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Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
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![Predicación orante_28 de junio de 2023_San Pedro y San Pablo](/sites/default/files/styles/large/public/2023-06/28%20de%20junio%20de%202023_predicacio%CC%81n%20orante.png?itok=8No5R_gW)
SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES
29 de junio de 2023
Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 12,1-11
Salmo: 34(33),2-3.4-5.6-7.8-9
Segunda lectura: 2Timoteo 4,6-8.17-18
Evangelio: Mateo 16,13-19
ORIENTACIONES PARA LA PREDICACIÓN
Introducción
Pedro, en nombre de los discípulos, confiesa la fe en Jesucristo como Mesías e Hijo de Dios y por eso es constituido como la piedra en la que será edificada la Iglesia, la comunidad donde habita Cristo en medio de los creyentes.
El Pueblo de Dios ora por el apóstol Pedro y el Señor lo rescata de las cadenas de la prisión que no pueden obstaculizar la misión evangelizadora de la iglesia apostólica. Se manifiestan el poder de Dios y la intercesión de los fieles.
El apóstol Pablo da testimonio de su fidelidad al Señor desde que comenzó su camino de fe a partir del encuentro con Cristo resucitado. Consciente de la proximidad de su martirio, él confía en recibir la corona merecida pues el mismo Señor le dio fuerzas para evangelizar y lo libró de los peligros.
Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?
Ya no solamente son las autoridades religiosas quienes persiguen a los primeros cristianos, sino que también entra en escena la autoridad política, representada en la figura del rey Herodes. Parece ser que, para poner preso al apóstol Pedro, su única motivación es agradarle a la gente. Humana y físicamente hablando era imposible que Pedro saliera por sus medios de la cárcel pues la perícopa resalta el hecho de estar muy bien custodiado por cuatro piquetes de soldados y dormir encadenado entre dos soldados. No obstante, como ocurrió en otros momentos puntuales de la Historia de la Salvación, el Dios que hace obras admirables interviene para dar la libertad a sus hijos, a sus elegidos.
Luego de que el ángel del Señor le ayudara a superar todas las barreras para salir de la prisión, se le abren los ojos a Pedro, quien, volviendo en sí, reconoce la obra de Dios y confiesa su fe: “el Señor ha enviado a su ángel para librarme”. Cabe subrayar el papel de la oración de la Iglesia: como respuesta a esta oración, el Señor envía a su ángel. “Para Lucas el episodio es importante no sólo porque revela el poder de la fe y la oración cristianas, sino la fidelidad de Dios que nunca abandona a sus elegidos” (J. Fitzmyer).
Estando en la prisión, Pablo resume su vida en tres acciones: combatir bien el combate, correr hasta la meta y mantener la fe. Si en otro pasaje el apóstol exhorta a su discípulo Timoteo a combatir el buen combate de la fe (cf. 1Tm 6,12) es porque tiene toda la autoridad de vida para aconsejarlo. Podríamos decir que dicho combate por el Evangelio, pasando por cada prueba que tuvo que enfrentar, comenzó el día en que tuvo su encuentro con Cristo en el camino hacia Damasco y fue bautizado. Inmediatamente después de esto, san Pablo no vaciló en ponerse al servicio de la causa de Cristo, por encima de las dificultades, transformándose en el gran evangelizador de la primera generación de cristianos.
Pablo experimenta la cercanía de lo que él llama “el momento de ser sacrificado”, dando a entender que entregará su vida como ofrenda sagrada, agradable para el mismo Dios. Consciente de la proximidad del final de su vida y su misión, Pablo evalúa su camino y lo compara con una carrera que él ha corrido completa, hasta la meta (no todos los corredores terminan una competencia). El apóstol ya había hecho esta comparación de la vida cristiana en otra de sus cartas, invitando a los discípulos a que, privándose de las cosas del mundo, no se cansaran de correr por el premio: una corona incorruptible (Cf. 1Cor 9,24-25). En ese orden de ideas, Pablo está tan convencido de haber cruzado la meta, que se expresa muy seguro a la hora de afirmar que simplemente aguarda la corona, el premio. De la misma manera, les da un mensaje de esperanza a todos aquellos que aspiran al premio eterno, si perseveran compitiendo hasta el final y aman la venida del Señor.
Dos preguntas les hace Jesús a sus discípulos caminando por la región de Cesarea de Filipo (región claramente distinguida como pagana): una primera para conocer qué es lo que ellos han oído de la gente acerca de su maestro y para que den una respuesta sin comprometerse; otra, la segunda, para cuestionarlos directamente y saber si han descubierto quién es el “Hijo del hombre”, quién es el maestro con el que han compartido la vida, quién es el amigo que los ha guiado en el camino de discipulado.
A la primera pregunta responden con las suposiciones del pueblo en general, con nombres de otros personajes proféticos que lo que dejan entrever no es otra cosa, sino la confusión de la gente con respecto a la identidad de Jesús. Y a responder la segunda pregunta se lanza Pedro, tomando la vocería, para declarar que Jesús es más que un profeta, es el Ungido prometido desde el principio, el Hijo del mismísimo Dios vivo, único y verdadero, Dios revelado a Moisés y a los israelitas como YHWH. Reconocer la condición divina de Jesús, es decir, su origen celestial, es un don recibido por parte del Padre celestial, lo que indica que todo discípulo que quiera reconocer a Jesús como el Hijo de Dios, debe abrirse al don que viene del Padre, el único que, por la acción del Espíritu, ilumina nuestro entendimiento y fortalece nuestra voluntad para conducirnos a la Verdad plena que es Jesucristo. En la misma línea teológica podemos afirmar que también Pedro recibe el don de ser piedra sobre la que Cristo edificará la Iglesia, el nuevo pueblo de Dios, la comunidad de los bautizados que fundamentan su fe en el Resucitado. Pedro lo que ha hecho es expresar su fe personal, que a su vez es la fe de la comunidad apostólica. Sobre esa sólida fe que ha confesado la verdad de Cristo, sobre esa misma fe, es que se sostiene la vida de la Iglesia.
Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?
En el contexto de este tiempo sinodal que vive la Iglesia escuchemos la siguiente reflexión del Papa Francisco en la Misa de la solemnidad de san Pedro y san Pablo del año 2022, tomando como referencia la primera lectura:
“Los Hechos de los Apóstoles nos han relatado lo que sucedió la noche en que Pedro fue liberado de las cadenas de la prisión; un ángel del Señor lo sacudió mientras dormía y ‘lo hizo levantar, diciéndole: ¡Levántate rápido!’ (12,7). Lo despertó y le pidió que se levantara. Esta escena evoca la Pascua, pues aquí encontramos dos verbos usados en los relatos de la resurrección: despertar y levantarse. Significa que el ángel despertó a Pedro del sueño de la muerte y lo instó a levantarse, es decir, a resurgir, a salir fuera hacia la luz, a dejarse conducir por el Señor para atravesar el umbral de todas las puertas cerradas (cf. v. 10). Es una imagen significativa para la Iglesia. También nosotros, como discípulos del Señor y como comunidad cristiana, estamos llamados a levantarnos rápidamente para entrar en el dinamismo de la resurrección y dejarnos guiar por el Señor en los caminos que Él quiere mostrarnos. […]
El Sínodo que estamos celebrando nos llama a convertirnos en una Iglesia que se levanta, que no se encierra en sí misma, sino que es capaz de mirar más allá, de salir de sus propias prisiones al encuentro del mundo. Con la valentía de abrir las puertas. […] Una Iglesia sin cadenas y sin muros, en la que todos puedan sentirse acogidos y acompañados, en la que se cultive el arte de la escucha, del diálogo, de la participación, bajo la única autoridad del Espíritu Santo. Una Iglesia libre y humilde, que “se levanta rápido”, que no posterga, que no acumula retrasos ante los desafíos del ahora, que no se detiene en los recintos sagrados, sino que se deja animar por la pasión del anuncio del Evangelio y el deseo de llegar a todos y de acoger a todos. No nos olvidemos de esta palabra, todos. ¡Todos! Vayan a los cruces de los caminos y traigan a todos: ciegos, sordos, cojos, enfermos, justos, pecadores, ¡a todos, a todos! Esta palabra del Señor debe resonar en la mente y en el corazón, todos, en la Iglesia hay lugar para todos. Muchas veces nosotros nos convertimos en una Iglesia de puertas abiertas, pero para despedir y para condenar a la gente. Ayer uno de ustedes me decía: ‘Para la Iglesia este no es el tiempo de las despedidas, es el tiempo de la acogida’. ‘Pero no vinieron al banquete’ — Vayan al cruce de los caminos y traigan a todos, a todos — ‘Pero son pecadores’ — ¡Traigan a todos!”
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
Siguiendo el ejemplo de la Iglesia relatado en la primera lectura, hoy oremos por el sucesor del apóstol Pedro, el santo padre, el Papa Francisco. Contemplemos con gozo que la promesa del Señor se sigue cumpliendo: La Iglesia ha estado y sigue estando edificada sobre la roca de la fe del apóstol Pedro. Tengamos en cuenta que nuestra fe personal debe estar arraigada en la fe de toda la Iglesia, que es la fe de la comunidad de los bautizados. En nuestra vida se debe reflejar lo que decimos cada vez que recitamos el Credo: “Creo en santa Iglesia Católica”. Celebrar a los apóstoles Pedro y Pablo es una bella oportunidad para renovar nuestra fe en Dios uno y trino, nuestra fe en la resurrección y nuestra fe en la Iglesia.
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Recomendaciones prácticas:
Jornada del Óbolo de San Pedro.
Se celebra la misa vespertina de la vigilia de esta solemnidad el día 28 de junio desde las 6 de la tarde en adelante.
Esta misa tiene eucología menor y lecturas propias (cf. Misal, página 607).
II. MONICIONES Y ORACIONES DE LOS FIELES
Monición introductoria de la Misa
Queridos hermanos: celebramos hoy el testimonio de fe de los santos apóstoles Pedro y Pablo: la fe que confesó san Pedro, reconociendo a Jesús como el Mesías; la fe que confesó san Pablo para evangelizar y formar comunidades de cristianos. En esta fe se sostiene la fe de todos los miembros de la Iglesia, unidos a su cabeza que es Cristo. Por eso vivamos esta Eucaristía con la alegría de tener nuestra fe bien cimentada en la roca de los apóstoles. En este día oremos de manera especial por las intenciones del Papa Francisco.
Monición a la Liturgia de la Palabra
El mensaje que anunciaron los apóstoles Pedro y Pablo es la Buena Noticia de Cristo. Hoy este mensaje ha llegado a nosotros gracias a que se ha transmitido de generación en generación desde el tempo de los apóstoles hasta nuestros días. Entonces sintámonos privilegiados de escuchar la Palabra del Señor.
Oración Universal o de los Fieles
Presidente: Alegres por celebrar la solemnidad de los apóstoles San Pedro y San Pablo, presentemos al Padre, por medio de Cristo, nuestras oraciones por el mundo entero y digamos juntos:
R. Padre de amor, escucha la oración de tu Iglesia.
Oremos por la Iglesia Universal para que, permaneciendo fiel al fundamento apostólico, haga resonar la proclamación del Evangelio en todo el orbe.
2. Oremos por el Papa Francisco, sucesor de Pedro, para que, impulsado por el Espíritu Santo, siga confirmando en la fe a todo el pueblo de Dios.
3. Oremos por los gobernantes de las naciones, para que, buscando el bien de todas las personas, lleven a cabo su misión guiados por la caridad.
4. Oremos por los que sufren en el cuerpo y el alma, para que, con ayuda de sus hermanos encuentren fortaleza y consuelo.
5. Oremos por nosotros que participamos de esta celebración, para que, imitando el ejemplo de San Pedro y San Pablo, confesemos nuestra fe con convicción y seamos testigos valientes de Cristo Resucitado.
Oración conclusiva
Dios todopoderoso,
por intercesión de tus santos apóstoles Pedro y Pablo
no permitas que seamos perturbados por ningún peligro,
tú que nos has afianzado sobre la roca de la fe apostólica.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
R. Amén
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La familia defiende y protege la vida
Mar 11 Jun 2024
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Sáb 15 Jun 2024
¿Con qué compararemos el reino de Dios?
DÉCIMO PRIMER DOMINGODEL TIEMPO ORDINARIOJunio 16 de 2024Primera lectura: Ez 17, 22-24Salmo: 92(91), 2-3.13-14.15-16 (R. cf. Ez 17, 24)Segunda lectura: 2Co 5, 6-10Evangelio: Mc 4, 26-34I.Orientaciones para la PredicaciónLa Palabra de Dios nos presenta hoy la idea del Reino de Dios que exige la acogida humilde por parte del hombre. Este tema se vislumbra claramente en la primera lectura y en el evangelio. En efecto, en ellos se presentan figuras agrícolas de la siembra, un cedro, para el caso de la primera, y un grano de mostaza, para el Evangelio. En dichos relatos se exalta la simplicidad y pequeñez de la semilla.La Palabra de Dios también ofrece el tema de la fe o de la confianza en Dios. En efecto, el Salmo 91, que es considerado, en la liturgia y en la devoción popular, como el salmo de la confianza divina, presenta al hombre que confía en Dios, protegido de todo mal y de todo peligro. Igualmente, la segunda lectura habla de la confianza en Dios y pide caminar “a la luz de la fe” (2Co 5,7).Otra idea, que emerge de la Palabra de Dios y que es indispensable en el seguimiento del Señor y condición para entrar en su Reino, es el del discipulado. Este tema está insinuado de forma muy modesta al final del Evangelio, en el último verso: “No les decía nada sin parábolas. Pero a sus propios discípulos les explicaba todo en privado” (Mc 4, 34). Al respecto dice el Catecismo de la Iglesia Católica: “Es preciso hacerse discípulo de Cristo para ‘conocer los Misterios del Reino de los cielos’ (Mt 13,11)” (CEC 546).Los tres temas pueden presentarse en uno solo, pues, están indisolublemente unidos y se implican mutuamente, de esta manera tenemos que el Reino de Dios exige: humildad, confianza y discipulado.1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?La primera parte del evangelio donde desarrolla la parábola de la simiente y su crecimiento, es particular para el Evangelio de Marcos, pertenece a lo que los estudiosos han denominado tradición simple, “El reino de Dios se parece a un hombre que echa la semilla en la tierra” (v. 26). Sembrar la semilla parece un comienzo poco importante, pero esta semilla tiene poder, produce árboles cuyas raíces pueden romper rocas, árboles que proveen alimento y cubierta a los animales, árboles que hacen posible la vida humana.“Y duerme de noche y se levanta de mañana” (v. 27). El punto aquí es la calidad de estas noches y días, la experiencia de la vida cotidiana.“Y la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo” (v. 27). Muchas semillas realizan su proceso de crecimiento y germinación en la articulación del trabajo del sembrador y el misterio que la tierra genera en su interior, pero también cotidianamente muchos árboles toman raíz sin ninguna intervención humana. Montañas, colinas y valles, se cubren de árboles que ningún humano ha plantado y posteriormente protegido para dar garantía a su crecimiento.La centralidad de este versículo no es la obra del sembrador, sino la obra de la semilla, que germina a causa de una fuerza misteriosa y que crece tan despacio que no la vemos crecer. Solo cuando nos alejamos y regresamos después de un día o una semana o un mes, podemos ver su crecimiento, y quedamos asombrados por ello y nos maravilla.“la tierra va produciendo fruto sola” (griego: automate) (v. 28). Este vocablo hace referencia al crecimiento de la semilla causado por una fuerza interna que el sembrador no le dio, un poder de vida intrínseco del arbusto, diríamos desde la fe una fuerza de vida puesta ahí por Dios. El segundo bloque del texto con la parábola del grano de mostaza si aparece en todos los evangelios sinópticos, y resalta como punto central la dinámica de crecimiento, lento y progresivo, discreto pero contundente, y finalmente productivo, no en perspectiva de utilitarismo, sino de servicio, “ramas que sirven para que las aves hagan sus nidos”. El v. 34 ha sido percibo por algunos comentaristas de la Palabra como un sustento de la Tradición, estás explicaciones en privado a los discípulos generarían un aporte invaluable para la posterior vivencia de la fe de las comunidades cristianas de todos los tiempos. 2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y qué me sugiere para decirle a la comunidad?En la historia de la salvación los acontecimientos contribuyen a evidenciar la Voluntad de Dios por encima de los proyectos y esperanzas humanas. La Voluntad Divina siempre supera y desborda nuestra limitación. Tres líneas básicas pueden contribuir a nuestra reflexión: a) la inversión de la realidad: “Dios humilla lo elevado y exalta lo pequeño”, b) El Reino de Dios y la soberanía de su amor irrumpe en medio de nosotros provocándonos para la eternidad, c) La pedagogía misteriosa de Dios que desde el silencio y de manera procesual obra las necesarias transformaciones. –Ezequiel 17, 22-24: “Yo exalto el árbol humilde”. La situación caótica del pueblo de Dios, en los días de rey Nabucodonosor y de la cautividad en Babilonia, fue la consecuencia de una perspectiva, que confió más en las fuerzas humanas que en la fidelidad a Dios. Tras la debacle con intención salvífica, la iniciativa divina rescató a su pueblo.Esta lectura hace relación con el Evangelio de hoy, con el cual se la entiende mucho mejor. La inexplicable pedagogía Divina que va mucho más allá de las lógicas humanas, al árbol seco lo hace florecer y lo pequeño lo engrandece.–Con el estribillo del Salmo 91 proclamamos que “Es bueno darte gracias Señor”. Los caminos de la providencia de Dios son, a veces, difíciles de comprender; pero el hombre de fe humilde y sencilla, como la de un niño, podrá reconocer fácilmente que Dios va escribiendo en ellos la historia de un Amor infinito sin límites: que manifiesta misericordia al amanecer, es decir, al inicio de la existencia y fidelidad de noche al cierre de la vida. –2ª Corintios 5, 6-10: En destierro o en patria nos esforzamos en agradar al Señor. San Agustín dice que Cristo es el camino para nuestra peregrinación: por esto nuestra más grande preocupación es vivir junto al Señor. –Marcos 4, 26-34: Es la semilla más pequeña, y se hace más alta que las demás hortalizas. Comenta san Jerónimo: El estado glorioso del Reino futuro sucederá al estado actual de humildad. El Reino tiene en apariencia un comienzo humilde. Por su parte Cristo predice un notable progreso del que la historia da testimonio. No la espectacularidad ni la inmediatez. Sin embargo, no hay nadie que lo pare. Pasan las grandes adversidades y persecuciones, las calumnias. La Iglesia continúa creciendo por doquier y ahondando en santidad.Este proyecto de Dios puede parecernos pequeño, pero está llamado a crecer. Se nos invita, por tanto, a creer en el crecimiento progresivo. Esto nos cuesta mucho. Y más en nuestra cultura actual tan acostumbrada a la inmediatez de las cosas, al hecho de que todo sea ahora y aquí. Nos cuesta mucho asumir que estamos en trance de crecer y en el deber de crecer. Y nos replegamos en la creencia de que apenas tenemos nada que hacer. O nos limitamos a