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La Iglesia en lo social: Aporte al desarrollo humano integral
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Por: Mons. Héctor Fabio Henao Gaviria - La Iglesia colombiana ha estado presente en las realidades sociales del país desde su inicio. Cada población, cada corregimiento tiene la huella de la obra de sacerdotes, religiosos y laicos que, movidos por el deseo de hacer presente a Dios en medio de su comunidad, promovieron la construcción de obras de infraestructura, carreteras, hospitales, viviendas, sitios de atención a los más vulnerables, instituciones de capacitación para trabajadores como es el caso del SENA.
Pero no han sido obras aisladas, se ha tratado de todo un movimiento de largo plazo que ha buscado no solo atender con las obras de misericordia a quienes sufren sino crear el ambiente para que “pasen de condiciones menos humanas a condiciones más humanas”, tal como lo señala el Papa san Pablo VI.
Para promover, acompañar y coordinar estas acciones, la Conferencia Episcopal creó el Secretariado Nacional de Pastoral Social / Cáritas Colombiana y cada Diócesis ha creado un Secretariado Diocesano de Pas-toral Social / Cáritas y, a su vez, las parroquias cuentan con el Comité Parroquial de Pastoral Social, conformando una red enorme de misericordia.
Son muchos los documentos de la Conferencia Episcopal que reflejan el compromiso de la Iglesia colombiana en materia social. Estos muestran que una línea central de su accionar es la evangelización de lo social, lo cual significa que se tiene como meta hacer presente los valores del Evangelio en las relaciones sociales.
Los documentos hacen referencia permanente a la presencia de Dios en la historia de nuestro país, iluminando y guiando a su Iglesia en el compromiso con las poblaciones vulnerables. Dan testimonio de la forma como la caridad y la acción en favor de los más necesitados han estado en el corazón de la Iglesia colombiana a lo largo del tiempo.
En los años recientes una parte muy importante de la actividad social se ha centrado en el compromiso por salvar vidas en medio de los grandes desastres y emergencias que se viven en las comunidades. Para lograrlo, la Conferencia Episcopal creó hace más de 30 años la Campaña de Cuaresma: Campaña de Comunicación Cristiana de Bienes, que se hace en todas las parroquias del país para fortalecer su compromiso con obras concretas diocesanas o parroquiales y aportar a un fondo nacional de emergencias que atiende poblaciones alejadas que han sido golpeadas por calamidades naturales o producidas por el ser humano.
Este compromiso permite que las comunidades locales expresen el amor de Dios a los más necesitados en forma cercana y como respuesta a sus necesidades inmediatas. Se trata de ¨trabajar juntos¨ haciendo que sean los afectados por los desastres quienes se conviertan en protagonistas de la construcción de alternativas y salidas frente a las crisis que les afectan y más adelante puedan re-construir sus vidas y su tejido social.
En este campo ha habido enormes proyectos como los desarrollados para aportar a la reconstrucción después de grandes terremotos como el que afectó al Eje Cafetero hace algunos años. Una de las cosas que más valoran los que reciben este apoyo de la Iglesia es el ¨habernos reconocido como personas y hacernos parte de la solución desde nuestra cultura y nuestras aspiraciones¨.
Salvar vidas muchas veces incluye el proteger a las personas que pueden ser reclutadas o explotadas a causa de la vulnerabilidad que sufren después de una emergencia. En este sentido, se trata de una atención integral a las familias y a la comunidad afectadas. Así se ha hecho en un programa de mucho impacto que se ha desarrollado en favor de la población desplazada y víctima del conflicto armado.
Fue la Iglesia la primera institución en el país que llamó la atención en el año 1994 sobre el drama del desplazamiento mediante una investigación nacional y luego siguió con programas de atención a esta población.
La llegada reciente de población venezolana que busca protección en Colombia ha movido la solidaridad de la Iglesia bajo el lema de acoger, proteger, promover e integrar a las familias y a los migrantes en general. La Iglesia en Colombia tiene una larga experiencia de décadas apoyando a los migrantes y solicitantes de refugio la cual se pone hoy en marcha en favor de esta necesitada población.
Una segunda gran línea de la Iglesia en Colombia es aportar a la reducción de los niveles de pobreza, en particular la pobreza extrema que golpea a una parte de nuestra población. Se trata de proyectos productivos y de generación de me- dios de vida en las comunidades más afectadas.
Desde las regiones más alejadas se hacen trabajos con campesinos en la adopción de medidas para aumentar su capacidad de obtener los pro- ductos necesarios, y tener acceso al mercado para sus productos.
El aporte para la superación de la pobreza implica también acciones de educación como camino clave para el avance en el mediano plazo, y la capacitación inmediata para el empleo o para obtener medios de subsistencia; en ambos casos está comprometida la Iglesia con numerosas Diócesis y organismos parroquiales.
En algunos casos estos ejercicios exigen tomar medidas para la adaptación al cambio climático; de hecho, hay varios proyectos en ejecución con comunidades que viven los efectos de la deforestación y de la degradación de sus territorios. Se trata de comunidades con condiciones de pobreza muy complejas donde las Diócesis hacen esfuerzos para acompañarles en este caminar.
Indudablemente, un componente importante de estos proyectos es el de construcción de forma de convivencia pacífica entre los habitantes y superación de conflictos y formas de violencia que hacen más pesadas las condiciones de la pobreza que viven las poblaciones.
La Iglesia en Colombia comprende que sus esfuerzos por el desarrollo y la paz deben ir unidos, haciendo un gran programa que abra caminos integrales para la vivencia de la dignidad de las personas. En este sentido hay más de cien iniciativas locales de paz en que las Diócesis acompañan a las comunidades para que por medio del diálogo encuentren soluciones a conflictos locales y aseguren el desarrollo de la comunidad como tal.
El acceso a alimentos es un desafío para los más vulnerables de la sociedad. Para garantizar el derecho a una alimentación de calidad la Iglesia ha creado varios programas e instituciones, entre los que están los Bancos de Alimentos que conforman una gran red en todo el país.
En esta línea no se puede desconocer el enorme aporte de parroquias, congregaciones religiosas y movimientos de laicos que se esfuerzan por hacer realidad la ayuda a quienes padecen por limitaciones alimentarias.
Un sondeo de todas las instituciones de Iglesia comprometidas en con el tema nos permite afirmar que el aporte de la Iglesia es verdaderamente significativo y que muchas personas padecerían enormes limitaciones con impactos muy serios en el desarrollo humano integral, si esfuerzo no existiera.
Los programas de carácter ambiental están teniendo mayor impacto en el periodo reciente gracias al llamado del Papa Francisco al “cuidado de la casa común”. Bajo ese lema la Iglesia colombiana está desarrollando un programa de gran alcance desde la Red Eclesial Panamazónica, que promueve las comunidades de la Amazonía y la Orinoquía y que además se compromete con el cuidado de todos los bosques en Colombia con la perspectiva de asegurar condiciones de vida digna para los pobladores.
Hay poblaciones especialmente vulnerables que requieren el acompañamiento y presencia de la Iglesia, estamos hablando de las personas privadas de la libertad hacia quienes se tiene un programa integral de atención a ellos y sus familias para aliviar su situación, e igualmente los enfermos hacia quienes no solamente se tienen instituciones de atención médica sino equipos de acompañamiento y de cercanía en medio del sufrimiento.
Mons. Héctor Fabio Henao Gaviria
Director del Secretariado de Pastoral Social de Cáritas Colombiana
*Publicación original ‘Periódico La Verdad’ – Diócesis de Cúcuta.
