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papa francisco

Mié 5 Dic 2018

El Papa en la catequesis: pidamos al Señor ¡enséñanos a rezar!

Una voz se elevó en el Aula Pablo VI hacia el Padre: “Señor, ¡enséñanos a orar!” Fue la del Papa Francisco reunido con los peregrinos del mundo en la primera semana de Adviento, en el inicio de un nuevo ciclo de catequesis centrado en la oración del “Padrenuestro”. Tras la tradicional lectura del pasaje evangélico en los distintos idiomas, el Pontífice comenzó su catequesis con la imagen de Jesús orante: “Jesús rezaba”, dijo. «Los evangelios nos presentan a Jesús como un hombre que rezaba. Si bien experimentaba la urgencia de predicar y de salir al encuentro de la multitud, buscaba momentos de soledad para rezar». Jesús libre y peregrino en la oración Recorriendo el Evangelio de Marcos y la entrada de Jesús en Cafarnaúm, cuando tras la puesta del sol multitudes de enfermos se acercaron al Maestro para ser sanados, Francisco subrayó que sin embargo, por la noche, el Señor se dedicaba a la oración: Él – dijo el Pontífice - se desvincula. No termina siendo “rehén” de las expectativas de quienes lo han elegido como líder, algo que “constituye un peligro de los líderes”. Y ¿por qué? Porque Jesús – dijo el Papa – “no debe echar raíces, sino seguir siendo continuamente un peregrino por los caminos de Galilea”. “Y también, peregrino hacia el Padre”, “en camino de oración”. La vida de Jesús estaba marcada por la oración En efecto, más adelante en su catequesis Francisco observó que en algunas páginas de la Escritura “parece que es ante todo la oración de Jesús, su intimidad con el Padre, la que lo gobierna todo”: «Para él, la oración era entrar en la intimidad con el Padre, que lo sostenía en su misión, como sucedió en Getsemaní, donde recibió la fuerza para emprender el camino de la cruz. Toda su vida estaba marcada por la oración, tanto privada como litúrgica de su pueblo. Esa actitud se ve también en sus últimas palabras en la cruz, que eran frases tomadas de los salmos». Jesús rezaba con las oraciones que la mamá le había enseñado Los discípulos, añadió Francisco – “veían a Jesús rezar y tenían ganas de aprender cómo se hacía esto”: «Jesús rezaba como cualquier hombre, pero su modo de hacerlo estaba envuelto en el misterio. Esto impactó a sus discípulos y por eso le pidieron: 'Señor, enséñanos a rezar'. Jesús se convirtió así en maestro de oración para ellos, como quiere serlo también para nosotros». Y una imagen hermosa inundó la Sala Nervi, cuanto el Papa recordó que también las últimas palabras de Jesús, antes de expirar en la cruz, fueron palabras de los salmos, de la oración de los judíos, y dijo: "Jesús rezaba con las oraciones que la mamá le había enseñado”. La oración humilde es escuchada por el Señor Poniendo como ejemplo la Parábola del publicano y el fariseo, el Santo Padre puso en guardia sobre las oraciones “inoportunas”, que no son recibidas por Dios. Y recordó las palabras del Maestro: "porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado". De este modo señaló que "el primer paso para rezar es ser humildes", porque “la oración humilde es escuchada por el Señor”. Saludo por los 80 años de la Sección polaca de Radio Vaticana En la conclusión de la catequesis, el Santo Padre saludó en modo particular a los redactores de la Sección Polaca de la Radio Vaticana, que en estos días festeja el 80 aniversario de su fundación: “Les agradezco por su servicio al Papa y a la Iglesia”, les dijo. Mientras que al saludar a los fieles de lengua española, les animó a “pedir a Dios como hicieron los discípulos: «Señor, enséñanos a rezar», para que nuestra oración no sea ni rutinaria ni egoísta, sino encarnada en nuestra vida y que sea agradable a nuestro Padre del cielo”.

