Pasar al contenido principal

Opinión

Sáb 20 Ene 2018

Vengan conmigo

Por: Monseñor Omar de Jesús Mejía -Celebramos hoy en la iglesia el tercer domingo del tiempo ordinario y comenzamos la lectura y meditación del evangelio de San Marcos. El escritor sagrado (Marcos), hacía parte del equipo misionero de Pablo y Bernabé. Su evangelio pretende fundamentalmente mostrarnos la figura de Jesucristo, el Señor, el Hijo de Dios y por lo tanto el Salvador. Según Marcos, el ministerio público de Jesús comienza inmediatamente después que Juan fue arrestado y se inicia proclamando la Buena Noticia de Dios, la invitación a la conversión y la presencia en el mundo del Reino de Dios. A renglón seguido, el evangelio invita a la conversión y a creer en la Buena Nueva. Para cumplir la tarea de anunciar el Reino, Jesús el Señor, inicia recorriendo la orilla del mar de Galilea, como quién dice, el anuncio se hace allí donde se encuentra la gente, en sus labores cotidianas, donde se desenvuelve el acontecer diario de la gente. Anunciar el Evangelio no es cuestión de ideas, no es hacer discursos, no es realizar muchos proyectos bonitos, muchos de ellos se quedan en el papel. Anunciar el evangelio es salir a la calle, ir allí donde se encuentran las personas en sus faenas cotidianas, allí donde se debate la vida. Bien lo dice el Papa francisco: “La pastoral no se planea en oficinas con aire acondicionado”, la pastoral se realiza en medio de la comunidad, en medio de las luces y las sombras de la existencia cotidiana. Dicen los obispos en Aparecida: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (243). Para Simón y su hermano Andrés, Jesús no es una idea de la cual han escuchado hablar, no. Para ellos Jesús, el Señor, es alguien real, vivo, cercano, alguien que los miró con ternura y por lo tanto los cautivó. Dice la Palabra: “Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: "Vengan conmigo, y yo los haré pescadores de hombres". Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron.” “Vengan conmigo, y yo los haré pescadores de hombres”. Según la tradición judía, un joven piadoso que deseaba profundizar en el conocimiento y práctica de la ley de Moisés, buscaba ser admitido en el grupo de algún maestro o rabino. Se decía: “Búscate un rabí y te desaparecerán las dudas” (Pirqué Abot 1,16). En cambio, aquí es Jesús quien llama a algunos, a los que Él quiere (cfr 3,13), para que sean sus discípulos: hace esa llamada con autoridad, y aquellos hombres responden. San Jerónimo comentando el texto dice: “Si no hubiera algo divino en el rostro del Salvador, Simón y Andrés, hubieran actuado de modo irracional al seguir a alguien de quien nada habían visto. ¿Deja alguien a su padre y se va tras uno en quien no ve nada distinto de lo que puede ver en su padre?” (Commentarium in Marcum 9). Para ser discípulo y misionero del Señor, se necesita tener una experiencia personal con Él. Es urgente que nuestra fe pase de ser un discurso, una simple ley o algo meramente cultural a ser una experiencia única e irrepetible, donde se viva la alegría de sentirnos amados de Dios. Hermanos, el Señor sigue pasando, Él continua amándonos, El pasa por la orilla existencial de cada uno de nosotros; pasa a través de la Palabra, en los sacramentos, en los hermanos, en la naturaleza. Si somos personas de fe, en todo y en todos, hemos de descubrir la presencia de Dios. El secreto de la fe está en escuchar la voz de Dios que hoy también nos sigue diciendo: “Vengan conmigo, y yo los haré pescadores de hombres”. Igual que ayer, hoy, el Señor, necesita de hombres y mujeres valientes y con decisión que queramos seguirlo sin miedo y cobardía, con valor y entusiasmo. Hoy el Señor sigue pasando por la orilla de nuestra existencia y nos sigue diciendo: “Vengan conmigo, y yo los haré pescadores de hombres”. Hermanos, el Señor cuenta von nosotros, tenemos que dejarnos cautivar al igual que Simón y Andrés y con la misma prontitud que lo hicieron Santiago y Juan. El Señor nos sigue llamando a cada uno por nuestro nombre y nos convoca a ser sus discípulos y misioneros en el mundo de hoy; nos invita a proclamar con nuestra vida: “el tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia”. Reino, conversión y llamada, son realidades inseparables que desde entonces vivimos en la Iglesia. El Reino es Cristo mismo, Él nos ha salvado, el secreto de nuestra parte es aceptar la Salvación y mantenernos en la Salvación. El Reino de Dios se da en la doble dinámica del ya pero todavía no; es decir, Cristo ya nos salvó con su encarnación, con su muerte y resurrección, pero nosotros debemos aceptar el misterio. Dios nos ofrece su paternidad y salvación, pero no nos obliga a aceptarla. La gracia perfecciona la naturaleza, pero no la sustituye. San Agustín dice: “Dios que te creo sin ti, no te salvará sin ti”. Dios respeta absolutamente nuestra libertad, nos ofrece su gracia, pero no nos obliga a recibirla. Es necesario por lo tanto estar continuamente en actitud de escucha y conversión para poder aceptar la llamada de Jesús que sigue actuando en nuestra historia. Es necesario escuchar a Jesús que hoy nos sigue diciendo: “Vengan conmigo, y yo los haré pescadores de hombres”. + Omar de Jesús Mejía Obispo de Florencia Evangelio: Marcos 1,14-20 Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: “El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia”. Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: "Vengan conmigo, y yo los haré pescadores de hombres". Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron. Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.

