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pandemia

Mar 19 Mayo 2020

Diócesis de Málaga- Soatá: la caridad es el corazón de la Iglesia

La Iglesia católica continúa avanzando en su aporte por acompañar, apoyar, proteger y coordinar esfuerzos para garantizar el bienestar y el acceso a las necesidades básicas de las comunidades en este tiempo de pandemia, es así como la Diócesis de Málaga- Soatá, desde Santander, comunica la importancia de compartir con los más vulnerables. El liderazgo de la diócesis de Málaga-Soatá sobre las acciones caritativas de la región ha sido una de sus principales contribuciones, así como la asistencia alimentaria, acceso a salud y hospedaje, que ha beneficiado especialmente a la población vulnerable y migrante; otro de sus aportes es la promoción del desarrollo humano integral y los procesos de formación, principalmente a la población campesina, para generar economías sostenibles, autosuficientes y solidarias. Atendiendo a las necesidades que surgen producto de la emergencia sanitaria que afronta el país por cuenta del Covid-19, monseñor José Libardo Garcés Monsalve, los sacerdotes y párrocos de esta Jurisdicción, con el objetivo de “que nadie pase hambre en la Diócesis”, ha venido adelantado grandes campañas de aliento y esperanza para asumir la situación, que promueven la solidaridad y la generosidad a nivel diocesano y por parroquias, para la recolección de víveres de primera necesidad, lo cual se ha venido logrando de manera muy positiva, gracias a la respuesta por parte de la comunidad y principalmente de los comerciantes, quienes más contribuyen con esta noble causa. El sacerdote Luis Alfonso Hernández, sobre las campañas y entregas de ayuda que vienen adelantado, manifiesta que “lo hacemos porque reconocemos que esta es la misión de la iglesia, es nuestra misión, nuestra responsabilidad, porque entendemos que la caridad es el corazón del Evangelio y sin ella no tendría sentido ni razón de ser, lo que hacemos y lo que somos”. Desde que se atendió al llamado de cuarentena, se han venido intensificando las acciones de sensibilización y de compartir, se han fortalecido las redes de comunicación para que las ayudas lleguen a las personas que lo requieren, especialmente a adultos mayores, enfermos, personas que se encuentran en la cárcel, familias más vulnerables, población migrante, población rural dispersa y desempleados. “Los agentes de Pastoral Social son un puente entre las personas que necesitan acceder a ayudas alimentarias y nosotros, quienes las canalizamos”, manifiesta el sacerdote Hernández. Adicionalmente, la diócesis ha venido gestionando, articulando y coordinando acciones con organizaciones como los Bancos de Alimentos, por ejemplo, con el de Bucaramanga se logró gestionar 100 mercados que fueron de gran ayuda para la población vulnerable. Por otro lado, se viene conformando la Red Vecinal de Solidaridad de las parroquias, una estrategia que permitirá que la comunicación y las iniciativas caritativas sean mejor coordinadas y más eficientes para solucionar las carencias de las personas y familias que lo requieran. Estas apuestas, pretenden acompañar a la comunidad en sus momentos difíciles, generar sensibilización frente a estas situaciones, motivación para compartir ser generosos y apoyar a quien lo requiera. “Que todos sigamos sumando en este propósito de hacer llevar este tiempo y que podamos celebrar victoriosos nuestra resurrección y transformación”, es el mensaje que brinda el presbítero Luis Alfonso Hernández. Fuente: Of. de comunicaciones Secretariado Nacional de Pastoral Social

Sáb 16 Mayo 2020

Con serenidad, solidaridad y confianza

Por: Mons. Libardo Ramírez Gómez - Qué importante tener atinadas indicaciones para salir adelante en una difícil travesía. Pues en este difícil caminar, con invisible pero tan peligroso enemigo, presente hoy en todos los lugares del planeta, es importe compartir prudentes recomendaciones entre las cuales están: afrontar esta travesía con serenidad, solidaridad y confianza. Cómo necesitamos asumir esta época con serenidad. “Angustiarse no sirve ni para superar angustias”, nos dijo hace años caricaturista Nieves. Entonces, en medio de las dificultades, cómo es de práctico y saludable conservar la serenidad. Los creyentes recordamos en los peligros el llamado de Jesús a sus discípulos en medio de fuerte tempestad en el Tiberíades: “¿por qué tenéis miedo?”, y, enseguida, muestra su poder para ayudar a cuántos acudan a Él en cualquier tempestad, calmándola (Mt. 8, 26). Qué grande y práctica, luego, la advertencia de afrontar estos momentos de peligro en ambiente de “solidaridad”. Es algo que tenemos para todo momento por mandato de Jesús, como manifestación de creer en Él y testimonio para suscitar verdaderos discípulos suyos (Jn. 17,21). Gracias a Dios, con pocas excepciones de ciegos sectarismos o torcidos sentimientos de algunos que buscan aprovecharse del momento para ventajas personales, hemos visto de otros hermosos testimonios con heroicas y generosas actuaciones como médicos, personal de salud, guardianes del orden, empresarios y gobernantes, desde la Presidencia y otros cargos, entregados de lleno a tomar las medidas que se estime más conveniente para encauzar batallas por la salud y la economía tan golpeadas. Los pastores de la Iglesia, de todos los credos, se han sumado a buscar los medios para que el invaluable mensaje religioso conforte y oriente a los humanos, y, a colaborar en programas de ayuda a los millares de necesitados que arroja este momento. De las dos recomendaciones anteriores surge la tercera, como es la de cultivar la confianza, y no estar a cada paso dudando de las ayudas humanas y divinas. “Dios quiere a los humanos y no al virus”, se ha dicho con razón en estos días de calamidades, que no son fruto de descomposiciones de la materia creada pero sí castigo de desvíos de los humanos de las leyes naturales y preceptos explícitos de Dios. La ciencia va dando medios de superación a esos males y el Creador está listo a dar visiblemente la mano cuando se acude a Él con confianza. Me ha confortado encontrar, en estos días, escritores creyentes, muchos no pastores religiosos, recordando textos bíblicos como el Cap. 38,1 del Eclesiástico, que pide honor al médico en su labor pues es querida por el Señor y Creador. Me conforta que desde el Presidente de la Republica y dirigentes de todo orden y categoría pongan su máxima confianza en Dios. También me llenó el ánimo la voz del joven Jorge Celedón con sus canciones a través de la televisión como aporte alegre en medio de las penas colectivas, como solidaridad con todos los sufrientes, y por su testimonio de que su alegría, serenidad y calma, las apoya en la fe en el Dios de las bondades. En principios superiores se cimenta, firmemente, una actitud serena y confiada, en ambiente de solidaridad ante las grandes calamidades que siembran incerteza. Se refuerza todo con el testimonio de pequeños o grandes, ricos y pobres que ofrecen a la humanidad generosos y variados aportes. Qué bien evaluar salidas de superación con servicios prestados en alegría y esperanza. Es la oportunidad de vivir debidamente este nuevo viernes santo de pasión nuestra, cumpliendo en solidaridad cuanto nos corresponde para bien personal y de los demás, aspirando a una nueva Pascua de Resurrección, libres de egoísmos, llegando a nueva etapa de una humanidad reconciliada. Obispo Emérito de Garzón Email: [email protected]

Mié 13 Mayo 2020

La Amazonía necesita atención inmediata

Ante la situación humanitaria y sanitaria que se presenta en la Amazonía, Monseñor Héctor Fabio Henao, Director del Secretariado Nacional de Pastoral Social, insta al Gobierno Nacional a tomar medidas inmediatas para garantizar el derecho a la vida y la salud de la población amazónica. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Mar 12 Mayo 2020

El Papa invita a jornada de oración este jueves

Los obispos de Colombia acogiendo la invitación hecha por el Papa Francisco para este jueves 14 de mayo, invitan a todos los fieles y creyentes a participar de una jornada de oración por la grave crisis mundial creada por la pandemia del Covid-19. Así lo ha dado a conocer el secretario general de la Conferencia Episcopal, monseñor Elkin Fernando Álvarez Botero, quien anima para que en los diferentes momentos del día se realicen acciones de oración, ayuno, sacrificios y caridad que lleven al fin de esta pandemia. Cabe recordar que esta es una iniciativa del Alto Comité para la Fraternidad Humana y que fuera acogida por el Santo Padre el pasado domingo 3 de mayo, a la hora del rezo del Regina Coeli: “Y como la oración es un valor universal, he aceptado la propuesta del Alto Comité para la Fraternidad Humana de que el próximo 14 de mayo, los creyentes de todas las religiones se unan espiritualmente en un día de oración, ayuno y obras de caridad, para implorar a Dios que ayude a la humanidad a superar la pandemia del coronavirus”. Foto: Tomada de internet

Lun 11 Mayo 2020

“Cuidemos a quienes nos cuidan”: Arzobispo de Nueva Pamplona

Ante la situación de emergencia sanitaria que sufre el país por cuenta del Covid-19, el arzobispo de Nueva Pamplona, monseñor Jorge Alberto Ossa Soto, resaltó la presencia y la labor de los médicos, enfermeros y del resto del personal sanitario que atiende esta pandemia y pidió cuidarlos, quererlos, respetarlos y no discriminarlos. “Los médicos, el personal sanitario y todos quienes colaboran en los centros de salud, se están jugando su vida por el bien de la comunidad, debemos ser coherentes, cuidarlos, quererlos y respetarlos. No está bien que los aplaudamos y después los discriminemos, vemos que hay rechazos y maltratos de voz o por redes sociales y aún físicos hacia el personal médico y sanitario”. Recordó que si bien ellos se pueden exponer, también nosotros los podemos estar poniendo en riesgo al no guardar las medidas de distanciamiento y protección que los organismos de la salud recomiendan. Pidió ser humanos y coherentes con el personal de la salud, que la única misión que están cumpliendo es salvar vidas, por lo que expresó su disgusto por el maltrato y rechazo que muchas personas están haciendo contra ellos al sacarlos de sus unidades residenciales o golpearlos. Finalmente, pidió orar por todo el personal médico y los trabajadores de la salud para que Dios los proteja al igual que a sus familias.

Lun 11 Mayo 2020

Bajo tu amparo, Santa Madre de Dios

Por: Mons. Víctor Manuel Ochoa Cadavid -Con gran esperanza y fe, escribo estas palabras para el periódico diocesano LA VERDAD, que en esta ocasión llega a ustedes por medio de los modernos medios de comunicación social, en forma virtual. Para todos es bien conocida la situación en la cual nos encontramos por un gran riesgo sanitario, ocasiona­do por un agente biológico, el virus CORONAVI­RUS, que ha ocasionado más de 240.000 contagios, superando las 10.000 personas fallecidas en más de 170 países del mundo, en cantidades diversas pero que ya es una PANDEMIA declarada. Con nuestros ojos y con nuestra particular forma de comprender las cosas vamos viendo ya los signos de esta gran preocupación para toda nuestra comunidad. También en Colombia, al momento de escribir estas palabras los infectados positivos al virus, son 145 personas y esta cifra está en crecimiento. Es una triste realidad, que por las condiciones de glo­balización y de posibilidad de movimiento y viajes que tienen las personas hoy, ha permitido el avance y contagio de este virus, que amenaza la vida humana. Seguramente hay otros virus y enfermedades que glo­balmente, ocasionan más muertes entre nosotros, pero la difusión que han hecho los medios de comunica­ción social y la virulencia y agresividad de este agente biológico, hacen temer un gran número de muertes en nuestro medio, especialmente las personas ancianas, con dificultades y problemas en sus defensas o que tienen otros problemas graves de salud los amenazan grandemente. Esta situación nos ha tocado también en la fe, en la vivencia de nuestra vida cristiana, privándonos de la celebración de la Eucaristía y de los sacramentos, decisión dolorosa pero necesaria para no arriesgar la vida de muchos hermanos o la vida personal de quien se expone al virus, que es de muy fácil propagación. Debemos como comunidad de fe, reflexionar también en esta situación y en las enseñanzas que podemos adquirir todos en medio de esta prueba. Para muchos de nosotros la renuncia a la celebración de la Eucaristía, los sacerdotes la siguen celebrando en privado, nos hace reconocer la centralidad e im­portancia de este encuentro personal con Jesucris­to, donde le recibimos real y personalmente presente en el Pan y el Vino, que son su Cuerpo y su Sangre. También sentimos la ausencia de la comunidad de fe, de los hermanos que juntos se encuentran y viven comunitariamente su fe en la vivencia de los sacra­mentos, en la formación y catequesis que acompañan la vida cristiana. También tenemos que entender el sacrificio, la cari­dad, el dolor de muchos en este momento que están privados de lo necesario por la ausencia de trabajo o de bienes, por la dedicación inmensa que tienen que hacer de su vida y de sus acciones al servicio de los hermanos que viven la prueba. Esta gran emergencia tiene que hacernos pensar en muchos de los criterios que aplica la economía y el mercado imperante, los salarios de los jugadores son exorbitantes, como las ganancias de los artistas, que seguramente corresponden a su esfuerzo, pero se nos muestra que la compensación de los agentes sanita­rios (médicos, especialistas, investigadores, perso­nal de los hospitales, enfermeros) no corresponde a su trabajo generoso y riesgos asumidos en el servicio de los otros. La situación que enfrentamos, que ape­nas comienza, tiene que hacernos pen­sar en valores superiores, el cuidado y la dedicación a los ancianos que te­nemos que proteger y acompañar, la dolorosa realidad de los pobres y nece­sitados, la difícil situación de los que viven en condiciones precarias por la falta de trabajo, de justas oportuni­dades y remuneración. Muchos dedicarán su tiempo, su es­fuerzo, su tarea con un gran riesgo para atender la emergencia, en pri­mer lugar los Gobernantes, a nivel mundial y a nivel nacional, en nuestra región, de ellos esperamos gran decisión, claridad y precisión en sus decisiones. Para ellos pedimos a Dios las luces del Espíritu Santo. En sus decisiones está el futuro y el rumbo que tomen los volúmenes de contagio de esta enfermedad, que no perdonará a muchos. En momentos de la historia humana, donde el hom­bre consideraba que estaba a salvo y se consideraba el amo y señor de la naturaleza y del ambiente, un pequeño virus, ha tomado al descubierto a las nacio­nes más importantes de la tierra, poniéndolas de rodi­llas. Esta enfermedad nos recuerda la fragilidad de la vida humana, de su naturaleza superior por la inteligencia y capacidades decisionales, propias de su alma, pero también la fragilidad de la condición biológica de la persona humana. Un pequeño virus tiene en vilo a la humanidad entera. Se unen en el hombre su gran naturaleza y valor, pero también su gran fragilidad. De frente a esta gran pandemia, tenemos que entender que el hombre hace parte también de una realidad bio­lógica muy compleja, que no conocemos totalmente y que muestra la debilidad del hombre. Tenemos que aprender que el hombre es limitado, y no tiene las respuestas a todos los retos de la vida y existencia humana. La fragilidad y la debilidad de estos momentos nos tienen que llevar a respetar y a defender la vida humana en todas sus dimensiones, desde la concepción, desde el pri­mer instante, hasta el término na­tural de la existencia, esta es una de las grandes enseñanzas. El hombre y su inteligencia ha hecho adelantos inmensos en los últimos decenios, especialmente en la medicina, pero en esta situa­ción concreta se encuentra débil y con las manos vacías. En estas circunstancias aprende­mos muchas cosas, una de ellas la necesidad de la caridad y el servi­cio que debemos todos vivir, para ayudar a los enfermos, a los ne­cesitados, para propiciar la ayuda a quien esté en dificultades. En primer lugar los médicos, las autoridades, las fuerzas del orden -Ejercito y Policía Nacional- que están des­plegando su ingente tarea y acción. Es de valorar el esfuerzo de nuestros hospitales, clínicas, lugares de atención médica, a ellos tenemos que ayudar y prote­ger, de ellos depende nuestra vida. Gratitud para quienes nos siguen brindando la po­sibilidad del alimento, la provisión de lo necesario para la vida. Tenemos que ayudarnos y cuidarnos todos, mutuamente, en familia, permaneciendo en nuestros hogares y espacios seguros, para evi­tar ser transmisores de la enfermedad. Gran res­ponsabilidad en el aprovisionamiento de alimentos y bienes de primera necesidad, caridad hacia los pobres y necesitados, donde podamos ayudar y completar lo necesario a niños y ancianos. Saludo afectuosamente a los sacerdotes, quienes viven un particular momento de prueba en estos momentos por la ausencia de sus comunidades. Los invito a cui­dar a los enfermos, a los pobres, a los necesitados en estos momentos de prueba. A los religiosos y religio­sas, también un saludo para que continúen viviendo la caridad de Cristo en sus carismas y llamadas recibidas de Dios. A los seminaristas los exhorto a continuar su proceso formativo con gran responsabilidad, con la oración y el estudio. En esta grave crisis, como Obispo diocesano de Cú­cuta, he repetido la consagración que esta ciudad hizo al Sagrado Corazón de Jesús en ocasión del gran terremoto y que se cumplió en la construc­ción del Monumento de Cristo Rey que preside la ciudad. A Él, con fe cierta, pedimos la protección de la ciudad y de sus hijos, de Norte de Santander y de Colombia entera, también del hermano pueblo de Venezuela en momentos bien difíciles de su histo­ria. He querido llevar con devoción y solemnidad el Santísimo Sacramento por las calles de nuestra ciudad y bendecir cada uno de sus espacios, implorando la protección del Señor sobre nosotros. Los invito a que no cesemos en la oración, en la pe­tición a la protección de Dios sobre nosotros y sobre todo el mundo. Con devoción pidamos también a la Santa Madre de Dios que salvó a Roma de la peste negra en el año 590 que nos proteja. Oremos todos con devoción y fe: Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, de todo peligro líbranos oh Virgen Gloriosa y Bendita. Amén.San José, nuestro celeste Patrono nos proteja como protegió a su Santa Familia, Jesús y María Santísima. + Víctor Manuel Ochoa Cadavid Obispo de la Diócesis de Cúcuta

Jue 7 Mayo 2020

Vicariato de Inírida presta ayuda humanitaria a comunidades indígenas

Como parte de las acciones sociales que realiza el Vicariato Apostólico de Inírida en este tiempo de pandemia y con el apoyo de un grupo de profesionales en el área de la salud, en días pasados salió una embarcación que hizo un recorrido por el Bajo Río Guaviare, con el fin de llevar servicios de prevención en Covid-19 y entrega de kids alimentarios a comunidades indígenas de la zona cinco de Cumaribo en el Vichada. La misión salud, compuesta por un médico, tres enfermeras y un ingeniero agrónomo, realizó un monitoreo y seguimiento al covid-19, brindando atención ágil y oportuna, espacio que fue aprovechado para consultar por diversas patologías como escabiosis, artralgias o dolores musculares y articulares en adultos mayores, enfermedades respiratorias agudas, eda y parasitismo en los niños. Por su parte el director de la misión doctor Octaviano Martín, destacó que, ésta iniciativa del Vicariato, brinda información actualizada sobre el covid-19 y simultáneamente ofrece la posibilidad de atención médica por otras sintomatologías, brindando a las comunidades la posibilidad de acceder a la consulta médica con tratamiento incluido; en éste primer recorrido se atendió cerca de 300 familias de la cuenca baja del río Guaviare en las comunidades de Sejal, San Benito, Laguna Negra, Laguna Colorada, La Rompida y comunidades aledañas. Esta atención extramural en salud, es una herramienta fundamental que se puede constituir en un nexo entre éstas comunidades indígenas y el sistema de salud. El equipo multidisciplinario, además de prestar servicios de salud, llevar alimentos y medicinas; brindó toda la información en lengua propia, de tal forma que esta acción humanitaria fuera de alto impacto en la población indígena, rompiendo las barreras culturales lingüísticas. Finalmente, el recorrido permitió determinar el riesgo en salud al que las comunidades están expuestas, ya que éstas al no ser atendidas agravan el grado de vulnerabilidad, ante la inminente amenaza que el covid-19 representa para los pueblos indígenas. Fuente: Oficina de prensa, Vicariato Apostólico de Inrída

Lun 4 Mayo 2020

“Estoy a la puerta”

Por: Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía – Casa: En estos tiempos la “casa” es nuestro mundo. Quizás nuestra tortura, en condiciones poco habitables. Pero es allí donde estoy, donde estamos, cercanos y distantes, quizás hacinados, quizás solos. Reserva Y es ahí donde, en estos días de confinamiento y miedo, se vuelven importantes las “reservas”. Las que tengo en mi alma, en mi mente y cuerpo. Las que tengo en la despensa, en la nevera o el cuarto frío. Las que tenemos en los bolsillos o en el banco. Las que tienen la sociedad, el gobierno, el mundo. Nos da pánico una hambruna. Comida Vuelven a ser valiosos los campesinos, los pescadores, los productores y procesadores de comida humana y animal. Los que las importan y exportan. ¡Que no se nos agoten las reservas de pan! Sagrario Hoy te invito a pensar en una RESERVA MUY ESPECIAL, allá en la “casa grande” del Templo parroquial, de la capilla. A ella le dedicamos El Tabernáculo o El Sagrario. En ella se guardan las sagradas formas, la “reserva” del Santísimo Sacramento, para quienes no pueden venir al templo, ni participar en la misa, ni recibir la comunión que anhelan. Rostros Arrodillarse ante el Sagrario es hacer memoria del que tiene hambre de pan eucarístico, sed de Dios; del despojado y descartado; del desplazado y forastero; del que está enfermo o en la cárcel, confinado o perseguido. Presencia Jesús tiene dos presencias inseparables: en la eucaristía y en el prójimo. Ellas unen dos amores: el amor a Dios y el amor al prójimo. Él se identifica con el necesitado. Reclama un mundo sin hambre, con agua potable, con dignidad humana, con casa, salud, libertad, con comunidad y pastor “que reúna a ovejas y cabras” (Mateo 25, 31-46). Ministros Este es EL TIEMPO DEL SAGRARIO, de La Reserva Eucarística en camino hacia las casas. Hay que ponerle manos y pies de laicos, de hombres y mujeres; de religiosas y religiosos; de esposos y servidores. No solo de ordenados: Obispo, Presbítero, Diacono. Puerta Y hay que tocar la puerta, ojalá señalada con bandera o tela blanca, azul o vaticana. De la Paz, Mariana o Pontificia. “Mira que estoy a la puerta y llamo: si alguno oye mi voz y me abre, entrare y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3,20). Comunión Comulgar es la gracia de la UNIÓN íntima del alma con Jesús, con Quien “me amó y se entregó por mí” (Gálatas 2,20). Es la gracia de la COMUNIÓN o común participación de Jesús, formando todos “El Cuerpo de Cristo”. Es la gracia del Resucitado que anticipa mi Cielo y nuestro Banquete de Bodas del Cordero: “Dichosos los invitados a la Cena de Bodas del Cordero”, a la Cena del Señor (Apocalipsis 19,9). Buena y dichosa comunión eucarística, que nos une en el Sacerdocio bautismal, de todos, y el ministerial, de algunos que, “en persona de Jesús y de la Iglesia”, son quienes CONSAGRAN EL PAN; porque, como Jesús, lo toman en sus manos, lo agradecen y bendicen, lo parten y lo dan o distribuyen para todos. “El Señor es mi Pastor, prepara ante mí una mesa” (Salmo 23). Los bendigo en Jesús Buen Pastor. + Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali