural de cuanto estamos celebrando. Se trata de una situación que lamentablemente se ha vuelto común: que olvidemos a Jesús en la navidad y le demos más importancia a los regalos, a las comidas y a las fiestas. El Papa Francisco nos ha dicho que “la Navidad es la revancha de la humildad sobre la arrogancia, de la simplicidad sobre la abundancia, del silencio sobre el alboroto, de la oración sobre ‘mi tiempo’, de Dios sobre mi ‘yo’ . Vayamos hasta el pesebre y contemplemos el amor infinito de Dios La navidad nos pide una actitud contemplativa. El Papa Francisco ha subrayado en diversas intervenciones que el silencio interior es una condición necesaria para ir con provecho hasta el pesebre y descubrir que realmente Dios está con nosotros, está de nuestra parte, viene para salvarnos, para darnos la libertad verdadera. Con la humildad, generosidad y obediencia de María y de José El modelo de José y María nos indica las actitudes positivas que nos conducen al encuentro del Niño Dios: la humildad, para reconocer en el pequeño del pesebre al Mesías; la generosidad, que es la disponibilidad, frente al plan de salvación de Dios; la obediencia, que es la docilidad y voluntad de servir completamente a lo que el Señor quiere. Vivamos la gracia del apostolado También, ya desde este momento, nos debemos sentir enviados, “comunicadores” de la Buena Nueva del nacimiento. Lo podemos hacer en nuestras familias, en nuestros círculos sociales, en nuestros conjuntos residenciales, en los barrios, en las veredas, en nuestras comunidades. En este tiempo, podemos convertir la feliz navidad que nos deseamos en un apostolado, en un anuncio, pues es decir que Cristo nazca en tu corazón y te llene del verdadero amor. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? • Señor, que pueda palpar y sentir con fuerza tu presencia en el mundo, en cada hermano, en cada acontecimiento y que, sintiéndote, me goce en tu presencia. • Que la presencia de María y el experimentar su amor maternal, contribuyan a la vivencia de una sana y equilibrada espiritualidad que de frutos abundantes de santidad. _______________________ Recomendaciones prácticas: • Después del saludo puede encenderse la cuarta luz de la corona de Adviento, recitando la respectiva oración. • Este domingo resalta la figura de María y se celebra como una verdadera fiesta mariana. • Se sugiere el Prefacio de Adviento IV: María, nueva Eva, por resaltar la acción de la Virgen María. • Proponer a los fieles la visita a los más necesitados de la comunidad, llevándoles una voz de esperanza y algún presente. • Promover la cena familiar, después de la Misa de la Vigilia de Navidad. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Con inmensa y creciente alegría por la certeza de la inminente llegada del Dios hecho hombre, que pone su morada entre nosotros, nos reunimos para la celebración de la Eucaristía en este cuarto y último domingo de Adviento. Que esta celebración nos ayude a completar adecuadamente este camino de preparación para la navidad que hemos venido recorriendo. Con ojos abiertos y corazón palpitante, participemos de esta celebración. Monición a la Liturgia de la Palabra Tanto el Profeta Isaías en la primera lectura, como el salmo y el Evangelio de hoy, expresan con claridad que el cumplimiento de la profecía del mesías esperado es inminente. Ante la inminencia del Emmanuel, del Dios con nosotros, es necesario dar pruebas de que ya estamos preparados para estar en su presencia, en la certeza de que todos estamos llamados a formar parte de los santos, como dice San Pablo en la segunda lectura. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: A Dios Padre que cumple sus promesas y nos envía a su hijo para poner su morada entre nosotros, presentémosle confiados nuestras súplicas diciendo: R. Dios con nosotros, escúchanos. 1. Por los miembros de la Iglesia, para que continuando con fe, dedicación y compromiso de santidad este camino de adviento, podamos recibir a Jesús con manos inocentes y puro corazón. Oremos. 2. Por los gobernantes de las naciones, por los líderes de las comunidades, para que antepongan siempre el bien común al bien personal, perseveren en sus propósitos y su trabajo de fruto abundante para bien de todos. Oremos. 3. Por nuestras comunidades, por todos los que nos preparamos para celebrar la navidad, para que este tiempo de Adviento sea tiempo de gracia, de paz y de perdón. Oremos. 4. Por las personas que sufren a causa de enfermedad, pobreza, soledad, o en cárceles y hospitales, para que este tiempo de esperanza les traiga ilusión, entusiasmo y motivaciones para continuar con gozo en el camino de la vida. Oremos. 5. Por los alejados de Dios, para que este tiempo en que Dios viene a nuestro encuentro, sea una experiencia de conversión y de reencuentro gozoso con el Señor. Oremos. Oración conclusiva Escucha Padre estas súplicas que te hemos dirigido con fe, en el nombre de tu amado hijo Jesucristo que puso su morada entre nosotros, que bendice y salva y que vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén.

Mar 13 Dic 2022

5 de diciembre  | Lectura del santo Evangelio según san Lucas 5,17-26

Hoy hemos visto maravillas. UN día, día estaba él enseñando, y estaban sentados unos fariseos y maestros de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, Judea y Jerusalén. Y el poder del Señor estaba con él para realizar curaciones. En esto, llegaron unos hombres que traían en una camilla a un hombre paralítico y trataban de introducirlo y colocarlo delante de él. No encontrando por donde introducirlo a causa del gentío, subieron a la azotea, lo descolgaron con la camilla a través de las tejas, y lo pusieron en medio, delante de Jesús. Él, viendo la fe de ellos, dijo: «Hombre, tus pecados están perdonados». Entonces se pusieron a pensar los escribas y los fariseos: «¿Quién es este que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios?". Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, respondió y les dijo: «¿Qué están pensando en sus corazones? ¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate y echa a andar”? Pues, para que vean que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados –dijo al paralítico–: “A ti te lo digo, ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa”. Y, al punto, levantándose a la vista de ellos, tomó la camilla donde había estado tendido y se marchó a su casa dando gloria a Dios». El asombro se apoderó de todos y daban gloria a Dios. Y, llenos de temor, decían: «Hoy hemos visto maravillas». Palabra del Señor. Te enviare más después.

Mar 13 Dic 2022

4 de diciembre | Lectura del santo Evangelio según san Mateo 3, 1-12

Conviértanse, porque está cerca el reino de los cielos POR aquellos días, Juan Bautista se presenta en el desierto de Judea, predicando: «Conviértanse, porque está cerca el reino de los cielos". Este es el que anunció el Profeta Isaías diciendo: «Voz del que grita en el desierto: “Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos”». Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y de la comarca del Jordán; confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán. Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo: «¡Raza de víboras!, ¿quién les ha enseñado a escapar del castigo inminente? Den el fruto que pide la conversión. Y no se hagan ilusiones, pensando: “Tenemos por padre a Abrahán”, pues les digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras. Ya toca el hacha la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto será talado y echado al fuego. Yo los bautizo con agua para que se conviertan; pero el que viene detrás de mí es más fuerte que yo y no merezco ni llevarle las sandalias. Él los bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la mano: aventará su grano, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga». Palabra del Señor.

Mar 13 Dic 2022

3 de diciembre | Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 35 - 10,1.6-8

Al ver las muchedumbres, se compadecerá de ellas. EN aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia. Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, "como ovejas que no tienen pastor". Entonces dice a sus discípulos: «La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rueguen, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies». Llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y toda dolencia. A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: «vayan a las ovejas descarriadas de Israel. Vayan y proclamen que ha llegado el reino de los cielos. Curen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos, arrojen demonios. Gratis han recibido, den gratis. Palabra del Señor

Lun 12 Dic 2022

Vivir sin haber nacido

Por: Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía - Alrededor de ocho mil millones de seres humanos poblamos el planeta en estos tiempos. La vida humana, que conquista altos niveles de desarrollo científico y tecnológico, traducidos en sorprendentes muestras de calidad y de longevidad, enfrenta, no obstante, graves riesgos de extinción como especie. Si bien los hechos nos han acercado al nivel del tiempo real y del rompimiento de barreras y de fronteras, aún vivimos el desafío de la coexistencia respetuosa y de la convivencia entre pluralidades, diversidades y contrariedades. Más agudo aún, es el reto de superar las graves desigualdades y de transformar los conflictos en respuestas civilizadas y racionales, en caminos de integración y de fraternidad global. Aún alegorías tan colectivizantes como el deporte olímpico o el mundial de fútbol, entre otras expresiones, se dan en contextos dramáticos de contrastes, injusticias, violencias y dictaduras fabulosas y deslumbrantes del dinero, como Qatar. La vida humana, entre estos parámetros socio globales, se ve en calzas prietas ante la amenaza de guerra nuclear y de luchas por el control absoluto de sociedades, economías, territorios, subsuelo y espacio sideral, así como del espectro electromagnético y digital, que controla personas y sistemas de gobierno y que acumula y concentra poderes. Como si fuese poco, la humanidad, esta de la que hacemos parte, se ve urgida por el calentamiento global y sus dramáticos efectos, por el tránsito rápido a nuevas fuentes de energía, por controlar las relaciones entre los seres humanos y el equilibrio ambiental, por ponerle freno a la voracidad consumista que arriesga el futuro humano, en fin, por regular la transmisión de virosis entre animales y humanos, entre muchos otros pendientes. La vida humana, que hace la parte decisoria del rumbo que le demos a lo que está a nuestro conocimiento y alcance, requiere volver sobre su conservación, más allá del instinto y del conflicto, y sobre la restauración del ecosistema o biosfera. En nuestro pequeño mundo local y nacional, todos podríamos describir los fenómenos que amenazan este don maravilloso del vivir humano y de nuestro hábitat propio. Son muy dolorosas las cifras de asesinatos, desapariciones, desplazados, damnificados por la ola invernal, víctimas de accidentes y hasta de suicidios. Las imágenes de “volquetadas de muertos” en Putumayo, o de masacres por doquiera, dejan una mezcla entre el luto, el desconcierto y la expectativa de cambio, de paz y de una nueva oportunidad para toda vida humana, desde su inicio hasta su fin temporal. En medio de tanta violencia, conflicto armado y tragedias, entre las expectativas de la población más sufrida y las calculadas maniobras de quienes luchan por su poder y hegemonía, nos llega la Navidad 2022. Llega con toda la carga decembrina de vivir de otro modo la tragedia, de maquillar con ferias, luces, encuentros y regalos la resbalosa cotidianidad. Con el panorama anterior, no pretendo desconocer todo el esfuerzo humano para que la vida de todos sea mejor. Por fortuna, hay mucha reserva y capacidad de bondad, de amor y de servicio denodado para que la humanidad y el mundo encontremos cómo avanzar unidos en favor de la vida, del bienestar, del conocimiento y de la paz. En medio de todo, ustedes y yo nos movemos como personas en el mundo y en esta historia de cada vida y de nuestros entornos, con algo más que lo meramente humano: Dios se hizo hombre, El Verbo se hizo carne, habitando entre nosotros, y su Espíritu de Amor habita hoy en nuestros corazones, ilumina nuestras mentes, sostiene el vivir humano sobre el ser de Dios, sobre los hombros de Cristo Jesús y de su Iglesia. Navidad es decir que, dentro de nuestro mundo y universo, dentro de nuestra naturaleza y condición humana, hay una semilla en gestación, una cosecha de personas que no solo vivimos, sino que somos vividos por Dios en Jesús, vividos hasta desvivirse en la cruz con cada quien, para que todos tengamos vida y la tengamos en abundancia. Navidad es más que recordar y que celebrar un nuevo aniversario de Jesús: es vivir porque nacemos de nuevo y como nuevos, penetrados completamente por la Luz, el Amor y la respetuosa Solidaridad de Jesús, de Dios, de María y José, de este glorioso intercambio de Dios hecho hombre para hacer de cada ser humano un “hijo adoptivo” de Dios, un “hermano universal” como Jesús, una familia en la Casa Común que es el Amor de Dios, la Casa del Padre, la Nueva Creación. Belén, Nazaret, Palestina, Jerusalén, más de dos mil años después de Cristo, tantas generaciones de creyentes y de santos y santas de Dios, la Iglesia que busca su unidad de Cuerpo Místico y de comunidad sinodal y ecuménica en medio de la humanidad: todo ello revive con la Navidad. Hoy somos nosotros. Hoy nos toca a nosotros. Hoy nosotros pregonamos la Navidad y la Pascua, pregonamos la Cruz y la Resurrección, proclamamos y aclamamos al Emmanuel de los profetas, al “Dios-con-nosotros”. Para vivir, ahora tenemos que haber nacido como La Palabra hecha carne, “luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo”, “la cual no nació de sangre, ni deseo de carne, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios”, “y a todos los que la recibieron les dió poder de hacerse hijos de Dios” (del Prólogo del Evangelio de San Juan). La Navidad no es ya solo que “nació Jesús”. Esta podría ser una celebración que no requiere la fe en Él. Un reconocimiento universal e histórico, cultural y de festejo. Ahora, Navidad es para todo creyente y bautizado mi nacimiento en Jesús, que también hoy nos dice como a Nicodemo: “el que no nazca de agua y de Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu. No te asombres de que te haya dicho: tienen qué nacer de lo alto” (Jn 3,3-7). La Navidad 2022 nos llega entre las grandezas y ambigüedades de la humanidad que somos hoy estos ocho mil millones de habitantes. Quizás nunca antes como hoy estemos más cerca de acoger y recibir a Cristo Jesús, cuando estamos más lejos de sentirnos seguros en nuestras falsas trincheras. Para vivir es necesario nacer, sí. Pero hoy, más que nacer, vivir, morir, necesitamos volver a nacer, “nacer siendo ya viejo”, como pregunta Nicodemo en su diálogo con Jesús. Navidad 2022 nos convoca a esta era de renacimiento humano en Jesús. Veamos a Jesús, Evangelio de Vida y de la Soberanía del Amor o Reino de Dios, muy cercano a nuestro tiempo, muy luminoso en nuestras noches e incertezas, muy pleno de Amor y de Paz en medio de nuestros miedos. Animemos a la humanidad desde esta Colombia, esquina prodigiosa de América y para el mundo, desde este “encanto” y tragedia que somos a la vez, a abrirle las conciencias de cada individuo y hogar, de cada nación y continente, de la humanidad de estas épocas, a “la Gran Alegría que lo será para todo el pueblo: les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor”. Así lo anuncia el Ángel de Navidad, dando como señal: “encontrarán un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre” (Lucas 2, 10ss). Mi abrazo más fraterno, más estrecho y lleno de amor, de gratitud, de paz y esperanza. Mi bendición que sea la que les da con su manita el Niño Jesús. Nacer para que vivamos y la vida tenga siempre un mañana. + Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali

Lun 12 Dic 2022

Iglesia Católica acepta acompañar el proceso de negociación con el ELN

Luego de una carta que recibiera la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), donde se le invitaba a participar en "su condición de acompañante permanente" en la Mesa de Diálogo entre el Gobierno Nacional y el Ejército de Liberación Nacional, la Iglesia ha aceptado y nombrado como representante a monseñor Héctor Fabio Henao Gaviria. "La Conferencia Episcopal recibe con gratitud y responsabilidad la invitación a participar en su condición de acompañante permanente en la Mesa de Diálogos a través de la representación del Ilustre Monseñor Héctor Fabio Henao, quien, con su experiencia y sabiduría, acompañado de nuestra oración estará presto a colaborar en aquello que se requiera para consolidar este proceso tan anhelado en bien de nuestro país". La respuesta fue ofrecida a través de una carta firmada el pasado 02 de diciembre, por monseñor Luis José Rueda Aparicio, presidente de la CEC, en la que igualmente designa a dos arzobispos para apoyar las labores del proceso, son ellos: Monseñor Omar Alberto Sánchez Cubillos, arzobispo de Popayán y vicepresidente de la CEC; y a monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía, arzobispo emérito de Cali. El directivo en nombre de la Iglesia Católica, expresa a las partes los mejores deseos para que "buscando con ahínco los caminos necesarios se recorran con compromiso en la búsqueda de la paz". La carta de respuesta está dirigida a Iván Danilo Rueda, Alto Comisionado para la Paz del Gobierno Nacional; José Otty Patiño, jefe de Delegación de Paz Gobierno Nacional; Pablo Beltrán, jefe de Delegación de Diálogos del Ejército de Liberación Nacional - ELN; y Aureliano Carbonell, Delegación de Diálogos del Ejército de Liberación Nacional - ELN. DESCARGAR CARTA AQUÍ

