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esperanza

Vie 2 Oct 2020

«Hermanos todos» (I)

Por: Mons. César A. Balbín Tamayo - Con este título, «Hermanos todos» (Fratelli tutti, en el original italiano), el Papa Francisco dará luz a la próxima encíclica, la tercera de su pontificado, después de Lumen Fidei del año 2013 y Laudato Si del 2015. Lo hará en Asís, la ciudad de san Francisco, tan cercano al corazón del Pontífice. El tema que el Papa desarrollará en este documento será la fraternidad y la amistad social. En ella hará un llamamiento a la humanidad entera para que trabajemos con denodado empeño en ayudar a la familia humana en los caminos de la reconciliación, de la esperanza y de la paz. El origen de esta encíclica está en el encuentro que el Papa Francisco tuvo en Abu Dabi, el 4 de febrero de 2019, con el Gran Imán de Al-Azhar, y rector de la universidad del mismo nombre, en el Cairo, Ahmad Al-Tayyib. De este encuentro quedó el documento: «Fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común». Documento, desafortunadamente poco publicitado y por lo tanto poco conocido, cuando en el mismo se pidió que fuese «objeto de investigación y reflexión en todas las escuelas, universidades e institutos de educación y formación, para que se ayude a crear nuevas generaciones que traigan el bien y la paz…». Un documento transversalizado por un pensamiento del más rico humanismo donde aflora un concepto amplio y profundo de persona, y que «en nombre de la fraternidad humana que abraza a todos los hombres, los une y los hace iguales», eleva su voz para que sea escuchada por todos: a los líderes del mundo, a los artífices de la política internacional y de la economía mundial, lo mismo que a los intelectuales, a los hombres de religión, a los artistas, a los trabajadores de los medios de comunicación y a los hombres de la cultura de cualquier parte del mundo, y a cada uno de nosotros, para que redescubramos los valores de la paz, de la justicia, del bien, de la belleza, de la fraternidad humana y de la convivencia común. El momento histórico que nos ha tocado vivir, lleno de conflictos, de tensiones, de guerras, de luchas, traspasado por ideologías de múltiples tintes, pero también de múltiples oportunidades y posibilidades, no nos puede dejar indiferentes y nos presenta un sinnúmero de retos como el de dejar a los que vienen luego un mundo mejor que el que encontramos, tarea nada fácil. El papel que juega la educación en valores, en el seno de la familia y de la escuela, en la comunidad y en la sociedad, es vital, ya que desde estos campos se construye y se destruye, no solo la sociedad misma, sino también al ciudadano, al profesional, al político, al empresario, al hombre de campo, de pueblo y de ciudad. Al hombre de hoy y al hombre de mañana. Esperamos el ansiado documento que se nos ha anunciado, para extraer de él toda la riqueza, la enseñanza y la doctrina, que nos ayude a comprender de manera definitiva no solo los grandes riesgos a los que se enfrenta la humanidad en el presente y el futuro si no cambia su manera de pensar y su rumbo, sino también, claro está, las múltiples posibilidades con los adelantos de la ciencia y de la tecnología que pueden hacer más llevadera la vida a las personas, si se utilizan bien y aprovechan al crecimiento de la persona y de la sociedad misma, y no a su destrucción. Muy bien nos viene esta enseñanza del Papa, de manera espacial en este tiempo de pandemia y cuando apenas nos vamos reintegrando a la nueva normalidad, después de sucesivas cuarentenas. Esperamos con ansia esta Encíclica que con su enseñanza nos ayudará a comprender mejor que solos no lo podemos hacer, y que por lo tanto es necesario caminar juntos: «Hermanos todos» César A. Balbín Tamayo Obispo diócesis de Caldas

