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GERARDO VALENCIA CANO, el más discutido y admirado obispo de Colombia en su momento
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Al celebrar este 21 de enero, 2022, los 50 años de la partida a la Casa del Padre de Mons. Gerardo Valencia Cano, la Conferencia Episcopal de Colombia se une a los pueblos indígenas de nuestro país y al pueblo de Buenaventura y de la Costa Pacífica, en homenaje y reconocimiento a quien fuera su pastor abnegado. Como miembro de la Congregación de los Misioneros de Yarumal, en 1949, a la edad de 32 años, fue nombrado Prefecto Apostólico de Mitú, Prefectura que cubría los actuales departamentos de Vaupés, Guaviare y Guainía, donde dejó una huella imborrable por su trabajo apostólico, que sintetizó en el bello poema y canto de su inspiración poética:
“¡Vaupés, Vaupés, tierra brava de la selva y del raudal!
¡Vaupés, Vaupés, en tus aguas se oye el toque de un clarín!
Vaupés, Vaupés, no te busquen los que no saben luchar,
que a tus selvas se entra siempre con coraje
Y a tus ríos con bravura
Y a tu corazón con fe”. (…) [1]
En 1953 fue designado por la Santa Sede como Vicario Apostólico del recién creado Vicariato Apostólico de Buenaventura, donde inició un incansable trabajo misionero que trascendió las fronteras de su jurisdicción hacia todo el litoral Pacífico colombiano, con influencia en todo el país. Mons. Valencia fue uno de los más reconocidos obispos de Colombia en su tiempo por su búsqueda de un nuevo estilo de Iglesia que viviera y proclamara auténticamente el Evangelio de Jesús, adelantándose más de 50 años a la propuesta del papa Francisco de una Iglesia en SALIDA. El “Hermano Gerardo”, como fue reconocido por su pueblo, nos dejó un legado misionero de auténtico cristiano de a pie, como sacerdote y pastor comprometido con su grey, y de obispo de su tiempo que buscó aplicar el Concilio Vaticano II en la Iglesia latinoamericana, a través del Departamento de Misiones del CELAM, como su primer presidente.
Monseñor Valencia Cano, Vicario Apostólico de Buenaventura de 1953 a 1972, murió en el accidente del avión HK 661 de Satena que volaba de Medellín a Istmina y se estrelló en el Cerro de San Nicolás, en la región del Citará, jurisdicción del municipio de Ciudad Bolívar, al suroeste del departamento de Antioquia. Su muerte conmocionó a su querido pueblo de Buenaventura y del litoral pacífico que le rindió un sentido homenaje el 7 de febrero, 17 días después del accidente; cuando su cuerpo fuera rescatado de la selva inhóspita por la comisión terrestre liderada por el sacerdote Ricardo Saldarriaga, párroco de la parroquia San Bernardo de los Farallones, de Ciudad Bolívar.