hacer cosas neutras que van poco o nada con la realidad del Reino. Las dos parábolas de hoy tienen como contexto el rechazo del mensaje y de la persona de Jesús. Jesús toma ejemplos de la vida cotidiana para hacer comprensible el Reino de Dios. La primera parábola subraya la positividad de la siembra aun sin considerar si la siega es abundante. El sembrador siembra y a pesar de las dificultades la semilla está ahí y germina y va creciendo, aunque no se sepa cómo. El Reino está ya presente desde el momento mismo en que se anuncia o se siembra. En la segunda parábola Jesús afirma que el Reino de Dios se manifiesta en el árbol pequeño que crece, como el grano de mostaza que se convierte en un árbol donde se posan las aves del cielo. El Reino crece por sí mismo, o mejor por la gracia operante de Dios. Lo nuestro es sembrar y esperar con paciencia a pesar de las dificultades.Decir estas cosas a los hombres de nuestra generación puede parecer un desacierto, cuando sabemos que se ha perdido tanto el sentido de lo eterno. La fe ha sufrido en nuestro tiempo un declive lamentable. Los últimos Pontífices hablan de la necesidad de una nueva evangelización. Solo un evangelio, conocido y vivido, testimoniado, tiene la capacidad de entusiasmar a la humanidad actual. La propuesta de Cristo que sea no solo recuerdo pasado, sino más bien misterio presente y actual vivido en cada corazón, alberga una potencialidad para motivar y transformar nuestra realidad. La liturgia de la Palabra nos proyecta a abandonarnos confiadamente en las manos del Señor, quien con su misteriosa pedagogía de salvación obra maravillas en nosotros. Cuanto bien hace repetir las palabras de nuestra amada Madre, la santísima Virgen María: “que se haga en mi según tu palabra”, al modo de Dios, en el tiempo de Dios, y de acuerdo a su plan redentor. _______________________Recomendaciones prácticas:●Día del padre.II.Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hoy de nuevo como familia de Dios tenemos la gracia de actualizar el misterio de la salvación en la Eucaristía. El Señor quiere generar un cada uno de nosotros un crecimiento progresivo, profundo, valioso, abramos todo nuestro ser a esta santa celebración y dejemos que el buen Dios haga su obra en nosotros. Monición a la liturgia de la PalabraCada vez que se proclama la Palabra de Dios para ser sembrada en nuestro interior, se desata una fuerza misteriosa con una potencialidad vital que asombra, abramos nuestro oído, y dispongamos nuestro corazón para que el mensaje de salvación que hoy escucharemos genere la dinámica de transformación en nosotros. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Elevemos nuestras súplicas al Señor que instaura su Reino en medio de nosotros digamos:R/. Acoge, Señor, nuestra plegaria.1.Por la Iglesia Santa de Dios encargada de seguir sembrando la semilla de la Palabra de Dios, y extendiendo su Reino en medio de la humanidad, para que no desfallezca en su propuesta de valorar los procesos y siga consolidando nuestro anhelo de eternidad. Oremos.2.Por nuestros gobernantes, para que, a través de su liderazgo contribuyan al bien de los más vulnerables, conscientes de que el Reino de Dios y su fuerza transformadora es el garante del cambio auténtico. Oremos.3.Por todos los que sufren en nuestra sociedad, especialmente por quienes, conducidos por la provocación de la inmediatez, destruyen o afectan los procesos de vida propios y de los demás. Oremos.4.Por nosotros que estamos celebrando el misterio sublime de la Eucaristía, para que el Señor desde el silencio y la intimidad va realizando el proceso de conversión que anhelamos y necesitamos. Oremos.5.Por todos los padres de familia, para que la bendición de Dios llegue a cada uno de ellos, puedan guiar a su familia con sabiduría y amor. Oremos.Oración conclusivaSeñor tú que nos das la posibilidadde servir sembrando permanentela semilla de tu Palabra, recibe nuestrasplegarias y haz germinaren nosotros tu Reino.Por Jesucristo, nuestro Señor.R/. Amén.
![](https://cec.org.co/sites/default/files/2024-06/Predicaci%C3%B3n%20orante_Domingo%2019%20de%20junio%20de%202024.png)
Sáb 8 Jun 2024
Éstos son mi madre y mis hermanos
DÉCIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIOJunio 9 de 2024Primera lectura: Gn 3,9-15Salmo: 130(129),1-2.3-4.5-6ab.7-8 (R. cf. 7)Segunda lectura: 2Co 4,13–5,1Evangelio: Mc 3,20-35I.Orientaciones para la PredicaciónIntroducciónHoy la Palabra de Dios nos habla con claridad sobre la realidad del pecado presente en todo ser humano, por tanto, el tema principal es el hombre nace herido por el pecado.El Evangelio muestra a Cristo, el más fuerte, que vence al fuerte, es decir, al demonio. Cristo venció con su obediencia (cf. AG 24; CEC 402), “haciéndose obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz” (Flp 2, 8).Otras dos ideas temáticas que son esenciales y conexas con el tema principal son las siguientes:●El hombre está inclinado al mal.●La salvación consiste en obedecer a Cristo, pues “el que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mc 3, 35).1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?Gn 3, 9-15: “pongo hostilidad entre tu descendencia y la descendencia de la mujer”Este texto ubicado en el bloque que habla de los orígenes, nos muestra lo desafiante de reconocer nuestra vulnerabilidad cuando somos abordados por la verdad plena que es Dios. Es más fácil señalar, buscar culpables, caer en la epidemia de excusas, que realmente aportan poco. Solo el reconocimiento de nuestra miseria nos hace participar de la misericordia. Sal 129: “Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa”En este bello himno conocido como de profundis, el orante reconoce su realidad débil y pecadora, es consciente de sus delitos, pero se acoge con plena confianza a la misericordia infinita de Dios y espera en el Señor aguardando la necesaria redención. 2Co 4, 13—5,1: “Creemos y por eso hablamos” En nuestra profesión de fe afirmamos: creo en la resurrección de los muertos, la certeza de la vida eterna, de la mansión construida no por mano humana sino por bondad de Dios hace que nuestra vida de peregrinos tenga sentido. Nosotros los cristianos vivimos un proceso inverso al mundo, pues es el futuro el que le da sentido a nuestro presente. Mc 3, 20-35 “Satanás está perdido”La presencia de Cristo Jesús en medio de la humanidad por medio del misterio de la encarnación, trae como una de las consecuencias extraordinarias la aniquilación del reino de la muerte, del pecado, de la maldad, donde opera el maligno con sus artimañas. Jesús, como Hijo de Dios, genera claridad con sus argumentos, manifiesta la necesidad de la apertura a la acción del Espíritu sin el cual todo carece de sentido, e inaugura una nueva forma de ser y hacer familia acogiendo el plan divino. Desde la perspectiva anteriormente expuesta les propongo aclarando las dos cuestiones que han generado muchos desafíos a la interpretación bíblica a lo largo de la historia. En ambos casos se traza el mismo cuestionamiento: ¿Quién