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pandemia

Jue 2 Jul 2020

PJ Colombia no se detiene: “desde la hora cero del confinamiento nos dimos a la tarea de repensarnos y reinventarnos”

Así lo ha precisado sor Arelis Gaviria Montoya, directora (e) de los departamentos de Estado Laical y Lugares Eclesiales de la Conferencia Episcopal de Colombia, quien explica que durante el periodo de aislamiento obligatorio a causa de la pandemia por coronavirus (Covid-19), la Pastoral Juvenil ha buscado mantenerse activa, en un trabajo articulado con los equipos y movimientos juveniles de las distintas jurisdicciones eclesiásticas del país. “Desde la hora cero comenzamos, nos dimos a la tarea de repensarnos y reinventarnos; parte de este proceso implicó migrar hacia las redes sociales y aprovechar las herramientas digitales al máximo”, indica la religiosa. De esta manera, agrega, “en un trabajo articulado con los equipos locales, regionales y naciones, hemos promovido y acompañado espacios espirituales, formativos y culturales, que han permitido mantener la dinámica pastoral y acompañar en la fe a los jóvenes colombianos y sus familias en este complejo momento que afronta el mundo”. “Se han realizado de manera virtual actividades propias de los tiempos litúrgicos en Semana Santa, Pentecostés, Adoración Eucarística, transmisión de la Santa Misa y diversas acciones de formación e integración como: concursos, tertulias, festivales, reuniones de trabajo, transmisiones en vivo, eventos culturales, asambleas y jornadas vicariales y diocesanas”. Aspectos en los que se ha centrado el trabajo de la Pastoral Juvenil (PJ) durante la pandemia: - Encuentros de evaluación y proyección de los equipos de trabajo, acompañados por sor Arelis Gaviria y por monseñor José Roberto Ospina, presidente de la Comisión Episcopal de Estado Laical y obispo responsable de la sección de Juventud en Colombia. - Revisión, desarrollo y seguimiento de proyectos a nivel nacional y regional. - Generación y acompañamiento a espacios de formación espiritual y pastoral: celebraciones litúrgicas, momentos de oración, transmisiones en vivo con invitados especiales, tertulias, webinars, etc. - Actividades lúdicas y culturales en plataformas digitales: concursos, festivales, etc. - Encuentros virtuales de los equipos vicariales, diocesanos, regionales y nacionales. La dinámica y trabajo logrado por esta Pastoral es posible gracias al compromiso de sus equipos a nivel local, regional y nacional. Actualmente, PJ Colombia se encuentra organizada de la siguiente manera: - Equipo Asesor Nacional de Pastoral Juvenil - Equipo Nacional de Pastoral Juvenil - Equipos Regionales de Pastoral Juvenil - Equipos Diocesanos de Pastoral Juvenil - Equipo Nacional de Formación de Pastoral Juvenil - Equipo Nacional de Comunicaciones de Pastoral Juvenil

Mié 1 Jul 2020

De las dificultades nacen oportunidades

Por: Mons. Víctor Manuel Ochoa Cadavid - Para muchos esta situación particular que estamos viviendo, no solamente en nuestro país, sino en todo el mundo, en la que el contagio de la COVID-19, ha desatado una pandemia y nos ha obligado a vivir en aislamiento social; ha sido vista como una tragedia, por el elevado número de muertes y los altos índices de contagio, sin mencionar las dificultades que social y económicamente ha dejado esta situación después de haber sido decretada la emergencia sanitaria. Deseo con ustedes, queridos lectores de LA VERDAD, reflexionar con algunos elementos que pueden enriquecer nuestra vida en estos momentos. Desde la antigüedad, la palabra CRISIS -especialmente desde los griegos- ha tenido un profundo significado que conduce necesariamente a pensar en las oportunidades. Vivimos una situación compleja que ha sido transmitida por los modernos medios de comunicación social. Esta amenaza ha destruido muchas vidas, abriendo escenarios muy complejos en la humanidad. Además, hoy suena con mayor fuerza la palabra “crisis”, desde todos los ámbitos: crisis de la salud, crisis económica, crisis laboral, crisis mundial, etc. Pero antes de ver la realidad con desánimo y frustración, nuestra fe en Dios nos reconforta, nos alienta y nos llena de esperanza porque nosotros “esperamos anhelantes en el Señor, él es nuestra ayuda y nuestro escudo, en él nos alegramos de corazón y en su santo nombre confiamos” (Sal 33, 20-21). Tenemos que leer con fe, con seguridad y confianza en Dios todos estos acontecimientos que nos afligen. Dicha confianza es una certeza espiritual que nos fortalece en estos momentos de tantas limitaciones (humanas y materiales) en los que somos más conscientes de nuestra fragilidad humana, ante la cual, todos estamos en el mismo nivel de vulnerables, pero con una “esperanza que no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos ha sido dado” (Rm 5, 5). San Pablo vivió situaciones en las cuales sintió de cerca su fragilidad, pero pudo entender que en esa fragilidad era donde se hacía más fuerte porque solo le bastaba la Gracia de Dios: “Pero el Señor me dijo: «mi gracia te basta, que mi fuerza se realiza en la flaqueza». Por tanto, con sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de Cristo. Por eso me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las necesidades, en las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues, cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte” (2 Cor 12, 9-10). Seguramente esta pandemia deber ser una oportunidad para reflexionar en muchos aspectos de la vida y la manera como la estamos asumiendo, nos debe llevar a entablar relaciones más fraternas sin distinción de raza, ideología, sino como lo quiere el Señor “para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros” (Jn 17, 21). Y por eso en este punto de la reflexión, quiero compartirles cuatro elementos que como enseñanza nos debe dejar esta pandemia: 1. Oración: Antes que nada, debemos intensificar nuestra vida de oración en los diferentes ámbitos: personal, familiar y comunitaria. Se nos ha dado el tiempo necesario para crecer en lo espiritual, para interiorizar, reflexionar, pero sobre todo para no perder nuestra relación íntima con Dios. Aunque los templos estén cerrados la Iglesia como Madre y Maestra no ha cesado de orar y se nos han abierto otras posibilidades de encuentro comunitario para vivir unidos en las parroquias. Muchos de nuestros sacerdotes se han esforzado por llegar a cada uno de sus hogares a través de las redes sociales, haciéndoles partícipes de la Santa Misa diaria, de manera que podamos siempre “orar siempre sin desfallecer” (Lc 18,1b). 2. Caridad: “La caridad de Cristo nos urge” (2 Cor 5,14). Esta situación que vivimos es una oportunidad para sentirnos más hermanos, reconociendo el dolor del que sufre y no cuenta con lo necesario para vivir, ni con condiciones de vida elementales. Por ello es un tiempo para actuar desde la bondad y la generosidad de nuestro corazón con el fin de ayudar a aquel que más lo necesita e incluso ayudar a la Iglesia en sus acciones de caridad y en su labor social. Cuando pase esta emergencia, tendremos que incrementar la caridad, el servicio, la ayuda a los hermanos, para estar más cerca de los que sufren. 3. Responsabilidad: Es un tiempo donde debemos acatar y respetar todas las medidas de bioseguridad que las autoridades competentes nos han indicado, ya que el amor al prójimo también se concretiza en acciones puntales de protección y cuidado. El gesto más grande de amor al prójimo que podemos realizar es prevenir, acatando indicaciones de las autoridades para salvaguardar la vida y la integridad del otro. Este fenómeno, por ahora, no se superará fácilmente, tendremos que cuidarnos todos, ayudarnos y evitar su mayor difusión. 4. Servicio: Esta actitud por muy sencilla o simple que parezca aporta un gran dinamismo al desarrollo de nuestra región: Salud, comercio, transporte, educación, etc. A todos les invito a seguir el mandato del Señor que no vino para ser servido sino a servir (Cf. Mc 9, 35). En la comunidad, en nuestro entorno social, todos tenemos que dar nuestro aporte, con gran disponibilidad y constancia, pensando siempre en los altos valores y dimensiones que nos superan en la fragilidad humana. La Iglesia tiene que seguir dando su aporte, generoso, constante, virtuoso en esta gran necesidad que atravesamos como humanidad. No desfallezcamos en nuestro propósito. Esta situación grave es una gran oportunidad para ser más Iglesia, para vivir profundamente en esperanza, mirando a Jesucristo, Evangelio viviente del Padre. Que Nuestra Señora de Cúcuta interceda por cada uno de nosotros y San José, nuestro celeste patrono nos ayuden a crecer en el amor a Dios y al prójimo. + Víctor Manuel Ochoa Cadavid Obispo Diócesis de Cúcuta

Jue 25 Jun 2020

Encuentro sobre el Documento "Pandemia y Fraternidad Universal"

La tarde del 23 de junio se llevó a cabo un encuentro “on line” entre la Pontificia Academia para la Vida, el Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral y los representantes de las Conferencias Episcopales del norte de América Latina (Colombia, Centroamérica, Cuba y México), para profundizar acerca del tema de la pandemia. El diálogo se centró en el documento: "Pandemia y Fraternidad Universal", que fue presentado por la Pontificia Academia para la Vida y que aborda el tema de la emergencia del COVID-19. Por Colombia participaron monseñor Elkin Álvarez Botero, secretario general de la Conferencia Episcopal, y monseñor Héctor Fabio Henao Gaviria, director Secretariado Nacional de Pastoral Social - Cáritas Colombia. Compartamos algunos aspectos que el portal digital Vatican News ofrece como conclusiones de esta reunión. La salud como bien público "Nos interesa un diálogo sobre los problemas de salud y el bien común y esto es un primer paso para salvar vidas humanas: la salud como bien público", explicaron los representantes de los episcopados. Por su parte, monseñor Vincenzo Paglia, presidente de la Pontificia Academia para la Vida, reconstruyó las etapas más importantes que han marcado la actividad del organismo pontificio. Humana communitas en la era de la pandemia "La Academia ha publicado una primera nota titulada Pandemia y Fraternidad Universal, el 30 de marzo", dijo monseñor Paglia y añadió que "en los próximos días saldrá un segundo documento, dedicado específicamente al tema de la salud pública, Humana communitas en la era de la pandemia: reflexiones sobre el renacimiento de la vida". Cambio de época El presidente de la Pontificia Academia para la Vida anticipó, asimismo, que "se está trabajando en un texto sobre los ancianos, que han sido y siguen siendo las víctimas más numerosas de la pandemia". Estos textos se entregarán a la reflexión de todos para ayudarnos a entender el significado de lo que está sucediendo en el mundo hoy en día. Y añadió que se dan cuenta de lo oportuna que es la afirmación del Papa Francisco, aclarando que: "No estamos en una época de cambios, sino de cambio de época. No cabe duda de que todo el horizonte de la atención médica debe ser repensado, tanto a nivel regional como internacional". “Lo que está en juego –dijo- es complejo y abarca varias áreas, desde la integridad de la investigación científica hasta su libertad con respecto a cuestiones de beneficio económico. En este contexto, se pide que se replanteen las instituciones internacionales relacionadas con la salud de todos los miembros de la familia humana que viven en la casa común, que es el planeta". En el curso del foro, el sociólogo Gianni Tognoni, denunció la "fragmentariedad” de las respuestas de los gobiernos y de los científicos frente a la crisis, mientras monseñor Héctor Fabio Henao, director de Caritas Colombia, volvió a referirse a la gravedad de la actual crisis ambiental y su impacto en la salud. Monseñor Carlos Garfias (de México) insistió en la solidaridad y en las respuestas que la Iglesia puede ofrecer a las poblaciones perdidas. También para monseñor Alfonso Miranda (de México), generar esperanza y dar respuestas concretas es fundamental frente a la crisis laboral y social provocada por la pandemia. Por su parte, monseñor Elkin Álvarez habló de la grave "desarticulación de las instituciones" y de la falta de respuestas frente a las necesidades de la población de Colombia. En conclusión, se pidió a la Pontificia Academia para la Vida que acompañe la reflexión de la Iglesia en América Latina para asegurar que la misma Iglesia sea capaz de generar esperanza y solidaridad. A la vez que monseñor Paglia reiteró: “Necesitamos reformas del sistema de salud, pero sobre todo un cambio decisivo hacia una civilización del amor, de la solidaridad, y de la fraternidad”.