Lun 3 Dic 2018

Papa: Que el Adviento no sea mundano, sino el tiempo para purificar la fe

El tiempo de Adviento tiene “tres dimensiones”: pasado, presente y futuro. En su homilía del primer lunes de diciembre el Papa Francisco recordó que este tiempo – que comenzó precisamente ayer, primer domingo de Adviento – es propicio “para purificar el espíritu, para hacer crecer la fe con esta purificación”. El punto de partida de la reflexión del Pontífice fue el Evangelio del día (Mt8, 5-11), que narra el encuentro en Cafarnaúm entre Jesús y un centurión, que pide ayuda para su siervo, paralizado en la cama. Francisco precisó que puede suceder también hoy que nos acostumbremos a la fe, olvidando “su vivacidad”. En el sentido de que “cuando estamos acostumbrados – reafirmó – perdemos esa fuerza de la fe, esa novedad de la fe que siempre se renueva”. Que la Navidad no sea mundana El Papa Bergoglio subrayó que la primera dimensión del Adviento es el pasado, “la purificación de la memoria”. De ahí que haya afirmado: “Recordar bien que no ha nacido el árbol de Navidad”, que ciertamente es un lindo “signo”, pero recordar que “ha nacido Jesucristo”. Ha nacido el Señor, ha nacido el Redentor que ha venido a salvarnos. Sí, la fiesta… nosotros siempre corremos peligro, tendremos siempre en nosotros la tentación de mundanizar la Navidad, mundanizarla… cuando la fiesta deja de ser contemplación – una bella fiesta de familia con Jesús en el centro – y comienza a ser fiesta mundana: hacer las compras, los regalos y esto y aquello… y el Señor permanece allí, olvidado. También en nuestra vida: sí, ha nacido, en Belén, pero… Y el Adviento es para purificar la memoria de aquel tiempo pasado, de aquella dimensión. Purificar la esperanza Además, el Adviento sirve para “purificar la esperanza”, para prepararse “al encuentro definitivo con el Señor”. Porque aquel Señor que ha venido, ¡volverá! Y volverá para preguntarnos: “¿Cómo fue tu vida?”. Será un encuentro personal. Nosotros, el encuentro personal con el Señor, hoy, lo tendremos en la Eucaristía y no podemos tener un encuentro así, personal, con la Navidad de hace dos mil años: tenemos la memoria de aquello. Pero cuando Él vuelva, tendremos aquel encuentro personal. Es purificar la esperanza. El Señor llama cada día a nuestro corazón Por último, el Papa Francisco invitó a todos a cultivar la dimensión cotidiana de la fe, no obstante las preocupaciones y los tantos trabajos excesivos, custodiando la propia “casa interior”. Sí, porque en efecto, nuestro Dios, es el “Dios de las sorpresas” y los cristianos deberían vislumbrar cada día los signos del Padre Celestial, lo que nos dice hoy. Y la tercera dimensión es más cotidiana: purificar la vigilancia. Vigilancia y oración son dos palabras para el Adviento; porque el Señor que se ha encarnado en la Historia en Belén; vendrá, al final del mundo y también al final de la vida de cada uno de nosotros. Pero viene cada día, en cada momento, en nuestro corazón, con la inspiración del Espíritu Santo. Fuente: Vatican News

