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maría

Mar 27 Dic 2022

Encontraron a María y a José y al Niño. Y a los ocho días le pusieron por nombre Jesús

SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS Enero 1° de 2023 Primera Lectura: Números 6,22-27 Salmo: 67(66) ,2-3.5.6 y 8 Segunda Lectura: Gálatas 4,4-7 Evangelio: Lucas 2,16-21. I. Orientaciones para la Predicación Introducción Las lecturas de la liturgia de hoy resaltan tres verbos, que se cumplen en la Madre de Dios: bendecir, nacer y encontrar. Bendecir: En el Libro de los Números el Señor pide que los ministros sagrados bendigan a su pueblo. El segundo verbo es nacer. San Pablo remarca que el Hijo de Dios ha «nacido de una mujer» (Gal 4,4). El tercer verbo es encontrar. El Evangelio nos dice que los pastores «encontraron a María y a José, y al Niño»  1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La primera lectura de la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios está tomada del libro, que se llama "Números" porque comienza con el censo de las tribus de Israel, los sacerdotes del AT reciben el encargo de bendecir a los fieles que acuden al lugar del culto, transmitiéndoles así́ la bendición de Dios, acompañada de su paz, sobre todo con ocasión del año nuevo. Tiene muy buen sentido este breve pasaje el día de hoy: también nosotros necesitamos, para todo el año que empieza, esa bendición de Dios, que ahora está llena de mayor contenido, desde la venida de Cristo Jesús a nuestra familia. El hermoso salmo 67 que prolonga esta lectura pide para nosotros que "el Señor tenga piedad y nos bendiga", y lo hace no sólo para nosotros, sino para todos los pueblos de la tierra, en un claro color universalista: "que te alaben todos los pueblos". La segunda lectura está tomada del Apóstol Pablo a los Gálatas. Pocas alusiones encontramos en Pablo a la Madre del Mesías. Hoy leemos cómo les dice a los cristianos de Galicia que Dios envíó a su Hijo "nacido de una mujer y nacido bajo la ley" de Moisés, integrado, por tanto, en la raza humana y en concreto en el pueblo de Israel. La finalidad de esa venida es, según Pablo, "rescatar a los que estaban bajo la ley", y sobre todo "que recibiéramos el ser hijos" y así́ poder decir, movidos por el Espíritu, "Abbá, Padre". Y si somos hijos, "también herederos". Y en el centro de la Liturgia de la Palabra encontramos el Evangelio que hoy está tomado de Lucas 2,16-21. De nuevo escuchamos, como el día de Navidad, cómo los pastores encontraron al Niño en Belén y marcharon luego gozosos, contando a todos su experiencia. Y también cómo "María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón". Aquí́ se añade además lo que sucedió́ "a los ocho días" del nacimiento de Jesús: su circuncisión y la imposición del nombre de Jesús, el nombre que ya había señalado el ángel a José́. Los padres de Jesús obedecieron la ley de su pueblo, respecto a la circuncisión, y obedecieron también la indicación del ángel respecto al nombre que le habían de poner a su Hijo. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Toda la celebración de hoy está llena de "buena noticia": estamos en la octava de la Navidad, celebrando todavía "el día santo en que la Virgen María dio a luz al Salvador del mundo" (embolismo propio en el Canon Romano). En medio de un mundo que no abunda precisamente en alegrías profundas, la fiesta de hoy nos "felicita" a todos los nuevos años proclamando la buena noticia del Dios-con-nosotros e implorando su bendición sobre nuestras vidas. Si los sacerdotes del AT bendecían a sus fieles de parte de Dios y les deseaban la paz -"ilumine su rostro sobre ti... te conceda la paz"-, los cristianos sabemos que hemos sido bendecidos todavía con mayor plenitud en el Hijo. Su venida ha sido la mejor garantía de bendición y de paz para nosotros. El ángel lo anunció a los pastores: "gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres". Vale la pena releer la "bendición solemne" que el Misal propone para hoy y que el presidente de la Eucaristía pronunciará con énfasis: "El Dios, fuente y origen de toda bendición, les conceda su gracia... y los proteja durante todo este año que hoy comenzamos... los mantenga íntegros en la fe, inconmovibles en la esperanza y perseverantes en la caridad... Les conceda un feliz y próspero año nuevo, escuche sus súplicas y los lleve a la vida eterna". Hoy cuando comenzamos el año es una buena oportunidad para pensar en lo qué significa participar en el acto de bendecir. El Papa Francisco en múltiples ocasiones lo explicado en su mensajes y homilías, rescatamos algunas de esas expresiones: • “Dios bendice, pero también los hombres bendicen, y pronto se descubre que la bendición posee una fuerza especial, que acompaña para toda la vida a quien la recibe, y dispone el corazón del hombre a dejarse cambiar por Dios”. • “La gran bendición de Dios es Jesucristo, es el gran regalo de Dios, su Hijo. Es una bendición para toda la humanidad, es una bendición que nos ha salvado a todos. Es la Palabra eterna con la que el Padre nos bendijo”. • “Dios nos enseñó a bendecir y debemos bendecirnos a nosotros mismos: es la oración de alabanza, de adoración, de acción de gracias. El Catecismo escribe: "La oración de bendición es la respuesta del hombre a los dones de Dios: ya que Dios bendice, el corazón del hombre puede responder bendiciendo a Aquel que es la fuente de toda bendición" (n. 2626). • “Si nos preocupáramos por bendecir a los demás seguramente no habría guerras. Este mundo necesita una bendición y podemos dar la bendición y recibir la bendición. El Padre nos ama. Y todo lo que nos queda es el gozo de bendecirlo y el gozo de agradecerle y aprender de él no a maldecir sino a bendecir”. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? En la oración sobre las ofrendas de este día decimos "así́ como nos llena de gozo celebrar el comienzo de nuestra salvación, nos alegremos un día de alcanzar su plenitud". La gracia fundamental de la Navidad es que Dios se ha introducido definitivamente en nuestra historia, que se ha hecho uno de nosotros para salvarnos desde dentro, por medio de su Hijo. Esta salvación ya ha empezado, pero está destinada a llegar a su plenitud al final. Es necesario, por tanto, en concreto, como dice Pablo en su carta de hoy, "envió Dios a su Hijo para que recibiéramos el ser hijos por adopción". Nuestra auténtica relación con Dios no es sólo de creaturas, y menos de esclavos. El Hijo de Dios se ha hecho hermano nuestro para que nosotros seamos hijos en la familia de Dios, "de manera que ya no eres esclavo, sino hijo, y si hijo, también heredero" junto con Cristo. Y por eso, movidos desde dentro por el mismo Espíritu que movía a Jesús, podemos exclamar en verdad "Abbá, Padre". Nos hace bien que al principio del año se nos recuerde esta convicción que da un tono distinto a nuestra historia: somos hijos en la casa de Dios. Puede ser que no gocemos de mucha salud, y que nuestra situación social no sea envidiable, y que nuestras cualidades no sean muy brillantes. Pero lo que nadie nos quita es esto: que somos hijos en la familia de Dios, que Dios nos quiere como a sus hijos. Pero la fiesta de hoy nos recuerda de modo especial a María: nos invita a "celebrar la parte que tuvo María en el misterio de la salvación y a exaltar la singular dignidad de que goza la Madre Santa, por la que merecimos recibir al Autor de la vida" (Pablo VI, Marialis Cultus). María es maestra de la espera, de la acogida y de la manifestación del Mesías al mundo. Es la persona que mejor vivió́ el Adviento y la Navidad, y la manifestación de la Epifanía. Por ello su recuerdo puede ayudarnos, junto al de Jesús, a celebrar mejor este tiempo y a empezar mejor el año. _______________________ Recomendaciones prácticas: • Jornada Mundial de Oración por la Paz. Si bien en este día no está permitido celebrar otra Misa, aun la exequial, a juicio del Ordinario del lugar se puede celebrar la Misa por la Paz. • Tener en cuenta el mensaje de la Jornada Mundial por la Paz del Papa. Este podría motivar de modo especial la oración por la paz del mundo. • Bendición solemne del Misal para el primer día del año. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hoy celebramos la Maternidad Divina de María Santísima. Ella es nuestra Madre e Intercesora y nos lleva a su Hijo Jesucristo. En esta Santa Misa pidamos a Dios que el don de la paz y la fuerza especial de la bendición se propague por todas las personas, hogares y naciones. Monición a la Liturgia de la Palabra El Señor fortalece nuestra fe con su palabra que hoy se centra en María y nos muestra su grandeza a través de la historia. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Levantemos nuestra voz suplicante al Señor –por la ponderosa intercesión de su Madre Santísima- e imploremos la misericordia divina en favor de todos los hombres: R. Que tu Santa Madre, Señor, interceda por nosotros. 1. Para que los fieles –a imitación de María- mediten y conserve en su corazón y anuncien con celo lo que han oído del Hijo de Dios, roguemos al Señor. 2. Para que los hombres de todas las razas y pueblos descubran que tienen un único Dios, Padre de todos, y nunca se comporten como enemigos unos de otros, roguemos al Señor. 3. Para que llegue a la presencia del Señor el lamento de los que sufren a causa de las guerras, y pronto puedan experimentar el retorno de la paz a sus hogares y naciones, roguemos al Señor. 4. Para que los que hoy nos hemos reunido para dedicar al Señor las primicias de este año Nuevo, vivamos en paz todos sus días y podamos ver su final con salud y alegría, roguemos al Señor. Oración conclusiva Escucha, Dios omnipotente y eterno, nuestras suplicas y bendice el año que hoy comenzamos. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.

Sáb 24 Dic 2022

Y el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria

NACIMIENTO DEL SEÑOR Diciembre 25 de 2022 (Misa del día) Primera lectura: Isaías 52,7-10 Salmo: 98(97),1.2-3ab.3cd-4.5-6 (R. cf. 3c) Segunda lectura: Hebreos 1,1-6 Evangelio: Juan 1,1-18 I. Orientaciones para la Predicación Introducción La solemnidad del Nacimiento del Señor no solo tiene una connotación religiosa sino, además, cultural. La celebración de este acontecimiento trasciende el espacio reservado al culto público y a la asamblea litúrgica y se instala en los espacios privados, domésticos y laborales, donde las expresiones devocionales y folclóricas tienen especial relevancia. Por otra parte, en Evangelii Gaudium 157, el Papa Francisco expresa que «una buena homilía debe contener una idea, un sentimiento, una imagen». Entonces, podríamos tomar como pautas para la predicación las siguientes recomendaciones: • Una idea: El nacimiento del Salvador se enmarca en la teología trinitaria; el evangelio de Juan en esta Solemnidad indica lo que ya desde el Concilio de Nicea fue sistematizado con respecto a Jesucristo y su doble generación: primero, engendrado eternamente (no creado) por el Padre Dios: “En el principio existía la Palabra”. Segundo, engendrado temporalmente por obra del Espíritu Santo en el seno virginal de María se hizo hombre: “La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”. • Un sentimiento: La alegría llena los corazones de quienes asimilan la experiencia de salvación. La primera lectura tomada de la profecía de Isaías y el salmo que proclamamos indican las señales de este gozo: cantos de júbilo, gritos de vítores, sonar de cítaras, clarines y trompetas, todo en un concierto de alegría por la llegada del Mesías. • Una imagen: La mejor imagen en este día es la contemplación del pesebre pues vuelve concreta la idea desarrollada (dogma) y el sentimiento que esta suscita. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Isaías detalla los comportamientos de un pueblo a la espera de una Buena Noticia: proclama que es hermoso ver en lontananza a quien trae una buena nueva; en el pueblo causa ansiedad, en el corazón de cada uno revive la esperanza. ¿Qué mensaje traerá aquel que viene? En este texto el Mesías tiene tres encargos; primero, ser “el mensajero de la paz”; segundo, “proclamar la justicia” y, finalmente, recordarle al pueblo que “Dios reina”. El pueblo expectante no puede subir hasta la atalaya para divisar a lo lejos qué tan cerca está el enviado; por eso son los vigías los primeros anunciadores de esta cercanía y posterior llegada porque son los primeros que han tenido la experiencia del encuentro: “ven cara a cara al Señor”; de modo que, al constatar su mirada cercana y presente, anuncian al resto del pueblo esa buena noticia con rostro alegre para dar paso, inmediatamente, a la celebración con gritos de júbilo. Por su parte, tanto el evangelista Juan como el autor de la carta a los hebreos presentan un resumen de la “economía de la salvación”. Han contemplado el misterio, han buscado entenderlo y lo han asimilado en su vida; solo así podrían haber escrito que el Verbo (Juan), el Hijo (Hebreos), es el eje sobre el que gira la historia, es el quicio que une el Antiguo y el Nuevo Testamento, pues es la realización actual de la promesa antigua. “El Verbo estaba junto a Dios y el Verbo era Dios” (Juan) y “Reflejo de su gloria e impronta de su ser” (Hebreos) son expresiones que usa el autor para explicar que el Padre y el Hijo son de la misma naturaleza divina (Trinidad inmanente); mientras que las expresiones: “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Juan) y “habiendo realizado la purificación de los pecados” (Hebreos) indican la razón por la cual el Hijo de Dios se encarnó (Trinidad trascendente). La etapa final de la historia ha sido inaugurada por la Encarnación del Hijo de Dios (primera venida); el cristiano asume los frutos de la Redención y espera la segunda venida, el retorno glorioso de “Dios Hijo Único que está en el seno del Padre (Juan), “sentado a la derecha de la Majestad en las alturas” (Hebreos). 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? El cristiano está llamado a tener un encuentro personal con Jesucristo para lograr una vida plena. El Señor ya tuvo contacto con la historia de la humanidad a través de su Encarnación y busca el contacto con la historia de cada persona. Celebrar la Navidad es celebrar el Nacimiento de nuestro Salvador Jesucristo; pareciera una verdad de Perogrullo, pero es necesario insistir en ello, sobre todo en las circunstancias actuales en las que muchos celebran Navidad sin ninguna referencia espiritual, devocional o litúrgica, es decir, únicamente como fiesta secular donde se comparten regalos y cenas. En algunos casos, la tristeza y el desespero en el que viven ciertas personas – situaciones que suelen hacerse más evidentes durante la época navideña – pueden tener origen en la dificultad que algunos experimentan para descubrir el sentido de la historia personal y comunitaria, y no encuentran ni un hilo conductor ni un motivo integrador. La propuesta cristiana no produce una alegría pasajera, momentánea, como la que ofrece el mundo moderno a través de experiencias esporádicas y deletéreas de entretenimiento que suelen dejar vacíos e insatisfacciones. Jesús no es esporádico e intermitente pues su presencia es fundante, permanente; no es deletéreo porque no hace daño, sino que vivifica; para ello vino al mundo. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Le suplicamos al Señor, en esta solemnidad, que nos conceda la gracia de vivir cristianamente la Navidad; para ello, las familias y la comunidad deben encontrar en el Nacimiento de Jesús una ocasión de alegría, de fraternidad y de compromiso. Alegría al reconocerse objeto del amor de Dios; fraternidad porque la salvación es un don que vence todo individualismo y autorreferencialidad ya que está encaminada a la paz de la tierra; compromiso porque ser cristiano no es un título indiferente sino un modo de ser que redunda en beneficio de la propia persona y del prójimo al asumir el desafío de vivir de manera concreta la redención obrada por Jesús. ______________________ Recomendaciones prácticas: • Los sacerdotes pueden presidir o concelebrar tres misas, con tal que se celebren en las horas indicadas. En las misas de navidad puede elegirse, según se considere más oportuno, cualquiera de los tres formularios de lecturas. • Si se considera oportuno, puede organizarse al comienzo de la celebración una procesión interna de niños que lleven la imagen del Niño Jesús al pesebre, donde se expone a devoción de los fieles con dignidad y evitando la desagradable figura de una alcancía en la que se recoge el “aguinaldo” para el Niño. • Seguir los formularios establecidos, prefiriendo para esta celebración el Prefacio I de Navidad y la Plegaria Eucarística I o Canon Romano, en la que el “Reunidos en comunión…” es propio de Navidad. • Debe hacerse muy notorio el canto del “Gloria” a Dios en el cielo, sin cambiar su precioso texto litúrgico ni por villancicos ni por otros cantos. Su sólo texto es ya una profesión de fe en el misterio de Dios. • Tener presente el signo del Credo en el que se hace la genuflexión al momento de recordar la encarnación del Verbo. • Puede emplearse hoy la fórmula de bendición solemne “En la Navidad del Señor”, Misal, p. 471. • Tener presente un sentido y sencillo saludo de Navidad para la comunidad, aprovechando la ocasión para felicitar a todos por el nacimiento del Salvador. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Quienes han estado vigilantes para salir al encuentro del Señor que ha llegado, han podido verlo “cara a cara”. Hemos venido a esta asamblea litúrgica con la firme intención de encontrarnos con Él para contemplar su victoria y luego salir a anunciarlo hasta los confines de la tierra. Celebremos con alegría el Nacimiento de Nuestro Salvador y que el gozo que hoy experimentamos se transforme en buenas obras en beneficio de nuestros hermanos. Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra de Dios ilumina nuestro camino para comprender el misterio de la salvación. Atendamos a la voz del mensajero de la paz que ha venido al mundo a proclamar el amor del Padre y escuchando su palabra transformémosla en obras de justicia y santidad. Oración Universal o de los Fieles Presidente: El Salvador del mundo ha nacido para hacer nuevas todas las cosas. Elevemos nuestras súplicas a Dios Padre, para que nos conceda la gracia de reconocer en su Hijo Jesucristo el camino que nos conduce a la vida plena y verdadera. R. “Padre de las luces”, escúchanos. 1. Por el Pueblo de Dios, orientado por el Papa y los Obispos, para que, a ejemplo de Jesucristo, tu Hijo, sea en todo tiempo y lugar una viva imagen de tu amor. Oremos. 2. Por los gobernantes de la tierra para que se dejen guiar por Jesucristo, rey del mundo, y trabajen por la promoción de la justicia y la consecución de la paz. Oremos. 3. Por los niños y los jóvenes para que encuentren en Jesús el sentido de sus vidas y la respuesta a sus inquietudes. Oremos. 4. Por los enfermos, los migrantes, los privados de la libertad, las víctimas de la violencia y por quienes en este día se sienten desmotivados y tristes por las dificultades que deben enfrentar, para que el nacimiento de Jesús les llene de gozo. Oremos. 5. Por nuestra comunidad y nuestras familias para que esta Navidad sea un incentivo para vivir en armonía buscando la reconciliación y la concordia. Oremos. Oración conclusiva Te los pedimos por Jesucristo, tu Hijo, manifestado hoy al mundo en la humildad de nuestra carne, que vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén.

Vie 23 Dic 2022

¡Dios, hogar y dignidad humana!

Por: Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía - Llega la Navidad de cada año, nueve meses después de unas anunciaciones misteriosas a una pareja nazaretana, hebrea, de estrato uno o dos, sometidos a la sociedad esclavista y al imperio romano, al judaísmo y al nomadismo que dictan los poderosos del establecimiento. Se trata de María, una joven que ya está desposada con José, pero aún no se ha completado el tiempo para celebrar como esposos sus bodas. Los dos se ven en apuros ante la elección divina para “semejante ministerio”, de maternidad sin concurso de varón y de esponsalidad con una mujer en gestación de otra autoría. Pero traducen su apuro en un SÍ desde la fe y asumen como esposos la misión de brindarle un hogar a Dios en las genealogías humanas. Nace un niño en improvisada pensión de ganados, entre el rumiar de un buey y el rebuzne de una mula. Un excluido, un descartado, un destechado, pero de descendencia davídica y de origen misterioso, como invasor de tierras, como huésped no buscado, que pidió lugar y aunque “existía desde el principio, y todo fue hecho por Él”, “se hizo carne y acampó entre nosotros”. El universo, especialmente el Occidente de la tierra, concentra su mirada en este pesebre, que contabiliza los calendarios en un antes y después de Cristo, así vivamos sin que Cristo sea el centro, el eje, el núcleo y la potencia que mueva vidas e historias, pueblos y culturas. Aunque Navidad parezca sólo un mero pretexto para poner luces que esconden defraudaciones presupuestales, o músicas y tiernas letras que esconden villanías y llantos, la bondad del trigo que Dios sembró al encarnarse en toda naturaleza humana, y la armonía impresa al universo todo, puede brillar en cada Noche de Navidad. En este contexto de la Noche Buena y del Nacimiento del Dios hecho hombre, de la Palabra hecha vida y de la vida hecha luz de los hombres, surgen tres verdades que la humanidad no debería separar, porque se auto destruye si no las mantiene en sana armonía: DIOS, HOGAR Y DIGNIDAD HUMANA. Dios es Amor. La Navidad, la Cruz, la Resurrección y Pentecostés con sus lenguas de fuego, nos hacen sabernos amados, desposados, habitados y habitantes de una casa común, con el mismo idioma del amor que vence diversidades y distancias. Jesús es el milagro de la intimidad solidaria de Dios con cada ser humano. Es la dicha de una Presencia que transforma en divina compañía el vacío de lo humano. Dios se hace hombre en el hogar de los esposos, formando una familia, un hogar de fe, de amor y de vida. Este hogar de Jesús lo forman esposos que se saben amados de Dios y que se aman entre ellos, para cumplir juntos una misión, un ministerio confiado por Dios. Son esposos abiertos a la estabilidad de su relación, a la exclusividad de su intimidad y a la fecundidad que comunica y protege la vida. Forman un hogar típico e ideal, que es el pesebre eterno de Dios, el hogar de Belén y Nazaret. Quizás los caminos no sean siempre los mismos de la pareja humana, pero toda persona, toda vida humana, necesita nacer, crecer y estar en un hogar de amor, de respeto y de generoso compartir. Todos ellos son los “hogares de Dios”. Desde ellos se construye la gran familia humana, la de los que “no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios”, como dice hoy el prólogo de San Juan. ¡Y la dignidad humana! Proclama la Navidad que Dios incluye en su Amor a todos. Y se hace hombre, pobre y solidario en el dolor y con la causa de la justicia en cada área de la vida, para elevar a todo ser humano a la excelsa dignidad de hijo de Dios, de heredero victorioso, a un nivel superior al de los mismos ángeles, como declara la lectura de Hebreos. ¡Ningún ser humano sin dignidad reconocida, sin derechos cumplidos, sin deberes y oportunidades abiertas al crecimiento del alma y al ensanchamiento del corazón, a la construcción de una humanidad igualitaria y unida desde sus identidades y diversidades. Solo esta trilogía inseparable garantizará la armonía entre Dios y la Humanidad, este compartir humano divino, y este compartir fraterno y ambiental, que profetiza bellamente la Noche y el Día de las Navidad! + Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo emérito de Cali

Mié 21 Dic 2022

María dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús

NACIMIENTO DEL SEÑOR Diciembre 25 de 2022 (Misa de medianoche) Primera lectura: Isaías 9, 1-6 Salmo: 96(95), 1-2a.2b-3.11-12.13 (R. cf. Lc 2,11) Segunda lectura: Tito 2, 11-14 Evangelio: Lucas 2, 1-14 I. Orientaciones para la Predicación Introducción Antes de preparar la homilía de esta solemnidad tan gloriosa vale la pena recordar las palabras del Papa Francisco durante el Ángelus del 23 de enero de 2022: «La predicación corre este riesgo: sin la unción del Espíritu empobrece la Palabra de Dios, cae en el moralismo o en conceptos abstractos; presenta el Evangelio con desapego, como si estuviera fuera del tiempo, lejos de la realidad. Y este no es el camino. Pero una palabra en la que no palpita la fuerza del hoy no es digna de Jesús y no ayuda a la vida de la gente. Por esto quien predica, por favor, es el primero que debe experimentar el hoy de Jesús, para así poderlo comunicar en el hoy de los otros. Y si quiere dar clases, conferencias, que lo haga, pero en otro lado, no en el momento de la homilía, donde debe dar la Palabra para que sacuda los corazones». De modo que el Papa recuerda que el buen predicador debe evitar dos extremos: el moralismo, por el cual erramos al encaminar la predicación únicamente en sentido parenético del tipo: “debemos comportarnos bien” y la abstracción, otro error que nos concentra en la complejidad de los conceptos y la formalidad del lenguaje. Su propuesta es para todos unos desafíos: la unción del Espíritu – a través de la preparación orante - permite experimentar el hoy de Jesús y enriquece la Palabra de Dios para que llegue con fuerza al hoy de los otros a través de la predicación orante. • El hoy de Jesús es conciencia de la actualidad permanente del misterio de la Redención y la actualización de este en la Liturgia; por eso, por ejemplo, la Noche de Navidad es la ocasión en la que – aquí y ahora – se realiza el misterio de Dios hecho hombre. Con la Carta a Tito podremos entender que la Navidad es “manifestación de la gracia de Dios” Padre que nos ha permitido la “manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo”. • El hoy de Jesús no solo actualiza el misterio, sino que lo contextualiza. Hoy, más que nunca, hay necesidad de enfatizar en la realidad de la Encarnación, la historicidad de la primera venida de Cristo como Lucas lo quiere dejar en claro, la prolongación de su obra de redención (en el tiempo y en el espacio) a través de la Iglesia como su Cuerpo Místico. • El hoy de Jesús ilumina el hoy de los otros a través de caminos concretos de profundización y acción: el nacimiento del Hijo de Dios realiza la profecía de Isaías, trascendiendo el móvil político-mesiánico para convertirlo en mesiánico-político: Él es el “príncipe de la paz sin límites” y extiende, sostiene y consolida ese principado a través de la justicia y el derecho. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El libro de Isaías refleja perfectamente los sentimientos y anhelos de un pueblo que se siente oprimido por diversas causas. Cuando una persona o una comunidad experimentan el sufrimiento y el dolor se consuelan con la esperanza de un mejor mañana: “vendrán tiempos mejores”, se dice. Isaías, en el contexto de sombra, oscuridad y caos que vivía el pueblo de Israel en ese momento, profetiza una era mesiánica llena de luz que tendrá mucho de histórico, pero también de novedoso: lo histórico es la referencia al “trono de David y su reino”; es decir, cuando venga el Mesías se sabrá de dónde viene, cuáles son sus raíces, sus antepasados, su pueblo, su vinculación profunda con la humanidad, no se tratará de la llegada de un personaje (quizá un semi-dios) desencarnado. Lo novedoso es que ese Mesías trascenderá “políticamente” el método de la violencia como técnica para la extensión del poder y el territorio: la extensión de su principado no se logrará con “vara de opresor”, no se escucharán las botas de los ejércitos que pisan con estrépito, ni quedarán las túnicas empapadas de sangre; por el contrario, “dilatará el principado con una paz sin límites” y sostendrá su poder con justicia y derecho, como lo recordará el salmo responsorial de esta solemnidad. El evangelio de Lucas recalca el sentido histórico del acontecimiento y el cumplimiento de la profecía de Isaías. Al respecto, debe aclararse que si bien la historia encuentra en la cronología un evidente fundamento, sin embargo, los estudiosos del tema bíblico están de acuerdo en que el evangelista no es exacto en las fechas ya que no tiene la intención de relatar cronológicamente el acontecimiento, aunque cite nombres de reconocidos gobernantes como el emperador Augusto y el gobernador Cirino, y aluda a hechos muy conocidos por entonces como el famoso “censo de Judea”, realizado después de la deposición de Arquelao. Lucas, más que querer dar un fundamento a la historia que narra, busca hacer que la historia en pleno tenga un fundamento que vaya más allá de la simple cronología. Por supuesto, ese fundamento de la historia es Cristo, el Mesías, el hijo primogénito, el príncipe de la paz esperado, puente entre lo divino y lo humano; por ello, los ángeles cantarán: “Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad”. Si Isaías profetizó la llegada del Mesías y Lucas narró su cumplimiento, ahora es Pablo quien en su carta a Tito le da un enfoque escatológico; en efecto, la primera venida ya es un preludio de la segunda. Entre el nacimiento y el retorno glorioso de Cristo se desarrolla la historia de la Iglesia, prolongación de la obra redentora del Mesías y sacramento universal de salvación. Pablo indica que mientras el cristiano espera la manifestación definitiva de Jesucristo debe existir un doble compromiso: en primer lugar, renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos, y, enseguida, buscar la práctica de la sobriedad, la justicia y la piedad. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La tierra siempre ha sido un tema trascendental en la teología judía. La tierra hace parte de la herencia de Dios al pueblo y, por ello, debe ser defendida: el Mesías tiene ese cometido, de allí que se trate de un personaje con resonancia política y religiosa. Y, junto a la tierra, la descendencia es otro tema de vital importancia; la prole es fruto de la bendición de Dios. Jesucristo es tierra prometida y primicia de la descendencia, él reúne en su persona la realización de la promesa hecha a Abrahám; sintetiza la predilección de Dios por un pueblo que hoy subsiste en el Nuevo Pueblo de Israel que es la Iglesia. Sin embargo, con Jesús, la realización de la promesa no tiene un carácter propia y directamente político aun cuando sea llamado “Príncipe de la paz”. Isaías anunció que el Mesías extendería su principado no con armas de guerra y violencia sino con “una paz sin límites” que se construye, según el mismo profeta, escuchando los consejos del Príncipe, reconociendo su fuerza, dejándose amar por su paternidad eterna; y se sostiene y consolida con la justicia y el derecho. Se podría decir, entonces, que Jesús no instaura una política mesiánica, sino que su mesianismo, necesariamente, es político en el sentido original de la palabra, es decir, como “arte de vivir en sociedad”. ¡Todos anhelamos la paz! No solo como cese de las guerras y la violencia en el país y las naciones sino, además, como realización de la presencia del Mesías en el corazón de cada quién y en las familias; una paz, que como dijo el Papa Francisco: “es tanto un don de lo alto como el fruto de un compromiso compartido”; el Príncipe de la paz ha venido al mundo, pero custodiar su paz en el corazón es una tarea que nos implica a todos. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Contemplemos la primera venida de Cristo que reclama, por una parte, un reconocimiento de que hemos sido “llamados a la eternidad y hemos visto aparecer a la misma Verdad en una forma visible y corporal” (San León Magno, Sermón 23, 5). Contemplar la verdad de modo que nos lleve, por otra parte, a un compromiso social, no solo por los modos como se realizó el nacimiento del Mesías sino, sobre todo, porque como lo ha demostrado Lucas, los primeros testigos del nacimiento del Mesías fueron los sencillos en un ambiente de sencillez: María, José, los pastores…Así lo confirmará Pablo haciendo énfasis a Tito de que entre las dos manifestaciones del Mesías (la primera ya acaecida y la segunda por acontecer) las actitudes del cristiano no pueden ser otras que las del mismo Cristo, el Príncipe de la paz en una trilogía de especial resonancia: sobriedad, justicia y piedad. Sobriedad para consigo mismos, justicia para con los demás, piedad para con Dios. _______________________ Recomendaciones prácticas: • Según una laudable tradición de la Iglesia, los que deseen celebrar de una manera más prolongada y festiva la vigilia de Navidad, pueden hacerlo celebrando el Oficio de Lectura hasta concluir las dos lecturas y antes del himno: Señor, Dios eterno… se añadirán los cánticos y el evangelio; igualmente, puede hacerse una homilía sobre el evangelio. Finalmente se canta el himno: Señor, Dios eterno. Se dice la oración y se concluye con la Hora como en el Ordinario. Ver Liturgia de las Horas I, Apéndice I, Cánticos y evangelios para la celebración de las vigilias, pág. 1349 ss. • Un elemento para solemnizar la fiesta de la Navidad es la proclamación, en todas las misas (de la noche y del día), del Pregón de Navidad que proviene de la antigua liturgia romana. • Se puede organizar la procesión para que algunos niños y niñas lleven la imagen del Niño Jesús al pesebre o la coloquen en una mesa auxiliar dispuesta para ello, de modo que, después de la celebración de la Eucaristía, tenga lugar el beso de la imagen por parte de los fieles (Cfr. Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia 110). • Se puede organizar la presentación procesional de los dones, resaltando la ofrenda para los pobres. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa En la Solemnidad del Nacimiento de nuestro Salvador hemos sido convocados para celebrar con gozo, de manera comunitaria, el misterio de la Redención. Él es el príncipe de la paz que vence las tinieblas y oscuridades de nuestras vidas para hacernos retornar a su luz admirable. Que la alegría que experimentamos por esta gran muestra del amor de Dios por la humanidad inunde esta celebración eucarística y nos motive a vivir una vida coherente. Participemos activamente. Monición a la Liturgia de la Palabra El profeta Isaías anuncia la llegada del Mesías como príncipe de la paz; el evangelista San Lucas nos narra que aquella profecía fue cumplida gracias al infinito amor del Padre Eterno; San Pablo nos invitará para que la manifestación del Señor entre nosotros, desde la noche de Navidad, nos sirva de iluminación en espera de su segunda venida, que será su manifestación definitiva. Escuchemos. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Acudamos al Padre de la Misericordia que por su gran amor envió a su Hijo al mundo y supliquémosle diciendo: R. Príncipe de la paz, danos tu paz. 1. Tú que eres “maravilla de consejero” y has constituido a tu Iglesia como prolongación de la obra redentora de tu Hijo Jesucristo, haz que en comunión con el Papa Francisco y los demás pastores, los cristianos seamos testimonio de tu presencia en el mundo. Roguemos al Señor. 2. “Dios fuerte”, concede a los gobernantes de la tierra, especialmente a nuestros mandatarios nacionales y locales, intenciones de buen gobierno, y trabajo por el desarrollo humano integral de los pueblos. Roguemos al Señor. 3. “Padre de eternidad” te encomendamos, de manera especial, nuestras familias para que en esta Noche Santa y cada día de nuestra vida sean un vivo reflejo de acogida y servicio, de reconciliación y fraternidad. Roguemos al Señor. 4. Dios de amor, ayúdanos a defender siempre el don valioso de la vida desde el momento de su concepción hasta su desenlace natural de modo que con nuestros actos demos testimonio del inapreciable valor de la existencia. Roguemos al Señor. 5. Dios de todo consuelo, te rogamos por todos aquellos que experimentan cualquier dificultad, especialmente los enfermos, los perseguidos, los maltratados, los desempleados, los que pasan hambre; anima nuestros corazones para que seamos generosos y solidarios con nuestro prójimo. Roguemos al Señor. Oración conclusiva Padre Dios, que nos has iluminado con la claridad de tu Hijo, escucha las súplicas que por su intercesión te presentamos y concédenos el gozo de reconocerlo cada día como “príncipe de la paz”. Por el mismo Cristo, Nuestro Señor. R. Amén. La Calenda: Pregón de Navidad Les anunciamos, hermanos, una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo; escúchenla con corazón gozoso. Habían pasado miles y miles de años desde que, al principio, Dios creó el cielo y la tierra e hizo al hombre a su imagen y semejanza; y miles y miles de años desde que cesó el diluvio y el Altísimo hizo resplandecer el arco iris, signo de alianza y de paz; en el año 752 de la fundación de Roma; en el año 42 del imperio de Octavio Augusto, mientras sobre toda la tierra reinaba la paz, en la sexta edad del mundo, hace 2022 años, en Belén de Judá, pueblo humilde de Israel, ocupado entonces por los romanos, en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada, de María virgen, esposa de José, de la casa y familia de David, nació Jesús, Dios eterno, Hijo del eterno Padre y hombre verdadero, llamado Mesías y Cristo, que es el Salvador que los hombres esperaban.

Mié 7 Dic 2022

Solemnidad de la Inmaculada Concepción. Enciende una luz por la paz y la reconciliación

La tradición de la Iglesia católica celebra, cada 8 diciembre, la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María, dogma según el cual la Madre de Jesús fue preservada del pecado desde el momento de su concepción, según lo explica el padre Raúl Ortiz Toro, director del Departamento de Doctrina y Promoción de la Unidad y del Diálogo (PUD), de la Conferencia Episcopal de Colombia El directivo observa que desde 1854, es tradición que el día anterior 7 de diciembre, muchas personas alrededor del mundo, pero sobre todo en la plaza de San Pedro en Roma, carguen antorchas, luminarias o velas encendidas para significar que este es un acontecimiento muy importante “reconocer que la Santísima Virgen María era un instrumento privilegiado para la salvación del mundo porque nos traía a Jesucristo, luz que nace de lo alto, el sol de justicia que viene a iluminarnos a todos los creyentes”. Enciende una luz por la paz y la familia En este contexto el sacerdote invita a todos los colombianos para que esta noche 07 de diciembre, encienda una vela por la paz y la reconciliación del país. Adicional a ello, exhorta a encender una luz por la Iglesia católica, por todas las familias de mundo y por las intenciones que cada uno tenga en su corazón. “Te invito entonces para que vivas estas dos jornadas: las vísperas del 7 y la gran Solemnidad del 8 de diciembre, con todo el corazón, con toda la dedicación y toda la alegría, sabiendo que estamos en este camino de Adviento preparándonos para la venida de nuestro salvador”.

Mar 17 Mayo 2022

¡A las madres!

Por: Mons. Carlos Arturo Quintero Gómez - Esta columna de hoy quiero dedicarla a las madres, a esas mujeres que han entendido muy bien su maternidad y a aquellas que, superando todos los obstáculos, las críticas, las encrucijadas de la vida, el dolor y el sufrimiento han dicho sí a la vida. La maternidad es un don de Dios que los hombres no comprendemos suficientemente, de ahí que deberíamos rechazar socialmente el machismo, el maltrato contra las mujeres, los feminicidios, la explotación sexual, la trata de personas, etc. Todo esto exige de parte de la mujer, romper con el silencio abrumador y de parte de las autoridades promover acciones concretas para favorecer los derechos de las mujeres. Desde que Clara Setkin (1857-1933), lideró la protesta mundial para exigir los derechos a favor de las mujeres, lo que trajo consigo la institucionalización del día internacional de la mujer hasta el día de hoy ha crecido el número de atropellos contra su dignidad. Y es que el machismo no da tregua y no cede tan fácilmente al protagonismo de la mujer pues los espacios que las mujeres han conquistado en la sociedad y en el mundo ha sido gracias a su pujanza, tesón y capacidad de resiliencia. Las mujeres han sabido ganarse un puesto en la sociedad, aunque todavía en muchos escenarios sigue estando relegada. La mujer tiene un espíritu maternal que la convierte en un ser especial; ella es imagen de Dios como lo es el hombre: “mujer y varón los creó” (Gn 1,27), seres iguales en dignidad; así podemos entender por qué Dios no sacó a la mujer de los pies del hombre, para que no se creyera inferior a él; no la sacó de la cabeza del hombre para que no se creyera superior a él; la extrajo de una costilla, para recordar que hombre y mujer son iguales: “ésta sí que es carne de mi carne y hueso de mis huesos” (Gn 2, 23). Maravilloso celebrar el día de las madres que deberíamos conmemorar todos los días; días especiales para expresar nuestra gratitud por el don de la vida, por su donación, sus desvelos, su entrega incondicional, su silencio, su bondad. Aunque no podemos desconocer que hay madres confundidas, madres que han rechazado o abandonado a sus hijos, otras que no se han preocupado por brindarles una buena educación y mujeres que han decidido ‘abortar’, es hermoso reconocer que una gran mayoría de mujeres madres se desviven por sus hijos sin importar si un día se olvidan de ellas o las abandonan. Madres que, con sus lágrimas, comparten el sufrimiento de sus hijos y con sus caricias suavizan su dolor; madres que defienden con su propia vida a sus retoños, que, sin importar los años o desaires, sus rebeldías o maltratos perdonan de corazón y siguen amando sin condiciones; madres que sufren en silencio cuando sus hijos les privan de sus nietos o tienen que soportar la grosería porque de lo contrario, quedarían desprovistas de la posibilidad de comer, dormir, vivir en una casa digna; madres que educan a sus hijos en valores, con principios, transmiten la fe, enseñan la moral, corrigen, persuaden; madres que, con la pedagogía del amor saben comprender los silencios de los hijos, las rabietas y pataletas de los nietos, las carencias económicas, la pobreza y la bonanza. Madres que, con un corazón de oro y la cabellera encanecida, nos llenan de júbilo con sus mimos y su sabiduría; madres espirituales que nos enseñan el valor de la fe, la manera de abrazar la cruz y el camino de la esperanza para unirnos a Dios. Madres que, sin escatimar esfuerzos, lo siguen dando todo por sus hijos y, a ejemplo de María, se convierten en mujeres silenciosas, capaces de transformarlo todo en ‘amor’, aun el dolor y el sufrimiento. A ustedes queridas mamás, abuelas, tías, hermanas, cuñadas, amigas, nuestro homenaje de amor; gracias por existir, por ser co-creadoras, por engendrar vida, por ser lo que son, por estar siempre dispuestas, por estar ahí sin musitar palabras cuando hemos llorado en sus brazos, por brindar una palabra de consuelo cuando hemos necesitado de aliento. Y cómo no recordar a esas mamás que hoy están disfrutando del paraíso eterno, que desde el cielo nos cuidan como angelitos, que fueron nuestro tesoro en la tierra y hoy son perlas preciosas en el cielo. A todas las mamás feliz día. + Carlos Arturo Quintero Gómez Obispo de Armenia

Mar 10 Mayo 2022

Santuarios marianos y espacios naturales

Por: Mons. Fernando Chica Arellano - El mes de mayo es el mes mariano por excelencia. Todo él se ubica plenamente en la primavera y en el tiempo de Pascua. No puede extrañar, por ello, que la piedad popular haya unido la devoción mariana a las ofrendas florales. “Venid y vamos todos, con flores a porfía, con flores a María, que Madre nuestra es”, dice la canción. En estos párrafos quiero detenerme en esta conexión, concretamente desde la óptica del cuidado maternal de la casa común. El teólogo Jaime Tatay Nieto, sj, que también es ingeniero de montes, lleva algunos años investigando acerca de las interacciones entre los sitios naturales sagrados y los espacios naturales protegidos. En lo que sigue me apoyo en varios de sus artículos y en las sugerentes reflexiones que suscita su aportación. A menudo encontramos que, en un mismo espacio, conviven un santuario religioso y un paraje ecológicamente sensible y, como tal, protegido por la ley. Pensando en España y por mencionar solo los Parques Nacionales, encontramos la Ermita de la Virgen del Rocío en Doñana (Huelva); el Santuario de la Virgen de Covadonga en los Picos de Europa (Asturias). En las Islas Canarias hay cuatro casos: la Ermita de Nuestra Señora de los Dolores en Timanfaya (Lanzarote), el Santuario de la Virgen de las Nieves en el Teide (Tenerife), la Ermita de la Virgen de Lourdes en Garajonay (La Gomera) y la Ermita de la Virgen del Pino en la Caldera de Taburiente (La Palma). Este listado inicial es solo un botón de muestra de algunos de los lugares más conocidos, pero la realidad es mucho más amplia. El padre Tatay ha identificado un total de 420 títulos marianos en España que se refieren directamente a plantas o especies vegetales. Concretamente, hay 374 municipios no urbanos que albergan santuarios marianos con nombre “verde” o con referencias vegetales; de ellos, 233 (es decir, el 62,3%) se encuentran ubicados en el territorio de “Natura 2000”, la red europea de áreas protegidas para conservar la biodiversidad. De estas 420 localizaciones, 372 se refieren a 50 especies vegetales definidas. Esto supone el 88,6% del total, mientras que el 11,4% restante (es decir, 48 advocaciones) reciben el nombre de una planta o una realidad vegetal genérica, como flor, bosque, árbol o prado. Un primer grupo incluye la familia Rosaceae, tanto en la forma de las rosas (en La Yedra, pedanía de la ciudad de Baeza, la Virgen tiene la hermosa advocación del Rosel) como en las diversas variedades de espinos, que aparecen con nombres como Nuestra Señora del Espino, de la Zarza o de Arantzatzu. Los orígenes bíblicos se remontan a la teofanía de Moisés ante la zarza ardiente (Cfr. Ex 3,1-6). El género Quercus incluye variedades como el olmo, la encina, el roble o el alcornoque. Nombres marianos como la Virgen de la Encina (muy venerada en la localidad giennense de Baños de la Encina) o del Encinar, Nuestra Señora de la Carrasca o la Virgen de Lluc, están conectados con estas plantas. También reconocemos especies vegetales propias de la Península Ibérica en advocaciones marianas como la Virgen de la Oliva, del Olmo, de la Vid o la Viña, de Atocha (que hace referencia a una gramínea, el esparto, con nombre científico Stipa tenacissima) o Nuestra Señora del Pino (en este caso, el santuario más conocido está en la isla de Gran Canaria). La castaña y el haya son mucho menos frecuentes, de modo que sus advocaciones aparecen únicamente en el Atlántico Norte (Virgen del Hayedo) o en enclaves especialmente húmedos de la zona mediterránea (Nuestra Señora del Castañar). Dejando ya el elemento vegetal, podemos detenernos en los títulos marianos relacionados con elementos geomorfológicos. Así, encontramos referencias a las rocas o las piedras (por ejemplo, la Virgen de la Peña, invocada con amor en la hermosa población de Segura de la Sierra), a las montañas (Montserrat, Monfragüe, Moncayo), al valle (Roncesvalles, Valvanera) o a las cuevas (Covadonga). Y a este respecto, me viene a la memoria Nuestra Señora de Tíscar, patrona de Quesada y muy querida en toda la comarca. Este apelativo de la Virgen, al decir de algunos estudiosos, podría hacer referencia a un «lugar donde hay agua». Parece ser que, en un principio, a esta representación de la Madre de Dios se le llamaba como la Virgen de la Cueva del Agua, pero como el río que suministra agua a esta gruta es el de Tíscar, finalmente el nombre que se impuso fue el de Virgen de Tíscar. También hallamos el nombre de María Santísima en relación con las colinas (Pueyo, Puy, Puig) o los prados (Prado, Vega, Soto). En este contexto, en tierras del Santo Reino contamos con la Virgen del Collado (patrona de Santisteban del Puerto). Y en pleno paraje del Parque Natural de la Sierra de Andújar, en las alturas de Sierra Morena, en la cumbre del Cabezo, brilla con esplendor propio la celestial patrona de la diócesis de Jaén, Nuestra Señora de la Cabeza, que, según una secular tradición, se apareció a un pastor llamado Juan Alonso de Rivas, entre la noche del 11 al 12 de agosto de 1227, mientras se encontraba en aquellos lares apacentando su ganado de ovejas y cabras. En cuanto a la luz y los cuerpos celestes, aparecen santuarios marianos con nombres como Luz, la Estrella, Luna o Sonsoles. El elenco podría continuar y, muy posiblemente, cada lector lo podrá enriquecer y matizar con las advocaciones locales de su zona y con sus propias devociones particulares. Puede ser un buen ejercicio para realizar a lo largo de este mes de mayo. Más allá de recopilar esos nombres o de saborear sus evocaciones, puede ser interesante compartir algunas reflexiones que nos animen a crecer en una espiritualidad que eleve nuestra alma a Dios a partir de la contemplación de la creación. Termino, pues, con tres sugerencias concretas. Primero, es bueno bucear en nuestra propia tradición espiritual y descubrir toda su riqueza. Haremos bien en conocer, valorar y ahondar en todo lo que la religiosidad popular tiene que enseñar en este camino de conversión hacia una verdadera ecología integral. Antes de buscar en otras fuentes seculares o en otras tradiciones religiosas, conviene profundizar en nuestro propio camino católico. Segundo, podemos ensanchar nuestra devoción mariana para que incluya, de un modo más explícito, el cuidado maternal por la casa común. En la encíclica Laudato Si’, el papa Francisco se refiere a la Virgen María como “Reina de todo lo creado” y recuerda: “Ella vive con Jesús completamente transfigurada, y todas las criaturas cantan su belleza. […] Por eso podemos pedirle que nos ayude a mirar este mundo con ojos más sabios” (LS, n. 241). Por ejemplo, cuando participemos en una romería hacia algún santuario mariano, podemos estar especialmente atentos al paraje natural en el que se encuentra, darle gracias al Señor que creó todo con amor, y ser particularmente cuidadosos con la naturaleza circundante. Y, en tercer lugar, conviene captar “la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta” (LS, n. 16), para “escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres” (LS, n. 49), sabiendo que “no hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental” (LS, n. 139). La Bienaventurada Virgen María, la Doncella de Nazaret, la Madre de los tristes y afligidos, de los pequeños y necesitados, es también la Madre de todo lo creado, coronada como Reina y Señora de cielos y tierra. No dejemos de invocarla con serena confianza, con filial devoción, especialmente en esta hora de la historia, tan ardua y compleja, tan sedienta de paz y justicia. Mons. Fernando Chica Arellano Observador Permanente de la Santa Sede ante la FAO, el FIDA y el PMA

Vie 16 Oct 2020

Avanza jornada del ‘Rosario’ propuesta por la CEC

Para seguir fortaleciendo la devoción mariana con el rezo del santo rosario, especialmente en este tiempo de pandemia, la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) invita a rezarlo este tercer sábado de octubre, como lo viene proponiendo desde agosto pasado, a través de “Colombia en el corazón de María: jornada nacional de oración con nuestra Señora”. Esta acción significativa consiste en rezar el santo rosario, el tercer sábado de cada mes, con la intención común de pedir por la salud y el bienestar del pueblo colombiano. “La idea es que los católicos nos sintamos muy unidos cada tercer sábado y, así, con sentimientos de solidaridad y hermandad, oremos unos por otros, porque cuando nos sentimos acompañados, cuando asumimos que vamos en la misma barca, como dice el Papa Francisco, las cargas son más llevaderas y nos animamos mutuamente a avanzar con esperanza”, explica monseñor Óscar Urbina Ortega, arzobispo de Villavicencio y presidente de la CEC, quien es el promotor de esta iniciativa. Se brinda también la oportunidad de unirse al rosario siguiendo la producción audiovisual realizada por el Departamento de Comunicaciones de la CEC y que, cada tercer sábado, emite el canal Cristovisión en horario de 5:00 de la mañana y 5:00 de la tarde. Esta producción también se publica en el sitio web de la Conferencia Episcopal www.cec.org.co Cada tercer sábado, además, se hace referencia a un santuario o parroquia que se destaca en alguna región del país por su fervor mariano. En esta ocasión, quienes se unan al rosario por Cristovisión o el sitio web de la CEC, conocerán el templo de Nuestra Señora de la Candelaria, en Medellín, consagrado en 1970 como basílica menor,título conferido por el Papa Pablo VI. En esta ocasión, a los laicos y religiosos de distintas regiones del país que rezan este rosario, se unen los obispos de la provincia de Medellín: Mons. Ricardo Tobón, arzobispo de Medellín, y sus dos obispos auxiliares, mons. Elkin Álvarez y mons. José Vélez; mons. Fidel Cadavid, obispo de Sonsón – Rionegro; mons. Noel Londoño, obispo de Jericó; mons. César Balbín, obispo de Caldas, y mons. Guillermo Orozco, obispo de Girardota.