“Todos somos un solo Pueblo” [2]
Cincuenta años después, su memoria sigue aún más viva y fecunda, como nos lo confirma Monseñor Rubén Darío Jaramillo M., actual obispo de la diócesis de Buenaventura: “El 21 de enero de 1972 parte hacia el Cielo Mons. Gerardo Valencia Cano, obispo de Buenaventura, coronando así una obra maravillosa que, en 19 años, como Vicario Apostólico de Buenaventura, realizó innumerables obras en esta región del Pacífico Colombiano, en Colombia y en América Latina. Hemos querido designar esta gran fiesta con el nombre: “TODOS SOMOS UN SOLO PUEBLO”, resumiendo así la vida y obra, la memoria y pensamiento de Gerardo Valencia Cano, el Hermano Mayor, el obispo de los pobres. “Todos somos un solo pueblo”, solía decirlo en sus alocuciones en Radio Buenaventura en su programa diario “Muy Buenos Días”. GVC está vivo, está resucitado, y cada día toma más fuerza su pensamiento, su amor a sus comunidades, primero en el Vaupés y luego en Buenaventura. En palabras de la poetisa Lucrecia Panchano digo: “Fue nuestro gran monseñor G. Valencia Cano quien, en todo hombre, su hermano reconoció con amor”. Es para nosotros, yo como obispo de Buenaventura, Rubén Darío Jaramillo Montoya, poder celebrar la vida y obra de un hombre grande, de un obispo que supo ver en el otro el rostro de Dios y entregarse por Él como profeta, como sacerdote y como obispo, pero ante todo como hermano, “hermano del Tucano”, decía en el Vaupés, y aquí “hermano del negro, del indígena, del mestizo”, que defendió las poblaciones de los potentados que querían destruir a los humildes, a los “negritos”, como decía él. Que Dios en el Cielo lo corone y a nosotros nos inspire en estos cincuenta años que estamos celebrando, poder imitar su legado de entrega absoluta por los demás; dejar a un lado tantas complicaciones como llevamos nosotros y ser humildes y sencillos como él vivió. En el Cielo hay fiesta porque hay un hombre grande. En la tierra, en Buenaventura, ya no lloramos a Gerardo; ya lo invocamos para que siga acompañando la lucha del Pueblo de Buenaventura en su liberación total, en su dignificación. Dios bendiga nuestro Puerto y que, desde el Cielo, Gerardo nos envíe su bendición”[3]. Desde la Comisión Episcopal de Misiones y del Centro de Animación Misionera de la CEC y el área de Etnias nos unimos a Mons. Rubén Darío para apoyar a su diócesis y a la Iglesia colombiana en el proceso de beatificación que se inicia.
¿Cómo se entendió a sí mismo el Hermano Gerardo?
El esfuerzo por plasmar en su “Diario” sus vivencias del día a día en su actividad apostólica nos dejan una prueba de su íntimo deseo de identificarse más y más con el proyecto de Jesús. Escribía en 1969, a poco más de un año de su partida:
“Yo quisiera salir gritando: soy un sacerdote misionero que quiere vivir a los 52 años de edad y hasta la muerte, su sacerdocio como el día de su ordenación”.
(…)
“Comprendí que "para conocer a Dios es necesario conocer al hombre y que es necesario amar al hombre para poder amar a Dios", como lo recordaba Pablo VI al finalizar el Concilio”.
(…)
“Comprendí que la vocación de "evangelizar a los pobres" lleva consigo el deber de denunciar las injusticias y las hipocresías de quienes echan pesadas cargas sobre los hombros de los demás y ellos no las tocan ni con un dedo”.
(…)
“¿Y el "aggiornamento"? Para mí, aggiornarse el sacerdote es sentir como Cristo el dolor de las muchedumbres marginadas y la rebelión de esa juventud aprisionada dentro de unas estructuras que deberían estar en continua revisión, según las exigencias de los tiempos y los impulsos del Espíritu” [4]
El talante de su personalidad y de su pensamiento social lo podemos medir en sus mismas palabras; en un discurso pronunciado en 1971, expresaba:
“Hermanos, os habla un porteño que ha sufrido durante diecinueve (19) años la dureza de la estiva sobre los hombros encorvados de sus hermanos con hambre de libertad; (…) Os habla un hombre que ha llorado con el indio la desaparición de su raza y ha llorado con el negro el desprecio de las otras; (…) Os habla un hombre que, habiendo recibido de Cristo su mandato de amor, ve con angustia que el egoísmo de los que algo tienen, clava sus garras implacables sobre las frentes de los desposeídos”. (…) “Hermanos, os habla un hermano, un hermano vuestro Latinoamericano, nacido en las montañas de Los Andes, quemado por el sol de nuestros valles, herido en las espinas de la selva, conocedor del Amazonas y del Plata. Os habla mi experiencia de la tierra, la angustia de libertad, la sed insoportable de que todos tengamos una sola Patria” [5]
Entre muchas opiniones sobre el Hermano Gerardo, destaco el siguiente escrito del poeta nadaista Gonzalo Arango, quien fue su amigo y quien tuvo la ocasión de caminar con Mons. Valencia en una correría por San Francisco del Naya. En el periódico El Tiempo en 1971 nos dejó el poeta esta reseña del obispo de Buenaventura: “Monseñor Valencia no es el lobo de Golconda, pero tampoco el caperucita roja de la religión. Evidentemente no es el capellán del statu quo. Sencillo como la coliflor, flaco, bajito, con un motorcito pegado al alma, con una autoridad que no emana del poder sino de su bondad. Así es él. Silencioso y activo, incansable y meditador. Un peón de Cristo a quien le sobra tiempo para la poesía”.
