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Predicación Orante de la Palabra

Vie 8 Sep 2023

Allí estoy Yo en medio de ellos

VIGÉSIMO TERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO10 de septiembre de 2023Primera lectura: Ezequiel 33,7-9Salmo: 95(94),1-2.6-7ab. 7c-9Segunda lectura: Romanos 13,8-10Evangelio: Mateo 18,15-20I.Orientaciones para la PredicaciónIntroducciónEl evangelio de Mateo está estructurado de manera catequética, así el evangelista presenta a Jesús predicando y actuando. De forma que quien lee el evangelio descubre a un Jesús maestro enseñando metódicamente cómo ejercer con poder y autoridad la vivencia de la Palabra. El pasaje del evangelio que este domingo contemplaremos nos dará las pautas para vivir la experiencia de la reconciliación en comunidad y, así, de manera profunda podamos experimentar la construcción de un itinerario permeado por el amor.1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?La perícopa que se leerá en la liturgia de este domingo, hace parte del discurso en el que Jesús presenta una serie de recomendaciones y ofrece algunas enseñanzas a su comunidad, sobre la vida fraterna. La opción de la escucha al hermano es el centro del mensaje de este texto, puesto que hay unos pasos para poder llegar a conseguir que aquel que cae en el pecado, pueda tener oportunidad de seguir en la comunidad y vivir plenamente inserto en ella. Hay un paso a paso, en el relato, para llegar a esta escucha asertiva en el evangelio.El texto parte de resaltar la importancia que tiene el hermano que ha llegado a pecar. Para ello, el evangelista propone la corrección fraterna, como una manera de reflejar la misericordia del ser humano por sus hermanos. Pero, en caso de no lograr la corrección en el pecado, la mediación de otros puede contribuir a un cambio y por ende un compromiso de reconciliación personal y con frutos en la comunidad.Sin embargo, los seres humanos tienden al no reconocimiento de sus faltas, errores o pecados. Allí es donde la comunidad acude en la recuperación de ese hermano de una forma fraterna. El texto mismo nos muestra las oportunidades que el pecador tiene, para poder superar aquellas situaciones que lo dejan por fuera de vivir la profundidad del amor, como alternativa, ante las situaciones de pecado que lo alejan de una vida armónica en la comunidad.La perícopa evangélica termina con una máxima propia del camino cristiano: «porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy en medio de ellos». Esta sentencia, con la que se concluye el evangelio, es una forma de reconocer esa presencia amorosa de Dios en la vida de la comunidad. La fuerza de fe de la comunidad es una lección que está desde el principio al final de la enseñanza de este evangelio.2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?Las comunidades apostólicas, fueron logrando una comprensión de la acción del Señor a su interior de manera paulatina. El tema de la reconciliación fue una de las experiencias más importantes en el aprendizaje de vivir en comunidad. Mateo presenta como la vida comunitaria es un caminar que convierte a quienes hacen parte del grupo, en seres conscientes de su labor de acompañantes en la comunidad.El texto del evangelio es un ejemplo de las acciones que, como comunidad, se pueden emprender. Jesús pone un ejemplo que hace parte de la vida de una comunidad no solo en su tiempo, sino que llega hasta los sentires y acciones de nuestras comunidades. Para conseguir el objetivo de la reconciliación en comunidad hay un paso a paso, un caminar que se centra en la persona, no en el pecado.Es así como, Jesús les propone a sus discípulos un camino de reconciliación en comunidad que se basa en tres pasos: primero acercarse a la persona, no por su pecado, sino por ser persona. Escuchar a la persona es un signo del reconocimiento de aquello que cada ser humano aloja de Dios en su ser, por ello, el perdón como expresión de la reconciliación es un indicativo del reconocimiento de Dios en cada persona. De allí que en este primer paso será importante cambiar la mirada; darle a la comunidad herramientas de aprendizaje que le inviten a quitar el prejuicio, y así darle importancia al valor absoluto de la persona.Un segundo paso en la reconciliación comunitaria enseñada por Jesús está centrado en la mediación; «Si [tu hermano] no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos» (Mt 18,16). La mediación en medio de una situación de pecado es una alusión directa al sacramento de la reconciliación. Para Jesús será importante que el pecador sea orientado en el camino de su conversión, “…el Señor nos invita a nuevas conversiones que permiten que su gracia se manifieste mejor en nuestra existencia” (Gaudate et Exultate, 17).El tercer paso de la reconciliación y el perdón esta mediado por la comunidad, la cual se convierte en la que debe acompañar el camino de la conversión. La comunidad es quien está llamada a recuperar al hermano perdido en el pecado; el texto constantemente repite que aquel que ha pecado tiene una condición de hermano. Sin embargo, hay una persistencia en el pecado por parte del pecador, por ello, es llevado a la comunidad, esta reincidencia del pecador es dolorosa para todos, pero, es allí donde la comunidad tiene la potestad de atar y desatar el pecado, partiendo, eso sí, de la actitud y compromiso de la persona que ve en el perdón un espacio de liberación.3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?La comunidad de Jesús en el evangelio de Mateo es consciente del valor que hay en el aprender a vivir con los otros. Los aprendizajes en comunidad tienen la mediación del abrirnos al conocimiento del otro. “Como enseñaron los Obispos de Sudáfrica, la verdadera reconciliación se alcanza de manera proactiva, «formando una nueva sociedad basada en el servicio a los demás, más que en el deseo de dominar; una sociedad basada en compartir con otros lo que uno posee, más que en la lucha egoísta de cada uno por la mayor riqueza posible; una sociedad en la que el valor de estar juntos como seres humanos es definitivamente más importante que cualquier grupo menor, sea este la familia, la nación, la raza o la cultura». Los Obispos de Corea del Sur señalaron que una verdadera paz «sólo puede lograrse cuando luchamos por la justicia a través del diálogo, persiguiendo la reconciliación y el desarrollo mutuo»” (Laudato Si´ 229).Cuando la comunidad esta fortalecida en su fe descubre la fuerza de su plegaria; «Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.» (Mt 18, 20). El texto del evangelio finaliza con un llamado la plegaria en comunidad, la fuerza de la oración en comunidad tendrá el poder de desatar la condición pecadora de aquellos que se dejan opacar por sus pecados y su fragilidad humana._______________________Recomendaciones prácticas:•Día de Oración Compartida entre las Iglesias Hermanas de Aquisgrán y Colombia.•Este día, se recomienda concluir la celebración con la oración por la paz de San Francisco de Asís.II.Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa En esta celebración dominical, el Señor nos regala en su Palabra un mensaje cargado del valor que tiene la reconciliación en comunidad. Dispongamos nuestros corazones a escuchar y compartir en la mesa de la Palabra y la Eucaristía la fraternidad que se teje en el encuentro de cada domingo, donde nos reconocemos como hermanos e hijos de Dios. Bienvenidos a este encuentro comunitario como signo de la acción de Dios en el amor que mostramos por nuestros seres amados. Monición a la Liturgia de la Palabra «La Palabra de Dios es viva y eficaz, más cortante que espada de doble filo, penetra hasta lo más profundo del corazón del hombre». Acojamos en esta celebración el mensaje de reconciliación presente en el itinerario de la Palabra de este domingo. Dejemos que la fuerza de la fe en comunidad sea el eje que oriente nuestra voluntad para cumplir con el deseo del Señor de perdonar y sabernos perdonados. Que la fuerza del Espíritu Santo nos acompañe en la escucha del mensaje de su Palabra en esta celebración.Oración Universal o de los Fieles Presidente: En tu corazón de padre, Dios amoroso y eterno, ponemos nuestras oraciones, como signo de la paz que procede de ti, por eso aclamemos juntos al Señor.R. Escúchanos, Padre de amor.1.Oremos por el Papa para que siga prestando su ministerio en pro de la reconciliación, y sigamos el llamado a la corrección fraterna que nos invita el evangelio, oremos al Señor.2.Oremos por las Iglesias Cristianas, para que, con acción y comprensión mutuas y una fidelidad a Cristo, superen sus divergencias y formen una sola Iglesia según el deseo de Cristo, oremos al Señor.3.Oremos por nuestras naciones para que el Señor nos muestre el camino que nos lleva a reconocernos hermanos y humanos en la misma dignidad, oremos al Señor.4.Oremos por las víctimas de todas las violencias para que, por medio de la justicia social, la rectitud de corazón podamos construir una sociedad reconciliada en el amor, oremos al Señor.5.Oremos por los trabajadores de la causa de la reconciliación, para que sean audaces y creativos en la misión que el Señor les ha encomendado, oremos al Señor.Oración conclusivaEscucha Dios de amor estas intenciones que te dirigimos,para que guiados por tu Palabra, nos reconciliemos en el amor tuyoy seamos cada vez más sensibles a las necesidades humanas.Por Jesucristo, nuestro Señor.R. Amén.

