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jeremias

Mié 9 Feb 2022

Bienaventurados los pobres. Ay de ustedes, los ricos

SEXTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Febrero 13 de 2022 Primera lectura: Jeremías 17, 5-8 Salmo: Sal 1, 1-2.3.4 y 6 (R. cf. 39, 5a) Segunda lectura: 1Corintios 15, 12.16-20 Evangelio: Lucas 6, 17.20-26 I. Orientaciones para la Predicación Introducción En este domingo, la Palabra de Dios deja resonar en la asamblea eclesial las bienaventuranzas y las malaventuranzas como don y como límite en la vida de un creyente. El profeta Jeremías recuerda que es un camino equivocado tener seguridades vanas y lejanas del Señor. Toda bienaventuranza parte de unas convicciones concretas y la mayor bienaventuranza siempre será el recto camino de la fe en Jesucristo muerto y resucitado, como lo recuerda el apóstol a la comunidad de Corinto. Ese camino de fe, lleva a un abandono total en el Señor, que hace que un corazón pobre pueda experimentar la inmensa riqueza de la bondad del Señor. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La primera lectura presenta el mensaje del profeta Jeremías en un tiempo concreto en el que el pueblo se ha dejado llevar por sus dirigentes a una confianza en alianzas y proyectos humanos, dejando de lado el verdadero camino de la felicidad que es la fidelidad del Señor a su alianza y la auténtica vida de respuesta a ese amor esponsal del Señor. El éxito de una comunidad, de una nación no puede ser otro que el que nace de vivir siempre en absoluta confianza en su Dios. En este mismo sentido, el salmo 1° plantea mucho más que dos caminos, muestra que sólo en el camino de la verdadera felicidad puede el hombre hallar su paz, porque es en la permanencia y perseverancia como se logra un auténtico camino de beatitud. La segunda lectura pone de nuevo al centro la resurrección como la gran certeza de la fe cristiana y como el único camino de la verdadera felicidad y gloria. La comunidad de los creyentes camina con esta certeza para trazar un sendero que como experiencia discipular recorre la misma suerte de Jesús y se afianza en la fe. El Evangelista Lucas después de haber iniciándola misión de Jesús y rodearlo del grupo de discípulos y apóstoles presenta lo que podría llamarse el núcleo de la enseñanza de Jesús (6,12-49). Este relato tiene un marco redaccional que parte del éxito de la misión de Jesús que es buscado por personas del Norte y del Sur del País y luego se presentan las bienaventuranzas de Lucas, que son mucho más cercanas a la fuente “Q” que las de Mateo. Las bienaventuranzas dejan ver que el Reino de Dios se comprende como un reinado de Dios allí donde las estructuras de opresión son vencidas. Es posible ser feliz en medio de la pobreza, del hambre y del llanto porque Dios libera y renueva todo con su reinado. Las malaventuranzas de Lucas contrastan con el proyecto de felicidad del Reino porque es imposible ser feliz cuando no es Dios la riqueza, cuando no es él quien sacia y cuando no es él nuestro consuelo. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? En una época de luchas, de desesperanzas y de desilusiones para la humanidad, tal como fue la experiencia de muchas comunidades en medio de la pandemia, resplandece esta Palabra, que podríamos decir es un grito de esperanza y un llamado a no claudicar, es más, es el susurro de una paz que sólo puede dar el Señor y de una felicidad que contradice los ideales de felicidad de una sociedad que muchas veces opta por la ostentación, por la apariencia, por el camino fácil y corto, por las vanaglorias y los lujos pasajeros. Las bienaventuranzas gritan a las comunidades cristianas de hoy que es posible ser fiel, que es posible ser cristiano en medio del valle de las inseguridades, que es posible permanecer y perseverar aún en la oscuridad porque nuestro gozo es el Señor. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Señor, que no busque luces que se apagan, que mi corazón no se encierre en el egoísmo de mi propio yo, que mis pisadas sean huellas de fraternidad y no el estrépito de la destrucción del otro, que mi felicidad sea siempre el gozo de tu nombre, que no me siente en las seguridad de las apariencias sino que sepa asirme a la cruz de tu misericordia para encontrar el verdadero camino de la felicidad, que pasa por la entrega y la donación, que pasa por la aceptación activa y gozosa de tu voluntad y que trae bendiciones nuevas cada jornada. Para contemplar y hacer que la Palabra me lleve de mi yo a la construcción de un tú eclesial, es importante recordar las palabras del Evangelio: “Bienaventurados los pobres. Ay de ustedes los ricos”. Este camino en medio de una iglesia sinodal nos lleva a saber que no lo sabemos todo, que no podemos cerrarnos al rostro del otro y que sólo cuando seamos comunidad podremos ver la auténtica felicidad que sólo da el Señor. __________________ Recomendaciones prácticas: • También hoy, como el domingo pasado, puede acentuarse el Mensaje del Santo Padre Francisco para la XXX Jornada mundial del enfermo, esta vez en clave sinodal. ¿Cómo hacer para que los enfermos de mi comunidad desarrollen su vocación misionera? II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa El día del Señor, nos saca de nuestra rutina semanal y nos lleva a la experiencia del encuentro con los hermanos en torno al Señor resucitado. Experimentemos la alegría de este encuentro y participemos con fe de la mesa del Señor, que nos trae la certeza de la felicidad eterna que nos da el Señor y nos invita a compartir con los demás en este camino. Monición a la Liturgia de la Palabra Cuando resuena la Palabra de Dios, nuestro corazón se llena de gozo porque nos sabemos amados por el Señor. Abramos nuestros oídos y recibamos esta que es la auténtica buena noticia de salvación. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Con el corazón de pobres, puesta nuestra seguridad en el Señor, invoquémoslo y presentémosle nuestras oraciones: R. Dios de amor, escúchanos. 1. Por el Papa Francisco, nuestro Obispo N., y todos los agentes de evangelización, para que, mostrando siempre la confianza en el Señor, comuniquen al mundo la bienaventuranza de abandonarse en las manos del Señor. Roguemos al Señor. 2. Por los líderes de todas las comunidades, para que asuman la bienaventuranza de la entrega generosa y ayuden a las personas a superar las condiciones que no dejan alcanzar la felicidad. Roguemos al Señor. 3. Por los enfermos y los ancianos, por los que han perdido tantas de sus seguridades, para que recuerden siempre que se puede ser feliz en medio de la adversidad. Roguemos al Señor. 4. Por nuestra participación en la Misión de Cristo, para que a través de nuestro camino Sinodal juntos, crezcamos en nuestra responsabilidad compartida de la misión que se nos ha confiado. 5. Por esta asamblea litúrgica, para que, llena del gozo de su Señor, no busque seguridades en cosas pasajeras y ponga toda su seguridad en los verdaderos tesoros de la existencia. Roguemos al Señor. Oración conclusiva Hemos puesto nuestra esperanza en ti y queremos que como agua viva alimentes la raíz de nuestra fe, para no sucumbir en el camino. Tú que vives y reinas, por los siglos de los siglos. R. Amén.