Su biógrafo, Gerardo Jaramillo lo define como un profeta: “Gerardo era un profeta: sintió que tenía una misión que cumplir, sintió que Dios le había encomendado una misión y, aunque a veces había sentido deseos de huir, siempre permaneció asido a la cruz, uncido a la tarea que el Señor le encomendó”[6].
"Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados!", gritó Jesús en el sermón de las Bienaventuranzas, grito que actualizó el Hermano Gerardo durante su actividad misionera, y en numerosos escritos y discursos, como lo testimonia Monseñor Raúl Zambrano Camader, su colega en el episcopado: “De los negros opinó que son el símbolo de todo el pueblo iberoamericano. La clave de la liberación debemos buscarla en nuestro mismo continente. América Latina es tierra propicia para la unidad, pues sus gentes son una síntesis de todas las razas del mundo. En Quibdó pronunció un corto discurso y decía Mons. Valencia: “El indio de América y el negro más auténtico tiene en su alma y en su historia la clave verdadera de las reformas sociales; lo han tomado de su casto contacto con la naturaleza, lejos de lo artificial que ha provocado en el hombre su tentación de ser Dios” [7]
A buena hora el obispo de Buenaventura, Monseñor Rubén Darío Jaramillo, nos invita a estar en sintonía como Iglesia colombiana, desde el pueblo fiel del litoral Pacífico y de las minorías étnicas de Colombia, para unirnos en oración y acción por la causa de Beatificación de este testigo fiel de nuestra Iglesia local. En el contexto de la SINODALIDAD que vivimos como Iglesia universal el papa Francisco nos está mostrando el camino a seguir en este siglo XXI. Gerardo Valencia, en actitudes proféticas similares al papa Francisco, fue un visionario en su tiempo y nos dejó un derrotero de humanismo cristiano con una actitud misionera en salida, al encuentro de tantos hermanos y hermanas, víctimas de la marginalidad en nuestro país.
En una anotación de un libro de lectura de Mons. Valencia se encontró este escrito de su puño y letra: "Señor, cuando yo muera, ¿qué será de mí? Déjame perderme bajo la tierra como una pepa dura, de la memoria de todos, mientras que Tú plasmas de nuevo al viejo Adán, y reviente como una estrella sobre el nuevo mundo" [8]
Gracias Hermano Gerardo por quedarte entre nosotros animando nuestra Iglesia colombiana.
P. Omer Giraldo R. MXY
Centro de Animación Misionera Conferencia Episcopal de Colombia CEC
Director del Área de ETNIAS
Director Director del El Instituto Misionero de Antropología - IMA
[1] MONSEÑOR VALENCIA. Homenaje póstumo a la memoria de Monseñor Gerardo Valencia Cano, MXY. Publicación dirigida por P. Gerardo Jaramillo G. MXY y varios colaboradores. Editorial Librería Stella. Bogotá. Página 27.
[2] Expresión de Monseñor Valencia en sus alocuciones radiales en Radio Buenaventura
[3] Mons. RUBEN DARÍO JARAMILLO. Mensaje con ocasión de la celebración de los 50 años de la muerte de Mons. Gerardo Valencia Cano.
[4] Monseñor Valencia. Op. Cit. Pag. 38-41
[5] Monseñor Valencia Op. Cit. Pag. 54-56
[6] Gerardo Jaramillo Gonzalez. El Obispo de los Pobres. Una biografía de Monseñor Gerardo Valencia Cano. Seminario de Misiones Extranjeras de Yarumal. Edit. Carpgraphics. MEDELLIN. Agosto 2008.
[7] Zambrano Camader, Mons. Raúl. “El pensamiento social de Mons. Valencia”. En Monseñor Valencia. Op. Cit. Pág. 76.