Mar 14 Jul 2020

Caridad, cuidado, esperanza

Por: Mons. Víctor Manuel Ochoa Cadavid - El momento que vivimos es un momento complejo, que exige de todos nosotros reflexión y análisis.Con la difusión del virus COVID-19 se han suscitado muchos cambios y necesitamos reflexionar y profundizar en elementos importantes de nuestra vida, quiero con los queridos lectores de LA VERDAD, entrar en algunos de ellos. Caridad:Los tiempos difíciles que vivimos han revelado la fragilidad de la humanidad, pero han servido para que reconozcamos los valores que nos distinguen y la grandeza de la fe que nos sostiene.La Iglesia Católica, como lo ha hecho a lo largo de los siglos ha mostrado su mejor rostro en la vivencia de la caridad.En efecto, hemos reconocido que es justamente en estos tiempos cuando se revela de modo singular toda la grandeza humana que nos regala la fe, la que nos motiva a compartir, a ser generosos, a reconocernos en el hermano y a generar todas las posibilidades para poder vivir la solidaridad con un espíritu verdaderamente fraternal, con un espíritu de caridad.El balance de nuestra caridad, el trabajo de muchos laicos, sacerdotes, religiosos y religiosas, la generosidad de los benefactores, tiene que crecer. Quiero que pensemos en todas las iniciativas que se han desarrollado para podernos ayudar, para podernos acompañar, para sentir la gracia de la fe y la alegría de ser comunidad. No ha faltado la Palabra Divina, predicada y anunciada con gozo, no ha faltado la celebración de la fe, recurriendo a tantos y tan valiosos medios de comunicación: La Emisora Vox Dei y el Periódico La Verdad, los modernos medios de transmisión en las redes sociales, y no ha faltado la oportuna y bendecida oportunidad de asistir a los necesitados, de estar cerca del que sufre.Vivamos lo que nos resta de esta situación tan compleja que ha generado la pandemia del CORONAVIRUS con la convicción profunda que nos da la fe, con la fraternidad iluminada por la caridad, con la gozosa disponibilidad para compartir con amor. El cuidado: En latín cuidar se dice curar. Sí, cuidarnos es curarnos, acompañarnos fraternalmente, servirnos mutuamente con responsabilidad y alegría. Cuidarnos se volvió un imperativo social, un compromiso que nos exige las más firmes actitudes, que nos pide agotar todos los esfuerzos para que el hermano, el vecino, el amigo, el que no conocemos, sea objeto de nuestra atención y de nuestro cuidado.Tenemos que pensar en el bien de los otros, que es nuestro bien y hace parte de nuestro cuidado. Por eso es preciso conocer y acatar las disposiciones, incluso en las mismas exigencias que se piden para poder reabrir el culto y nuestras Iglesias, Capillas y Oratorios, hay una llamada que procede del mismo Dios, el que nos invita a actitudes de solidaridad iluminadas por la fe, el que nos pide asistir con amor a los enfermos y a los necesitados, el que nos pide que en todo momento hagamos el bien y vivamos todo lo bueno:Dice San Pablo“ Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; pónganlo en práctica”(Filipenses 4, 8). Es allí donde debemos inspirarnos para vivir con responsabilidad todo lo que se nos pida para nuestro bien, todo lo que se nos requiera inspirado en el bien común. Que ninguno desacate las recomendaciones y disposiciones que se nos pidan para fomentar el cuidado y la responsabilidad de defender la vida de los demás y la vida propia. Por eso hay que acatar todas las normas que se nos pidan, ser rigurosísimos en el aseo de las casas, lugares de trabajo, espacios personales y comunes, no poner en riesgo la vida y la salud propia y ajena. Cuando se pueda reabrir el culto divino (rápidamente con la ayuda de Dios), pienso que la observancia de los cuidados debe convertirse para nosotros en un acto de fe: Cuido, me cuido, los cuido porque somos hermanos, porque somos hijos del mismo Dios, porque el otro es reflejo de mi vida, porque en los que nos rodean Dios nos habla, nos ama, nos reclama fraternidad: Vamos a “curarnos”, es decir, vamos a cuidarnos como un acto de fe y de amor. Tiempo de esperanza:En estos tiempos no faltan profetas del desconsuelo y abundan los interpretes trágicos de las cosas, los que leen los sucesos y miran en ellos castigos y reprensiones divinas. No se nos olvide que nuestra fe nos anuncia un Dios misericordioso y justo, que ama y que quiere nuestro bien, que no destruye su obra, sino que la quiere llevar a su plenitud. Hemos de ser anunciadores de la esperanza, personas que, inspiradas con la luz del Evangelio, propongan, prediquen, anuncien y celebren el amor de Dios y su bendición, que seamos los alegres profetas de la vida, de la verdad, de la misericordia, que no nos encerremos en el egoísmo, que nos ayudemos mutuamente a vencer la desesperación y la angustia de estos tiempos complejos con la fuerza de la fe y con la luz de Dios. Vendrán momentos difíciles, faltará empleo, dinero, alimentos, pero en medio de las dificultades Dios nos ayudará y nos acompañará y fortalecerá a sus hijos. Dios recompensará a esta ciudad y Diócesis por su trabajo a favor de los pobres y necesitados. Nos ayude la Virgen Santísima a quien celebrábamos en su misterio y presencia en Chiquinquirá. Nuestra querida Virgen del Rosario, la ‘Kacika’ es madre que cuida y bendice su familia. Nos ayude San José, él que cuidó de tal modo la Sagrada Familia, que se convirtió para todos en promesa de celestial protección. + Víctor Manuel Ochoa Cadavid Obispo de la Diócesis de Cúcuta

