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Los límites planetarios del crecimiento
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Por: Fernando Chica Arellano - En 1972 –es decir, hace cincuenta años– se publicó un influyente estudio titulado “Los límites del crecimiento”. Lo encargó el Club de Roma al Massachussets Institute of Technology (MIT) y fue realizado por un equipo de investigadores liderado por Donella y Dennis Meadows. En su estela las décadas posteriores han visto la aparición de una serie de informes que, de algún modo, han contribuido a marcar los términos de la investigación científica y del debate político.
Una contribución muy significativa apareció en 2009, cuando otro grupo de científicos, coordinados por el sueco Johan Rockström y el estadounidense Will Steffen, introdujeron el concepto de “límites planetarios”, identificando nueve procesos fundamentales para la estabilidad del planeta y proponiendo unos umbrales para estos procesos que, en caso de ser superados, pueden poner en peligro la habitabilidad de la tierra. Los nueve límites planetarios son la crisis climática, la acidificación de los océanos, el agujero de ozono, el ciclo del nitrógeno y fósforo, el uso del agua, la deforestación y otros cambios de uso del suelo, la pérdida de biodiversidad, la contaminación de partículas de la atmósfera y la contaminación química.
El marco que proporcionan los límites planetarios es sumamente importante y, sin embargo, no es muy conocido por el gran público. Por este motivo, quiero aprovechar estos párrafos para detenerme en ellos, aprovechando la ocasión del Día del Medio Ambiente, que se celebra cada año el 5 de junio.
De acuerdo con las últimas actualizaciones, cinco de los nueve procesos ya han superado los límites indicados por los científicos, poniendo en riesgo la seguridad del planeta. Los dos más alarmantes, según los datos de este modelo, se refieren a la pérdida de biodiversidad y al ciclo del nitrógeno y el fósforo. La pérdida de la biodiversidad se mide por la tasa de extinción (E/MSY, siglas en inglés de extinciones por millón de especies-años); mientras que el límite se establece en 10 E/MSY, los datos actuales superan esa cifra, multiplicándola por 10 o por 100. Además, se ha ampliado el indicador para incorporar otros cambios en la integridad de la biosfera y no solo la tasa de extinción. El ciclo del nitrógeno se refiere a los millones de toneladas de este elemento químico que, por la acción humana, se extraen de la atmósfera, mientras que el ciclo del fósforo alude a la cantidad de fósforo antropogénico depositado en los océanos. En ambos casos los datos actuales duplican los límites seguros establecidos por los científicos. El dramático caso de la masiva muerte de peces en el Mar Menor (Murcia), en los dos últimos años, parece guardar estrecha relación con este fenómeno de eutrofización y es un ejemplo concreto del impacto de este límite planetario.
El segundo grupo de fenómenos –según la gravedad de los datos– está formado por la deforestación, el cambio climático y la contaminación química. En cuanto a la deforestación, solo el 62% de los bosques del planeta permanecen intactos (cuando el límite está establecido en el 75%, con un 85% para los bosques boreales y tropicales y un 50% para los bosques templados). La contaminación química ha sido renombrada como introducción de nuevas entidades, para incluir el impacto de otros materiales generados por la acción humana. Se incluyen sustancias tóxicas, plásticos, metales pesados, contaminación radioactiva o interruptores hormonales. El cambio climático, vinculado a los gases de efecto invernadero y al aumento de la temperatura global, es el límite planetario que más atención científica, mediática y política está recibiendo; su impacto es muy serio, pero debe recordarse que no es el único, ni tampoco el que peores datos presenta. En este sentido, conviene advertir que la encíclica Laudato Si’ habla, por supuesto, de cambio climático (LS 23-26), pero dedica tanta o más extensión a la contaminación (LS 20-22), al agua (LS 27-31) o a la biodiversidad (LS 32-42).
Finalmente, los científicos consideran que, en estos momentos, otros cuatro procesos claves no han superado los límites planetarios (en parte porque no hay datos claros o concluyentes). Se trata del agujero de ozono, el uso del agua, la acidificación de los océanos y la contaminación de partículas de la atmósfera. Obviamente, esto no quiere decir que no debamos preocuparnos por estas importantes cuestiones, sino que los datos no son tan graves o claros como en otros casos. Además, esto muestra que no debemos caer en un escenario catastrofista y, a la vez, indica que cuando los científicos presentan datos alarmantes, conviene tomarlos en consideración, reflexionar y actuar con responsabilidad.
Dicho todo esto, podemos ahora escuchar lo que el papa Francisco ha indicado respecto a estas cuestiones en la encíclica Laudato Si’. De entrada, advierte que “ya se han rebasado ciertos límites máximos de explotación del planeta, sin que hayamos resuelto el problema de la pobreza” (LS 27). Además, señala que, “si reconocemos el valor y la fragilidad de la naturaleza, y al mismo tiempo las capacidades que el Creador nos otorgó, esto nos permite terminar hoy con el mito moderno del progreso material sin límites” (LS 78). Y concluye: “Ha llegado el momento de volver a prestar atención a la realidad con los límites que ella impone, que a su vez son la posibilidad de un desarrollo humano y social más sano y fecundo” (LS 116).
Podemos terminar regresando al vínculo entre los límites planetarios y los límites del crecimiento, citando de nuevo al Obispo de Roma: “Si en algunos casos el desarrollo sostenible implicará nuevas formas de crecer, en otros casos, frente al crecimiento voraz e irresponsable que se produjo durante muchas décadas, hay que pensar también en detener un poco la marcha, en poner algunos límites racionales e incluso en volver atrás antes que sea tarde. […] Por eso ha llegado la hora de aceptar cierto decrecimiento en algunas partes del mundo aportando recursos para que se pueda crecer sanamente en otras partes” (LS 193).
Son palabras que no pueden caer en el vacío. Es importante que nos interpelen y nutran nuestra oración y compromiso, de manera que no nos dejemos llevar por un dinamismo compulsivo, por elecciones nocivas y perjudiciales en términos de alimentos, consumo, desplazamientos, empleo del agua, de la energía y de tantos recursos naturales, que a menudo desperdiciamos o usamos insensatamente, dañando así nuestra relación con el medio ambiente. Tenemos una sola Tierra, como dice el lema de la presente Jornada Mundial. De ahí la necesidad de velar por ella, protegerla y salvaguardarla con hábitos limpios y ecológicos. En este sentido, son las nuevas generaciones las que están emprendiendo iniciativas audaces y atinadas, reclamando que tanto global como localmente se multipliquen gestos tangibles y medidas incisivas y certeras para que el planeta no siga deteriorándose. Al respecto, los jóvenes están decepcionados por tantas promesas incumplidas y tantas declaraciones solemnes, que luego no se ven realizadas. Al contrario, se postergan y descuidan por intereses sesgados o conveniencias partidistas. Lejos de esto, los jóvenes exigen un cambio de rumbo. En palabras del Papa, ellos “nos recuerdan que la Tierra no es un bien para estropear, sino un legado que transmitir; esperar el mañana no es un hermoso sentimiento, sino una tarea que requiere acciones concretas hoy. A ellos debemos responder con la verdad, no con palabras vacías; con hechos, no ilusiones” (Mensaje para la Jornada Mundial de oración por el cuidado de la Creación. 1 septiembre de 2019). ¡Ojalá todos pongamos de nuestra parte y les demos respuestas convincentes!
Mons. Fernando Chica Arellano
Observador Permanente de la Santa Sede ante la FAO, el FIDA y el PMA



Contra la violencia intrafamiliar, el amor intrafamiliar
Vie 9 Mayo 2025

La Iglesia sinodal: un signo necesario para el mundo de hoy
Mié 7 Mayo 2025

Lun 28 Abr 2025
“Hoy la Iglesia quiere vivir una profunda renovación misionera” Papa Francisco
Por Mons. José Libardo Garcés Monsalve- El Ministerio del Papa en la Iglesia Católica está fundamentado en la Palabra de Dios cuando Jesús dice: “Yo te digo: Tú eres Pedro y sobre está piedra edificaré mi Iglesia y el poder de la muerte no podrá con ella” (Mt 16, 18) y cumple su misión evangelizadora con el único propósito de extender el Reino de Dios por todas partes, haciendo presente a Nuestro Señor Jesucristo que transforma la vida de cada creyente. La imagen de Pedro, la vimos plasmada en el Papa Francisco quien ha guiado a la Iglesia por caminos de evangelización en salida misionera.Como bautizados y creyentes en Cristo nos hemos unido en oración desde el lunes 21 de abril, cuando conocimos la noticia del fallecimiento del Papa Francisco. Entregamos a todos los bau-tizados, creyentes y personas de buena voluntad de la Diócesis esta edición especial del Periódico La Verdad, como un homenaje de esta Iglesia Particular, a quien fue el sucesor de Pedro y Vicario de Cristo desde el 13 de marzo de 2013 hasta el 21 de abril de 2025.Jorge Mario Bergoglio desde que vivió su ministerio apostólico en Buenos Aires se caracterizó por vivir el Evangelio y el anuncio de Jesucristo en salida misionera y al iniciar su pontificado tuvo la convicción que “Hoy la Iglesia quiere vivir una profunda renovación misionera” y para eso planteó desde el principio en la Encíclica Evangelii Gaudium (El Gozo del Evangelio) la necesidad de una profunda conversión que consiste “en salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio” (EG 20).Como creyentes y evangelizadores recibimos como testamento espiritual el llamado a una sincera conversión personal, pastoral y de las estructuras, de acuerdo con lo que nos enseñan los documentos de la Iglesia, conscientes que lo que se nos pide a todos es disponernos a la conversión como adhesión personal a Jesucristo nuestra Esperanza y la voluntad de caminar juntos en su seguimiento, siendo este momento inicial la raíz y el cimiento sin los cuales todos los demás esfuerzos resultan artificiales. Esto significa un cambio profundo de actitud, que conlleva a una transformación de nuestra vida en Cristo (Cfr. Documento de Aparecida 278b, 366), para salir en misión a anunciar la alegría del Evangelio: “Espero que todas las comunidades procuren poner los medios necesarios para avanzar en el camino de una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están. Ya no nos sirve una simple administración” (EG 25).Caminando juntos desde la conversión personal, tenemos la fortaleza que nos da la gracia para vivir la audacia de hacer más evangélica, discipular y participativa, la manera como pensamos y realizamos la pastoral (Cfr. DA 368), en este sentido “la conversión pastoral exige que se pase de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera. Así será posi-ble que el único programa del Evangelio siga introduciéndose en la historia de cada comunidad eclesial con nuevo ardor misionero, haciendo que la Iglesia se manifieste como una madre que sale al encuentro, una casa acogedora, una escuela permanente de comunión misionera” (DA 370).La entrega y vocación que encarnó en su misión el Papa Francisco fue un gran testimonio para la Iglesia, ya que desde siempre recibió encargos de gran responsabilidad, que, aunque nunca los esperó, los ejerció con generosidad, serenidad y humildad, pero también con seriedad y determinación. El espíritu misionero lo dejó plasmado en su aporte en la reunión de los Obispos en Aparecida, donde colaboró con mucha dedicación en el documento final, que es una hoja de ruta importante del camino evangelizador de la Iglesia en salida misionera.Para la Iglesia ha sido una gran pérdida, un hombre de fe, un Evangelio vivo que, desde su servicio eclesial y preocupación por la Evangelización en las periferias físicas y existenciales, contribuyó para que el Evangelio de Jesucristo fuera comprendido en los diversos ámbitos en los que se mueve el ser humano. Ahora, en la gloria de Dios, hemos ganado un intercesor que pedirá al Señor, para que la Iglesia, en salida misionera, continúe su misión anunciando a Jesucristo. El Señor en su gran bondad y proveyendo lo mejor para su Iglesia, concede para cada tiempo los pastores eximios a la altura de las exigencias de las épocas, y desde los carismas que el Espíritu Santo infunde en ellos, sirven oportunamente para seguir guiando la Iglesia, en medio de muchas tormentas que intentan derrumbarla, pero con la certeza que “el poder de la muerte no podrá con ella” (Mt 16, 18)Damos gracias a Dios por la vida y testimonio de Su Santidad, el Papa Francisco, y nos unimos en oración constante con toda la Iglesia Universal, para que esté gozando de la Gloria de Dios que predicó con fe y anunció con fervor por la evangelización.Pidamos al Señor que siga guiando a la Iglesia por caminos de fe, esperanza y caridad, de manera que todos nos sintamos protegidos por la gracia de Dios y así cumplamos con el mandato misio-nero Sean mis testigos, en el Proceso Evangelizador de nuestra Diócesis, hasta que lleguemos un día a gozar de la plenitud de Dios en su Gloria. Que la Santísima Virgen María y el Glorioso Patriarca San José, alcancen del Señor todas las gracias y bendiciones necesarias, para que practicando la enseñanza que nos ha dejado el Papa Francisco, con su convicción: “Hoy la Iglesia quiere vivir una profunda renovación misionera” nos ayude a crecer en santidad y a prepararnos también nosotros un día para llegar a la gloria de Dios.En unión de oraciones, reciban mi bendición.+José Libardo Garcés MonsalveObispo de la Diócesis de Cúcuta

Jue 24 Abr 2025
“¡Es Verdad, el Señor ha Resucitado!” (Lc 24, 34)
Mons. José Libardo Garcés Monsalve- Con esta fórmula contenida en el relato de los discípulos de Emaús, el evangelista Lucas resume el acontecimiento decisivo que contiene toda nuestra Fe, toda nuestra Esperanza y la razón de ser de la Caridad, que se tiene que hacer real en nuestra vida cristiana en este día en que celebramos la resurrección del Señor. La proclamación de la resurrección de Jesús es fundamental para dar cimiento a la fe, tal como lo señaló el apóstol San Pablo “Si Cristo no ha resucitado, la fe de ustedes no tiene sentido y siguen aún sumidos en sus pecados” (1Cor 15, 17).La resurrección de Jesucristo es la revelación suprema, la manifestación decisiva para decirle al mundo que no reina el mal, ni el odio, ni la venganza, sino que reina Jesucristo resucitado que ha venido a traernos amor, perdón, reconciliación, paz y una vida renovada en Él, para que todos tengamos la vida eterna. “¡Es verdad, el Señor ha Resucitado!” (Lc 24, 34), tal como lo atestiguan los evangelistas: “Ustedes no teman; sé que buscan a Jesús, el crucificado. No está aquí, ha resucitado como lo había dicho” (Mt 28, 5 - 6) y es la fuente de la verdadera vida, la luz que ilumina las tinieblas, el camino que nos lleva a la salvación.Nuestro caminar diario tiene que conducirnos a un encuentro personal con Jesucristo vivo y resucitado, “que me amó y se entregó por mí” (Gal 3, 20), y ahora resucitado vive y tiene en su poder las llaves de la muerte y del abismo, para rescatarnos del mal que nos conduce a la muerte y darnos la verdadera vida, la gracia de Dios que nos renueva desde dentro con una vida nueva, para convertirnos en testigos del Señor resucitado, para cumplir el mandato dado a los discípulos: “Ustedes recibirán la fuerza del Espíritu Santo; Él vendrá sobre ustedes para que SEAN MIS TESTIGOS en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los extremos de la tierra” (Hech 1, 8).Así lo entendieron los primeros discípulos que vieron a Jesucristo y lo palparon resucitado. Pedro, los apóstoles y los discípulos comprendieron perfectamente que su misión consistía en ser testigos de la resurrección de Cristo, porque de este acontecimiento único y sorprendente dependería la Fe en Él y la difusión de su mensaje de salvación. También nosotros en el momento presente somos testigos de Cristo resucitado, que como bautizados estamos llamados a llevar a cabo la misma misión de Cristo de hacer discípulos misioneros por todas partes, “Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos y bautícenlos para consagrarlos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, enseñándoles a poner por obra todo lo que les he mandado. Y sepan que yo estoy con ustedes todos los días hasta el final de los tiempos” (Mt 28, 19 - 20).La certeza