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Bienaventurados los que trabajan por la paz

Jue, 07/09/2023 - 10:15 Editorcec6

Tags: Monseñor José Libardo Garcés Monsalve obispo de cúcuta paz en colombia iglesia católica iglesia católica colombiana Semana por la Paz semana por la paz 36 Semana por la paz 2023

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Mons. José Libardo Garcés_Obispo de Cúcuta

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Vie 4 Oct 2024

La importancia de la familia, a propósito del mes de las misiones

Por Mons. Félix Ramírez Barajas - “La familia está llamada a ser una comunidad misionera, que anuncia el Evangelio y testimonia el amor de Dios” (Familiaris Consortio n. 53)La Iglesia, que es misionera por naturaleza, acoge a cada familia y en ella a sus miembros que, como bautizados también reciben la fe y se unen estrechamente a la misión evangelizadora de la Iglesia. Acogiendo la Palabra de Dios y haciéndola vida en el seno de la familia, está llamada a formar en los valores del Reino como fundamental tarea de su acción misionera.1. En este mes caracterizado por el esfuerzo misionero, la familia aparece como protagonista, en virtud de su vocación cristiana, se esfuerza por ser defensora de la vida en contra de tantas amenazas desde el vientre materno, la familia creyente es y debe ser defensora de este don inestimable. “La familia está llamada a ser un lugar de acogida y defensa de la vida” (Amoris Laetitia, n. 44) y a rodear el ambiente familiar siendo consciente de la dignidad de la persona. En la familia la acción misionera en favor de la vida ha de ser una bandera que se lleva en la mente y en el corazón para gritar al mundo que la vida es don de Dios.2. También en este mes misionero, la familia ha de recordar el compromiso por el valor de la verdad, en contra de tanta falsedad y engaño del mundo moderno, con una preocupación desde la fe para conocer más a Cristo Camino, Verdad y Vida, solo desde este principio la familia puede también ser misionera, pues la verdad desde Cristo la lleva a poder dialogar entre las generaciones (adultos, jóvenes y niños) y lograr así verdaderos consensos que lleven a la unidad familiar. “La familia es un lugar privilegiado para la formación en la verdad y la virtud” (Veritatis Splendor, n. 101).3. La familia es escuela de amor y caridad, pues es, en el seno del hogar, donde los niños y jóvenes adquieren conocimiento y entrenamiento en este valor fundamental que proyecta a la familia a la caridad con los más necesitados y en general al amor al prójimo. “La familia es un sujeto misionero, llamado a evangelizar y a testimoniar el amor y la caridad” (Amoris Laetitia n. 88). Esta fuerza del amor en familia es, en definitiva, lo que dispone al perdón y a la reconciliación, muchas veces sanando heridas aun generacionales y de toda índole para buscar la armonía entre sus miembros y ad extra con las demás personas con las cuales se interactúa. El amor y la caridad, en todo caso, dispone a la familia a la apertura a la acción del Espíritu Santo quien es el protagonista de la misión, y se convierte así en testigo de la fe y la esperanza, en medio de un mundo donde se necesita testigos creíbles, para que el Evangelio llegue, como nos recuerda el Papa Francisco, a todas las periferias y sobre todo, a las existenciales, donde falta el amor, la paz, la verdad, la justicia y la vida y pueda sanar y redimir al ser humano desde su condición de pecado y lograr integrarlo a la dignidad bautismal de hijo de Dios.4. Su compromiso social también se extiende a la vivencia del valor de la justicia, en contra de tantas situaciones injustas y estructuras de corrupción en la sociedad. La familia mediante la práctica de la justicia está llamada a educar a las nuevas generaciones en esta acción misionera, que le ayuda a responder a la invitación del Evangelio a ser buenos administradores de los bienes que el mismo Señor pone en las manos de los padres y madres de familia, en primer lugar, confiándoles la vida y también la misión de educar en los valores fundamentales a sus hijos. San Juan Pablo II recordaba que la “Familia es el lugar privilegiado para la formación en la justicia y la solidaridad” (Jornada mundial de las familias 2018).5. A la familia cristiana se le pide también el aporte efectivo en la construcción de la paz, esta acción misionera es y debe ser permanente, “Cristo es nuestra Paz”, la familia en el desarrollo de esta tarea busca desarmar el corazón de toda clase de violencia, odios y rencores, incoherencias e infidelidades y se dispone para que cada uno de sus miembros, pueda ser instrumento de paz, revisando las maneras de ser y actuar y mediante la corrección fraterna, como acción evangélica, pueda generar espacios donde se propicien relaciones muy justas que lleven a la vivencia de la paz: “la familia es la fuente de toda fraternidad, y por eso es también el fundamento y el camino primordial para la paz, pues, por vocación, debería contagiar al mundo con su amor” (Mensaje 47 Jornada Mundial de la Paz 2014).6. La vida sacramental en la familia que comienza por la preocupación en la iniciación cristiana y en los demás sacramentos que garantizan en la familia la búsqueda de la santidad. “La familia es una comunidad sacramental, llamada a vivir la vida de gracia y de amor” (Familiaris Consortio n. 11) En este mes de las misiones estamos todos convocados a renovar nuestra tarea evangelizadora dentro de cada familia. Que especialmente la reconciliación y la Eucaristía defiendan a la familia de todo mal y les conceda vivir la alegría de ser discípulos misioneros. María madre y reina de las misiones guie, acompañe y proteja a cada una de las familias.Mons. Félix Ramírez BarajasObispo de Málaga-SoatáComisión Episcopal de Matrimonio y Familia

Vie 4 Oct 2024

Misioneros hoy

Por Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - Por tradición, octubre es un mes en el que se nos invita a reflexionar, orar y colaborar con la actividad misionera de la Iglesia católica.Pero, ¿De qué misión se trata y qué significa ser misioneros? San Pablo nos hace la síntesis básica de la misión que Jesucristo, el misionero del Padre, confió a los apóstoles y a los discípulos de ayer y de hoy. Dice así el Apóstol de los gentiles en una de sus cartas: “Ahora, hermanos, quiero recordarles el Evangelio que les anuncié, el que ustedes recibieron y en el que perseveran firmes, gracias al cual se salvarán si lo conservan tal como yo lo anuncié; de lo contrario, ¡habrán creído en vano! Porque se les transmitió en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras, que fue sepultado y que resucitó el tercer día, según las Escrituras, que se apareció a Cefas y, más tarde, a los doce. Después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez... Por último se me apareció también a mí… De cualquier modo, tanto ellos como yo, esto es lo que proclamamos, y es lo que ustedes han creído” (1Cor. 15, 1-8.11).La misión que el Señor Jesús nos ha confiado consiste esencialmente en darlo a conocer, y en su persona hacer posible que la humanidad conozca al Padre por la acción de Espíritu Santo. Quien ve al Hijo ve al Padre, lo dijo el mismo Jesús, y nadie puede hacer esta profesión de fe si no es por la acción del Espíritu Santo. También dirá, por ejemplo, que quien “reciba a un niño por amor a Mí, me recibe a Mí. Y el que me recibe a Mí, no me recibe a Mí, sino al que me envió” (Mc. 9, 37).Así pues, en un mundo sediento de Dios, la misión encomendada es hacer que todos se llenen de Dios, le abran las puertas de su corazón, y con la experiencia del encuentro personal con su Hijo Jesús, descubran el verdadero sentido a sus vidas.Sin duda que cuando se encuentra a Jesús y nos dejamos transformar por Él, la vida cambia, tomamos conciencia del llamado a una vida mejor, a una vida santa, y nos vamos convirtiendo poco a poco en misioneros, testigos, proclamadores de una verdad escrita en el corazón del mismo Dios, que es el amor. Y porque Dios es amor, anunciamos su misericordia y su perdón.De esta manera, la misión consiste en hacer presente la cercanía de un Dios que nos está diciendo que nos ama y que está junto a nosotros en medio de las adversidades. Por tanto, es una misión que tiene como fin también animar la esperanza de todos, de los que no creen para que descubran la fuerza en la lucha de la vida, y para los que creen, para que fortalezcan en ellos la esperanza. En todos es animar una vida signada por la fe en Dios, que lleva indudablemente a una fe en sí mismos.De esta manera, el misionero es la persona que, habiendo tomado conciencia de su bautismo, pone en práctica el sacerdocio común que le es propio, para anunciar a Jesús que pasó haciendo el bien y que venció la muerte con su resurrección.La misión es una tarea que no se limita a los pueblos donde por tradición no conocen a Jesús. Hoy, la misión es hace necesaria en nuestras casas, en nuestros barrios, en nuestras ciudades, en nuestro país. Colombia es un territorio de misión, ya porque crece el número de personas no bautizadas, ya porque muchos bautizados en la Iglesia católica se han alejado de ella o no ponen en práctica los principios cristianos, ya porque muchos pueden ser considerados “analfabetas” en lo que tiene que ver con las verdades esenciales del Evangelio y de Magisterio de la Iglesia. Hoy entonces, la misión se hace urgente.El domingo 20 de octubre es el Día de las Misiones. Los animo para que sean generosos en la oración por las misiones, los misioneros y misioneras, pero también con el aporte económico que se hace llegar al Papa para la misión que, en Colombia, él comparte con nuestros territorios de misión que son tan necesitados.Termino con un aparte de la Exhortación apostólica Evangelii Gaudium (La alegría del Evangelio) del Papa Francisco que describe una importante dimensión de la misión en la Iglesia:“Ser Iglesia es ser Pueblo de Dios, de acuerdo con el gran proyecto de amor del Padre. Esto implica ser el fermento de Dios en medio de la humanidad. Quiere decir anunciar y llevar la salvación de Dios en este mundo nuestro, que a menudo se pierde, necesitado de tener respuestas que alienten, que den esperanza, que den nuevo vigor en el camino. La Iglesia tiene que ser el lugar de la misericordia gratuita, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a vivir según la vida buena del Evangelio” (n.114). El nuevo nombre de la Iglesia es misión.+Luis Fernando Rodríguez VelásquezArzobispo de Cali

Mar 1 Oct 2024

La Palabra de Dios, corazón del trabajo evangelizador

Por Mons. José Libardo Garcés Monsalve, Obispo de la Diócesis de Cúcuta - Concluimos el mes de septiembre que lo hemos dedicado a la oración pidiendo por la paz, para recibirla como don de Dios y transmitirla a los hermanos, y en torno a la memoria de san Jerónimo, centramos nuestra reflexión en la Palabra de Dios que debe estar en el centro del trabajo evangelizador, para conocer y amar a Jesucristo, iluminados por el lema pastoral para este mes que dice: “Tú eres el Cristo, con tu Palabra danos la paz”.El Papa Francisco continuamente nos sigue llamando a través de su magisterio, a fortalecer la conciencia misionera, que es el mandato de Jesucristo desde el principio: “Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos y bautícenlos para consagrarlos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, enseñándoles a poner por obra todo lo que les he mandado. Y sepan que yo estoy con ustedes todos los días hasta el final de los tiempos” (Mt 28, 19 - 20), como una invitación a compartir la fe con los hermanos, que hoy se hace realidad en nuestra Iglesia Particular que está en salida misionera y desea transmitir la Palabra de Dios por todas partes.El centro de la evangelización es Jesucristo, a quien damos a conocer en salida misionera, por tanto, la Palabra de Dios ha de ser el corazón de todo el proceso evangelizador. El Papa Francisco lo enfatiza cuando dice: “Las Sagradas Escrituras son fuente de la evangelización. Por lo tanto, hace falta formarse continuamente en la escucha de la Palabra. La Iglesia no evangeliza si no se deja continuamente evangelizar. Es indispensable que la Palabra de Dios sea cada vez más el corazón de toda actividad eclesial” (Evangelii Gaudium 174).La misión de la Iglesia es anunciar la Palabra de Dios a tantas personas que no conocen a Jesús; que el Papa Francisco lo recuerda como la tarea prioritaria de la Iglesia: “quiero recordar ahora la tarea que nos apremia en cualquier época y lugar, porque no puede haber auténtica evangelización sin la proclamación explícita de que Jesús es el Señor, y sin que exista un primado de la proclamación de Jesucristo en cualquier actividad de evangelización” (EG 110), que está contenido en la Palabra de Dios, y por esta razón, la fuente de la predicación y la evangelización se encuentra en las Sagradas Escrituras.El alimento del discípulo misionero está en el Pan de la Palabra y en el Pan de la Eucaristía, que se sirven diariamente en la Santa Misa que celebramos con piedad para transformar nuestra vida en Cristo y salir a anunciarlo, no como una teoría, sino como una experiencia de vida. El Papa Francisco así lo enfatiza cuando nos enseña que: “La Palabra de Dios escuchada y celebrada, sobre todo en la Eucaristía, alimenta y refuerza interiormente a los cristianos y los vuelve capaces de un auténtico testimonio evangélico en la vida cotidiana” (EG 174).La evangelización es tarea de la Iglesia, entendiendo aquí el llamado de todos los bautizados a trasmitir el Evangelio a los demás, porque ese tesoro que se recibe no puede quedar escondido, hay que comunicarlo a otros. Así nos lo enseñó el Papa Benedicto XVI: “No podemos guardar para nosotros las palabras de vida eterna que hemos recibido en el encuentro con Jesucristo: son para todos. Toda persona de nuestro tiempo, lo sepa o no, necesita de este anuncio. El Señor mismo, suscita entre los hombres nueva hambre y sed de las palabras del Señor. Nos corresponde a nosotros la responsabilidad de transmitir lo que, a su vez, hemos recibido por gracia” (Verbum Domini 91).En esta enseñanza entendemos todos los cristianos que la misión de la Iglesia es transmitir la Palabra de Dios, que no puede ser algo opcional, ni un añadido en la vida de fe que recibimos en el bautismo, sino que es un mandato para todos, pues se trata de participar en la vida y misión de la Iglesia. Esta tarea corresponde a cada uno de nosotros. Así lo repite el Papa Benedicto XVI cuando afirma que: “la misión de anunciar la Palabra de Dios es un cometido de todos los discípulos de Jesucristo, como consecuencia de su bautismo. Ningún creyente en Cristo puede sentirse ajeno a esta responsabilidad que proviene de su pertenencia sacramental al Cuerpo de Cristo. Se debe despertar esta conciencia en cada familia, parroquia, comunidad, asociación y movimiento eclesial. La Iglesia como misterio de comunión, es toda ella misionera y, cada uno en su propio estado de vida, está llamado a dar una contribución incisiva al anuncio cristiano” (VD 94).Como bautizados comprometidos con el anuncio de la Palabra de Dios, sigamos en salida misionera, porque “la actividad misionera representa aún hoy día el mayor desafío para la Iglesia, y la causa misionera debe ser la primera” (EG 15). Es tarea prioritaria en todos los lugares donde nos encontramos, que transmitamos a nuestros hermanos la profesión de fe que hacemos hoy con Pedro, diciendo: “Tú eres el Cristo, con tu Palabra danos la paz”.Que la Santísima Virgen María y el Glorioso Patriarca san José, alcancen de Nuestro Señor Jesucristo el fervor misionero para cumplir con la misión de la Iglesia de anunciar la Palabra de Dios por todas partes.En unión de oraciones,reciban mi bendición.

Vie 6 Sep 2024

Reconstruir la familia

Por Mons. Ramón Alberto Rolón Guepsa - La familia es expresión de la voluntad creadora de Dios Uno y Trino.De donde viene mi familia, no ha sido una elección personal sino un regalo, un hecho puntual en que se me dio la vida y se desarrolló, allí me encontré con los seres más significativos de mi vida, que reconozco por los afectos y lazos de parentesco; que en gran parte hacen posible mi subsistencia y mi relación con la sociedad.Es un hecho que tengo que reconocer porque lo he recibido y vivido, pero también asumirlo como un don inestimable de gracia, la familia es expresión de la voluntad creadora de Dios uno y trino. Dios crea al hombre a su imagen y semejanza, como nos los describe la Palabra de Dios en el libro del Genesis (1,27). “la fecundidad de la pareja humana es imagen viva y eficaz, signo visible del acto creador”. (A.L. 10)La pareja que ama y genera vida dando origen a la prole en su misión “creced y multiplicaos” se da como en un santuario: la familia, imagen que nos lleva a descubrir, por la fe, el misterio de Dios Uno y Trino (Dios Trinidad es comunión de amor y la familia es reflejo viviente). De allí se revela la dignidad, amor, santidad, valor y misión de la familia, como estado necesario e indispensable dado a la persona para el desarrollo de la vida, esta es la voluntad del Dios Creador.Pero este plan original fue frustrado por el pecado de la pareja, entra el desorden llegando hasta el fratricidio de Caín que mata a su hermano Abel, se desdibuja la imagen de amor y Santidad.Sin embargo, el Creador, en su bondad, continuaba su plan benevolente sobre la familia, debía restablecer su dignidad, valor, misión y santidad; así podemos contemplar en el llamado a Abrahán para enrutar la historia del hombre y la familia como plan de salvación.Con el hijo de la promesa, no nacido de la esclava sino de la esposa, comienza un camino para devolver la imagen perdida de la familia, Isaac y luego Jacob continúan esta misión de reconstruir la familia, obedientes a la escucha de la Palabra de Dios que quiere renovar todas las cosas por la fe.En la familia de Jacob, los doce hermanos que van a dar origen el pueblo de Israel, pero allí se da un nuevo insuceso, los hermanos atentan contra José (Cfr. Gn. 37,20) pero Dios interviene en la historia para renovarla, los hermanos no comenten fratricidio, no matan a José, sino que lo venden a unos mercaderes que lo llevan a Egipto donde la protección de Dios se manifiesta. Enviado por delante para ayudar a su familia posteriormente.El recuentro de José con sus hermanos es una bella lección de arrepentimiento y de perdón necesario para restablecer la familia, donde el padre Jacob ocupa un rol fundamental para mantener el afecto y valor de la familia y restablecer la fraternidad.Podemos Leer la historia de José que se encuentra en el libro del Genesis (Gn. Cap. 39 y ss).En este relato podemos ver cómo Dios dirige en su voluntad de reconstruir el sentido y rol de la familia con el perdón que tiene todo un proceso, los hermanos de José van a Egipto a proveerse de trigo ante una situación de grave desabastecimiento que pone en riesgo la subsistencia de toda la familia, así comienza el primer encuentro; el corazón de José no está marcado por la venganza sino al contario desea la reconciliación, es la primera gran lección para la familia hoy no albergar sentimientos negativos de represalia. Cuánto bien se haría a nuestra familia hoy tener esos sentimientos positivos de perdón y reconciliación.José les concede la ayuda necesaria vendiéndoles el trigo, abrigando la esperanza de volver a ver a su padre Jacob, no renuncia a su propósito, ahora ve claramente que Dios le ha enviado por delante a Egipto para salvar a su familia y así lo asume. Dios tiene un propósito con cada uno de nosotros en nuestra familia, que debemos leer desde la fe y también asumir con entereza para colaborar en el plan de Dios.Pero en este proceso es necesario el arrepentimiento para sanar, reconocer la falta para no volver a caer en ella. El perdón siempre tendrá la condición de la contrición con el compromiso de no volver a caer en el mismo pecado, eso es lo que busca el hombre de los sueños, hacer que sus hermanos se arrepientan y deseen no haber cometido tan grave falta, deben traer al hermano menor y pasar por la prueba recordando el trato que dieron a su hermano José, reconocer el pecado y confesarlo, proceso de sanación, que debemos trabajar en nuestra familia hoy.La cristalización del perdón llega cuando José conoce a su hermano menor Benjamín y sus hermanos están dispuestos a cambiarse por El, pues no puede repetirse la historia que les ha constado tanto, así han pasado la prueba y José les perdona, viene pues el esperado encuentro con su Padre Jacob, todo se ha dado en el marco del amor camino de la restauración.La familia patriarcal ha vuelto a reunirse recuperando al hijo que había sido vendido, ahora vuelve al estado de la verdadera fraternidad que debe existir en la familia ese es el querer de Dios en cada uno de nuestros hogares.Esta historia de José debemos leerla en familia para volver a recuperar el valor, la dignidad y el estado de gracia con la cual salió de la mano creadora de Dios y que, en la familia de Nazaret, con la presencia del Hijo Amado en medio de la familia humana Dios Padre renueva todas las cosas para volverlas a su estado original.Cada uno de nosotros tenemos un rol en la familia, una misión que asumir como don del Dios Uno y Trino, no renunciemos a ella, al contrario, hay que estar dispuestos a trabajar sinceramente para a santificar nuestra familia, en el amor y la fraternidad con la reconciliación, el perdón la fe, con la gracia del Padre Dios que nos une como familia bendecida y santificada por Cristo con el sacramento del matrimonio.Dios bendiga nuestra familia.+ Ramón Alberto Rolón GuepsaObispo de Montería