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evangelio del domingo

Vie 5 Mar 2021

La voz del Pastor | 07 de marzo de 2021

Reflexión de monseñor Luis José Rueda Aparicio, Arzobispo de Bogotá y primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio según San Marcos 2,13-25 .

Jue 25 Feb 2021

«Este es mi Hijo, el amado; Escúchenlo»

SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA Febrero 28 de 2021 Primera Lectura: Gn 22,1-2.9a.10-13.15-18 Salmo: 116(115),10+15.16-17.18-19 (R. cf. 9) Segunda Lectura: Rm 8,31b-35a Evangelio: Mc 9,2-10 I. Orientaciones para la Predicación Introducción La Palabra de Dios propuesta para nuestra reflexión y oración nos propone: • Encontrarnos con Dios para escucharlo y obedecerlo. • En la entrega del hijo amado, contemplamos la plenitud de la ley y los profetas. • Vemos la gloria del Hijo que aún no comprendemos en plenitud, porque el Padre no se lo reservó para él. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Abraham, mantiene un permanente encuentro con Dios, quien ahora le pide un paso definitivo en la prueba de su fidelidad: sacrificar a su hijo amado, el de la promesa; nada extraño para él, por el contexto de sacrificios de los demás pueblos a sus divinidades. Era una prueba que lo formaba, que quizás no la entendía, pero sí la obedecía, permanecía en su fe a pesar de su desgracia (cf. Sl. 115, 10-19). Dispuesto a entregar su hijo para probar su fe en la obediencia, sobre el monte que el Señor le indicaba. Dios Padre, no perdonó su propio Hijo, a su Unigénito, para dárnoslo todo en él sin reserva ninguna, por amor a nosotros. Después de Pedro confesar su fe, a los 6 días, Jesús llevó consigo a tres de sus discípulos (Pedro, Santiago y Juan), como testigos según la ley (Dt. 19-15) a la montaña escogida por él para dejar ver su gloria, que aún no era comprendida por los apóstoles. Todo el acontecimiento desarrollado dentro del marco de una teofanía: resplandor y blancura en su vestido como ninguna otra, personajes importantísimos para Israel (Moisés y Elías), la nube que los envuelve, voz del Padre que invita a escuchar al Hijo amado, miedo de los testigos y conversación con desatino por el mismo temor. Los discípulos iniciaron la experiencia con Jesús y, al finalizar de ver y presenciar todo el acontecimiento, vuelven a quedarse solos, y allí el Maestro les pide tener silencio como principio de su pedagogía en este aprendizaje del sacrificio y la gloria. Se quedan sin entender nada. Es necesario que todo esto sea explicado por la acción del Espíritu Santo, en el corazón de los discípulos, todo se comprenderá en la pascua de Jesús. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? En la escuela del discipulado cristiano debemos aprender a escuchar la voz de Dios en el Hijo amado del Padre, que nos invita a seguirle sin ningún temor y bajo ningún condicionamiento. Sólo él sabe qué hacemos su santa voluntad, bien como Abraham marchando al monte Moriab, para hacer entrega de lo que más amaba, bien sabiendo colocar toda su esperanza en el Señor su Dios en ese duro momento. “La transfiguración ayuda a los discípulos y también a nosotros, a comprender que la pasión de Cristo es un misterio de sufrimiento, pero, sobre todo, un regalo de amor infinito por parte de Jesús” (papa Francisco. Ángelus febrero 25, 2218). Igualmente, invitados por Jesús subamos al monte de la transfiguración para que allí él se nos revele, bien como la plenitud de toda esperanza, bien como plenitud de la Ley y de los Profetas. No hay en otro tal certeza puesto que sólo en él está el esplendor de la verdad. En el crecimiento de la fe se nos hace necesario comprender el evento de la transfiguración para poder vivir el acontecimiento pascual. El evento protagonizado por Jesús, que se transfigura sobre el monte, “nos hace comprender mejor también su resurrección. Si antes de la Pasión no se nos hubiera mostrado la transfiguración con la declaración por parte de Dios, ‘Este es mi Hijo amado’, la Resurrección y el misterio pascual de Jesús no habría sido fácilmente comprensible en toda su profundidad”. (papa Francisco febrero 25, 2218). Es imprescindible escuchar la voz del Maestro, obedecer, subir a la montaña de la cruz y contemplar su gloria de Resucitado. Hoy en medio de las diversas circunstancias en que se vive es necesario, solo desde la transfiguración de Jesús, comprender los sufrimientos de hoy y afianzar nuestra esperanza de salvación. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Padre Celestial, gracias porque en Abraham, vemos la total confianza de la entrega, en Ti se hace realidad el infinito amor por el hombre y no hubo quien te detuviera en el sacrificio de tu Hijo. Fuiste hasta el final, pero antes les demostraste y enseñaste a sus discípulos quién era verdaderamente Jesús, el portador del esplendor de la verdad, al que había que escuchar porque es la plenitud de la ley, el esperado de los profetas. Si Moisés, débil y tartamudo, luchó contra el Faraón y Elías contra Ajab y Jesabel, siendo un humilde hombre que profetizaba por mandato de Dios. Jesús, el Hijo del Padre, lucha contra el demonio príncipe de este mundo, cumpliendo así la voluntad del Padre, para rescatar a los hombres del poder de las tinieblas, por el poder de su resurrección. Subamos ahora al Gólgota, como los tres testigos, para afirmar el hecho, y contemplemos la gloria del Crucificado que es nuestra salvación. José de Arimatea prestó, en la tarde de aquel viernes, un sepulcro vacío y en la mañana del domingo quedó nuevamente con un sepulcro vacío. Hoy ya los discípulos de Jesús entienden y no pueden callar el anuncio al mundo entero que Jesús vive. Esta es la misión del bautizado y discípulo, proclamar al mundo nuestra salvación por la resurrección, del que se transfiguró en la montaña y se entregó en la cruz. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hemos iniciado, hace pocos días, el camino cuaresmal y, hoy, somos invitados, como Abraham y los tres discípulos, a subir a la montaña, para que desde allí el Señor nos muestre su Gloria, manifestada en la entrega de su Hijo y en cada Eucaristía. Celebremos con gozo nuestra fe. Monición a la Liturgia de la Palabra Escuchemos la voz del Señor que nos invita a confiar en Él, a contemplar su gloria, en su muy Hijo amado, que ni Él mismo se reservó, al contrario, lo ofreció hasta el sacrificio de la cruz. Escuchemos con atención y recogimiento. Oración Universal o de los Fieles Presidente: queridos hermanos, oremos a Dios Padre, que tanto nos ama y nos dio a su único Hijo, para nuestra salvación. Digamos con fe: R. Escúchanos Padre, que tanto nos amas 1. Por la Iglesia: que, en sus ministros, el papa, los obispos, presbíteros y diáconos, muestre en sus actividades pastorales el amor del Padre que tanto nos ama y nos salva. Oremos. 2. Por todas las naciones de la tierra: para que los gobernantes de los pueblos más ricos y poderosos se comprometan y garanticen el respeto de los más pobres y débiles, creando conciencia en el valor de los derechos humanos. Oremos. 3. Por todos los que se encuentran cerrados a la verdad del evangelio: no quieren o no pueden crecer en la fe, por no aceptar a Jesús como la luz, el camino, la verdad y la vida. Oremos. 4. Por los pobres, marginados, enfermos y desamparados que no tienen ni pan ni techo ni con que abrigarse, para que compartamos con ellos lo que tenemos, no lo que nos sobra. Oremos. 5. Por esta asamblea litúrgica que marcha camino a la Pascua durante esta cuaresma, para que descubra la presencia de Jesús en la Palabra que escucha y en la fracción del pan de la Eucaristía. Oremos. Oración conclusiva Padre, Porque tenemos la certeza de que tú siempre nos escuchas, te confiamos nuestros deseos. Por Jesucristo nuestro señor. R. Amén