Cuaresma: un camino de fe en comunidad
Jue 7 Mar 2024
Conversión pastoral para ir en salida misionera
Mié 21 Feb 2024
Mar 13 Feb 2024
2024 de la mano de Dios
Por Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - Sin duda que el refrán de que cada día tiene sus afanes, es cierto. Así como cada año que comenzamos viene cargado de expectativas y sueños. Estamos dando inicio formal a las actividades administrativas en la Arquidiócesis y en general en todas nuestras comunidades. De nuevo quiero expresarles mis mejores deseos para que este año represente un tiempo de paz y reconciliación, así como de crecimiento en la fe y en el compromiso de vivir una vida según el querer del Señor. Vivámoslo de la mano de Dios.Para la Iglesia universal, por querer del Papa Francisco, el 2024 será el año de la oración. Él ha querido que, en la proximidad del año santo jubilar, que se celebrará en el 2025, los que hacemos parte de la Iglesia católica nos unamos en un mismo sentir y un solo corazón, por la gracia y acción del Espíritu Santo que debemos dejar actuar en cada uno. Y un medio para discernir lo que el Señor quiere para todos es la oración.El Catecismo de la Iglesia Católica dedica toda la cuarta parte a la oración cristiana, en los números 2558 – 2865. Los invito para que los retomen y los lean; es una joya catequética que nos ayuda a comprender la importancia de la oración cristiana y los beneficios que de ella surgen. En estos números nos enseña a orar y hacer de la vida una oración.En estos tiempos, que no son los últimos, pero que nos ayudan a prepararnos para cuando el momento final llegue, el Catecismo dice, entre otras cosas, lo siguiente: “Orar en los acontecimientos de cada día y de cada instante es uno de los secretos del Reino revelados a los “pequeños”, a los servidores de Cristo, a los pobres de las bienaventuranzas. Es justo y bueno orar para que la venida del Reino de justicia y de paz influya en la marcha de la historia, pero también es importante impregnar de oración las humildes situaciones cotidianas. Todas las formas de oración pueden ser la levadura con la que el Señor compara el Reino (cf. Lc. 13, 20-21)” (n. 2660).Y estas formas de oración son: vocal, meditación y contemplación, y en estas expresiones están la oración de bendición, de adoración, de petición, de intercesión, de acción de gracias y de alabanza.En este primer editorial del año, solo los quiero motivar para que acojamos la invitación del Papa para que se intensifique la oración, en estos tiempos de prueba. La Arquidiócesis irá ofreciendo subsidios, con base en el Catecismo, para que se sumerjan en el misterio del amor de Dios que es también la oración. Si Cristo oró, lo hizo porque para Él la oración era vital, y para enseñarnos a orar.El 2 de febrero celebramos la solemnidad de la Presentación del Señor en el templo, conocida también esta fiesta litúrgica como de Nuestra Señora de la Candelaria. Pedimos al Señor, que vino a nosotros como la luz de las gentes, que también nosotros seamos luz llena de esperanza para los demás.Igualmente se celebra el 11 de febrero, la Jornada Mundial del Enfermo, en concordancia con la memoria litúrgica de Nuestra Señora de Lourdes. Oramos por los enfermos, por los que están en clínicas y hospitales, y oramos también por el personal de salud, médicos, personal de enfermería, administrativos y directivos de estas instituciones. También pedimos para que las políticas de salud que se están implementando, no vulneren los derechos de nadie, ni de los enfermos, ni de los prestadores de salud. En el centro de todo esfuerzo está la persona, y es a ella a la que se debe servir con amor y eficacia.El miércoles 14 de febrero damos inicio al tiempo de Cuaresma, con la imposición de la ceniza. Que sea un día de auténtico compromiso de cambio y de conversión personal y comunitaria.Y el 22 de febrero, celebramos la fiesta de la Cátedra de San Pedro. Es el día en el que oramos por el Papa Francisco, sucesor de Pedro, y al orar por él, oramos por toda la Iglesia. El ser católico conlleva la comunión con el Papa. Él nos pide siempre que oremos por sus intenciones. Hagámoslo. Y oremos también por nuestro seminario Arquidiocesano San Pedro Apóstol, pidiéndole a San Pedro que interceda por esta importante y querida obra arquidiocesana, la casa donde se forman los futuros presbíteros.
Vie 26 Ene 2024
Encuentro con Jesucristo en la Palabra de Dios
Por Mons. José Libardo Garcés Monsalve- Para la gloria de Dios y bien de la Iglesia que amamos, comenzamos el año 2024 con ánimos renovados y fervor pastoral fortalecido, para llevar a cabo la evangelización en nuestra Diócesis de Cúcuta. Damos gracias a Dios por el trabajo pastoral y compromiso apostólico de todos nuestros sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas, seminaristas, agentes de pastoral y fieles de cada una de nuestras parroquias, que hasta el momento se han desgastado dando lo mejor de sí para llevar a todos a Nuestro Señor Jesucristo, respondiendo al mandato de ir en salida misionera a predicar el Evangelio del Señor.Para llevar a cabo esta tarea con la alegría de los hijos de Dios, les garantizo a todos mi oración constante de rodillas frente al Santísimo Sacramento y la celebración diaria de la Eucaristía, con la intención de ayudarles en su crecimiento en la fe, la esperanza y la caridad, respondiendo cada día a la pregunta que Jesús le hizo a Pedro: “Y según ustedes, ¿Quién soy yo?” (Mc 8, 29), afirmando con nuestras palabras y obras: “Tú eres el Cristo” (Mc, 8, 29), profesión de fe que tenemos que transmitir en la misión evangelizadora que estamos desarrollando y que este año vamos a fortalecer en la salida misionera por los sectores de cada una de las parroquias.El desarrollo de nuestro Plan de Evangelización comienza con el primer paso que es el “Encuentro con Jesucristo”, que será la insistencia central en este quinquenio y cada año tendrá un momento especial, fortaleciendo en este año 2024, el encuentro con Jesucristo en la Palabra de Dios y luego en años venideros será encuentro con Jesucristo en la liturgia, en la comunidad, en los pobres y en la Virgen María. Cada año retomará la insistencia del año anterior y será fortalecida con el contenido central de la evangelización que es Jesucristo Nuestro Señor, al que seguimos como camino, verdad y vida, que nos lleva hasta el Padre celestial (Jn 14, 6).Este primer año del proceso evangelizador tiene como énfasis el encuentro con Jesucristo en la Palabra. Al celebrar en este domingo el día de la Palabra de Dios, nos convoca de manera particular a profundizar en el conocimiento de Jesucristo en la Sagrada Escritura que es fuente de vida para cada uno de nosotros creyentes en Cristo y de esa manera caminar juntos fundamentados en la Palabra de Dios, tal como lo enseña Aparecida cuando afirma: “Junto con una fuerte experiencia religiosa y una destacada convivencia comunitaria, nuestros fieles necesitan profundizar el conocimiento de la Palabra de Dios y los contenidos de la fe, ya que es la única manera de madurar la experiencia religiosa” (Documento de Aparecida 226c).En el proceso evangelizador de la Iglesia, pastores y fieles, estamos llamados a caminar juntos, fundamentados en la Palabra de Dios. Así lo expresa Aparecida cuando hace el llamado misionero, “hemos de fundamentar nuestro compromiso misionero y toda nuestra vida en la roca de la Palabra de Dios” (DA 247), para encontrarnos con Jesucristo que es la fuente de nuestra salvación.Por eso el anuncio misionero en nuestra Iglesia Particular lo vamos a centrar y a fortalecer este año en la Palabra de Dios entregada a los fieles en su integridad, como lo ha pedido Aparecida: “Se hace necesario proponer a los fieles la Palabra de Dios como don del Padre para el encuentro con Jesucristo vivo, camino de ‘auténtica conversión y de renovada comunión y solidaridad’.Esta propuesta será mediación de encuentro con el Señor si se presenta la Palabra revelada, contenida en la Escritura, como fuente de evangelización” (DA 248).Desde el Bautismo todos somos discípulos misioneros del Señor que anhelamos nutrirnos con el pan de la Palabra y el Pan de la Eucaristía, para ir en salida misionera comunicando el mensaje de salvación a todos los hermanos.Palabra de Dios y Eucaristía siembran en el creyente las semillas del Reino de Dios, que le permite llenarse de fervor pastoral, para comunicarlo con la vida y las palabras en un deseo sincero de evangelizar, transmitiendo el mensaje de la salvación a todos. Un deseo evangelizador que brota del conocimiento y amor por la persona, el mensaje y la Palabra de Jesucristo. Así lo enseña el Papa Francisco cuando afirma: “La Palabra de Dios escuchada y celebrada, sobre todo en la Eucaristía, alimenta y refuerza interiormente a los cristianos y los vuelve capaces de un auténtico testimonio evangélico en la vida cotidiana. La Palabra proclamada, viva y eficaz, prepara para la recepción del Sacramento, y en el Sacramento esa Palabra alcanza su máxima eficacia” (Evangelii Gaudium 174).En este compromiso misionero contamos con la protección maternal de la Santísima Virgen María y del Glorioso Patriarca San José, nuestro patrono, quienes escucharon la Palabra de Dios y entregaron su vida para hacer su voluntad. En nuestra respuesta evangelizadora queremos hoy decir como Pedro: “Tú eres el Cristo” (Mc 8, 29), para recibir la gracia y la fortaleza que vienen del encuentro con Jesucristo, para ir en salida misionera a encontrar al hermano entregando la Palabra de Dios, acercarlo a Nuestro Señor Jesucristo y comprometerlo a vivir sin temor la alegría del Evangelio.En unión de oraciones,reciban mi bendición.+José Libardo Garcés MonsalveObispo de la Diócesis de Cúcuta