Vie 27 Mar 2020

«Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios»

Primera Lectura: Ez 37,12-14 Salmo: Sal 130(129),1-2.3-4.5-6ab.6c-8 Segunda Lectura: Rm 8,8-11 Evangelio: Jn 11,1-45 (forma larga) o Jn 11,3-7.17.20-27.34-45 (forma breve) Introducción Este quinto domingo de cuaresma, manifiesta de una manera inminente, la Pascua que se acerca: • Todas las lecturas forman una gran unidad en torno al tema de la Resurrección, fundamento de nuestra fe • En torno a la convicción de fe en la resurrección, se puede desplegar y meditar dos temas complementarios: la muerte y la vida. • Sin embargo, como se ha escrito, no se puede desligar del tema de la muerte y de la vida, el de la resurrección. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Ezequiel, profetiza, una esperanza en que el pueblo de Israel, posea la tierra, y el pueblo que está muerto en vida por la esclavitud, deportación, pecado tendrá vida en la esperanza de poseer la tierra prometida en la Israel celestial. Hay un elemento importante en esta profecía y es que esta esperanza la realiza el Dios de la vida, que infunde su Espíritu, su aliento de vida, y hace que todas las cosas cobren sentido en una vida más allá de la terrenal. El salmo 130 destaca la misericordia de Dios, que redime a Israel de todos sus delitos y derrama copiosamente su amor. El creyente fiel, aguarda el día de la redención, en que Israel será restaurada, y todos sus delitos sean purificados y sanados. Por su parte, en la carta del apóstol San Pablo a los Romanos, manifiesta el contraste entre los que, poseyendo a Cristo, se dejan llevar por las obras de la carne y su cuerpo está muerto por el pecado; y quienes se dejan llevar por el Espíritu, viven por la justificación obtenida en Jesucristo. El capítulo 11 del Evangelio según San Juan, es una joya literaria única de la hagiografía evangélica, que anticipa el acontecimiento de Nuestro Señor Jesucristo mediante la pieza fundamental de nuestra fe en la resurrección del Señor; anunciando y mostrando con la resurrección de Lázaro, el acontecimiento central de nuestra fe en el Misterio Pascual de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. Dios que se hace hombre para nuestra salvación (redención: justificación). Uno de las metodologías características del Evangelista san Juan es su forma de transmitir la verdad, es el malentendido; es decir, los personajes, no entienden de buenas a primeras, las palabras de Jesucristo en relación con la comprensión de sus oyentes. En ocasiones el evangelista usa el malentendido, para ir llevando al lector sagrado a que progresivamente vaya comprendiendo el misterio de la resurrección que se le va develando; pero que no es visible a los ojos ni comprensible a la lógica humana, y por eso el evangelista usa este recurso, para ir llevando al creyente paulatinamente a que aquello que no comprende, se le vuelve a repetir, pero ampliando su significado, con el fin de ir explicando su sentido más profundo. La resurrección según el texto evangélico devela unas verdades que trascienden los hechos físicos; pues se habla de la resurrección en un contexto familiar y de amistad; se expresan sentimientos profundos que generan compasión en el lector, como la enfermedad, la distancia del amigo ausente, la tristeza, el tumulto de la gente que visita expresando su solidaridad con los familiares del fallecido, las lágrimas como forma de expresar la impotencia frente a la cruda realidad de la experiencia de la muerte. Las Palabras de Jesús traspasan al dolor y están llenas de sentido de compasión, solidaridad, confianza y fe: «Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.» «¿No tiene el día doce horas? Si uno camina de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero si camina de noche, tropieza, porque le falta la luz». «Lázaro, nuestro amigo, está dormido; voy a despertarlo.» «Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de que no hayamos estado allí, para que creáis. Y ahora vamos a su casa». «Tu hermano resucitará» «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?» «¿Dónde lo habéis enterrado?» «Quitad la losa». «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?» «Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que Tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que Tú me has enviado». «Lázaro, ven afuera». «Desatadlo y dejadlo andar». En el centro de todas las palabras del Señor, se manifiesta la verdad fundamental de nuestra fe, donde el mismo Jesucristo dice: “Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre”. Con la pregunta abierta para el oyente de la Palabra: ¿Crees esto? Las lecturas bíblicas, no se detienen a explicar o detallar cómo acontece la resurrección, sino que tiene una finalidad, suscitar y provocar la fe. Así, al final, no se trata de demostrar científicamente el acontecimiento de la resurrección, cuanto de transmitir una confianza en el Dios vivo y verdadero, manifestado en Jesucristo, que se hace hombre para la salvación de la humanidad, y que sopla su aliento de vida con la gracia del Espíritu Santo; por tanto, se trata de una cuestión de fe, de creer y creerle a Dios que, en Jesucristo y con el Espíritu Santo, otorga vida y vida en abundancia. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La Resurrección es el fundamento central de la vida de todo cristiano; en efecto, afirma san Pablo, si Cristo no hubiese resucitado, vana sería nuestra fe. Las lecturas develan una serie de enseñanzas que se pueden meditar con la comunidad en torno al hecho de la resurrección: Una primera aproximación al hecho de la resurrección tiene que ver con la serie de preguntas que nos planteamos en el transcurso de nuestra existencia terrenal: ¿qué sentido tiene mi vida, si voy a morir?, ¿cuál es la trascendencia que le estoy dando a mi existencia?, ¿qué sentido tienen los esfuerzos, el estudio, el trabajo, la vida misma y todas sus problemáticas, si al final de nuestros días envejecemos, enfermamos, terminamos en soledad y morimos? ¿Le estoy dando un sentido trascendental a mi vida? ¿Soy consciente de todos estos interrogantes existenciales? Es fundamental llenar de sentido la existencia terrenal, y mediante la fe, la esperanza y caridad, arropar los momentos tristes de la pérdida de un ser querido, luchar unos ideales altruistas que trasciendan nuestra vida terrenal, y poner los ojos, no simplemente en las cosas efímeras, sino la mirada en la vida eterna. Como persona, familia y comunidad hay que saber acompañar aquellas personas que se encuentran enfermas, abandonadas, solitarias en las clínicas, hospitales. Saber ser amigos no solo en los momentos de alegría, sino también en las tristezas. Como Jesús, saber visitar, acompañar, llorar con los que lloran, reír con los que ríen y saber brindar palabras de ánimo, aliento que mitiguen las tristezas y los dolores que causan el sufrimiento por la pérdida de un ser querido, y brindarles palabras de vida a quienes sufren. Dice el apóstol San Pablo: yo sé en quien he puesto mi esperanza, y sé que no me defraudará. Ayudar a implementar una pastoral de la tanatología, donde se puedan acompañar procesos de duelo y sufrimiento en los cementerios, en las parroquias en las familias y comunidades. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? El encuentro con Jesucristo en este Evangelio, nos invita a confiar en la resurrección, a creer que Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida. Nuestro compromiso misionero nos empuja a ser amigos del Señor, siendo amigos de las personas, familias y comunidades, donde estemos atentos a ayudarles en sus necesidades, como enfermedades, soledades y sufrimientos por la pérdida de sus seres queridos. Nos invita a darle un sentido trascendental a nuestro quehacer cotidiano, a confiar y aumentar nuestra fe. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Resaltar la frase: “Yo soy la resurrección y la vida” o “El Espíritu de Dios que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en ustedes” 2. Es muy recomendable que, desde antes de la celebración litúrgica, se guarde silencio en el templo, en la sacristía y en los lugares anexos. De modo que todo se disponga devota y debidamente para la acción sagrada (Cfr. OGMR 45). 3. El Prefacio de hoy es propio: “La Resurrección de Lázaro”, Misal, p. 115. 4. Se podría emplear como oración de bendición sobre el pueblo, la propia para este domingo, Misal, p. 116. 5. Se invita a la comunidad a presentar la memoria de los hermanos que “nos han precedido con el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz” (Plegaria Eucarística I o Canon Romano). 6. Si dentro de la comunidad parroquial hay un cementerio cercano, invitar a quienes puedan visitar y hacer memoria de los difuntos, rogando el eterno descanso para aquellos por quienes se ora poco o nada. 7. Este último domingo de cuaresma es el momento más oportuno para motivar a la participación en el Sacramento de la Penitencia, para prepararnos para entrar en lo más santo y emocionante del año litúrgico, volviendo nuestro corazón a Dios y disponiéndonos para vivir el Misterio Pascual.