Vie 29 Ene 2021

¡Cállate y sal de él!

Por: Mons. Omar de Jesús Mejía Giraldo - Durante la semana que acabamos de terminar, como presbiterio, vivimos nuestros ejercicios espirituales. Esta vez realizados a través de la plataforma Zoom. Ha sido una experiencia maravillosa, porque hemos recordado una vez más aquello que dice la Palabra de Dios: “Cuando reces, entra en tu pieza, cierra la puerta y ora a tu Padre que está allí, a solas contigo. Y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará” (Mt 6,6). A lo largo de estos días, nuestro Padre Dios, en la intimidad de nuestro corazón y en un ambiente de silencio interior nos ha hablado por medio de la Palabra y, además, con el acompañamiento de un predicador laico que nos ha dejado una pregunta para responder: ¿Cuál es la misión de mi vida? Se trata de una pregunta aparentemente sencilla, porque, desde la teología simplemente, mi tarea como sacerdote y Obispo, mi misión es: enseñar, santificar y gobernar. Teológicamente, es verdad, esta es mi misión. La pregunta del millón es: ¿y cómo llevar a cabo semejante misión? A la luz del Evangelio de San Marcos, dónde se nos presenta un Jesús itinerante, Maestro, Médico, expulsando demonios y en actitud orante, he respondido: El cómo de mi ministerio episcopal es vivir como vivió Jesús, ser como Él, hacer lo que él hizo. Mi gran desafío, hermanos, es ser Cristo en medio de ustedes otro Cristo. Tarea y desafío no sólo para mí, también para ustedes queridos hermanos, porque, todos los aquí presentes y los que me escuchan hemos sido bautizados y, por lo tanto, consagrados. Como personas consagradas a Dios en el bautismo, tenemos que sentirnos amados por el Padre y, por lo tanto, en Jesús, el Señor, debemos sabernos hijos de Dios (hijos en el Hijo). Cada uno pensemos: si soy consagrado a Dios, mi primera gran misión es vivir como hijo de Dios. Además, de ser bautizado, si soy sacerdote y Obispo, también esta es mi tarea: vivir como Obispo. Si soy esposo (a), mi reto es vivir como esposo (a). Si soy hijo, debo vivir como hijo, si soy gobernante, tengo la misión de asumir las tareas propias de gobernante. Ser lo que cada uno somos, esta es nuestra gran tarea, nuestro reto, nuestro desafío. A la luz de esta invitación: Ser lo que somos, ser lo que prometimos ser, escuchemos la manera como comienza el santo evangelio de hoy: “En la ciudad de Cafarnaún, el sábado entró Jesús en la sinagoga a enseñar, estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los escribas”. Como actitud, como camino pedagógico, como estrategia evangelizadora, hermanos, la única manera de ser fieles es siendo lo que somos y la única manera de ser de verdad maestros auténticos es dejando que Jesús el Señor, el Emmanuel, el Dios con nosotros entre a la sinagoga interior de nuestro corazón. Nuestra enseñanza como hijos de Dios, como sacerdote, como Obispo, como maestro, como padre de familia…, sólo será contundente si hemos dejado permear nuestra vida por la vida del Maestro de los maestros, Jesús el Señor. Miremos una particularidad más del evangelio de este domingo, escuchemos: “Había precisamente en su sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo y se puso a gritar: ¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: El Santo de Dios. Jesús lo increpó: ¡Cállate y sal de él! El espíritu inmundo lo retorció violentamente y, dando un grito muy fuerte, salió de él”. Hermanos, nuestro corazón, nuestra memoria, nuestra inteligencia, nuestra imaginación, no pueden estar vacíos. Nuestra interioridad, la ocupa Dios, la ocupan las virtudes y los valores del evangelio o la ocupa espíritus inmundos. El hombre de la sinagoga a quien tenía un espíritu inmundo conocía a Jesús, sabía quién era Él, sabía que Jesús era el Santo de Dios, pero no le permitía que ocupara su ser interior. Este hombre, conocía racionalmente a Dios, pero no lo conocía en la integridad de su ser. Jesús, el Señor, que conoce la interioridad de cada corazón, sabe que este hombre está atado por un espíritu inmundo, el cual, no le permite ser él mismo. El Señor sabe que este hombre ha extraviado su misión. Por eso, quiere con su poder liberarlo, sanarlo, devolverle la salud integral, la salud del alma y del cuerpo. La Palabra de Dios, en boca del mismo Señor, cuando le dice al espíritu inmundo: ¡Cállate y sal de él!, nos esta diciendo a nosotros que con los espíritus inmundos no se dialoga. Jesús al hombre que está poseído por el espíritu inmundo, le habla con autoridad. Hermanos, sólo la autoridad divina, permite la liberación del mal. No busquemos sanación en los objetos creados. Sólo Dios sana. Lo dice la Palabra: “He venido a sanar a quienes tienen destrozado el corazón” (cf Lc 4,16-19); “He venido para que tengan vida y vida en abundancia” (Jn 10,10). Sin la fuerza poderosa de Dios que nos libera del mal no es posible vivir en libertad. Sin la gracia de Dios, no es posible ser lo que el día de nuestra consagración sacerdotal o nuestra opción matrimonial prometimos ser. Dice la Palabra: ¡Cállate y sal de él! Jesucristo, nuestro