Vie 23 Mayo 2025
La paz os dejo, mi paz os doy
SEXTO DOMINGO DE PASCUAMayo 25 de 2025Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 15,1-2.22-29Salmo: 67(66),2-3.5.6 y 8Segunda lectura: Apocalipsis 21,10-14.22-23Evangelio: Juan 14,23-29I.Orientaciones para la PredicaciónIntroducciónAntes de pasar de este mundo al Padre (Jn 13,1), Jesús les habla a los discípulos de aquello que acontecerá luego del Misterio Pascual de su muerte, resurrección y ascensión. Jesús quiere dejarles muy claro que Dios seguirá habitando en medio de la comunidad apostólica con una presencia nueva y auténtica. El Padre y el Hijo vendrán a los discípulos que guarden la palabra del Hijo amado; y el Espíritu Santo se pondrá también a su lado para recordarles el mensaje del Evangelio. La Iglesia tendrá como garantía para sus decisiones esta gracia del Espíritu Santo y de esta manera avanzará firme en su camino hacia la Nueva Jerusalén. 1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?El mismo Señor que amó a los suyos hasta el extremo los fue conduciendo para que aprendieran a amar a su maestro. Luego de la Pascua, los discípulos podrán amar a Jesús con más fuerza y de esta manera el Padre y el Hijo vendrán a habitar en sus corazones. Como garantía del amor que los discípulos experimentarán por su Maestro, ellos guardarán su palabra, es decir, el mandamiento nuevo del amor, que grabarán en sus mentes y corazones y lo llevarán a la vida mediante su entrega total. Si la encarnación fue un acto de amor del Padre (cf. Jn 3,16), la inhabitación del Padre y del Hijo será un acto especial de amor para con los discípulos. En el momento previo a su partida Jesús tiene la oportunidad de hablarles directamente ya que está todavía a su lado, pero también aprovecha para infundirles esperanza para el futuro ya que el Espíritu Santo, presentado por Jesús como el “Paráclito”, mantendrá viva y operante su enseñanza. El término Paráclito puede traducirse en el sentido de alguien que “se pone el lado”. Por ende, se puede comprender que, cuando el Maestro ya no esté físicamente al lado de los suyos, el Espíritu Santo se colocará a su lado para acompañarlos y enseñarles la verdad. El Espíritu es enviado en nombre de Jesús porque manifestará a los hombres lo que Jesús significa para ellos. Jesús afirma que es conveniente su partida ya que, si no se marcha, no podrá enviar al Espíritu (cf. Jn 16,7). Por otra parte, Jesús revela con contundencia la misión del Espíritu Paráclito: él dará a los discípulos la capacidad de comprender el significado pleno de todo el magisterio de Cristo (cf. 1Jn 2,27), guiando a la Iglesia hacia la verdad completa (Jn 16,13). Enseñar y guiar son aspectos de la única función del Espíritu. Al despedirse, Jesús les ofrece su paz y los invita a creer en su palabra. También los llama a no dejarse vencer por la tristeza y el miedo que pueden entrar en su corazón. Él les asegura que volverá, pero mientras tanto tiene que marcharse y ellos tienen que alegrarse ya que su próxima glorificación tendrá consecuencias para la salvación de la humanidad. Conectando el Evangelio con la primera lectura, vemos como en los acontecimientos que nos relatan los Hechos de los apóstoles se hace realidad la misión del Espíritu Santo. Luego de que la corriente judeocristiana insistiera en que los nuevos seguidores de Cristo debían circuncidarse, el Concilio de Jerusalén establece que los gentiles no necesitan someterse a la ley mosaica de una manera tan estricta. Estamos ante un momento crucial de la historia de la Iglesia naciente, guiada por el Espíritu Santo, ya que se reconoce oficialmente el valor de la misión evangelizadora que se viene desarrollando entre los gentiles. Esta escena pretende poner en evidencia la importancia de la comunidad cristiana de Jerusalén como la Iglesia Madre que debe guiar y apoyar a sus hijas, las iglesias filiales que han surgido a sus alrededores. Con relación a la segunda lectura, hoy es presentada la Jerusalén mesiánica. Se trata de la revelación de la Ciudad perfecta, colocada en el monte Sión, rodeada por una muralla, que aguardan los cristianos, plenitud de la vida del pueblo de Dios que camina en la historia. Es la Ciudad que comenzó a tomar forma con las doce tribus de Israel, luego fue fundamentada en los apóstoles del Cordero y ahora se manifiesta con sus puertas abiertas para todas las naciones. Si en el Evangelio de hoy Jesús nos promete que Dios habitará en sus discípulos, el libro del Apocalipsis nos dice que llegaremos a gozar en plenitud de la presencia de Dios, sin necesidad de santuario porque el mismo Dios y el Cordero serán el Todo de esta Nueva Jerusalén celestial.2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y qué me sugiere para decirle a la comunidad?Cristo, el Hijo de Dios, que se encarnó de María, la Virgen y murió por nuestra salvación, ha resucitado para que todos los hombres y mujeres de todos los tiempos gocen y experimenten la presencia del Dios vivo y verdadero, Dios eterno y misericordioso. Su presencia ha bajado del cielo para habitar en los discípulos que aman a Cristo; los discípulos del Señor, por su parte, tienen ahora la posibilidad de encaminar su vida hacia la Nueva Jerusalén, la Ciudad perfecta donde Dios nos iluminará y nos amará para siempre.Nos puede ayudar mucho una profunda reflexión del Papa Benedicto XVI. Al plantearse la pregunta sobre ¿Cuál es la prioridad de la Iglesia?, el mismo Papa respondía: “En nuestro tiempo, en el que en amplias zonas de la tierra la fe está en peligro de apagarse como una llama que no encuentra ya su alimento, la prioridad que está por encima de todas es hacer presente a Dios en este mundo y abrir a los hombres el acceso a Dios. No a un dios cualquiera, sino al Dios que habló en el Sinaí; al Dios cuyo rostro reconocemos en el amor llevado hasta el extremo (cf. Jn 13,1), en Jesucristo crucificado y resucitado” (Carta a los obispos de marzo de 2009).Si el Padre y el Hijo y también el Espíritu Paráclito quieren hacer morada en sus discípulos, como nos lo expresa el mismo Jesús en el Evangelio de este domingo, la Iglesia, como templo santo donde habita la presencia divina y sacramento universal de salvación, tiene la misión de responder al querer de su Señor abriendo a los hombres el acceso a Dios. En este sentido, la Palabra de Dios nos interpela a todos los bautizados porque, primero que todo, cada uno debe acoger la invitación del Papa Francisco: “Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él” (EG 3). Quien recibe la gracia de encontrarse con Cristo, entra en la experiencia de amar a Cristo, sabiéndose amado por él. Es decir, el que encuentra realmente a Cristo puede llegar a amarlo y, amándolo, guardará su palabra y, así, se harán realidad las palabras del Maestro: “vendremos a él y haremos morada en él”. Para el Evangelista Juan guardar la palabra de Jesús es guardar el mandamiento nuevo del amor, lo que quiere decir que el encuentro con Cristo conlleva a que la Santa Trinidad habite en nosotros; como consecuencia de esta inhabitación de Dios en nosotros, su presencia amorosa desemboca en el amor que se hace vida para con los hermanos, entregando nuestra existencia por los amigos, tal y como lo hizo el Hijo de Dios. El Espíritu Santo Paráclito sé encargará de revelarnos el sentido pleno de toda esta enseñanza de Jesús, mensaje que debe hacerse vida primero en nosotros, los que conocemos, amamos y seguimos a Cristo, para que luego nos convirtamos en misioneros que abramos a muchas personas el acceso al Dios de la Vida que ha destruido la muerte para restaurar nuestra vida: el Dios que se ha revelado en Cristo crucificado y resucitado, como dice el Papa Benedicto. Como consecuencia de la resurrección de Cristo que nos trae la salvación, él nos otorga su paz, una paz que se sale de nuestros esquemas humanos para darnos plenitud de vida en Dios. Además, cuando Jesús promete a sus discípulos que volverá, podemos entender que después de glorificado permanece para habitar de una manera nueva en la vida de la Iglesia que peregrina en la historia y en la que todos somos llamados a ser peregrinos de esperanza. No obstante, también creemos que retornará en la Parusía para hacernos participar de la Ciudad Santa y escatológica en la que no necesitaremos ni templo ni luz artificial porque Dios será Todo en todos. Esta es nuestra esperanza, esa esperanza que el Papa Francisco nos llama a renovar en este año santo. 