Vie 21 Jul 2023

El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo

DÉCIMO SEXTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO 23 de julio de 2023 Primera lectura: Sabiduría 12,13.16-19 Salmo: 86(85),5-6.9-10.15-16a (R. 5a) Segunda lectura: Romanos 8,26-27 Evangelio: Mateo 13,24-43 Orientaciones para la Predicación Introducción San Juan nos define a Dios como amor; San Pablo, en su gran himno a la caridad nos ofrece la paciencia como una de sus características. En Dios brilla de manera refulgente esta característica de quien ama, tal como aparece en el texto del libro de la Sabiduría que hoy escuchamos, al igual que en el salmo y en el Evangelio. Su paciencia es muy grande, pero no destruye la justicia, según se afirma en la parábola de la cizaña en el campo; habrá un tiempo en que será separada del trigo y quemada. Lo anterior es un llamado a la responsabilidad, a fin de permitirle a Dios que trabaje en nuestro corazón y que su semilla produzca abundantes frutos de paciencia, comprensión, bondad, amabilidad, etc. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La Palabra de Dios de este domingo nos descubre una faceta muy hermosa y consoladora: la paciencia divina es muy grande. Y esto estimula una profunda esperanza y confianza. La debilidad que a diario experimentamos es grande, pero la bondad y misericordia divinas expresadas en su espera paciente son inmensamente mayores. No desesperemos de nosotros y de quienes amamos y deseamos su conversión. Lo anterior nos podría llevar a la pregunta: ¿Entonces Dios hace caso omiso del mal y de quién lo obra? ¿Todo terminará en una misericordia que no conoce límite y Dios se tapará la cara para no ver el mal y darle la bienaventuranza a quien obra la iniquidad? La parábola de la cizaña esclarece de manera muy nítida este interrogante: hay justicia, llegará el momento de la verdad; no será igual haber obrado la iniquidad que haberse esforzado por caminar en la verdad y el amor. Llegará un momento en el cual serán separados el trigo y la cizaña; y la suerte será distinta: el trigo será almacenado en el granero, mientras que la cizaña será atada en gavillas y quemada. Confianza y responsabilidad; estas son las dos actitudes que nos deben caracterizar como cristianos. Dios es muy bueno; su bondad inmensa se expresa en una gran paciencia; esta certeza impide la desesperanza que podría venir a nuestro corazón al experimentar nuestra profunda fragilidad: cuántos propósitos que no logramos cumplir, cuántos esfuerzos por superar un vicio o defecto y las pocas victorias que no pocas veces constatamos, cuántas tentaciones y caídas… La paciencia de Dios es la oportunidad para el cambio, para la conversión, para emprender un camino de regreso a la casa paterna y para responder con amor al gran Amor que nos ha salvado y espera a diario nuestro regreso a casa. Ahora bien, si decidimos vivir en contra del Amor, a espaldas de Dios, obstinados en el mal camino, entonces el mismo mal elegido nos destruirá, pues como dice San Pablo, el pecado paga con muerte. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Soy obra preciosa a los ojos de Dios, soy hechura suya; Él me ha pensado desde toda la eternidad y me ha amado, por esto me ha creado, me ha hecho existir. Quien ama espera el amor de su amado. Dios espera nuestra apertura y nuestra correspondencia a su bondad; siempre nos espera; paciente y repetidamente llama a la puerta de nuestro corazón; solamente desea nuestro bien y nuestra felicidad. ¿Hasta cuándo tendrá que esperarnos? Dice el Apocalipsis: “Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguien; si alguien escucha mi voz y me abre la puerta entraré en su casa y cenaré él y él conmigo” (3,19-20). No retardemos más nuestra respuesta, pues la vida es pasajera y llegará un momento en que deberemos presentarnos ante el Dios bueno y misericordioso, pero también justo y verdadero. Somos llamados a encarnar esta paciencia divina para con los demás. Nadie es insalvable. Todos podemos cambiar. No consideremos perdido definitivamente a nadie. Como el Padre misericordioso en la parábola del Hijo pródigo, esperemos la reacción y el cambio de los demás; mientras tanto, ejercitémonos en la espera paciente y en la caridad activa manifestada en un trato bondadoso y amable, en soportar animosamente todas las molestias que los demás nos puedan ocasionar y en hacerles el mayor bien posible. 3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Señor, Tú que nos has amado de tantas maneras y solamente deseas nuestro bien y nuestra felicidad: haz que no retardemos más nuestra decisión de corresponderte; danos un corazón decidido y firme para luchar contra aquello que nos impide abrirte completamente nuestro corazón; que no te sigamos crucificando más; antes, por el contrario, que nuestra vida pueda ser en adelante una alabanza permanente a tu gloria y un rendido homenaje de sumisión amorosa, sabiendo que en seguirte y obedecerte está nuestro mayor bien. Señor, Tú que fuiste manso y humilde de corazón, danos la gracia de tener tus mismos sentimientos de paciencia y bondad frente a las limitaciones y defectos de los demás, esperando su conversión y superación. Todos somos frágiles y necesitados de misericordia y compasión. Ayúdanos a vivirla con los demás para que, así, podamos gozar de tu benevolencia, según nos los dices en el Evangelio: la medida que uséis la usarán con vosotros. ______________________ Recomendaciones prácticas: Jornada mundial de los abuelos y de los mayores. La lectura del contenido de la homilía y de sus partes textuales del Papa Francisco en su Misa matutina en la Capilla de la Domus Sanctae Marthae, tenida el lunes 12 de febrero de 2018. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa La Eucaristía es el encuentro con el Dios bueno, clemente y que espera con paciencia nuestra conversión. Vivamos esta fiesta con espíritu de fe y devoción, dispuestos a dejarnos moldear y plasmar por sus mismos sentimientos, para que nuestra vida sea una prolongación de su amor y misericordia. Monición a la Liturgia de la Palabra El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad para que la Palabra de Dios penetre en la tierra de nuestro corazón, lo permee de sus mismos sentimientos y sea el principio de acciones de misericordia y bondad para con los demás. Escuchemos con fe y atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Confiemos nuestras súplicas a nuestro buen Padre paciente y rico en misericordia y, llenos de confianza, digámosle: R. Padre bueno, escúchanos. 1. Por la santa Iglesia esparcida por todo el orbe de la tierra, para que la proteja de las asechanzas del maligno y la purifique en sus miembros. 2. Por todos los que sufren, para que, mirando al Dios misericordioso y paciente, encuentren la fuerza para unir sus padecimientos a los de Cristo y, así, contribuyan a la salvación de la humanidad. 3. Por los abuelos y los mayores, para que en sus familias encuentren el rostro amoroso de Cristo, que los consuela y conforta en sus sufrimientos. 4. Por todos los que se llaman cristianos, para que comprendan que Dios quiere la salvación de todas las personas y, de este modo, se esfuercen por mirar con misericordia y compasión a los más alejados y descarriados. 5.Por todos nosotros, para que tengamos un corazón paciente y misericordioso para con aquellos que viven a nuestro lado. Oración conclusiva Recibe, Padre santo, estas súplicas que te hemos dirigido y concédenos cuanto te hemos pedido con fe y humildad, por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.

Sáb 15 Jul 2023

Salió el sembrador a sembrar

DÉCIMO QUINTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO 16 de julio de 2023 Primera lectura: Isaías 55,10-11 Salmo: 65(64),10.11.12-13. 14 Segunda lectura: Romanos 8,18-23 Evangelio: Mateo 13 ,1-23 Orientaciones para la Predicación Introducción Comienza la parte del Evangelio de Mateo llamada “libro de las parábolas”; se leerán cinco de ellas: el sembrador, la cizaña, el tesoro escondido, la perla y la red. En ellas se esconden los “secretos del reino de los cielos”, como los diferentes grados de aceptación que tiene la Palabra de Dios según la disposición personal de cada oyente. Dios no fuerza la libertad para escucharle o no (Evangelio). Sin Embargo, la Palabra es poderosa y eficaz para producir siempre alguna forma de fruto, porque procede de Dios (primera lectura). Toda la creación ha de participar también de la gloria a la que están destinados los creyentes. Pablo muestra su visión del mundo creado que, en su estado caótico, manifiesta su ansiosa espera cósmica de alcanzar la misma meta a la que tiende el hombre: “la libertad gloriosa de los hijos de Dios” (tercera lectura). ¿Qué dice la Sagrada Escritura? “Aquel día, Jesús salió de casa y se sentó a orillas del mar” (13,1). Jesús sale de la casa en la que estaba y se va a la orilla del mar, recordamos se evoca el pasaje de la tempestad calmada (8,23). La multitud que se reúne en torno a Él es grande (13,2). Con él subido en una barca y la gente sentada a la orilla. En este bello escenario comienza la enseñanza. La parábola del sembrador (13,3b-9), la primera en contarse distingue diversos tipos de terreno en los cuales caen las semillas arrojadas por el sembrador, destacando al final un terreno que es apto para la inmensa producción de que es capaz una simple semilla. Y al sembrar, unas semillas cayeron a lo largo del camino; vinieron las aves y se las comieron. Al caer en el camino donde no puede ser cuidada, cae de superficialmente, así son las personas que oyen la palabra, pero no llega al corazón, no se arraiga no tiene raíz y el maligno la arranca. Otras cayeron en pedregal, donde no tenían mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura de tierra; pero en cuanto salió el sol se agostaron y, por no tener raíz, se secaron. La semilla que cae en un terreno rocoso donde no puede hacer raíz y con el sol inclemente se seca, es el hombre que oye la palabra y la acepta inmediatamente con alegría, pero no admite la raíz es superficial, es incoherente en su actuar y por tanto no germina. Otras cayeron entre abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron. Aunque el suelo es bastante profundo para hacer raíz se encuentra con hierba, compara con el que oye la palabra, pero las preocupaciones personales y del mundo sofocan la palabra y no da frutos. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto, un ciento, otra sesenta, otra treinta. La semilla sembrada en la tierra es buena, en suelo profundo, no tiene abrojos, es la persona que abre su corazón, escucha la palabra y da diferentes frutos. El comportamiento del sembrador, que es un profesional en la materia, ciertamente parece extraño cuando deja caer algunas semillas en terreno impropio para el cultivo. Sin embargo, esto corresponde a la realidad del evangelio: antes que la calidad de la tierra, lo que vale es la calidad de la semilla. Así obraba Jesús: arrojaba su semilla en corazones sobre los cuales los fariseos ya habían dado su dictamen negativo y consideraban excluidas de la salvación. Entonces la imagen de un sembrador arrojando las semillas en los tres primeros terrenos es un retrato de la obra de Jesús quien no ha venido “a llamar a justos, sino a pecadores” (9,13). Ante todo, se proclama la bondad de Dios, quien no tiene límites para ofrecer sus bendiciones (ver 6,45), pero esto implica de parte de cada hombre el hacerse a sí mismo “buena tierra” para que la semilla de la Palabra pueda crecer. La Palabra de Dios se nos da como un don, él no cuenta con la respuesta del hombre, la semilla cae en diferentes corazones, pero a pesar de ello tendrá éxito en la mayor parte. Es un relato que nos lleva a la esperanza. 2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La razón de ser de la creación fue preparar un espacio adecuado para el hombre, creatura con la que Dios quería compartir y dialogar, porque Dios es comunidad de amor que comparte con los otros, esos otros son las personas humanas y en cada ser humano Dios comparte su espíritu como semilla de su reinado, esa semilla es su palabra, la buena noticia, que se ha hecho carne en Jesús el Cristo, para enseñarnos a vivir su proyecto de reino, compartiendo de manera justa y respetuosa nuestra casa común, con relaciones marcadas por la verdad, el respeto, la equidad y solidaridad. Ante esa palabra que Dios nos comparte en Cristo Jesús, las personas podemos tomar algunas actitudes: Apenas oírla, pero ni siquiera meditarla, simplemente dejarla pasar; otros la oyen, pero no profundizan en ella; otros la escuchan, es decir profundizan en ella, pero luego de entusiasmarse no se comprometen a aplicarla en sus vidas en su hacer y cómo hacer y por último hay algunos que la escuchan, se conmueven y se comprometen. Conviene revisarnos a diario y preguntarnos ¿a qué tipo de persona o terreno pertenezco, respecto a la acogida de la semilla de la palabra de Dios? 3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? La liturgia de este domingo me mueve a suplicar al Señor, que nos siga sacudiendo con la acción del espíritu santo: Sacudiendo nuestra capacidad de asombro y sensibilidad ante las situaciones que nos rodean y niegan los valores del reino. Que el Espíritu Santo, que recibimos junto al agua viva del bautismo, nos siga empapando, haciendo germinar en nosotros las semillas de la acogida al otro, de la disponibilidad para el servicio a las personas y comunidades, desde la opción de vida laboral o profesional que hayamos escogido; para que germinen en nosotros las palabras y obras que aporten verdad, justicia y solidaridad, como germina la semilla en tierra buena. _______________________ Recomendaciones prácticas: Se podría colocar en un espacio cercano al altar, la Biblia abierta, y a su alrededor, algunos testimonios de niños, jóvenes y adultos de la catequesis, los grupos juveniles y movimientos apostólicos compartiendo su experiencia de compromiso de fe e incluso algún informe pastoral de las obras parroquiales del año anterior y hacer alusión a ellos, durante la homilía. Nuestra Señora del Carmen. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Bienvenidos a este nuevo encuentro dominical con el Padre Celestial, con la Palabra que viene de su hijo único, con el Espíritu Santo que nos renueva su gracia sacramental y con nuestros hermanos y hermanas, con quienes compartimos la alegría de creer, la satisfacción de la lucha diaria por vivir en coherencia con nuestra fe y la esperanza por avanzar en la transformación de las realidades que niegan el reinado de Dios, por realidades que nos aproximan a ser cada día más humanos y humanitarios y por ende auténticos hijos e hijas de Dios. Participemos activamente. Monición a la Liturgia de la Palabra La palabra de Dios es Luz a nuestros pasos, escuchémosla con atención, meditemos la con devoción y apliquémosla con voluntad de fe comprometida. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Dirijamos nuestras suplicas a Dios clemente y misericordioso, por el bien de la humanidad, y digámosle con fe y esperanza: R. Padre todo bondadoso escúchanos. Por la prolongación viva de la humanidad del Señor que es la santa iglesia: Para que, desde el compromiso del Santo Padre, de todos los ministros ordenados; los consagrados en la vida religiosa y de todo su laicado; su palabra salvífica, se extienda por todo el mundo y el anuncio del Evangelio produzca frutos de justicia y paz, roguemos al Señor. Por la fecundidad de la tierra y del esfuerzo humano: para que ningún pueblo carezca de lo necesario para subsistir y se vele por el cuidado de los ecosistemas de nuestra casa común, roguemos al Señor. Por los indiferentes o que viven alejados del Evangelio: para que Dios suscite testigos valientes que les anuncien con sus vidas y les reiteren el llamando a muchos de estos hermanos al don de la fe, roguemos al Señor. Por todos nosotros: para que nuestro corazón acoja la Palabra de Dios y promueva frutos de fe, esperanza y caridad, roguemos al Señor. Por las personas que atraviesan por situaciones de desplazamiento forzado, o soledad, para que encuentren entre sus vecinos o conciudadanos, la acogida y solidaridad, roguemos al Señor. Oración conclusiva Dios Padre, cuyo poder radicar en el amor misericordioso, acoge las súplicas de tu pueblo. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.

Sáb 8 Jul 2023

Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré

DÉCIMO CUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO 9 de julio de 2023 Primera lectura: Zacarías 9,9-10 Salmo: 145(144),1-2.8-9.10-11.13cd-14 (R. 20[19],7) Segunda lectura: Romanos 8,9.11-13 Evangelio: Mateo 11, 25-30 I.Orientaciones para la Predicación Introducción La palabra de Dios que hoy se nos propone, nos presenta tres situaciones que se concatenan secuencialmente: 1. Dios trinidad es justo, misericordioso y fiel en su relación con la humanidad. Su compromiso con el hombre es permanente. 2. Ante la caída de la humanidad por el pecado, la familia divina, promete, desde el Padre, proveernos un mesías, redentor, liberador y salvador, que vendrá revestido de las virtudes que los hombres debemos asumir, desde su testimonio (humilde, desprendido-solidario y fiel a la voluntad del Padre eterno), si queremos levantarnos de donde hemos caído y recuperar nuestra dignidad y vida plena. 3. Jesús es el hijo escogido-ungido- por la familia divina para cumplir la promesa mesiánica y no sólo la cumple, sino que, nos une a Él por el bautismo, posibilitándonos que, acogiendo con humildad su gracia compartida, quién permanezca fiel al bautismo y se configure con Jesús, el Cristo, como justo, fiel y solidario podrá, con la gracia del Espíritu Santo, recibida en el bautismo, vencer el pecado y recuperar su vida plena. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El profeta Zacarías, procura levantar el ánimo de un pueblo, Israel, que se ha quedado sin rey, al profeta le preocupa la dispersión del pueblo elegido y asume la vocería de Dios que promete un mesías, un rey justo, por cuanto personaliza las cualidades del siervo de Yahvé y unirá tribus como la de Efraím con Judá, recuperará Jerusalén como lugar de encuentro del pueblo unificado en torno al Mesías Rey, con Dios. El Salmo 144 Reconoce a Yahvé como un Dios Compasivo y misericordioso, eternamente fiel y comprometido con su pueblo, no lo condena, sino que lo levanta del polvo a donde ha caído por su pecado de infidelidad. En la carta a los Romanos, Pablo nos recuerda que, en Cristo, por el bautismo somos sumergidos en el espíritu Santo, que nos capacita con sus dones para configurarnos con cristo siervo fiel del reinado de Dios, de modo que, si somos, como Cristo, dóciles al Espíritu y fieles al llamado del Padre eterno viviremos como Cristo y en Cristo, y se restaurara nuestra vida plena. En el evangelio, Mateo nos muestra a Jesús asumiendo su identidad mesiánica de hijo de Dios. Conoce al Padre, por tanto, sabe cuál es su voluntad y proclama que quiere compartir ese conocimiento con su pueblo, por eso ha llegado a ellos, con las actitudes profetizadas por Zacarías y con la esperanza de que este sea un pueblo dispuesto a escucharlo, con la misma humildad y voluntad filial con que Jesús escucha al Padre celestial. Les confirma que los que se acerquen a Él, escuchen su palabra y asuman su compromiso de vivir el amor solidaridad al prójimo, de asumir la verdad y la justicia, que constituyen ese yugo suave con el cual se vence al tentador y al pecado, estarán compartiendo con Jesús el reinado de Dios y podrán participar de la redención, liberación y salvación total que Él nos trae. 2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Esta palabra de hoy, a mí, Como bautizado desde el carisma y ministerio que he asumido me dice e invita a meditar con humildad, discernir y actuar con fidelidad a lo que la palabra me ha inspirado, acercarme con sencillez, a predicar a la comunidad a Jesús desde Jesús, anunciarlo más que con palabras con actitudes y con ese nuevo ardor del que hablaba san Juan Pablo II que mueve a las personas a creer, más que por la elocuencia del discurso, por la transparencia y coherencia del testimonio de vida, como lo hacía Jesús. A la comunidad esta Palabra me sugiere decirle que también a cada miembro de nuestras comunidades les conviene mantener una actitud de apertura y disposición a acoger y escuchar con respeto a cada hermano o hermana que se acerca, desde su basta o básica formación académica, a compartirnos su experiencia de fe, o presentarnos su lectura de fe de algún proceso o aspecto de la realidad que comparte con nosotros, pero también a observarle y discernir si, tanto su discurso como actitudes, marcan sintonía o coherencia con el evangelio, de modo que podamos acoger lo bueno y auténtico que percibamos en cada persona que se nos acerca; lo apliquemos y compartamos con los demás. 3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Esta palabra que se nos ofrece para este domingo del tiempo ordinario me mueve a pedirle al Señor, que, por la acción del Espíritu Santo, podamos todos ser permeables y sencillos como los niños a la palabra de Dios que nos llega por diversas personas, medios y modos; a acoger la voluntad del padre que se nos expresa desde estas personas. Pero, sobre todo, que logremos asumir el yugo y carga ligera de reconocer la verdad, así nos conmine a cambios drásticos, a esforzarnos por obrar cada vez con mayor cercanía a la justicia y con disponibilidad generosa y solidaria respecto a las personas que en la comunidad nos requieran algún servicio o compromiso. _______________________ Recomendaciones prácticas: Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, Patrona de Colombia. En la Oración de los fieles conviene tener presente esta celebración. II.Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa La misa es el lugar y acción litúrgica por excelencia, punto de llegada al que traemos los esfuerzos y realizaciones por hacer la voluntad del Padre creador; por configurarnos con Cristo y de partida, como lugar celebrativo en el que recibimos el pan de la palabra y el pan eucarístico que nutre nuestra conciencia y voluntad para mantener y avanzar en nuestro compromiso bautismal de ser uno con Jesús para vivir en comunidad los valores del reino de Dios, con la cual podremos, levantarnos de nuestros pecados y ponernos en línea del servicio de su reinado con el compromiso concreto por la verdad, la justicia y el amor solidaridad. Con estas convicciones, animémonos a participar activamente. Monición a la Liturgia de la Palabra Con la humildad y sencillez que Nuestro Señor Jesucristo valora como actitudes necesarias para acoger y sacar provecho a su palabra, escuchemos con atención lo que Dios nos comunica hoy, para hacer de nuestra cotidianidad un tiempo o momento de salvación. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Dirijamos nuestras suplicas al Padre que siempre atiende a sus hijos y digámosle con fe y esperanza: R. Padre misericordioso, escúchanos. Por la Iglesia Universal, que peregrina en la historia, para que consientes de nuestro compromiso bautismal, nos configuremos con Cristo que se acerca a todas las personas invitándolas a reconocerse capaces de superar el mal y el pecado en que hayan podido caer. Oremos. Por quienes, desde las distintas instancias o espacios de poder, conducen y gobiernan las naciones, en particular a nuestro país, para que mantengan una actitud constante de reevaluación de sus desempeños y compromiso para con sus comunidades. Oremos. 3. Por nuestra patria, para que por intercesión de María nuestra madre, en su advocación de nuestra señora de Chiquinquirá, se acreciente el amor cristiano y la justicia verdadera. Oremos. 4. Por las personas que sufren todo tipo de abandono, de exclusión o discriminación, para que encuentre en cada uno de nosotros a prójimos que los acompañan y apoyan en procesos de redignificación y restauración de sus derechos y dignidad humana. Oremos. 5. Por todos los que celebramos esta Eucaristía, para que ella nos recuerde que somos peregrinos en la tierra y que nuestra morada es el Cielo. Oremos. Oración conclusiva Todas estas intenciones te las presentamos, Padre bueno, por intercesión de tu Hijo Jesucristo que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. R. Amén.