Mar 16 Ene 2018

Si logras juzgarte bien a ti mismo. Eres un verdadero sabio

Por: Mons. Gonzalo Restrepo Restrepo - Una de las señales de la sabiduría de una persona es la prudencia. Alguien prudente es aquel que sabe callar cuando hay que hacerlo y sabe hablar cuando se necesita. Una persona prudente no hace juicios de nadie. Quien verdaderamente busca la sabiduría de la vida, entiende que no se debe juzgar a nadie porque el hombre no está hecho para juzgar a nadie. Sólo Dios puede juzgar a todos porque sólo él nos conoce enteramente en todo lo que somos, lo que pensamos y lo que hacemos. Sólo él conoce toda nuestra realidad, nos conoce por dentro y por fuera, íntegramente. Así que los juicios pertenecen sólo a Dios. Tú puedes y debes juzgarte a ti mismo, pero de la mejor manera. No tienes por qué ser un verdugo para ti mismo. Hay muchos que son tiranos para sí mismos. Debes mirarte con realismo, juzgarte con verdad porque cuando haces juicios exagerados sobre ti mismo, para ensalzarte o para despreciarte, te estás destruyendo. La verdadera sabiduría está en lograr juzgarte con verdad y realismo a ti mismo. ¿porqué andas buscando qué decir, qué opinar, qué pensar sobre los demás? Hay quienes viven alimentando pensamientos en contra de los demás, sueñan en lo que los demás no han hecho ni han pensado para desfigurar su imagen y esclavizarlos. Hay personas con las cuales no se puede convivir porque son tan imprudentes que no se les puede confiar nada, aunque están ávidos de saberlo todo para poder contar y tener la última noticia. No tienen el más mínimo sentido de la intimidad, del secreto, de la reserva. Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que juzgar a los demás. Cuando se trata de juzgarnos a nosotros mismos, huimos, siempre nos justificamos sea lo que sea, siempre buscamos razones que nos justifiquen y no permitimos una condena como la que normalmente hacemos de los demás. Qué difícil es juzgarse a uno mismo y juzgar a los demás. Te invito a que manifiestes tu sabiduría, tu equilibrio y tu prudencia, haciendo un esfuerzo por no juzgar a nadie y por enfrentarte a ti mismo con realismo y con verdad. Sólo Dios puede juzgar al hombre. No tienes por qué apropiarte este derecho. + Gonzalo Restrepo Restrepo Arzobispo de Manizales

Lun 18 Dic 2017

Adviento - Esperanza

Por: Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - Luces, colores, nacimientos, fiestas, alegría, hacen parte del tiempo litúrgico del adviento. Las casas y los templos se ornamentan. Pero también aparecen otras dimensiones muy importantes, la preparación de la llegada del Salvador con las novenas al Niño Dios y la evaluación del año que termina. A estos elementos se unen otros de reconocido valor, como los encuentros de familia, las cenas y celebraciones con amigos y vecinos y el inicio del nuevo año. La Iglesia ha querido que hagamos el propósito de darle a este tiempo el significado que le corresponde, y no dejarnos dominar por las propuestas mercantilistas que el mundo hace desde meses antes. El significado central del adviento, teniendo en cuenta que viene de la palabra latina ad-venio (llegar, acercarse), remite necesariamente a la esperanza, como capacidad de esperar a alguien que llega o algo que se ha prometido. El adviento 2017, marcado por la primera jornada mundial del pobre, y animados por la visita del papa Francisco a Colombia, tiene que suscitar en todos el auténtico sentido de la esperanza cristiana. Dijo el Papa Francisco varias cosas en su maravilloso magisterio, relacionado con la esperanza. Sólo recuerdo aquí lo que nos dijo sobre la esperanza en la plaza de Bolívar de Bogotá, el jueves 7 de septiembre: “Vine hasta aquí como peregrino de paz y de esperanza”. “No le tengan miedo al futuro. Atrévanse a soñar a lo grande. A ese sueño grande yo los invito hoy”. Y a los jóvenes insistió: “Una ayuda les pido: contagiarnos la esperanza joven que tienen ustedes, esa esperanza que siempre está dispuesta a darle a los otros una segunda oportunidad”. “Jóvenes, sueñen, muévanse, arriesguen, miren la vida con una sonrisa nueva, vayan adelante, no tengan miedo”. ”Los jóvenes son la esperanza de Colombia y de la Iglesia; en su caminar y en sus pasos adivinamos los de Jesús, Mensajero de la paz, Aquel que siempre nos trae noticias buenas”. La vida del cristiano está marcada por la esperanza. Sabemos que nuestra vida no termina aquí, que estamos llamados a la eternidad. Por eso el adviento no se limita sólo a las cuatros semanas anteriores a la navidad, sino que ha de hacer parte de la existencia misma del creyente. Por eso mismo, cuando la vida se mira con los lentes del adviento, las actitudes y comportamientos del cristiano se destacan por la alegría y la esperanza. “Me dirijo ahora a todos, queridos hermanos y hermanas de este amado país, niños, jóvenes, adultos, ancianos, que quieren ser portadores de esperanza: que las dificultades no los opriman, que la violencia no los derrumbe, que el mal no los venza”, nos dijo el papa Francisco en Bogotá. Que vivamos en esta tónica el adviento 2017, como tiempo de paz, de reconciliación y de esperanza. + Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar de Cali

Jue 14 Dic 2017

Una decisión criminal

Por: P. Mario García Isaza - La Corte Constitucional ha dado orden al Congreso de la República de ocuparse en reglamentar la práctica de la eutanasia para menores de edad. Se lee lo anterior como una noticia más… sin estremecimiento, sin experimentar la conmoción del espíritu que debe producir lo que tiene dimensiones de catástrofe humana y moral. Es como si leyéramos que el Consejo municipal decidió autorizar la apertura de una vía…o que dos más dos son cuatro… No sucedería lo mismo, y probablemente nos horrorizaríamos, si la información se diese sin el recurso a los eufemismos hipócritas, con términos que expresaran con claridad el fondo de lo que se establece, así: la Corte Constitucional ordena al Congreso que se ocupe de indicarles a las familias colombianas, a los médicos y enfermeras, a las instituciones de salud, en qué forma y en qué circunstancias están autorizados para asesinar a los niños y adolescentes gravemente enfermos, y evitarles así que continúen sufriendo… El hecho no es otra cosa que un paso más en el camino que la perversidad de la Corte viene marcándole a Colombia, en una labor de zapa sistemática, tortuosa, disfrazada con un ropaje de disimulo, sobre los valores que fundamentan éticamente la vida de la sociedad humana. No parece sino que los magistrados de esa institución, sobrepasando, como lo han hecho tantas veces, los límites de la misión que les confía nuestra Carta (Art. 241 de la Constitución Nacional), se arrogaran el imposible derecho de afirmar que alguien, distinto a Dios, puede disponer de la vida de un ser humano. Así han legalizado el asesinato de los no nacidos, y así pretenden ahora que se reglamente el de los menores afectados por graves dolencias. Es sencillamente aberrante, tiene las características de perjurio, el hecho de que quienes han sido instituidos magistrados para defender la Constitución, actúen descaradamente violándola, al pedir que se desconozca el artículo 11 que consagra el derecho a la vida como inviolable. Ya, como era de esperarse, el ministro de salud salió a los medios a respaldar la decisión de la Corte; y digo que era de esperarse, puesto que quien niega, como él, la existencia de Dios no tiene por qué creer en valores y en leyes intangibles. El magisterio de la Iglesia, que nos transmite los designios de Dios sobre el hombre, es categórico y riquísimo en relación con el respeto a la vida de todo ser humano. Basten unos pocos textos. Nos dice el Concilio Vaticano II : “Cuanto atenta contra la vida, - homicidios de cualquier clase, genocidios, aborto, eutanasia y el mismo suicidio deliberado – todas estas prácticas y otras parecidas son en sí mismas infamantes, degradan la civilización humana, deshonran más a sus autores que a sus víctimas, y son totalmente contrarias al honor debido al Creador” (Lumen Gentium, 27) En el Catecismo de la Iglesia Católica, leemos : “Cualesquiera que sean los motivos y los medios, la eutanasia directa, que consiste en poner fin a la vida de personas disminuidas, enfermas o moribundas, es moralmente inaceptable. Por tanto, una acción o una omisión que de suyo o en la intención provoca la muerte para suprimir el dolor, constituye un homicidio gravemente contrario a la dignidad de la persona y al respeto al Dios vivo, su Creador…” (N° 2277 ) Y en el Compendio de la Doctrina social de la Iglesia, se nos recuerda : “El primer derecho…es el derecho a la vida, desde su concepción hasta su conclusión natural, que condiciona el ejercicio de cualquier otro derecho y comporta, en particular, la ilicitud de toda forma de aborto provocado y de eutanasia. “ (N° 155) La Conferencia Episcopal ha emitido un comunicado en el que manifiesta la preocupación que causa ésta que yo no dudo en llamar decisión criminal de la Corte Constitucional, y pide a los legisladores y a los profesionales de la salud que tengan en cuenta las implicaciones éticas que este tipo de determinaciones conlleva; todos deberíamos unir nuestra voz para respaldar esta solicitud de nuestros pastores. Y yo me atrevo a decir algo más: deberíamos, desde ahora, estar atentos e informarnos para no apoyar, en las futuras elecciones, a nadie que sea cómplice o partidario del crimen del aborto o la eutanasia. Padre Mario García Isaza C.M, Formador Seminario Mayor de Ibagué

Sáb 9 Dic 2017

Juan el Bautista

Por: Mons. Edgar de Jesús García Gil - Aparece en el horizonte del desierto de Judea un extraño personaje con un vestido de piel de camello y un cinturón de cuero en sus lomos. Comía langostas y miel silvestre. Es un profeta de Dios que grita en el desierto: “¡Preparen el camino del Señor. Abran caminos rectos!”. Así se presentó Juan el Bautista en el desierto llamando a todos a la conversión y bautizando con agua como señal de perdón por los pecados. Marcos 1,1-8. Preparar cuales caminos? Desde noviembre estamos preparando la navidad: Adornos, árboles de navidad, amigos secretos, pesebres, música en las emisoras y en nuestros autos, villancicos, luces en las ciudades, polvora aunque prohibida, regalos a nuestros amigos y familiares, viajes y encuentros de familia. Manjar blanco, natilla, bueñuelos, desamargado. Falta algo? Creo que si y es todavía lo mas importante. Tu corazon, mi corazón. El camino de tu corazon esta preparado para que Jesus re-nazca de nuevo en tu vida?. No me importa Jesús y no lo necesito me dijo un amigo. Wao! Yo si lo necesito y me importa mucho. Es la razon de mi vida como cristiano, presbitero, obispo. El marca mi camino. Va adelante. Pero yo tengo que arreglar baches, basuras, y egoismos que me han ido dañando mi camino. Debo arreglarlo. Para eso está este tiempo de adviento. Nos ahogan todos los preparativos del mundo. Son convenientes y buenos en cierta medida porque ambientan pero no son lo mas importante. Pongamole mas atencion a Dios y a su Hijo Jesus que nace en un pesebre del campo de pastores para iniciar una propuesta de vida humilde y llena de verdadero amor. Eso si, la cultura del encuentro que hacemos con nuestras familias por estos tiempos es la mejor plataforma para preparar la venida del Salvador. Por supuesto que El abrazo de la reconciliación y del perdon, el Fortalecer los lazos de amor entre la familia y los amigos y La solidaridad con los mas necesitados. + Edgar de Jesús García Gil Obispo de Palmira

Lun 4 Dic 2017

Navidad para la calma

Por: Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía - Los ánimos, de final y comienzo de años como estos, están tensos. El mundo siente la incertidumbre de la tragedia por venir, provocada por el terrorismo de ISIS, por el exhibicionismo armamentista de los americanos, en lo interno y en lo internacional; en fin, por el acontecer riesgoso de aquí y de allá. En nuestra realidad local y nacional, cada vez más globalizada, se vive la tragedia de desbordamientos naturales y sociales, de incertidumbres políticas y contrastes económicos. Caminamos entre avances visibles, porque no todo es desastre; entre soluciones frustradas por la corrupción e ineficiencia de lo público, temores y trancas para avanzar hacia la pacificación, la participación democrática, la reconciliación social y la legalización de la economía nacional. A todos, aquí y en el mundo, nos afectan los cambios culturales y tecnológicos, los fanatismos, la manipulación por fuerzas dañinas de las redes y medios masivos. A todos nos llena de ansiedad el efecto global y planetario del modelo económico, que daña suelos, subsuelos, océanos y atmósfera, y arrastra a la depredación y degradación consumista del medio ambiente. Pero, sin duda alguna, lo que más duele y produce gran tristeza, es la degradación y enajenación de las personas, las heridas del tejido de género y generación, la destrucción del trabajo humano y de los sistemas de salud, de justicia y cárceles, de seguridad para la vida humana, para los bienes y la convivencia pacífica y honrada. Es una crisis cultural que pone en vilo el futuro de muchos sectores poblacionales, de instituciones y valores esenciales para el sano funcionamiento colectivo. La coyuntura que vive Colombia es de gran cambio en la valoración del país por el resto del mundo, en lo regional, el continente y el concierto de naciones. La economía de lo global, hacia lo local y regional, y sus estrategias; los procesos de paz interna, los reconocimientos políticos y deportivos, la visita del Papa Francisco, el drama fronterizo con Venezuela, el crecimiento del turismo hacia Colombia, entre otros factores, nos han puesto, positivamente, en el escenario mundial. Cali y El Valle, la región Pacífico y Suroccidente, tienen mucho que ver con todas estas dinámicas. Como Iglesia, en esta Arquidiocesis de Cali y de la Provincia Eclesiástica del Valle, en continuidad con la tradición propia de la fe católica, seguimos atentos a todos estos logros y desafíos sociales, para sacar nuevas respuestas del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia, en términos de evangelización, pastoral de las comunidades y de la sociedad (Pastoral Social), y de mediación eclesial para la reconciliación y construcción de paz. La Navidad 2017, con la sensación de tiempo veloz y espacio copado, nos exige abrir espacio interior para la espiritualidad, la familia, la vecindad, los símbolos tradicionales del misterio de Jesús, Dios Humanado. Serán espacios para vernos ante el relato bíblico, la representación del pesebre, las expresiones de arte tradicional y de la creatividad cristiana en cada época. La contemplación, la calma, la alegría sana, el intercambio humano, el descanso y la reflexión con la Novena de Navidad, los recordados mensajes del Papa Francisco, nos ayuden a ver más allá del comercio, de los viajes y de las ferias. Preparémonos para un año 2018, que exigirá de todos afinar el sentido de las propias responsabilidades, sobre todo ciudadanas, buscando hacernos parte del avance constructivo de nuestras vidas, vínculos, familias y nación. La paz del corazón, que nos viene del estar Dios-con-nosotros, de estar Jesús Resucitado y su Palabra Viva en nuestras vidas y contextos, capacite a nuestras comunidades eclesiales, a cada parroquia, para hacer presencia, más viva e incidente, en los territorios en que están. Vienen los tiempos para definir si seguiremos avanzando hacia el desarme de los ilegales, tanto de la subversión como de la criminalidad. Si el cese pactado en Quito se prolonga indefinidamente, como lo esperamos las mayorías, más allá del 9 de enero de 2018. Si el sometimiento a la justicia ordinaria por las BACRIM, y a la JEP (Justicia Especial para la Paz) por actores, gestores y promotores de hechos criminales), ayudan a conocer la verdad como justicia necesaria para corregir y sanar. Si optamos por construir sobre lo logrado o nos devolvemos al pasado con los profetas del desastre y falsos Mesías de la riqueza y de la inversión extranjera, especialmente la minera, que, supuestamente, crea bienestar colectivo. Esta Navidad 2017 tendrá, entonces, no solamente la hermosa y colorida memoria de dos mil años atrás, con el Nacimiento de Jesucristo en Belén, sino la preocupante proyección del futuro inmediato, a corto y largo plazo, para nuestra patria, nuestra sociedad, nuestro territorio y entornos humanos. Cien días después de haber recibido al Papa Francisco en Colombia, que se ajustarán el 14 de diciembre, volvamos a hacer resonar su voz afectuosa, testimonial, serena, con la que denunció el espejismo y la maldición del narcotráfico, el riesgo en que están nuestras generaciones jóvenes de sucumbir también al engaño y la mentira, la amenaza brutal de la corrupción, y de la guerra infinita que la alimenta en nuestro medio. ¡Navidad haga feliz, en diciembre, el corazón de todos! +Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali

Sáb 2 Dic 2017

Estén preparados y vigilando

Con la celebración de hoy comenzamos el tiempo de adviento y con él damos inicio a un nuevo año litúrgico. Para nuestra meditación, durante la mayor parte del año vamos a meditar el evangelio de San Marcos. Marcos hacía parte del equipo misionero de Pablo y en Roma se encontró con Pablo. Su evangelio es fundamentalmente un texto a través del cual se nos invita a la conversión constante y permanente para ser fieles a los compromisos del discípulo misionero. De los cuatro evangelios, el de Marcos es el primero que se pone por escrito, con su mensaje pretende alimentar la fe de aquellos no creyentes que después de un proceso de conversión serio (catecumenado), han decidido abrazar la fe en Jesucristo, Rey y Señor… En su evangelio el escritor sagrado nos insiste en la necesidad de permanecer en esa primera experiencia de amor de Dios para poder ser fieles hasta el final. La palabra clave para permanecer, para ser fieles, para mantener la identidad hasta la muerte es: “Vigilar”, término que significa: estar despiertos, atentos, cuidadosos; para los jóvenes, vigilar significa: “estar en la jugada.” Según nuestro castellano, vigilar es: “Observar atentamente una cosa y estar pendiente de ella para que se desarrolle u ocurra como se desea o para seguir su evolución o desarrollo.” Para perseverar en la fe, para permanecer, será siempre necesario volver con frecuencia a las dulzuras del primer amor. Pensemos por ejemplo en aquellas personas que realizan un retiro espiritual, un encuentro personal con el Señor, después de una larga vida de pecado, de indiferencia o simplemente de la vivencia de una fe social y cultural, cuando se encuentran con Jesucristo personalmente, necesitaran estar vigilantes, si quieren permanecer en las delicias del gozo inicial. Lo mismo acontece en nuestra vida humana, en nuestros negocios y empresas, en nuestra vocación, en nuestra profesión…; quien no vigila su conocimiento y aprendizaje permanentemente, por sí mismo sale del mercado… Quien está despierto y vigilante, recuerda el pasado, vive el presente y sueña el futuro. Ejemplos: al empresario no se le puede olvidar que su proyecto nació pequeño y rodeado de una serie de personas que en su momento le ofrecieron una mano amiga y lo sacaron adelante; pero tampoco se puede tranquilizar, porque cada día tiene nuevos retos. Cuando somos adultos, debemos recordar con frecuencia, que hoy somos y estamos aquí, por la presencia y compañía de nuestra familia, pero tampoco podemos dejar de soñar el mañana. Los grandes académicos y científicos deben tener siempre presente que tuvieron que aprender a leer, sumar, restar…, y que esa obra se la deben concretamente a unos buenos padres, maestros y maestras; pero también deben esforzarse por permanecer competentes frente a las exigencias del mundo de hoy. Los esposos deben recordar el primer amor, los primeros detalles, las primeras miradas y caricias…; pero también deben soñar un futuro pleno y feliz. El sacerdote, para ser fiel, tiene que ir con frecuencia a los orígenes de su vocación; pero debe vigilar su vocación si quiere vivir en la alegría del evangelio. Recordar el pasado con gratitud, vigilar atentos el presente, nos permite mirar con esperanza el futuro. Sólo permanecemos en el amor y en fidelidad, sólo somos felices cuando poseemos la capacidad de vigilar. Quien no vigila, se manifiesta orgulloso y prepotente. Una pregunta: ¿Cómo vigilar en la libertad, para no caer en enfermedad de los celos? En estos casos será necesario siempre ser obedientes al “sentido común”, a la prudencia, (no jugar con candela). El imperativo categórico de la Palabra de Dios hoy y lo será durante el tiempo de adviento es: “Estén preparados y vigilando”, estén atentos, no se duerman… “Camarón que se duerme se lo lleva la corriente.” Discípulo que no vigila se mundaniza y deja de ser luz y sal, y ya no sirve más que para tirarlo fuera y allí seré el llanto y el rechinar de dientes. Esposos y esposas, vigilen atentos su relación, “después de ojos sacados ya no vale Santa Lucía.” Hermanos, vigilemos nuestra relación con Dios, la podemos perder con facilidad y después que se pierde vienen las consecuencias; vigilemos nuestras relaciones fraternas…; sacerdotes y consagrados, vigilemos el don que Dios nos ha regalado…; parejas, vigilen sus relaciones matrimoniales, cuando una relación de familia se fractura es muy complicado restituirla, no imposible (para Dios nada es imposible), pero sí muy difícil. Vigilemos nuestra fe. la fe se puede perder por conversaciones imprudentes, por lecturas no apropiadas… La fe se puede confundir con un video y con las redes sociales no utilizadas con pulcritud y virtuosamente. ¿Cómo vigilar la fe? * Con la lectura y meditación constante de la Palabra de Dios. * Con la oración… * Con la celebración de los sacramentos. * Con una devoción recta y no afectada a la Santísima Virgen María. * Conociendo la vida de los santos. * Con la lectura de libros que orienten con rectitud el seguimiento de Jesús. * Fortaleciendo círculos de amigos, pequeñas comunidades eclesiales, casitas de oración, que sean espacios donde se comparta la vida y se fomente la formación en la fe. * Con la dirección espiritual. * Asistiendo a los espacios de formación que se ofrecen desde la diócesis, las parroquias, los movimientos apostólicos… * En las redes sociales hoy se pueden seguir las enseñanzas del Papa, de los obispos, de los sacerdotes… Tarea Durante la presente semana, leer, meditar y orar el capítulo 11 de la carta a los Hebreos. Marcos 13, 33-37 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Estén preparados y vigilando, porque no saben cuándo llegará ese momento. Cuando un hombre va al extranjero y deja su casa, entrega responsabilidades a sus sirvientes, cada cual recibe su tarea, y al portero le exige que esté vigilante. Lo mismo ustedes: estén vigilantes, porque no saben cuándo regresará el dueño de casa, si al atardecer, a medianoche, al canto del gallo o de madrugada; no sea que llegue de repente y los encuentre dormidos. Lo que les digo a ustedes se lo digo a todos: Estén despiertos.

Vie 1 Dic 2017

Si logras juzgarte bien a ti mismo. Eres un verdadero sabio

Por: Mons. Gonzalo Restrepo Restrepo - Una de las señales de la sabiduría de una persona es la prudencia. Alguien prudente es aquel que sabe callar cuando hay que hacerlo y sabe hablar cuando se necesita. Una persona prudente no hace juicios de nadie. Quien verdaderamente busca la sabiduría de la vida, entiende que no se debe juzgar a nadie porque el hombre no está hecho para juzgar a nadie. Sólo Dios puede juzgar a todos porque sólo él nos conoce enteramente en todo lo que somos, lo que pensamos y lo que hacemos. Sólo él conoce toda nuestra realidad, nos conoce por dentro y por fuera, íntegramente. Así que los juicios pertenecen sólo a Dios. Tú puedes y debes juzgarte a ti mismo, pero de la mejor manera. No tienes por qué ser un verdugo para ti mismo. Hay muchos que son tiranos para sí mismos. Debes mirarte con realismo, juzgarte con verdad porque cuando haces juicios exagerados sobre ti mismo, para ensalzarte o para despreciarte, te estás destruyendo. La verdadera sabiduría está en lograr juzgarte con verdad y realismo a ti mismo. ¿porqué andas buscando qué decir, qué opinar, qué pensar sobre los demás? Hay quienes viven alimentando pensamientos en contra de los demás, sueñan en lo que los demás no han hecho ni han pensado para desfigurar su imagen y esclavizarlos. Hay personas con las cuales no se puede convivir porque son tan imprudentes que no se les puede confiar nada, aunque están ávidos de saberlo todo para poder contar y tener la última noticia. No tienen el más mínimo sentido de la intimidad, del secreto, de la reserva. Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que juzgar a los demás. Cuando se trata de juzgarnos a nosotros mismos, huimos, siempre nos justificamos sea lo que sea, siempre buscamos razones que nos justifiquen y no permitimos una condena como la que normalmente hacemos de los demás. Qué difícil es juzgarse a uno mismo y juzgar a los demás. Te invito a que manifiestes tu sabiduría, tu equilibrio y tu prudencia, haciendo un esfuerzo por no juzgar a nadie y por enfrentarte a ti mismo con realismo y con verdad. Sólo Dios puede juzgar al hombre. No tienes por qué apropiarte este derecho. + Gonzalo Restrepo Restrepo Arzobispo de Manizales