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nacimiento de jesús

Sáb 24 Dic 2022

Y el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria

NACIMIENTO DEL SEÑOR Diciembre 25 de 2022 (Misa del día) Primera lectura: Isaías 52,7-10 Salmo: 98(97),1.2-3ab.3cd-4.5-6 (R. cf. 3c) Segunda lectura: Hebreos 1,1-6 Evangelio: Juan 1,1-18 I. Orientaciones para la Predicación Introducción La solemnidad del Nacimiento del Señor no solo tiene una connotación religiosa sino, además, cultural. La celebración de este acontecimiento trasciende el espacio reservado al culto público y a la asamblea litúrgica y se instala en los espacios privados, domésticos y laborales, donde las expresiones devocionales y folclóricas tienen especial relevancia. Por otra parte, en Evangelii Gaudium 157, el Papa Francisco expresa que «una buena homilía debe contener una idea, un sentimiento, una imagen». Entonces, podríamos tomar como pautas para la predicación las siguientes recomendaciones: • Una idea: El nacimiento del Salvador se enmarca en la teología trinitaria; el evangelio de Juan en esta Solemnidad indica lo que ya desde el Concilio de Nicea fue sistematizado con respecto a Jesucristo y su doble generación: primero, engendrado eternamente (no creado) por el Padre Dios: “En el principio existía la Palabra”. Segundo, engendrado temporalmente por obra del Espíritu Santo en el seno virginal de María se hizo hombre: “La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”. • Un sentimiento: La alegría llena los corazones de quienes asimilan la experiencia de salvación. La primera lectura tomada de la profecía de Isaías y el salmo que proclamamos indican las señales de este gozo: cantos de júbilo, gritos de vítores, sonar de cítaras, clarines y trompetas, todo en un concierto de alegría por la llegada del Mesías. • Una imagen: La mejor imagen en este día es la contemplación del pesebre pues vuelve concreta la idea desarrollada (dogma) y el sentimiento que esta suscita. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Isaías detalla los comportamientos de un pueblo a la espera de una Buena Noticia: proclama que es hermoso ver en lontananza a quien trae una buena nueva; en el pueblo causa ansiedad, en el corazón de cada uno revive la esperanza. ¿Qué mensaje traerá aquel que viene? En este texto el Mesías tiene tres encargos; primero, ser “el mensajero de la paz”; segundo, “proclamar la justicia” y, finalmente, recordarle al pueblo que “Dios reina”. El pueblo expectante no puede subir hasta la atalaya para divisar a lo lejos qué tan cerca está el enviado; por eso son los vigías los primeros anunciadores de esta cercanía y posterior llegada porque son los primeros que han tenido la experiencia del encuentro: “ven cara a cara al Señor”; de modo que, al constatar su mirada cercana y presente, anuncian al resto del pueblo esa buena noticia con rostro alegre para dar paso, inmediatamente, a la celebración con gritos de júbilo. Por su parte, tanto el evangelista Juan como el autor de la carta a los hebreos presentan un resumen de la “economía de la salvación”. Han contemplado el misterio, han buscado entenderlo y lo han asimilado en su vida; solo así podrían haber escrito que el Verbo (Juan), el Hijo (Hebreos), es el eje sobre el que gira la historia, es el quicio que une el Antiguo y el Nuevo Testamento, pues es la realización actual de la promesa antigua. “El Verbo estaba junto a Dios y el Verbo era Dios” (Juan) y “Reflejo de su gloria e impronta de su ser” (Hebreos) son expresiones que usa el autor para explicar que el Padre y el Hijo son de la misma naturaleza divina (Trinidad inmanente); mientras que las expresiones: “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Juan) y “habiendo realizado la purificación de los pecados” (Hebreos) indican la razón por la cual el Hijo de Dios se encarnó (Trinidad trascendente). La etapa final de la historia ha sido inaugurada por la Encarnación del Hijo de Dios (primera venida); el cristiano asume los frutos de la Redención y espera la segunda venida, el retorno glorioso de “Dios Hijo Único que está en el seno del Padre (Juan), “sentado a la derecha de la Majestad en las alturas” (Hebreos). 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? El cristiano está llamado a tener un encuentro personal con Jesucristo para lograr una vida plena. El Señor ya tuvo contacto con la historia de la humanidad a través de su Encarnación y busca el contacto con la historia de cada persona. Celebrar la Navidad es celebrar el Nacimiento de nuestro Salvador Jesucristo; pareciera una verdad de Perogrullo, pero es necesario insistir en ello, sobre todo en las circunstancias actuales en las que muchos celebran Navidad sin ninguna referencia espiritual, devocional o litúrgica, es decir, únicamente como fiesta secular donde se comparten regalos y cenas. En algunos casos, la tristeza y el desespero en el que viven ciertas personas – situaciones que suelen hacerse más evidentes durante la época navideña – pueden tener origen en la dificultad que algunos experimentan para descubrir el sentido de la historia personal y comunitaria, y no encuentran ni un hilo conductor ni un motivo integrador. La propuesta cristiana no produce una alegría pasajera, momentánea, como la que ofrece el mundo moderno a través de experiencias esporádicas y deletéreas de entretenimiento que suelen dejar vacíos e insatisfacciones. Jesús no es esporádico e intermitente pues su presencia es fundante, permanente; no es deletéreo porque no hace daño, sino que vivifica; para ello vino al mundo. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Le suplicamos al Señor, en esta solemnidad, que nos conceda la gracia de vivir cristianamente la Navidad; para ello, las familias y la comunidad deben encontrar en el Nacimiento de Jesús una ocasión de alegría, de fraternidad y de compromiso. Alegría al reconocerse objeto del amor de Dios; fraternidad porque la salvación es un don que vence todo individualismo y autorreferencialidad ya que está encaminada a la paz de la tierra; compromiso porque ser cristiano no es un título indiferente sino un modo de ser que redunda en beneficio de la propia persona y del prójimo al asumir el desafío de vivir de manera concreta la redención obrada por Jesús. ______________________ Recomendaciones prácticas: • Los sacerdotes pueden presidir o concelebrar tres misas, con tal que se celebren en las horas indicadas. En las misas de navidad puede elegirse, según se considere más oportuno, cualquiera de los tres formularios de lecturas. • Si se considera oportuno, puede organizarse al comienzo de la celebración una procesión interna de niños que lleven la imagen del Niño Jesús al pesebre, donde se expone a devoción de los fieles con dignidad y evitando la desagradable figura de una alcancía en la que se recoge el “aguinaldo” para el Niño. • Seguir los formularios establecidos, prefiriendo para esta celebración el Prefacio I de Navidad y la Plegaria Eucarística I o Canon Romano, en la que el “Reunidos en comunión…” es propio de Navidad. • Debe hacerse muy notorio el canto del “Gloria” a Dios en el cielo, sin cambiar su precioso texto litúrgico ni por villancicos ni por otros cantos. Su sólo texto es ya una profesión de fe en el misterio de Dios. • Tener presente el signo del Credo en el que se hace la genuflexión al momento de recordar la encarnación del Verbo. • Puede emplearse hoy la fórmula de bendición solemne “En la Navidad del Señor”, Misal, p. 471. • Tener presente un sentido y sencillo saludo de Navidad para la comunidad, aprovechando la ocasión para felicitar a todos por el nacimiento del Salvador. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Quienes han estado vigilantes para salir al encuentro del Señor que ha llegado, han podido verlo “cara a cara”. Hemos venido a esta asamblea litúrgica con la firme intención de encontrarnos con Él para contemplar su victoria y luego salir a anunciarlo hasta los confines de la tierra. Celebremos con alegría el Nacimiento de Nuestro Salvador y que el gozo que hoy experimentamos se transforme en buenas obras en beneficio de nuestros hermanos. Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra de Dios ilumina nuestro camino para comprender el misterio de la salvación. Atendamos a la voz del mensajero de la paz que ha venido al mundo a proclamar el amor del Padre y escuchando su palabra transformémosla en obras de justicia y santidad. Oración Universal o de los Fieles Presidente: El Salvador del mundo ha nacido para hacer nuevas todas las cosas. Elevemos nuestras súplicas a Dios Padre, para que nos conceda la gracia de reconocer en su Hijo Jesucristo el camino que nos conduce a la vida plena y verdadera. R. “Padre de las luces”, escúchanos. 1. Por el Pueblo de Dios, orientado por el Papa y los Obispos, para que, a ejemplo de Jesucristo, tu Hijo, sea en todo tiempo y lugar una viva imagen de tu amor. Oremos. 2. Por los gobernantes de la tierra para que se dejen guiar por Jesucristo, rey del mundo, y trabajen por la promoción de la justicia y la consecución de la paz. Oremos. 3. Por los niños y los jóvenes para que encuentren en Jesús el sentido de sus vidas y la respuesta a sus inquietudes. Oremos. 4. Por los enfermos, los migrantes, los privados de la libertad, las víctimas de la violencia y por quienes en este día se sienten desmotivados y tristes por las dificultades que deben enfrentar, para que el nacimiento de Jesús les llene de gozo. Oremos. 5. Por nuestra comunidad y nuestras familias para que esta Navidad sea un incentivo para vivir en armonía buscando la reconciliación y la concordia. Oremos. Oración conclusiva Te los pedimos por Jesucristo, tu Hijo, manifestado hoy al mundo en la humildad de nuestra carne, que vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén.

Vie 24 Dic 2021

Los padres de Jesús lo encontraron en medio de los maestros

LA SAGRADA FAMILIA DE JESÚS, MARÍA Y JOSÉ Diciembre 26 de 2021 Primera lectura: Eclesiástico 3, 2-6.12-14 Salmo: 128(127), 1-2.3.4-5 (R. cf. 84[83], 5a) Segunda lectura: Colosenses 3, 12-21 Evangelio: Lucas 2, 41-52 I. Orientaciones para la Predicación Introducción * Las virtudes domésticas de la familia de Nazaret modelo para todas las familias cristinas. * Dios quiso compartir la vida de una familia, pobre, trabajadora y perseguida. * La Iglesia nos invita a valorar la familia, cuna de la vida, de la ternura y el servicio. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El libro del Eclesiástico 3, 2-6.12-14, llamado también Sirácida porque fue escrito por Jesús hijo de Sira, es uno de los últimos libros de la literatura sapiencial del Antiguo Testamento. La perícopa que leemos hoy, narra algunos aspectos de las relaciones entre los padres y los hijos y las bondadosas consecuencias para quienes honran a sus padres, entre otras: expían sus pecados, cuando rezan serán escuchados por Dios y tendrán larga vida. Igualmente, exhorta a los que somos hijos a ser constantes en honrar a los padres, a no abandonarlos, a comprenderlos en su vejez y en sus limitaciones. El salmo 128 (127) dibuja el cuadro ideal de la familia bendecida, con descendencia, los hijos en torno a la mesa, gozando todos del amor y la misericordia del Señor, fruto del que “teme al Señor y sigue sus caminos”. El apóstol Pablo, en su carta a la comunidad de Colosas (Col. 3,12-21) les presenta el ideal de un proyecto de vida comunitaria, “Vístanse de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión”, actitudes que deben estar acompañadas por una gran capacidad de amor y perdón. La mejor imagen para comprender esta enseñanza del apóstol, es la vida comunitaria de la familia, el texto define y orienta cómo deben ser las relaciones entre los esposos, entre los padres y los hijos, haciendo que la paz de Cristo actúe de árbitro en los corazones, permaneciendo en acción de gracias, sustentando la vida común con el amor mutuo, la riqueza de la Palabra y orando con salmos, himnos y canticos inspirados. San Lucas (2,41-52) nos trae la escena en la que Jesús, a la edad de doce años, va con sus padres al templo de Jerusalén, los padres pierden el cuidado de su hijo, el niño se pierde, se queda hablando con los doctores de la ley, mientras José y María están de regreso a Nazaret, esto provoca la angustiosa búsqueda del niño que al encontrarlo suscita un reclamo justo de José y de María, la respuesta del niño desconcierta, no se puede comprender con facilidad “¿por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debía estar en la casa de mi Padre?”. Esta Escena de la infancia de Jesús deja entrever la misión que Él tiene, el Señor ha venido a revelarnos al Padre. Mientras llega el momento de iniciar su vida pública, san Lucas nos recuerda que el niño regresó con sus padres a Nazaret, “allí Él iba creciendo en sabiduría, estatura y gracia ante Dios y los hombres” y “María conservaba estos signos en su corazón”. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Recordar hoy a la Sagrada Familia y escuchar el rico mensaje de la Palabra de Dios, llena el corazón de sentimientos gratos, de recuerdos bondadosos de mi familia y de tantos hogares que, a lo largo del ejercicio del ministerio Dios me ha permitido conocer; son tantas las historias buenas que podríamos contar, de cómo Dios se hace presente en las historias de nuestras familias a través de los valores del Evangelio como son: el amor, la comprensión, el diálogo, la misericordia y el perdón. Pero con realismo y un profundo respeto a la vida de las familias, tengo que reconocer que también muchos hogares sufren con amargura, desengaños, infidelidades, separaciones traumáticas, violencia, entre muchos otros flagelos, contrarios al profundo ejemplo de la Sagrada Familia y los valores del Evangelio. La Sagrada Familia se presenta hoy como un modelo digno de ser imitado y amado por todos nosotros, las virtudes de José, el amor de María y la obediencia del Hijo que crecía bajo el amparo y las enseñanzas de su hogar, deberían ser copiadas por todas las familias. Si las familias en crisis se dieran la oportunidad de vivir estos valores, la acogida, la comunión, la fe en el Señor, la fortaleza en medio de las dificultades y la aceptación de la voluntad de Dios, nuestras sociedades serían más maduras y puestas a la tarea de un mundo mejor. La liturgia de la Palabra de este día nos presenta un programa válido para todos, el mundo sería distinto si le diéramos la justa importancia a la familia y al papel formativo que ella realiza, nos iría mucho mejor si los padres cumplen bien su vocación, no solo de engendrar hijos, sino de educarlos para el bien, para el amor, la justicia y el respeto a los demás y si los que somos hijos, cuidamos bien y amorosamente de nuestros padres, llevaríamos a plenitud lo que nos dice hoy san Pablo, todos vestiríamos el uniforme de la misericordia, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión, el amor y la capacidad de perdón. El cuarto mandamiento de la ley de Dios “honrar a padre y madre” evoca a nuestra memoria el deber que tenemos como hijos, de modo especial cuando nuestros padres se hacen mayores, tanto en la enfermedad, como en la soledad no los podemos abandonar. El hijo que actúa con bondad y misericordia con sus padres, recibirá la bendición de Dios, esta es la recompensa, del que con fidelidad, alegría y amor venera a sus padres. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? El programa dibujado por Dios sobre la vida familiar no es fácil llevarlo a la práctica, tiene grandes exigencias, este no sería viable, si no es por la fuerza y la gracia que Dios mismo da a las personas para que se comprometan de corazón en la edificación de familias virtuosas, personas de fe, familias orantes, que saben perdonarse y convivir, que se saben amadas por Dios e invitadas a vivir en la perfección de los hijos de Dios. Para que la familia cumpla bien su designio en el mundo, se requiere de la fe, puesto que la familia experimenta un amor tan especial, que solo encuentra su fuente en el amor de Dios, expresado tan bellamente en el amor de la Familia de Nazaret. A pesar de nuestras fragilidades y limitaciones humanas, Dios sabe que todos poseemos la capacidad de amar, de perdonar, de vivir con fidelidad su llamado a servir en la educación de los hijos, en la construcción de un mundo donde brillen los valores del respeto, de la solidaridad y la fraternidad, esto se logra solo en la medida que la familia sea capaz de inculcar esos valores en cada integrante del hogar. Por eso nuestras oraciones en la celebración de la fiesta de la Sagrada Familia, para elevar nuestras suplicas al cielo y pedir a la familia de Nazaret que nos ilumine y nos conceda siempre su valiosa asistencia en la búsqueda permanente de las virtudes domesticas que adornan a las familias cristianas. Por esta razón no podemos descuidar la acción de gracias que es la Eucaristía, ni la Palabra de Dios y con estas dos mesas que se nos sirven cada domingo, llegar a momentos de oración sentidos, profundos y cada vez más frecuentes en nuestras comunidades y de modo especial en nuestros hogares. Con la ayuda de Dios e iluminados siempre con su amor misericordioso, seremos capaces de superar infidelidades, violencias, mal trato, etc. A través de la vivencia de la Eucaristía y de la escucha de la Palabra, la familia será capaz de crecer en la convivencia humana y cristiana. Hoy la familia de Nazaret va al templo para orar y ofrecer culto a Dios, toda la familia está abierta al encuentro con Él, ¿cómo no permitirnos que esta imagen impregne nuestras propias familias de la necesidad que todos tenemos de Dios, de su gracia y fortaleza, para que de los hogares cristianos surjan las vocaciones que la Iglesia necesita? ________________________ Recomendaciones prácticas: • Promover la bendición de la familia. Para esto, el Bendicional ofrece varios formularios. Ver los números 44-135. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hermanos, reunidos como pueblo de Dios, dispongamos nuestro corazón para escuchar la Palabra de Dios y participar de la fracción del pan. Luego de haber conmemorado solemnemente el nacimiento del Señor, hoy, la Iglesia nos invita a fijar la mirada en la familia de Nazaret. San Pablo VI considera que, Nazaret es la escuela donde empieza a entenderse la vida de Jesús, es la escuela donde se inicia el conocimiento de su Evangelio. Colocamos aquí junto al altar a todas las familias de nuestra comunidad, los hogares que con amor ponen en práctica las virtudes domesticas de la familia de Nazaret y de modo especial aquellos hogares donde hay dificultades y diversos males, para que Dios les bendiga con el don de la paz y el amor. Participemos todos con alegría. Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra de Dios de este domingo, nos habla de las virtudes domésticas que los hogares deben asumir en el camino del seguimiento de Jesús, el libro del Eclesiástico, al igual que el salmo nos presentan el modo de relacionarse de las familias, valores en los que el Señor Jesús se educó, creció y maduró. Escuchemos con atención el mensaje de hoy. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Con toda la Iglesia presentemos al Padre, por mediación de Jesucristo, el Señor, nuestras familias. Él que quiso compartir la vida de un hogar humano. A cada intención nos unimos diciendo: R. Señor, bendice nuestros hogares. 1. Por la Iglesia, para que su presencia en el mundo impregne a todas las familias y personas de buena voluntad de las virtudes domésticas de la familia de Nazaret. Oremos. 2. Por los gobernantes y personas que tienen autoridad en el mundo, para que sus decisiones siempre estén a favor de la familia y del respeto a la vida humana. Oremos. 3. Por el don de la palabra, para que en este camino del Sínodo nos animemos a hablar con valentía y parresia, integrando la libertad, la verdad y el amor. 4. Por las familias que sufren a causa de las dificultades económicas, la enfermedad o la falta de entendimiento, para que nos esforcemos por vivir en paz y armonía. Oremos. 5. Por todos nosotros, para que aprendamos a vivir como una sola familia, nos esforcemos por vivir en paz y armonía con los miembros de nuestra comunidad, superando con caridad fraterna nuestras diferencias. Oremos Oración conclusiva Padre bueno, que has querido que tu Hijo, engendrado antes de todos los siglos, fuera miembro de una familia humana, acoge estas súplicas que te presentamos con fe. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.

Jue 23 Dic 2021

Nacimiento del Señor (Misa de día)

NACIMIENTO DEL SEÑOR (Misa del día) Diciembre 25 de 2021 Primera lectura: Isaías 52,7-10 Salmo: 98 (97),1.2-3ab.3cd-4.5-6 (R. cf. 3c) Segunda lectura: Hebreos 1,1-6 Evangelio: Juan 1,1-18 I. Orientaciones para la Predicación Introducción * Cristo es la Palabra Eterna del Padre y, por lo tanto, existe desde siempre. No ha habido un momento en el que el Hijo no haya existido, generado eternamente por el Padre: “En el principio existía la Palabra… Todo se hizo por ella y sin ella nada se hizo” (Jn 1,1.3). * La Palabra Eterna se hizo carne. La Encarnación de Nuestro Señor Jesucristo es un acontecimiento histórico. La historicidad de la primera venida de Cristo manifiesta que la “economía de salvación” es un plan de amor en el que Dios Padre busca la salvación integral de su creatura. * “Y habitó entre nosotros” (Jn 1, 14b) inaugurando una nueva etapa en la historia (cf. Hb 1,2); este acontecimiento nos llena de alegría y con gozo aclamamos a nuestro Rey y Señor (Sal 97) pues es el mensajero de la Paz que trae la “Buena nueva” (Is 52,7). 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Leemos en la primera lectura de esta Solemnidad un texto que pertenece al llamado “Libro de la consolación” que puede llamarse propiamente un “Evangelio” puesto que anuncia una Buena Noticia al pueblo de Israel: la liberación de un cautiverio. El nuevo Pueblo lee este anuncio en prospectiva de Cristo: Él es el príncipe de la paz que viene al mundo a deponer la espiral de violencia, se encarna para dar el parte de victoria sobre el pecado y la muerte, se hace hombre para consolar y restaurar las ruinas de la humanidad caída. El salmo 97 tiene, por ello, el sabor de una alegría que se celebra personalmente y en comunidad; la vinculación de instrumentos musicales, voces y actitudes de júbilo demuestran un gozo inusitado y permiten que esa alegría sea contagiosa hasta los confines de la tierra pues nadie se puede sustraer a la celebración de la “Victoria de nuestro Dios”. La novedad de la primera venida de Cristo inaugura, por ello, una nueva etapa de la historia. La carta a los Hebreos deja en claro que en la antigüedad Dios buscó diversos métodos para comunicarse con su Pueblo; sin embargo, el Plan de Dios, buscando efectividad, encontró que la mejor manera para hablar con los hombres era a través de su Palabra. Cristo inaugura la etapa final de la historia, en la que nos encontramos desde su venida en la carne. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Como lo recuerda el evangelista Juan, la Palabra – “Dios Hijo Único” –, “acampando” entre nosotros, nos permite vivir la novedad de la cercanía a Dios a quien nadie ha visto jamás sino por medio suyo. Sin embargo, esta luz esplendorosa no siempre ha sido conocida y recibida; subsiste, entonces, el tema de la libertad humana para acoger la salvación. Dios Hijo Único ha venido al mundo para que todos recibamos “gracia tras gracia”; la oferta es libre de ser acogida: el corazón humano, desde la encarnación de Cristo, será el escenario de aquella “singular batalla” de muerte y vida, de tinieblas y luz, que canta el himno “Victimae Paschali Laudes” y que será finalmente saldada por la victoria pascual de Cristo destruyendo las tinieblas de manera definitiva. Aunque Cristo, con el misterio de su nacimiento, muerte en cruz y resurrección, ya ha vencido las tinieblas gracias a su luz admirable, sin embargo, el cristiano debe luchar incansablemente por actualizar cotidianamente este Misterio de salvación en la vida personal y comunitaria. El Nacimiento de Cristo debe redundar en los compromisos por la conversión espiritual y la transformación social; ya lo expresó de manera magistral San Atanasio: “Porque el Hijo de Dios se hizo hombre para hacernos Dios” (De Incarnatione, 54, 3); este proceso de “divinización”, como lo llamaron los Padres de la Iglesia, aunque encuentra su plenitud en la “segunda venida de Cristo”, sin embargo, inicia en la historia, tras su “primera venida” y corresponde al proceso de humanización. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Contemplemos la magnificencia del Dios Hijo Único en la sencillez del Niño de Belén, admiremos su luz que vence cualquier tiniebla, acojamos su presencia que llena de alegría todo ser. Sintámonos creados por amor y re-creados por misericordia: el Catecismo de la Iglesia Católica recuerda en el numeral 359 unas palabras contundentes de San Pedro Crisólogo que nos pueden ayudar a contemplar el Misterio que hoy celebramos: «San Pablo nos dice que dos hombres dieron origen al género humano, a saber, Adán y Cristo [...] El primer hombre, Adán, fue un ser animado; el último Adán, un espíritu que da vida […] aquel primer Adán tuvo principio, pero este último Adán no tiene fin. Por lo cual, este último es, realmente, el primero, como él mismo afirma: "Yo soy el primero y yo soy el último"». Oremos para que reconozcamos en Cristo la clave de interpretación de nuestras vidas. Así lo recordó el Concilio Vaticano II: “El misterio del hombre solo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado” (Gaudium et spes, 22) pues Cristo indica el camino de trascendencia que capacita para vivir la ley nueva del amor y restaurar desde allí al género humano. ___________________ Recomendaciones prácticas: • Los sacerdotes pueden presidir o concelebrar tres Misas, con tal que se celebren en las horas indicadas. En las Misas de Navidad puede elegirse, según se considere más oportuno, cualquiera de los tres formularios de lecturas. • Promover la reunión familiar y el compartir fraterno en torno al pesebre. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa “¡Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios!”. El mundo entero, lleno de luz y alegría, canta las maravillas de la salvación. Celebremos en concordancia de motivos y de espíritu el Nacimiento de Nuestro Salvador y que el gozo que hoy experimentamos en esta asamblea eucarística redunde en buenas obras en beneficio de nuestros hermanos. Monición a la Liturgia de la Palabra Cristo es Palabra del Padre y tiene un mensaje para comunicarnos: el del amor infinito de Dios buscando nuestra salvación. Él, que es la Palabra por medio de la cual fueron creadas todas las cosas, recrea nuestro interior para que podamos acoger la nueva vida que nos ofrece. Escuchemos atentamente. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Cristo, luz de las naciones, ha nacido para indicarnos el camino que conduce a la vida eterna. Elevemos a Dios Padre nuestras súplicas para que nos ayude a reconocer en su Hijo Unigénito el misterio de la salvación. R. Por tu Hijo Jesucristo, ¡escúchanos, Oh Padre! 1. Por la Iglesia, que ha emprendido el camino de la sinodalidad, para que, a ejemplo de Jesucristo, “imagen de Dios invisible”, sea también ella viva imagen del amor de Dios que camina a nuestro lado. Roguemos al Señor. 2. Por los gobiernos del mundo entero para que, siguiendo a Jesucristo, “Rey de las Naciones”, trabajen por consolidar proyectos de promoción humana y justicia social. Roguemos al Señor. 3. Por nuestra comunidad y nuestras familias para que, atendiendo a Jesucristo, “Sol de eternos rayos”, se disipen las tinieblas de nuestros errores y busquemos siempre la reconciliación y la paz. Roguemos al Señor. 4. Por cada uno de nosotros para que Jesucristo, que nos ha hecho salir de la “cárcel triste que labró el pecado”, nos conduzca hacia la conversión integral y permanente. Roguemos al Señor. 5. Por aquellos que padecen dolores morales o físicos para que sean animados y favorecidos por Jesucristo, que es “consuelo del triste y luz del desterrado”. Roguemos al Señor. Oración conclusiva Te los pedimos por Jesucristo, tu Hijo, manifestado hoy al mundo en la humildad de nuestra carne, que vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén.

Jue 23 Dic 2021

Nacimiento del Señor Jesús (Misa de media noche)

NACIMIENTO DEL SEÑOR (Misa de media noche) Diciembre 25 de 2021 Primera lectura: Isaías 9,1-6 Salmo: 96(95),1-2a.2b-3.11-12.13 (R. cf. Lc 2,11) Segunda lectura: Tito 2,11-14 Evangelio: Lucas 2,1-14 I. Orientaciones para la Predicación Introducción En esta singular Solemnidad de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo, la Palabra de Dios nos ofrece algunas ideas temáticas: - En Isaías el nacimiento del Mesías se profetiza en un contexto de luz que derrota las tinieblas, alegría y gozo que supera toda tristeza, alivio y fuerza que derriba cualquier yugo y opresión - El nacimiento de Cristo marca en el Evangelio una especial diferencia con los relatos de origen de los potentados: ha nacido en la humildad y sencillez de un pesebre, ha privilegiado a los laboriosos pastores como testigos, su poder está encaminado a dar “gloria a Dios” y “paz a los hombres”. - Reconocer a Jesucristo, el Señor, como Mesías (primera venida), es acoger asimismo la salvación que conlleva, necesariamente, una motivación parenética por la cual Tito invitará a llevar una “vida sobria, honrada y religiosa” con tensión escatológica (segunda venida), aguardando la aparición gloriosa de Jesucristo. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La profecía de Isaías está poblada de imágenes que remiten al contexto bélico; por ejemplo, el enemigo busca la oscuridad para atacar; si el Pueblo pierde la guerra le esperan días de tristeza y el yugo opresor que impone el vencedor infiel será insoportable. Por ello, el profeta remite a Madián (v. 3) como si se tratara de una huella mnémica: Madián (cf. Jueces 7) es el recuerdo del poder magnífico de Dios que derrota al enemigo no porque haya propiciado la fuerza de los ejércitos del rey ni la valentía del soldado (cf. Salmo 32) sino porque su existencia ya es victoria anticipada que se logra no con la fuerza de un ejército de miríadas sino con un resto humilde. Es la humildad de aquel “niño que nos ha nacido”, del “hijo que se nos ha dado” (v. 5), de quien, siendo Dios desde toda la eternidad, ha sido engendrado del Padre desde antes de todos los siglos, consubstancial a Él (cf. Conc. de Nicea), pero, también, engendrado de María Virgen, según la humanidad, por nosotros y por nuestra salvación (Cf. Conc. de Calcedonia) por lo cual decimos de Él: “es verdadero Dios y verdadero hombre”. Dios es eterno por su esencia, pero es histórico por su presencia real entre nosotros, por su cercanía al ser humano, su creación más excelsa. Por esta maravilla, con el salmo 95, exultamos de gozo junto a toda la creación para glorificar al “Señor que ya llega a regir la tierra” con justicia y fidelidad. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La Palabra de esta celebración nos invita a tener presentes las actitudes de Cristo: obediencia al plan de salvación trazado por el Padre Dios, humildad para cumplir su Voluntad, servicio para demostrar que su obediencia y humildad son originales y no impuestas. Dirigiendo nuestra mirada a la Sagrada Familia de Nazaret encontraremos herramientas útiles para vivir estas actitudes en nuestras vidas y sociedad. Serviría mucho que meditáramos en aquellas palabras del Papa Francisco en su Carta Apostólica Patris Corde (8 de diciembre de 2020) cuando exalta la “valentía creativa” de San José: “Con la obediencia superó su drama y salvó a María” (P.C., 3), con humildad acogió el plan de salvación dejando de lado “sus razonamientos para dar paso a lo que acontece y, por más misterioso que le parezca, lo acoge, asume la responsabilidad y se reconcilia con su propia historia” (P.C., 4). Y, reconciliándose con su propia historia, con su realidad, se ofrece como servidor incondicional: “El cielo intervino confiando en la valentía creadora de este hombre, que cuando llegó a Belén y no encontró un lugar donde María pudiera dar a luz, se instaló en un establo y lo arregló hasta convertirlo en un lugar lo más acogedor posible para el Hijo de Dios que venía al mundo (cf. Lc 2,6-7)” (P.C., 5). Hoy más que nunca, en un contexto social tan fluctuante y líquido, el anuncio de la obediencia, humildad y servicio es un desafío pues se trata de proclamar la estabilidad de una misión que se consolida en la entrega a un plan definido, conciso, permanente. La comunidad en general y el cristiano en particular que reconoce su misión, a ejemplo de Jesús, necesariamente adquiere un proyecto estable de humanización personal y busca que ese plan llegue a sus hermanos. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Pidamos al Padre Dios en esta Santa Noche que nos conceda la gracia de ser obedientes y dóciles a su voluntad; que sepamos reconocer la luz del plan universal de salvación que ilumina nuestro proyecto de salvación personal. En la humildad personal y el servicio a los demás hacemos presente la historicidad de la Encarnación y su poder transformador en cuanto que no seguimos una “fábula ingeniosa” (cf. 2 P 1, 16) que nos desentiende de la realidad terrena sino a una Persona, real y concreta, que encontramos en la Palabra, en los sacramentos, en los hermanos. __________________ Recomendaciones prácticas: • Promover la cena familiar, después de la Misa de la Vigilia. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa En esta Noche Santa, llena de luz y alegría por el Nacimiento del Salvador, reunámonos en torno al Altar para ofrecer a Dios la acción de gracias por el misterio de la Redención y nuestras súplicas para que, asumiendo las actitudes de Cristo, hecho hombre, podamos contemplarlo en el misterio eucarístico y en nuestro prójimo. Participemos activamente. Monición a la Liturgia de la Palabra En esta ocasión, la Palabra de Dios nos deja en claro que el Padre Eterno tiene un plan de salvación para la Humanidad. No somos fruto de la casualidad, sino que somos objeto del amor de Dios que nos ha creado y nos ha redimido. Seamos testigos de este amor, como los pastores, y glorifiquemos al Dios de la Paz como lo hicieron los ángeles en la noche de Navidad. La Calenda: el Pregón de Navidad Les anunciamos, hermanos, una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo; escúchenla con corazón gozoso. Habían pasado miles y miles de años desde que, al principio, Dios creó el cielo y la tierra e hizo al hombre a su imagen y semejanza; y miles y miles de años desde que cesó el diluvio y el Altísimo hizo resplandecer el arco iris, signo de alianza y de paz; en el año 752 de la fundación de Roma; en el año 42 del imperio de Octavio Augusto, mientras sobre toda la tierra reinaba la paz, en la sexta edad del mundo, hace 2018 años, en Belén de Judá, pueblo humilde de Israel, ocupado entonces por los romanos, en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada, de María virgen, esposa de José, de la casa y familia de David, nació Jesús, Dios eterno, Hijo del eterno Padre y hombre verdadero, llamado Mesías y Cristo, que es el Salvador que los hombres esperaban. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Acudamos al Padre de la Misericordia que por su gran amor envió a su Hijo al mundo y supliquémosle diciendo: R. Por la encarnación de tu Hijo, escúchanos, Señor. 1. Padre de bondad, que has constituido a tu Iglesia como prolongación de la obra redentora de tu Hijo Jesucristo, haz que, en comunión con el Papa N.N. y los demás pastores, sepamos “caminar juntos” en obediencia y servicio. Roguemos al Señor. 2. Dios de justicia y de paz, concede a los gobernantes de la tierra, especialmente a nuestros mandatarios nacionales y locales, el deseo de trabajar con transparencia por el desarrollo de nuestras comunidades. Roguemos al Señor. 3. Padre de la unidad, en este Año de la Familia, te encomendamos, de manera especial, nuestros hogares para que sean un vivo reflejo de acogida y servicio, de reconciliación y fraternidad. Roguemos al Señor. 4. Dios de amor, ayúdanos a defender siempre el don valioso de la vida desde el momento de su concepción hasta su desenlace natural de modo que con nuestros actos demos testimonio del inapreciable valor de la existencia. Roguemos al Señor. 5. Dios de todo consuelo, te rogamos en esta Noche Santa por todos aquellos que experimentan cualquier dificultad, especialmente los enfermos, los perseguidos, los maltratados, los desempleados, los que pasan hambre; anima nuestros corazones para que seamos generosos y solidarios con nuestro prójimo. Roguemos al Señor. Oración conclusiva Padre Dios, que nos has iluminado con la claridad de tu Hijo, escucha las súplicas que por su intercesión te presentamos y concédenos el gozo de sabernos hijos tuyos. Por el mismo Cristo, Nuestro Señor. R. Amén.

Sáb 28 Nov 2020

Inicia el tiempo de Adviento - Estén atentos, vigilen

Por: Mons. Omar de Jesús Mejía Giraldo - Hoy celebramos el primer domingo del tiempo de Adviento, con esta celebración iniciamos un nuevo año litúrgico. El Adviento es un tiempo santo en el que como Iglesia durante cuatro domingos nos preparamos con intensidad para la celebración de la Navidad. El Adviento es un tiempo de alegría, caracterizado por la preparación espiritual del nacimiento de Jesús. El Adviento comienza en el domingo más próximo al 30 de noviembre y termina el 24 de diciembre. Es un tiempo dedicado a la reflexión, penitencia y oración como preparación para recibir a Nuestro Señor Jesucristo. Es un tiempo de espera gozosa. Etimológicamente, la palabra Adviento es de origen latín “adventum”que significa“llegada”. El color que utilizamos durante este tiempo es el morado. El santo evangelio que hoy se proclama en la Santa Misa está en Marcos 13, 33-37. La palabra clave para entender el mensaje es: Vigilar. Así empieza el Santo evangelio: Estén atentos, vigilen: pues no saben cuándo es el momento. Dice San Columbano (559 – 615 d. C): “La grandeza del hombre consiste en su semejanza con Dios, con tal de que la conserve”. Nuestra primera tarea es vigilar nuestra semejanza con Dios, para conservarla. Preguntémonos: ¿Yo_____, soy consciente de mi grandeza y dignidad, como imagen y semejanza de Dios? Si fuéramos más conscientes de nuestra dignidad, evitaríamos más el pecado. Si queremos vivir en estado de gracia, si queremos prepararnos dignamente para recibir a Jesús Nuestro Dios y Señor en la Navidad, estemos atentos, vigilemos nuestros sentidos externos. En el secreto de nuestra conciencia y con sinceridad de corazón respondamos las siguientes preguntas: ¿Qué ven mis ojos, como ven mis ojos, que auscultan mis ojos? ¿Qué huele mi olfato? ¿Qué toca mi cuerpo (tacto)? ¿Qué escuchan mis oídos? ¿Qué es aquello más agradable a mi gusto? Si no vigilamos nuestros sentidos externos, nos veremos confundidos al interior de nuestros sentidos internos. La segunda parte del evangelio es una sencillísima parábola narrada al estilo de San Marcos, escuchemos: Es igual que un hombre que se fue de viaje, y dejó su casa y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. El evangelista nos está diciendo que el dueño del mundo es Dios. Dios es semejante aun dueño que se marcha a tierras lejanas y a cada uno de nosotros nos ha dejado una herencia, para que la cuidemos y estemos atentos y vigilantes acrecentando los talentos que Él nos ha concedido. El gran talento que Dios nos ha dejado es la libertad. Este es un don que nos permite obrar sin ningún prejuicio. Nuestro gran afán en el obrar debería ser solo: “ser lo que se es”, es decir, obrar de acuerdo con lo que Dios a cada uno nos ha dado. El día de su regreso Dios nos pedirá cuenta de nuestra administración. Lo primero que debemos aprender a administrar es nuestro propio ser, un ser que como ya lo hemos dicho, ha sido creado a imagen y semejanza del mismo Dios. Si nosotros queremos permanecer en la gracia de Dios, si queremos conservar en nosotros la imagen y semejanza con Dios, debemos estar vigilantes frente al pecado. ¿Cómo estar atentos para no pecar? A la luz de la Palabra de Dios del presente domingo, podemos meditar tres aspectos, virtudes, valores o actitudes fundamentales para permanecer en Dios, evitar el pecado y así mantenernos firmes en nuestra dignidad de ser imagen y semejanza de Dios: 1. El amor a Dios San Columbano nuevamente nos dice: “Amando a Dios es como renovamos en nosotros su imagen”. Volvamos a la invitación de siempre, recordemos un principio básico y fundamental de nuestra fe: “Amar a Dios sobre todas las cosas”. El amor es la esencia de nuestra fe cristiana. “Sólo el amor es digno de fe”. Dice el Papa Francisco: “El verdadero amor "debe llevar a hacer el bien (...), a ensuciarte las manos en las obras de amor”. Hermanos, estamos comenzando el Adviento, ya, a la puerta está la Navidad y en este tiempo brota nuestra sensibilidad por los demás. Por favor, si vamos a hacer una obra de amor, hagámosla bien. No les demos a los demás sólo lo que nos sobra, ofrezcámosle, a nuestros hermanos, cosas que realmente las necesiten y les sirva para su bienestar. Regalar basura es pecado. Dar lo que nos sobra es una injusticia. La verdadera caridad cristiana es, como dice Santa Teresa de Calcuta: “Dar aquello que nos duele darlo”. La Navidad es tiempo para compartir y dar fraternidad, afecto, cercanía tiempo. La Navidad es tiempo para amar a Dios y desde Dios amar a los hermanos. 2. La piedad La Piedad es un término que tiene su origen en el vocablo latino piĕtas, es una virtud que provoca devoción frente a todo lo que guarda relación con cuestiones santas y se guía por el amor que se tiene hacia Dios. La piedad es una virtud que se traduce en acciones impulsadas por el amor que se siente por los demás y la compasión hacía el prójimo. La piedad es también una virtud propia del tiempo litúrgico que celebramos. Como un acto de piedad pedimos a Dios que venga y no tarde, que venga y transforme nuestras vidas. La piedad es una virtud que se ejerce en la libertad de los hijos de Dios. La piedad nos permite madurar en la fe, ya que la piedad se ejerce en sí misma y no por intereses mezquinos. Escuchemos lo que nos decía un autor espiritual anónimo del siglo II: “Ningún justo consigue en seguida la paga de sus esfuerzos, sino que tiene que esperarla pacientemente. Si Dios premiase en seguida a los justos, la piedad se convertiría en un negocio; daríamos la impresión de que queremos ser justos por amor al lucro y no por amor a la piedad”. Cuidado, no podemos dar la impresión de que la piedad es un negocio. La piedad es una virtud de la religión y tiene su sentido en sí misma. La piedad como virtud también se aprende. Por favor, aprovechemos este tiempo de Adviento y Navidad para enseñar a nuestros niños (as) la virtud de la piedad. 3..El silencio Hermanos el Adviento y la Navidad nos invitan a la contemplación del misterio de la encarnación del Verbo. Es un tiempo oportuno para crecer en el silencio contemplativo del misterio encarnado. No confundamos diciembre con Navidad, celebremos la Navidad, no simplemente diciembre. Hagamos silencio. Adviento y navidad es tiempo para el silencio. Hagamos silencio si queremos crecer en el amor. Hagamos silencio si queremos entender el momento presente que estamos viviendo. El ruido nos aturde y ensordece, nos confunde, nos desbarata y nos puede volver agresivos. El ruido no nos permite escuchar la voz de Dios y el sufrimiento de nuestros hermanos. Uno de los protocolos más urgentes y necesarios ante la crisis que vivimos en la actualidad es el silencio. Pero no se trata de un silencio agresivo y resentido, es decir, un silencio masticando el dolor, el resentimiento y la rabia, este silencio hace muchísimo mal, destruye nuestras relaciones e incluso nuestro sistema inmunológico. La propuesta es la de un silencio reflexivo, un silencio diálogo, un silencio activo, propositivo y creativo, un silencio palabra. Este silencio es fuente de vida nueva. El silencio no es un fin, el silencio es un camino pedagógico, no se trata de permanecer en silencio, el silencio nos debe impulsar a la acción. No basta el silencio externo, a veces, es el menos importante. El silencio necesario y urgente hoy y siempre es el silencio interior. Es fundamental, esencial e imprescindible el silencio de nuestra memoria, nuestro entendimiento, nuestra voluntad y nuestra imaginación. Escuchemos nuevamente otra parte del Santo Evangelio: Velen entonces, pues no saben cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer: no sea que venga inesperadamente y los encuentre dormidos. La invitación de la Palabra de Dios es a que estemos atentos y vigilantes en todo momento, es decir, veinticuatro siete. No podemos espabilar, nos dice el apóstol Pedro: “Sean sobrios y estén vigilantes, porque su enemigo, el diablo, ronda como león rugiente buscando a quién devorar.Resístanle firmes en la fe, sabiendo que nuestros hermanos en este mundo se enfrentan con sufrimientos semejantes” (1 Pe 5,8-9). Nuestra tarea es vigilar. Estar siempre vigilantes, esta es nuestra lucha. Escuchemos lo que nos dice la Palabra de Dios: “estén atentos, vigilen…, al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer”. Lo normal es que en el día estemos despiertos y por lo tanto estemos vigilantes, generalmente, nos cuesta más estar vigilantes en la noche. La noche es para dormir y descansar. La analogía del evangelio con respecto a la noche, la podemos interpretar a la luz de San Juan de la Cruz, cuando nos habla de la “noche oscura”. En clave de espiritualidad, es en la noche, precisamente cuando más despiertos debemos estar. La cuestión es: vigilar. La noche oscura según San Juan de la Cruz es la gran oportunidad que Dios nos da para purificar nuestra piedad. Pensemos en el momento histórico que vivimos como un tiempo oportuno para estar vigilantes. La pandemia nos hizo relativizar las estructuras, nos puso en otro contexto, nos invita a estar vigilantes y en actitud de reinventarnos. El mundo nos distrae demasiado, hoy vivimos en medio del entretenimiento y la farándula; pensemos, por ejemplo: ¿cuánto tiempo perdemos en nuestras redes sociales viendo majaderías? La crisis actual nos dijo: “paren y vigilen con atención para donde van”. Aprovechemos este tiempo de crisis, de noche oscura, para estar vigilantes y revisar nuestra vida y, sobre todo, aprovechemos este “instante vital” de crisis para dejarnos sorprender por Dios. Los momentos de las grandes crisis son los momentos de las grandes luces. Las grandes crisis son las mejores maestras de sabiduría. Para terminar, les propongo dos cosas: (1) Respondamos esta pregunta, ojalá en un ambiente familiar: ¿Cómo celebrar la navidad en este tiempo de incertidumbre? (2) Celebremos la Navidad teniendo en cuenta el siguiente lema: Navidad en casa, navidad por la vida. + Omar de Jesús Mejía Giraldo Obispo Arquidiócesis de Florencia Evangelio - Marcos 13, 33-37 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Estén atentos, vigilen: pues no saben cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje, y dejó su casa y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velen entonces, pues no saben cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer: no sea que venga inesperadamente y los encuentre dormidos. Lo que les digo a ustedes, lo digo a todos: ¡Velen!

Lun 30 Dic 2019

Un año nuevo, trae esperanzas, expectativas y nada mejor que empezarlo con la bendición

Primera Lectura: Nm 6,22-27 Salmo: Sal 67(66) ,2-3.5.6+8 Segunda Lectura: Ga 4,4-7 Evangelio: Lc 2,16-21. Introducción • Con esta celebración iniciamos un nuevo año civil, y nada mejor que bendecir y ser bendecidos. • Quien mejor bendice a sus hijos es la Madre, por ello quiso el Papa san Pablo VI, colocar en este día la jornada mundial por la paz • El niño que nos ha nacido es Dios, Jesús (Dios Salva), luego su Madre es la Madre de Dios. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Un año nuevo, trae esperanzas, expectativas y nada mejor que empezarlo con la bendición que el pueblo de Israel tenía para dicha ocasión, el año nuevo, Dios mismo lo pide para que dicha bendición la haga el rey o el sacerdote; bendecir, es decir bien de otro, es desear lo mejor a otro, decir buenas palabras para otros, desear lo mejor para los otros. Lo mejor es desear ver el rostro de Dios sin temor alguno, obtener la paz que viene de Dios, la alegría, la justicia y todo ello se extienda a toda la tierra. El nacimiento del Hijo de Dios de una mujer, nos pone en el cara a cara de la humanidad con el creador, que en el Hijo convierte a todos los hombres en sus hijos, el Abba de cara a la Madre del Hijo, dignifica en Ella a la humanidad y por ello el Hijo asume toda la condición bajo la ley. Y la gran bendición la encontramos en la madre que muestra a los pastores el Hijo que le ha nacido, ellos no llegaron allí como curiosos, sino como testigos, y así se lo cuenta a la madre que guarda todo lo dicho en su corazón de discípula que creyó desde el primer momento de la anunciación lo que el ángel le decía del plan de Dios en ella. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Dios está en toda la historia y el tiempo presente acompañado y bendiciendo a la humanidad, puso su rostro frente al nuestro en la Encarnación del Hijo, para lo cual tuvo que contar la misma condición humana en María, Virgen, y en ella depositó la gran bendición de su presencia en el Hijo amado, al cual hay que buscar, escuchar y seguir. Si Dios como Padre, es capaz de darnos tan gran bendición con su Hijo, cuánto más también una buena madre sabe bendecir a sus hijos. El Hijo que la madre mostró a los pastores es el príncipe de la paz, y ella es elevada a Madre de Dios por la Encarnación del Hijo de Dios en su vientre, como verdadero Dios y verdadero hombre, para traer a Dios a los hombres y llevar a hombres a Dios, y en este encuentro está la paz; cuyos pilares son la verdad, la justicia y la libertad que tanto necesita la humanidad, para avivar la reconciliación, los valores humanos y políticos, como ya lo manifestaba san Juan XXIII en la Pacem in Terris. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Señor y Dios nuestro al iniciar este año nuevo, deseamos de vivo corazón que tu Madre y Madre nuestra, venga con nosotros a caminar durante este espacio de tiempo que nos regalas, porque en su compañía sabemos que tenemos todas tu bendiciones más grande de ella, después de habernos dado a tu Hijo Jesucristo, que es la paz, que está en el corazón del hombre y que solo brota de éste, cuando el hombre se convierte de sus rencores, odios, sed de venganza, cuando se despoja de sus pretensiones e idolatrías de cualquier orden. Porque solo la paz llega cuando el hombre se convierte de corazón a las palabras y exigencias de Jesucristo, que son para el bien de la humanidad. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. La solemnidad del 1° de enero, de Santa María, Madre De Dios, ofrece un espacio propicio para el encuentro entre la piedad litúrgica y la piedad popular, ya que litúrgicamente se celebra con las formas que le son propias, y popularmente, expresiones que motivan la alabanza y felicitaciones a la Virgen por el nacimiento de su Hijo divino (Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia 115). 2. Es muy recomendable que, desde antes de la celebración litúrgica, se guarde silencio en el templo, en la sacristía y en los lugares anexos. De modo que todo se disponga devota y debidamente para la acción sagrada (Cfr. OGMR 45). 3. Prepara y disponer convenientemente una imagen de la Virgen María con el niño en brazos. 4. Con motivo de la Jornada Mundial de Oración por la paz, se puede colocar el debido lema en un cartel, que sea de fácil visibilidad y lectura para los fieles e invitar a orar por la paz. 5. La solemnidad de Santa María, Madre de Dios, tiene esquema propio de celebración. 6. Al finalizar la oración después de la comunión, y antes de impartir el sacerdote la bendición, pedir que entre los presentes se expresen palabras de bendición con motivo del año nuevo. Seguidamente, utilizar la bendición propia para la ocasión: En el primer día del año, Misal, p.471. 7. Es conveniente, preparar y ofrecer, en la hora más indicada, la exposición y bendición con el Santísimo Sacramento para orar por la paz y reflexionar el respectivo mensaje del Papa.

Jue 26 Dic 2019

La honra a los padres trae grandes bendiciones a los hijos

Primera Lectura: Sir 3,2-6.12-14 Salmo: Sal 128(127),1-2.3.4-5 (R. cf. 84[83], 5a) Segunda Lectura: Col 3,12-21 Evangelio: Mt 2,13-15.19-23 Introducción • EL honrar al padre y a la madre, cuidarlos y respetarlos es obedecer a Dios, hacer lo contrario es estar en contra de la voluntad del Señor. • Mantener el respeto, el amor, la obediencia y la buena educación de los hijos, en los auténticos valores, es hacer la voluntad del Señor, que desea que todo sea hecho en su nombre. • Para los cristianos solo existe el modelo de familia de Jesús, María y José, que es único e irrepetible, por eso en nuestras familias es necesario e importante estar atentos a la voluntad de Dios en defender su integridad y en salvaguardar la vida de sus miembros. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Encontramos en esta Palabra del Señor en el Sir 3,2-6.12-14, que se encuentra ilustrado en el cuarto mandamiento de la ley de Moisés, Ex 20,12 “honra a tu padre y a tu madre”, y ello pone en claro el respeto a Dios mismo; se encuentra, entonces, aquí el verdadero valor de la autoridad del padre y de la madre, la cual tiene la respuesta de los hijos en el respeto y acatamiento de los padres, los cuales deben ser cuidados en la vejez, eso es honrar a Dios. La honra a los padres trae grandes bendiciones a los hijos, como dones, larga vida, perdón de los pecados, escuchados en la oración y gozo de la misma presencia de Dios en la eternidad. El israelita que teme a Dios, es decir, que le respeta, recibe, igualmente, unas bendiciones: primero, en sus labores; segundo, en su hogar digna esposa y fecundidad en su relación; tercero, en su vida paz y abundancia de bienes. Todo lo deseado a un fiel creyente en el Dios de Israel. San Pablo le propone a los colosense construir la comunidad familiar mediante un código de comportamiento, el cual tiene su fundamento en Jesucristo, entonces los valores familiares, tales como el respeto, la obediencia, el amor conyugal, la educación de los hijos, se viven a la luz del Evangelio. San Mateo presenta la familia consagrada a Dios, por eso es de Nazaret (Nazir = consagrado a Dios), ella es el modelo por excelencia que, consagrada a la voluntad del Padre, realiza su plan en todo su acontecer histórico; Así, ya en su tiempo, los hijos de Jacob vivieron el éxodo al huir de su tierra a Egipto por el hambre que padecieron y, pasados cuatro siglos, de allí salieron a la tierra prometida; ya en su momento, es la familia de Jesús, María y José, a quien, una vez revelado en sueños al padre, correspondió huir hacia Egipto para proteger la vida del hijo, y, de igual forma, por un sueño, regresará a Israel, pero en esta ocasión a Nazareth, con la intención de seguir protegiendo la vida del hijo de la maldad de los poderosos. Todo ello mira hacía una lectura atenta de la historia de la salvación, según Mateo, para que se cumplieran las Escrituras. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Estamos en un tiempo propicio para compartir en familia, pero bien sabemos que la institución fundamental de la sociedad y de la Iglesia, está en crisis; al interior de ella surgen problemas, dificultades, anti valores copiados, algunos de estos, del medio social que hoy rodea a este núcleo, seria largo de enumerar todo lo que hoy ataca el seno familiar: las uniones libres, el aborto, las separaciones …. y otros. La iglesia es consciente y conocedora de la horrible situación a la que hoy está expuesta la familia, por ello su tarea incansable es llamar a las familias a vivir según el evangelio; tampoco, la sagrada familia de Nazaret no estuvo excepta de vivir circunstancias difíciles en su contexto histórico, pero, desde su fe, lograron superar dichas dificultades. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Padre celestial la Iglesia y la familia necesitan ser permanentemente restauradas en su armonía y unidad, se hace necesario, por tanto, que una y otra creen espacios vitales desde donde se destierren el egoísmo, el odio, el orgullo y demás antivalores, que afectan la unidad familiar. Roguemos al Señor de la unidad y del amor, se fortalezcan espacios para vivir en un hogar donde se comparta la mesa y el pan familiar, en la alegría y la comunión plena de padres e hijos, todo ello nacido de la fe del niño que ha nacido en Belén. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Se pueden resaltar los temas: • Amor entre esposos, amor de padres a hijos, amor de hijos a padres y amor entre hermanos. • Los deberes de los miembros de la familia (Catecismo de la Iglesia Católica 2214-2233). 2. Puede elaborarse una cartelera de felicitaciones a la familia, proponiendo algunos valores para motivar su vivencia en la noche de año nuevo. 3. Para que favorezca la meditación de la Palabra de Dios, conviene que haya breves momentos de silencio, antes de que inicie la Liturgia de la Palabra, después de la primera y, si hay, segunda lectura, y una vez terminada la homilía. La finalidad de estos silencios es que, con la ayuda del Espíritu Santo, la asamblea medite brevemente lo que escuchó, saboree la Palabra de Dios y se prepare la respuesta más conveniente (Cfr. OGMR 45 y 56). 4. La fiesta de la Sagrada Familia tiene esquema propio de celebración, Misal p, 40. 5. Ténganse cantos alusivos a la familia, para la entrada a la celebración y para el momento de la comunión. 6. Es recomendable hacer en este día la bendición especial de las familias según está prescrita en el Bendicional, p. 37, # 63 - 64 ss. 7. Puede también preparar la parroquia, con su equipo pastoral, una oración de la familia en una estampa de la sagrada familia, para que sea recitada en la noche del año nuevo. 8. Es muy conveniente programar, como más convengan, jornadas de oración y acción de gracias con motivo del final del año e inicio del nuevo. 9. Tener presente que: • El martes es 31 de diciembre, y en torno a este día es tradicional organizar, en muchas parroquias y comunidades, una celebración en la que se reflexiona. a la luz de Cristo. sobre la acción de gracias por el año que termina y la esperanza de frente al nuevo que inicia. Por tanto, es aconsejable elegir y preparar la que pastoralmente convenga más, según las orientaciones dadas por la Iglesia: “40 Horas de exposición y adoración”, el triduo, la hora santa, el trisagio, una liturgia de la Palabra o una oración preparada y recomendada por el Párroco para realizarla en familia. • 1° de enero de 2020, es la solemnidad de Santa María, Madre de Dios: día de precepto y Jornada Mundial de Oración por la Paz.

Mar 24 Dic 2019

La Iglesia celebra con gozo el nacimiento del Señor

Primera Lectura: Is 9,1-6 Salmo: 96(95),1-2a.2b-3.11-12.13 (R. cf. Lc 2,11) Segunda Lectura: Tito 2,11-14 Evangelio: Lucas 2,1-14 Introducción La liturgia de la Palabra de la misa de media noche, de la natividad del Señor, nos permite conmemorar: • El nacimiento del Señor Jesús, que viene a iluminar a todo hombre. • El nacimiento del Señor, que nos ayudará a fortalecernos como pueblo purificado, dedicado a las buenas obras. • Rememorar el mensaje de los ángeles a los pastores y, a la vez, a nosotros a proclamar la Gloria de Dios en el cielo y la paz a los hombres, que el Señor ama. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El profeta Isaías que hemos escuchado frecuentemente durante el adviento, nos anuncia también la buena noticia de la navidad, anuncia con gran alegría “El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz”. Esta manera de describir lo que significa la presencia de Dios entre los hombres es muy expresiva, en ella se quiere significar lo que va a pasar al pueblo elegido cuando se termine su destierro, esa liberación ocasionará gran alegría, “acreciste la alegría, aumentaste el gozo: se gozan en tu presencia, como gozan al segar, como se alegran al repartirse el botín”. El profeta también anuncia que se acaba la tiranía de los opresores y el motivo es el nacimiento de un niño recién nacido, un rey, príncipe de la paz. El salmo a través de un canto de victoria, prolonga la alegría, la esperanza que hoy, más que en otros días, resplandece por el nacimiento del que viene a gobernar con justicia y verdad. El apóstol Pablo al dirigirse a Tito, quiere hacerle notar cómo en Cristo, se nos ha dado la gracia de Dios a todo el género humano y, a la vez, le da una serie de consignas sobre cómo deben vivir los cristianos: “con sobriedad, justicia y piedad”. San Lucas proclama que hoy ha nacido el salvador del mundo. El Evangelio de Lucas cuenta el gran acontecimiento de Dios hecho hombre, su narración es descrita en un ambiente de sencillez y humildad: “le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada”. En medio de tanta sencillez, Dios cumple su promesa, nos revela a su Hijo, nacido de mujer, del linaje de David. En la última parte de su Evangelio, Lucas refiere la aparición de ángeles que anuncian a los pastores que cuidan los rebaños esa noche, “hoy en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor”. Los pastores, sencillos y humildes, son los primeros en recibir la Buena Noticia del nacimiento del príncipe de la paz. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La Iglesia celebra con gozo el nacimiento del Señor, es la noche más reconfortante de todo el año litúrgico, para la humanidad entera, hoy celebramos con gozo el cumplimiento de las promesas hechas desde antiguo al pueblo de la alianza y toda la humanidad. Impacta en nuestra memoria y en el corazón la solemne liturgia que se celebra esta noche, que se llena de luz y en la que volvemos a sorprendernos, como los pastores de aquel campo, cerca de Belén, cuando escucharon a los ángeles decir: “No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor”. La Iglesia debe rescatar el sentido más auténtico de la navidad, referenciada por colores, luces, regalos, comidas, reuniones familiares, etc., que le dan una nota de fiesta y de alegría, pero que a veces se desvirtúa cuando no se tiene la claridad de lo que celebramos. La Palabra nos ayuda a recordar que José y María van a Belén a empadronarse. Durante el viaje María da a luz, el nacimiento se desarrolla en un humilde escenario, el niño nace en un pesebre, en condiciones de pobreza y humildad, esta escena produce siempre en nosotros una inmensa gratitud por el amor que Dios nos ha tenido al darnos a su Hijo en nuestra carne. El gozo de esta noche tiene un mensaje único y profundo que la liturgia de la Palabra ha querido resaltar como un gran acontecimiento de luz, “el pueblo que andaba en tinieblas ha visto una gran luz”. Esta promesa se cumple en el acontecimiento que hoy actualizamos, con las imágenes llenas de ternura “… lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre”. En esta navidad, en la que celebramos a Dios hecho hombre, reconocemos el designio amoroso de Dios, en donde entendemos que nuestra salvación no está ni en las riquezas de este mundo, ni en la actitud soberbia, violenta o desigual, sino en la humildad y sencillez de los que aman al Señor. El Señor Jesús nace en una familia trabajadora y humilde, nace como un niño indefenso que, sabemos, viene a amarnos, a mostrarnos el camino que da vida eterna, él viene a alumbrar los rincones más oscuros de nuestra existencia, él es la luz sin ocaso que reconocemos como nuestro Dios y Señor. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromi- so la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Al revivir este misterio del nacimiento de nuestra salvación, acudimos a las bellas imágenes que nos regala el evangelio y que representamos en el templo y en nuestras casas, en el “Belén Navideño” que nos ayudan a contemplar este inmenso acontecimiento que cambió la historia del mundo. Esta contemplación nos debe llevar también a cambiar nuestra historia, que, al contemplar la gloria de Dios en su Hijo recién nacido, seamos capaces de comprender cuánto nos ama Dios y, a la vez, poder dirigir nuestra mirada, como lo hicieron los pastores, a la imagen humilde y pobre de aquel que es luz del mundo. En el plan divino de salvación Dios, en su infinito amor, ha querido darnos la luz de su Hijo, que viene a romper la oscuridad del mal, del pecado, nos envuelve con su claridad llena de bondad, de amor y ternura. El Señor Jesús es llamado “Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz”, él trae para cada hombre, para cada familia la felicidad verdadera, hoy todos debemos compartir esta alegría, por eso nos reunimos en familia, traemos a la memoria los buenos recuerdos y hacemos de la navidad la oportunidad para creer más en Dios y salir de la oscuridad a la que tendemos por el pecado. Que esta noche en la que nos deseamos la paz, pensemos en todos los colombianos, en la necesidad urgente de la reconciliación y pidámosle al príncipe de la paz, inunde los corazones de todos los colombianos, de los sentimientos más sinceros de paz y alegría. En esta noche, llena de la luz de Jesús recién nacido, hacemos el compromiso de vivir en paz, de hacer de nuestra vida y de la vida de nuestras familias, un verdadero ejemplo de santidad, de solidaridad, de servicio y ayuda a los demás, de sencillez y humildad, de buen trato y aprecio por la vida propia y la de los demás, esta es la mejor manera de reflejar lo que celebramos en la natividad de nuestro Señor. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Según una laudable tradición de la Iglesia, los que deseen celebrar de una manera más prolongada y festiva la vigilia de Navidad, pueden hacerlo celebrando el Oficio de Lectura hasta concluir las dos lecturas y antes del himno: Señor, Dios eterno… se añadirán los cánticos y el evangelio; igualmente, puede hacerse una homilía sobre el evangelio. Finalmente se canta el himno: Señor, Dios eterno. Se dice la oración y se concluye con la Hora como en el Ordinario. Ver Liturgia de las Horas I, Apéndice I, Cánticos y evangelios para la celebración de las vigilias, pág. 1349 ss. 2. Un elemento para solemnizar la fiesta de la Navidad es la proclamación, en todas las misas (de la noche y del día), del Pregón de Navidad que proviene de la antigua liturgia romana. Ver subsidio de las Moniciones, Nacimiento del Señor, Misa de media noche. 3. Recordar que esta solemnidad es de precepto; se debe entonar el “Gloria” de la Misa de manera más solemne; en el Credo se debe hacer genuflexión cuando se dicen las palabras «se encarnó…»; en la Plegaria Eucarística I, o Canon Romano, el «Reunidos en comunión…» es propio de Navidad. 4. Se puede organizar la procesión para que algunos niños y niñas lleven la imagen del Niño Jesús al pesebre o la coloquen en una mesa auxiliar dispuesta para ello, de modo que, después de la celebración de la Eucaristía, tenga lugar el beso de la imagen por parte de los fieles (Cfr. Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia 110). 5. Se puede organizar la presentación procesional de los dones, resaltando la ofrenda para los pobres.