Sáb 1 Jul 2023

El que pierda su vida por mí, la encontrará

DÉCIMO TERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO 2 de julio de 2023 Primera lectura: 2 Reyes 4,8,-11.14-16a Salmo: 89(88),2-3.16-17.18-19 Segunda lectura: Romanos 6,3-4.8-11 Evangelio: Mateo 10, 37-42 I.Orientaciones para la Predicación Introducción Jesús, el Maestro, debe ocupar el primer lugar en el corazón y en la vida de los discípulos, incluso por encima de los afectos familiares. Además, el discípulo está llamado a saber perder la vida para obtener la vida verdadera; debe cargar la cruz para ser digno de seguir a Cristo. Todo aquel que acoja a los enviados de Dios tendrá su recompensa, como la tuvo la mujer que recibió en su casa a Elías o como serán premiados los que brinden hospitalidad a los misioneros de Cristo por ser sus discípulos. ¿Qué aconteció el día en que fuimos sumergidos en las aguas del bautismo? Fuimos sepultados con Cristo para resucitar con él a la vida nueva. Si la muerte ya no tiene poder sobre Cristo, también nosotros hemos muerto al pecado y vivimos para Dios. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La mujer sunamita y su esposo dan testimonio de generosidad y hospitalidad al acoger al profeta Elías en su casa. Ellos reconocen que es un “hombre de Dios” y por eso no dudan en asegurarle hospedaje durante sus viajes al monte Carmelo. De esta manera, la mujer practica la fe en YHWH, de quien Eliseo es mediador, con un gesto desinteresado (cf. 4,13). El nacimiento de un hijo será para esta mujer la inesperada recompensa, signo de la bendición divina (vv. 14-16a). Todo cristiano se une a Cristo por medio de su bautismo. Se trata de una unión, es decir, de una incorporación tan íntima y radical que nos ha asociado completamente al misterio de su muerte, sepultura y resurrección. Por el bautismo hemos muerto con Cristo, hemos sido sepultados con Cristo y hemos resucitado con Cristo. San Cirilo de Jerusalén lo explica de una forma muy clara en su segunda catequesis mistagógica: “No hemos muerto ni hemos sido sepultados de modo verdadero, ni resucitamos después de que hubiésemos sido verdaderamente crucificados, pero sí se ha realizado en imagen una imitación de aquellas cosas, y es de aquí de donde ha brotado la salvación. Cristo fue verdaderamente crucificado, verdaderamente fue sepultado y verdaderamente resucitó, y todo ello nos ha sido regalado a nosotros por gracia para que, hechos partícipes de sus sufrimientos, obtengamos en verdad la salvación”. Morir al pecado y resucitar para andar por sendas de vida nueva es la manera como se refleja en la vida del cristiano el misterio del bautismo que ha recibido. Jesús es radical y contundente cuando afirma que nadie puede ser querido más que él. Por su estilo de vida, el discípulo está llamado a jerarquizar sus vínculos afectivos, colocando en primer lugar el amor por Jesús. Se trata de asumir en la vida la virtud como el orden del amor, el ordo amoris del que habla san Agustín: se debe amar lo que verdaderamente debe ser amado. Por tanto, Jesús es el valor absoluto para el discípulo, quien le hace capaz de afrontar los sufrimientos e incluso la muerte, capaz de perder la vida en vez de conservarla para ganarla, capaz de llevar la cruz ejemplo de aquel que cargó la cruz para hacernos libres. Por otra parte, quien acoge al misionero también vive un vínculo de comunión intenso con Jesús y con el Padre, ya que, según la concepción común del judaísmo, el enviado es igual al que envía; quien acoge al misionero acoge a Jesús y en él al Padre que lo ha mandado (v. 40). Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Dejemos que sea el Papa Francisco quien nos ilumine con su enseñanza, tomada del discurso antes del rezo del Ángelus pronunciado el 2 de julio de 2017: “La liturgia nos presenta las últimas frases del discurso misionero del capítulo 10 del Evangelio de Mateo (cf. 10, 37), con el cual Jesús instruye a los doce apóstoles en el momento en el que, por primera vez les envía en misión a las aldeas de Galilea y Judea. En esta parte final Jesús subraya dos aspectos esenciales para la vida del discípulo misionero: el primero, que su vínculo con Jesús es más fuerte que cualquier otro vínculo; el segundo, que el misionero no se lleva a sí mismo, sino a Jesús, y mediante él, el amor del Padre celestial. Estos dos aspectos están conectados, porque cuanto más está Jesús en el centro del corazón y de la vida del discípulo, más ‘transparente’ es este discípulo ante su presencia. Van juntos, los dos. ‘El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí...’ (v. 37), dice Jesús. El afecto de un padre, la ternura de una madre, la dulce amistad entre hermanos y hermanas, todo esto, aun siendo muy bueno y legítimo, no puede ser antepuesto a Cristo. No porque Él nos quiera sin corazón y sin gratitud, al contrario, es más, sino porque la condición del discípulo exige una relación prioritaria con el maestro. Cualquier discípulo, ya sea un laico, una laica, un sacerdote, un obispo: la relación prioritaria. Quizás la primera pregunta que debemos hacer a un cristiano es: ‘¿Pero tú te encuentras con Jesús? ¿Tú rezas a Jesús?’. La relación. Se podría casi parafrasear el Libro del Génesis: Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a Jesucristo, y se hacen una sola cosa (cf. Génesis 2, 24). Quien se deja atraer por este vínculo de amor y de vida con el Señor Jesús, se convierte en su representante, en su ‘embajador’, sobre todo con el modo de ser, de vivir. Hasta el punto en que Jesús mismo, enviando a sus discípulos en misión, les dice: ‘Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado’ (Mateo 10, 40). Es necesario que la gente pueda percibir que para ese discípulo Jesús es verdaderamente ‘el Señor’, es verdaderamente el centro de su vida, el todo de la vida”. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Al Padre le pedimos que nos llene de su amor y nos enseñe a amar para saber amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con todo el ser, de manera que ocupe el primer lugar de nuestros afectos. Pidamos también al Señor que sepamos re-presentarlo (hacerlo presente) como sus misioneros, como sus testigos, respaldados con nuestra coherencia de vida, según la bella indicación del Maestro: “El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado”. Toda persona con quien nos vamos encontrando en el camino de la vida debe percibir en nosotros la presencia de Jesucristo y la presencia de Dios, nuestro Padre. Recomendaciones prácticas: CXV Asamblea Plenaria del Episcopado Colombiano, 3 al 7 de julio. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Cada Domingo la Iglesia celebra a Cristo Resucitado. Él está en medio de nosotros para hablarnos en su Palabra y alimentarnos con su Eucaristía. De manera particular, hoy Jesús nos anima a seguirlo y a cargar nuestra cruz, sabiendo que todo discípulo tendrá su recompensa. Participemos con fe. Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra que se nos ofrece hoy, nos alienta a dejar salir de cada uno de nosotros los mejores valores cristianos que poseemos, dejémonos iluminar y guiar por ella. Que la palabra de Dios sea lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro sendero. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Reunidos, para recordar los beneficios de nuestro Dios, pidámosle que inspire nuestras plegarias para que merezcan ser atendidas, supliquémosle diciendo: R. Salva, Señor, al pueblo que redimiste con tu sangre Por la Iglesia y sus ministros, para que utilicen todos los recursos y medios de comunicación para dar a conocer la buena nueva del evangelio, Roguemos al Señor. . Por los gobernantes de las naciones, para que depongan sus planes personales, piensen en los más necesitados y los ayuden a mejorar su calidad de vida, Roguemos al Señor. Por los obispos que estarán reunidos en Asamblea Plenaria esta semana, para que tengan abundante asistencia del Espíritu Santo, y sean dóciles a sus divinas inspiraciones, y encuentren las soluciones adecuadas a los tiempos actuales. Por las familias que sufren la perdida de sus seres queridos a causa de la pandemia, para que el Señor las consuele y las llene de fortaleza. Roguemos al Señor. Por cada uno de los que participamos de esta celebración, para que el Señor toque nuestro corazón y nos permita recibirlo a Él, con la hospitalidad practicada a nuestros hermanos, especialmente a los más necesitados. Roguemos al Señor. Oración conclusiva Que te sean gratos, Señor, los deseos de tu Iglesia suplicante, y concede lo que no podemos esperar por nuestros méritos. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.