Jue 7 Dic 2023
De la mano de la Virgen
Por Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - “En el sexto mes, Dios envió al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen comprometida para casarse con un nombre llamado José, de la descendencia de David. El nombre de la virgen era María” (Lc. 1, 26 -27).Iniciamos el año litúrgico 2023 – 2024 con el adviento, el domingo 3 de diciembre. Como bien se sabe, este es un tiempo especial dedicado a la preparación de la gran fiesta de la navidad. Confiados en Dios, disponemos alma, vida, cuerpo y corazón, para recibir nuevamente al Niño Dios. El adviento es el tiempo de la gozosa espera, donde a través de actos de penitencia, oración y limosna, abrimos las puertas de nuestras vidas para acoger la nueva noticia que los ángeles anunciaron a los pastores en Belén.Pero es necesario tener presente que el adviento no debe limitarse a estos días previos a la navidad. La vida del cristiano es y debe ser asumida en constante adviento. Es necesario tomar conciencia de que estamos de paso por este mundo, de que somos peregrinos y que el adviento, en la espera de la segunda venida del Señor, debe animar toda nuestra existencia. Para ello la palabra “preparación” es una constante. Tenemos que estar todos preparados porque no sabemos ni el día ni la hora en que vendrá el Señor. Eso es también adviento. Podríamos decir, que la madurez del cristiano se manifiesta en lograr combinar el presente con el futuro; el ya pero todavía no que anima la fe a buscar en todo momento la verdad infinita del Hijo de Dios.El camino del adviento, de la mano de la Virgen, adquiere su pleno significado, pues ella, la llena de gracia, supo lo que era acoger en su corazón y en su seno al Hijo de Dios y vivir en carne propia la espera gozosa durante los nueve meses de su embarazo. De la mano de la Virgen María, los invito a recorrer el camino de sus vidas, en tónica de adviento.En el año 1223, en un pequeño poblado de Italia llamado Greccio, hace 800 años, San Francisco de Asís quiso escenificar el misterio del portal de Belén. San Francisco veía en esta escena la síntesis de todo el amor que Dios nos tiene. Ha sido esta una tradición que ha superado los tiempos y llega a nosotros con una invitación muy especial: la de que hagamos de nuestros corazones, de nuestras vidas, de nuestras familias, un nuevo pesebre, en donde nazca verdaderamente el Niño Dios. No puede ser el pesebre una simple decoración. Ha de ser también el testimonio de una fe que tenemos en que somos amados y salvados por el amor y la misericordia divinas.Como nos recuerda el Papa Francisco en la Carta Apostólica Admirabile signum del 2019, “el hermoso signo del pesebre, tan estimado, suscita siempre asombro y admiración”. Y también: “¡Cuánta emoción debería acompañarnos mientras colocamos en el belén las montañas, los riachuelos, las ovejas y los pastores! De esta manera recordamos, como lo habían anunciado los profetas, que toda la creación participa en la fiesta de la venida del Mesías. Los ángeles y las estrellas son la señal de que también nosotros estamos llamados a ponernos en camino para llegar a la gruta y adorar al Señor”.Aprovecho para motivar a todas las familias a que recen las novenas de adviento con fe, con esperanza, con recogimiento. Que los pesebres sean hechos con material no biológico, pensando en el cuidado de la casa común, y que, como dice el Papa, no pierdan nunca el asombro al reconocer que, de nuevo Dios Padre creador nos envía a su Hijo para salvarnos. Su nombre es Jesús.De la mano de la Virgen los invito a celebrar la Navidad, tiempo de gozo, tiempo de paz.De la mano de la Virgen María cumplo el primer año del inicio de mi arzobispado en Cali. La Virgen Inmaculada me acompañe hoy y siempre.A todos los lectores de la Voz Católica, a todos los fieles de la Arquidiócesis de Cali y a todos los hombres y mujeres que habitan estas hermosas tierras del Valle del Cauca, les deseo una feliz Navidad y un año 2024 lleno de las gracias y bendiciones del Altísimo. Reciban y vivan el nuevo año de la mano de la Virgen.