Vie 30 Nov 2018

San Pedro y san Andrés, bajo la mirada de Jesús

El relato bíblico nos habla de dos hermanos bajo la mirada de Jesús, a quienes llamó a ser “pescadores de hombres”, y ellos con entrega total lo siguieron, esto según el relato del Evangelista san Marcos (Cf. Mc 1, 16-18); si vamos al relato de san Juan, la experiencia del encuentro con Jesús es un poco diferente; Andrés es uno de los dos discípulos que escucha a Juan Bautista decir de Jesús “He ahí el Cordero de Dios” y ellos decidieron ir tras de Jesús; Andrés contará su experiencia a su hermano Simón, a quien le dice: “Hemos encontrado al Mesías”. De una u otra forma, los dos hermanos conocen y se sienten atraídos por la llamada de Jesús de Nazaret, a quien se dedican de manera total. La historia de la Iglesia se ha visto marcada por la presencia de estos dos apóstoles. La Iglesia Católica de Roma considera a san Pedro su primer Papa y patrono de la misma, de quien es sucesor el Pontífice, en la actualidad el papa Francisco; mientras que la Iglesia Ortodoxa, ve en san Andrés, hermano de Pedro, su patrono y primer Obispo de Bizancio (Constantinopla), que se prolonga en el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, hoy su Beatitud Patriarca Bartolomé I. Desde hace unos años existe la hermosa tradición del intercambio de Delegaciones, saludos y presentes con motivo de las fiestas de estos dos santos, el 29 de Junio con motivo de la fiesta de San Pedro, el Patriarcado de Constantinopla envía una Delegación a saludar al sucesor de Pedro y su Iglesia, lo mismo acontece el 30 de noviembre en la fiesta de san Andrés, la Iglesia Católica de Roma envía su Delegación y saludo al Patriarca de Constantinopla y a toda la Iglesia Ortodoxa. Hoy el Papa Francisco siguiendo la tradición envió su saludo respectivo, en el que remarcó, “Con la ayuda de Dios, a través del encuentro y el diálogo en nuestro camino juntos durante los últimos cincuenta años, ya experimentamos estar en comunión, a pesar de que todavía no sea plena y completa”… así mismo invita a buscar la unidad, porque “Unidos, damos una respuesta más efectiva a las necesidades de tantos hombres y mujeres de nuestro tiempo, especialmente aquellos que sufren de pobreza, hambre, enfermedades y guerra”. En el contexto de este mensaje y de esta celebración de san Andrés, el Departamento para la Promoción de la Unidad y el Diálogo de la Conferencia Episcopal, saluda y se une a la oración de la Iglesia Ortodoxa presente en Colombia; al tiempo que elevamos nuestra oración para que el Señor Jesús nos conduzca en su amor a la plena Unidad. Con afecto cristiano le ruego al lector un Padre Nuestro y un Ave María por la Unidad de los cristianos, Dios recompensará su generosidad. [icon class='fa fa-download fa-2x']Lea mensaje del papa Francisco[/icon] Padre Jorge Bustamante Director Departamentos de doctrina y Promoción de la Unidad y del Diálogo

Mié 28 Nov 2018

Papa: “Un corazón nuevo para descubrir a Cristo en el Decálogo”

“Concluimos hoy nuestro itinerario a través del decálogo y lo hacemos a modo de recapitulación. En primer lugar, brota en nosotros un sentimiento de gratitud a Dios, que nos ha amado primero, y se ha dado totalmente sin pedirnos nada a cambio”, lo dijo el Papa Francisco en la Audiencia General del último miércoles de noviembre de 2018, concluyendo con su ciclo de catequesis dedicadas a los Mandamientos. “Ese amor – agrega el Pontífice – invita a la confianza y a la obediencia, y nos rescata del engaño de las idolatrías, del deseo de acaparar cosas y dominar a las personas, buscando seguridades terrenales que en realidad nos vacían y esclavizan. Dios nos ha hecho sus hijos, ha colmado nuestro anhelo más profundo, siendo él nuestro descanso”. “Los deseos”, tema clave del Decálogo Al concluir el camino de los Diez Mandamientos, precisa el Santo Padre, podemos utilizar como tema clave el de“los deseos”, que nos permite recorrer el camino realizado y resumir las etapas realizadas leyendo el texto del Decálogo, siempre a la luz de la plena revelación en Cristo. “Hemos partido de lagratitudcomo base de la relación de confianza y obediencia: Dios – hemos visto, afirma el Pontífice – no pide nada antes de haber dado mucho más. Nos invita a la obediencia para redimirnos del engaño de las idolatrías que tienen tanto poder sobre nosotros. En efecto, buscar nuestra propia realización en los ídolos de este mundo nos vacía y nos esclaviza, mientras que lo que nos da estatura y sustancia es nuestra relación con Aquel que, en Cristo, nos hace hijos a partir de su paternidad”. Un proceso de bendición y liberación Nuestra realización, señala el Papa Francisco, implica un proceso de bendición y liberación, que son el auténtico descanso. “Esta vida liberada – precisa el Obispo de Roma – se convierte en acogida en nuestra historia personal y nos reconcilia con lo que hemos vivido desde la infancia hasta el presente, haciéndonos adultos y capaces de dar la debida importancia a las realidades y a las personas de nuestras vidas. Por este camino – agrega – entramos en relación con el prójimo que, a partir del amor que Dios manifiesta en Jesucristo, es una llamada a la belleza de lafidelidad, lagenerosidady laautenticidad”. Necesitamos un corazón nuevo “Al liberarnos de la esclavitud de los deseos mundanos, podemos así recomponer nuestra relación con las personas y las cosas siendo fieles, generosos y auténticos. Es un nuevo corazón, inhabitado por el Espíritu Santo – dijo el Papa en nuestra lengua – que se nos da a través de su gracia, el don de unos deseos nuevos que nos impulsa a una vida auténtica, adulta, sincera”. Pero para vivir así, indica el Papa Francisco, necesitamos un corazón nuevo, inhabitado por el Espíritu Santo. ¿Cómo se realiza este trasplante de corazón, del corazón viejo al corazón nuevo? Por el don de losdeseos nuevos, que se siembran en nosotros por la gracia de Dios, sobre todo por los Diez Mandamientos llevados a cumplimiento por Jesús, como Él enseña en el “Sermón de la Montaña”. “De hecho, en la contemplación de la vida descrita por el Decálogo – precisa el Pontífice – es decir, una vida agradecida, libre, auténtica, bendecida, adulta, vigilante y amante de la vida, fiel, generosa y sincera, nosotros, casi sin darnos cuenta, nos encontramos ante Cristo. El Decálogo es su radiografía, la describe como un negativo fotográfico que deja aparecer su rostro, como en la Sábana Santa. Y así el Espíritu Santo fecunda nuestro corazón poniendo en él, los deseos que son su don, losdeseos del Espíritu. Desear según el Espíritu, desear al ritmo del Espíritu, desear con la música del Espíritu”. “Mirando a Cristo vemos la belleza, el bien, la verdad. Y el Espíritu genera una vida que, según sus deseos, suscita en nosotros la esperanza, la fe y el amor” El Decálogo, la verdad de la vida humana Así descubrimos mejor lo que significa que el Señor Jesús no vino a abolir la ley, sino a dar cumplimiento, afirma el Papa Francisco, y mientras que la ley según la carne era una serie de prescripciones y prohibiciones, según el Espíritu esta misma ley se convierte en vida, porque ya no es una norma, sino que la misma carne de Cristo, que nos ama, nos busca, nos perdona, nos conforta y en su Cuerpo recompone la comunión con el Padre, perdido por la desobediencia del pecado. “En Cristo, y sólo en Él, el Decálogo deja de ser condenación y se convierte en la auténtica verdad de la vida humana, es decir, el deseo de amor, de alegría, de paz, de magnanimidad, de benevolencia, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio”. La vida nueva es dejarse guiar por el Espíritu Es para esto lo que sirve buscar a Cristo en el Decálogo, afirma el Papa Francisco, para hacer fructificar nuestros corazones para que estén llenos de amor y abiertos a la obra de Dios. Cuando el hombre sigue el deseo de vivir según Cristo, entonces está abriendo la puerta de la salvación, que sólo puede venir, porque Dios Padre es generoso y, como dice el Catecismo, “tiene sed de que nosotros tengamos sed de Él”. “Si son los malos deseos los que arruinan al hombre – precisa el Papa – entonces, el Espíritu pone sus santos deseos en nuestros corazones, que son la semilla de una nueva vida. La vida nueva no es el esfuerzo titánico por ser coherente con una norma, sino la vida nueva es el mismo Espíritu de Dios que comienza a guiarnos hacia sus frutos, en una feliz sinergia entre nuestra alegría de ser amados y su alegría de amarnos. Se encuentran los dos gozos: la alegría de Dios de amarnos y nuestra alegría de ser amados”. “Esto es lo que el Decálogo es para nosotros los cristianos: contemplar a Cristo para abrirnos a recibir su corazón, para recibir sus deseos, para recibir su Espíritu Santo” La libertad de los hijos de Dios Antes de concluir su catequesis y saludando a los peregrinos de lengua española provenientes de España y América Latina, y ante la “invasión” de un niño en el atrio del Aula Pablo VI, el Papa Francisco dijo que, “Este niño no puede hablar: es mudo, pero puede comunicarse, puede expresarse. Y tiene una cosa que me hace pensar: es libre, indisciplinadamente libre. Pero es libre. Y esto me hace pensar: ¿soy también así de libre ante Dios? Cuando Jesús dice que debemos llegar a ser como niños, nos dice que debemos tener la libertad que un niño tiene ante su padre. Sí, creo que este muchacho ha predicado para todos nosotros, y pedimos la gracia de que pueda hablar”.

Lun 26 Nov 2018

El Papa: la generosidad de las pequeñas cosas ensancha el corazón

En su homilía en la Misa matutina en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco exhortó a preguntarnos cómo podemos ser más generosos con los pobres, incluso con "las pequeñas cosas". Y advirtió que el enemigo de la generosidad es el consumismo, gastando más de lo que necesitamos. Por el contrario, la generosidad ensancha el corazón y conduce a la magnanimidad. El Pontífice observa que muchas veces en el Evangelio Jesús hace el contraste entre ricos y pobres, basta pensar en el rico Epulón y Lázaro o en el joven rico. Un contraste que hace que el Señor diga: “Es muy difícil para un rico entrar en el reino de los cielos”. Alguien puede etiquetar a Cristo como "comunista", señala Francisco, "pero el Señor, cuando dijo estas cosas, sabía que detrás de las riquezas siempre estaba el mal espíritu: el señor del mundo". Por eso dijo una vez: "No se puede servir a dos señores: servir a Dios y servir a las riquezas". La generosidad nace de la confianza en Dios En el Evangelio de hoy (Lc 21,1-4), también hay un contraste entre los ricos "que entregaban sus ofrendas al tesoro" y una viuda pobre que entregaba dos monedas. Estos ricos son diferentes del rico Epulón: "no son malos", subraya el Papa. "Parece ser gente buena que va al templo y da la oferta." Es, por lo tanto, un contraste diferente. El Señor quiere decirnos algo más cuando dice que la viuda tiró más que nadie porque dio "todo lo que tenía para vivir". "La viuda, el huérfano y el emigrante, el extranjero, eran los más pobres de la vida de Israel" – recuerda – hasta el punto de que, cuando querían hablar de los más pobres, se les remitía a ellos. Esta mujer "dio lo poco que tenía para vivir" porque confiaba en Dios, era una mujer de las bienaventuranzas, era muy generosa: "da todo porque el Señor es más que todo. El mensaje de este pasaje del Evangelio – evidencia el Papa – es una invitación a la generosidad". Preocuparse por hacer el bien Ante las estadísticas de la pobreza en el mundo, a los niños que mueren de hambre, a los que no tienen que comer, a los que no tienen medicinas, a tanta pobreza – que se oye todos los días en las noticias y en los periódicos – es una buena actitud preguntarse: "Pero, ¿cómo puedo resolver esto? Nace de la preocupación de hacer el bien. Y cuando una persona que tiene un poco de dinero, se pregunta si lo poco hace sirve, el Papa le responde que si sirve, "como las dos monedas de la viuda". “Una llamada a la generosidad. Y la generosidad es algo cotidiano, es algo en lo que debemos pensar: ¿cómo puedo ser más generoso, con los pobres, con los necesitados.... cómo puedo ayudar más? "Pero usted sabe, Padre, que estamos a punto de llegar a fin de mes" - "¿Pero te sobra algunas monedas? Piensa, puedes ser generoso con ellas...". Piensa. Las pequeñas cosas: hagamos un viaje a nuestras habitaciones, por ejemplo, un viaje a nuestro guardarropa. ¿Cuántos pares de zapatos tengo? Uno, dos, tres, cuatro, quince, veinte... cada uno lo puede decir. Un poco demasiado.... Conocí a un monseñor que tenía 40... Pero, si tienes tantos zapatos, da la mitad. ¿Cuántas prendas que no uso o uso una vez al año? Es una manera de ser generosos, de dar lo que tenemos, de compartir”. La enfermedad del consumismo El Papa cuenta además, que conoció a una mujer que, cuando iba al supermercado a comprar, siempre compraba para los pobres el diez por ciento de lo que gastaba: daba el "diezmo" a los pobres, subraya de nuevo Francisco. “Nosotros podemos hacer milagros con generosidad. La generosidad de las cosas pequeñas, pocas cosas. Tal vez no hacemos esto porque no nos viene a la mente. El mensaje del Evangelio nos hace pensar: ¿cómo puedo ser más generoso? Un poco más, no tanto... "Es verdad, Padre, es así, pero... no sé por qué, pero siempre hay miedo...". Pero, hay otra enfermedad, que es la enfermedad contra la generosidad, hoy: la enfermedad del consumismo. Siempre comprar cosas, tener...” Y consiste en comprar, siempre cosas. El Papa Francisco recuerda que cuando vivía en Buenos Aires "cada fin de semana había un programa de turismo de compras": se llenaba el avión el viernes por la noche y se iba a un país a unas diez horas de vuelo y todo el sábado y parte del domingo se iba a comprar a los supermercados. Y luego de regresó. “Una gran enfermedad, [esto] del consumismo, ¡hoy! No digo que todos hagamos esto, no. Pero el consumismo, gastar más de lo necesario, la falta de austeridad en la vida: es enemigo de la generosidad. Y la generosidad material – pensar en los pobres, "Yo puedo dar esto para que coman, para que se vistan" –, estas cosas tienen otra consecuencia: ensancha el corazón y te lleva a la magnanimidad”. La generosidad lleva a la magnanimidad Se trata, por tanto, de tener un corazón magnánimo por donde todos entran. "Los ricos que dieron el dinero eran buenos; la anciana era santa", señala el Papa que, en conclusión, nos exhorta a seguir el camino de la generosidad, empezando por "una inspección en casa", es decir, pensando en "lo que no me es útil a mí, lo que será útil a otro, por un poco de austeridad". Debemos rezar al Señor "para que nos libere" de ese mal tan peligroso que es el consumismo, que nos hace esclavos, una dependencia del gasto: "es una enfermedad psiquiátrica". "Pidamos – exhorta – por esta gracia del Señor: la generosidad, que ensancha nuestros corazones y nos lleva a la magnanimidad". Fuente: Vatican News

Mié 21 Nov 2018

Atención a nuestro corazón, allí nacen los deseos malvados. Catequesis del Papa

Todos los pecados nacen de un deseo malvado. Allí comienza a ‘moverse’ el corazón, y uno entra en esa onda y termina en una transgresión. Pero no es una trasgresión formal, legal, es una trasgresión que hiere a sí mismo y hiere a los demás: fue ésta la advertencia del Papa Francisco, en el miércoles 21 de noviembre, reflexionando sobre el último de los mandamientos del decálogo: «No codiciarás los bienes de tu prójimo, ni la mujer de tu prójimo». A simple vista – dijo el Papa hablando en español - parece coincidir con los mandamientos: «No cometerás adulterio» o «no robarás». Sin embargo, hay una diferencia. En este epílogo el Señor nos propone llegar al fondo del sentido del decálogo y evitar que pensemos que basta un cumplimiento nominal y farisaico para conseguir la salvación. La diferencia estriba en el verbo empleado: “no codiciarás”; con este verbo se subraya que, en el corazón del hombre —como dice Jesús en el Evangelio—, nace la impureza y los deseos malvados que rompen nuestra relación con Dios y con los hombres. Necesitamos de Dios para corregirnos El Papa invitó a tener presente que todos los mandamientos tienen la tarea de indicar "el límite de la vida", más allá del cual "el hombre destruye a sí mismo y a los demás", y arruina su relación con Dios. Y hablando en italiano fue más allá con la explicación, recordando detalladamente las palabras del Señor Jesús en el Evangelio según san Marcos: «es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino... Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre» Mc. 7,21-23. En este sentido, precisó que es en vano pensar que uno se puede corregir a uno mismo sin el don del Espíritu Santo: hay que abrirse a la relación con Dios, en la verdad y en la libertad, -dijo - porque Él es el único capaz de renovar nuestro corazón. “Nos engañamos a nosotros mismos si pensamos que nuestra debilidad se supera sólo con nuestras fuerzas, en virtud de una observancia externa. Debemos suplicar, como mendigos, la humildad y la verdad que nos pone frente a nuestra pobreza, para poder aceptar que sólo el Espíritu Santo puede corregirnos, dando a nuestros esfuerzos el fruto deseado. Esa verdad es apertura auténtica y personal a la misericordia de Dios que nos transforma y renueva”, aseguró en español. Felices los que se abandonan en Dios Ya concluyendo su catequesis resonó en la boca del Pontífice la bienaventuranza, como para grabar en el corazón de los fieles la importancia de la propia relación con Dios: “Bienaventurados los pobres de espíritu; aquellos que, no fiándose de sus propias fuerzas, se abandonan en Dios, que con su misericordia cura sus faltas y les da una vida nueva”. En sus saludos a los peregrinos de lengua española, recordando la celebración de la Presentación de la Virgen María en el Templo, animó a que “ siguiendo su ejemplo, sean testigos de la misericordia de Dios en medio del mundo, comunicando la ternura y la compasión que han experimentado en sus propias vidas”.

Mié 14 Nov 2018

Las habladurías matan y quien las dice es un terrorista, advierte el Papa

“Las habladurías matan”, porque la lengua “mata como un cuchillo”. Y quien las dice “es un terrorista” porque con su lengua tira una bomba “que destruye la fama de los demás” y él – o ella- “se va tranquilo”. “Decir habladurías es matar”. Así Francisco en su catequesis del miércoles 14 de noviembre sobre el Octavo Mandamiento del decálogo que reza “No dirás falso testimonio ni mentirás”, habló de la gravedad de vivir de comunicaciones “no auténticas”: Es grave vivir de “comunicaciones” no auténticas, porque impide las relaciones recíprocas y el amor al prójimo. La “comunicación” entre las personas no es solo con palabras, sino también con gestos, con actitudes, y hasta con silencios y ausencias; se comunica con todo lo que uno hace y dice. No falsear la verdad en las relaciones con los demás “¿Qué significa decir la verdad? ¿Significa ser sinceros? O bien, ¿ser exactos?” Hablando en italiano Francisco planteó estas preguntas para la reflexión de los fieles, asegurando que en realidad, nada de esto es suficiente porque se puede estar “sinceramente” en error, o se puede ser exactos en los detalles pero no “captar” el sentido del todo. En efecto, el Papa señaló que cuando hablamos de la comunicación entre las personas entendemos que no son sólo las palabras, sino también los gestos, las actitudes, hasta los silencios y las ausencias. Esto porque una persona “habla” con todo lo que es y hace. Nosotros, dijo, “vivimos comunicando” y estamos continuamente al borde "entre la verdad y la mentira". Francisco observó, pues, que a veces nos justificamos diciendo “¡dije lo que escuché!”, o bien “¡he dicho sólo la verdad!” pero en realidad, uno ha "absolutizado" el propio punto de vista o ha revelado hechos personales o reservados: “Entonces, ¿qué es la verdad?- preguntó en español -. Y explicó: “Esta fue la pregunta que hizo Pilatos a Jesús en el proceso que lo llevaría a morir en la cruz. Jesús había afirmado: «Para esto he nacido y he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad». Con su pasión y su muerte, demuestra que él mismo es la realización plena de la Verdad, pues su vida fue un reflejo de la relación con el Padre. En su manera de vivir y morir, cada acto humano, por pequeño o grande que sea, afirma o niega esta verdad”. En las pequeñas y grandes situaciones "no mentir" Para reafirmar este concepto, en su catequesis impartida en italiano el Papa señaló la lógica que nos guía sea ante las pequeñas situaciones como en las elecciones más comprometedoras, que es la que "los padres y abuelos nos enseñan cuando nos dicen de no decir mentiras”. Los cristianos no son hombres y mujeres excepcionales, pero sí son “hijos del Padre celestial”, que “es bueno y no los desilusiona”, y esta verdad, añadió Francisco, “no se dice tanto con los discursos”, sino que “es un modo de existir y se ve en cada acto particular”. “ No dar falso testimonio, ni mentir, implica vivir como hijos de Dios, dejando que en cada acto se refleje que él es nuestro Padre ”. En la conclusión de la Audiencia, al saludar a los fieles de lengua española, los animó a “a vivir como hijos que saben que Dios los ama, y que con esa conciencia puedan construir cada vez más una sociedad fundamentada en la sinceridad y en la verdad”.

Mar 13 Nov 2018

CEC presenta Novena de Navidad 2018

Como parte de las acciones conmemorativas por el aniversario de la visita del Papa Francisco a Colombia, la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) presenta la Novena de Navidad 2018, un itinerario navideño que nos lleva al encuentro del Emmanuel, Dios con nosotros. Atendiendo al llamado del Papa Francisco a forjar una cultura del encuentro, la novena desarrolla una reflexión diaria sobre el encuentro con la vida, la familia, los jóvenes, los estudiantes, las etnias, los migrantes y la 'Casa Común'. “Cada día de la novena nos debe disponer para hacer de nuestros hogares, de los ambientes de trabajo, de las instituciones educativas, de las parroquias, ambientes eclesiales; en fin, de la sociedad, lugares de encuentro llenos de fraternidad, de alegría y de esperanza”, ha recordado Monseñor Óscar Urbina, arzobispo de Villavicencio y presidente del Episcopado colombiano, en la presentación de este material. La novena se encuentra disponible en la Librería de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), PBX: 4 37 55 40 Ext. 264, cel: 3138808447, email: [email protected]. Aporte por unidad: 1.300 pesos.