Dios y Señor, sabe que el demonio nos genera ruido interior. Al demonio no le gusta que nosotros hagamos silencio, por eso, nos pone todos los espacios posibles para que nos entretengamos en medio del ruido. El ruido nos desenfoca de nuestra misión. Hermanos, entendamos que nuestra vida cristiana es fundamentalmente un camino. Lo más grave que nos puede pasar es quedarnos quietos, estancarnos. Es peligrosísimo saber sólo algunas cosas de Dios y contentarnos con ello. Vivir en Dios es fundamentalmente una experiencia “mística”. La vida en Dios y desde Dios es una acción de lucha continua contra el mal. Vivir en Dios, desde Dios y para Dios, es una fuerza profunda que oxigena nuestra interioridad para que, con la fuerza y el poder de Jesús el Señor, podamos vencer los espíritus inmundos que nos atormentan. La vida cristiana es un combate espiritual. Escuchemos la Palabra en los consejos que San Pablo dirige a la comunidad de los Efesios: “Por lo demás, fortalézcanse en el Señor con su energía y su fuerza.Lleven con ustedes todas las armas de Dios para que puedan resistir las maniobras del diablo.Pues no nos estamos enfrentando a fuerzas humanas, sino a los poderes y autoridades que dirigen este mundo y sus fuerzas oscuras, los espíritus y fuerzas malas del mundo de arriba. Por eso pónganse la armadura de Dios, para que en el día malo puedan resistir y mantenerse en la fila valiéndose de todas sus armas” (Ef 6,10-13). Hermanos, si queremos crecer espiritualmente y si queremos ser fieles a nuestra misión de ser consagrados en el bautismo y para ser fieles en cada una de nuestras vocaciones, necesitamos de la fuerza poderosa del Espíritu que nos impulsa a dejarnos liberar del mal. Recordemos un poco aquellos pensamientos impuros que nos atormentan y escuchemos la voz de Cristo, nuestra Dios y señor, que nos dice con autoridad: ¡Cállate y sal de él! Aunque no lo creamos, pero, la verdad es que aquellos pensamientos impuros que a veces alimentamos con cierto deleite, al final se van volviendo pensamientos que nos atormentan y nos quitan la paz. La verdad es que, sin fuerza espiritual divina, la vida se va quedando sin sentido. Sólo el Espíritu de Dios moviliza nuestra alma y la impulsa a vivir en serenidad, paz y armonía. Hermanos, hoy como ayer, el Señor, sigue pasando vecino a nosotros y quiere entrar a la sinagoga de nuestra interioridad y continúa diciéndole al espíritu inmundo que nos atormenta: ¡Cállate y sal de él! Preguntémonos: ¿Qué es aquello inmundo que hoy debo presentarle al Señor? ¿De qué necesito ser curado? Pidámosle al Señor que nos cure de la inmundicia del odio, los resentimientos, los deseos de venganza. Cada uno de nosotros, conocemos nuestro ser interior, dejemos entrar al Señor a nuestra vida y permitámosle que nos sane de nuestras heridas, de nuestras inmundicias. Cada uno conoce cuál es el espíritu inmundo que lo atormenta, con sinceridad de corazón, permítale a nuestro Señor que lo libere del mal. Abramos nuestro corazón al Señor y dejemos que nos diga con la fuerza poderosa de su palabra: “espíritu inmundo cállate y sal de este hijo de Dios”. Qué en esta Santa Misa dominical, con el poder de Dios, seamos capaces de soltar el grado de maldad que haya en nuestro corazón. Tengamos presente hermanos, el Señor tiene el poder para devolvernos la salud integral del cuerpo y del alma, lo más importante es dejarlo obrar con todo su poder. Para terminar, permítanme compartir con ustedes las siete armas espirituales que nos propone Santa Catalina de Bolonia (1413 -1463), para combatir el maligno: Tener cuidado y solicitud en obrar siempre el bien. Creer que nosotros solos nunca podremos hacer algo verdaderamente bueno. Todo es gracia. Confiar en Dios y, por amor a Él, no temer nunca la batalla contra el mal, tanto en el mundo como en nosotros mismos. Meditar a menudo los hechos y las palabras de la vida de Jesús, sobre todo su pasión y muerte. Hay que recordar que debemos morir. Tener fija en la mente la memoria de los bienes del Paraíso. Tener familiaridad con la Santa Escritura, llevándola siempre en el corazón para que oriente todos nuestros pensamientos y acciones. Benedicto XVI, agrega un arma más: Tener un buen programa espiritual. Les invito a realizar un buen programa espiritual para el presente año. Marcos 1, 21-28 En la ciudad de Cafarnaún, el sábado entró Jesús en la sinagoga a enseñar, estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los escribas. Había precisamente en su sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo y se puso a gritar: ¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: El Santo de Dios. Jesús lo increpó: ¡Cállate y sal de él! El espíritu inmundo lo retorció violentamente y, dando un grito muy fuerte, salió de él. Todos se preguntaron estupefactos: ¿Qué es esto? Una enseñanza nueva expuesta con autoridad. Incluso manda a los espíritus inmundos y lo obedecen. Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea. Tarea: Leer, meditar y orar el capítulo segundo del evangelio según San Marcos

Jue 21 Ene 2021

Somos llamados a la conversión universal que traspasa las fronteras

TERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Enero 24 de 2021 Primera Lectura: Jon 3,1-5.10 Salmo: 25(24),4-5ab.6+7bc.8-9 (R. cf. 18) Segunda Lectura: 1Co 7,29-31 Evangelio: Mc 1,14-20 I. Orientaciones para la Predicación Introducción La Palabra de Dios, en este domingo, nos invita a la reflexionar y profundizar sobre: • Somos llamados a la conversión universal que traspasa las fronteras. El profeta Jonás, en efecto, se resiste a obedecer a Dios, quien lo envía a un pueblo pagano a predicar la conversión de sus pecados e idolatrías, un pueblo que no es judío, por lo tanto, diferente a su cultura, religiosidad y costumbres. • La invitación al desapego a los bienes materiales y a asumir una actitud de indiferencia hacia los antivalores que presenta el mundo temporal. • El llamado que Jesucristo hace a los primeros apóstoles a seguirlo, dejándolo todo. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El profeta Jonás, después de atravesar la etapa de discernimiento y resistencia de su vocación, acepta la misión que Dios le encomienda: predicar la conversión a un pueblo pagano. El profeta obedece en contra de su voluntad. El autor sagrado pone al Señor en ¨actitud de arrepentimiento¨, frente a la reacción del pueblo, que escucha, obedece y se convierte. El pueblo ninivita asume gestos propios de conversión: escucha, ayuna, deja de obrar el mal, se viste de saco; son señales de arrepentimiento. El Apóstol San Pablo, frente a la inminente llegada del Señor y la brevedad del tiempo, recomienda unas actitudes de desapego y relativización hacía los valores de este mundo que son pasajeros: los que tienen mujer, los que lloran, los que están alegres y los que disfrutan la vida, les recomienda vivir en una actitud de indiferencia, frente a los sentimientos, sufrimientos y alegrías del mundo. El Evangelista san Marcos, en continuidad con el llamado a la conversión del pueblo ninivita en el primer testamento, muestra a Jesús quien invita all arrepentimiento de los pecados y a caminar en la presencia de Dios. Sin embargo, el Evangelio observa un plus, que modifica y cualifica el esquema anterior del profetismo veterotestamentario. En efecto, en Jesucristo, Dios cualifica y altera el resultado de la conversión a través del llamado y elección de los primeros apóstoles, es decir, haciendo presente la vocación y el Reino de Dios no solo en el pueblo ninivita, sino dentro de cada uno; no solo en los pecadores y humildes de manera genérica, sino en la persona de cada apóstol o discípulo que decide dejarlo todo para comenzar una nueva vida en el Señor. Así, la vocación del apóstol y el discípulo se convierte en sí misma, en un llamado de conversión. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La Palabra pone al ministro que es un discípulo de Jesucristo, a reflexionar sobre la misión y el llamado a la conversión, mediante el testimonio de su vida. Cuando se leen estos tres testimonios de Jonás, san Pablo y el de nuestro Señor Jesucristo, interroga el mismo testimonio sacerdotal. El profeta anuncia y denuncia la Palabra de Dios en la vida personal, comunitaria, en la Iglesia y en el mundo actual. Invita a la conversión mediante la confesión y reparación de los pecados propios y del pueblo, y empuja a ofrecer, como miembro de la Iglesia, el perdón, el amor y la reconciliación de Dios consigo mismo, con los hermanos, con la comunidad y con la creación entera. La Palabra de Dios sugiere revisar el contenido de la predicación, el mensaje de salvación, las injusticias que se ven y, que quizá, se omiten por temor a sufrir las consecuencias de un anuncio profético. Pone a pensar, cómo la Palabra que se anuncia y se denuncia, se convierte para el sacerdote mismo, no solo en palabra externa, sino en tarea y compromiso de vivir con convicción, siendo testigo de una realidad que involucra y no deja pasar indiferente al ministro que la proclama. Finalmente, la Palaba entusiasma a ser testigo, discípulo amado, que, con la palabra y el testimonio de conversión, ayuda a construir el Reino de Dios. Como pueblo de Dios, y comunidad en formación, la Palabra sugiere considerar tres dimensiones: 1. Nuestra vocación de hijos de Dios, a través del Sacramento del Bautismo, nos constituye en sacerdotes, profetas y reyes. Esta vocación profética hace que la Palabra de Dios penetre en nuestro corazón, anuncie y denuncie lo que hay que cambiar en nuestra vida personal, para generar dinámicas de conversión que partan desde nuestra realidad. 