Mar 21 Nov 2023
El Samaritano se acercó y curó las heridas
Por Mons. José Libardo Garcés Monsalve-Nos disponemos para la Jornada Mundial de los Pobres el próximo domingo, con el propósito que todos los bautizados seamos más sensibles a las necesidades de los más vulnerables de la sociedad. No se trata de hacer el bien solamente un domingo al año, es una jornada para tomar conciencia que la caridad cristiana debe ser el modo habitual como el cristiano vive su fe. El fruto maduro de la fe y la esperanza es la caridad, que constituye la corona de todas las virtudes y es a la vez la puerta de entrada a la gloria de Dios. “Vengan benditos de mi Padre, tomen posesión del reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber; era un extraño, y me hospedaron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo y me visitaron; en la cárcel, y fueron a verme” (Mt 25, 34-36).La caridad permite ver cercano al prójimo y hacerse uno con él en su necesidad espiritual y material y todo por amor a Dios, sabiendo que para obtener la vida eterna está escrito en la Palabra: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo” (Lc 10, 27), estando en estos mandamientos todo lo que se ha de hacer para llegar a la salvación eterna.En la parábola del buen samaritano del Evangelio un experto de la ley interroga a Jesús sobre quien es el prójimo y Jesús responde diciendo que el prójimo es aquel que está caído en el camino y quien obra correctamente desde la caridad; es el samaritano quien no dio rodeos cuando vio a su hermano herido en medio del camino, sino que se acercó, sintió lástima y le vendó las heridas cuidando de él (Cfr Lc, 10, 30 - 36), diciendo con esto que ese herido del camino le pertenece a todo cristiano que tiene como virtud esencial ejercer la caridad con los más vulnerables y necesitados de la sociedad.El desarrollo de nuestro Plan de Evangelización tiene como lema para este mes: “Caminemos juntos, animando la evangelización” que es el anuncio de Jesucristo para que habite en el corazón de cada creyente y que tendrá como manera de ser del cristiano evangelizado el ejercicio de la caridad. Es posible transformar el mundo si hacemos de la caridad el programa de vida del evangelizado.Vivimos en un mundo globalizado, pero a la vez individualista y egoísta, que busca resolver todos sus conflictos estando por encima del otro, no importa si cada uno se construye un trono sobre las cenizas de los demás, lo importante para el ser humano de hoy es el trono, el pedestal, sin importar los medios para conseguirlo. Frente a este panorama desolador para la humanidad, la propuesta de Jesús en la parábola del buen samaritano, es un grito de esperanza, porque donde hay una persona buena hay esperanza, donde existe un buen samaritano que se acerca y cura las heridas de otro, allí no hay desolación, ni destrucción y estamos en medio de muchos samaritanos que en el camino se acercan y curan heridas de las más desvalidos.El llamado para todos es que seamos los samaritanos de este momento, a pesar de la destrucción del otro, por la que pasa el ser humano individualista y egoísta. El Evangelio de la caridad sigue siendo la propuesta para transformar este mundo, haciendo presente a Jesucristo que nos propone el camino para vivir como hermanos y para ayudarnos como prójimos. El Papa Francisco al reflexionar sobre la realidad del necesitado expresa: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón” (FT 56).Este llamado del Papa Francisco nos ubica en la realidad humana que hay que fortalecer y enaltecer desde la apertura al otro, para sanarle sus heridas. En el camino encontramos muchos heridos física y espiritualmente, que necesitan un samaritano, un prójimo que se agache, sane y cuide heridas. El Evangelio de la caridad nos ayuda a descubrir esa potencia de amor que existe en cada corazón, porque hace parte de su ser abrirse a los otros. “Un ser humano está hecho de tal manera que no se realiza, no se desarrolla ni puede encontrar su plenitud, si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás. Ni siquiera llega a reconocer a fondo su verdad si no es en el encuentro con los otros: sólo me comunico realmente conmigo mismo en la medida en que me comunico con el otro. Esto explica por qué nadie puede experimentar el valor de vivir sin rostros concretos a quienes amar” (Fratelli Tutti 87).Con este itinerario que hemos realizado en torno a la Jornada Mundial de los Pobres, entendemos que la caridad va mucho más allá de una jornada en la que servimos a los más necesitados; la caridad es el sello del cristiano y debe estar todo el tiempo en su corazón. La caridad es la manera de ser del cristiano, que en el camino de la vida se agacha a sanar las heridas de quien está caído. “Caminemos juntos, haciendo la caridad” construyendo juntos un mundo nuevo y mejor desde la caridad, que es el amor de Dios que se hace presencia a través de cada uno de los cristianos. Que la Santísima Virgen María, madre de la Caridad y el glorioso patriarca San José custodien la fe y esperanza en nosotros, para que por la gracia de Dios produzcamos el fruto maduro de la caridad y así “Caminemos juntos, sanando las heridas del prójimo”. En unión de oraciones. Reciban mi bendición.+José Libardo Garcés MonsalveObispo de la Diócesis de Cúcuta