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Buen Pastor

Vie 1 Mayo 2020

Jesucristo, el buen pastor, ha resucitado. Él es el pastor y nosotros somos su grey que es la Iglesia

Primera Lectura: Hch 2, 14a.36-41 Salmo: Sal 23(22),1-3a. 3b-4.5.6 (R. 1) Segunda Lectura: 1P 2,20b-25 Evangelio: Jn 10,1-10 Introducción • En los Hechos de los Apóstoles, el apóstol San Pedro, luego de haber recibido el Espíritu Santo de Dios, declarando en medio de la comunidad que Jesús fue crucificado por ellos y que Dios lo constituyo Señor y Mesías, los llama a cada uno a que, escuchando el mensaje de la palabra, se conviertan y se bauticen para que reciban el don de Dios y el perdón de sus pecados. • En la segunda lectura el Apóstol Pedro, en su carta, da un mensaje de aliento a quienes están en el camino de la conversión, y habla de Cristo, quien muriendo por ellos fue ejemplo para ganar la vida eterna. • En el evangelio Jesús habla a sus discípulos y les dice que es necesario entrar por la puerta, porque aquel que no lo hace es ladrón y solo desea hacer estragos; en efecto Él les explica que se refiere a Él mismo como pastor y guía del rebaño, quien desea otorgarles en abundancia la vida eterna. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Este pasaje del evangelio, nos relata una parte de la parábola del buen pastor, allí Jesús habla a sus discípulos, les dice que quien no entra por la puerta, sino que salta la tapia, es un ladrón, porque quien entra por la puerta es el pastor de las ovejas, las ovejas conocen a su pastor, obedecen a su voz, atienden a su llamado, pero a la voz de un extraño las ovejas no obedecen porque no la conocen y huyen de quien les llama. Cuando les explica esto, las personas no entienden a qué se refiere Jesús, quien, al percatarse, explica que Él es la puerta, por la que entran las ovejas y, de igual forma, el Buen Pastor; Jesús les dice que Él está allí para otorgar la vida eterna en abundancia, que a diferencia de quien salta la puerta, para robar y matar, Él quiere conceder la paz, el amor, la misericordia y la esperanza. La palabra en la primera lectura, del libro de Hechos de los Apóstoles, continua con el discurso de Pedro, que se desenvuelve en tres partes, aquí pedro que ya ha hablado sobre la crucifixión y muerte de Jesús, conmueve el corazón de la asamblea oyente, la pregunta que le hacen entonces es: ¿Qué tenemos que hacer hermanos?, la respuesta de parte de Pedro es clara, conviértanse y háganse bautizar en el nombre de Jesús, para que los pecados sean perdonados y el Espíritu Santo llegue también a ustedes; finalmente aceptan las palabras y se hacen bautizar. En el salmo de súplica e intercesión, el salmista reconoce a Dios como pastor, que cuida y protege del mismo modo como el pastor cuida de su rebaño, lo guía hacia el redil y lo lleva a verdes praderas; esta figura de Dios hace honor a su nombre y a su función como Padre; el Señor, siempre está cuidando a sus hijos, por eso no tienen miedo, ni de la oscuridad, ni de la maldad, porque el Señor siempre está con ellos, los protege. La palabra en la segunda lectura, en la carta del Apóstol san Pedro, invita a la comunidad a mantenerse firme en el sufrimiento causado por el seguimiento de Cristo, colocando el ejemplo de Cristo mismo que, habiendo padecido por cada uno de ellos, se mantuvo firme y con humildad soporto los dolores y los sufrimientos dando, así, ejemplo; el que no había cometido ningún pecado, recibió insultos, maltratos, amenazas e injurias, pero aun así se entregó por cada uno de nosotros, dice Pedro: “sus heridas nos ha curado”. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Jesucristo, el buen pastor, ha resucitado. Él es el pastor y nosotros somos su grey que es la Iglesia. Somos llamados en medio de la efusión del gozo pascual a escuchar su voz; cada uno de nosotros es pensado y querido por Dios por eso nos llama por nuestro nombre, nos conduce, como canta el salmista, hacia verdes praderas, hacia fuentes tranquilas, nos guía por el sendero justo, el Señor no se olvida de ninguno de sus hijos, se acuerda hasta del más pequeño, porque en su mente está el protegernos y su clemencia es eterna. Él con su amor nos hace volver al camino verdadero del cual nos hemos extraviado por culpa de los extraños. El enemigo con su voz nos cautiva y nos seduce con falsas promesas de felicidad, nos hace desviar del camino recto porque nos promete distintas cosas que resultan ser efímeras, nos alejamos entonces del Señor, pero su cayado nos corrige, su voz nos traspasa el corazón, nos libra de las cañadas oscuras del pecado y nos convierte; ese cayado, que simboliza su poder como pastor supremo, es usado por Dios para alejar la maldad de sus ovejas, igual que el pastor usa el cayado para proteger las ovejas, así Jesús nos protege del maligno que, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar. El señor nos salva del maligno para que demos testimonio de Él, como pastor y obispo de nuestras almas y así su Padre sea glorificado. Cristo resucitado nos ha liberado del abismo donde andábamos desca- rriados, ahora nos conduce hacia fuentes tranquilas porque, con su resu- rrección, ha restaurado la creación y ha curado nuestras heridas, heridas que fueron causadas por el pecado, pero que Él ha sanado con su pasión, muerte y resurrección. Reconozcamos en el resucitado la puerta del aprisco: Jesucristo, Señor y Mesías. Solo quien entra por la puerta se salvará, Cristo mismo nos hace participar de los buenos pastos que son su palabra y los sacramentos, solo quien se acerca a estos pastos tendrá vida en abundancia. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Con el salmista clamamos al Señor que siga siendo nuestro Buen Pastor para que nos sostenga en el compromiso de ser discípulos misioneros en su Reino: “El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan…” (Sl 23,1-3). Igualmente, suplicamos al Señor, cuide de su rebaño que es la Iglesia: “Pastor Bueno, cuida con amor de tu rebaño y dígnate conducir a las praderas eternas las ovejas que redimiste por la sangre preciosa de tu Hijo” (Oración después de comunión, del cuarto domingo de pascua). RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Este Cuarto Domingo de Pascua tiene un marcado acento pastoral, se podría colocar la imagen del «Buen Pastor» en un lugar visible del templo, con la frase “Yo soy el buen Pastor” u otra para el caso. 2. Es muy recomendable que, desde antes de la celebración litúrgica, se guarde silencio en el templo, en la sacristía y en los lugares anexos. De modo que todo se disponga devota y debidamente para la acción sagrada (Cfr. OGMR 45). 3. Pudiera seguirse el Prefacio de Pascua III: «Cristo vive e intercede siempre por nosotros», Misal, p. 377, por hacer referencia a Cristo que se ofrece por nosotros y nos defiende con su intercesión. 4. Se celebra hoy la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones sacerdotales. Por esto, invitar a la comunidad a orar de manera más especial por las vocaciones al ministerio ordenado, así como por todos los ministros para que sean fieles al encargo recibido. Se podría tener en cuenta el mensaje del Santo Padre para esta ocasión. 5. En este día se celebra la Jornada Nacional de la Infancia Misionera.

Vie 2 Ago 2019

La voz del Pastor | Agosto 04 de 2019

Reflexión del Cardenal Rubén Salazar Gómez, arzobispo de Bogotá y Primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 12 13-21

Vie 10 Mayo 2019

¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión?

Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 13,14.43-52 Salmo: 100(99),1-2.3.5 (R. 3c) Segunda lectura: Apocalipsis 7,9.14b-17 Evangelio: Juan 10,27-30 Introducción • Los Hechos de los Apóstoles nos recuerdan que, una vez han sido evangelizados los judíos, la Palabra de Dios se dirige también a los paganos. • El libro del Apocalipsis nos presenta algunas acciones del pastor: apacentar, guiar y enjugar las lágrimas de los ojos. • El Evangelio de San Juan nos habla de la relación íntima entre el rebaño y el Pastor que genera escucha, seguimiento y vida eterna. 1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El evangelista San Juan después de presentar una catequesis sobre el Buen Pastor nos habla de la relación del pastor con su rebaño. En los versículos que nos presenta el evangelio de este domingo, Jesús habla en primera persona, “mis ovejas” y con esto nos indica la pertenencia que tiene con su rebaño, pues el Padre es quien le ha dado este rebaño y Él da la vida por sus ovejas. Hay algunos verbos que nos hablan de esa unión entre el pastor y el rebaño: Escuchar, seguir y dar vida. Escuchar la voz del pastor: La escucha genera seguridad y conocimiento. Las ovejas no siguen la voz de un extraño porque la desconocen, mientras que la voz del pastor la identifican fácilmente por la familiaridad que han adquirido con él. La voz del pastor es la Palabra de Dios, una palabra que da vida a todo aquel que la escucha. Algo curioso sucede en los rebaños que durante la noche se les dificulta la visión pero se les facilita la audición. Las ovejas pueden identificar los sonidos que emite el pastor y eso les da seguridad en medio de la oscuridad de la noche. El mismo salmo 23,4 así lo expresa: “Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tu vas conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan”. Sí la escucha genera identidad y seguridad, ambas posibilitan el seguimiento del pastor. Seguir al pastor: Sí hay conocimiento entre el rebaño y el pastor, se suscita el seguimiento, pues las ovejas no siguen la voz de los extraños porque no la conocen. La voz del pastor la identifican como la de aquel que cuida y ofrece confianza y estabilidad. El pastor es el que da la vida por las ovejas, por lo tanto lo siguen como aquel que protege y defiende de los peligros. El seguimiento del pastor es lo que da identidad al verdadero discípulo de Jesús. Seguir a Jesús significa entrar en una relación de armonía con él. Es un seguimiento que implica el compromiso de parte del discípulo y este se de mediante la permanencia y la fidelidad a la voz de su Palabra. Dar la vida eterna: La seguridad que el pastor ofrece al rebaño es presentada por el evangelista Juan como la capacidad para vencer la muerte: “Yo les doy vida eterna y no perecerá́ jamás, y nadie las arrebatará de mi mano”. Vida eterna en este evangelio no se refiere a la longevidad, sino a la vida que se vive en la presencia de Dios. Esto solo es posible en la medida en que el rebaño permanece unido a su pastor. Esa vida eterna es la que el pastor ofrece al rebaño, pues con su entrega y muerte en la cruz nos devolvió la vida que habíamos perdido por causa del pecado, de modo que Jesús es el Buen Pastor que ha resucitado para darnos vida en abundancia. 2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Jesús es el Buen Pastor que tiene conocimiento de cada una de sus ovejas, no es cualquier pastor, por eso recibe el calificativo de “bueno”. Con esto ya se identifica su tarea a diferencia de los asalariados que sólo buscan su propio bienestar y comodidad. Jesús es Buen Pastor porque cuida de su rebaño y conoce a cada una de las ovejas, ninguna pasa bajo el anonimato, pues del mismo modo que el pastor las conoce y las llama, así debe ser rebaño que escucha la Palabra del pastor que le habla y lo conduce hacia la verdad. Jesús es un pastor que ama a su rebaño y por eso se entrega para darle la vida que necesita. El conocimiento que Jesús tiene del rebaño permite que se genere la cercanía entre ambos. También se espera que el rebaño conozca al buen pastor y escuche su voz que lo guía y le muestra el camino correcto. La escucha posibilita la obediencia y el seguimiento; es aquí donde se genera una relación de intimidad y cercanía entre el rebaño y el pastor. Es la Palabra de Dios la que pide docilidad de parte del rebaño, ya que no es una palabra cualquiera sino la Palabra que da vida y que salva. La escucha del pastor pide que el rebaño tenga la atención puesta en quien lo guía, de modo que pueda rechazar otras voces que no vienen del pastor sino de los asalariados. Los verdaderos discípulos son los que escuchan la voz de su maestro, del mismo modo el verdadero rebaño es el que escucha la voz de su pastor y lo sigue. El seguimiento del pastor posibilita la seguridad y la confianza del rebaño pues el pastor que va delante conoce el trayecto y aparta los peligros para que el débil rebaño avance seguro sin perderse del camino. El rebaño con el pastor está siempre seguro, ya que el pastor provee todo lo necesario para que sus ovejas tengan vida y permanezcan en ella. Esa vida que ofrece el pastor no es algo pasajero, pues con la gracia sacramental, el pastor da su misma vida al rebaño, una vida que ya le otorgó en la cruz donde se entregó plenamente para rescatar al rebaño. La oración colecta de este día nos recuerda la necesidad de que el débil rebaño se deje conducir en medio de la asamblea hacia donde encuentra la fortaleza de su pastor. La unidad de Jesús con el Padre pide la unidad del pastor con el rebaño, pues un rebaño dividido se destruiría, mientras que unido a su pastor puede tener la seguridad de permanecer en la vida que el pastor le otorga. “La señal de pertenencia al rebaño de Cristo es la escucha atenta de la Palabra y el ser pronto para obedecer lo mismo que él, no ir tras las voces extrañas. Para nosotros el escuchar es lo mismo que creer lo que se nos dice. Por lo tanto, somos conocidos de Dios quienes le escuchamos; y ser conocido es lo mismo que estar unido a Él; ciertamente del todo conocido por Dios sino es mediante la constante cercanía y fidelidad a su Palabra. Así, cuando Cristo afirma: “Conozco a mis ovejas, es como si dijera: “Las abrazaré y las uniré conmigo mística y perfectamente” (San Cirilo de Alejandría, comentarios al evangelio de Juan 7,1). 3. ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decirle a la comunidad? El amor del Padre ha sido tan grande con la humanidad que ha querido entregar a su Hijo para dar su vida en rescate por todos. Jesús como Buen Pastor cuida de su pueblo y lo conduce hacia la casa del Padre. Nosotros que somos el rebaño escogido por el Señor, debemos tener una relación de cercanía y amistad con Jesús, esa intimidad será lo que nos garantice la posibilidad de escuchar, conocer y seguir al maestro. El Papa Francisco nos invita a una relación de familiaridad con el Señor: “Jesús no habla de un conocimiento intelectual, sino de una relación personal, de predilección, de ternura mutua, un reflejo de la misma relación íntima de amor entre Él y el Padre. Esta es la actitud a través de la cual se realiza una relación viva y personal con Jesús: dejándonos conocer por Él. No cerrándonos en nosotros mismos, abrirse al Señor, para que Él me conozca. Él está atento a cada uno de nosotros, conoce nuestro corazón profundamente: conoce nuestras fortalezas y nuestras debilidades, los proyectos que hemos logrado y las esperanzas que fueron decepcionadas. Pero nos acepta tal como somos, nos conduce con amor, porque de su mano podemos atravesar incluso caminos inescrutables sin perder el rumbo. Nos acompaña Él. A nuestra vez, nosotros estamos llamados a conocer a Jesús. Esto implica buscar un encuentro con Él, que despierte el deseo de seguirlo abandonando las actitudes autorreferenciales para emprender nuevos senderos, indicados por Cristo mismo y abiertos a vastos horizontes. Cuando en nuestras comunidades se enfría el deseo de vivir la relación con Jesús, de escuchar su voz y seguirlo fielmente, es inevitable que prevalezcan otras formas de pensar y vivir que no son coherentes con el Evangelio” (Regina Coeli, Roma, 22 abril de 2018). 4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Durante este año el Papa Francisco nos invita a celebrar el mes misionero extraordinario el mes de octubre, a la luz de esta Palabra de Dios debemos ponernos en actitud de misión para atraer a aquella parte del rebaño que aún no camina bajo el pastoreo de Jesús, esto solo se logra mediante la cercanía y el cuidado de la Iglesia en la tarea del pastoreo. La voz del pastor es para todo el rebaño, pero tal vez muchos no la han identificado porque no la han escuchado. Nuestra tarea es hacer eco de esa Palabra de Dios para posibilitar que las ovejas alejadas conozcan a Jesús Buen Pastor. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Hoy la homilía tiene como figura protagonista al Buen Pastor: puede elaborarse una cartelera alusiva al pastor colocar en ella imágenes del Papa, los obispos y presbíteros. 2. Este domingo, Día del Buen Pastor, es la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones Sacerdotales. Conviene tener en cuenta el mensaje del Santo Padre para esta ocasión y orar de manera más especial por las vocaciones al ministerio ordenado; así como por todos los ministros, para que sean fieles al encargo recibido. 3. Podría seguirse el Prefacio de Pascua V: «Cristo sacerdote y víctima», Misal, pág. 379, por resaltar el papel oferente de Cristo, sacerdote, víctima y altar

Sáb 5 Mayo 2018

La clave está en el amor

Por: Mons. Omar Mejía Giraldo - Continuamos hoy con la lectura del capítulo 15 de San Juan, este texto es el corazón del testamento de Jesús. Desde el capítulo 13 al 17, Jesús, el Señor, está dando las últimas instrucciones a sus discípulos. En este tiempo de pascua leemos el evangelio en clave de despedida, se acerca la solemnidad de la ascensión del Señor a la gloria celestial. Antes de marcharse, el Señor instruye a sus discípulos, sobre lo central y más importante para un discípulo suyo. La clave está en el amor. Jesús, el Señor, el Hijo de Dios, no hace un discurso o una poesía sobre el amor. El texto es más bien una sinfonía perfecta de lo que es y experimenta Jesús. Él es el amado del Padre: “Éste es mi Hijo amado, en Él me complazco” (Mt 3,17). Jesús es el amado desde siempre y para siempre. Con el amor que Él ha recibido del Padre es como Él los ha amado durante su ministerio público: “Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo” (Juan 13,1-ss). Jesús, el Señor, está dando su vida paso a paso: “El buen pastor da la vida por sus ovejas” (Jn 10,1-ss). Jesús, el Señor, da la vida definitivamente en la pasión, misterio que tiene su culmen en la cruz y en la resurrección (Cf Jn 18-20). La clave está en el amor. Como lo hemos venido contemplando en los evangelios de los domingos anteriores, Jesús, el Señor, se identifica frente a sus discípulos con el “Yo soy”… Hoy su identidad es con el amor. La fuerza de su actuar viene del amor que Él recibe del Padre, con ese mismo amor ha amado a sus discípulos y es el mismo amor que les pide, por eso les dice: Ámense; Jesús, el Señor, está hablando con un imperativo categórico: Ámense. Para el discípulo el “amor” no es opcional, es un imperativo que define la esencia de su “estar” en y con Jesús. Si los discípulos quieren vivir en la dinámica del amor deben amarse como el Padre ama al hijo y deben amarse como Jesús los ha amado a ellos. La clave está en el amor. Para el cristiano el amor no puede ser un simple sentimiento, para el cristiano el amor es una opción libre y voluntaria, pero responsable y comprometedora. El amor de Dios es eterno, estable, duradero, permanente. Dios no nos ama, porque nosotros seamos buenos, no. Dios nos ama porque su esencia es el amor. “Dios es amor” (1 Jn 4,8). La dinámica de la historia de salvación es la dinámica del amor. Por amor Dios ha tomado la iniciativa de elegirse un pueblo para sí y desde este pueblo hacer difusivo su amor a la humanidad. La alianza que Dios hace con los líderes del pueblo son alianzas de amor, alianzas de amistad (Cf La vida de Abraham, Moisés, los profetas…). La Palabra de Dios dice de Moisés que era el “amigo de Dios”. Jesús, el Señor, le dice a sus apóstoles: “Ya no les llamo servidores, porque un servidor no sabe lo que hace su patrón. Los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que aprendí de mi Padre.” Con el amigo se comparte la plenitud del ser, con el amigo no hay secretos, con el amigo existe el grado sumo de confianza. En la amistad están implicados dos corazones que se abren de par en par. Por eso la necesidad del respeto, la fidelidad y la responsabilidad en la amistad. El amor sin éstas tres características no es amor, es una caricatura del amor. La clave está en el amor. Hermanos, la clave está en el amor de Dios, Él nos amó primero. Si el amor en mi vocación no es estable y duradero es porque ha fallado el fundamento, porque ha fallado el amor primero. Un edificio se cae cuando fallan los cimientos. Así es el amor humano, éste falla cuando no alimentamos el amor de Dios en nuestras vidas y en nuestras relaciones fraternas. Para que nuestra consagración sacerdotal, religiosa, matrimonial…, sea estable y duradera, necesitamos experimentar el amor de Dios y por lo tanto, necesitamos permanecer en su amor. Permanezcan en mi amor, dice Jesús, como yo permanezco en el amor del Padre. La clave está en el amor. ¿Y cómo permanecer en el amor de Jesús? Sencillo. Hagamos una analogía con nuestra vida cotidiana: amistad que no se alimenta con el diálogo, las visitas, las comunicaciones…, es una amistad que se va debilitando y llega el momento en que definitivamente se agota, se enferma y se muere. Para alimentar la amistad con el Señor, es necesario: Orar, meditar, leer la Palabra, perdonar, sanar las heridas, corregirnos…; es necesario además, dar buenos frutos y esos se manifiestan en la alegría, el servicio, en el amor mutuo. No basta decir Señor, Señor, es necesario obrar de acuerdo al mandato del Señor: “Ámense los unos a los otros: esto es lo que les mando.” La clave está en el amor. Hermanos, insisto, el amor no es un sentimiento, el amor es una opción y como cristianos es un imperativo categórico. Si no nos amamos no tenemos el derecho a llamarnos cristianos. El siglo XXI será el siglo del amor cristiano o el cristianismo se acabará. La verdad definitiva y esperanzadora de la Palabra de Dios es “que Jesús nos ama, esto es lo más importante que debemos saber”. Por favor, aprendamos una cosa: el amor de Dios es inmenso, intenso y total, es libre, generoso y transformador. ¡Qué bueno sería que así fuera nuestro amor! Esa es la meta, esa tiene que ser la ilusión, la lucha, el trabajo cotidiano. Nada más frustrante que entregar toda una vida y luego darse cuenta que todo era una ilusión pasajera, una mentira, una falsedad. La clave está en el amor. Queridos sacerdotes, estimados padres de familia, muy apreciados maestros, líderes sociales, políticos, empresarios…, nuestra meta es el amor. Al final de la jornada seremos juzgados en el amor. Cuando lleguemos a la eternidad nuestro buen Padre Dios, no nos preguntará por nuestros títulos y por nuestras chequeras, nos preguntará y nos juzgará por la intensidad, la profundidad, la sinceridad y la responsabilidad en el amor. No seamos ilusos, no digamos esa frase tan tonta: “sin amor también se vive.” Eso es mentira, porque somos lo que somos, por el amor de Dios. Si no fuera por el amor de Dios no existiríamos, no podríamos caminar, sonreír, amar, jugar… La clave está en el amor. No nos detengamos tanto a llorar sobre la leche derramada. La fuerza interior de nuestra vida no puede estar en los fracasos de nuestro amor. No importa que hayamos sido rechazados (as), no importa que hayamos sufrido; nuestro corazón nos ha dolido muchas veces, sí; pero lo más importante es que hoy sabemos que Dios nos ama. La clave de la vida presente está en saber perdonar y sanar nuestro pasado. Hoy es hoy y hoy somos conscientes que desde siempre y para siempre Dios nos está amando y su amor es para siempre. Haya pasado lo que haya pasado, pase lo que pase, el amor de Dios no se muda, nunca cambia, su esencia es el amor. + Omar Mejía Giraldo Obispo de Florencia Juan 15,9-17 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Como el Padre me amó, así también los he amado yo: permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo he cumplido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho todas estas cosas para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea completa. Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos, y son ustedes mis amigos si cumplen lo que les mando. Ya no les llamo servidores, porque un servidor no sabe lo que hace su patrón. Los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que aprendí de mi Padre. Ustedes no me eligieron a mí; he sido yo quien los eligió a ustedes y los preparé para que vayan y den fruto, y ese fruto permanezca. Así es como el Padre les concederá todo lo que le pidan en mi Nombre. El mundo odia a Jesús y a los suyos. Ámense los unos a los otros: esto es lo que les mando. Tarea Leer, meditar, orar 1 Cor 13.

Mié 25 Abr 2018

¿Quiénes se merecen la región del Catatumbo?

En el marco de la fiesta del Buen Pastor, el obispo de Ocaña, monseñor Gabriel Villa Vahos, tras referirse a esta figura bíblica, que describe el cuidado de Dios por los seres humanos, llamó la atención sobre la difícil situación que atraviesa el Catatumbo y aseguró que la población se “encuentra cansada y agobiada a causa del miedo, de la amenaza y de la violencia en todas sus formas”. “Esta tierra del Catatumbo, de gente buena, esta provincia repleta de recursos humanos, de recursos naturales incalculables, de paisajes hermosos, ha tenido que vivir en muchos sectores sometida a la violencia, a las luchas fratricidas. Tal vez precisamente porque algunos que quizá un día recibieron el bautismo, nacieron en el seno de familias cristianas, no se han dejado finalmente guiar por Jesucristo, el Buen Pastor”, señaló. En este sentido, llamó la atención “de los que se han levantado para clamar justicia, para reivindicar los derechos de los pobres, de los campesinos”, afirmando que “no pueden contradecirse en su discurso. Nuestro pueblo es de gente pobre, sencilla, trabajadora. En el nombre del Señor Jesús, Buen Pastor, les pedimos a los que persisten en la lucha armada, en la violencia, que sean coherentes en su modo de obrar. Que den garantías a quienes precisamente deben ser defendidos y protegidos: los más desfavorecidos, los campesinos, los pobres, la gente sencilla de nuestros pueblos”. “Clamamos porque nuestros hermanos desplazados puedan regresar a sus casas, que puedan salir a comercializar los frutos de sus cosechas, que los niños y jóvenes regresen a sus escuelas y colegios, que los comerciantes puedan abrir sus establecimientos para entregar los servicios con el fin de satisfacer sus necesidades básicas. Que los enfermos puedan ser atendidos en los centros de Salud. Que todos puedan recibir la atención pastoral y espiritual”, insistió. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar homilía[/icon] Finalmente, el obispo invitó a preguntarse ¿quiénes se merecen esta región del Catatumbo?, afirmando, que sin lugar a dudas la merecen “quienes han trabajado con descomunal sacrificio, los que la han sufrido, los que han perdido sus seres queridos en los distintos momentos de estas guerras, los que la han ayudado a transformar para bien, los que la quieren como su tierra bendita para quedarse en ella”. “Esta tierra debe ser para los ocañeros y catatumberos buenos, trabajadores; esta tierra debe ser para el bien, y para gente en el bien. Y, también, porque no, para aquellos que venidos de otros lugares se sumen para construir con respeto un territorio incluyente y digno, honesto y respetuoso del otro”.

Mar 17 Abr 2018

El Buen Pastor da su vida por su rebaño

Primera lectura: Hch 4,8-12 Salmo Sal 118(117),1+8-9. 21-23.26+28+29 (R. 22) Segunda lectura: 1Jn 3,1-2 Evangelio: Jn 10,11-18 Introducción El cuarto domingo de Pascua la Iglesia celebra el domingo del Buen Pastor, en el contexto de esta celebración nos unimos a la 54ª jornada mundial de oración por las vocaciones, el Papa Francisco nos invita a orar por el aumento de las vocaciones al servicio de la Iglesia. Nos disponemos a profundizar en una de las páginas más bellas y entrañables de los Evangelios: Las que nos presentan a Jesús como el Buen Pastor y a nosotros como ovejas de su rebaño. Es un tema que ha alimentado la fe y la devoción de los cristianos a lo largo de los siglos. Los primeros cristianos no se atrevían a pintar a Jesús crucificado; sin embargo, en las pinturas de las catacumbas y en los sarcófagos paleocristianos es muy común encontrar representaciones de Jesucristo con una oveja sobre sus hombros. También uno de los temas de este domingo es el de la filiación, Dios nos ha concedido ser hijos, Juan nos lo presenta como la mejor prueba del amor de Dios. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Cristo, el Buen Pastor, es el centro de nuestra vida de fe, él debe iluminar la vida de todos los que escuchan su voz y lo siguen. Signos visibles de Cristo, Príncipe de pastores (1 Pe 5,4) son nuestros pastores, puestos por Dios para regir nuestras almas en su Iglesia hasta que él vuelva. La primera lectura de los Hechos es la continuación de la curación de un enfermo realizado por Pedro. El paralitico fue curado en el nombre y por el poder de Jesús quien murió y resucito. Pedro, el Primer Pastor-Vicario de Cristo en su Iglesia, inicia su misión de proclamar ante el mundo que sólo en Cristo, Buen Pastor, es posible nuestra salvación. Cristo es la piedra angular. En Él nos apoyamos y nos sostenemos todos. Es el gran fundamento de nuestra fe, de toda nuestra vida cristiana. Decimos con el Salmo 117:«Dad gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres; mejor es refugiarse en el Señor, que fiarse de los jefes» La segunda lectura es una alabanza a Dios Padre, por el amor que comparte con todo el género humano, este amor que nos hace pertenecer a Él por el bautismo, y cuando se cumpla el tiempo en cada uno de nosotros lo veremos cara a cara en su gloria, semejantes a Él. Toda la autoridad redentora de Cristo y de sus Vicarios o Pastores en la Iglesia, se cifra en hacer visible la amorosa paternidad de Dios sobre nosotros sus hijos. En el evangelio de Juan Jesús es el Buen Pastor, pastor único de un solo rebaño, pastor que da la vida por las ovejas. La garantía de nuestra salvación está en el Corazón de Cristo Jesús que, como Buen Pastor, dio su vida por sus ovejas. Nos amó y se entregó por nosotros. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? La pascua es un tiempo que nos quiere hacer entender y celebrar mejor el Misterio de Cristo y comprender su resurrección. Las imágenes que nos hacen entender mejor a Cristo resucitado se multiplican. Hoy, por ejemplo, Pedro, valientemente, ante las autoridades compara a Cristo con la piedra que los arquitectos habían desechado y que se ha convertido en piedra angular. El salmo responsorial hace eco a la primera lectura cuando se entona uno de los canticos más pascuales, el Sal.117 "Dad gracias al Señor porque es bueno... Este es el día en que actuó el Señor...”, este salmo anuncia precisamente lo de la piedra desechada y que luego se convierte en principal. Cada año leemos el capítulo 10 de Juan, pero en pasajes distintos. Este año leemos la parte central, las características del buen pastor. Esta metáfora que todos entienden, sobre todo los que durante años vamos escuchándola en las lecturas, tanto del AT, como del NT., descubrimos cómo las cualidades del buen pastor, que el mismo Jesús describe, se cumplen perfectamente en Él: Conoce a sus ovejas y es conocido por ellas; no es una sociedad anónima, la comunidad de Jesús: El ofrece a todos cercanía y comunión; No sólo conduce a sus ovejas a buenos pastos, las alimenta o las defiende de los peligros, sino que hace algo mucho más radical e inesperado: en contraposición a los asalariados, el pastor bueno está dispuesto a dar su vida por las ovejas; Y, además, tiene otras ovejas, y quiere reunirlas a todas, hasta que formen un solo rebaño. No está mal que, con ocasión de la Jornada Mundial de oración por las Vocaciones en el contexto de la celebración del Buen Pastor, el predicador hable de sí mismo, de cómo le alcanza a interpelar la Palabra. Siempre debería ser el primero en escucharla para luego actualizarla a los fieles. Es un examen que también convendría hacer a todos aquellos que de algún modo tienen en la comunidad cargos, ministerios, encargos de animación. DESCARGA LA PREDICACIÓN ORANTE ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decirle a la comunidad? En este ciclo B leemos la parte central del capítulo 10 del evangelio de Juan, este capítulo que nos presenta a Jesucristo como el buen pastor y destaca sus principales características. El ciego de nacimiento en el capítulo 9 es una buena introducción a este discurso, el ciego ha recobrado la luz en Cristo, el ciego despreciado por su ceguera es acogido por Jesús. Hoy muchos siguen despreciando, arruinando a los seguidores de Jesús, todos ellos son falsos pastores, no conducen el rebaño a la vida eterna ni dan la vida por ellos. Jesús se ha presentado como la puerta única de las ovejas, Él las puede llevar a pastos abundantes, ante esos pastores que opacan la vida eterna o la oscurecen, solo Jesús tiene Palabras de vida eterna, sus palabras revelan al Padre sus hechos lo comunican; Jesús da la vida por sus ovejas, muere en favor de todos los hombres, su muerte nos acerca a Dios, nos une a Él, nos concede vida y vida eterna, de ahí que el auténtico Pastor, Jesús, le importen las ovejas, de ahí la Encarnación, Dios se hizo uno de nosotros para el perdón de nuestros pecados. El Padre conoce al Hijo, el Hijo al Padre, en esta comunión perfecta, ha surgido por amor la comunicación con el género humano – el Padre conoce al Hijo y en Jesús el Padre conoce a los hombres. El Padre se comunica en Jesús a los fieles, los fieles alcanzamos la comunicación en Jesús. Además, hoy el evangelio resalta “Tengo además otras ovejas”, para expresar el universalismo de la salvación, Jesús muere por todos y todos están llamados a gozar de Dios. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Todos los cristianos deberíamos sentirnos hoy como la oveja que ha sido rescatada del abismo. Deberíamos de experimentar aquello de san Pablo: me amó y se entregó a sí mismo por mí. El secreto de la vida cristiana está todo en experimentar el amor del Padre en Cristo Jesús por el Espíritu. Todo lo demás viene por añadidura. Experimentar que Dios me ha amado con un amor eterno y que, por eso, mi oficio en adelante es también el del amor. Tema siempre importante es el de la promoción de las vocaciones en la parroquia, en la diócesis, en los movimientos, en las congregaciones religiosas. En este día, dedicado a las vocaciones, debemos renovar nuestro compromiso por buscar vocaciones y de tener esta tarea como primaria y prioritaria. La falta de sacerdotes se agrava aquí y en muchos lugares del mundo, faltan pastores y se pierden las ovejas, por eso, se requiere que los laicos, diestros en las cosas del mundo, sean también diestros en la promoción de las vocaciones. Un promotor vocacional puede descubrir contactos importantes, puede remitirlos a la instancia apropiada, puede poner en pie vigilias de adoración ante el santísimo para pedir al Señor nos envíe pastores según su corazón. Esos promotores los conocemos y existen, pero debemos multiplicarlos. Quizá nada mejor para sembrar las vocaciones, que nuestro propio testimonio de vida.

Sáb 25 Nov 2017

Rey con actitud de pastor

Por: Monseñor Omar de Jesús Mejía - Para terminar el año litúrgico en el cual nuestro tema central ha sido el “Reino de los Cielos”, el escritor sagrado nos presenta una figura bien simpática: “Un Rey con actitud de pastor.” Jesucristo es Rey. Recordemos lo que dice la Palabra: “Pilato entonces le dijo: ¿Así que tú eres rey? Jesús respondió: Tú dices que soy rey. Para esto yo he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz” (Jn 18,37). A la luz del mundo el rey está sentado en un trono dando órdenes y ejerciendo un poder según las leyes y la justicia humana. En el evangelio de hoy existe algo muy particular, Jesucristo es Rey, pero es a la vez pastor. El texto puntualiza el reinado de Dios en el mundo, pero a su vez presenta al mismo Dios con actitud de pastor. Recordemos la Palabra: “Yo soy el buen pastor” (Jn 10, 11), “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Cfr Jn 10, 10). Jesucristo como Rey posee el derecho de juzgar, aún más, Él es el único que tiene la autoridad de juzgar; dice la Palabra. “Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra” (Mt 28, 16-20). Jesús, el Señor, es el “Buen Pastor”. Como Rey y Pastor, viene continuamente y vendrá definitivamente en el último día para hacer justicia en la tierra. El único punto de referencia a través del cual un cristiano se juzga a sí mismo y juzga a los demás es desde la misma persona de Jesús. El evangelio es claro, dice: “Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras.” El único que posee el derecho de hacerle juicio a nuestras obras es el mismo Dios y con la rectitud que recibimos de Dios, es desde donde debemos juzgar nuestros actos y los actos de los demás. Si vivimos según la ley de Dios no tiene porque existir miedo frente a Él. El miedo al juicio de todos los días (examen de conciencia) y el miedo al juicio final delante de Dios debe perderse con la imagen del Pastor, quien representa siempre cuidado, atención y amor con su rebaño. “El separará a unos de otros.” La separación del Rey con actitud de Pastor es una invitación para revisar nuestra elección. El criterio central es el amor: “Cuanto hicieron a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicieron” y lo mismo acontece en forma negativa: “Cuanto dejaron de hacer a estos pequeños a mi me lo dejaron de hacer.” “Los justos contestaron ¿cuándo te vimos con hambre…?,” y al final el texto dice: “los justos irán a la vida eterna.” La Palabra de Dios y la solemnidad litúrgica de hoy nos están invitando a confrontar nuestra vida de cara a Dios mismo, de cara a su justicia. La Palabra dice: “Ningún hombre es justo frente a Dios.” Según la Sagrada Escritura, justa es aquélla persona que “obra con rectitud y procura el bien”. En clave de vida cristiana es inseparable la santidad de la justicia, ambas se correlacionan, no puede darse la una sin la otra. La persona justa tiene la mente en Cristo, sus pensamientos son rectos y puros, tiene una meta sobria. Los justos no están esperando recompensa, obran con justicia, porque esa es la actitud normal. Los justos se acostumbran a obrar con justicia, porque la virtud de la justicia la han incorporado en su mismo ser. Los justos no son tramposos, no poseen una doble agenda, los justos son transparentes y asumen una vida integra… Los justos viven por la fe, es la fe la que les permite reconocer las maravillas de Dios y a su vez es la fe la que les da la posibilidad de ver las necesidades de los demás. Las personas justas, no se afirman así mismas, ni confían en su propia justicia, sino que viven bajo la justicia que ha traído Cristo, que no es otra que la opción por la vida en el amor. Recordemos lo que nos dice San Juan de la Cruz: “Al atardecer de la vida seremos juzgados sobre el amor” “y el amor debe ser probado, verificado en sus motivos internos. Por eso el evangelio de hoy está en términos de juicio, de evaluación. Por un momento nos transportamos hasta el final de la vida, el encuentro cara a cara con Jesús para responder por nuestras acciones y por aquellas inconclusas o eludidas.” (Meditación del evangelio, P. Fidel Oñoro). En este último domingo hermanos los invito para que confrontemos nuestra vida de cara a Dios, Él debe ser para nosotros nuestro único punto de referencia, Él es el que nos debe haber inspirado durante todo el año litúrgico a obrar el bien. Él será quien en última instancia juzgará definitivamente nuestra existencia, a Él no le podemos esconder absolutamente nada; Él nos conoce por dentro y por fuera, Él sí conoce realmente con qué intención hemos obrado. El único que conoce de verdad la intención de nuestro amor es Dios. Entendamos una cosa, el amor de Dios es más que un simple consuelo, el amor de Dios es una confrontación, el amor de Dios es concreto y objetivo. El amor de Dios tiene que inspirar el amor entre nosotros de los contrario el amor se queda en discurso, en teoría, en filosofía, en poesía y a lo sumo en buenas intenciones. Según el evangelio de hoy el amor de Dios se vive en lo concreto. El amor de Dios, cuando es verdadero y cuando realmente nos hemos dejado transformar por éste amor, se convierte en la respuesta a las precariedades concretas de la vida. El evangelio que estamos meditando nos presenta seis situaciones en las cuales ponemos en práctica el amor, práctica que a su vez nos conduce a la vida eterna. Se trata de situaciones comunes para todo mortal. Precariedades que de una u otra manera todos hemos experimentado alguna vez de nuestra vida y por lo tanto deberían hacernos sensibles para obrar siempre con rectitud y en nuestro actuar procurar siempre hacerle el bien al hermano. Esas precariedades son: El hambre, la sed, la necesidad de techo, la desnudez, la enfermedad, la pérdida de la libertad en una cárcel. Éstas precariedades y muchas otras con las cuales tenemos que aprender a convivir y que nos hacen entender que finalmente todos somos frágiles, limitados, “vulnerables” deberían hacernos comprender que los imperativos de la vida cristiana se centran en: 1. Compartir la mesa (danos hoy nuestro pan de cada día). Si compartiéramos más, habría menos hambre en el mundo. Si no compartimos corremos el riesgo de ir al fuego eterno… La virtud del compartir se convierte en las llaves del cielo en las manos del otro. Cuando alguien se me presenta para que lo ayude, me está ofreciendo las llaves del cielo para recibir la vida eterna. “Vengan benditos de mi Padre” 2. Acoger con el doble abrigo de la casa y del vestido propio al hermano necesitado. Miremos nuestras ostentaciones y observemos a nuestro lado, para que nos demos cuenta qué es urgente acoger a los más necesitados. Si no acogemos corremos el riesgo de ir al castigo eterno. El Papa nos habla de la “cultura del encuentro.” 3. Salir de la comodidad para buscar a uno que está solo y que, humillado, no puede valerse por sí mismo. ¿Cuántos desvalidos hay a nuestro lado, los observamos, o somos ciegos, frente al necesitado? Cuidado hermanos nuestra ceguera nos puede lleva al castigo eterno. ¿Vemos las necesidades de nuestros hermanos o nos hacemos los ciegos, para no desinstalarnos de nuestras comodidades? En una sola palabra podríamos sintetizar el mensaje de la Palabra de Dios hoy: “Integridad de vida.” + Omar de Jesús Mejía Obispo de Florencia Mateo 25,31-46 En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Cuando venga en su gloria el Hijo del Hombre y todos los ángeles con él se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones. El separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme. Entonces los justos le contestarán: Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?, ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte? Y el rey les dirá: Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis. Y entonces dirá a los de su izquierda: Apartaos de mí, malditos; id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis. Entonces también éstos contestarán: Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel y no te asistimos? Y él replicará: Os aseguró que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos. los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo. Y éstos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna. Tarea: Recordemos las obras de misericordia e intentemos practicarlas, durante la presente semana, al menos pongamos en práctica una obra corporal y otra espiritual. Obras de misericordia corporales 1. Visitar a los enfermos 2. Dar de comer al hambriento 3. Dar de beber al sediento 4. Dar posada al peregrino 5. Vestir al desnudo 6. Visitar a los presos 7. Enterrar a los difuntos Obras de misericordia espirituales 1. Enseñar al que no sabe 2. Dar buen consejo al que lo necesita 3. Corregir al que se equivoca 4. Perdonar al que nos ofende 5. Consolar al triste 6. Sufrir con paciencia los defectos del prójimo 7. Rezar a Dios por los vivos y por los difuntos.

Vie 5 Mayo 2017

El Señor nos llama, nos conduce y nos alimenta

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