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papa francisco

Jue 2 Nov 2017

Iglesia en Colombia se revitalizó con la visita del Papa

Sin duda la visita del Papa ha marcado una huella imborrable para la Iglesia Católica en Colombia. Así lo expresan los obispos del país que por estos días están en Bogotá, reunidos en la CIV Asamblea Plenaria - Extraordinaria del Episcopado. Por ejemplo, monseñor Ricardo Tobón Restrepo, Arzobispo de Medellín, destacó la cercanía que el Santo Padre manifestó a la población que salía a las calles a verlo y escuchar su mensaje. "Estas expresiones responden a profundas necesidades que viven los colombianos actualmente, señaló el prelado. Para el Arzobispo de Tunja, monseñor Luis Augusto Castro Quiroga, la visita del sucesor de Pedro traza un camino hacia el futuro del país, por ello es vital para los obispos analizar detalladamente las intervenciones del Santo Padre. El Papa nos ha dejado "todo una serie de enseñanzas muy precisas sobre la reconciliación, el perdón, la cercanía con los que sufren y sobre la opción con los pobres para hacer un programa", destacó el prelado. Por su parte el Director Nacional de la Visita Apostólica del Papa Francisco a Colombia, monseñor Fabio Suescún Mutis, aseguró que la visita tuvo como actor fundamental al Papa, pero también hubo muchas otras personas e instituciones que permitieron que la presencia del Sumo Pontífice en nuestro país fuera un éxito. Para los obispos las enseñanzas del Papa hay que atesorarlas y compartirlas con todo el pueblo. “Hay que empezar a pensar como tomamos este patrimonio, que es la visita del Papa, para introducirlo en la vida de nuestras diócesis y hacer que este aporte se haga realidad en el país”, señaló monseñor Tobón Restrepo. Monseñor Castro Quiroga subrayó la necesidad de que las palabras del Papa sea hagan práctica. "Si solo se cae en palabras no vale la pena", aseguró. Finalmente, monseñor Fabio Suescún resaltó la calidez, lo especial y emotivo que fue la presencia del Papa y que ello abre los corazones de todos los colombianos.

Jue 26 Oct 2017

El primer paso: No resistirnos a la reconciliación

Por: Mons. Luis Adriano Piedrahita Sandoval - Tenemos todavía frescas las palabras del Santo Padre invitándonos a la reconciliación y al perdón: “Quisiera, como hermano y como padre, decir: “Colombia, abre tu corazón de pueblo de Dios, déjate reconciliar. No le temas ni a la verdad ni a la justicia. Queridos colombianos: No tengan miedo a pedir y ofrecer el perdón. No se resistan a la reconciliación para acercarse, reencontrarse como hermanos y superar las enemistades. Es hora de sanar heridas, de tender puentes, de limar diferencias. Es la ahora para desactivar los odios, y renunciar a las venganzas, y abrirse a la convivencia basada en la justicia, en la verdad y en la creación de una verdadera cultura del encuentro fraterno. Que podamos habitar en armonía y fraternidad, como desea el Señor. Pidámosle ser constructores de paz, que allá donde haya odio y resentimiento, pongamos amor y misericordia” (Palabras en el parque de las Malocas de Villavicencio en el gran encuentro de oración por la reconciliación nacional). Ante los anhelos de paz que abrigamos y las dificultades que se encuentran en el camino, sería bueno que tuviéramos muy presentes las palabras del Papa, y nos sirvieran de estímulo en dar el primer paso hacia la construcción de un país reconciliado y en paz. Sabemos que la paz es el fruto y el resultado de muchas cosas, como nos lo ha recordado permanente el magisterio de la Iglesia: La Paz depende del reconocimiento como hermanos que nos tengamos, de la reconciliación, del respeto a la vida humana desde el momento de su concepción hasta su muerte natural, de la sinceridad y la verdad, del respeto a la libertad ( la libertad de los demás y del manejo responsable que cada uno hace de su propia libertad), del diálogo, de la solidaridad, especialmente con los más pobres y necesitados, del respeto a la naturaleza, de la defensa de la familia, de la justicia ( del respeto a la dignidad y a los derechos de los demás y de la distribución equitativa de la riqueza), del perdón, de la protección a los niños, del respeto a la conciencia de cada hombre, etc. Y todos esos caminos hacia la paz solo pueden nacer del corazón del hombre, del corazón de cada uno de nosotros, de corazones renovados, serenos, mansos, humildes, comprensivos, misericordiosos, capaces de amar con un amor verdadero, corazones en paz con Dios y consigo mismos. Y desde allí, desde nuestro interior nos hemos de sentir llamados a hacer gestos de paz, acciones de paz, en todas las circunstancias en las que se desenvuelve nuestra existencia humana: en nuestros hogares, haciendo de ellos lugares verdaderos de comunión, en nuestro sitio de trabajo, de estudio, de convivencia social, construyendo relaciones impregnadas de respeto, de fraternidad, de solidaridad humana, de espíritu de servicio, de tolerancia. No hay que olvidar que la construcción de la paz es un precepto del Señor para sus discípulos: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mt 5,9). + Luis Adriano Piedrahita Sandoval Obispo de Santa Marta

Mié 25 Oct 2017

El mensaje del Papa ha calado en el corazón de Colombia, Cardenal Salazar

Poco más de un mes después del histórico viaje del Papa Francisco a Colombia, el Vaticano ha querido hacer un balance del mismo a través de la Pontificia Comisión para América Latina (PCAL) y alguno de sus miembros. Entre los participantes, el Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia y Arzobispo de Villavicencio, monseñor Óscar Urbina Ortega; el Arzobispo de Bogotá, Cardenal Rubén Salazar Gómez; el director de la visita del Papa Francisco a Colombia y obispo Castrense, monseñor Fabio Suescún Mutis y el Cardenal Marc Ouellet, Prefecto de la Congregación para los Obispos y Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina. En conversación con ACI Prensa, el Cardenal Rubén Salazar afirmó que “el balance es realmente positivo, y no solo porque la respuesta de los colombianos fue amplia, generosa, una alegría y una verdadera fiesta, sino también porque su mensaje ha ido calando poco a poco en el pueblo, en el corazón de la gente”. “Las frases del Papa han resonado en el contexto nacional, y lo siguen haciendo, y esto indudablemente es una enorme riqueza para todos nosotros, especialmente ahora que estamos en un momento político e histórico importante para el país”, añadió. Para el Cardenal Salazar, la visita tuvo especial resonancia porque se escogieron cuatro ciudades “que eran, de alguna manera, representativas de todo el país”. En cada una de ellas “el mensaje resonó con fuerza, porque evocaba una temática que estaba en el corazón del país”. Como Arzobispo de Bogotá, aseguró que “fue un momento de gracia en todos los sentidos. La gente se volcó en las calles. Por ejemplo, el último día no estaba previsto que el Papa hiciera el recorrido en papamóvil, pero viendo como crecía el número de fieles que salían a saludarlo a la calle se decidió que también lo hiciera al ir al aeropuerto para salir a Cartagena. Hubo casi un millón de personas”. “Esto muestra cómo la gente quería ver al Papa, recibir su bendición y abrirse a la acción de Dios en sus vidas. Fue maravilloso”, subrayó. “En Colombia vivimos un momento decisivo para el futuro y el Santo Padre fue a darnos los elementos que necesitamos para construirlo con más serenidad y seguridad”. Ahora queda “la construcción de un país mejor”. Lo primero es que tiene que reajustarse. Ya hemos empezado a dar los primeros pasos”. En el encuentro que se desarrolló en Roma, estuvieron también presentes algunos embajadores ante la Santa Sede de países latinoamericanos, quienes expresaron su reconocimiento a la buena marcha de la visita del Papa. Fuente: Agencia católica ACIPRENSA

Mar 24 Oct 2017

Permanecer

Por: Mons. Ricardo Tobón Restrepo - Quisiera, también hoy, hacer eco a la Visita del Papa Francisco a Colombia reflexionando sobre algunos aspectos de su mensaje en el Centro La Macarena de Medellín. Tomando como punto de referencia la alegoría de la vid y los sarmientos que encontramos en el Evangelio (Jn 15,1ss) e invocando el ambiente de intimidad del cenáculo, el Santo Padre nos ha dicho que la verdadera vocación es permanecer unidos a Cristo y señaló, como dice el Documento de Aparecida, que “conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo” (n. 29). Luego, ha explicado que “permanecer no significa solamente estar, sino que indica mantener una relación vital, existencial, de absoluta necesidad; es vivir y crecer en unión fecunda con Jesús, fuente de vida eterna. Permanecer en Jesús no puede ser una actitud meramente pasiva o un simple abandono sin consecuencias en la vida cotidiana”. Un mensaje fundamental hoy cuando debemos superar el momento difícil que vivimos de una grave confrontación histórica y cultural entre el Evangelio y el mundo. El Papa nos propone tres modos concretos de este permanecer: tocar la humanidad de Jesús, contemplar su divinidad y vivir en la alegría. Recojamos algunos elementos de esta rica alocución, que no es posible agotar en un breve artículo. Es necesario permanecer en Jesús, ante todo, tocando la humanidad de Cristo. Esto significa contemplar la realidad con la mirada y los sentimientos de Jesús, no como un juez sino como buen samaritano; reconocer los valores del pueblo con el que se camina, así como sus heridas y pecados; descubrir y conmoverse ante el sufrimiento silencioso y las necesidades de las personas, sobre todo, cuando éstas se encuentran avasalladas por la injusticia, la pobreza deshumana, la indiferencia o la acción perversa de la corrupción y la violencia. Permanecer es manifestar, con los gestos y las palabras de Jesús, alegría y generosidad en la entrega y el servicio, sobre todo a los más pequeños, rechazando con fuerza la tentación de dar todo por perdido, de acomodarnos o de volvernos solamente administradores de desgracias. En segundo lugar, se permanece en Jesús contemplando su divinidad. Esto implica despertar y mantener la admiración por el estudio que acrecienta el conocimiento de Cristo. Para ello hay que privilegiar el encuentro con la Sagrada Escritura, particularmente con el Evangelio, donde Cristo nos habla, nos revela su amor incondicional al Padre, nos contagia la alegría que brota de la obediencia a su voluntad y el servicio a los hermanos. Debe ser un estudio “que nos ayude a interpretar la realidad con los ojos de Dios, que no sea un estudio evasivo de los aconteceres de nuestro pueblo, que tampoco vaya al vaivén de modas o ideologías”. Contemplar la divinidad de Jesús es también hacer de la oración parte fundamental de nuestra vida, pues ella nos libera del lastre de la mundanidad, nos enseña a vivir de manera gozosa, a crecer en libertad, a ponernos en las manos de Dios para realizar su voluntad. Finalmente, hay que permanecer en Cristo para vivir en la alegría, para que su alegría esté en nosotros. Entonces, no seremos discípulos tristes y apóstoles amargados, sino que reflejaremos y daremos a otros la alegría verdadera, el gozo pleno que nadie nos puede quitar, difundiremos la esperanza de la vida nueva que Cristo nos ha traído. “Dios no nos quiere sumidos en el cansancio que viene de las actividades mal vividas, sin una espiritualidad que haga feliz nuestra vida y aun nuestras fatigas. Nuestra alegría contagiosa tiene que ser el primer testimonio de la cercanía y del amor de Dios. Somos verdaderos dispensadores de la gracia de Dios cuando trasparentamos la alegría del encuentro con Él”. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Jue 19 Oct 2017

“La paz esté con ustedes”

Por: Leonardo Gómez Serna O.P. - Con estas palabras de Cristo Resucitado a sus discípulos nos saludó el papa Francisco a los obispos de Colombia, y añadió: “vengo para anunciar a Cristo y para cumplir en su nombre un itinerario de paz y reconciliación”. El cometido principal de su visita era el de animarnos en la búsqueda de la reconciliación y la paz. Prácticamente en todos sus mensajes el Papa hizo alusión a ese tema. Refiriéndonos en concreto al mensaje a los obispos su insistencia va en esa línea: “Colombia tiene necesidad de ustedes para conocerse en su verdadero rostro cargado de esperanza a pesar de sus imperfecciones, para perdonarse recíprocamente no obstante las heridas no del todo cicatrizadas, para creer que se puede hacer otro camino aun cuando la inercia empuje a repetir los mismos errores, para tener el coraje de superar cuanto la pueda volver miserable a pesar de sus tesoros… ¡anímense! Siento ese deber, transmitirles mis ganas de darles ánimo. Los animo, pues, a no cansarse (…) hospédense en la humildad de su gente (...) Cristo es la Palabra de reconciliación, escrita en sus corazones y tienen la fuerza de poder pronunciarla no solamente en los púlpitos, sino más bien en el corazón de las personas”. Estas palabras nos llegan al alma para reemprender nuestra misión apostólica de paz. Tenemos que trabajar con nuestro pueblo en la reconciliación y la paz, reconociendo que esta es obra de Dios con el concurso nuestro y de nuestro pueblo. Hace falta volver con nuevo empeño a nuestros diálogos pastorales y exigir, sin miedo a las autoridades, mayor equidad y desarrollo integral para nuestras gentes y comunidades. Tenemos que prestar nuestro concurso en el acompañamiento a los procesos de paz que están ya caminando; no tener miedo a hablar proféticamente como lo hicieron nuestros mártires beatificados en Villavicencio y seguir orando al Príncipe de la Paz por medio del Rosario. ”Colombia no puede darse a sí misma la verdadera renovación a la que aspira, sino que esta viene concedida desde lo alto. Supliquémosla al Señor, pues, por medio de la Virgen del Rosario de Chiquinquirá”. Además de este tema central, el Papa nos presentó algunas inquietudes que lleva en su corazón de pastor: la familia y la vida, los jóvenes, los sacerdotes, las vocaciones, los laicos, la formación. Nos conmovió a todos su actitud humilde y generosa, una invitación a no tener miedo de tocar la carne del cuerpo de Cristo. Al darle gracias a Dios por la visita apostólica del Santo Padre, le pedimos, por medio de la Virgen, poner en práctica su mensaje. DESTACADO “Tenemos que trabajar con nuestro pueblo en la reconciliación y la paz”, Francisco +Leonardo Gómez Serna O.P. Obispo emérito de Magangué Tomado de: Revista Vida Nueva

Lun 16 Oct 2017

El Papa identifica obstáculos en la lucha contra el hambre

En un discurso pronunciado en la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Papa Francisco lamentó los efectos de la inseguridad alimentaria entre las poblaciones más desfavorecidas del planeta y llamó a poner freno a las guerras y a la degradación medioambiental, principales obstáculos en la lucha contra el hambre. El Santo Padre acudió este lunes 16 de octubre a la sede de la FAO, en Roma, con motivo de la Jornada Mundial de la Alimentación, que este año se celebra con el tema “Cambiar el futuro de las migraciones. Invertir en la seguridad alimentaria y en el desarrollo rural”. Tras escuchar las palabras del Director General de la FAO, José Graziano da Silva, y del Observador Permanente de la Santa Sede en las Organizaciones y los Organismos de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, Mons. Fernando Chica Arellano, se presentó el regalo del Papa a la FAO: una escultura de mármol que representa a Aylan, el niño sirio ahogado en el Mediterráneo frente a las costas de Turquía en octubre de 2015. DESCARGA EL DISCURSO DEL PAPA Guerras y cambio climático El Papa se remitió a estudios realizados por las Naciones Unidas y otros organismos para afirmar que los dos principales obstáculos en la lucha contra el hambre son los conflictos y el cambio climático. “Está claro que las guerras y los cambios climáticos ocasionan el hambre, evitemos pues el presentarla como una enfermedad incurable”, afirmó. El Papa rechazó la especulación con los recursos alimentarios “que los mide solamente en función del beneficio económico de los grandes productores o en relación a las estimaciones de consumo, y no a las reales exigencias de las personas. De esta manera, se favorecen los conflictos y el despilfarro, y aumenta el número de los últimos de la tierra que buscan un futuro lejos de sus territorios de origen”. “Frente al aumento de la demanda de alimentos es preciso que los frutos de la tierra estén a disposición de todos”, subrayó. “Para algunos, bastaría con disminuir el número de las bocas que alimentar y de esta manera se resolvería el problema; pero esta es una falsa solución si se tiene en cuenta el nivel de desperdicio de comida y los modelos de consumo que malgastan tantos recursos. Reducir es fácil, compartir, en cambio, implica una conversión, y esto es exigente”. Agricultura sostenible El Pontífice animó a impulsar una responsabilidad global que garantice la suficiente producción agrícola que dé respuesta a las necesidades alimentarias de todos. “La realidad actual –señaló– reclama una mayor responsabilidad a todos los niveles, no sólo para garantizar la producción necesaria o la equitativa distribución de los frutos de la tierra, sino sobre todo para garantizar el derecho de todo ser humano a alimentarse según sus propias necesidades”. En su discurso, Francisco mostró la urgencia de actuar para garantizar la seguridad alimentaria. “Las muertes a causa del hambre o el abandono de la propia tierra son una noticia habitual, con el peligro de provocar indiferencia. Nos urge pues, encontrar nuevos caminos para transformar las posibilidades de que disponemos en una garantía que permita a cada persona encarar el futuro con fundada confianza, y no sólo con alguna ilusión”. Como contrapunto a la crisis alimentaria que afecta a varias regiones del planeta, el Santo Padre señaló que “las recientes previsiones formuladas por vuestros expertos contemplan un aumento de la producción global de cereales, hasta niveles que permiten dar mayor consistencia a las reservas mundiales. Este dato nos da esperanza y nos enseña que, si se trabaja prestando atención a las necesidades y al margen de las especulaciones, los resultados llegan”. Nuevo lenguaje Francisco propuso la implantación de un nuevo lenguaje en la cooperación internacional. “Me hago a mí mismo, y también a vosotros, una pregunta: ¿Sería exagerado introducir en el lenguaje de la cooperación internacional la categoría del amor, conjugada como gratuidad, igualdad de trato, solidaridad, cultura del don, fraternidad, misericordia?”. A continuación, explicó su propuesta: “Amar a los hermanos, tomando la iniciativa, sin esperar a ser correspondidos, es el principio evangélico que encuentra también expresión en muchas culturas y religiones, convirtiéndose en principio de humanidad en el lenguaje de las relaciones internacionales”. “Amar significa contribuir a que cada país aumente la producción y llegue a una autosuficiencia alimentaria. Amar se traduce en pensar en nuevos modelos de desarrollo y de consumo, y en adoptar políticas que no empeoren la situación de las poblaciones menos avanzadas o su dependencia externa. Amar significa no seguir dividiendo a la familia humana entre los que gozan de lo superfluo y los que carecen de lo necesario”. Vulnerabilidad de los migrantes Sobre las migraciones, el Papa recordó que, para huir de sus situaciones de miseria y falta de oportunidades, o incluso de situaciones de serio peligro para sus vidas, los migrantes “se desplazan hacia donde ven una luz o perciben una esperanza de vida. No podrán ser detenidas por barreras físicas, económicas, legislativas, ideológicas. Sólo una aplicación coherente del principio de humanidad lo puede conseguir”. En su discurso, el Papa quiso entrar en el debate sobre la vulnerabilidad: “Vulnerable es el que está en situación de inferioridad y no puede defenderse, no tiene medios, es decir sufre una exclusión. Y lo está obligado por la violencia, por las situaciones naturales o, aún peor, por la indiferencia, la intolerancia e incluso por el odio”. Ante esta situación, “es justo identificar las causas para actuar con la competencia necesaria. Pero no es aceptable que, para evitar el compromiso, se tienda a atrincherarse detrás de sofismas lingüísticos que no hacen honor a la diplomacia, reduciéndola del ‘arte de lo posible’ a un ejercicio estéril para justificar los egoísmos y la inactividad”. Prevención “El yugo de la miseria generado por los desplazamientos muchas veces trágicos de los emigrantes puede ser eliminado mediante una prevención consistente en proyectos de desarrollo que creen trabajo y capacidad de respuesta a las crisis medioambientales. La prevención cuesta mucho menos que los efectos provocados por la degradación de las tierras o la contaminación de las aguas, flagelos que azotan las zonas neurálgicas del planeta, en donde la pobreza es la única ley, las enfermedades aumentan y la esperanza de vida disminuye”. Finalmente, destacó la aportación de la Iglesia Católica que, “con sus instituciones, teniendo directo y concreto conocimiento de las situaciones que se deben afrontar o de las necesidades a satisfacer, quiere participar directamente en este esfuerzo en virtud de su misión, que la lleva a amar a todos y le obliga también a recordar, a cuantos tienen responsabilidad nacional o internacional, el gran deber de afrontar las necesidades de los más pobres”. Fuente: ACIprensa

Dom 15 Oct 2017

El Papa anuncia un Sínodo especial dedicado a la Amazonía

Al finalizar las canonizaciones de este 15 de octubre, el Papa ha rezado el Ángelus, como cada domingo, con los fieles reunidos en la Plaza de San padre. Durante su intervención, ha anunciado su intención de convocar una Asamblea Especial del Sínodo de Obispos de la región panamericana, escuchando así la petición de varias diócesis de la zona. Esto es algo que no se ha dado en América desde el año 1994, bajo el pontificado de san Juan Pablo II. La finalidad de dicha asamblea, ha señalado Francisco, será “estudiar nuevas formas de evangelizar al Pueblo de Dios, especialmente a los indígenas, frecuentemente olvidados”. También ha recordado que estos pueblos “no tienen un porvenir asegurado debido a la crisis que experimenta el bosque del Amazonas, pulmón de capital importancia de nuestro planeta”. La intercesión de los nuevos santos Francisco ha encomendado a los nuevos santos que intercedan por esta Asamblea de modo que “desde el respeto a la belleza de lo creado, todos los pueblos de la Tierra alaben a Dios, Señor del Universo”. El Papa ha canonizado en esta jornada al español Faustino Míguez, a los jóvenes mexicanos Cristóbal, Antonio y Juan, los mártires de Tlaxcala; un grupo de misioneros de Brasil encabezado por los sacerdotes Andrés de Soveral y Ambrosio Francisco Ferro y el laico Mateo Moreira, a los que acompañan veintisiete compañeros más; y el capuchino italiano Ángel de Acri. Finalmente ha recordado que el próximo martes 17 de octubre tendrá lugar la Jornada Mundial del Rechazo a la Miseria. El Papa ha recordado que la miseria “no es una fatalidad, tiene causas que deben ser reconocidas y suprimidas para honrar la dignidad de nuestros hermanos y hermanas”. Fuente: Vida Nueva Digital

Lun 9 Oct 2017

Segundo paso, paso adelante

Por: Mons. Ismael Rueda Sierra - Aún está contenida en el corazón, la mente y la retina la Visita Apostólica del Papa Francisco a Colombia. Días de maravillosa experiencia espiritual y evangelizadora, presidida por el Sucesor de Pedro y dirigida a la conciencia personal y colectiva de un pueblo en camino, en búsqueda de paz y reconciliación. Bien lo anunció así el pontífice en el mensaje previo que hiciera de su viaje a Colombia: “Iré como peregrino de esperanza y de paz, para celebrar con ustedes la fe en nuestro Señor y también para aprender de vuestra caridad y vuestra constancia en busca de la paz y la armonía”. Nos queda ahora, habiendo sido invitados a dar el primer paso, seguir adelante con el impulso espiritual que hemos recibido para dar un segundo paso que ha de ser, un paso adelante y otros sucesivos, diríamos interminables, para construir, inspirados en el evangelio, sostenidos por el amor de Dios y comprometidos en la agenda de todos los días con todas las personas, la paz por el perdón y la reconciliación. Son muchos los signos, expresiones, actitudes y sabias palabras las que hemos recibido. Unas han calado más profundamente, como su cercanía y espontaneidad en el encuentro con las personas, su carisma de empatía espiritual para con todos y aquellas palabras en varias ocasiones repetidas y que han hecho tanto eco como “no se dejen robar la alegría ni la esperanza“, que resonaran con especial énfasis en el mundo juvenil. Pero si quisiéramos resumir o condensar el fondo de sus mensajes, diríamos que todos aquellos aluden principalmente a la necesaria construcción de una “cultura del encuentro” para asegurar una verdadera cultura de paz. En efecto, propiciar el encuentro es lo contrario a construir muros de división y separación que dañan las fundamentales relaciones que dignifican la vida humana y por tanto también la cultura de los pueblos, a saber: el encuentro y la relación con Dios, como el primero y que da sentido a todo; el encuentro con las demás personas, sin distinciones, como miembros de la misma familia y por tanto, como hermanos; el encuentro consigo mismo, que se hace mucho más claro, evidente y que confirma la conciencia de su propia dignidad e identidad como persona, con fundamento en los dos encuentros anteriores y finalmente, con insistencia especial del Santo Padre, el encuentro con la naturaleza o la creación para su manejo responsable y solidario en bien del desarrollo humano integral. El Santo Padre, por el conocimiento que ha tenido de la misma situación de Colombia, nos hace tomar conciencia de todos los “desencuentros” que han dañado precisamente la armonía y la convivencia entre todos nosotros colombianos y que por tanto, conseguir la paz requiere retomar por la reconciliación y el perdón, entre otros recursos, que exigen en primer lugar, restablecer la comunión con Dios, el acercamiento a pesar de tantas heridas del camino, con los diferentes actores que han intervenido de diversos modos en la vida del país, con el propósito de dar el primer paso para salir de un círculo vicioso de estancamiento y repetición generado por violencias y divisiones. Asimismo frente a las situaciones de degradación y desconocimiento del valor de cada uno, de pérdida del respeto a la vida humana, a su dignidad, que afecta la autoestima y alta conciencia de sí mismo, invita al perdón como medio para recuperar la verdadera identidad. Y finalmente, advertir tantos desencuentros con la naturaleza rica en bio- diversidad, cargada de posibilidades como en ninguna otra parte del mundo, tal como lo es la riqueza de nuestros mares, ríos selvas y montañas, para que su cuidado y adecuada utilización, especialmente al servicio de los pobres, ayude a definir también en términos de equidad y justa administración de esos bienes para todos, la casa común de la familia y hogar al que pertenecemos y en el que tenemos que convivir y aceptarnos como verdaderos hermanos. Tarea grande que estamos invitados a asumir. Gracias Santo Padre por dar con nosotros este primer paso. + Ismael Rueda Sierra Arzobispo de Bucaramanga