3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?Podemos acercarnos al salmo responsorial de este domingo (Sal 66), contemplándolo a la luz de las lecturas bíblicas que lo acompañan. Con el canto de este salmo, los discípulos de Cristo estamos invitando a todos los pueblos de la tierra para que alaben al Señor como su Creador y Salvador. El salmo pone en evidencia el deseo de la Iglesia: que toda la humanidad llegue a conocer al Dios vivo y verdadero para que el Padre y el Hijo vengan a morar cada persona. Por otra parte, orando con este salmo podemos renovar nuestro ardor misionero, ya que el hecho de pensar en todos los pueblos de la tierra nos debe impulsar para la evangelización. Contamos con la ayuda del Espíritu Santo Paráclito: su luz nos recordará el mensaje que Jesús nos dejó en el Evangelio._______________________Recomendaciones prácticas:•30 de mayo – 1 de junio. Jubileo de las Familias, de los Niños, de los Abuelos y de los Mayores.•El viernes comienza la Novena de Pentecostés.II.Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la MisaQueridos hermanos: seguimos celebrando este glorioso tiempo pascual que el Señor nos regala en el marco de este Año Santo, año de júbilo para alegrarnos como peregrinos de esperanza. Hoy la palabra de Dios nos recordará que Cristo ha resucitado para que todos los hombres y mujeres experimentemos la presencia del Dios vivo y verdadero. Él nos ama con amor eterno y quiere venir a habitar en nuestros corazones. Con esta motivación, participemos con fe de esta Eucaristía. Monición a la Liturgia de la PalabraComo comunidad parroquial nos hemos reunido hoy en asamblea para escuchar la palabra salvadora de Cristo Resucitado. Guardemos esta palabra para que el Padre y el Hijo vengan a vivir en nosotros y para que recibamos al Espíritu Santo. Oración Universal o de los Fieles Presidente: A Dios nuestro Padre que quiere habitar en aquellos que lo aman y guardan su Palabra, elevemos nuestras plegarias por medio del Hijo y animados por el Espíritu Santo. Como peregrinos de esperanza, oremos juntos diciendoR. Quédate, con nosotros, Señor.1.Por la Iglesia universal para que, cumpliendo amorosamente su misión de evangelizar a todos los pueblos, manifieste al mundo la presencia renovadora del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Oremos. 2.Por la paz del mundo para que experimentemos aquella Paz que Cristo resucitado nos ofrece, aquella paz que sólo proviene de Dios y que es fruto del Espíritu Santo. Oremos. 3.Por todos los que sufren en nuestra parroquia para que encuentren en esta comunidad de bautizados el consuelo y la caridad que los puede levantar de sus tristezas y ayudar en sus necesidades. Oremos. 4.Por nosotros, reunidos como comunidad parroquial, para que reconozcamos la presencia del Padre y del Hijo en medio de nosotros, así como la guía luminosa del Espíritu que nos recuerda el Evangelio. Oremos. 5.Por las Familias, los Niños, los Abuelos y los Mayores, para que del Jubileo que celebrarán, sean fortalecidos en su fe y los valores cristianos para construir una mejor sociedad. Oremos.Oración conclusivaDios de amor que te dignas habitar en tus discípulos misioneros.Escucha estas súplicas que te presentamos comunitariamenteya que unidos en la plegaria, nuestra oración es más fuerte.Por Jesucristo, nuestro Señor.R. Amén.