Vie 28 Ene 2022

Jesús, como Elías y Eliseo, no solo es enviado a los judíos

CUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Enero 30 de 2022 Primera lectura: Jeremías 1, 4-5.17-19 Salmo: 71(70), 1-2.3-4a.5-6ab.15ab y 17 Segunda lectura: 1Corintios 12, 31 - 13,13 Evangelio: Lucas 4, 21-30 I. Orientaciones para la Predicación Introducción • Jeremías es un profeta llamado y elegido por Dios para ser instrumento dócil en sus manos y comunicar la Palabra de Dios al pueblo. • San Pablo nos invita a ambicionar los mejores carismas para ser instrumentos de unidad en medio del pueblo santo de Dios. • Jesús proclama la Palabra y cuestiona nuestra vida, por eso, sus paisanos lo rechazan y cierran su corazón al mensaje que se les dirige. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El profeta Jeremías narra la experiencia de su vocación para mostrar que es algo tan sublime que envuelve toda su vida, ya que desde antes de nacer, Dios lo eligió y lo destino para el anuncio de la Palabra de Dios en medio de un pueblo que hostil al mensaje de salvación, por eso Dios lo prepara para que vaya de parte suya y sea un hombre dispuesto al servicio de Dios y de los hombres, tal como lo indica con el gesto de estar ceñido para una batalla fuerte, por eso recibe toda la fuerza divina para emprender el combate espiritual y proclamar la palabra de Dios con valentía, pues sabe que el mensaje que anuncia no es suyo, ya que lo ha recibido y debe llevarlo a los gentiles donde ha sido enviado. San Pablo nos exhorta en su carta a los Corintios invita a la comunidad a ambicionar el amor como el que le da sentido a toda la vida del hombre, ya que procede de Dios y es su esencia misma, porque hace posible la donación y la entrega de la persona, por eso lo demás es pasajero comparado con el amor, todos los carismas son una riqueza y pueden aportar mucho a la comunidad, pero si no están precedidos por el amor, no servirían de nada, ya que estarían vacíos y carentes de lo esencial. El amor es la cumbre de todas las virtudes, por encima de la fe y la esperanza. En el Evangelio Jesús se presenta como un profeta cuestionado y rechazado por su pueblo que no mira su esencia divina y solo se queda en las apariencias para ver solo la persona humana, mirándolo como el hijo de José. Así Jesús nos muestra o excelso de su vocación profética, pero al mismo tiempo se cumplen en él, las palabras que había profetizado el anciano Simeón, cuando al ingreso del templo de Jerusalén, había anunciado que sería “signo de contradicción” (Lc 2, 34). Así se revela que el mensaje que Jesús trae provoca crisis y cuestiona la vida de aquellos que lo escuchan, ya que exhorta y corrige el sendero de los que se han extraviado o están envueltos en medio de tinieblas, ya que el mensaje esta dado como luz para alumbrar a todas las naciones y es dirigido a los hombres y mujeres de buena voluntad que deseen acogerlo en sus vidas. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La vocación del profeta es algo grande y sublime, es un llamado de parte de Dios y precede a la vida del hombre, que no se puede resistir al encargo que Dios le confía, pero al mismo tiempo, es una vocación que exige preparación y entrega, pues tal como lo señala Jeremías, es para un combate espiritual no fácil de asumir, pero el profeta sabe que no está solo, pues Dios mismo lo prepara y le concede todo lo necesario para que vaya en nombre suyo y asuma la tarea con valentía y entrega. Su palabra será cuestionada y rechazada por que pondrá en crisis a cuantos la escuchen, pero cumplirá el encargo de ayudar a enderezar las conciencias que se han apartado del verdadero camino de Dios. Esta vocación todos la hemos recibido desde nuestro bautismo, Dios nos ha elegido y nos ha enviado con un encargo concreto para predicar en su nombre y dar testimonio de su mensaje de salvación, pero al cumplir este encargo encontraremos obstáculos y dificultades tal como le pasó a Jeremías, de modo que esto no debe desanimarnos; todo lo contrario, debemos saber que no es una lucha fácil, pero contamos con la asistencia divina para hablarle a un mundo que cada vez se opone más a Dios, de tal manera, que en nuestro lugar de trabajo o estudio, allí donde el Señor nos ha puesto debemos ejercer la vocación profética que nos fue otorgada por la unción bautismal. Esa vocación exige sacrificio y entrega, pues tal como nos recuerda San Pablo, podríamos tener muchos carismas, pero sin el amor que procede de Dios, todo