es Jesús en realidad? Es el Señor mismo quien responde a través de dos argumentos ejemplificantes. El “hombre fuerte” (v. 27). Jesús sostiene este argumento con la imagen de un hombre fuerte (el maligno) defendiendo su propiedad. ¿Cómo puede alguien saquear las joyas del hombre fuerte? La tarea es vencerlo. ¿Cómo puede Jesús limpiar a un hombre de un espíritu inmundo, como hizo en Cafarnaúm (1, 21-28)? Solo podría hacerlo si antes dominando al maligno –que gobierna a los demonios.Como se evidencia es una comparación en línea con las parábolas de Jesús, en la que los bienes robados al hombre fuerte son aquellas personas que Jesús ha arrebatado de la enfermedad y del poder de los demonios. Simboliza, por tanto, una buena noticia: mediante las actuaciones liberadoras de Jesús está irrumpiendo el Reino de Dios de manera definitiva.La blasfemia contra el Espíritu Santo (v. 29). Este versículo causa temor en nuestros corazones. Muchos versículos bíblicos prometen perdón, pero este nos advierte que hay un lugar al que no debemos dirigirnos, un lugar más allá de la redención, un lugar del cual nunca podremos regresar, un lugar donde ya no es posible el perdón. No podemos evitar la preocupación de que podríamos amanecer el Día del Juicio y aprender que somos culpables de este pecado imperdonable. El judaísmo se preguntaba por los pecados imperdonables, entre los que se contaban: negar la resurrección de los muertos, negar el origen divino de la Torá, etc. La casuística era larga. El pecado es un problema común, si afligía a Pablo el Apóstol, seguramente aflige al cristiano común y corriente, y necesitamos asegurarles a los cristianos de que sus pecados corrientes no constituyen un pecado contra el Espíritu Santo.También se ha anotado que personas que se preocupan de pecar contra el Espíritu Santo seguramente no son culpables. El hecho de que se preocupen refleja una conciencia activa que seguramente les mantendrá a salvo. Es improbable que una persona verdaderamente culpable jamás se preocupe de ser culpable.En Marcos leemos la respuesta casi inmediata a esta segunda acusación, pero se nos mantiene en vilo hasta el final del capítulo para descubrir la respuesta reservada a sus parientes. Jesús responde al ataque directo a quienes se comportan como sus enemigos más poderosos, llevando su acusación al absurdo (vv. 23-26).En cuanto a los versículos finales (vv. 31-35), Jesús señala una nueva familia que se constituye en torno a Él, es decir, a los discípulos y las discípulas que estaban reunidos en la casa, quienes tienen a Jesús como Señor y centro de su vida. A pesar de las incomprensiones iniciales tanto con su familia, como con aquellos que le acusan enérgicamente, la propuesta de Jesús sigue creciendo, adhiriendo a quienes ponen en el centro de sus vidas la obediencia a la voluntad de Dios (v. 35).2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y qué me sugiere para decirle a la comunidad?¿Cuál es tu identidad?¿Dónde estás?, ¿quién eres tú? Este interrogante aún lo escuchamos en nuestros pueblos y ciudades. Cuando conocemos o estamos conociendo a alguien, necesitamos ubicar a la persona en un lugar concreto, en una familia especifica, porque así creemos entenderla mejor. En el fondo del texto del evangelio de hoy, surge esa misma inquietud, y se despliegan diversas opiniones sobre la identidad de Jesús. ¿Es acaso como cree su familia, un hombre fuera de sí?, ¿es un poseído, como afirman sus enemigos descalificando su ministerio?, ¿es aquel que nos trae el Reino de Dios por la gracia del Espíritu, como sugiere el mismo Jesús?Eran múltiples las reacciones que generaba el Señor Jesús en quienes le rodean, desde el reproche y el desconcierto en algunos, hasta la más profunda admiración y asombro en otros. El texto del leccionario nos permite orientar el desarrollo homilético en, al menos, las siguientes tres direcciones:En primer lugar, la humanidad toda, y la Iglesia en particular, debe seguir respondiendo a la retadora pregunta del Evangelio de Marcos: ¿Quién es Jesús para ti?, ¿quién es Jesús para el pueblo de Dios? Las respuestas de Marcos muestran un tríptico interesante: a) o bien Jesús era un lunático (no era Dios, pero Él creía que lo era, tal y como pensaba su familia en Marcos), b) o bien era un mentiroso (Jesús sabía que no era Dios), c) o bien era, efectivamente, el Señor (Jesús es Dios).En segundo lugar, la lectura de Marcos nos propone un reto como Iglesia, en el que nos jugamos el seguimiento del Maestro: seguir adelante con la acción liberadora que Jesús realizó entre los hombres y las mujeres de su tiempo. Nadie como Él conoció la angustia de los pobres, el sufrimiento de los enfermos, el abandono de los expulsados por el sistema religioso, la desesperanza de los marginados de la sociedad, el dolor de los oprimidos. Ahora es nuestro turno, en el aquí y ahora de nuestro mundo. Necesitamos analizar con ojos críticos nuestra sociedad para identificar a los actuales oprimidos por el mal (cf. Hch 10, 38), porque estamos llamados a ofrecerles la buena noticia de la salvación y del Reino de Dios, que trae sanidad al enfermo, alegría a los desfavorecidos y esperanza ante el umbral de la muerte, la alegría de tener el Espíritu de Dios, el gozo de tener el nido tibio de la familia de los hijos de Dios. En tercer lugar, podemos actualizar de algún modo las duras palabras de Jesús sobre “la blasfemia contra el Espíritu Santo”. En el ejercicio de su libertad, todo ser humano puede incurrir en pecado contra Dios, lo que significa herir a nuestros semejantes, a nuestro entorno natural, e incluso a uno mismo. La cuestión que plantea el “pecado contra el Espíritu Santo” no es otra que es el eterno dilema que Dios plantea a toda persona desde el origen mismo en Génesis 3: lo imperdonable, lo que no tiene vuelta atrás, es el rechazo voluntario y consciente de la voluntad de Dios. El pecado contra el Espíritu es negar o desconfiar de la posibilidad de la acción salvífica de Dios en el hombre.II.Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hoy el Señor de nuevo nos congrega como comunidad de fe para actualizar el misterio de la salvación en el sublime sacramento de la Eucaristía. Cristo ha querido manifestarse a la humanidad, surge para nosotros el gran desafío, de descubrir su auténtica identidad. Celebremos con fe y apertura de corazón. Monición a la liturgia de la Palabra La Palabra de Dios realiza una triple misión en nuestros corazones: informa, interpela y transforma, dejemos que el mensaje de la salvación que hoy escucharemos en la palabra, de fuerza y claridad a nuestro proceso de fe, comprendiendo quien es el Señor, se aclara mucho más quienes somos nosotros. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Dirijamos nuestra Plegaria al Padre que nos manifiesta la presencia de su Reino a través de su Hijo. Digámosle confiadamente:R/. Escúchanos Padre bueno.1.Por la Iglesia universal: el Papa, los obispos, sacerdotes, diáconos y religiosos para que, por medio del testimonio de cercanía y claridad, extiendan el Reino de Dios, y ayuden a consolidar la familia de los discípulos. Oremos.2.Por los que gobiernan las naciones, especialmente por quienes rigen los destinos de nuestra patria, para que conducidos como Jesús por el Espíritu Santo sean gestores del bien de la comunidad y contribuyan a la erradicación de la maldad. Oremos.3.Por los que sufren para que la presencia liberadora de Cristo en medio de nosotros sea signo de consuelo y esperanza. Oremos.4.Por todos nosotros que estamos celebrando está Eucaristía, para que guiados por el Señor logremos descubrir su identidad para nosotros y asumiendo su voluntad anhelemos ser parte de su familia. Oremos.Oración conclusivaAgradecidos con el Padre eternoque nos revela la intimidad de su Reino,confiamos a Él nuestra suplicas.Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
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Vie 31 Mayo 2024
Tomad, esto es mi cuerpo
EL CUERPO Y LA SANGRESANTÍSIMOS DE CRISTOJunio 2 de 2024Primera lectura: Ex 24,3-8Salmo: 116(115),12-13.15-16.17-18 (R.13)Segunda lectura: Hb 9,11-15Evangelio: Mc 14,12-16.22-26I.Orientaciones para la PredicaciónIntroducciónA propósito del Año de la Oración que estamos viviendo y en consonancia con esta Solemnidad del Corpus Christi, vale la pena recordar que san Juan Pablo II define la oración como “arte en la pedagogía de la santidad”; Benedicto XVI como “escuela de la esperanza” y Francisco como “el aliento de la fe”. Particularmente, el santo Pontífice ha destacado que “la adoración del Santísimo Sacramento tiene cotidianamente una importancia destacada y se convierte en fuente inagotable de santidad. La participación devota de los fieles en la procesión eucarística en la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo es una gracia de Dios, que cada año llena de gozo a quienes toman parte en ella. Y se podrían mencionar otros signos positivos de fe y amor eucarístico” (EE 10).Él mismo recordó que la participación en la Eucaristía debe ser el centro del domingo como “deber irrenunciable que se ha de vivir no solo para cumplir un precepto, sino como necesidad de una vida cristiana verdaderamente consciente y coherente” (NMI 36). Así pues, es muy recomendable que la homilía de este domingo conjugue los motivos de la oración y la solemnidad, para que a partir de la Palabra de Dios se profundice en el sacramento de la caridad que es la Santísima Eucaristía, “don que Jesucristo hace de sí mismo, revelándonos el amor infinito de Dios por la humanidad”.1. 1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?La lectura del libro del Éxodo describe la ratificación de la Alianza hecha por Dios con el pueblo de Israel: Moisés construye un altar, elige una víctima animal y funge de sacerdote del culto; vierte la mitad de la sangre de la víctima sacrificial sobre el altar y la otra mitad la asperja sobre el pueblo. Como se ve, en la Antigua Alianza son distintos altar, víctima y sacerdote; sin embargo, este episodio es una prefiguración de la Nueva Alianza, sellada con la sangre del Redentor, que como lo recuerda el autor de la Carta a los Hebreos, en la segunda lectura, no es “sangre de machos cabríos” sino de Cristo, “sumo sacerdote de los bienes definitivos”; contrario a lo anterior, en la Nueva Alianza habrá unidad en el culto divino y por ello el Redentor “que consigue la liberación eterna” es, Él mismo, “Sacerdote” que realiza la acción redentora, “altar”, porque en Él se ofrece el sacrificio, y “víctima” sacrificial porque es Él la hostia inmaculada y santa (no está de más anotar que, en latín, “hostia” significa “víctima”). Así lo recuerda la liturgia en el Prefacio Pascual V.El Salmo 116 (115) evidencia la utilización del cáliz en el culto de la Antigua Alianza y, leído en sintonía con el contenido de la Revelación cristiana, manifiesta que la Eucaristía es “acción de gracias”; efectivamente, alzar la copa de la salvación es el modo más sublime para pagar al Señor por “todo el bien que me ha hecho”; por ejemplo, en el relato de la institución de la Eucaristía que se leerá en esta ocasión, según la versión de san Marcos, en el contexto de la Nueva Alianza Jesús toma el cáliz, pronuncia la acción de gracias, lo comparte y lo da a beber.Por otra parte, la alusión del salmista a las ataduras de la muerte, las cadenas rotas, la humildad del hijo de la sierva, el cumplimiento de votos y la alabanza de la asamblea ofrece motivos suficientes para entender este texto desde la perspectiva del sacrificio redentor de Cristo que ha vencido a la muerte con su sangre derramada en la cruz y, como lo recuerda el Prefacio de la Santísima Eucaristía I, entregándose como víctima de salvación, nos mandó luego ofrecer este sacrificio en su memoria. Así ha quedado consignado en el Evangelio de este domingo y recordado en cada Eucaristía: “sangre de la alianza nueva y eterna que será derramada por muchos”. Es importante, además, resaltar que, de la misma manera en que el antiguo culto del pueblo de Israel prefiguró el de la Nueva Alianza, así mismo, está es anticipación del banquete eterno donde se servirá; como lo dice Jesús: “el vino nuevo en el Reino de Dios”.1. 2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y qué me sugiere para decirle a la comunidad?De manera particular, la Eucaristía significa y realiza la salvación obrada por Cristo, y prefigura y anticipa la gloria del cielo (cf. CEC 1152). La Palabra de Dios en este domingo destaca de manera particular el amor providente del Señor Jesús quien no solamente concede el pan material, sino que, además, da el alimento espiritual a sus hijos. Como lo enseña también la doctrina cristiana, “lo que el alimento material produce en nuestra vida corporal, la comunión lo realiza de manera admirable en nuestra vida espiritual. La comunión con la carne de Cristo resucitado, vivificada por el Espíritu Santo y vivificante, conserva, acrecienta y renueva la vida de gracia recibida en el bautismo. Este crecimiento de la vida cristiana necesita ser alimentado por la comunión eucarística, pan de nuestra peregrinación, hasta el momento de la muerte” (CEC 1392).En efecto, acrecentar y renovar la gracia bautismal debe ser un objetivo permanente en el cristiano; a propósito, en una de sus catequesis sobre la oración (Audiencia General, 25 de noviembre de 2020), el papa Francisco ha destacado cuatro medios fundamentales para ello: primero, la escucha de la enseñanza de los apóstoles; segundo, la custodia de la comunión recíproca; tercero, la fracción del pan y, cuarto, la oración. El Pontífice nos recuerda que la existencia de la Iglesia tiene sentido si permanece firmemente unida a Cristo, es decir en la comunidad, en su Palabra, en la Eucaristía y en la oración; sobre todo, “la fracción del pan realiza el sacramento de la presencia de Jesús en medio de nosotros: Él no estará nunca ausente, en la Eucaristía es Él. Él vive y camina con nosotros”. Por ello se dice que la Eucaristía anticipa la gloria del cielo, porque permite la comunión real con la persona de Cristo.1. 3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?No es un secreto que, paulatinamente, la devoción eucarística ha ido cediendo paso a otras formas de expresión de la piedad. Sin embargo, en una comunidad eclesial no debería ser un tema de segunda mano porque allí radica el núcleo de su vitalidad, según aquel principio ya común de que “la Iglesia vive de la Eucaristía”. Así pues, a la comunidad cristiana hay que motivarla a tener momentos de encuentro personal con el Señor Jesús, primero, en la celebración litúrgica recordando este principio: “Ningún domingo sin Eucaristía y ninguna Eucaristía sin comunión, porque domingo sin Misa es semana sin gracia”. Este encuentro con el Señor en la fracción del pan se prolonga en la adoración eucarística tanto en el Tabernáculo como en la exposición del Santísimo Sacramento.A propósito de la adoración eucarística, recomendaba san Juan Pablo II: “‘Es hermoso estar con Él y, reclinados sobre su pecho como el discípulo predilecto’ (cf. Jn 13, 25), palpar el amor infinito de su corazón. Si el cristianismo ha de distinguirse en nuestro tiempo sobre todo por el ‘arte de la oración’, ¿cómo no sentir una renovada necesidad de estar largos ratos en conversación espiritual, en adoración silenciosa, en actitud de amor, ante Cristo presente en el Santísimo Sacramento? ¡Cuántas veces, mis queridos hermanos y hermanas, he hecho esta experiencia y en ella he encontrado fuerza, consuelo y apoyo!”. Las palabras del santo deben ser aliciente para que las comunidades eclesiales incentiven el culto eucarístico en favor de una Iglesia siempre viva y amante del sacramento de la caridad._______________________Recomendaciones prácticas:-No olvidar en este domingo, antes de la proclamación del Evangelio, la recitación de la secuencia, compuesta por santo Tomás de Aquino a mediados del siglo XIII.-Si las condiciones lo permiten podría preverse la comunión bajo las dos especies.-Se recomienda tener en este día un especial momento de adoración eucarística y la procesión con el Santísimo Sacramento.-Día del campesinoII.Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hoy celebramos la Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo. Celebramos el misterio de la Alianza que Dios hace con la humanidad, un proyecto prefigurado a través de la historia del Pueblo de Israel y llevado a cumplimento en la persona de Cristo. Jesús se dona a sí mismo y no solo permanece presente a través de su cuerpo y sangre, sino también en la vida cristiana, donde el sacrificio eucarístico se convierte en una oportunidad de comunión para toda la humanidad.Monición a la liturgia de la Palabra Jesús, Eterno Sacerdote, con su muerte inaugura con la humanidad la Nueva Alianza, confirmando el pacto de amor que Dios tenía con el hombre desde el tiempo de Moisés y ahora dado en su Hijo, que se ofrece como pan y vino. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Llenos de alegría por esta Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo, presentemos nuestras súplicas al Dios que ha hecho entrega de sí en la persona de su Hijo, digamos juntos:R/.Te rogamos, óyenos.1. 1. Tú que sostienes y alimentas a tu Iglesia con los sacramentos, y de modos particular con el de la Eucaristía, haz que quienes presiden las celebraciones lo hagan de manera digna y humilde. Oremos.1. 2.Tú que has puesto al frente de las naciones y de los pueblos, líderes encargados de la administración pública, haz que su trabajo sea realizado con responsabilidad y honestidad. Oremos.1. 3.Tú que fortaleces y confortas con el alimento sagrado a cuantos sufren pobreza, enfermedad, miseria, hambre, cárcel o desplazamiento, haz que también cuenten con la generosidad de sus hermanos. Oremos.1. 4.Tú que nos concedes participar diaria y dominicalmente de la celebración de estos sagrados misterios, haz que nuestra vida sea manifestación y testimonio de cuanto recibimos con fe. Oremos.1. 5.Tú que nos das la tierra para cosechar nuestro alimento escucha las oraciones de tus hijos, y da a todos los que trabajan en los campos plena justicia y dignidad humana. Oremos.Oración conclusivaDios nuestro,dador de todo don perfecto,no ceses de alimentar contus sacramentos a tu Iglesiaque peregrina por este mundo yhaz que obtenga de ti cuantoha pedido con fe y sinceridad.Por Cristo nuestro Señor.R/. Amén.
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Vie 24 Mayo 2024
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo
LA SANTÍSIMA TRINIDADMayo 26 de 2024Primera lectura: Dt 4, 32-34.39-40Salmo: 33(32),4-5.6 y 9.18-19.20 y 22 (R.cf.12)Segunda lectura: Rm 8, 14-17Evangelio: Mt 28,16-20I.Orientaciones para la PredicaciónIntroducciónDurante este 2024 la Iglesia se encuentra en el Año de la Oración, en preparación al Gran Jubileo “Peregrinos de la Esperanza”. Con este motivo de fondo, la Solemnidad de la Santísima Trinidad puede iluminar de manera particular este tiempo. La primera lectura, por ejemplo, enseña una característica especial de la oración: la tensión entre trascendencia y cercanía divinas; el mismo Dios omnipotente y creador es el que se hace compañero y amigo. Reconocerlo como único Señor es lo que da la felicidad y la vida plena. La misma idea es desarrollada, en perspectiva cristiana, por san Pablo en su Carta a los Romanos: la cercanía del único Dios verdadero es el argumento para decir: no somos esclavos, sino hijos. En consecuencia, la intimidad de la relación paterno-filial se expresará en el ámbito de la oración confiada donde el cristiano exclama: ¡Abbá, Padre! De allí que el Padrenuestro, proclamado en la liturgia, exprese de manera completa la unidad divina, la trinidad de personas y la intimidad orante del creyente. Finalmente, el Evangelio retoma los motivos de oración y anuncio: Jesús sube al monte, lugar de encuentro con Dios, y desde allí enuncia el mandato misionero: solo quien vive la intimidad de Dios en la oración tendrá la fuerza de proclamar la Buena Noticia.1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?El texto del Deuteronomio que hoy leemos hace parte del llamado “primer discurso de Moisés” que tiene como objetivo revisar la historia del pueblo de Israel desde la perspectiva de la fidelidad a la Alianza. Ante la grandeza y generosidad de Dios, el pueblo debe responder con la observancia de los mandamientos, como una consecuencia lógica de gratitud. El autor confronta al lector para que repase los acontecimientos del pasado: ver cumplida la promesa es algo inédito, lo vivido supera las expectativas: la generosidad del único Dios es asombrosa y el modo como su poder y su providencia se han mostrado es inusual: no se trató del artificio espectacular que usan los ídolos desde su pedestal inaccesible, sino que su poder fue evidente a través de la cercanía del diálogo, de la comunicación: “¿Escuchó algún pueblo, como tú has escuchado, la voz de Dios?”.Hacer consciencia de este privilegio reclama, de suyo, un doble compromiso que a nadie puede dejar indiferente: en primer lugar, “reconoce hoy, y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios allá arriba en el cielo y aquí abajo en la tierra; no hay otro”. Esta primera exigencia tiene que ver con el nivel de la fe: el creyente debe estar convencido de que Dios es uno solo; por ello, ha de rechazar los ídolos, y reconoce su puesto de honor.Por otra parte, el segundo compromiso tiene un tono parenético y tiene que ver con el consecuente comportamiento moral. Cuando se cree en Dios, con todo el corazón, la mente y las fuerzas, dicha fe tiene que evidenciarse en las obras para que no sea una fe muerta: “Observa los mandatos y preceptos que yo te prescribo hoy”. Todo esto trae una consecuencia que beneficia a la persona: “para que seas feliz, tú y tus hijos, después de ti, y prolonguen tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre”. La felicidad no tiene su origen en el tener, el placer o el poder, sino en la observancia de la Palabra de aquel único Dios y Señor cuyos mandatos dan vida porque son leyes que dan plenitud a la existencia.2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y qué me sugiere para decirle a la comunidad?El gran misterio de la Santísima Trinidad por el cual afirmamos la unidad de sustancia en las tres divinas personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, se estudia en las aulas de teología, pero se asimila en la vida diaria de oración. Solo en el ámbito de la intimidad orante, el creyente puede aterrizar en su propia existencia la más excelsa doctrina de este dogma fundamental. El papa Benedicto XVI, cuando escribió la Encíclica “Salvados en la Esperanza” (Spe salvi), afirmó que había unos “lugares” de aprendizaje y ejercicio de esta virtud teologal; el primero de ellos: “La oración como escuela de la esperanza”.En este Año de la Oración que nos prepara para vivir el Jubileo de la Esperanza 2025, la Solemnidad de la Santísima Trinidad nos enseña a reconocer la intervención poderosa y cercana de Dios en nuestras vidas. En la Encíclica citada, escribe el Papa que la oración nos enseña a vivir en la esperanza porque “cuando ya no puedo hablar con ninguno, ni invocar a nadie, siempre puedo hablar con Dios. Si ya no hay nadie que pueda ayudarme –cuando se trata de una necesidad o de una expectativa que supera la capacidad humana de esperar–, Él puede ayudarme. Y si me veo relegado a la extrema soledad, sabré que quien reza nunca está totalmente solo” (SS 32).Esta enseñanza pontificia nos hace recordar las palabras del Señor Jesús en el Evangelio de este día: “Y sepan que yo estoy con ustedes todos los días, hasta el final de los tiempos”. Efectivamente, Dios no se aísla, no se esconde, no nos priva de su presencia ya que es el Emmanuel, “Dios con nosotros”, el Padre providente y cercano, el Espíritu que lo trasciende todo y lo invade todo. De la oración profunda, constante y confiada brota la experiencia de Dios uno y trino. Es allí donde el alma devota entiende la Providencia del Padre, la Redención del Hijo, la Iluminación del Espíritu Santo.3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?A través de la oración el creyente profundiza en el conocimiento y experiencia de Dios. Precisamente, en la segunda lectura que en este domingo meditamos, san Pablo hace una confrontación entre el espíritu de esclavitud y el Espíritu de hijos adoptivos. Mientras el primero está condicionado por el temor, la sumisión estéril y la distancia, el segundo, el Espíritu de la verdad, revela la relación de confianza, de obediencia creativa y de cercanía que tienen las relaciones entre un Padre y sus hijos. En el contexto de la oración, el cristiano descubre, en el Espíritu, ser heredero de Dios y coheredero con Cristo. Así, la vía de la plegaria personal y comunitaria es el camino para asimilar, en cuanto sea posible, el insondable misterio.En este domingo suplicamos al Señor que haga firme nuestra fe para que sepamos dar razón de nuestra esperanza. Que nos conceda la gracia de adherirnos, con nuestra inteligencia y voluntad, personalmente a Él, que se nos ha revelado, teniendo presente, como lo dice el Catecismo de la Iglesia Católica, que “no debemos creen en ningún otro que no sea Dios, Padre, Hijo, y Espíritu Santo” (CEC 178). Que nos dejemos auxiliar interiormente por el Espíritu Santo para que la fe, como don sobrenatural, sea también un acto personal, consciente y libre, pero además eclesial, recordando aquellas palabras de san Cipriano: “Nadie puede tener a Dios por Padre si no tiene a la Iglesia por Madre”._______________________Recomendaciones prácticas:-En este domingo se concluye la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos que en el año 2024 ha tenido como lema: “Amarás al Señor tu Dios... y a tu prójimo como a ti mismo” (Lc 10, 27). Podría hacerse una mención acerca de la importancia de que los cristianos busquen la unidad a semejanza de Dios, uno y trino.II.Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa En Jesús, y con la fuerza de su Espíritu Santo, vivamos en la solemnidad que hoy celebramos, la experiencia del Dios del cielo y la tierra. Que nuestra participación en comunidad sea la primera señal de esa presencia viva en medio de nosotros. Celebremos con fe y con espíritu de adoración a nuestro Dios, Uno y Trino.Monición a la liturgia de la Palabra Al escuchar la Sagrada Escritura podemos conocer quién y cómo es nuestro Padre Dios. Escuchemos con atención la Palabra, de tal manera que se encarne en nosotros y dé frutos de vida eterna.Oración Universal o de los Fieles Presidente: Al celebrar la Solemnidad de la Santísima Trinidad, elevemos, nuestra oración como hijos de Dios, bautizados en el nombre de las tres personas divinas. Digamos juntos:R/. A ti, Señor, te lo pedimos con fe.1.Por la Iglesia que peregrina en todo el mundo, por el Papa N., los obispos, presbíteros y diáconos; que con su propio estilo de vida manifiesten a quienes los rodean la santidad de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Oremos.2.Por los gobernantes, para que en todos sus proyectos prioricen el bienestar de todos los pueblos, dando particular interés a los más pobres y necesitados de nuestras comunidades. Oremos.3.Por todas las familias, por las comunidades religiosas, por los centros educativos y por todas las instituciones, para que vivan de manera íntegra y solidaria la comunión fraterna. Oremos.4.Por esta comunidad cristiana que hace profesión de fe en el Padre Creador, en Jesús Salvador y en el Espíritu Santo Vivificador, de tal manera que en sus vidas se refleje la vida trinitaria de la que son partícipes. Oremos.5.Por la Unidad de los Cristianos, para que teniendo a Cristo como centro logren fortalecer los lazos de unidad y fraternidad en el mundo, siendo testigos del Evangelio. Oremos.Oración conclusivaPadre, origen y fuente de santidad,de quien procede toda paternidaden el cielo y en la tierra,dígnate escuchar a tus hijos yconcédeles acrecentar sus lazos de comunión,mientras llegan a contemplarte en la eternidad.Por Cristo nuestro Señor.R/. Amén.