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cali

Mar 5 Jun 2018

Tips pastorales

Testigos de santidad Por Monseñor Luis Fernando Rodríguez Velásquez: Nos dice el Papa Francisco en la reciente Exhortación Apostólica Gaudete et Exsultate (Alegraos y regocijaos, Mt. 5.12), que es necesario en nuestros tiempos, “reconocer que tenemos una nube ingente de testigos que nos alientan a no detenernos en el camino, nos estimulan a seguir caminando hasta la meta” (GE, 3). Este mes de junio, como en general todos los meses del año, la Iglesia nos propone en el calendario litúrgico una serie de celebraciones cristológicas, marianas y de los santos, para que estemos atentos a escuchar lo que cada uno de estos testigos nos dice con su vida y obras. Tenemos tres celebraciones cristológicas de gran significación: Corpus Christi, Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote y el Sagrado Corazón de Jesús. Cristo sacerdote y víctima, recibe alabanza y honor, y nos exhorta amarlo de la misma forma como Él ha sido misericordioso con cada uno de nosotros. Ponemos la mirada en el corazón inmaculado de María e igualmente veneramos santos, apóstoles, mártires, confesores y doctores, que a lo largo de la historia de sus vidas nos enseñaron el camino de la santidad. Santos de ayer y de hoy como San Juan Bautista, San Pedro y San Pablo, San Bernabé de los tiempos de Jesús, pero también, de los primeros tiempos de la Iglesia como San Justino, los santos Marcelino y Pedro y los protomártires de la Iglesia de Roma. Otros más tardíos como San Antonio de Padua y otros más recientes como Santo Tomás Moro y San José María Escribá de Balaguer. Obispos, religiosos, presbíteros diocesanos que nos permiten afirmar con ilusión: ¿si ellos pudieron por qué no yo? Todos estos santos, “mantienen con nosotros lazos de amor y comunión” (GE, 4). Vale la pena leer y meditar la invitación que nos hace el Papa a buscar la santidad en el mundo actual en la Exhortación Gaudete et exsultate. Entre muchas cosas el Papa afirma: “La santidad es el rostro más bello de la Iglesia” (GE, 9). “Para ser santos no es necesario ser obispos, sacerdotes, religiosos o religiosas… Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día” (GE, 14). “En la Iglesia, santa y compuesta de pecadores, encontrarás todo lo que necesitas para crecer en santidad” (GE, 15). “No tengas miedo a la santidad” (GE, 32). Acojamos el llamado apremiante del Papa Francisco que busca “hacer resonar una vez más el llamado a la santidad, con sus riesgos, desafíos y oportunidades. Porque a cada uno de nosotros el Señor nos eligió para que fuéramos santos e irreprochables ante él por el amor (Ef. 1,4)” (GE, 2). Por: Monseñor Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar Cali

Vie 1 Jun 2018

Eucaristía: Las bodas del cordero

Monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía: El calendario de celebraciones en este mes de junio recoge, de principio a fin, el despliegue del misterio de Dios, revelado en Cristo Jesús, en el misterio de la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo. Desde la solemnidad del Cuerpo y la Sangre santísimos de Cristo, hasta la de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, la liturgia nos convoca a vivir y a expresar juntos, ese “IGLESIA SOY” del creyente y de su comunidad doméstica, su pequeña comunidad, su comunidad parroquial, su Iglesia Particular o Arquidiócesis, su Iglesia Universal. Del 16 al 23 de junio, celebraremos la Semana Arquidiocesana, haciendo memoria del 20 de junio de 1964, cuando el Papa Paulo VI elevó la sede episcopal de Cali, creada también un día de junio, el 7 de ese mes en 1910, a sede arzobispal metropolitana del Valle del Cauca. Por ello, la fiesta patronal de Nuestra Señora de Los Remedios, bajo cuya protección está la Arquidiócesis de Cali y todo el Departamento, es el 20 de junio de cada año. Así lo reconoce el ordo litúrgico. En la Santísima Virgen unimos nuestra fe en Cristo, Dios hecho hombre en sus entrañas, con nuestra fe en la Iglesia y nuestra solidaridad, personal y comunitaria, con los enfermos y sufridos de la tierra. La Eucaristía, sacramento de la presencia del Resucitado, de su Sacrificio en la cruz, del Banquete Nupcial del Cordero, de la comunión del creyente con Cristo y con los demás creyentes, formando el Cuerpo de Cristo en medio de la humanidad, constituye el ambiente litúrgico en el que cada comunidad nace, crece, se educa, madura y da sus frutos de amor y misión. “Dichosos los invitados a la cena del Señor”: es la invitación que nos hace la liturgia de la Santa Misa, exhibiendo ante los fieles la sagrada forma, con las palabras de Juan Bautista sobre Jesús: “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1,29). La bienaventuranza de los comensales invitados es tomada de una cita del Apocalipsis, a la que la liturgia, para evitar la redundancia, traduce como “cena del Señor”, porque el original del texto latino dice: “Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero” (Apocalipsis 19,9). Viene bien esta imagen de las Nupcias del Cordero, de Cristo Esposo de la Iglesia, para entender la celebración eucarística como la anticipación del Banquete celestial en la casa de Dios y la tensión amorosa, desde la intimidad de la comunión sacramental, que sostiene la vida cristiana en la esperanza, en la expectativa y vigilancia de la llegada del Amor Amado, que toca a nuestras puertas. “Mira que estoy a la puerta y llamo: si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3,20). Este cuadro tan inspirador, dirigido en la carta a la Iglesia de Laodicea, es una imagen plástica de esta constante “tensión amorosa” de Cristo a su Iglesia, ofreciéndole su ternura e invitándola a la comunión del banquete. Bien podría darnos esta imagen el sentido de la eucaristía como “lugar” y “momento” celebrativo, en el que se realiza el familiar e íntimo encuentro entre Cristo y su comunidad. La eucaristía es comida en la que todos estamos reunidos. Pero es también comida en la que cada uno está cara a cara con el Señor. En ella se construye esta “comunidad de mesa y de existencia” con Cristo y entre los cristianos. Una comunidad nacida y forjada en “la común participación de Cristo”, de la savia vital de su Amor y de su Unidad con el Padre, y de ellos con la humanidad, a la que está destinada la Iglesia como vid de dulces y abundantes frutos. (Juan 15, 1ss). El pan y el vino, cuerpo y sangre de Cristo, son imagen y realidad sacramental del sacrificio del Señor, de su cruz, donde se separan por la violencia que desangra, por la muerte y la lanzada (Juan19, 34-35). Unidos, nuevamente, bajo la acción del Espíritu Santo y el Ministerio sacerdotal de la Iglesia, en la “epíclesis” de la consagración sobre estos elementos, y luego sobre el pueblo participante, se convierten, ellos y la comunidad, en CUERPO DE CRISTO RESUCITADO que se nos entrega, en pan tomado, bendecido, partido y dado por Jesús, y en cáliz de su sangre, que sella la “alianza nueva y eterna”, las nupcias del Cordero y la Iglesia. A COMER TODOS DE ÉL invita Jesús con el Pan, y A BEBER TODOS DE ÉL, con el Vino del cáliz. El sacramento de la Nueva Alianza, en el que el esposo es Cristo, Cristo Crucificado y Resucitado, hace también, entonces, que la Iglesia sea “la esposa de la Nueva Alianza”, por lo cual el Apocalipsis no llama ya a Jerusalén “esposa de Dios”, como lo hacen los profetas (Isaías 54,4-8), sino “esposa del Cordero” (Apocalipsis 21,9). Es “la Jerusalén de lo alto, la mujer libre” (Gálatas 4,22-27), la Jerusalén santa, que viene del Cielo, que de su esposo tiene su santidad. Esta “mujer” es la madre de los hijos de Dios. Es la doble figura de la Iglesia: es la “esposa” de Cristo, vista como el conjunto de los elegidos, y es “la madre” de los hijos adoptados por el Padre celestial en su Hijo querido, vista como la Jerusalén Celestial, por la cual, y en la cual, cada uno de ellos ha nacido y es santificado por la gracia de Cristo, su esposo: “Os tengo desposados con un solo esposo, para presentaros cual casta virgen a Cristo” (2ª Corintios 11,2). Este AÑO DEL AMOR ESPONSAL, nos permita releer, a través de la riqueza eclesial del calendario litúrgico del mes de junio, nuestra vida espiritual, nuestra espiritualidad de Iglesia, bebida en la eucaristía, que va configurando a cada uno según el Corazón de Jesús y de María (8 y 9 de junio), y nos lleva a vivir todos esta dimensión esponsal: los laicos, especialmente los esposos cristianos que celebran la alianza sacramental, yendo más allá del mero hogar humano o matrimonio; los religiosos y religiosas, que se consagran mediante los votos de castidad, pobreza y obediencia; y los pastores, que como Juan el Bautista, cuyo nacimiento es también una de las solemnidades del mes (junio 24), o como Pablo, en el texto citado, se declaran los “amigos del esposo” (Juan 3,29), los que le presentan la novia y lo asisten, los “padrinos de boda”. El mes concluirá en Roma, con las figuras de Pedro y Pablo, su martirio, su “beber el cáliz de la Sangre de Cristo”, en esa profunda relación entre Cristo y la Comunidad de la Iglesia. Por: Monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali

Mar 22 Mayo 2018

Cali tiene embajador de la Reconciliación

Se trata del padre José González, Vicario para la Reconciliación y la Paz de la Arquidiócesis de Cali, quien fue exaltado como ‘Embajador de la Reconciliación’, por el programa de Alianzas para la Reconciliación de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y ACDI/VOCA. La distinción, otorgada el 16 de mayo, hace parte del componente “concientización, movilización y mensajes positivos”. Su propósito es inspirar e invitar a las personas a #HacerPARte activa del cambio al visibilizar mensajes positivos sobre la reconciliación en un ecosistema 360º (prensa, redes sociales, activaciones presenciales, reputación digital). Como ‘Embajadores de la Reconciliación’ se aporta a la desestigmatización de los antiguos territorios de conflicto, que ahora son territorios de paz, inspirando a los jóvenes a empoderarse y ser agentes de cambio; se promueve la generación de oportunidades de inclusión económica y social y se fomenta la convivencia ciudadana. Tendiendo puentes de Perdón y Reconciliación En el año 2012 el Arzobispo de Cali, Monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía, crea la Vicaría para la Reconciliación y la Paz, con el objetivo de promover cambios socioculturales en las personas, mirando primero al individuo, incidiendo en el corazón de la persona capaz de asumir procesos de perdón y reconciliación, para luego extenderlo a sus relaciones con los demás, y de esta manera generar entornos más seguros y propicios para vivir libres de violencias. A través de la formación, la escucha, el trato amable, el acercamiento y el acompañamiento se promueve un cambio de estilo de vida a los jóvenes que pertenecen al conflicto de violencia urbana en las comunas 1, 6, 7, 13, 14, 20, y 21 de la ciudad de Cali. Asimismo, se empoderan a un nuevo liderazgo, hacia la legalidad, mostrándoles un camino distinto no solo para ellos, sino también para sus familias y comunidades. De este trabajo se ha podido desarticular varias pandillas juveniles y se han podido cerrar varia líneas de vicio, ya que los jóvenes quienes conducían estas líneas se han acogido a la legalidad y a las oportunidades laborales que se les ha brindado. Se ha logrado que los jóvenes de uno y otro sector que se encontraban en disputa territorial realicen pactos de perdón y reconciliación a través del acompañamiento espiritual y psicosocial que realiza la Vicaría para la Reconciliación, logrando acuerdos de convivencia, de no agresión y reparación en cuanto a los espacios en la comunidad que no podían usarse por miedo a las fronteras y la disputa entre los jóvenes. De igual manera, el empoderamiento de las mujeres en las comunas 1, 7, 15, 20 y 21, a través de la formación humana, la participación ciudadana y la organización comunitaria, para la diminución de la violencia familiar, de pareja y en la comunidad, así como la exigibilidad de sus derechos y de su dignidad. A través del arte, el deporte y la recreación se ha logrado ocupar el tiempo libre de los niños, las niñas y los adolescentes para que los grupos armados ilegales no los recluten, este trabajo se vienen desarrollando en las comunas 13, 14 y 21. Se insiste sin desfallecer a través de las diversas acciones que se realizan que la paz y la reconciliación se construyen en comunidad, en la búsqueda continua del perdón (a nivel personal, con el otro y con Dios), de la solidaridad, de la misericordia, haciendo realidad los valores del Reino de Dios, en la convivencia, en el respeto a la diferencia y en el diálogo social, y así poder vivir en una Cali reconciliada. Son también Embajadores de la Reconciliación Mariana Pajón, medallista olímpica y doble campeona mundial de BMX que ha trabajado durante años por los niños y las comunidades desde el deporte. Harry Sasson, chef promotor del emprendimiento y del empleo juvenil. Natalia Ponce de León, ganadora de los premios internacionales Outlook Inspirations, de la BBC, y Mujeres con Coraje, por su lucha contra las violencias de género. Teresita Gaviria, quien representa a las mujeres que trabajan de forma silenciosa desde los territorios y quien representó a las víctimas durante los diálogos de paz. Josefina Perdomo, quien ha liderado durante años varios procesos de memoria territorial y género en el Caquetá. Agustín Lara, quien representa a los pequeños emprendedores y quien es líder de los pueblos palafitos de la Ciénaga Grande de Santa Marta. Aurora Martínez, lideresa agraria del municipio de Vista Hermosa, Meta, que encontró en el cultivo de cacao una alternativa para el empoderamiento comunitario. Luis Alberto Peraza, promotor de procesos asociativos en Arauca que revitalizan el arraigo y la identidad llanera. Ariel Valdés, quien usa el arte como vehículo de empoderamiento de la juventud. Yulima Arias, lideresa de Chaparral que ha trabajado durante años por el empoderamiento comunitario y la asociatividad a través de emprendimientos agrícolas y artesanales. Andrés Mauricio Mosquera, conocido como Wow Solo, influenciador digital, fundador de Enamórate de Choco y Enamórate del Pacifico, quien, a través de sus hermosas narrativas e imágenes sobre el Pacífico, está promoviendo mensajes positivos que motivan una nueva generación de líderes en la región. Con información de la Arquidiócesis de Cali

Mar 27 Mar 2018

Pascua: salir del matadero.

Por: Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía - Estamos dejando volver un “matadero” a nuestra amada ciudad de Cali. De lejos, pasa de 50 asesinatos por cada 100 mil habitantes, mientras que Bogotá registra menos de 14. Fines de semana con cifras de 18 o más asesinatos, como el del pasado puente de marzo, ponen a Cali como la primera entre las ciudades violentas de Colombia y la segunda en el Continente. La cadena de homicidios sistemáticos es la más grave degradación de nuestra relación y convivencia, sin una reacción de la razón colectiva, ante la bofetada que es para todos cada muerto o muerta, porque, en muchos de los casos, las víctimas son mujeres. Calificar el hecho del asesinato de una u otra manera, o dar explicaciones que son ya lugares comunes, es mantener el esquema de “dejar pasar”, “dejar hacer”, que se replicará una y otra vez, de manera infinita, sin que se conozca la verdad del hecho, de los responsables, de los cómplices, de los móviles y causas, de los investigadores que se hacen cargo, de la garantía de información sobre el proceso, limitada en el tiempo, sobre los casos. Investigar, actuar, crear mecanismos de justicia apropiados y eficaces para asumir estos casos, prevenir al máximo la reproducción o continuación de la conducta violenta, sería lo primero, junto al tratamiento de situaciones o “caldos de cultivo” de la misma, con acción conjunta de Estado, Sociedad y población vulnerable, víctimas y victimarios potenciales. Todo esto, ciertamente, reclama una transformación del sistema de justicia y verdad, de prevención y rehabilitación, de cárceles y post-penados. El Estado no puede mantener conceptos clasistas y elitistas de “seguridad privada” y de protección oficial; mucho menos generar falsas modalidades de alianza entre fuerza y justicia estatal con la población civil, involucrándola mediante el falso concepto de derecho a la auto-defensa: civiles armados, organizaciones para-militares, redes de informantes. O también, en el peor de los casos, la corrupción de personal al servicio del Estado, de autoridad civil, judicial, policial o militar, comprometidos con delincuentes, en suministro de armas, en acciones delictivas, en ejecuciones sumarias. Esto es lo más grave que puede ocurrirnos a quienes tenemos el servicio del bien, de la dignidad humana, o de la autoridad oficial: el abuso de la potestad para hacer el mal. Dolorosamente, esta quiebra moral de las instituciones, incluida la misma Iglesia en otros casos, es parte de la grave crisis y degradación de nuestra sociedad. Todos tenemos mucho que ver con esta degradación y, muchísimo más qué hacer para aportar a un cambio, hacia una restauración de la persona humana, del tejido social, de la vida civilizada y pacífica, de un reordenamiento ético, espiritual y legal. Pero, sin duda alguna, tenemos que dar un paso colectivo, de voluntad popular y política estatal, que le garantice a Colombia salir del matadero en el que vivimos aún. Mucho se ha logrado con los pasos de estos años, hacia una salida concertada de la confrontación subversiva, aún en difícil curso, y ahora, con la normativa que se lleva al legislativo, con carácter de urgencia, para un posible desmonte de las BACRIMs y las disidencias subversivas, mediante un sometimiento o acogimiento a la justicia, con garantías y estímulos. Este cuadro hacia un desarme social y una ocupación legal del Estado en los territorios urbanos y rurales, no dejándolos más a merced de los armados ilegales, será fundamental. El primer paso que debemos dar todos es la decisión y la elección política de salir del matadero, sacar a Colombia del matadero. Valga decirlo en esta época de elecciones: no podemos permitirnos seguir siendo una sociedad fracasada por el monstruo de las violencias. Fin a los asesinatos y violencias. Fin a la economía ilegal y criminal. Fin a la corrupción. Protección al trabajo y autoabastecimiento. Fortaleza a la justicia con verdad, a la educación con principios, a la familia y a la vida por nacer, a la salud y muerte natural, a la ciudadanía democrática. Son, entre otros, postulados de fondo para garantizar la convivencia pacífica y evitar la catástrofe y el colapso social. Postulados a tener en cuenta a la hora de dar el voto, sin miedos ni coacciones, por la opción más identificada con un inmediato futuro pacífico, digno, laborioso y próspero, de un país como el nuestro, con enormes posibilidades de serlo. La Pascua, que se inicia con el mes de abril 2018, nos convoca a mirar juntos la Cruz sin el Crucificado, y la tumba vacía sin el cadáver asesinado. Salir del Calvario y del sepulcro, deshacer todo el entramado y la urdimbre de mentiras, abusos, torturas, dignidad pisoteada, corrupción del poder y abuso del débil, que recordamos cada año en La Pasión y Muerte de Cristo, esa es la Pascua. Que en este año 2018 la asumamos como empeño de todos para salir y sacar a Cali y a Colombia del matadero. Que retomemos la propuesta y campaña Arquidiocesana de LUCHA: ¡Luchemos Unidos Contra el Homicidio y las Armas! Que hagamos del 2 de mayo, aniversario de la masacre de Bojayá, el Día Nacional del Perdón y la memoria nacional del Cristo Negro de Bojayá, con la oración que le compuso el Papa Francisco y que todos debemos memorizar: “Oh Cristo Negro de Bojayá, que nos recuerdas tu pasión y muerte; junto con tus brazos y pies, te han arrancado a tus hijos, que buscaron refugio en ti. Oh Cristo Negro de Bojayá, que nos miras con ternura y en tu rostro hay serenidad: palpita también tu corazón para acogernos en tu amor. Oh Cristo Negro de Bojayá, haz que nos comprometamos a restaurar tu cuerpo: Que seamos tus pies para salir al encuentro del hermano necesitado; tus brazos para abrazar al que ha perdido su dignidad; tus manos para bendecir y consolar al que llora en soledad. Haz que seamos testigos de tu amor y de tu infinita misericordia. Amén.” + Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali

Lun 19 Dic 2016

Iglesia de Cali pide a instigadores de la violencia que desarmen sus espíritus

Representantes de la Iglesia Católica en Cali expresaron su rechazo a las amenazas que recibió monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía este fin de semana y piden a los “instigadores de la violencia” que “desarmen sus espíritus”. “El arzobispo emérito de Cali, los obispos auxiliares, los miembros del Consejo de Gobierno, el Presbiterio y demás integrantes de la Arquidiócesis de Cali, expresamos nuestra solidaridad y aseguramos nuestra oración y acompañamiento a monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía, Arzobispo de Cali, por las amenazas contra su vida de las cuales ha sido recientemente objeto”, afirma el comunicado emitido el lunes 19 de diciembre. En el mismo comunicado se recuerda que la misión de un pastor “es dar continuidad a la actividad de los profetas, y con la valentía propia de los que han puesto su confianza en Dios, anunciar y denunciar todo aquello que se oponga a los designios divinos”. Haciendo eco del mensaje de la próxima Jornada Mundial de la Paz, se subraya que la labor de la Iglesia es la de “desarrollar estrategias no violentas para la promoción de la paz”, por ello la labor del arzobispo de Cali ha estado en esta tónica. La tarea de monseñor Monsalve Mejía ha sido la de “establecer puentes y buscar caminos de solución a los conflictos para llegar a la paz soñada”. Finalmente, la arquidiócesis de Cali, invita para que en el marco de la Navidad se renueve el respeto a la vida y se acoja el mensaje de reconciliación y paz. DESCARGA COMUNICADO

Mar 11 Oct 2016

Comisión de obispos estará en la fase pública de diálogos con ELN

Ante el anuncio hecho por parte del Gobierno Nacional para hacer público el inicio de diálogo con el grupo guerrillero Ejército de Liberación Nacional (ELN), el presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, monseñor Luis Augusto Castro Quiroga, dijo que una delegación de cinco obispos estará como apoyo acompañando esta fase. “La Iglesia estará presente en la fase pública de conversaciones con una comisión de cinco obispos de los territorios más golpeados por esa guerrilla, dentro de los que se encuentran el Arzobispo de Cali, el Obispo de Arauca, Chocó y Tibú, dentro de otros", indicó el prelado en diálogo con la cadena radial Caracol. Monseñor Castro Quiroga advirtió que "La Iglesia actuará como elemento de apoyo más no como delegada o mediadora, respondiendo a la solicitud del ELN y avalada por el presidente Juan Manuel Santos”. El prelado indicó que en el proceso de paz con esta guerrilla se deberá proceder con "inteligencia, sensatez y con celeridad en puntos concretos del acuerdo". El próximo jueves 27 de octubre inicia la fase pública del proceso de paz entre el Gobierno Nacional y la guerrilla del ELN, anunciaron este lunes los delegados de ambas partes en la Casa Amarilla de Caracas, Venezuela.

Vie 16 Sep 2016

Los 80 años de la Universidad Pontificia Bolivariana

Por: Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - Llegar a los 80 años de existencia, en el caso de una institución educativa, es la expresión de su madurez y de su compromiso con un proyecto orientado a la formación de las personas y al desarrollo de una sociedad que sea capaz de vivir en paz. La Arquidiócesis de Medellín, y con ella la Iglesia colombiana, se siente alegre por los 80 años de servicio educativo y evangelizador de la Universidad Pontificia Bolivariana, nacida el 15 de septiembre de 1936 en Medellín, y ahora presente en Bucaramanga, Montería, Palmira, Marinilla, Puerto Asís, Toribío, Bogotá y otras regiones en donde sus egresados, contados por miles, se destacan por la forma como ponen en práctica los principios y valores académicos, profesionales, cristianos y universitarios que recibieron en la UPB o en la Bolivariana, como se le conoce en Antioquia, o en la Pontificia, como se le conoce en el oriente colombiano. Pocos, como en mi caso, pueden dar testimonio de la historia de la UPB. Ingresé en 1966 a la primaria para concluir en 1977 el bachillerato. Luego hice en ella los estudios de filosofía, teología y licenciatura en educación religiosa, para ser llamado, en mi calidad de presbítero, a ejercer el ministerio sacerdotal como capellán y docente, y ser elegido, finalmente, Rector General, servicio que presté durante los 9 años que establecen los Estatutos generales. Es decir, "bolivariano de pura cepa". Esto me permite alegrarme, como tantos otros, por el crecimiento y progreso maduro, sereno y pertinente de la UPB, con capacidad de adaptación a los tiempos y retos internos y externos, comprometida con la calidad y la excelencia, hasta ser reconocida como unas las mejores universidades del país. ¿Cómo se ha logrado todo esto? Primero, por la fidelidad a la misión encomendada por la Iglesia de formar integralmente las generaciones de jóvenes que frecuentan sus aulas. Segundo, por la confianza en Dios. No es providencialista, pero sabe que el Señor la acompaña. ¡Cuántos momentos difíciles ha tenido que sortear a lo largo de los 80 años!, cuando se pensaba que todo estaba perdido, una solución aparecía y sigue apareciendo. Tercero, por su pertinencia. Los programas y los currículos se revisan constantemente para hacerlos capaces de formar profesionales idóneos. Hoy por hoy la UPB cuenta con más de 33.000 alumnos en las distintas sedes y el colegio. Son innumerables las empresas creadas y/o lideradas en todo el territorio colombiano por egresados de la UPB, que se destacan en su inmensa mayoría por su formación ética, cristiana y ciudadana. Y, finalmente, por la centralidad de la persona, sin distingo alguno de clase social, abierta a todos. El hecho de ser universidad privada, que no cuenta con recursos directos del Estado, donde se paga una matrícula significativa, no ha sido obstáculo para que numerosos estudiantes de todos los estratos sociales, en especial 1, 2 y 3, accedan a una formación de calidad. Cuando se cumplen los primeros 80 años de la UPB, sus egresados y quienes la conocemos desde dentro, nos sentimos orgullosos y damos gracias a Dios por su existencia y por la forma cómo ella ha aportado, y lo sigue haciendo, a la construcción de una nueva Colombia, consciente de que en la educación se encuentra el camino de la paz, de la reconciliación, del desarrollo y de la equidad. Dios bendiga ahora y por siempre a la querida Universidad Pontificia Bolivariana. +Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar de Cali Rector Emérito UPB