2. El contenido del mensaje profético es el Reino de Dios manifestado en Jesucristo. Dios que se encarna para nuestra salvación y cuyo Reino se inaugura cuando nos abrimos a la conversión, nos pide despojándonos de todo aquello que no nos ayuda a caminar en la presencia del Señor. 3. Dios manifestado en Jesucristo, nos elige para ser un pueblo santo, que inicia a caminar desde el llamado a la conversión personal para seguirlo en el cuerpo que es la Iglesia; nos invita a desprendernos de todo aquello que no nos ayuda a construir el Reino de Dios en nuestras vidas. Dios que es Padre, lleno de ternura y misericordia, lento a la ira y rico en clemencia para los que lo invocan, nos motiva a reconocer con humildad que siendo pecadores, podemos caminar en su presencia para ser acompañados y ayudados en nuestro diario acontecer 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? El encuentro con Jesucristo cambia y transforma nuestra existencia de una condición pecadora a una renovación permanente de nuestra vida. Jesús nos llama, nos convierte, nos convoca, nos elige para le sirvamos y caminemos en su presencia, para hacernos discípulos misioneros que llevemos su palabra por doquier y nos envía a dejarlo todo para seguirlo y hacer comunidad saliendo al encuentro de todas las personas que Él pone en el camino de nuestra existencia. El encuentro con Jesucristo vivo nos convierte en testigos de su amor. Las palabras del Papa Francisco en su visita a Colombia nos ayudan a reflexionar en este camino de conversión. En efecto, nos animó no solo a dar el primer paso para la paz y la reconciliación, sino a seguir caminando y dando pasos de verdadera conversión con la verdad, la justicia el amor y la reconciliación: “La palabra de Jesús tiene algo especial que no deja indiferente a nadie; su Palabra tiene poder para convertir corazones, cambiar planes y proyectos. Es una Palabra probada en la acción, no es una conclusión de escritorio, de acuerdos fríos y alejados del dolor de la gente, por eso es una Palabra que sirve tanto para la seguridad de la orilla como para la fragilidad del mar”. (Homilía, Parque Simón Bolívar, Bogotá, 7 de septiembre 2017). II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Bienvenidos hermanos a nuestra Eucaristía, encuentro con Jesús en el Pan de la Palabra que nos orienta y exhorta, y el Pan del cuerpo y la sangre de Jesucristo, banquete de Amor que nos alimenta y fortalece. Para que nuestra vida sea coherente con la propuesta de Jesús es necesario abrir nuestro corazón para tener comportamientos y actitudes de conversión de mentalidad y de conducta, siempre en respuesta a la Palabra que hemos recibido. Con la alegría de participar en esta celebración y puestos en pie, iniciemos cantando. Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra de Dios en este domingo nos muestra que, tanto para el profeta, como para Jesús, la conversión de vida es fundamental para alcanzar el Reino de Dios. Urge la conversión de la mente y del corazón para que pueda haber un cambio de vida. Debemos reconocer que existe pecado y que tenemos que alcanzar el arrepentimiento para lograr el perdón de Dios. Estemos siempre dispuestos a responder al llamado de Cristo. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Animados por el mismo Espíritu de Jesús, presentemos al Padre misericordioso las peticiones y necesidades de nuestro mundo, convertidas en plegarias. Unámonos diciendo: R. Muéstranos Señor, tus caminos 1. Oremos por el Papa Francisco, la Iglesia, sacerdotes, diáconos y laicos comprometidos, para que sean portadores y den testimonio de la Buena Nueva a todos los pueblos. 2. Oremos por nuestros gobernantes, para que, fortalecidos por el Padre e iluminados por el Espíritu Santo, administren con justicia y equidad los bienes puestos para el servicio de todos y logren la unidad y la paz para sus pueblos. 3. Oremos por los que sufren hambre, miseria, los enfermos y desempleados, los presos, los abandonados, especialmente de nuestra comunidad parroquial, para que puedan sentir la misericordia, el perdón y el amor sanador de Dios que los acompaña. 4. Oremos por los jóvenes de Colombia para que, perseverando en la fe, puedan encontrar nuevos caminos que les permitan ser anunciadores de la Buena Nueva a través de sus vidas. 5. Oremos por los que estamos celebrando esta Eucaristía y nuestras familias para que sintamos la necesidad de conversión en nuestras vidas y actuemos de acuerdo con el Evangelio. Oración conclusiva Padre bueno y misericordioso, Escucha las oraciones que tus hijos te dirigen con fe y esperanza, te las presentamos por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén

Vie 15 Ene 2021

El hombre responde al llamado de Dios a través de la obediencia a su Palabra

SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Enero 17 de 2021 Primera Lectura: 1S 3,3b-10.19 Salmo: 40(39),2+4ab.7. 8-9.10 (R. cf. 8a.9a) Segunda Lectura: 1Co 6,13c-15a. 17-20 Evangelio: Jn 1,35-42 I. Orientaciones para la Predicación Introducción La Palabra de Dios de este domingo nos presenta: • A Dios quien, a lo largo de la historia, siempre ha llamado a personas concretas para que cooperen en su misión de salvar a la humanidad. • El hombre responde al llamado de Dios a través de la obediencia a su Palabra. • Cuando Dios llama, prepara a su elegido y lo envía en su nombre, a predicar el Evangelio 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La Palabra de Dios afirma que Dios, a largo de la historia, llama a personas concretas para que le colaboren en su proyecto de salvación universal. Es el caso del llamado de Dios a Samuel en la primera lectura, y del llamado de Jesús a Juan y Andrés, en el relato del Evangelio. Samuel es ayudado por el sacerdote Elí, que le enseñó cómo responder al Señor. Juan y Andrés eran discípulos de Juan el Bautista, él les muestra al Cordero de Dios. De lo anterior, podemos deducir que la experiencia de la vocación, viene mediada por personas, que el mismo Dios pone en el camino, para que indiquen el camino que lleva hacia Él. La Palabra de Dios también nos muestra que para que la vocación llegue a buen término es necesario estar atentos a la voz de Dios para corresponderle con prontitud. Sólo quien escucha a Dios puede responderle debidamente. Al final de la primera lectura la Palabra nos dice que Samuel crecía y que el Señor estaba con él. También al final del relato del Evangelio se nos muestra que los dos discípulos fueron con Jesús, vieron dónde vivía y se quedaron con Él. Todos estos detalles van estrechamente unidos en la experiencia vocacional de cada persona. Además, la Palabra confirma la alegría que sienten aquellos que son llamados por Dios. Es un gozo profundo que llega al corazón y que no se olvida, marca la vida y la divide en dos etapas: el antes del llamado de Dios y el a partir del llamado de Dios. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La Palabra de Dios, propuesta para hoy, nos dice que Dios nos llama con nombre propio para algo grande. Cada persona es llamada continuamente por Dios. El primer y permanente llamado es siempre a estar con Jesús, a ser sus amigos, a disfrutar de su compañía, a conocerle y amarle cada vez más. La Palabra pide un corazón dócil y humilde como el de Samuel, para poder experimentar profundamente el llamado de Dios. Juan y Andrés también seguían con rectitud de corazón a Juan Bautista, estaban fascinados por el ejemplo de su santidad, austeridad y veracidad, ellos, como Samuel, experimentaron la llamada divina en sus vidas. Samuel dijo a Dios: Habla Señor que tu siervo escucha. Juan y Andrés dijeron al Señor: ¿Maestro dónde vives? Esto indica que a Dios se le responde con sinceridad. Es necesario escuchar a Dios y obedecerlo. Todos tenemos vocación, todos somos llamados por Dios a vivir con Él y para Él. Quien escucha el llamado de Dios y lo sigue goza de la compañía de Dios y crece en gracia y sabiduría. Es lo que dice la primera lectura cuando afirma que “Samuel crecía, y el Señor estaba con él”. La experiencia personal de ser llamado por Dios marca definitivamente el corazón, la persona es sellada profundamente por el amor de Dios, es algo que no se olvida y que se recuerda con detalles y con fascinación. Así lo vivieron Juan y Andrés. Al respecto el evangelista nos dice que “fueron con Él, vieron dónde vivía y pasaron aquel día con él. Eran como las cuatro de la tarde”. Cuando se recuerdan con fuerza los detalles, por ejemplo, la hora en que Juan y Andrés estuvieron con Jesús en su casa, cuando el corazón y la memoria retienen con fuerza natural estas cosas, es porque esa experiencia ha tocado el alma y la ha transformado, sucedió algo grande que cambió la vida, que le dio sentido, que la llenó de gozo, los ojos del alma son iluminados con el resplandor de la verdad y ya no se tiene miedo ni duda alguna. Se ve claro por dónde ir, a quién seguir. La Palabra nos recuerda que Dios ha llamado a muchas personas a colaborar en su misión. La vocación es el llamado de Dios a su servicio. El Concilio Vaticano II afirma que todos somos llamados a la santidad, esta es la vocación fundamental que brota del bautismo. San Juan Pablo II nos dijo que todos estamos llamados a la santidad y a la misión, que “el verdadero misionero es el santo” (RM 90). El Papa Francisco nos pide con insistencia ser “callejeros de la fe”, ser una Iglesia en salida misionera. Para lograrlo es necesario dejarse “captar” por Jesús, dejarse cautivar por Él, abrirle espacio en nuestra vida, dejarnos amar, perdonar y transformar por su misericordia infinita. Es indispensable seguirlo y estar con Él. Son maravillosas las palabras de EG 120 que nos animan a ser auténticos misioneros desde el encuentro sencillo y profundo con Jesús: «Todo cristiano es misionero en la medida en que se ha encontrado con el amor de Dios en Cristo Jesús; ya no decimos que somos “discípulos” y “misioneros”, sino que somos siempre “discípulos misioneros”. Si no nos convencemos, miremos a los primeros discípulos, quienes inmediatamente después de conocer la mirada de Jesús, salían a proclamarlo gozosos: “¡Hemos encontrado al Mesías!” (Jn 1,41)». Jesús nos pide abrir el corazón para escucharlo. Samuel estaba en el Templo. Es necesario ir al Templo al encuentro con Dios, visitarlo y adorarlo en el Sagrario, participar fructuosamente de la Eucaristía que es la fuente y la meta de toda la vida cristiana; es Cristo mismo quien nos alimenta con su propio Cuerpo y Sangre. No nos dejemos robar la alegría de encontrarnos con Cristo en la Eucaristía, no nos dejemos robar la alegría de escuchar a Cristo en la lectura orante de la Palabra, tanto de modo personal como comunitario. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Todo encuentro con Jesucristo transforma la vida, es un encuentro espiritual que orienta totalmente la vida hacia Dios y hacia el servicio a los demás. La misión es la consecuencia lógica que brota del encuentro con Cristo. La escucha atenta de la Palabra de Dios, siempre genera un compromiso misionero. El Papa Francisco nos dice que tenemos que ser cristianos que salimos a la calle, que abandonemos el confort y las propias seguridades para comunicar a los demás el amor de Cristo que hemos recibido. El corazón del espíritu misionero es el amor a Jesucristo. Para amar a Cristo es necesario habituarse a estar en su presencia para escucharlo, seguirlo y obedecerlo. En todas las circunstancias y etapas de la vida necesitamos escuchar a Dios, nunca dejemos de ser discípulos, de lo contrario no seremos misioneros del Señor. Cristo pide familias que sean escuelas de santidad, a ejemplo de la familia de santa Teresita del Niño Jesús. Siempre debemos promover una atención pastoral de calidad para los niños. De allí lo fundamental que es acompañar y animar a los padres de familia a ser los primeros y constantes catequistas de sus hijos. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Nos encontramos unidos para vivir el encuentro con el Señor Jesús, el Cordero de Dios, para reconocerlo, escucharlo y anunciarlo con voz de júbilo. Dispongámonos a celebrar con fe y esperanza. Monición a la Liturgia de la Palabra En los pasajes de la Palabra que vamos a escuchar encontraremos cómo nuestra relación con Dios es profunda, él nos llama, nos recuerda que somos su templo y que nos invita a buscarlo y reconocerlo como el Cordero de Dios que nos motiva a ir y ver dónde mora. Escuchemos con atención y recogimiento. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Reunidos para celebrar el Día del Señor, plenitud de la revelación del amor de Dios Padre, presentamos nuestras oraciones, diciendo: R. Señor Jesús, escucha y ten piedad 1. Oremos por nuestra Iglesia colombiana y por la Iglesia universal, para que, unida al Papa Francisco en la caridad, siga comunicando con valentía la presencia de Jesús que nos llama a seguirlo y ser sembradores de esperanza, justicia y paz. Roguemos al Señor. 2. Oremos por nuestros pastores, obispos, sacerdotes, diáconos e integrantes de las comunidades de vida apostólica y vida religiosa para que, imitando la prudencia, la mansedumbre y la bondad de Jesús, hagan crecer en la fe, la caridad y la esperanza a cuantos les han sido encomendados. Roguemos al Señor. 3. Oremos por los gobernantes de las naciones y las autoridades civiles y militares, para que, movidos por el espíritu de servicio, construyan con sabiduría y honestidad caminos de unidad y de reconciliación. Roguemos al Señor 4. Oremos por las familias, para que, con caridad, modestia y castidad, permanezcan unidas en el gozo de la fe y alienten el entusiasmo por una vida de amor a Dios y amor entre esposos y hermanos. Roguemos al Señor. 5. Oremos por los enfermos, presos y secuestrados, para que Cristo los sane, les conceda la libertad, los colme de esperanza de vida, y premie y glorifique a quienes han muerto en su misericordia. Roguemos al Señor. Oración conclusiva Señor, acoge las oraciones que confiados te presentamos por mediación de Jesucristo, quien vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén

Jue 14 Ene 2021

La voz del Pastor | 17 de enero de 2020

Reflexión de monseñor Luis José Rueda Aparicio, Arzobispo de Bogotá y primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio según San Juan 1,35-42.

Jue 7 Ene 2021

La voz del Pastor | 10 de enero de 2020

Reflexión de monseñor Luis José Rueda Aparicio, Arzobispo de Bogotá y primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio según San Marcos 1,7-11.

Vie 1 Ene 2021

La voz del Pastor | 03 de enero de 2021

Reflexión de monseñor Luis José Rueda Aparicio, Arzobispo de Bogotá y primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 2,1-12.