que brota de la resurrección del Señor es que Él estará con nosotros todos los días hasta el final de los tiempos (Cf Mt 28, 20), dándonos la fuerza del Espíritu para ser testigos del Evangelio. En nuestra Diócesis de Cúcuta recibimos el envío misionero del Señor y con la ayuda de su gracia queremos cumplir su mandato que lo sintetizamos en el lema pastoral para este mes: Sean mis testigos, Anuncien la Resurrección, para que el fruto de nuestra fe profunda en el resucitado sea un encuentro con Jesucristo que nos dé el fervor misionero que le dio a los Apóstoles para ir a anunciarlo vivo y resucitado, incluso hasta dar la vida por Él, experimentando la alegría del anuncio del Evangelio que nos llena de Esperanza y sana todas las divisiones y sufrimientos que vienen a causa del pecado que quiere entrar en la vida y destruir la gracia de Dios que hay sembrada en el corazón.Dejemos a un lado nuestras amarguras, resentimientos y tristezas. Oremos por nuestros enemigos, perdonemos de corazón a quien nos ha ofendido y pidamos perdón por las ofensas que hemos hecho a nuestros hermanos. Deseemos la santidad, porque he aquí que Dios hace nuevas todas las cosas. No temamos, no tengamos preocupación alguna, estamos en las manos de Dios. La Eucaristía que vivimos con fervor es nuestro alimento, es la esperanza y la fortaleza que nos conforta en la tribulación y una vez fortalecidos, queremos transmitir esa vida nueva con mucho entusiasmo a nuestros hermanos, a nuestra familia, porque “¡Es verdad, el Señor ha resucitado¡” (Lc 24 - 34).La Esperanza en la resurrección debe ser fuente de consuelo, de paz y fortaleza ante las dificultades, ante el sufrimiento físico o moral, cuando surgen las contrariedades, los problemas familiares, cuando vivimos momentos de cruz. Un cristiano no puede vivir como aquel que ni cree, ni espera. Porque Jesucristo ha resucitado, nosotros creemos y esperamos en la vida eterna, en la que viviremos dichosos con Cristo y con todos los Santos. Necesitamos esforzarnos constantemente para estar más cerca de Jesús. Tenemos esta posibilidad gracias a su Resu-rrección. Podemos sentir como San Pablo, que dijo: “Ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí” (Gál 2, 20).Los animo a que sigamos caminando juntos en el ambiente de la alegría pascual y el gozo por la Resurrección del Señor. Que la oración pascual nos ayude a seguir a Jesús Resucitado con un corazón abierto a su gracia, para transmitir el Evangelio invitando a todos en el nombre del Señor, diciéndoles: Sean mis testigos, Anuncien la Resurrección y a dar frutos de Fe, Esperanza y Caridad para con los más necesitados y siempre puestos en las manos de Nuestro Señor Jesucristo, que es nuestra Esperanza y bajo la protección y amparo de la Santísima Virgen María y del Glorioso Patriarca San José, que nos protegen.En unión de oraciones, reciban mi bendición.+José Libardo Garcés MonsalveObispo de la Diócesis de Cúcuta

Lun 7 Abr 2025
Pascua y año litúrgico
Por Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - El segundo eje pastoral propuesta en las líneas pastorales 2024 – 2027 es el año litúrgico y propone en el objetivo n. 1: “formar a la comunidad eclesial sobre el itinerario evangelizador y celebrativo que propone la Iglesia como proyecto de vida discipular”, y en el objetivo n. 2: “Desarrollar celebraciones arquidiocesanas, zonales y parroquiales que resalten el cierre, apertura y tiempos fuertes del año litúrgico como signos visibles del tiempo de Dios entre nosotros”.El Concilio Vaticano II ofreció a la Iglesia la Constitución Sacrosanctum Concilium sobre la sagrada liturgia, un bello texto que vale la pena leer con atención, y que ha sido aplicado en los diversos textos, directorios, manuales y rituales litúrgicos. Ahora, cuando se ha querido destacar el contenido del Concilio, es muy importante conocerlo para poder interpretar lo que el Espíritu está diciendo a la Iglesia en cuanto al misterio sacramental que la cobija.Solo les comparto dos textos de este importante documento conciliar, pues nos ayudan a comprender mejor el propósito de nuestra segunda línea o eje pastoral en Cali:La Liturgia, cumbre y fuente de la vida eclesial“No obstante, la Liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde mana toda su fuerza. Pues los trabajos apostólicos se ordenan a que, una vez hechos hijos de Dios por la fe y el bautismo, todos se reúnan para alabar a Dios en medio de la Iglesia, participen en el sacrificio y coman la cena del Señor. Por su parte, la Liturgia misma impulsa a los fieles a que, saciados "con los sacramentos pascuales", sean "concordes en la piedad"; ruega a Dios que "conserven en su vida lo que recibieron en la fe", y la renovación de la Alianza del Señor con los hombres en la Eucaristía enciende y arrastra a los fieles a la apremiante caridad de Cristo. Por tanto, de la Liturgia, sobre todo de la Eucaristía, mana hacia nosotros la gracia como de su fuente y se obtiene con la máxima eficacia aquella santificación de los hombres en Cristo y aquella glorificación de Dios, a la cual las demás obras de la Iglesia tienden como a su fin” (n. 10).Sentido del año litúrgico“La santa madre Iglesia considera deber suyo celebrar con un sagrado recuerdo en días determinados a través del año la obra salvífica de su divino Esposo. Cada semana, en el día que llamó «del Señor», conmemora su Resurrección, que una vez al año celebra también, junto con su santa Pasión, en la máxima solemnidad de la Pascua.Además, en el círculo del año desarrolla todo el misterio de Cristo, desde la Encarnación y la Navidad hasta la Ascensión, Pentecostés y la expectativa de la dichosa esperanza y venida del Señor.Conmemorando así los misterios de la Redención, abre las riquezas del poder santificador y de los méritos de su Señor, de tal manera que, en cierto modo, se hacen presentes en todo tiempo para que puedan los fieles ponerse en contacto con ellos y llenarse de la gracia de la salvación” (n. 102).Sin duda que la liturgia no abarca toda la vida de la Iglesia, pero sí, cuando ésta es celebrada con unción, con ardor y dignidad, se convierte en un medio evangelizador del pueblo de Dios que asiste a ella. No es vana la insistencia en que la liturgia se prepare bien, que la homilía sea adecuada y ayude a comprender la Palabra de Dios con un mensaje que llegue al corazón e invite al encuentro personal con Él, con unos cantos que permitan tener una experiencia vida de espiritual. Por eso en la liturgia se celebra la fe y a la vez ella se fortalece.Invito de esta manera a los sacerdotes y a los fieles a aprovechar todos y cada uno de los ciclos y celebraciones del año litúrgico, pues nos posibilitan avanzar en un proceso evangelizador que complementa la catequesis y sistemas de evangelización.Desde el pasado mes de marzo celebramos la Cuaresma, y al final del mes de abril la Pascua, que tiene como centro la gran fiesta de las fiestas que es la fuente de todo año litúrgico, con el misterio de la pasión, muerte y resurrección del Señor. Que este año jubilar, sea la ocasión para vivir intensamente este gran regalo que nos hace la Iglesia.Y en la semana mayor, o Semana Santa, está la Misa Crismal. Es una misa que sintetiza toda la vida sacramental de la Iglesia al consagrar el Obispo el crisma y bendecir los óleos de los catecúmenos y de los enfermos. Pero también es un momento de gracia para orar por los sacerdotes y su ministerio ordenado.En las normas del ritual romano se dice que la Misa Crismal, se celebra habitualmente el Jueves Santo, “pero si este día el clero y el pueblo no pueden reunirse fácilmente con el obispo, se puede celebrar en un día cercano a la Pascua, utilizando siempre la misa especial” (Ritual).Para que los sacerdotes y fieles de la arquidiócesis de Cali de parroquias lejanas y rurales puedan asistir, esta misa se celebrará el Lunes Santo en nuestra Iglesia Catedral San Pedro Apóstol a las 9:30 am., donde adicionalmente podrán recibir el don de la indulgencia plenaria en este templo jubilar. Los espero a todos.Y desde ya, les deseo una Pascua de Resurrección, vivida intensamente, orando por la paz de nuestros pueblos.+Luis Fernando Rodríguez VelásquezArzobispo de Cali

Jue 27 Mar 2025
Proteger y defender la familia