estaría vacío y sin sentido, pero cuando nos impulsa el amor de Dios, toda la entrega, los sacrificios y cuanto hagamos hará resplandecer la presencia de Cristo mismo, que por amor se entregó totalmente para salvarnos. Esa entrega de Cristo es la que encontramos en el Evangelio, la de un profeta que va proclamando la buena noticia y dando cumplimiento a la llegada del Reino de Dios en medio de un público que lo cuestiona y lo rechaza debido a su falta de fe, se quedan solo con las apariencias humanas para verlo como un paisano y no como el Hijo de Dios, ungido por la presencia del Espíritu, tal como se había presentado en la sinagoga de Nazaret. Nosotros al ejercer la misión profética recibida de Cristo, estamos ejerciendo la noble labor de conducir a los demás por el camino de la verdad para darle sentido a la vida del hombre. Así nos lo recuerda el Concilio Vaticano II en la Lumen Gentium 35: “Cristo, el gran Profeta, que proclamó el reino del Padre con el testimonio de la vida y con el poder de la palabra, cumple su misión profética hasta la plena manifestación de la gloria, no sólo a través de la Jerarquía, que enseña en su nombre y con su poder, sino también por medio de los laicos, a quienes, consiguientemente, constituye en testigos y les dota del sentido de la fe y de la gracia de la palabra (cf. Hch 2, 17-18; Ap 19, 10) para que la virtud del Evangelio brille en la vida diaria, familiar y social”. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Hoy dirigimos nuestra mirada al Señor para pedirle que nos ayude a asumir nuestra misión profética con valentía y firmeza, pero también con actitud de fe y de esperanza sin dejarnos desanimar por las contrariedades o dificultades que se nos presentan en el camino, pues sabemos que Cristo mismo está con nosotros y su Espíritu nos mueve a ser testigos de su amor. ___________________ Recomendaciones prácticas: • Al prepara la homilía, téngase en cuenta que la primera lectura se ha seleccionado en relación con el fragmento Evangélico, con el fin de evitar una excesiva diversidad entre las lecturas, y, sobre todo, para poner de manifiesto la unidad de ambos Testamentos (Cfr. OLM., 106). II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Nos acercamos a la mesa del Señor para participar del banquete que el mismo ha preparado para alimentarnos de la Palabra y la Eucaristía, que nos nutren y nos dan fuerza para continuar nuestro camino, y ayudarnos a ejercer la misión profética que hemos recibido desde el día de nuestro bautismo, así podemos dar testimonio de la presencia de Dios en medio de su pueblo santo. Participemos con fe de este encuentro fraterno. Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra de Dios que nos dirige Jeremías nos muestra la grandeza de la vocación profética a la que todos hemos sido llamados, pero que como nos recuerda san Pablo, solamente en el amor se da plenitud a todos los dones y carismas recibidos de parte de Dios, de modo que como Jesús debemos predicar su mensaje de salvación, aún en medio del rechazo y a hostilidad de los interlocutores. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Al Padre que en su Hijo nos ha destinado para ser profetas de todas las naciones, elevemos nuestra mirada con la confianza de que escucha todas nuestras suplicas.] R. Padre de amor, escucha nuestra oración. 1. Te presentamos al Papa y todos los que por el bautismo hemos recibido la vocación profética, para que, con nuestro testimonio de vida, llevemos al mundo un mensaje de esperanza y de amor. 2. Te presentamos a todos los que ejercen el gobierno en sus comunidades, concédeles sabiduría y fortaleza para trabajar a favor del bien común, especialmente en medio de las comunidades más vulnerables. 3. Te presentamos a todas las familias, has que sean verdaderas escuelas donde se vivan los valores humanos y cristianos que Cristo nos trae en el Evangelio. 4. Te presentamos a todos los que por causa de la Palabra experimentan persecución o desacato, para que reciban la fuerza del Espíritu Santo y consuelo en sus dificultades. 5. Te presentamos a los que se oponen al mensaje de la Palabra de Dios, para que con libertad abran su corazón a la gracia de Dios y reciban a Cristo como Señor y Mesías. Oración conclusiva Padre, lleno de ternura, recibe complacido la oración de tu Iglesia congregada en el día de la resurrección. Tú que vives y reinas en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios por los siglos de los siglos. R. Amén.