Jue 19 Mar 2020

Frente a COVID-19, CELAM manifiesta cercanía y oración con los países de América Latina y el Caribe

Ante la difícil situación generada por la expansión de COVID-19 en varios países de América Latina y el Caribe, el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), emitió un mensaje donde manifiesta su cercanía a obispos, sacerdotes, religiosas, religiosos y laicos comprometidos con esta ardua tarea evangelizadora de acompañar a los pueblos que sufren. Animan a ser creativos para que, a través de los diferentes espacios virtuales, se siga acompañando a las comunidades para que se favorezca la "cultura del encuentro". "A nuestros queridos laicos, les expresamos nuestra constante oración y agradecemos la comprensión en momentos tan excepcionales como el que estamos viviendo. Si bien, en cumplimiento de leyes gubernamentales de las cuales no estamos exentos, en muchas Diócesis se ha debido reglamentar el cierre de los templos, sus pastores no les dejan solos: diariamente rezan por ustedes, ofrecen la Eucaristía y procuran implementar espacios de encuentro a través de las herramientas tecnológicas", señala la misiva. En su mensaje recuerdan a aquellas personas que han resultado contagiadas con el Coronavirus, especialmente a quienes padecen sus consecuencias de modo más severo, "les deseamos que Jesús el Buen Pastor sea fortaleza en medio de la debilidad. Estamos rezando por ustedes para que recobren la salud". Así mismo, agradecen a los operadores de la salud, médicos, enfermeras y demás profesionales, por su entrega a los hermanos y hermanas enfermos "Con su servicio hacen vida la obra de misericordia de ayudar a los enfermos. Con nuestra oración les acompañamos y pedimos a Dios que les proteja". Finalmente, piden la intercesión de la Virgen María e invitan a rezar con fe la Oración que el Papa Francisco ha compuesto con esta finalidad. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Jue 9 Ene 2020