Por Mons. Ramón Alberto Rolón Güepsa - “Después que ellos se retiraron, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle.»Él se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi hijo». (Mateo 2,13-15) Desde el nacimiento del niño Jesús, la familia de Nazaret sufrió persecución, injusticia e incomprensión por parte de quienes le ven como competencia y siguen los lineamientos y normativas del rey judío, pretenden acabar con Él.La levadura de Herodes, enemigo de la fe, sigue hoy persiguiendo y hostigando a la familia tal como el Señor la instituyó desde el principio. Se intenta minar la concepción cristiana de la familia, desorientándola con ideologías que distorsionan su más sana visión. Por ejemplo, la ideología de género desarticula y divide, poniendo en riesgo el futuro de la humanidad. El mandato primordial «Crezcan y multiplíquense» queda sujeto al vaivén de interpretaciones humanas. Ya se observa cómo la población envejece y los nacimientos son cada vez menos; nuestros jardines escolares y escuelas tienen menos alumnos. Esto debe ponernos en alerta.Por otra parte, la posición abortista sigue cobrando la vida de inocentes, avalada por legislaciones de tinte ideológico que agravan la crisis de nuestra humanidad.Nuestro cometido, como miembros de la familia cristiana, es defenderla de estos ataques de sabor herodiano. Debe ser un compromiso de fe. Es necesario escuchar la voz de Dios, como lo hizo José con la Sagrada Familia, y apartarnos de todo lo que pueda atentar contra ella. Debemos seguir la voz del Señor, confiar en su Palabra para preservar y hacer realidad su plan.Hoy deben resonar las palabras de Jesús en el Evangelio de Mateo: «¿No han leído que el Creador, desde el comienzo, los hizo varón y hembra, y que dijo: por eso el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre» (Mateo 19, 4-6).Es necesario hacer una alianza santa para preservar la familia de ataques, muchas veces sutiles, disfrazados de bien para confundir. Es un llamado a todos los que siguen los pasos del Maestro divino, para hacer resplandecer el Evangelio de la familia, defender la verdad sobre ella y comprometernos en la defensa de nuestra fe. La familia es la Iglesia doméstica donde crece y se fortalece la fe.¿Qué deberíamos hacer?1. Reconocer la obra de Dios en la familia y aceptarla en nuestras vidas. Esto implica asumir la misión encomendada con valentía y determinación. La Sagrada Familia fue llamada de Egipto para dar testimonio en medio del pueblo de Israel, ocupado por el régimen romano. Es tiempo de ocupar los espacios invadidos por ideologías extrañas y llenarlos con la verdad de Dios y el testimonio de nuestra fe. Debemos vivir con parresía la fe que confesamos y nos salva.2. Valorar la familia como llamada a la santidad en el sacramento del matrimonio. Es necesario recuperar la vida espiritual de la familia como Iglesia doméstica, para recibir las gracias necesarias y permanecer en el camino de fe, fidelidad y amor a Cristo. En el matrimonio se consagra el amor sagrado, haciéndolo puro y santo, proyectado a la prole y llamado a santificar a los hijos.3. Convertir la familia en una verdadera familia de Dios. Debemos trabajar constantemente para liberarla del pecado y colocarla en el corazón de Dios. En el Génesis, Noé y su familia fueron salvados del diluvio porque obedecieron la voz de Dios. Hoy, el Señor nos invita a subir a la barca de su Iglesia y reconstruir nuestra familia. Dios no nos abandona; siempre nos da una nueva oportunidad. «Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia» (Romanos 5,20). Cristo ha vencido el pecado y nos llama a la victoria sobre el mal. Nada está perdido si confiamos y esperamos en Él.4. Recuperar la dignidad de la familia en cada uno de sus miembros. La paternidad debe asumirse con responsabilidad, amor y gracia, teniendo como referente a San José, padre adoptivo de Jesús, y a Dios Padre, quien nos protege con amor misericordioso. La maternidad encuentra su más alta representación en María, Virgen y Madre por bondad de Dios. Cada mujer tiene en María el modelo a seguir para asumir su gran misión de madre y asegurar el futuro de la humanidad. En Cristo, tenemos el ejemplo preclaro de los hijos: obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.5. Orar por y con la familia. La familia debe abrirse a Dios y cumplir su misión siguiendo el ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret. Poner en manos de Dios nuestra familia para que Él nos dé la fuerza y la luz necesarias para defenderla como su don y regalo.Dios Padre Todopoderoso bendiga nuestras familias, las guíe y las proteja de todo mal. Reciba nuestro acto de gratitud por habernos dado una familia donde recibimos la vida, el amor, el sustento y el reconocimiento, para seguir realizando su plan.Dios bendiga nuestras familias.Mons. Ramón Alberto Rolón GüepsaObispo de MonteríaMiembro de la Comisión Episcopal de Matrimonio y Familia