[8] Monseñor Valencia. De Gerardo Jaramillo González. Op. Cit. Pag. 195
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La Cruz, lugar del reinado de Cristo
Por Mons. José Libardo Garcés Monsalve - Celebramos en este domingo a Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo. El reinado de Jesús, no es de este mundo, sino que es la instauración del Reino de Dios en la humanidad entera, desde el madero de la Cruz. Jesús durante el desarrollo de su misión siempre esquivó los momentos en que lo iban a proclamar rey, pero cuando iba camino a la cruz, respondiendo a Pilatos, Él comienza a aceptar que es Rey, no a la manera humana, sino desde la lógica de Dios: “Pilato volvió a entrar en su palacio, llamó a Jesús y le interrogó: ¿eres Tú el rey de los judíos? Jesús le explicó: mi Reino no es de este mundo. Si lo fuera, mis seguidoreshubieran luchado para impedir que yo fuera entregado a los judíos. Pero no, mi Reino no es de este mundo” (Jn 18, 33-36).En la respuesta de Jesús a Pilato queda claro que su reinado no es a la manera humana, ni como lo concibe el poder político del momento, ni como lo esperan muchos de los que lo siguen, sino que su misión es reinar desde el servicio, dando testimonio de la verdad; un reinado que lo vive desde la Cruz, lugar desde donde sirve a la humanidad, perdonando nuestros pecados y dándonos la salvación eterna: “Pilato insistió: Entonces, ¿eres rey?Jesús le respondió: Soy rey, como tú dices: Y mi misión consiste en dar testimonio de la verdad. Precisamente para eso he nacido y para eso he venido al mundo. Todo el que pertenece a la verdad escucha mi voz” (Jn 18, 37).Esta declaración de Jesús ante Pilatos, que Él es rey, precisamente cuando está a punto de morir en la cruz, deja el camino trazado para el discípulo misionero. Un cristiano es un seguidor del Señor, dando testimonio de Él desde el servicio y el lugar del servicio es el último. En una sociedad donde muchos quieren construirse un trono sobre las cenizas de los demás, Jesucristo Rey del Universo, nos enseña que su reinado es ocupar el lugar de la Cruz, para el servicio a los otros, levantando al que está caído en medio del camino a ejemplo del buen samaritano: “Jesús dirigiéndose a sus discípulos añadió: si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz, y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá, pero que el que pierda su vida por mí, la conservará. Pues ¿de qué le sirve a uno ganar todo el mundo, si pierde su vida?” (Mt 16, 24-26). El camino que el discípulo misionero debe seguir es el camino de la Cruz, renunciando libre y voluntariamente a su propia comodidad, para entregar la vida a Dios y a la Iglesia, para transmitir la fe a otros cumpliendo con el mandato del Señor de ir por todas partes a anunciar el Evangelio: “Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a poner por obra todo lo que les he mandado. Y sepan que yo estoy con ustedes todos los días hasta el final de los tiempos” (Mt 28, 19-20).En la salida misionera para el anuncio del Reino de Dios, el discípulo misionero tiene la certeza de la compañía de Jesús todos los días hasta el final de los tiempos, pero también sabe con toda claridad, que corre la misma suerte del Señor si se decide a renunciar a sí mismo y cargar la Cruz, reinando con Jesús desde el último lugar. En este sentido, el documento de Aparecida nos dice: “El discípulo experimenta que la vinculación íntimacon Jesús en el grupo de los suyos es la participación de la Vida salida de las entrañas del Padre, es formarse para asumir su mismo estilo de vida y sus mismas motivaciones, correr su misma suerte y hacerse cargo de su misión de hacer nuevas todas las cosas” (DA 131), naciendo de nuevo para poder tener parte de un lugar en el Reino de Dios.Todo el trabajo pastoral y la evangelización que realizamos a lo largo del año, tiene como objetivo hacer que Jesús reine en el corazón de muchas personas y esto será posible si enseñamos a los fieles a renunciar a sí mismos y cargar la cruz para nacer de nuevo desde la Cruz del Señor, transformados por la gracia, para ver el Reino de Dios, “el que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios” (Jn 3, 3), de tal manera que el proyecto pastoral tiene a Jesucristo Rey como centro, a quien “hay que conocer, amar e imitar, para vivir en Élla vida trinitaria y transformar con Él la historia hasta su perfeccionamiento en la Jerusalén celeste” (Novo Millennio Ineunte 29), que preparamos cada día de nuestra vida centrada en Jesucristo, que reina en nuestro corazón, hasta que podamos decir con entusiasmo“Tú eres el Cristo, venga tu Reino”.Como creyentes en Jesucristo Rey del Universo, tenemos la misión de ser reflejo del reinado de Cristo en el mundo, renunciando a nosotros mismos y cargando con la Cruz, para tener la vida eterna, cumpliendo el mandato misionero que será posible si nos abrimos a la gracia que nos trae Jesucristo Rey para hacernos hombres nuevos en Él, construyendo el Reino de Diosen este mundo, desde la caridad, para llegar un día a participar de la gloria de Dios en plenitud con Jesucristo Rey. Que la Santísima Virgen María, madre de la esperanza y el glorioso patriarca san José, custodio de nuestra vida, alcancen del Señor la gracia para servir desde la Cruz, lugar del reinado Cristo. En unión de oraciones, reciban mi bendición.+José Libardo Garcés MonsalveObispo de la Diócesis de Cúcuta
Jue 14 Nov 2024
Una pastoral hecha con ardor
Por Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - Durante los dos últimos años, después de llevar a cabo un amplísimo proceso sinodal desarrollado en las parroquias, arciprestazgos y vicarías, buscando dar continuidad a los procesos de evangelización y de pastoral que se han venido realizando en nuestra Iglesia particular, entrego a la comunidad eclesial de la Arquidiócesis de Cali las líneas pastorales generales 2025 – 2027.El objetivo general definido es “propiciar en la Iglesia particular de Cali procesos evangelizadores en y desde el bautismo, de manera que lleven al encuentro personal con Cristo, a través de la misión permanente, sirviendo al desarrollo humano integral y solidario de todos y el cuidado de la casa común”.Como se pueden dar cuenta, no se habla de plan pastoral. El plan o diseño de la acción pastoral, se deja en manos de los párrocos y líderes de pastoral en cada una de las parroquias, instituciones de educación y de pastoral específica. Como arzobispo es mi deber ofrecer unas orientaciones o líneas de acción de carácter general que permitan aplicar las mismas a las distintas realidades.Por otra parte, hemos pensado que el espacio de tiempo no podía ser muy largo, pues si bien es cierto que se necesita vislumbrar o casi anticipar la Iglesia del futuro de forma prospectiva, los cambios son tan profundos y veloces que no permiten definir acciones de largo impacto, y casi ni siquiera las que tienen que ver con otros asuntos, tan necesarios para la pastoral, como los administrativos y financieros. Es por eso que definimos estas líneas para el tiempo inicial de tres años: 2025, 2026, 2027, dando inicio el primero de febrero de 2025, para terminar en enero de 2028.El estilo de la redacción es sencillo, para que sea un instrumento accesible a todos y pueda ser asumido por todos.Bajo la figura del corazón vivo, con circulación de sangre hacia adentro (sístole) y hacia fuera (diástole), hemos definido en cuatro los ejes que animarán la vida pastoral en nuestra arquidiócesis.La sístole está dada por los ejes del bautismo y el año litúrgico; y la diástole, por la familia, la vida y la esperanza.Con la toma de conciencia de la importancia del BAUTISMO, se pretende motivar a que los bautizados se sientan realmente discípulos y en comunidad adquieran una vida bautismal a partir del encuentro personal con Jesucristo. Ello será posible en la medida en que se adquiera el propósito de participar en una propuesta formativa integral disciplinar que responda a la necesidad de vivir el bautismo como proyecto de vida cristiana.Además, consideramos necesario desarrollar una presencia arquidiocesana de formación y acompañamiento del mundo virtual, generando procesos de encuentro personal con Jesús y ayuden a todos a conocer y seguir al gran Maestro que salva y libera.Con el AÑO LITÚRGICO estaremos llamando a los fieles a celebrar la fe que tenemos, pues nuestra fe no es ni puede ser solo conceptual, ni teórica, nuestra fe es celebrativa y testimonial. Valorar el domingo y los tiempos fuertes del año litúrgico ayudan sin lugar a dudas a tomar conciencia de que somos una Iglesia Evangelizada y Evangelizadora, que celebra y testimonia su fe más allá de los ritos, pues la fe debe hacerse vida.Con el eje de LA FAMILIA se está dando respuesta al gran desafío social y de fe que tenemos, que consiste en recuperar el tejido social de la familia, que nace del corazón de Dios, y así asumir los retos de ser testigos y defensores del gran don ofrecido por Dios, que es la vida, así como el cuidado de la casa común.Recuperar la sacramentalidad y el ministerio de la conyugalidad, acompañar a las familias para que sean iglesias domésticas y las familias en dificultad, es algo que urge. También, en ese mismo contexto no se pueden dejar a un lado las acciones orientadas a promover una comunidad parroquial y eclesial inclusiva y dinámica que inspire a niños, niñas, adolescentes y jóvenes a descubrir y vivir su fe en Jesús de manera activa y comprometida, sin olvidar la cultura del cuidado, pues la Iglesia debe seguir siendo un lugar seguro para todos.Finalmente, LA ESPERANZA. Los tiempos que vivimos no son fáciles y esta virtud teologal se puede perder. Por tanto, se pretende ayudar a los fieles a leer y vivir los signos de los tiempos. El desafío grande que tenemos es acompañar a una sociedad que no tiene ojos para ver lo que Dios nos está diciendo a través de sus signos. Por eso la eficiente y eficaz acción social de la Iglesia, iluminados siempre por el Evangelio y la Doctrina social de la Iglesia, será un motor que ayude a los más pobres y necesitados, de todas las periferias existenciales, a no perder la esperanza. Ante una cultura de muerte que se quiere imponer, nuestras líneas pastorales le apuntan a fortalecer la cultura de la vida y de la paz.Pido a todos los miembros de nuestra familia arquidiocesana a apropiarse de estas líneas pastorales generales, con las cuales se pretende solo hacer posible que el Reino de Dios crezca abundante en cada uno de nosotros.Las ponemos bajo la protección amorosa de Nuestra Señora de Los Remedios, nuestra patrona.Mons. Luis Fernando Rodríguez VelásquezArzobispo de Cali
Vie 8 Nov 2024
Matrimonio y familia: don de Dios
Por Mons. Héctor Cubillos Peña - La vida de pareja, como la de familia, son un don de Dios a la humanidad, que Él ofrece como camino de luz, verdad y amor. La Iglesia está llamada a anunciar la buena noticia sobre el amor humano.1.“Hagamos al hombre nuestra imagen y semejanza” (Gn 1, 26)Con estas grandiosas palabras introduce el Génesis los relatos sobre la creación del hombre como culminación de la obra creadora divina. El “hagamos” está indicando esta determinación eterna de crear al género humano. Según la tradición la Iglesia puede ser considerado como una deliberación de Dios con sus ángeles, o también como la expresión de la consideración del Dios trinitario que determina crear al ser humano en una clara referencia al Hijo encarnado como imagen del hombre.El hombre es descrito como “imagen y semejanza”, lo cual pone de relieve una especial relación con Dios, diferente y superior a la relación con las demás creaturas. “Hagamos” pone de presente que el hombre ha sido creado por Dios, y que éste es su dueño y Señor; de Él procede, en Él existe y hacia Él se orienta en su existencia. De esta verdad no es posible alejarse ni negarla. La afirmación del Génesis de Dios al concluir su obra lo dice todo: “y vio Dios que todo era bueno” (Gn 1, 31)El ser el hombre imagen, ícono y semejanza de Dios, explícita esas realidades propias de lo humano: su ser personal e individual, su capacidad para escuchar y responder, su inteligencia, libertad y voluntad. El hombre y la mujer son semejantes a Dios, pero no iguales. El ser humano es por tanto la obra más perfecta y maravillosa de Dios; colocada por él como centro y señor de la creación; único ser capaz de acoger y corresponder al don de la vida y el amor que el Creador ha establecido conceder a su creatura. De esta condición se desprende su obligación, su valía y su condición sociable.2.“Hombre y mujer los creó” (Gn 1, 27)Otra de las grandes afirmaciones de la Palabra de Dios es la de que los creó diferenciados hombre y mujer. Esta realidad también ha de verse bajo el principio de la imagen y semejanza; juntos reflejan a Dios. La belleza, las propiedades y características de cada uno de los sexos, son obra del Creador. Lo masculino y lo femenino se expresan y se comunican en todas las dimensiones del ser humano: lo físico, lo intelectual, lo afectivo y lo social. Allí se encuentra por tanto la perfección y belleza de lo humano. Ambos son complementarios y están destinados a la unión. Todo intento de querer modificar o destruir esta condición es un atentado contra el ser humano y contra su Creador. Ambos, pues, han de reflejar en su unión la obra divina, bella y completa de Dios. En el hombre y la mujer unidos se hace presente Dios, porque Él es amor. “Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre” (Mt 19,6)3.“Y se unirá a su esposa y los dos serán una sola carne, de manera que ya no son dos, sino uno solo” (Gn 2,24; Mc 10,8)Hombre y mujer destinados a ser una sola carne. El término carne como también el de cuerpo designan la persona humana en su totalidad desde la perspectiva de su ser relacional y de presencia en la realidad y la historia. La vocación terrena de hombre y mujer, por tanto, es la de ser pareja y en el matrimonio; que es por tanto unidad y comunión. El amor tiende a la unidad sin que se pierda la diferencia; y, Dios es amor (1 Jn 4; 8). La vida matrimonial conlleva la mutua donación por amor hasta la muerte. El verdadero amor excluye toda forma de violencia, opresión, aniquilamiento o separación. En estos tiempos de sinodalidad, del “caminar juntos” se puede contemplar la vida de pareja y también de familia como ser – “caminar en el amor”. La unidad que una pareja está llamada a alcanzar siempre estará sostenida y alimentada por la gracia el Sacramento del matrimonio. La infidelidad y la separación, de otra parte, lamentablemente siempre estarán al acecho para destruir la relación matrimonial. 4.“Gran misterio es este y yo lo refiero a Cristo y a su Iglesia” (Ef 5,32)Estas palabras paulinas tocan lo más profundo del diseño de Dios sobre el matrimonio. El término “misterio” designa el querer de Dios que se orienta al bien y la plenitud de la humanidad.La vida de pareja por tanto se puede contemplar a la luz de la súplica de Jesús a su Padre: “Que todos sean uno como tú Padre y yo somos uno” (Jn 17,21). Es el misterio del amor divino en el amor humano. La vida matrimonial y de familia también han de reflejar el amor entre el Padre y el Hijo; por eso es que en concreto la familia es llamada “iglesia doméstica”. Cristo es la cabeza y la Iglesia la familia, son su cuerpo. Cristo entrega su amor y la pareja responde con amor a Él y esto lo testimonia la familia en el amor de esposos y de padres e hijos.ConclusiónLa vida matrimonial como la familiar son un don maravilloso del amor de Dios. Urge en la actualidad anunciar y testimoniar la belleza del amor en pareja para traer a tantos que se encuentran desorientados o engañados por falsas propuestas. El camino del Sacramento del matrimonio es verdadero camino de amor, de felicidad y también de santidad.+HÉCTOR CUBILLOS PEÑAObispo de ZipaquiráMiembro Comisión Episcopal de Matrimonio y Familia
Jue 7 Nov 2024
Sobre “La Paz Total”
Por Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía- Cada gobierno “apellida” su plan de paces con armados ilegales y su propuesta de convivencia ciudadana. Este no es la excepción. Solo que aplicó apenas uno de los cuatro principios para el abordaje de la transformación, señalados sabiamente por el Papa Francisco en “La Alegría del Evangelio” (números 217 al 237): “El todo es superior a las partes”. Los otros tres son:1.”El tiempo es superior al espacio”.2.”La unidad prevalece sobre el conflicto”.3. “La realidad es más importante que la idea”.La idea de “totalidad” de los actores armados, si bien se asume a los “actores de la ilegalidad” contra todo derecho y de “la rebeldía contra todo el sistema”, no integra, directamente, como gran gestor estatal de paz frente al “enemigo interno”, desde el “monopolio de las armas”, la acción de la fuerza pública. Esta ha de ser llamada, no solo a disuadir, sino también a persuadir y a reintegrar, en la protección y defensa del bien común, a quienes se han alzado en armas.Este Gobierno ha dado un primer paso, importante al poner un jurista de talla internacional como ministro de defensa, e iniciar un “despegue de doctrina”, que convertía la fuerza estatal en un enemigo más de la paz y de los derechos humanos y civiles, afectados por la corruptela clasista y mafiosa.Creo que la permanencia y estabilidad en ese propósito se enfrenta con la tentación de agudizar la guerra que le hacen las ultraderechas, a coro con los grupos armados, “pescadores en río revuelto” a cada instante. “Volvimos a lo de antes”, “retrocedimos”: es su canto electorero para volver a los esquemas que llamaron de “seguridad democrática” o de “paz con legalidad”.Pero abrir ventanas de contacto y mesas de diálogo por todos lados, y lanzar propuestas tan audaces como la compra estatal de cosechas de coca y retoma de territorios “con oferta estatal integral”, o de financiar jóvenes pandilleros del conflicto urbano a cambio de que abandonen el asesinato y, por ende, las armas en las calles, son propuestas que requerirían:a) De un músculo muy fuerte de sociedad poblacional en cada territorio; b) De simultaneidad de ceses al fuego y simultaneidad de mesas; c) De concurrencias del Estado en sus instancias local, regional y nacional; d) De la inversión, financiamiento y acompañamiento duraderos por parte de la Nación y de la misma comunidad internacional.Estado, población, concurrencias territoriales y sectoriales, y una “hoja de ruta nacional, son un enorme desafío, que le daría el marco constitucional a la “Ley de paz total”, la 2272 de 2022, focalizando el propósito y confiándole las riendas a las poblaciones que se constituyan, a nivel municipal y de comunas urbanas y resguardos o entidades territoriales étnicas, como ACTOR CIVIL Y COMUNITARIO de la “Paz Total”.En suma, los constitucionalistas y el poder legislativo y judicial, junto al poder ejecutivo del Estado en cada instancia y a los poderes e instituciones sociales, requerirían sintonizarse en la pacificación nacional por vía de “democracia para la paz” , como está en la agenda que venía retomándose entre el ELN y el actual Gobierno.Entre otras, porque entrar de lleno en este segundo punto, seguido después del más motivacional ya firmado, el de “participación de la sociedad en la construcción de la paz”, podría y debería ser el nuevo arranque de esa envolatada mesa de diálogos.Interesar a la ciudadanía en este propósito resulta apremiante. Casos reiterados como crímenes y asesinatos de niñas y niños, ahora focalizados en el secuestro, abuso y despedazamiento de Sofía Delgado, deberían prevenirse con toda la “voluntad colectiva herida”, el caso de Candelaria y Villa Gorgona en el Valle del Cauca; quizás, con una revalidación ética o moral de la cédula de todo ciudadano, a modo de plebiscito o cabildo y /o audiencias públicas, como mecanismo de sensibilización y prevención de crímenes como este.A grandes males, más grandes remedios, más allá de griterías, quemas, linchamientos, cárcel y castigo, o tontos clamores de “pena de muerte” y cosas similares.Una población empoderada de su convivencia pacífica, de su desarrollo integral y de su solidaridad social, se vuelve actor y protagonista de la construcción de paz, ahora y más allá de uno u otro gobierno.+Mons. Darío de Jesús Monsalve MejíaArzobispo Emérito de Cali