Año nuevo, en la esperanza

Por: Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - Primero: Es común que cada que comenzamos el nuevo año hagamos las cábalas y los vaticinios sobre lo que esperamos para el año al que damos inicio, según el calendario civil. Es posible que cada uno reitere los planes de trabajar mejor, de cuidarse con los alimentos, de rebajar peso, de solucionar las desavenencias, etc. Eso está bien. Lo que produce preocupación es que posiblemente son los mismos propósitos de cada año y que seguramente no se han cumplido. Qué importante es que se haga el propósito de cumplir de la mejor manera posible lo que se ha de alcanzar, poniendo la confianza en Dios con una buena dosis de voluntad personal y disciplina. Segundo: Por otra parte, la Iglesia ha comenzado desde semanas atrás el año litúrgico, con el adviento y la navidad. Un propósito clave debemos buscar alcanzar, de la mano de Dios, y es el que los ángeles cantaron en el portal de Belén, la paz: “Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a las personas de buena voluntad”. Tercero: Con la fiesta del Bautismo del Señor comenzamos el tiempo llamado Per annum, o tiempo ordinario en la liturgia de la Iglesia. El color verde será el característico. Es el verde la esperanza, de la confianza, de la fe. Es el color también de la florescencia y de la alegría. Así debería ser la vida de los cristianos católicos; ese debería ser el aporte que como ciudadanos deberíamos dar en momentos de crisis, incertidumbre y dificultades. El Papa Francisco nos dirá: “Comprendo a las personas que tienden a la tristeza por las graves dificultades que tienen que sufrir, pero poco a poco hay que permitir que la alegría de la fe comience a despertarse, como una secreta, pero firme confianza, aun en medio de las peores angustias: «Me encuentro lejos de la paz, he olvidado la dicha […] Pero algo traigo a la memoria, algo que me hace esperar. Que el amor del Señor no se ha acabado, no se ha agotado su ternura. Mañana tras mañana se renuevan. ¡Grande es su fidelidad! […] Bueno es esperar en silencio la salvación del Señor» (Lm 3,17.21-23.26)” (Exhortación Evangelii Gaudium, 6). Cuarto: El cristiano está llamado no a ser promotor de la desesperación, ni profeta de catástrofes, sino que está llamado a ser testigo de la esperanza, porque sabe muy bien que el Señor es el siempre vivo, el siempre actuante, que está con nosotros, está en medio de nosotros, está adelante mostrándonos el camino, y está atrás para protegernos. Alegría y esperanza, dos palabras que se deben traducir, en un estilo de vida alegre y cargada de la confianza, en los tiempos nuevos que nos han sido prometidos. + Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar de Cali

Vie 13 Dic 2019

5 ‘D’ para vivir la navidad

Monseñor José Mauricio Vélez García, obispo auxiliar de Medellín, nos recuerda que la Navidad es el tiempo para que, en la sencillez de un pesebre, entendamos que un hogar se hace desde las cosas simples, para ello invita a vivir las 5 ‘D’: Dios: Familia que reza unida, permanece unida Diálogo: Donde hay comunicación hay amor Detalles: Una imagen vale más que mil palabras Discernimiento: Lo que se analiza con la razón y el corazón tiene solución Dedicación: Necesitamos padres presentes e hijos presentes. Señala que la Navidad es un ambiente especial donde el encuentro en familia debe ser la constante y no se pueden almacenar los errores del ayer. Invita a vivir un camino de esperanza donde el perdón, la misericordia, la fraternidad, el encuentro, la comunión y la unidad se hagan realidad. “Qué bueno que, en torno al pesebre, a ese grande Misterio de la Encarnación, a ese gran regalo de Dios que nos da a su Hijo y con Él la fuerza de su amor, las familias crezcamos en la unidad, valoremos la comunión, nos abramos al perdón y a la reconciliación del encuentro con el otro”, enfatiza el prelado. Finalmente, puntualiza que la Navidad es el tiempo para que en la sencillez de un pesebre “entendamos que un hogar se hace desde las cosas simples”.

Vie 29 Nov 2019

Actitudes para vivir el Adviento

Al iniciar el Adviento, el padre Francisco Mejía, director del Departamento de Biblia y Catequesis de la Conferencia Episcopal de Colombia, nos propone 5 actitudes que todo cristiano debe asumir para seguir el camino de construcción al Reino de Dios y la venida definitiva del Señor. La esperanza,a pesar de las dificultades esta debe existir en el corazón de cada persona; preparar la venida del Señor; abrir nuestros corazones; el gozo de saber que Dios nos salva y, por último,la oración para decirle ven Señor Jesús. El sacerdote menciona que este tiempo de Adviento,"no es solamente preparar una venida pasada de hace 2.000 años sino también una venida constante de cada día esperando la venida definitiva del Señor”. Explica que también es momento para recordar a María, madre de Dios, “que, con su Sí generoso, dio al mundo la luz eterna: Jesucristo; precisamente durante el tiempo del Adviento celebramos la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María el día 8 de diciembre”. El Adviento es el período de preparación para celebrar la Navidad y comienza cuatro domingos antes de esta fiesta. Además, se encuentra en el comienzo del Año Litúrgico católico. Este año 2020 comenzará el domingo 1 de diciembre y el último domingo de Adviento será el 22 de diciembre. El padre Mejía agregó que estos cuatro domingos manejan una temática concreta: Primer domingo: el hilo conductor es la venida del Señor Jesús al final de los tiempos y la llamada a vigilar; en elsegundo y tercer domingo está como protagonista Juan Bautista, el precursor de Jesús quien anuncia su venida y nos invita a prepararle el camino y en elcuarto domingose nos invita a contemplar la inmediatez de la Navidad con la figura de María, madre de Dios y su esposo San José.

Mié 19 Dic 2018

Adviento: Invitación a la esperanza

Por: Mons. Ricardo Tobón Restrepo - Cada etapa, en el año litúrgico de la Iglesia, tiene su índole y su peculiaridad. El Adviento es el tiempo que nos lleva a pensar en las promesas que Dios nos ha hecho en orden al proyecto que está realizando en la historia. El Adviento es, entonces, una ocasión para comprender lo que es y realiza, en la vida de cada uno y de todos nosotros, la esperanza. La esperanza como virtud que conforta y sostiene al ser humano en su camino. Nuestra sociedad está herida en la esperanza. Se percibe en la tristeza de tantos jóvenes, en la mediocridad de tantas personas, en el egoísmo que nos encierra a casi todos. Son signos de que nos falta esperanza la agitación, la amargura, la superficialidad, la inestabilidad. En la sociedad aparece la ausencia de esperanza en la falta de claridad frente al futuro, en la incoherencia que destruye la unidad interior, en la dispersión en múltiples cosas, en la deshonestidad para favorecer cualquier interés personal. Tantas caídas, desilusiones, frustraciones y crisis en la vida familiar, laboral, espiritual o apostólica tienen su origen en la ausencia de esperanza. La falta de esperanza y de fortaleza es el resultado de no tener perspectivas con relación al futuro, que termina por encerrar la persona en sí misma, por hacerle pensar que está terminada y por impedirle la libertad de ver el mañana desde el amor y el poder de Dios. Debemos preguntarnos: ¿Es posible ofrecer a tantas personas, con dolorosas señales de desesperación, manifiesta o escondida, un motivo de esperanza? ¿Se puede dar a este mundo fatigado, desilusionado y hasta enfadado un mensaje vigoroso de esperanza? Estas preguntas hay que hacerlas porque, dentro de algunos años, sólo sobrevivirán los que hayan encontrado, como los santos, motivos para tener esperanza. La esperanza no equivale a indiferencia ni a resignación ni a vivir de una ilusión. La esperanza es aprender a ver el proyecto que Dios va realizando en el mundo para colaborar con él y para animar a otros a tener la alegría de trabajar por un mundo nuevo. La esperanza es la capacidad de no aniquilarse en la rutina, de no perderse ante la incertidumbre del porvenir, de no replegarse ante los grandes proyectos de la historia. Es la fuerza que nos lanza hacia algo más allá de nosotros mismos, es la sabiduría para situarnos en los planes de Dios. La esperanza tiene dos características que el Adviento nos hace presentes. Es dinámica porque anima; hace ver la meta y, por tanto, impulsa hacia ella sin que preocupe tanto el cansancio o la distancia. Viendo la meta se corre hacia ella, como el que, perdido en una selva o en una ciudad, una vez encuentra una señal que lo oriente se apresura para alcanzar el lugar de llegada. La esperanza sostiene e impulsa para proseguir hasta el final a pesar de las dificultades que se presenten. De otra parte, la esperanza es la purificación que corrige y transforma el ser humano. Haciendo ver el objetivo que se busca, señala también aquello que falta a cada uno para poderlo alcanzar. La esperanza es como una levadura en la entraña misma de la persona, es como un acicate interior que empuja para obtener lo que se espera. Si mi esperanza es vivir la misión que he recibido, qué debo hacer todavía. Si Cristo es mi esperanza, qué me falta para alcanzarlo y tener su vida . Es necesario asumir estas dos dimensiones de la esperanza. La fuerza que estimula y hace llegar y la exigencia de cambio que evita caer en la desesperación. Aprendamos a vivir el tiempo de Adviento con los ojos fijos en Cristo que sustenta nuestra esperanza. Que desde él demos sentido a todo lo que somos y hacemos y con él tengamos sabiduría y fortaleza para llegar hasta el final. Sintamos con el salmista: el Señor es mi luz y mi salvación ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? (Sal 26,1). + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín