Pasar al contenido principal

población vulnerable

Vie 11 Nov 2022

Grupo de Trabajo por Colombia –GTC- reafirma y fortalece su presencia en la Provincia Eclesiástica de Popayán

El Grupo de Trabajo por Colombia -GTC-, integrado por 10 organizaciones de las Cáritas de la Iglesia Católica en Europa y Norte América, del cual hace parte el Secretariado Nacional de Pastoral Social-Cáritas Colombiana SNPS/CC, se reunirá del 13 al 18 de noviembre de 2022 en la Diócesis de Pasto para realizar “un análisis de realidad en clave pastoral del contexto de la Provincia Eclesiástica de Popayán y de Colombia, para la incidencia del GTC en Colombia y a nivel internacional”. Así también, según lo han señalado sus organizadores, otro de los objetivos que se plantean durante esta visita, será el fortalecer la estrategia de trabajo conjunto y relacionamiento estratégico del GTC con el SNPS/CC. Monseñor Juan Carlos Cárdenas Toro, obispo de la Diócesis de Pasto, agradeció al grupo GTC y SNPS haber puesto su mirada en el sur de Colombia y en los territorios que conforman la Provincia Eclesiástica de Popayán, regiones duramente golpeadas por la violencia. “Para nosotros es una oportunidad, de una presencia también significativa de la Iglesia que fraternalmente suma esfuerzos para trabajar por la construcción de la paz, trabajar por el desarrollo humano integral sostenible de las comunidades más vulnerables”. El prelado indicó que este encuentro con el grupo GTC, será una oportunidad para fortalecer los lazos de amistad fraterna con estas organizaciones, que durante años han estado presentes para reafirmar y acompañar los procesos en la construcción de paz y reconciliación en Colombia. Agenda Dentro de la agenda de estos seis días, se contempla hacer la presentación de contexto local y regional de la Provincia Eclesiástica de Popayán; exponer la acción pastoral de la Iglesia en el territorio; presentar la labor del GTC en esta Provincia; y además ofrecer algunas recomendaciones al GTC para fortalecer su presencia estratégica en el territorio. Visita a territorio Este encuentro concluye con la visita por parte de las delegaciones del GTC a varios territorios de esta región, para conocer el trabajo que la Iglesia adelanta y además constatar la difícil realidad social que las comunidades enfrentan por cuenta del conflicto. Delegaciones presentes Participarán delegados de las Cáritas de: Alemania, España, Noruega, y agencias católicas SCIAF, CRS, CAFOD, Secours Catolique, entre otras. Por Colombia: Obispos de la Provincia Eclesiástica de Popayán (Arquidiócesis de Popayán, las Diócesis de Ipiales, Pasto, Tumaco y los Vicariatos Apostólicos de Guapi y Tierradentro); obispos de la Comisión Episcopal de Pastoral Social; directores de Pastoral Social de esta Provincia, director, subdirector del SNPS-CC.

Mié 21 Jul 2021

Iglesia en Antioquia prende las alarmas por intensificación del conflicto

Las afectaciones por la intensificación del conflicto armado, en el occidente antioqueño y en otras regiones aledañas a estos territorios, han hecho prender hoy las alarmas y llamar la atención del país, para que se ponga la mirada de manera inmediata en estas comunidades que están siendo vulneradas en sus derechos humanos por diferentes factores. Así, lo han dado a conocer en un comunicado las congregaciones, iglesias, diversas espiritualidades, comunidades de fe nacionales y redes internacionales solidarias, quienes denuncian de manera enfática los graves atropellos que vienen siendo víctimas las comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas en estas zonas del país. Esto, según lo señala la misiva, a raíz del llamado urgente hecho por las Misioneras de la Madre Laura de la Provincia de Medellín, Congregación que por años ha estado presente con sus obras prestando apoyo a las comunidades, de manera especial a las más vulnerables. El mensaje, deja en evidencia algunas de las problemáticas que están padeciendo las comunidades, tales como: recrudecimiento del conflicto armado, disputa territorial entre los diferentes grupos armados. Esto hechos, agregan, están llevando al reclutamiento de menores, instalación de minas antipersonales, amenazas a líderes y comunidades, asesinatos selectivos, desplazamientos, confinamientos y abusos sexuales. Afectaciones a la ‘Casa Común’ Así también, advierten que se han hecho las denuncias respectivas frente a las autoridades competentes, por el daño ambiental que se está causando a ríos, montañas y subsuelo, ante la explotación de minerales en los municipios de Jericó, sureste antioqueño; de San José de Uré y Montelíbano (Córdoba); y en Santa Cecilia (Chocó), límites con Risaralda. “Las afectaciones a la ‘Casa Común’, son de nuestra especial preocupación, tal como lo ha manifestado el Papa Francisco en las Encíclicas Laudato Si y en Fratelli Tutti”. Esto, registran, está llevando a un desplazamiento forzado, a una imposición de las economías ilegales y a la presencia de distintas estructuras armadas “sin que las Fuerzas Armadas y de Policía lo impidan”. Presencia de una Misión Humanitaria Ante este panorama sombrío, donde las comunidades claman una ayuda urgente, la Iglesia Católica y otros organismos trabajarán de la mano para llevar adelante una Misión Humanitaria, que iniciará en la región del Occidente Antioqueño, particularmente en los municipios de Dabeiba y Frontino. Esto, “como una posibilidad de escuchar, acompañar, brindar apoyo moral y solidaridad humanitaria ante esta crisis que padecen las comunidades”. “Para ello, solicitamos la presencia de diferentes organizaciones nacionales e internacionales defensoras de los derechos humanos y del Derecho Internacional Humanitario, incluyendo la Oficina de la Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU y de la Misión de Verificación del Acuerdo de Paz de Naciones Unidas en Colombia”. Llamados de atención a los diferentes actores y sectores de la sociedad A este respecto, hacen un llamado en primera instancia al Ejército de Liberación Nacional (ELN) y a los diferentes actores armados presentes en los territorios, a que se dé un respeto pleno del Derecho Internacional Humanitario y cesen la siembra de minas antipersonal. A las autoridades colombianas les piden entre otras acciones, brindar la ayuda humanitaria requerida a las comunidades; trabajar en el desarrollo de desminado humanitario; suspender todo tipo de actividad minera a gran escala, hasta tanto no se haga un proceso de consulta previa a las comunidades; retomar con urgencia los diálogos con el “ELN” y acercamientos con otros actores armados; avanzar en acuerdos humanitarios locales, con el consentimiento de las comunidades indígenas, campesinas y afrodescendientes de las regiones; y adelantar su labor constitucional de combatir y desmontar estructuras sucesoras del paramilitarismo en áreas de operación de la Fuerza Pública. A las autoridades departamentales y municipales, les solicitan ejercer efectivamente sus obligaciones constitucionales en lo referente a la coordinación institucional para atender de modo integral la crisis humanitaria y de derechos humanos que padecen las comunidades. A la Defensoría del Pueblo le exhortan a actualizar las alertas tempranas de la región y ejercer sus funciones constitucionales para garantizar los derechos humanos, el derecho internacional humanitario y la atención humanitaria de las comunidades afectadas. Finalmente se dirigen a la Procuraduría General de la Nación, pidiéndole “romper su silencio frente a las actuaciones de los grupos armados y la posible responsabilidad por acción, omisión y aquiescencia de la Fuerza Pública en la situación que padecen las comunidades”. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Mié 24 Mar 2021

Banco de Alimentos de Bogotá logró lo “impensable” durante la pandemia

Durante la pandemia, el Banco de Alimentos de Bogotá (BAB) ha logrado entregar casi 30 millones de kilos de productos en todo el territorio nacional, pues, desde el inicio de esta crisis sanitaria, no ha parado de prestar ayuda a la población más vulnerable del país. En la presentación del informe anual, ofrecido en su asamblea celebrada el pasado 15 de marzo, las directivas del BAB dieron un parte positivo del incremento de ayuda alimentaria que ofrecieron durante el período 2020, llegando a más de un millón quinientas mil personas. "La pandemia no detuvo al BAB, más bien aceleró los esfuerzos traduciendo en acciones de generosidad de más de 15 mil donantes individuales de buen corazón (...) Cuando los pronósticos frente a la pandemia eran desfavorables y los retos se multiplicaban día tras día, nosotros logramos lo impensable”, afirmó el padre Daniel Saldarriaga Molina, director ejecutivo del BAB. Por su parte monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y primado de Colombia, quien estuvo presente en la asamblea, aseguró que "la misión del Banco de Alimentos de Bogotá es un signo de las batallas que, por amor, debemos dar en favor de la humanidad". El comunicado resalta que el año 2020 les dejó unos resultados sin precedentes con la generosidad de las ayudas recibidas y un gran desafío para este año en curso, más aún cuando el BAB celebrará los 20 años de haber sido creado como institución para apoyar a las comunidades más vulnerables. Estas ayudas fueron distribuidas a poblaciones en Bogotá, Cundinamarca, Quibdó, Riohacha, Cúcuta, San Vicente del Caguán, El Salado, Cartagena, Leticia, San Andrés y Providencia, y Buenaventura. Finalmente, las directivas del BAB agradecieron la generosidad de los cientos de donantes y resaltaron el apoyo de 1.150 estudiantes, la energía de más de 3.900 voluntarios y el empuje de un equipo formado por 130 colaboradores, quienes con su compromiso vienen cumpliendo un papel importante en esta labor de ayuda. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Lun 28 Dic 2020

Diócesis de Armenia organiza ayudas para los pobres

En el marco del'Día del amor por los pobres', la diócesis Armenia activó la “Ruta de la Solidaridad”, que busca en esta época de Navidad y de pandemia apoyar a la población más vulnerable del Quindío. El obispo de la diócesis, monseñor Carlos Arturo Quintero, en una entrevista concedida a Telecafé Noticias de Armenia, informó que a través de la “Ruta de la Solidaridad” se ha logrado poner en marcha un corredor humanitario, que vincula a las parroquias y algunas organizaciones.“Hoy estamos dándole un impulso a esta casa, seguimos trabajando desde el banco de alimentos y con todas las acciones de evangelización, mirando hacia los pobres y necesitados en esta época de pandemia”,aseguró. Según lo indicó el prelado, desde la Pastoral Social – Caritas y el banco de alimentos de la diócesis, se apoya a fundaciones, hogares que atienden ancianos e instituciones similares con quienes se comparte lo que almacenes de cadena y supermercados donan, especialmente productos no perecederos con los cuales ayudan a calmar las necesidades básicas de los más pobres. “Vamos a tener la mesa de la fraternidad, el kit del viajero, almacén de ropa de segunda, oratorio, un centro de escucha, tres cooperativas, entre otras. Para no caer en el asistencialismo con las personas que reciben estas ayudas, se les pedirá una contraprestación”,advirtió. Finalmente, monseñor Quintero dijo que se espera para el año 2021 realizar un trabajo conjunto entre la diócesis y la comunidad ‘Sarepta’, con el fin de seguir aumentando el plan de ayuda a las comunidades más vulnerables. Video de Telecafé Noticias

Mar 17 Nov 2020

La Jornada Mundial de los Pobres

Por: Mons. Víctor Manuel Ochoa Cadavid- Ha querido el Papa Francisco que uno de los domingos del año se dedique a pensar y actuar en favor de los pobres, ha establecido esta jornada que hoy celebramos, para que miremos a los pobres, a los vulnerables, a los que en medio de esta sociedad tienen ingen­tes necesidades, fruto de la inequidad de nuestro contexto social. Este domingo, 15 de noviembre, se tendrá esta oportunidad de pensar en esta rea­lidad dramática e iluminarla desde la fe. Pero, sobre todo, nos tiene que ani­mar a tener gestos y acciones que toquen las necesidades de los pobres. “La hermana pobreza”, la llamaba san Francisco de Asís, debe ser acogida y recibida en un espíritu de libertad, de gozosa generosidad, de aprecio por lo que se posee descartando la obsesión de convertirnos en acaparadores de bienes, trabajando para tener lo que se posee con sentido fraterno, con visión generosa, con esa luz de esperanza que recibe la vida cuando hay mucho más gozo en dar que en recibir. El mundo en el cual vivimos, es un mun­do que ha resaltado el bienestar, el consu­mo, el derroche, hemos vuelto absolutos los bienes materiales, casi como objeto de nuestra vida, la razón última del trabajo y de la acción humana. La situación con­creta de la COVID-19 ha desnudado aún más la pobreza. En el Evangelio de Jesucristo, la pobreza es un don, no una limitación. Es don por­que nos da la oportunidad de encontrar en el necesitado, el rostro mismo de Dios, porque nos permite descubrir que en el hermano que sufre no hay, como lo pre­tenden tantos sistemas económicos, una deplorable situación, sino que en el cora­zón del pobre encontraremos siempre la oportunidad de escuchar el reclamo divi­no que nos pide que nos olvidemos de esa conquista desaforada de bienes y riquezas que esclavizan y nos dediquemos, mejor, a encontrar el modo más efectivo de ca­nalizar todas las oportunidades para que el que experimenta esta realidad, pueda ser restituido a la dignidad propia del ser humano. En el Antiguo Testamento en­contramos grandes enseñanzas sobre los pobres (Cf. Ex 21, 16; 22, 20s.25s; Lev 19, 13s). Sería objeto de una gran profun­dización de nuestra parte para un creci­miento espiritual, el ser “pobres”, según el corazón y la voluntad de Dios. ¿Cómo se ha desfigurado el concepto de pobreza? A veces se la instrumentaliza para ha­cer del necesitado “el caldo de cultivo” de tantas doctrinas que buscan generar el caos y transforman el justísimo recla­mo de solidaridad con el necesitado en una manipulación del que debería ser asistido con amor, para convertirlo en un feroz perseguidor de sus hermanos, para seguir­lo humillando en vez de socorrerlo, para seguirlo explotando y hundiendo en la miseria. En nuestro contexto ha sido usada la pobreza para fortalecer la confrontación social y, no en cambio, la oportunidad de trabajar para sacar a muchos de esta situación de dolor y necesidad. La auténtica pobreza es discreta, no se disfraza, no humilla al otro recordándole a cada instante su miseria y su dolor, por­que solo se acerca al que necesita para dar con amor, para expresar el gozo de la vida en la sobriedad digna con la que no repar­timos, sino que compartimos, en la que no entregamos, sino que nos damos con el alma al que el mismo Dios nos pone en el camino para que lo colmemos primero de amor y de bondad y luego saciemos su necesidad. La pobreza es una gran realidad en la Diócesis de Cúcuta, una ciudad con grandes retos de pobreza y necesidad, co­menzando por el desempleo y la falta de recursos para muchos. La pobreza que Dios quiere que socorra­mos y asistamos con amor, es aquella rea­lidad de una humanidad en la que muchí­simos hermanos nada tienen, porque otros tantos han acaparado las posibi­lidades y las oportunidades. Tenemos delante de nosotros a los emigrantes, a los retornados colombianos, a los que no tie­nen empleo, a los que ancianos no tienen una pensión, a los niños que no tienen lo necesario para vivir. Hay un constante crecimiento de este cua­dro doloroso entre nosotros, mientras que la indiferencia culpable de los poderosos de este mundo, se alejan del deber de compartir con amor y de dar con genero­sidad, sobre todo teniendo como certeza que, al final nada podremos llevarnos a la eternidad y que el tesoro que guardamos en el cielo no son los bienes de este mundo sino la generosidad con la que hayamos salido al encuentro del hermano que sufre y del que tantas veces se ha olvidado el mundo. Los pobres son el gran tesoro de la Iglesia, nos enseñó San Lorenzo, diácono, al inicio de la predica­ción del Evangelio. La Iglesia ha sido siempre maestra en el servicio a los pobres. No en vano es la única institución humana en la que la so­lidaridad deja de ser un acto filantrópico para convertirse en un acto de amor pro­fundo y cercano que ilumina la vida, que alimenta física y espiritualmente a quien asistimos con sentimientos convencidos y claros que nos hacen ver en el que sufre al mismo Cristo. Es la caridad de Cristo que nos urge, enseña San Pablo (Cf. 2 Cor 5, 14). Cuánto nos convendría aplicar constan­temente el criterio con el que seremos juzgados: “tuve hambre y me diste de co­mer, tuve sed y me diste de beber” (Mateo 25.35 ss.), porque nuestra caridad no es­pera otra cosa que llenar las manos vacías con la doble ración amorosa del pan que calma el hambre y del amor con el que se ofrece al necesitado el mismo corazón. Hemos tratado en nuestra Iglesia Particu­lar de servir a los pobres, con tantas ini­ciativas: la primera, la Casa de Paso ‘Di­vina Providencia’; el Banco Diocesano de Alimentos (BDA), que ha entregado desde hace más de 20 años alimentos a los pobres. Las parroquias han servido a los pobres y necesitados; la Fundación Asilo Andresen que atiende a niños ne­cesitados; la obra de tantas religiosas que con amor acuden a los ancianos en el asilo de los ancianos regentados por las Hermanitas de los Ancianos Desam­parados y las misioneras de la Santa Madre Teresa de Calcuta, y tantas otras comunidades de religiosos y religiosas dedicados a la educación. Injusto será negar la acción de la Igle­sia. Somos, gracias a Dios, maestros en caridad, porque sabemos dar, sabemos ofrecer amor, sentimos que, en un miste­rio admirable, el mismo Cristo al que so­corremos con amor en tantísimas obras, de las que Cúcuta y su Iglesia pudiera ofrecer la muestra más viva, es que nun­ca dejará que se vacíen los graneros del corazón para seguir dando amor y nunca se vacíe la despensa con la que calmamos el hambre material mientras anunciamos que es Dios el que nos hizo ministros de amor y de su misericordia. Cada uno de nosotros puede tener algún gesto concreto con los pobres, en esta Jornada, pensemos en nuestros vecinos ancianos, enfermos, pobres, excluidos, los presos, que les ayudemos siempre, inspirados en el amor de Cristo. + Víctor Manuel Ochoa Cadavid Obispo de la Diócesis de Cúcuta

Mar 17 Nov 2020

En tiempos de Covid, el amor tiene la última palabra, no la muerte

Hace ocho meses el país vive una realidad ajena a la que se imaginaba a comienzos de este 2020. Durante este tiempo, la emergencia sanitaria a causa de la Covid-19 ha generado fuertes impactos en la vida social y económica de los colombianos, llevándolos a pasar situaciones extremas de vulnerabilidad y zozobra. Ante esta realidad, la Iglesia católica en Colombia, en concordancia con los valores del Evangelio, activó sus planes de emergencia y puso en marcha acciones inmediatas para tratar de solventar un poco el golpe que la pandemia generó en muchas de las familias colombianas, especialmente las pertenecientes a los lugares más recónditos del territorio nacional. Los resultados del trabajo que la Conferencia Episcopal de Colombia ha realizado durante este tiempo de emergencia sanitaria, fueron expuestos el pasado jueves por monseñor Héctor Fabio Henao Gaviria, director del Secretariado Nacional de Pastoral Social/ Caritas Colombia, en la reunión de obispos colombianos que se llevó a cabo de manera virtual. En primer lugar, el directivo subrayó que la Iglesia ha estado muy activa en el desarrollo de varias acciones, con el fin de dar esperanza en medio de una situación que es dramática, esto, con la convicción de llevar el amor de Dios en todas las circunstancias, particularmente en las emergencias, pues es el amor el que debe dar la última palabra y no la muerte. Lastimosamente la realidad que vislumbró la pandemia y que fue evidenciada por quienes trabajan directamente en las jurisdicciones eclesiásticas, es preocupante, pues se ha identificado que la población con más alto grado de vulnerabilidad son los migrantes, los refugiados solicitantes de asilo, los enfermos terminales, las poblaciones étnicas y las personas internas en los centros carcelarios. Monseñor Henao también mencionó que se presentó un aumento en la violencia intrafamiliar, una situación que ha sido constatada por diferentes organismos del Estado. A esto se suma un aumento en la percepción de inseguridad en zonas urbanas del país a cuenta del empobrecimiento. Las llamadas rentas ilícitas del narcotráfico, la minería ilegal, el asesinato de líderes y lideresas sociales y excombatientes, se suman a este alto porcentaje de las problemáticas que aquejan al país. Finalmente, se encuentra el aumento del desempleo que es cada vez más grave, pues se han alcanzado tasas que no se tenían desde hace 10 años. Ante este panorama y durante la cuarentena estricta, decretada en el mes de marzo, la Iglesia puso en marcha cuatro acciones fundamentales con las que buscó socorrer a la población más necesitada: “pasar de la indiferencia a la unidad, caminar del egoísmo a la solidaridad, pasar de la división a la paz y la convivencia y pasar del olvido a la atención del hermano en necesidad”, afirmó monseñor Henao. “Hemos colocado en primer lugar el apoyo psicosocial, que es una necesidad cada vez más urgente. Se han entregado 19.775 paquetes alimentarios. Por parte del Episcopado se ha brindado también apoyo jurídico, kits de aseo e higiene y de aseo personal. Acceso a servicios de salud a buena parte de la población. Se ha dado apoyo para el trabajo, se han distribuido equipos de bioseguridad especialmente en jurisdicciones alejadas, transporte y ayuda humanitaria. Educación y formación para buena parte de la población dando paso a una dimensión educativa dentro de la Iglesia. Transferencias en efectivo a 20.767 familias, recursos que se hacen a través de acciones bancarias y cuya finalidad es que las personas puedan atender sus necesidades inmediatas y, por último, se ha brindado albergue a 2.477 familias, entre otras ayudas”, señaló el director del SNPS/CC. Son varias las jurisdicciones eclesiásticas que han desarrollado programas por sí mismas con sus recursos, sus colectas y campañas que ha ejecutado localmente. Monseñor Henao manifestó que también se ha venido trabajando en articulación con organismos del Estado, como el Ministerio del Interior, así como con alcaldías y gobernaciones. Las instituciones y fundaciones también han hecho parte de este trabajo articulado, donde se ha logrado la entrega efectiva de mercados, kits de aseo, comida preparada, apoyo económico a poblaciones vulnerables, hospedaje, apoyo psicosocial y acompañamiento espiritual, una acción muy fuerte que se ha desarrollado en muchas diócesis y que realmente responde a una necesidad muy profunda, pues muchas personas están afectadas emocionalmente. “Los proyectos se han acoplado de manera que respondan y fortalezcan la capacidad de la Iglesia de hacer presencia ante esta emergencia sanitaria. Lo segundo es organizar una respuesta operativa y humanitaria coordinada desde Pastoral Social con todos los organismos que integran el Episcopado”, aseveró monseñor Henao. Por último, dijo que la Iglesia continuará reuniendo esfuerzos en pro de ayudar y proteger a los más necesitados, pues aún queda un desafío muy grande, ya que Colombia continúa con aumento significativo en el número de contagios, lo que significa que la situación aún no ha cesado y que puede extenderse por un largo tiempo.

Mié 11 Nov 2020

IV Jornada Mundial de los Pobres: “Tiende tu mano al pobre”

Este domingo 15 de noviembre la Iglesia católica celebra la cuarta Jornada Mundial de los Pobres, con el lema “Tiende tu mano al pobre” (Si 7,32) El padre Enán Xavier Humánez Almario, subdirector del Secretariado Nacional de Pastoral Social – Cáritas Colombiana, entidad eclesial que promueve esta jornada en Colombia, expresó que estamos en un momento crucial en el que se nos presenta como gran reto ayudar desinteresadamente a los más pobres y necesitados. Explicó el padre Humánez que es importante no supeditar la ayuda a un proyecto pastoral o social, sino que es necesario ir más allá en este propósito, y puso el ejemplo del personal de la salud y administrativo de clínicas y hospitales, quienes en este tiempo de pandemia han ofrecido un gran servicio a los enfermos por causa del covid-19. “Estas personas no calculan el tiempo de trabajo para servir a los demás, ni tampoco han escatimado esfuerzos para brindar su ayuda”. Así mismo, resaltó la labor de tantos sacerdotes, religiosos-as y laicos que durante la pandemia se han entregado de manera desinteresada y misericordiosa para apoyar las necesidades, tanto materiales como espirituales, de los que en este tiempo lo han requerido, ofrendando con ello hasta su vida. “Muchos de ellos se han donado para servir en esta pandemia, sin medir las consecuencias de una seguridad, sino que donándose por servir a los demás en el amor encontraron allí la respuesta inspirada en Jesucristo”. Igualmente, inspirado en el capítulo 25 del evangelio de Mateo (versículos 35 y siguientes), que nos propone el Papa Francisco como reflexión: “Porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve en la cárcel y me visitaste, desnudo y me arropaste”, el sacerdote pidió no ser indiferentes ante el dolor de tantos que sufren. “El Papa no nos está invitando a meternos las manos en los bolsillos como han hecho algunos de manera indiferente o ignorando a los más necesitados, sino que nos invita a que nuestras manos prodiguen el verdadero sentido de donar que es el brindar amor y servir a los demás”. En este contexto, recordó cómo el Pontífice, permanentemente, invita a trascender las obras de caridad y gestos bondadosos tendiendo las manos a los pobres, a los migrantes, desahuciados, enfermos, entre otros: “Esto quiere decir ayudar sin mirar a quien, no importa ni la raza, ni el país, ni la religión, ni su condición humana (…) De hecho, en su última encíclica, Fratelli Tutti (Hermanos Todos), nos recuerda que si debemos empezar de cero, debemos empezar por los últimos, es decir, por los que han sido abandonados”. Finalmente, animó para que esta jornada no pase desapercibida en ningún ambiente, por lo que invitó a que este domingo, en las parroquias y en los hogares, se tengan gestos de solidaridad y de esperanza con aquellas personas que lo necesitan.

Jue 17 Sep 2020

Diócesis de Ocaña, una red de solidaridad

Las jurisdicciones eclesiásticas, siguiendo la Doctrina Social de la Iglesia, continúan brindado apoyo en estos tiempos de crisis a causa del Covid-19. La Diócesis de Ocaña, por medio de la Pastoral Social, desde hace años viene desarrollando acciones en favor de la dignidad de las personas, siendo la solidaridad, caridad y formación, unos de los pilares más importantes en su accionar. Esta diócesis está compuesta por 18 municipios, ocho de estos se encuentran en el Alto Catatumbo, lo que hace que se vean inmersos en dinámicas de violencia y que requieran un mayor compromiso de la Iglesia católica colombiana. “Antes de la pandemia, realizamos una formación a jóvenes con la estrategia Artesanos de Paz en las instituciones educativas y algunas acciones de formación a las juntas de acción comunal desde varias líneas y aspectos en lo contable, comunicacional y jurídico”, asegura el padre Eduardo Lanciano Jiménez, delegado diocesano de la Pastoral Social de Ocaña. La Pastoral Social también ha trabajado en el acompañamiento a la población rural y campesina, fortaleciendo este sector a través de la formación y granjas ecológicas. Como resultado de esta iniciativa a favor de las economías solidarias, se creó una cooperativa que hoy tiene alrededor de 4.000 asociados. Una de las acciones que se ha fortalecido en medio de la crisis que se vive actualmente, es la atención a la población migrante proveniente de Venezuela que se encuentra en situación de vulnerabilidad, es por ello que, esta jurisdicción eclesiástica les ha brindado acompañamiento espiritual, social y jurídico, donaciones de alimentos, kits de aseo y apoyo en algunos emprendimientos productivos que les ayudan a fortalecer sus capacidades y conocimientos. “Esas actividades se han intensificado un poco más, porque en medio de la pandemia y de la crisis que estamos viviendo, se requiere mucho más acompañamiento y atención. Antes salían a las calles informalmente, vendían alguna cosa, pero el efecto de la pandemia los ha llevado al aislamiento y prácticamente carecen de lo necesario y fundamental para vivir”, asegura el sacerdote. También trabajan con una casa de misericordia, un espacio para la atención a la población desplazada y migrante en donde se les brinda hospedaje, alimentación y cuidados de salud e higiene. Cuentan con un espacio de almacenamiento de alimentos y de ropa para el acompañamiento a las comunidades que más lo necesiten. El objetivo principal es transformar la realidad del otro, no solo con cuidados paliativos, sino acompañando al prójimo en su situación de vulnerabilidad, poder estar a su lado y ser la manifestación de Dios para el que sufre, ya que esta es la esencia de la iglesia, del servir y el Evangelio. “Esto lo desarrollamos desde el llamado de Jesús que nos dice de manera permanente que cuando lo hacemos, lo estamos haciendo con él. De modo que, en el necesitado vemos reflejado el rostro de Jesucristo, el evangelio es vida y el evangelio nos compromete a fijar la mirada en curar las heridas”, afirma el padre Lanciano. Para que todo esto sea posible, la diócesis ha contado con el apoyo internacional de Usaid, la OEA, ONU, Acnur, Cáritas Francia, Cáritas Alemania y Cáritas Italia, además de las parroquias y personas que con sus aportes y cocimientos han permitido llegar con una respuesta concreta a la población que más lo requiere. Asimismo, se han realizado articulaciones con los Comités Parroquiales de Pastoral Social, equipos que lideran proyectos en la diócesis, Alcaldía, Secretaría de Educación, instituciones educativas, Defensoría del Pueblo, Cruz Roja, Personería Municipal y la cooperativa financiera Crediservir. Según comenta el padre Eduardo Lanciano, la diócesis ha tratado de adaptarse al trabajo desde la distancia, lo que implica un esfuerzo mucho más grande, porque es conocer la realidad del otro desde un teléfono. Sin embargo, de esta forma hacen acompañamiento espiritual, enviando mensajes que les permitan fortalecer, animar y acompañar, ponerse al servicio de los demás y que, a pesar de todo, la gente sepa que no está sola. “Yo creo que toda esta experiencia nos ayuda a replantearnos a reformularnos a poner ante todo la confianza en el señor. Yo creo que ha sido una oportunidad para eso, pero también para descubrir la mano amiga de la solidaridad, el acompañamiento, el no sentirme solo. Sigamos trabajando y luchando por construir una red de solidaridad mucho más amplia, en donde el sufrimiento de uno termine tocándonos y comprometiéndonos a todos”, es el mensaje que deja el delegado diocesano de la Pastoral Social de Ocaña. Fuente: Of. de comunicaciones del Secretariado Nacional de Pastoral Social (SNPS)