Jue 25 Jun 2020

Directores de Pastoral Social proyectan acciones en tiempo de pandemia

De manera virtual este miércoles 24 de junio se dio inicio al Encuentro Nacional de Directores de Pastoral Social, cuyo objetivo propuesto por sus organizadores es profundizar en el compromiso de atención solidaria en las múltiples crisis actuales por la pandemia, los conflictos violentos y la migración, y así trabajar en la construcción de una sociedad moldeada por los valores del Evangelio. La apertura del evento la realizó monseñor Héctor Fabio Henao Gaviria, director del Secretariado Nacional de Pastoral Social (SNPS) / Cáritas Colombiana, quien dio la bienvenida a los participantes asegurando que “este es un encuentro sinodal, gracias a todos los que hacen parte de esto. Este es un encuentro que nos invita a hablar con valentía y con libertad, en un diálogo que nos hace crecer como hermanos y hermanas, crecer en la experiencia del encuentro con el Señor”. Posteriormente, monseñor Fabio Suescún, obispo Castrense y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, hizo una presentación general de lo que trataría el evento que se extenderá hasta el viernes 26 de junio y lideró el momento de oración con los aproximadamente 175 participantes. La actividad central fue el conversatorio interactivo “Las crisis derivadas del Covid-19 que nos interpelan como sociedad”, del que hicieron parte: Carlos Alfonso Negret, defensor del pueblo; Alejandro Girón, del Servicio de Acompañamiento Salesiano Online; y Faustina Rodallega, lideresa del municipio de Morales, Cauca. Durante su intervención el Defensor del Pueblo, Carlos Negret aseguró que “desafortunadamente, las medidas de prevención que tenemos con ocasión del Covid-19 pueden afectar nuestros derechos. Actualmente tenemos una indisciplina social que no nos ha dejado tener un real aislamiento o distanciamiento social y medidas obligatorias que parecen mínima, como tener un tapabocas, no se hacen bien”. El funcionario mencionó algunos de los errores que se han cometido en este tiempo de pandemia y que, por ende, ocasionan más crisis, por ejemplo, que la comunicación entre la Defensoría del Pueblo y las comunidades no ha sido efectivas; los constantes pronunciamientos que realizaban los alcaldes o gobernadores generaron confusión en la población; y los resultados de las pruebas para Covid-19 no estaban a tiempo. También enfatizó en que urge una reforma que le permita a los médicos tener un contrato que los respalde a ellos y su labor, se deben articular EPS con autoridades municipales para lograr un trabajo coordinado y mejorar laboratorios de salud pública. La pandemia ha afectado muchos aspectos de la vida de las personas, ya sea a nivel físico, académico, laboral, económico y, sobre todo mental. El reporte de casos diarios y el aislamiento preventivo como medida de protección para mitigar el contagio del virus, ha hecho que muchos habitantes se sientan abrumados, ansiosos o que caigan en fuertes depresiones. Y aunque diversas organizaciones, entidades gubernamentales y organismos eclesiales hayan implementado líneas de ayudas para brindar apoyo o acompañamiento psicosocial a quienes lo requerían, esto no ha sido suficiente para las personas. Por su parte, Alejandro Girón, del Servicio de Acompañamiento Salesiano Online, aseguró que una de las grandes crisis que ha dejado esta pandemia es el miedo ante las circunstancias que se viven, sin embargo, este sentimiento es normal al ser una experiencia nueva por el que gran parte de la población no había pasado. “Algo que conocemos y reconocemos en nuestro contexto es que no hemos dado la importancia suficiente y necesaria al cuidado y la promoción de la salud mental y psicológica de nuestra población. Hasta hace poco en Colombia se ha empezado a hablar de eso y qué hacer al respecto”. La crisis también ha afectado a las poblaciones que desde hace tiempo se encuentran en estado de vulnerabilidad, ya sea por pobreza extrema, conflicto armado o por estar retiradas de las cabeceras municipales. En el caso de las comunidades campesinas, no han podido vender todos sus productos por la dificultad de transporte. Faustina Rodallega, lideresa del municipio de Morales en el Cauca, señala “aquí en este departamento no ha habido demasiados casos frente al tema de la pandemia porque la misma comunidad, que hizo retenes, ayudó a evitar ese contagio, pero esos retenes también nos generaron impedimentos en el desarrollo económico porque no podíamos transportar nuestros productos”. Para los pequeños agricultores esta pandemia representó un decrecimiento económico y pérdida de sus cosechas, lo que impactó en las ciudades, ya que al inicio del aislamiento preventivo hubo escasez de alimentos en plazas y supermercados. Sin embargo, para esta lideresa los esfuerzos no deben centrarse en hacer circular la economía como antes, sino en reforzar los valores de cada persona. “Resucitar a la crisis generada por el COVID-19 no es mejorar la economía; es que cada uno mejore su persona y salga de su egoísmo porque cuando eso gobierna en los corazones nos impide hacer circular la economía, por eso primero basta con que cada uno ponga en cuidados intensivos a su propio corazón y aprenda a verse y vernos como un todo que nos necesitamos y dependemos unos de otros”, comentó Faustina. La Iglesia católica y otras instituciones continúan trabajando por brindarle ayuda a la población más necesitada, aquella que se ha visto más afectada; no obstante, para Alejandro Girón, del Servicio de Acompañamiento Salesiano Online, se debe visibilizar más esta labor por los medios digitales, ya que esto generaría confianza con la comunidad y es una forma de fortalecer la conexión con quienes requieren un apoyo espiritual y sicosocial. Fuente: Oficina de comunicaciones de Pastoral Social

Mié 24 Jun 2020

La economía solidaria como opción de superación en la post pandemia

Por: Mons. César Balbín - Ante la situación inédita que estamos viviendo a raíz del Convid-19, pandemia que ha afectado al mundo entero, es necesario plantearse un escenario post pandemia, que nos lleve a pensar en categorías diferentes a aquellas que han prevalecido hasta ahora. Vivimos un tiempo de verdadera prueba. Es claro que nos enfrentamos a una de las más profundas crisis que haya sufrido la humanidad en muchos aspectos en los últimos siglos. Y es por esto por lo que debemos empeñarnos en recuperar lo que es esencial, especialmente tres elementos: la dignidad humana, el bien común y la solidaridad. El papa Francisco, en muy frecuentes intervenciones, nos ha dejado claro que la pandemia deberá ser una oportunidad para un cambio de mentalidad y de paradigma, donde conceptos preconcebidos, en muchas ocasiones egoístas, queden atrás y se propugne por una manera de ser y de estar en el mundo, totalmente nuevas. Es por ello por lo que es válido hacerse la siguiente pregunta: ¿Será pertinente que en América latina y en el mundo entero, se propugne por una economía solidaria, que es más inclusiva, después de la pandemia? Bien sabemos, también, que en este escenario de pandemia hay una disyuntiva entre la salud y la economía, en el sentido de que es necesario cuidarse y resguardarse, y por ello la cuarentena; pero que también es oportuno que los medios de producción sigan funcionando, de tal manera que se puedan seguir produciendo y adquiriendo los bienes y servicios necesarios para la subsistencia, tales como la alimentación, la salud, la vivienda, educación, y demás. Esta pandemia nos ha hecho ver nuestros egoísmos y también nuestras profundas limitaciones, lo mismo que lo endeble de los sistemas económicos, donde los beneficios no logran llegar a todos.Aquí bien vale la pena traer a colación las palabras del Señor al rico que pretendía construir aquellos grandes silos para almacenar el abundante grano de la cosecha: «¡Necio! esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?» (Lc 12, 20). Es esto se hace necesaria una reflexión sobre la importancia de propender por una economía solidaria que permee todas las capas de la sociedad y todos los pueblos, especialmente los más pobres, que en no pocas ocasiones quedan a merced de una economía capitalista y salvaje.Una economía solidaria que permita volver, de una manera novedosa y creativa, a mover la economía, especialmente la familiar, pero también la de los países, lo que redundaría en beneficio de todos. Las experiencias de economía solidarias que en nuestro continente se han dado deben ser «abonadas», de tal manera que germinen, florezcan y fructifiquen nuevas iniciativas, que la solidaridad nunca será estéril ni infecunda. Solo contemplar la Trinidad de Dios, y nos daremos cuenta de la fuerza de la solidaridad en favor de la humanidad entera. Reconociendo que la mayoría de nuestras cooperativas de ahorro y crédito, al menos en Colombia, surgieron bajo el cobijo y amparo de las parroquias y de los sacerdotes y así se fueron fortaleciendo, es necesario volver a tomar la iniciativa y prestar ese servicio a nuestros pueblos latinoamericanos, con la esperanza de un mundo mejor y más humano, siempre con colaboración de un laicado fuertemente comprometido. Retomemos las recomendaciones de Aparecida: La Iglesia Católica en América Latina y El Caribe, a pesar de las deficiencias y ambigüedades de algunos de sus miembros, ha dado testimonio de Cristo, anunciado su Evangelio y brindado su servicio de caridad particularmente a los más pobres, en el esfuerzo por promover su dignidad, y también en el empeño de promoción humana en los campos de la salud, economía solidaria, educación, trabajo, acceso a la tierra, cultura, vivienda y asistencia, entre otros. (DA 98). + Cesar Alcides Balbín Tamayo Obispo de Caldas - Antioquia

Mar 23 Jun 2020

Chocó: alarma por precariedad del sistema de salud e indisciplina social tiempo de pandemia

En el marco de la fiesta patronal del Inmaculado Corazón de María, patrona de la diócesis de Quibdó, el obispo monseñor Juan Carlos Barreto Barreto, hizo una dura reflexión frente al precario sistema de salud y la indisciplina social que se vive en el departamento del Chocó en tiempo de pandemia. El pronunciamiento se dio durante la eucaristía celebrada, el sábado 20 de junio, por la salud del departamento, momento de oración que también se vivió en las diócesis de Istimina-Tadó y Apartadó. Al respecto el obispo de Quibdó dijo “Nos unimos para implorar al Inmaculado Corazón de María nos ayude en este momento difícil por el que atraviesa el Chocó a causa de la pandemia del Covid-19, estamos cerca de los 1000 casos de personas contagiadas en el departamento ya han fallecido 35 personas por esta causa; hemos llegado al colapso en el sistema de salud, desafortunadamente la debilidad institucional para la prevención y detención no ha sido eficiente y la indisciplina social agravan la situación”. Tomando las lecturas de este día del evangelista san Lucas, el prelado hizo una reflexión que dividió en cuatro momentos: el cuidado personal, el sistema de salud, la salud mental y la salud espiritual. El cuidado personal En este momento en que nadie puede escapar o minimizar la posibilidad de contagio, el prelado recordó a los habitantes de Quibdó algunas normas básicas para el cuidado personal e indicó que “no es tiempo para desórdenes, es tiempo para sabernos divertir sanamente y cuidar nuestra vida, la de nuestros seres queridos y la de nuestra comunidad”. Pidió evitar las mentiras y mitos que sobre el tema de la no existencia del covid-19 se escuchan “este sí existe y con dolor lo estamos viviendo cada día más en el mundo, en Colombia y en el Chocó, un 5% de la población va a enfermar gravemente o va a morir y podemos estar en este porcentaje, el 15 % de la población sufrirá malestares fuertes”. A la vez que expresó que no es cierto que los médicos estén matando a la gente, por lo que invitó a que se respete, proteja y se cuide la vida del personal de la salud y sus familias. El sistema de salud Al referirse a este tema el obispo de Quibdó denunció el abandono en que el Estado tiene en materia de salud no solo al Chocó, sino toda la Costa Pacífica, con puestos de salud abandonados o sin existencia para la atención a las comunidades indígenas, afrodescendientes y mestizas, poco personal médico y de enfermería, todo esto, adujo, por cuenta de la corrupciónque siempre ha estado presente en estos territorios. “La corrupción ha hecho que estemos sin hospitales o con un mínimo de atención, el San Francisco de Asís y el Jordán quebrados, la plata envolatada de los hospitales de la zona norte y de las 1500 viviendas, no hay camas hospitalarias ni para cuidados intensivos, las EPS demoran en hacer las pruebas y no remiten con rapidez a centros hospitalarios, muchas personas no son atendidas ni orientadas para tal fin”, observó. “La salud ha estado al servicio de los negociantes y de los corruptos, la salud debe ser un servicio social en Colombia y tenemos que esforzarnos todos para que esto sea una realidad”, advirtió. En esta línea, hizo un llamado vehemente a la Procuraduría para que obligue al Gobierno a asumir con “seriedad” lo que está pasando en el Chocó, donde se exija un plan de contingencia serio, oportuno y conocido por la comunidad, garantizando así la atención médica de las comunidades. La salud mental Notó que el problema de la salud mental en estos momentos de pandemia puede ser preocupante para muchos, trayendo consigonerviosismo y causando de esta forma depresión, violencia al interior de las familias, ansiedad, insomnio, agresividad y desesperación. Por ello recomendó recurrir a herramientas que ayuden a mejorar la salud mental, como son: el deporte, la organización de la vida personal, estudiantily laboral, las buenas lecturas, el diálogo con la familia y amigos, la sana diversión en casa y en casos extremos animó a acudir a la ayuda profesionales a través de la psicología. La salud espiritual Este aspecto lo destacó como un elemento esencial para la salud mental de toda persona, exhortando para que en estos momentos difíciles se ponga la confianza en el Señor, sin fanatismos como “los que dicen, que no se cuidan porque Dios los protege”. Manifestó que al estar cerrados los templos en estos momentos se tienen alternativas para la oración a través de espacios virtuales, “no debe ser una obsesión de reunirse en grupos de oración, ni en los templos, lo haremos en la medida en que estén dadas las condiciones, nuestra salud espiritual dependen de nuestra unión con Dios”. La indisciplina social es un delito en este momento Finalmente, hizo un llamado para que crezca entre los habitantes una pedagogía del auto cuidado responsable y una articulación entre las instituciones que permitan frenar la avalancha fuerte de contagios que se están dando en estos territorios. “La indisciplina social es un delito en este momento, tal vez sin quererlo nos podemos convertir en enemigos de nuestra familia y de la sociedad, el Señor nos prometió acompañarnos en nuestro caminar y nos da la fuerza necesaria para seguir en medio de estas dificultades, para soportar los sufrimientos, las tristezas y las angustias por las que estamos pasando, encomendamos al Inmaculado Corazón de María el pueblo chocoano para que podamos responder de manera adecuada ante el contexto en el cual nos encontramos”, puntualizó.

Mié 17 Jun 2020

Hipoteca inversa o Inversa la Hipoteca. A este vestido le falta tela

Por: Mons. Juan Carlos Ramírez Rojas - Duflo y Banerjee, premios Nobel de economía, en su libro Repensar la pobreza, se plantean preguntas sobre la vida económica de los pobres: ¿Pueden los pobres pedir préstamos, ahorrar y asegurarse frente a los riesgos que afrontan? Considero que desde la realidad que vive el País, la respuesta es taxativa: No, a los pobres las entidades financieras no les gestionan préstamos y menos en tiempos de pandemia. En recientes pronunciamientos, el gobierno ha planteado implementar el negocio, porque es un negocio, no es un acto de solidaridad ni un proyecto de política social, la Hipoteca Inversa, que consiste en un modelo de préstamo hipotecario muy particular, que tiene como posibles clientes a las personas mayores de 65 años que sean propietarios de una vivienda; y según la modalidad escogida, si la hipoteca es de única disposición, el adulto mayor puede recibir la cantidad de dinero acordada por una única vez; pero como es negocio, la oferta se amplía y existe la disposición periódica en la cual se hacen desembolsos por un tiempo determinado o pueden concertar una tercera vía, las disposiciones periódicas vitalicias hasta la muerte de quienes son garantía en la hipoteca. Es una estrategia financiera, no obligatoria, pero para algunos atractiva, fascinante, seductora. De lo bueno no dan bastante, la hipoteca será exigible cuando el constituyente de la misma haya fallecido y de manera acuciosa, la entidad financiera inicia el proceso para liquidar la hipoteca a su favor. Ciertamente, estamos en una economía de mercado en la cual el pobre termina siendo más pobre y sus herederos inician de cero y cada día con menores posibilidades y la propuesta, encarnando la figura del Leviatán del Mediterráneo, arrasa con la historia familiar de generaciones que han adquirido su vivienda con inmensos esfuerzos y sacrificios, esa es la manera estratégica como el modelo económico multiplica pobres y reviste de “grandes oportunidades” negocios que acrisolan la riqueza de unos pocos o más aún, de los mismos de siempre. Es injusticia social que el sistema financiero busque ganancias en tiempos tan sombríos para las mayorías y que el Estado, llamado a salvaguardar la calidad de vida integral de los ciudadanos, asista y promueva negocios que le roban la esperanza a las grandes mayorías de la población. Aquí nos preguntamos, ¿qué sucede con los herederos que habitan la misma casa luego del fallecimiento del propietario? La respuesta es hipotética en cuanto que no ha sido emitido el decreto y la reglamentación del negocio, pero es de inferir, que les corresponde la propiedad de la vivienda y la deuda acumulada con la entidad financiera y en lógica comercial, tienen dos posibilidades, liquidar la deuda acumulada con el banco y sino tienen brazo financiero, -las mayorías no lo tienen porque ni empleo hay-, pueden financiar la deuda con una nueva hipoteca y en consecuencia, nuevos clientes y más ganancia para los de siempre. Aún falta quien diga, vendan la propiedad y con el importe de la venta, saldan la deuda de la hipoteca inversa y sino les alcanza, la entidad financiera instará a vender otras propiedades de la herencia, si existen. Este es el modelo existente en otras latitudes. Inversa la hipoteca de la injusticia social institucionalizada, es el imperativo categórico del pueblo a sus gobernantes, para abrir caminos de promoción humana integral, en la cual, todos puedan acceder a salud, vivienda y educación y no construir un falso bienestar sobre las cenizas de las viviendas de los pobres y necesitados. A este vestido le falta tela!!! Mons. Juan Carlos Ramírez Rojas Ecónomo-Director Financiero Conferencia Episcopal

Mar 16 Jun 2020

El riesgo no dicho del distanciamiento social

Por: Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - Que no se interprete el título de esta reflexión como una oposición o desconocimiento de la importancia y necesidad de esta norma para la prevención del Covid-19. Todo lo contrario. Reitero la urgencia del cuidado personal y colectivo para que “la velocidad del contagio del coronavirus” disminuya y cada individuo ni contagie ni sea contagiado. Uno de los riesgos es que con el pasar del tiempo lo que dicen las palabras “distanciamiento social” se haga más radical y nos deshumanice. Durante la cuarentena adquirió especial auge el uso de la tecnología con las redes sociales y la virtualidad, como forma de comunicarnos y de establecer una nueva forma de relaciones humanas. Numerosas son las plataformas a través de las cuales se hacen reuniones, se dan clases, se hacen negocios, y hasta se reza. El Papa Francisco llamó la atención sobre el peligro de “acostumbrarnos” a esta nueva forma de encuentro. Por otra parte, los profesionales de la sicología y la sociología describen el miedo con el cual las personas se relacionan con los otros. Lo llaman “síndrome de la cabaña”. De amigos, colaboradores, clientes, se pasa a ver en el otro un presunto contagiado, un peligro de enfermedad, etc. Es una reacción aparentemente normal, por el incremento de noticias e informaciones de todo tipo: Que el Coronavirus o Covid-19 tiene origen animal, que fue producido en un laboratorio y que por error se difundió, que son las antenas de la nueva tecnología 5G el que lo produce, que es una estrategia para consolidar el nuevo orden mundial, que es una forma de depurar la población, haciendo que mueran los ancianos y los que tienen morbilidades o enfermedades graves, que es un desarrollo o mutación de otros virus como el ébola, el chikungunya o el VIH, que es un castigo de Dios, que es la venganza de la naturaleza por el daño que el ser humano le ha hecho, que está en todas partes, que la vacuna está muy cerca, y un largo etc. que lo único que genera es temores, soledades e incertidumbres. ¿Y quién tiene razón? Si la expresión “distanciamiento social” se normaliza como estilo de vida, se corre el peligro de dejar de ver en el otro al hermano, al conciudadano, a la persona con la que igualmente estamos llamados a hacer parte de la casa común. Wilhelm von Humboldt dice que “en el fondo, son las relaciones con las personas lo que da sentido a la vida”. Y es cierto. Por eso la mejor expresión, que recoge el mismo objetivo del cuidado de contagio, podría ser “distanciamiento preventivo”. La expresión distanciamiento social, literalmente hablando, lleva de manera inconsciente a la separación, al egoísmo, a la ruptura con el otro, al ver al otro como lejano y no como prójimo (próximo). La “nueva normalidad” de la vida, orientada a la “reinvención” en todos los campos ha de tener en cuenta, como dice Stephen Covey, que “la tecnología reinventará los negocios, pero las relaciones humanas seguirán siendo la clave”. Eso no se puede perder. Es también importante tener en cuenta lo que el Papa Benedicto XVI en la Encíclica Caritas in Veritate del 2009 afirmó: “la sociedad cada vez más globalizada nos hace más cercanos, pero no más hermanos” (n.19). Es un llamado de atención siempre actual. Jesús hizo de su cercanía, de su proximidad a todos, una fuente de salvación, de curación. Él tocaba a los leprosos, untaba los ojos de los ciegos con saliva para devolverles la vista, tomaba de la mano a los enfermos y paralíticos, levantó a los que decían que estaban muertos. Y al dejarse tocar curaba a quienes tenían esta oportunidad. La cercanía con prevención, hace que el otro se sienta persona, importante, valorado, y no que se sienta como un enemigo o un intruso. Es mejor apropiarnos del término “distanciamiento preventivo” como una forma de evitar el contagio, pero a la vez de cuidar al otro. No me distancio del otro por miedo, sino por amor y respeto. Porque no quiero hacerle un posible daño, me distancio del otro. Pero ese distanciamiento es físico, no espiritual. Será temporal no definitivo, porque, confiando en Dios, los abrazos, los besos, los aplausos, los cantos, los bailes, el compartir fraterno en el deporte y en la oración comunitaria volverán a ser la rutina de la verdadera normalidad. El ser humano está llamado naturalmente al encuentro, a las relaciones que consolidan el afecto, la solidaridad y el amor. Por eso, al menos por ahora, practiquemos con responsabilidad el distanciamiento preventivo. + Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar de Cali