Lun 12 Dic 2022

Ordenación episcopal y posesión canónica del obispo de Caldas

La Iglesia particular de Caldas-Antioquia, ha celebrado gozosamente la consagración y posesión episcopal de su 4° obispo, Juan Fernando Franco Sánchez, en una eucaristía celebrada este viernes 09 de diciembre en la Catedral Nuestra Señora de Las Mercedes y presidida por el Nuncio Apostólico en Colombia, monseñor Luis Mariano Montemayor. En nuevo prelado para la Iglesia Católica, agradeció en primera instancia a Dios por este llamado hecho al servicio episcopal, luego se dirigió al Nuncio a quién le expresó su alegría por su presencia a esta Jurisdicción, “es signo de unidad y comunión. Quiero A través de su persona manifestar mi gratitud al santo Padre Francisco, por depositar en mí este voto de confianza, encargándome esta porción del pueblo de Dios tan amada por mí”. Igualmente, mostró su agradecimiento a monseñor Luis José Rueda, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia; a monseñor Ricardo Tobón Restrepo, arzobispo de Medellín; a monseñor José Soleibe Arbeláez, quien fue la persona que lo ordenó hace 19 años como sacerdote; a monseñor Cesar Alcides Balbín Tamayo; y recordó además a los ya fallecidos obispos, monseñor Germán García Isaza y monseñor Gonzalo Rivera. Manifestó su gratitud a los arzobispos y obispos presentes durante la ceremonia. A los sacerdotes y diáconos de esta Jurisdicción, les pidió le ayuden con su oración para ser un buen padre y Pastor “a que juntos, “fijos los ojos en Jesús” construyamos nuestra diócesis cada día desde una actitud orante que escucha al Maestro para tener sus mismos sentimientos, y, haciendo experiencia profunda de Jesús”. “Construyamos nuestra diócesis cada día desde una actitud orante que escucha al Maestro para tener sus mismos sentimientos, y, haciendo experiencia profunda de Jesús, caminemos con nuestras comunidades, atentos a las realidades y desafíos concretos de nuestro ambiente y, comprometidos en fidelidad al señor, anunciemos el Reino y que la Iglesia hoy sigue necesitando hombres y mujeres evangelizados y evangelizadores”. Saludó además a los sacerdotes y diáconos presentes que asistieron de otras jurisdicciones eclesiásticas; a los religiosos y religiosas: seminaristas; a las autoridades civiles y militares: a los señores alcaldes; a las diversas delegaciones de las distintas comunidades parroquiales; a las comunidades donde ejerció su ministerio sacerdotal; a los medios de comunicación presentes; a la delegación de su pueblo natal Barbosa; a las instituciones que están presentes dentro de la curia, “que trabajan por el bien de la educación, la formación y en seguir construyendo una sociedad más justa y equitativa. Gracias por el servicio integral en favor de nuestras comunidades”. Se mostró agradecido por la presencia de su familia en esta ceremonia, y agregó que ellos fueron “la primera escuela de mi fe, de manera especial a mi mamá Bertha aquí presente y a mi papá Horacio allá en el cielo, que me enseñaron a conocer y a respetar a Dios y a entender la vida como tarea de servicio”. Pidió a toda la comunidad diocesana para que le ayuden a través de la oración y su presencia “a ser el padre y Pastor según el corazón de Dios, correspondiendo con generosidad y total entrega a su gratuito amor que se fijó en mí y porque me amó, me eligió”. Finalmente, se puso en las manos de María, en la advocación de la virgen de Las Mercedes, pidiendo de ella interceda por él y por esta diócesis.

Vie 9 Dic 2022

¡Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?

TERCER DOMINGO DE ADVIENTO «Gaudete» Diciembre 11 de 2022 Primera Lectura: Isaías 35,1-6a.10 Salmo: 46(145),6c-7. 8-9a.9bc-10 Segunda Lectura: Santiago 5, 7-10 Evangelio: Mateo11, 2-11. I. Orientaciones para la Predicación Introducción El Adviento es tiempo de preparación y conmemoración. Las celebraciones nos han de ayudar a encontrar el significado auténtico de este tiempo, que se nos ofrece para preparar nuestros corazones para recibir al Señor. A manera de reflexión se puede asumir: 1. La alegría de la liberación: 2. Los anuncios y signos de la presencia del Hijo de Dios – una era mesiánica; 3. El cumplimiento de la profecía del ayer, la nueva y paciente espera del creyente hoy. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Primera lectura. El profeta Isaías hace resonar en algunos de sus apartes el anuncio de la esperanza con sentido escatológico, se interesa por el destino final del mundo y las naciones, recurre al género apocalíptico (34,1 – 35,10), aquí al final de esta sección se proclama el restablecimiento de Jerusalén en toda su gloria y esplendor (35,1-10). Todo se transforma maravillosamente, comenzando por la naturaleza (vv. 1-2), que se “regocija”, “alegra”, y “florece” llegando a la saciedad del gozo y la alegría; es tal el panorama que la desolación de la tierra inhóspita se compara ahora con los mejores paisajes de la región: “la gloria del Líbano”, la exuberante belleza del Carmelo y el Sarión”. Toda esta fuerza para manifestar la “gloria del Señor, la belleza de nuestro Dios”. En un segundo movimiento, la alegría trasformadora invade uno a uno los órganos del ser humano (vv. 3-6): manos, rodillas, corazón, ojos, oídos, piernas, lengua. Todo se transforma, y la razón se precisa en el v. 4: “Miren a su Dios, que trae el desquite; viene en persona, resarcirá y los salvará”. Así Jerusalén, Sión es el destino final de la alegre peregrinación. La visita del señor produce alegría porque es visita salvadora, mesiánica. Salmo. Hay una serie de salmos en los cuales la expresión “¡Aleluya!” (Alabad a Yahvé) los caracteriza, conocidos como salmos aleluyáticos, quince salmos en total. La liturgia judía los exaltó en tres grupos de Hallel, expresión hebrea que significa “alabanza, agradecimiento”: el “Pequeño Hallel” (Sal 113-118), así llamado por el Sal 114 que canta la epopeya del éxodo; el “Gran Hallel” (Sal 136) y el “Hallel Final” (Sal 146-150), grupo al que pertenece el salmo de la celebración. El salmo 146 es un himno de alabanza al Señor, Él es el creador que mantiene su fidelidad y por tanto el único que puede ayudar a su pueblo. En forma de letanías se anuncian algunas acciones del Señor para con los pobres, oprimidos, hambrientos, cautivos, ciegos, cojos, indefensos (huérfanos y viudas). La alabanza se hace suplica de presencia salvadora: “Ven, Señor, a salvarnos”. La alabanza es la palabra última de la creación, de la historia, del creyente que goza de la intimidad con Dios. Segunda lectura. Esta lectura nos recuerda que el adviento no solo es conmemoración sino también preparación a la venida del Señor. El texto la presenta como “parusía del Señor”, es la venida de Cristo al final de los tiempos. En el mundo griego, “parusía”, designaba la llegada de un rey, a quien se esperaba en ambiente festivo, esplendidos preparativos, víveres, construcciones y acuñación de monedas conmemorativas. Este sabor festivo debe marcar la conmemoración y la preparación de la venida del Señor. Santiago con una parábola explica cuál es la conducta de los cristianos que esperan la parusía: se requiere paciencia, el creyente vive su propio tiempo de espera como sembrador, “el fruto madura a su tiempo”; nada se puede hacer para anticipar la cosecha, debe concentrase en sus tareas y dejar que lo demás suceda a su tiempo. El cristiano no debe quejarse uno de otro, debe animarse, queda tomar el ejemplo: “fortaleza y paciencia” de los profetas, pues como para ellos también para el creyente hoy cada día está más próxima la venida del Señor. Evangelio. El texto abre la sección narrativa (11-12) del “Misterio del Reino de los Cielos” que introduce el discurso parabólico (13) sobre el Reino. La perícopa de este domingo está marcada por la figura de Juan Bautista, que se ha de comprender en su relación al Reino, así se identifican dos secciones: 1) vv. 3-6. La perplejidad de Juan al ver que Jesús no se ajusta a la idea que él ha tenido de Mesías, el justiciero que ya tiene puesta el hacha (cf. Mt 3, 10-11), ante lo cual pregunta “¿eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”, a lo cual Jesús responde con obras que testimonian su condición de Mesías, ellas dicen: el Señor está aquí, el tiempo de salvación se está cumpliendo. La respuesta alude a los oráculos de la era mesiánica, entre los cuales se referencia el pasaje de la primera lectura; en Jesús, aunque su proceder contraríe las expectativas, en él se cumplen los anuncios mesiánicos, él produce un cambio gozoso y alegre, él no es el justiciero esperado sino la presencia viva de la misericordia de Dios. “Dichoso quien no se escandaliza de esta presencia del Reino. 2) vv. 7-15, el pasaje va un poco más allá de lo proclamado. Jesús aborda el tema de quien es Juan el Bautista, su identidad. Un profeta, más que profeta, sin embargo, precisa que el momento actual el rasgo característico de la identidad es la pertenencia al Reino, bien este que supera otras grandezas; esto explica que Juan sea el más grande nacido de mujer, como Profeta, sin embargo, más pequeño a aquellos que ahora tienen la gracia de conocer el Misterio del Reino, que se anuncia en esta sección. Juan no está excluido del Reino, su situación se refiere a la contraposición histórica que le correspondió vivir. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? ¡Gaudete! ¡Alégrense! La liberación está aquí ¡Gaudete! Es necesario recuperar el auténtico sentido del nombre este tercer domingo de adviento. La alegría es la característica esencial de aquello que tiene sabor a buena noticia, fiesta; pero el ¡Alégrense! De este domingo no se refiere a las alegrías superficiales, profundas o pasajeras que se motivan por diversas circunstancias como un nacimiento, un cumpleaños, el éxito en la vida o incluso la victoria de un partido de futbol o competencia deportiva. El gozoso ¡Estén alegres! anuncia la inminente llegada de la alegría mesiánica, la venida del Salvador. Es el grito gozoso de la alegría que nace de la presencia de Dios. No es causada de forma espontánea y natural, ni por el hermoso paisaje de la creación ni de las fuerzas del ser humano, sino que tiene su causa en la irrupción de Dios y su salvación. Dios es la causa y fuente del grito gozoso del ¡alégrense! En él se expresa la certeza de la presencia y salvación de Dios, es conmemoración y preparación. Se nos hace presente la alegría de la salvación y nos anuncia su llegada al final de la historia. El estén alegres es la forma concreta de responder con la alabanza a la presencia de Dios. Es la vivencia de una alegría profunda que requiere paciencia y acción. El Reino de Dios está aquí y aún se ha de esperar. Como Juan y sus discípulos es necesario tener la capacidad de ver y oír lo que Jesús está realizando, no es necesario seguir esperando a quien no ha de llegar. Él ya llegó, sigue llegando y llegará, su victoria siempre asegurará. La salvación ya está actuando. Seguir esperando nos lleva a preguntarnos qué Jesús tenemos en nuestras mentes, en nuestros ideales; quizás la figura de la presencia real del Salvador contraríe esa esperanza, pues normalmente las expectativas humanas no se ven compaginadas con la forma de actuar de Dios. Cuál es nuestra actitud en este momento histórico que nos corresponde vivir. Ya participamos de la irrupción del Misterio del Reino de una manera especial, nos tocó este momento particular, pronto celebraremos el Jubileo de la Esperanza (2025), el Jubileo de la gracia Mariana (2031) y los dos mil años de la Redención (2033). De momento disfrutemos con alegría profunda y autentica la presencia del Reino, el Señor ya está aquí y pronto vendrá. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Para acoger la alegría de la salvación se necesita meditar con atención y escuchar con amor, estas actitudes permitirán ver de verdad el misterio del Reino en las acciones del hoy. Señor que como los hombres de tu tiempo también veamos como obras grandes maravillas y nos comprometes en la misión de anunciar que solo acogiendo estos signos evidentes de la misericordia de Dios podremos comprender la grandeza de la alegría con que inunda nuestro día y corazón. _______________________ Recomendaciones prácticas: • Motivar que cada familia construya su pesebre, su belén y que en torno a él se viva la alegría de acoger la buena noticia de la salvación. • Programar el rezo de la novena de Navidad es garantizar una celebración de piedad popular con mayor participación, con un alto nivel de comprensión que deja frutos de compromiso evangelizador en las personas, familias y comunidades. Se seguiré la Novena de aguinaldo propuesta por la Conferencia Episcopal. • Después del saludo, puede encenderse la tercera luz de la corona de Adviento, recitando la respectiva oración. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Bienvenidos hermanos a la celebración de este tercer domingo de Adviento: “Gaudete”, alégrense, salten de alegría, porque ya está cerca el Señor. En un mundo con tantos dolores los cristianos debemos ser esa voz profética que invita a la esperanza y a la alegría, no basada en comidas y vino sino en la certeza de la Buena Noticia de la Salvación. Jesucristo está aquí y nos trae la salvación. Con este gozo que nos llega de Dios comencemos la celebración, cantando y orando alegrémonos hermanos que es tiempo de salvación. Monición a la Liturgia de la Palabra Hoy, todo invita a alabar con alegría y júbilo a Dios que es fiel. El ama a todos y les ofrece la salvación. El rostro divino de Jesús nos deja ver su amor, su era mesiánica en la que trasforma todo, así la creación entera es gloria y el esplendor de Dios, vale la pena hermanos tener paciencia para acogerlo ya en el corazón y esperar su segunda venida como el triunfo definitivo de su amor. Escuchemos con atención el anuncio que nos hace su Palabra y recibamos al Rey y Salvador. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Oremos a Dios Padre, pidiendo en nuestra plegaría de hoy la especial intercesión de la Madre de Jesús, que su cercanía nos inunde de la Alegría de la Salvación. Respondemos: R. Bendice y alegra a tus hijos, Señor. 1. Padre te pedimos por toda la Iglesia, para que en medio de los dolores sepa a coger la alegría del Evangelio y persevere en la verdad de Jesús como lo hizo la Virgen María. 2. Padre te pedimos por los gobernantes para que, inspirados en el mensaje de la salvación, dediquen sus esfuerzos a la búsqueda de la Paz, la concordia y la armonía entre todos los pueblos de la Tierra. 3. Padre te pedimos, por los enfermos, ancianos, los maltratados, explotados y vejados, para que ellos sientan la alegría del mensaje que instaura una nueva época de salvación. 4. Padre te pedimos, por todos los consagrados para que aprendan del evangelio a comunicar la alegría, y en ella vivan la fidelidad, la pureza y perseverancia en el seguimiento de Jesús. 5. Padre te pedimos, por nuestra comunidad parroquial, para que la alegría de las fiestas de adviento y la navidad que se acerca nos ayuden vivir mejor nuestra misión. Oración conclusiva Padre, en la alegría que nos inunda el Adviento, acoge en tus manos estas plegarias y permite que día a día nuestra vida se asemeje a lo que tú esperas de tu pueblo. Por Jesucristo, Nuestro Señor. R. Amén.