Vie 23 Jun 2023

No tengáis miedo

DÉCIMO SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO 25 de junio de 2023 Primera lectura: Jeremías 20, 10-13 Salmo: 69(68), 9-10.14.33-34 (R. 35,10) Segunda lectura: Romanos 5,12-15 Evangelio: Mateo 10,26-33 Orientaciones para la Predicación Introducción En los últimos tiempos hemos experimentado el ruido de vientos contrarios y fuertes, que han tambaleado incluso a la misma Iglesia. Hay quienes se marean por el oleaje, otros se escandalizan y viven preocupados por las ciertas y falsas noticias que ruedan en las redes, y otros pretenden calmar la tempestad con sus propias fuerzas. Ante ello se puede explorar el repetitivo tema que aparece en las Escrituras de “No tengan miedo a los hombres” (Evangelio). O se puede abordar el tema de la fe, una fe que en momentos se muestra débil o poca, pero que es puesta a prueba no para su destrucción sino para su purificación y crecimiento. También desde la experiencia del enviado abordar los sentimientos, miedos, angustias, certezas y esperanzas que vive el hombre de Dios que asume la misión (la crisis o el gozo interior). ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La primera lectura nos trae parte del quinto relato de las Confesiones de Jeremías (a. 11,18 – 12,6; b. 15, 10-21; c. 17, 4-18; d. 18, 18-23; e. 20, 7-18). En ellas el profeta se despacha y abre su corazón para dejar palpar el duro combate de la crisis interior, estos desahogos son las llamadas “Confesiones de Jeremías”. El hombre de Dios comparte su conmoción ante su misión, sentirse enamorado por Dios y al mismo tiempo como olvidado por parte de Él en el cumplimiento de su misión. Son un “testimonio emocionante de las crisis interiores que atravesó” (Introducción a los profetas, Biblia de Jerusalén), sentimientos que se describen en los salmos de súplica. En el pasaje proclamado se presenta la influencia de Dios sobre el profeta, quien responsabiliza a Dios de su desdicha como si en su experiencia hubiese llegado a la conclusión que Dios lo ha despreciado (V. 10 todo es pavor, seducción, dobles, abatimiento, venganza); pero en medio del delirio interior, Jeremías mantiene la certeza que su Dios es el Dios de la gracia y lanza un grito de esperanza en él (Cf. Vv. 11-13), comenzando con la certeza absoluta de “Dios está conmigo”. La certeza de estar acompañado y defendido por Dios que infringirá el fracaso a sus “perseguidores”; Jeremías no actúa, él no toma venganza, su vengador es Dios, a él encomienda su causa. La misión el profeta, desde el inicio, se ha descrito en seis verbos: “arrancar y derribar, edificar y plantar, destruir y vender” (Jr 1,10), en ello se resumen las dos dimensiones fundamentales de todo profeta: Denunciar el pecado y anunciar la salvación. Esto provoca el cuchicheo y acecho de la gente; ante lo cual solo caben dos acciones: reafirmar la confianza – esperanza en Dios, y expresarle la debida alabanza. Esto es lo que pasa en el pasaje (Cf vv. 11-13 el himno de alabanza). El Salmo 69 (68) es una especie de lamentación, donde se expresa una queja seguida de una oración. Los versículos proclamados en esta celebración son el grito de angustia de un fiel, víctima de su celo. Esta oración refleja la situación vivida por Jeremías y por lo mismo la situación de todo hombre y mujer que se toma en serio la misión y el amor de Dios. La Segunda lectura, de la Carta a los Romanos, el Opúsculo teológico de Pablo, está tomada de la segunda parte de este escrito, que en los capítulos 5 al 8 desarrolla la justificación como prenda de salvación. El cristiano justificado por el amor de Dios bajo la gracia del Espíritu Santo encuentra la garantía – certeza de la salvación. Así los versículos 12 – 21 del capítulo 5, de donde se toman los proclamados, contrapone las figuras de Adán y el rol Único de Cristo, en quien la gracia ha sobreabundado. Así deja en claro que el pecado y sus consecuencias – la muerte – habitan en todo hombre, y separan de Dios; esta separación es la muerte (espiritual, física y eterna). Ante ello el don es obrado por Dios en Cristo Jesús que en comparación con Adán no hay punto de contraste, pues en Él se desborda la gracia para toda la humanidad. El Evangelio pertenece al Discurso Apostólico (Cap. 10 – 12). Que tiene como elemento de trasfondo la presentación e implementación del Misterio del Reino en las realidades humanas; para lograr este cometido, en el capítulo 10 encontramos este contexto: 1) elección de los Doce apóstoles junto a su manual de misión (10, 1-15); 2) la cruz parte integrante de la predicación (10, 16-25); 3) Llevar a cabo el anuncio sin temor (10, 26-33); 4) Jesús señal de contradicción (10,34-36); 5) aprender a renunciar para ser digno del Señor (10, 37-39), y su conclusión (10, 40-42). Así el texto proclamado (vv. 26-33) corresponde a las indicaciones para ser misionero y anunciar valientemente el mensaje confiado. Primero, no tener miedo a los hombres ni a sus acciones, aunque a veces son duras, en verdad no pueden nada; a quien hay que temer es a Dios que puede destruir eternamente. Segundo, el deber de proclamar el mensaje, de quien ha enviado, sin temor. 3) la muerte, sufrimiento, persecución tienen un gran valor. La suerte del discípulo se describe con la imagen de los gorriones y cabellos de la cabeza (29-31), con lo cual se afirma que la muerte de los discípulos, o su suerte, sea la que sea, no es un accidente sin sentido, sino que su entrega tiene un profundo significado pues “ni uno caerá al suelo sin el consentimiento del Padre”. Dios nunca estará ausente de la situación que le corresponda vivir al enviado. De esta manera la muerte no es fruto del pecado, como en Adán, sino motivo de vida, de gloria, como el Jesús. Finalmente, la cuarta enseñanza, es una precisión que el miedo o intranquilidad debe estar en el desenlace del Juicio final (vv. 32-33), se describe serenamente este momento para quien se puso de parte de Jesús, él lo defenderá en el juicio, pero quien lo negó – no lo anunció – no puede contar con su defensa en este crucial momento de realización final o definitiva. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Discípulos misioneros según el corazón de Dios Las lecturas nos han de interrogar sobre ¿cuáles son las actitudes frente a la misión? Entiéndase el compromiso de realizar el anuncio del Señor. Así la misión llámese profética (primera lectura con Jeremías), Apostólica (Evangelio con los Doce), o la ejemplarizante misión de Jesús en contraposición a la de Adán (segunda lectura), el hombre tiene la posibilidad de seguir causando pecado y la muerte o realizar su misión dejando que la gracia y la vida, obra exclusiva de Dios, siga llegando a todos y haciéndose operativa a pesar de la violencia que se le opone. La responsabilidad de tan maravillosa misión puede provocar una especie de crisis interior, que surge muchas veces de no comprender el querer de Dios y ver que las cosas no suceden según nuestro mezquino interés. Anunciar la misión liberadora de Cristo Jesús requiere discípulos misioneros según el corazón de Dios. No es Dios quien debe condescender o configurarse con nuestros pensamientos, sino los nuestros con los de Dios. La vida es para cumplir una misión, en ella nos jugamos la verdadera vida, la eterna; todo es obra en definitiva del que envía, “mi Padre del Cielo” repetirá el Evangelio proclamado por dos veces, es él quien da sentido a todo. Él da sentido a la vida, al envío, a la entrega incluso hasta la muerte, pues solo él puede verdaderamente dar vida o destruir. Nuestra misión evangelizadora no es una opción sino una responsabilidad de amor, ella está en continuidad irrompible con la misión de Jesús, en él el Padre nos ha enviado a todos. Todos: profetas y enviados por Dios, tarea ineludible si queremos la salvación. Discípulos misioneros tarea de todo bautizado. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Como oración y contemplación se puede proponer que, en ambiente de oración, se proclamen algunos apartes de la acción de gracias que nuestros pastores registraron en el Documento de Aparecida (Cf 23 – 32). Se puede tomar uno de los números que habla de la “Acción de gracias a Dios” (23 – 27), tomar uno de “La alegría de ser discípulos misioneros de Jesucristo” (28 – 29) y otro de “La Misión de la Iglesia de Evangelizar” (30-32). E insistir que el reflejo de este encuentro con Jesús es la conciencia que no podemos pasar la vida ser misioneros que damos a conocer Dios: quien, asumiendo una vocación específica del llamado del Señor, pero todos en compromiso bautismal profetas que, en su ambiente, familia y demás da a conocer las maravillas que ha obrado nuestro padre Dios. No teman proponer el llamado vocacional en sus diversas manifestaciones al pueblo de Dios. _______________________ Recomendaciones prácticas: El 29 de junio concurre la solemnidad de los santos Pedro y Pablo, que se convierte en una ocasión de orar por el Santo Padre Francisco. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Querida familia parroquial de NN., la ruptura con la cotidianidad para encontrarnos como comunidad eclesial y ofrecer a Dios la alabanza y adoración debida nos permite entrar en un espacio de descubrir nuestra vocación y misión; así como de preocuparnos por la salvación de unos y otros, a quienes traemos en nuestra oración en este encuentro con nuestro Dios. Perdamos los miedos y confiemos en Dios. Con corazón abierto dispongámonos a dejarnos conocer de Dios y recibir de su poder la ayuda necesaria para nuestra vivencia de la fe. Monición a la Liturgia de la Palabra ¡Oyentes, atención!, abran sus oídos y el corazón que les va a hablar el Señor. Aquí se nos abrirá la Palabra de Dios, único apoyo sutil e inconmovible para quien quiere vivir como propone el Señor; Oyentes escuchen con atención para que no pierdan las bendiciones de Dios. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Padre que nos llamas y envías, escucha nuestras suplicas, que te vamos a presentar, para que nos ayudes a aceptar nuestro compromiso evangelizador manteniendo una viva confianza en tu amor. Digamos con fe: R. Qué nos inunde tu llamada y misión, Señor. Te presentamos Señor, al Papa, a los obispos, los sacerdotes, a los diáconos, a todos los que has llamado a ser testigos de tu evangelio, para que nunca desconfíen de la tarea encomendada y bríndales la fortaleza necesaria para sus pruebas. Te presentamos Señor, a todos nuestros gobernantes, que ellos descubran que en el cumplimiento de su labor hay una misión superior: Ganarse la vida eterna ayudando a implantar el Reino de Dios, teniendo presente a los pobres, los faltos de pan, de techo, de trabajo, de justicia, de solidaridad. Te presentamos Señor, a las familias, para que enseñen a sus hijos a vivir en el amor, a perdonar, a tolerar, a ser hogares abiertos donde se acoja y se comparta la misión de evangelizar; y así pronto cese la violencia, la guerra, la opresión, y geminen tiempos de paz y reconciliación. Te presentamos Señor, a los sufren en el alma o en el cuerpo, para que encuentren consuelo para su dolor en los hermanos más cercanos. Te presentamos Señor, a esta comunidad parroquial, para que leas en cada uno aquello que tanto le preocupa y sea tu amor el que los consuele. Oración conclusiva Padre eterno, que siempre nos escuchas, sigue ayudándonos a ser consecuentes, cayendo en la cuenta de que todo lo hemos recibido de tu amor por Jesucristo, tu Hijo que vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén.

Vie 9 Jun 2023

El que coma de este pan vivirá para siempre

EL CUERPO Y LA SANGRE SANTÍSIMOS DE CRISTO 11 de junio de 2023 Primera lectura: Deuteronomio 8, 2-3.14b-16a Salmo: 147,12-13.14-15.19-20 (R. cf. Lc 1,53) Segunda lectura: 1Corintios 10,16-17 Evangelio: Juan 6, 51-58 Orientaciones para la Predicación Introducción «La Iglesia vive de la Eucaristía. Esta verdad no expresa solamente una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en síntesisel núcleo del misterio de la Iglesia. Ésta experimenta con alegría cómo se realiza continuamente, en múltiples formas, la promesa del Señor: “He aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt28, 20)». El inicio de la encíclica “Ecclesia de Eucharistia” de San Juan Pablo II ilustra y resume de una manera única el mensaje de este día. La homilía puede concentrarse en la exaltación de este divino misterio sin el cual la Iglesia no podría sostenerse y crecer. En el contexto de sinodalidad que vive la Iglesia y en consonancia con la Solemnidad de la Santísima Trinidad, celebrada el domingo pasado, el hilo conductor puede ser el de una espiritualidad eucarística para vivir la comunión y la misión. A ello ayudará la Sagrada Escritura que en esta ocasión destaca el camino emprendido por el pueblo de Israel, alimentado con el maná, para llegar al reconocimiento de Cristo, Pan vivo bajado del cielo, que sacia todo anhelo. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El texto del Deuteronomio invita a hacer memoria de un camino ya recorrido, en el que el pueblo de Israel ha invertido cuarenta años con el deseo de llegar a la tierra de promisión. Las palabras de Moisés invitan a la comunidad a reconocer una serie de cuidados que Dios, con su providencia, da a su pueblo y concentra la atención en dos elementos: el maná que calma el hambre y el agua que sacia la sed. El pueblo comprenderá que estos elementos naturales son dados por Dios, pero de manera transitoria; así, el pueblo es preparado, pedagógicamente, para la llegada de un pan y un agua que no se agotarán y saciarán a plenitud; se trata de la Palabra de vida (el Verbo encarnado) que sale de la boca de Dios. El salmista glorifica al Señor porque defiende a la ciudad santa de Jerusalén dando seguridad (refuerza los cerrojos de sus puertas), otorgando concordia con los vecinos (da paz a sus fronteras) y demostrando su predilección porque “con ninguna nación obró así”. De modo particular, la nueva Jerusalén, la Iglesia, recibe el cuidado del Señor incluso recibiendo de él un alimento fresco que transmite vigor: “sacia con flor de harina”; esta harina, la más fina, fruto del trigo que fructifica en la primavera, se vuelve comida excelsa que sacia, prefiguración de la sagrada eucaristía. San Pablo enseña a los Corintios el concepto cristiano de comunión a partir del misterio eucarístico que lo explica, pero también lo ejemplifica. Este motivo paulino será recurrente en la patrística, sobre todo desarrollado por san Ignacio de Antioquia: el pan es una unidad, pero se construye a partir de los miles de granos de trigo que lo conforman. Así, la unidad visible del pan transmite la unidad del cuerpo de Cristo porque todos nos alimentamos “del mismo pan”; esta unidad se da por la gracia del Espíritu Santo y se recibe por la gracia sacramental, la comunión en el cuerpo y la sangre de Cristo. A propósito, ha escrito san Juan Crisóstomo que se dice “el Cuerpo de Cristo; no muchos cuerpos sino un solo cuerpo. Así como el pan formado de muchos granos está unificado de forma que no se ven los granos separados, así también nosotros estamos unidos entre nosotros y con Cristo. Y si todos nosotros somos alimentados por la misma fuente y nos volvemos una sola cosa con Él, ¿por qué no mostramos una misma caridad y por esta razón nos volvemos una sola cosa también?” (Homilías sobre la primera Carta a los Corintios, 24, 4). Finalmente, el Evangelio de Juan presenta a Cristo como el “pan vivo bajado del cielo” explicando así que el maná bajado del cielo, como lo narra el Antiguo Testamento, era solo una prefiguración de este manjar que sacia completamente. Así, mientras el maná veterotestamentario permitió al pueblo de Israel sostener la vida biológica durante su paso por el desierto, el pan vivo neotestamentario ya no es un elemento natural sino una persona sobrenatural que concede plenitud de vida terrestre y vida eterna celeste a quienes se alimentan de Él. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? En el documento “Hacia una espiritualidad para la sinodalidad” se nos recuerda que la Eucaristía permite que llegue a plenitud la gracia del bautismo; porque a través del agua bautismal nos hacemos miembros del cuerpo de Cristo que es la Iglesia, y en la Eucaristía participamos de la cena del Señor y “nuestro ser-uno-en-Cristo se alimenta y profundiza hasta colmar nuestra propia existencia y relaciones”. Es decir, que por el bautismo se nos introduce a la vida de fe y por la Eucaristía llegamos a la plenitud de la existencia y las relaciones. En efecto, el Señor indicó que la plenitud que transmite a quienes comulgan con su Cuerpo y su Sangre es doble: primero, Juan 6, 53 hace énfasis en la “vida en ustedes”, que puede comprenderse como la manera inmanente de vivir la vida eterna en este aquí y este ahora terrenos, evidenciada a través de la presencia de Dios en el corazón del cristiano y su actuar consecuente. Segundo, el versículo 54 desarrollará los efectos de alimentarse con su carne y su sangre, esta vez desde un ámbito trascendente: quien lo haga tendrá “vida eterna” y logrará la resurrección. Para lograr la vida plena terrenal y su consumación en la vida plena eterna, la eucaristía es la condición necesaria, pues facilita la inhabitación del Verbo, Palabra del Padre, Pan vivo bajado del cielo, en el cristiano. La Eucaristía unifica al cristiano a través de la presencia unificadora del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. La inhabitación de Dios en la persona humana que cree y se adhiere a Cristo provee consistencia y firmeza en la vida cristiana, según lo dicho por san Ambrosio respecto a que “Toda alma fiel es Belén, casa del pan, casa de paz y tranquilidad” (Carta a Oronciano, 5, 18, 13) porque Cristo es Señor de la paz; de allí se pasa a una unificación en el cuerpo eclesial donde la sinodalidad brota como un don que no se genera como resultado de los esfuerzos personales sino como “camino progresivo de participación e integración en el único Cuerpo de Cristo que nos permite - como individuos y como comunidad - tener entre nosotros “los mismos sentimientos de Cristo”, como dice San Pablo (Flp. 2,5). Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Una espiritualidad eucarística para la sinodalidad en la Iglesia debe considerar el hecho de que, a través de la única comunión - que existe con Cristo y con el prójimo- llegamos a conocer el modo de pensar y la actitud propia de Cristo. La secretaría del Sínodo de la Sinodalidad nos recuerda que, por tal motivo, a pesar de nuestros pecados y fracasos, como Iglesia podemos ser la presencia de Cristo que sana, consuela, cuida y conduce a sus hermanos al abrazo con el Padre. La Iglesia, unida al Cordero inmolado descubre que la Eucaristía es el pan partido y ofrecido “por la vida del mundo” (Jn 6,51), para que “el mundo se salve” (Jn 3,17). Como dice San Agustín, sobre la mesa del altar eucarístico se ubican las sagradas especies del pan y del vino que serán consagradas. Al final, por la efusión del Espíritu Santo, nos hacemos tanto cuerpo de Cristo como miembros de su mismo cuerpo. “En consecuencia, sobre la mesa del Señor está el misterio que ustedes son, a la vez que reciben el misterio que son. A lo que responden con el amén, y su respuesta es su sello. Se te dice: “El cuerpo de Cristo” y respondes: “Amén”. Sé miembro del cuerpo de Cristo para que sea auténtico el Amén” (Sermón 272). _______________________ Recomendaciones prácticas: No olvidar en este domingo, antes de la proclamación del Evangelio, la recitación de la secuencia tomada del himno “Lauda Sion Salvatorem” de Santo Tomás de Aquino, compuesto a mediados del siglo XIII. Si las condiciones lo permiten podría preverse la comunión bajo las dos especies. Es de alabar que en este domingo se tenga un especial momento de adoración eucarística y la procesión con el Corpus Domini. Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, próximo viernes 16 de junio. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa La Eucaristía es el núcleo del misterio de la Iglesia y en ella vemos realizada la promesa de Jesucristo de permanecer con su pueblo todos los días hasta el fin del mundo. Por ello, nos reunimos con especial alegría en este domingo para celebrar la Solemnidad del Cuerpo y Sangre Santísimos de Cristo; alimentémonos de su Palabra y saboreemos el pan de los ángeles que es la Eucaristía. Celebremos con especial dedicación este encuentro con Dios vivo. Monición a la Liturgia de la Palabra En el Antiguo Testamento Dios alimentó a su pueblo, durante la travesía por el desierto, con un pan caído del cielo que se llamaba Maná. Pero con la venida de Cristo al mundo, por nuestra Salvación, la providencia divina nos ha dado el Pan vivo que sacia completamente nuestras ansias. Escuchemos con atención y alimentémonos de este pan de vida eterna. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Dirijamos nuestra plegaria a Dios providente que nos ha creado con su misericordia y nos sostiene en el camino de la vida con un alimento que no perece y digamos: R. ¡Escúchanos y fortalécenos, Señor! Por la Iglesia y sus pastores para que continúen ofreciendo con fe y caridad, al pueblo santo de Dios, el alimento de la Palabra y de la Eucaristía. Por los gobiernos nacionales y locales para que ayuden a sus comunidades a lograr la seguridad alimentaria y promuevan el desarrollo humano integral. Por nuestra comunidad eclesial para que, a través de la Eucaristía, viva el espíritu de comunión que alienta el caminar juntos hacia Dios y la solidaridad hacia los hermanos. Por nuestras familias para que en ellas reine la paz de Cristo y la comunión en el Espíritu Santo permita ser iglesias domésticas. Por quienes experimentan pruebas en la vida para que encuentren en nuestra oración y caridad una muestra del amor de Dios Padre. Oración conclusiva Escucha Oh Dios omnipotente las plegarias que te dirigimos con fe y haz que dirijamos siempre a Ti Nuestra vida y pensamientos. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén. R. Amén.

Sáb 3 Jun 2023

Dios envió a su Hijo al mundo para que se salve

LA SANTÍSIMA TRINIDAD 4 de junio de 2023 Primera lectura: Éxodo 34,4b-6.8-9 Salmo: Daniel 3, 52ac.53a y 54a.55a y 56a (R. 52b) Segunda lectura: 2Corintios 13,11-13 Evangelio: Juan 3,16-18 I. Orientaciones para la Predicación Introducción La celebración de esta solemnidad ofrece una ocasión inigualable para realizar una catequesis sobre el Misterio de la Santísima Trinidad y sus resonancias en la vida cristiana. La Palabra de Dios, escrita y transmitida, revela lo que el mismo Dios ha querido darnos a conocer sobre esta verdad de fe. El predicador debería aprovechar la ocasión para repasar los numerales 232 a 267 del Catecismo de la Iglesia Católica y, así, tener mayor claridad al respecto. En primer lugar, la Sagrada Escritura, particularmente los textos que en este domingo se exponen, presentan el Misterio sirviéndose de lo que en teología se llama “Economía de la salvación”, es decir, el modo particular como Dios obra para realizar la salvación. En segundo lugar, la Sagrada Tradición nos ayuda a entender que la economía de la salvación, esto es, lo que hemos visto y oído de este Misterio, corresponde al ser íntimo de Dios que no podemos ver y conocer con nuestra débil y reducida inteligencia; sin embargo, la Santísima Trinidad como Misterio se vuelve vida cristiana gracias a la comunión con cada una de las divinas personas en la unidad de su único ser: “El que da gloria al Padre lo hace por el Hijo en el Espíritu Santo; el que sigue a Cristo, lo hace porque el Padre lo atrae (cf. Jn 6,44) y el Espíritu lo mueve (cf. Rm 8,14)” (Catecismo, 259). 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El Evangelio de este domingo concentra su atención en el modo como Dios nos salva; de allí parte el conocimiento limitado que tenemos del misterio de la Santísima Trinidad puesto que este se asimila de una manera más fácil a través de las obras que Dios realiza para nuestro bien; por ello, el evangelista parte de la consideración de una cantidad, un sentimiento, un destinatario y un protagonista. Si empezamos por esto último, el papel protagónico lo tiene el Padre a través del Hijo único; allí ya se comienza a ver una unidad en la distinción de las personas divinas. El Padre es quien ama y, para amar al mundo - que es el destinatario -, ama primero al Hijo único, dirá San Agustín. Así pues, el Padre ama al Hijo, primero; luego, ama al mundo por el Hijo, pues por medio de Él fueron creadas todas las cosas; es el mundo del Hijo, a Él le pertenece. La cantidad del amor, es decir, aquel “tanto” que expresa san Juan respecto del amor de Dios al mundo, corresponde a la grandeza del que es enviado a salvar; es decir, es grande el Hijo en cuanto es Hijo eterno del Padre y existía con Él desde siempre; así mismo, es grande el amor, inconmensurable, con el cual el Padre y el Hijo se aman entre sí y aman al mundo. No es un amor pequeño y limitado, es el amor como fuerza de unidad: quiere decir que el Padre ama, el Hijo es amado, el Espíritu Santo es el amor. Por ello la “economía” de la salvación es una historia del amor de Dios por la humanidad a través del amor al Hijo. El Padre ama al mundo en el Hijo. El Hijo ama al mundo y se entrega hasta el final; de allí que el objetivo de ser enviado no sea realizar un juicio sino salvar la naturaleza humana caída y elevarla a sobrenaturaleza, es decir, realizar el proceso de “divinización”, como lo llamaron los Padres de la Iglesia. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La economía o plan salvífico es progresiva: la revelación de la unicidad de Dios en el Antiguo Testamento se aclara y entiende de una manera más específica cuando en el Nuevo Testamento el Padre es revelado por el Hijo; y el Padre y el Hijo son revelados por el Espíritu Santo. Por ello, entre la revelación de Dios a Moisés en la montaña del Sinaí, como Dios único y verdadero, y la confesión trinitaria que hace san Pablo en su segunda carta a los corintios, hay un punto de inflexión determinante: la venida de Cristo, verdadero Dios (uno en su naturaleza divina con el Padre y el Espíritu Santo) y verdadero hombre (consubstancial a la humanidad por su naturaleza humana). San Beda lo expresó de una manera magistral: “El mismo redentor y creador nuestro, que es el Hijo de Dios que existe antes de los siglos, en los últimos tiempos se hizo Hijo del hombre, para que, quien nos había creado con el poder de su divinidad para gozar de la bienaventuranza de la vida eterna, fuera él quien con la fragilidad de nuestra naturaleza nos restaurara, para recibir la vida que habíamos perdido (Homilías sobre los Evangelios, 2, 18). Así pues, aunque a veces nos cueste trabajo asimilar con las limitadas luces de nuestra razón aquel gran misterio que es la Santísima Trinidad, sin embargo, siempre queda el recurso de contemplar el modo como Dios nos ha salvado; esa contemplación conlleva al cristiano a asimilar una verdad de fe y a traducirla en hechos concretos de amor y renovación espiritual. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? En sus Homilías sobre el Evangelio de Juan (27, 2-3), san Juan Crisóstomo escribió una página que ayuda a volver concreto el mensaje de esta solemnidad. Dice el santo que la expresión “Tanto amó Dios al mundo, pone de relieve la grandeza y la intensidad de ese amor […]. Entregó a su Hijo Unigénito; no a un siervo, a un ángel o un arcángel. Ningún padre ha sentido tanto amor por sus propios hijos como Dios por sus siervos ingratos […]. Dio su vida por nosotros, por nosotros derramó su preciosa sangre. Por nosotros, que ni éramos buenos ni se lo íbamos a agradecer […]”. San Francisco de Asís repetía, lamentándose, que “el Amor no es amado”, ¡triste paradoja que nos cuestiona!; no obstante, el Crisóstomo nos da a entender que el amor de Dios es generoso y su misericordia no tiene medida aun cuando reciba la ingratitud del ser humano. Es más, el Padre de la Iglesia continúa, para señalar de qué manera nuestra indiferencia con las necesidades del prójimo son indiferencia a Dios mismo: “Hasta tal punto llega nuestra ingratitud que somos capaces de revestir con finos ropajes y mantos de oro a nuestros criados, a nuestros mulos y caballos, y despreciamos a nuestro Señor desnudo y vagabundo, cuando mendiga de puerta en puerta… Él, por el contrario, quiso someterse a sufrir tanto por nosotros. Voluntariamente padece hambre para que tú puedas alimentarte. Va desnudo para otorgarte el derecho a que te revistas de incorruptibilidad. Y, sin embargo, jamás le ofreces nada de lo que posees”. De allí que vivir y celebrar la solemnidad de la Santísima Trinidad tenga una resonancia especial en el amor al prójimo, reflejo del amor que debemos profesar a Dios, pálido espejo del amor del Padre al Hijo en el Espíritu Santo. _______________________ Recomendaciones prácticas: • En este domingo se concluye la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos que ha tenido como lema “Haz el bien, busca la justicia” (Cf. Is. 1, 17). Podría hacerse una mención acerca de la importancia de que los cristianos busquen la unidad a semejanza de Dios, uno y trino. • La fiesta del 31 de mayo, Visitación de la Bienaventurada Virgen María, y la memoria obligatoria de la Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia, el 29 de mayo, ilustran, concretamente, que es posible amar la intimidad de la esencia divina y reflejarla en el servicio a los demás. • Día del Campesino II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa En este domingo, solemnidad de la Santísima Trinidad, alegrémonos por el misterio de la salvación, ya que el Padre Eterno ha enviado a su Hijo único para que conozcamos su amor y lo hagamos vida, impulsados por el Espíritu Santo, a través del servicio a nuestros hermanos. Seamos conscientes de este misterio de amor y celebremos comunitaria y activamente el gozo de la redención. Monición a la Liturgia de la Palabra Dios Padre viene a nuestro encuentro a través de su Hijo Jesucristo, y el Espíritu Santo confirma esta misión. La Palabra de Dios nos prepara para recibir la gracia, experimentar el amor y vivir la comunión a semejanza de las divinas personas. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Oremos al Padre Eterno que, con su infinita misericordia, nos sostiene para que lleguemos al conocimiento pleno de la verdad y nos alienta a ser testigos de la unidad y de la paz. Digamos juntos: R. Muéstranos tu rostro, Señor. 1. Por el santo pueblo fiel de Dios para que camine en la unidad a ejemplo de la Santísima Trinidad, escuchando el consejo de los pastores y viviendo la concordia de los corazones. Oremos. 2. Por los gobernantes y la sociedad civil para que promuevan el progreso de los pueblos y generen el desarrollo integral de las personas que se les confía a su cuidado. Oremos. 3. Por esta comunidad eclesial para que, con alegría en el seguimiento de Jesucristo, busque la perfección y sus miembros tengan un mismo sentir y vivan en paz. Oremos. 4. Por nuestros agricultores y campesinos, para que vean recompensados sus trabajos con abundantes cosechas y precios justos para sus productos. Oremos. 5. Por todos los que padecen alguna tribulación para que descubran en nuestra cercanía y ayuda un reflejo del amor del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Oremos. Oración conclusiva Atiende oh, Padre, nuestras humildes súplicas, presentadas con fe a través de tu Hijo Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.