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La séptima Jornada Mundial de los Pobres
Tags: Jornada Mundial de los Pobres séptima Jornada Mundial de los Pobres papa francisco iglesia católica iglesia católica colombiana Padre Rafael Castillo Torres
Por Pbro. Rafael Castillo Torres - El próximo domingo 19 de noviembre, convocados por el Papa Francisco, la Iglesia celebra la Séptima Jornada Mundial de los Pobres con una exhortación muy concreta: “Un río de pobreza atraviesa nuestras ciudades y se hace cada vez más grande hasta desbordarse; ese río parece arrastrarnos, tanto que el grito de nuestros hermanos y hermanas que piden ayuda, apoyo y solidaridad se hace cada vez más fuerte”.
Recordemos cómo esta Jornada surgió hace siete años, en el cierre del año de la misericordia celebrando el jubileo de las personas marginadas, empobrecidas y excluidas, por lo que el Papa Francisco, en su mensaje de este año, no duda en afirmar que “la Jornada mundial de los pobres, es una cita que la Iglesia va arraigando poco a poco en su pastoral, para descubrir cada vez más el contenido central del Evangelio”. Justamente el año inmediatamente anterior nos pedía “hacer un esfuerzo para que a nadie le falte lo necesario”, recordándonos que “no es el activismo lo que salva, sino la atención sincera y generosa que permite acercarse a un pobre como a un hermano que tiende la mano para que yo me despierte del letargo en el que he caído”.
Una pregunta que nos cabe a quienes servimos en una nación como Colombia, inequitativa y desigual, es la que nos suscita el santo padre: ¿Qué pasos acertados debemos dar en todos nuestros ámbitos de la vida eclesial, para que esta jornada sea la oportunidad, que todos nos damos, para mantenernos en el contenido central del Evangelio?
1. Una mayor toma de conciencia a partir de la realidad que estamos viviendo.
No podemos ocultar que, durante décadas, y todavía hoy, se nos sigue diciendo con bastante insistencia, que la pobreza entre nosotros es un fenómeno residual y que basta con darle tiempo al tiempo para que vaya desapareciendo. No han faltado quienes afirmen que la tarea sigue siendo aumentar el tamaño de la torta sin necesidad de esas políticas redistributivas que ponen tan nerviosos a los sectores más dinámicos de la economía y que acaban produciendo efectos desastrosos.
Mientras llegaba ese gran momento esperado, con el fin de no enturbiar ese clima alegre y confiado de una sociedad opulenta, cuyas utilidades son en cientos billones de pesos, se debía mantener, en las periferias existenciales, a los pobres.
Lo que vemos, y podemos señalar con el dedo, es que la pobreza, lejos de disminuir crece en progresión geométrica extendiéndose a los pensionados que sobreviven y a los no pocos enfermos crónicos que ciertamente se están muriendo, a los migrantes y desplazados, a las víctimas de la violencia, a las minorías étnicas y las familias que luchan por mantenerse unidas. Amén de las personas en situación de discapacidad.
Estas situaciones de injusticia constituyen un gran desafío para nosotros como Iglesia. Nuestras últimas conversaciones espirituales, y eso lo meditamos en el documento Luces en el Camino Hacia la Paz de nuestros Pastores, nos recuerda que el Espíritu de Dios nos está llevando a descubrir con mayor claridad que, hoy, la cima de la santidad y la santificación del Pueblo de Dios, no son posibles sin un compromiso con la justicia, sin una solidaridad con los pobres y oprimidos y sin hacer, juntos, de la sinodalidad un estilo de vida y una forma de ser Iglesia.
2. Redescubrir las razones de Dios y de Jesús para estar con los pobres.
Jesús siempre actuó prefiriendo a los que menos tenían y más sufrían. Colocó al centro todas las vidas echadas a perder. Su preferencia por ellos resultó ser escandalosa. Pero Jesús prefirió y prefiere a los pobres no porque en ellos encontró una cualidad especial, sino precisamente porque eran pobres. Creo que algunos ejemplos nos pueden ayudar.
Prefirió a la ovejita número cien (Lucas 15, 4-6) que se apartó del rebaño, a las noventa y nueve juntas, sólo porque se había perdido y no tenía la capacidad de retorno. Tuvieron que traerla cargada. Esa fue su ovejita más querida, no antes de perderse, sino después de que se había perdido. A la hora de cumplir con un contrato laboral, da preferencia a los obreros que habían estado desempleados frente a los demás (Mateo 20 1 -16) únicamente porque nadie les había ofrecido trabajo estando disponibles y sabiendo trabajar. Y en el caso de Lázaro, (Lucas 16, 9 -31) éste no tenía otro mérito frente a Epulón que el de ser pobre.
Como podemos ver, este Dios que siempre aborrece lo que sobresale, que en términos del Papa Francisco es la referencialidad, se complace en los pequeños, no por lo que puedan pensar o por su humildad, sino simplemente por ser lo que son, los pequeños. Esta predilección no viene de ellos, sino que nace de Dios. Dios siendo el Padre de todos no puede querer para nosotros sino el bien y la igualdad de sus hijos. Las desigualdades como las que vivimos en Colombia hieren a Dios en su amor. Y esta es una lógica que Jesús va a radicalizar radicalizando la paternidad de Dios. Por eso Dios y Jesús están siempre al lado de los pobres, porque viendo cómo la balanza se inclina siempre del lado del mas fuerte, en casi todos los aspectos, Ellos, decididamente, han querido restablecer el equilibrio.
3. Volver a las fuentes que nos mantienen en lo esencial.
Los concilios de los siglos V y VI como el de Vaisón del año 442, el de Roma bajo el Papa Símaco, año 504, el de Adge, año 506, el de Orleans, año 549, el de París, año 557 y el de Tours, año 567, serán reiterativos en afirmar que la asistencia a los pobres es una obligación tan fuerte que “el que retenga los dones hechos a la Iglesia debe ser excomulgado y considerado un verdadero “necátor pauperum” (Asesino de los pobres). Y ello precisamente, porque como afirmará más tarde Julianus Pomerius en el concilio de Arlés del año 836, en el tratado de Vita contemplativa “los bienes de la Iglesia son el patrimonio de los pobres”.
Los santos padres igualmente tuvieron un radicalismo, aprendido en las sagradas escrituras, que inspiraron estas conclusiones conciliares. Si Dios ha querido el Destino Universal de los bienes como enseña la doctrina social de la Iglesia, ello nos lleva a pensar y a profetizar que las riquezas serán siempre injustas mientras coexistan con la pobreza, prescindiendo de cómo se hayan obtenido, como bien lo expresó monseñor Barreto presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, cuando afirmó: “ Estas reflexiones surgen del análisis de los datos oficiales (los cuales son incontrovertibles), de la preocupación por la desinformación que difunden muchos medios de comunicación, sectores políticos y económicos, y ante la tristeza de ver que el país puede seguir generando riquezas solo para los grandes empresarios, los banqueros, los terratenientes y otros ricos”.
Permítanme citar los interrogantes de San juan Crisóstomo en su homilía sobre la 1ª carta a Timoteo: “Dime ¿De dónde te viene ser tan rico?, ¿De dónde recibiste la riqueza?, y ese otro, ¿De quién la recibió? Del abuelo, dirás, del padre. ¿Y podrás remontarte por el árbol genealógico, demostrando la justicia de tus posesiones? Seguro que no podrás. Necesariamente, en su principio y en su raíz hay una injusticia. ¿Que cómo llego a esa conclusión? Porque al principio Dios no hizo rico a uno y pobre al otro, ni tomo a uno y le mostró los grandes yacimientos de oro y al otro lo privó de este hallazgo. No, Dios puso, delante de todos, la misma tierra. ¿Cómo, pues, siendo todo común, tu posees tierras y más tierras, y el otro ni un terrón?
También otro padre de la Iglesia, que vivió en Palestina, como es San Jerónimo, en su carta 120, dirigida a Edibia nos enseña: “Sabiamente habla el evangelio de “riquezas injustas” pues todas las riquezas proceden de la injusticia y uno no se puede adueñar de ellas a no ser que otro las pierda o se arruine. Por eso a mí me parece certísima aquella sentencia popular que dice: “el rico o es injusto o es heredero de un injusto”.”
No son pocos los santos padres de la Iglesia como san Juan Crisóstomo y san Jerónimo que nos recordaran que aquello que le sobra el rico, le pertenece al pobre. En su tiempo fueron afirmaciones escandalosas, y hoy también lo son. Pero los santos padres jamás ignoraron que los ricos bien podían exhibir las escrituras de sus tierras y justificar sus propiedades mostrando todo en regla. No obstante, ellos, jamás dieron marcha atrás. Ellos distinguieron entre la legalidad formal y la justicia real cuestionando con su magisterio el orden social vigente. San Gregorio Nacianceno les dirá: “Esas son las leyes de los poderosos, no las del creador”. También san Ambrosio y san Agustín dirán de manera tajante: “continuamente se citan leyes en sus palacios, pero estas son las de Justiniano, no las del Señor”.
4. Tener un encuentro más sincero con el Señor.
Creo que nuestra principal tarea es traducir la belleza de las Plegarias litúrgicas, VC y VB, en nuestro compromiso con los pobres según el corazón de Dios y el querer de la Iglesia.
Hoy se habla de la secularización y de la perdida de la fe, pero, no obstante, nuestro pueblo sigue siendo profundamente religioso y más de lo que se piensa. Seguimos buscando estar a bien con Dios y contar con su protección divina. La dificultad está en que no siempre nuestras celebraciones son un encuentro sincero con Dios. Muchas de nuestras celebraciones sacramentales quedan reducidas a una reunión de carácter social, un acto impuesto por la costumbre o un rito que se hace sin comprender muy bien lo que significa y sin que, por supuesto, implique compromiso alguno para la vida. Por ello, en la celebración de esta jornada, en la que debemos cultivar nuestras motivaciones internas, cuando nuestro párroco o el sacerdote celebrante nos diga al momento de la Plegaria eucarística: ¡Levantemos el corazón! Esa respuesta: ¡Lo tenemos levantado hacia el Señor! Debe ser muy sincera, porque lo que sigue es una oración muy sentida que ilumina esta jornada: “Señor, danos entrañas de misericordia frente a toda miseria humana. Inspíranos el gesto y la palabra oportuna frente al hermano solo y desamparado. Ayúdanos a mostrarnos disponibles ante quien se siente explotado y deprimido. Que tu Iglesia, Señor, sea un recinto de verdad y de amor, de libertad, de justicia y de paz, para que todos encuentren en ella un motivo para seguir esperando. Que quienes te buscamos sepamos discernir los signos de los tiempos y crezcamos en fidelidad al Evangelio; que nos preocupemos de compartir en el amor las angustias y tristezas, las alegrías y esperanzas de todos los seres humanos, y así les mostremos tu camino de reconciliación, de perdón y de paz”. Bendecida celebración de esta jornada en la solidaridad y la esperanza.
Pbro. Rafael Castillo Torres
Director del Secretariado Nacional de Pastoral Social
“Les traigo la paz” (Juan 20, 19.21.26)
Vie 5 Abr 2024
Mié 3 Abr 2024
Mi Pascua en el Darién
Por P. Arturo Arrieta Aguas - Escrito en "Lajas Blancas", campamento en el Darién.Un sol inclemente azota uno de los campamentos a las orillas de la selva del Darién, donde día a día llegan, de diferentes partes del mundo, cientos de migrantes. Algunos, con la alegría nerviosa de haber pasado la selva, pero con el desconcierto de no saber qué les espera; otros con el corazón desgarrado por haber dejado atrás a otros que ya no llegaran; otros sencillamente llegan...Así fue, estuve en el Darién, en "Lajas Blancas", por el lado de la frontera con Panamá. La vida me trajo aquí nuevamente, y haber visto tantos videos y fotos no se compara con tener la realidad de frente. Siempre la misma escena: niños y más niños que ni entienden lo que pasa, hombres y mujeres casi sin poder caminar. A algunos, por hablar otra idioma, no les entendía lo que me decían, pero su gesto es suficientemente claro: una mano extendida con insistencia hacia nosotros, la otra señalando su estómago y una mirada desgarradora difícil de olvidar.Otra imagen se me ha quedado de manera especial. La de un joven que, con su mirada perturbada, no paraba de llorar diciéndome: "hay niños que murieron ahogados en el rio". Y hoy aquí pensaba: ¿Cómo viviré mi Pascua ahora que llegue a Colombia? ¿Qué podré decir en cada celebración? ¿No sería mejor callar? Sin embargo, ahora entiendo tal vez mejor el acontecimiento de la Pascua que, en imágenes sencillas pero certeras, ha sabido recoger lo esencial del misterio de Dios y de su entrega.Mateo nos dice que el día se tornó oscuro desde la hora sexta hasta la hora novena, desde el mediodía hasta las tres de la tarde (Mateo 27, 45). En el mundo es de noche y los hombres caminamos en tinieblas. Creemos saberlo todo y no vemos lo esencial. El relato tiene mucho de cierto. Si Dios resucita a su Hijo, siempre será para iluminar nuestra ceguera y abrir nuestros ojos al dolor del hermano que sufre.La manera más auténtica de celebrar la pasión del Señor es reavivar nuestra compasión, sin esto se diluye nuestra fe en el “Dios crucificado” y se abre la puerta a toda clase de manipulaciones. Que nuestro beso al crucificado nos ponga siempre mirando hacia quienes cerca o lejos de nosotros viven sufriendo con sus sufrimientos espirituales y materiales, hasta que un día celebremos la pascua celestial y el señor no responderá si eres de los míos “porque tuve hambre y me diste de comer”.La muerte de Jesús trajo frío y hace frío en el mundo actual. Falta el calor del verdadero amor. Se han helado muchos corazones, se han helado muchos países bloqueados por la superficialidad y el bienestar, muchas veces no somos capaces de sentir verdadera compasión por tantos crucificados vivos. El relato dice la verdad...Si Dios resucitó a su Hijo, será para poner en el mundo el calor del amor y la misericordia, este es el sentido de la Pascua.Solo hay una manera de vivir como resucitados: abandonar nuestras presunciones y seguridades, dejar de engañarnos, no confiar en tantas palabras vanas que salen de nuestra boca y tener el coraje de creer más en el amor y en la compasión. Podemos ser mejores, en el mundo puede crecer la solidaridad, pero eso sí, Dios solo puede resucitar allí donde se le deja entrar, y solo se le deja entrar allí donde se deja entrar al amor. Bendiciones.Padre Arturo Arrieta AguasDirector de Pastoral Social de la Diócesis de PalmiraDirector de la Red Clamor - Capítulo Colombia
Vie 1 Mar 2024
¡Atravesemos el Desierto!
Por el Padre Rafael Castillo TorresDirector del Secretariado Nacional de Pastoral Social - Cáritas colombianaNuestra tradición judeocristiana concede una gran importancia al libro del Éxodo y el Papa Francisco lo sabe. Por ello en su mensaje de cuaresma para este año, el cual fue entregado a la Iglesia el primer domingo del adviento, nos hace una clara exhortación: “Del mismo modo que Israel en el desierto lleva todavía a Egipto dentro de sí ―en efecto, a menudo echa de menos el pasado y murmura contra el cielo y contra Moisés―, también hoy el pueblo de Dios lleva dentro de sí ataduras opresoras que debe decidirse a abandonar”.1.Nuestro punto de partida.En la experiencia vital de Moisés, cuando él pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, un día, decidió ir, con ese rebaño, más allá del desierto. Ese fue el día en que dejó de recorrer los archiconocidos caminos de siempre y se dio a la tarea de explorar nuevas hojas de ruta. Ese día pudo llegar hasta donde ninguna caravana había llegado; ese día sucedió lo estupendo porque llegó hasta el Horeb donde Dios se le reveló y tuvo un encuentro personal con Él. Dios no se esconde, sino que arde en el misterio del desierto sin consumirse y nos llama a quitarnos, también a nosotros, las sandalias para que experimentemos la santidad de esta rica experiencia. Justo aquí, en el desierto, es donde Dios se comunica con nosotros para compartirnos una misión, tal como lo hizo con Moisés.2.El grito que debemos escuchar.La mayor afirmación y llamado del Papa Francisco en su mensaje, es invitarnos a reconocer que través del desierto Dios nos guía a la libertad y para ello nos invita a meditar el pasaje de Éxodo 3, 7-10: “Bien vista tengo la aflicción de mi pueblo en Egipto y he escuchado su clamor en presencia de sus opresores; pues ya conozco sus sufrimientos. He bajado para librarle de la mano de los egipcios y para subirle de esta tierra a una tierra buena y espaciosa. Ahora, pues, ve; yo te envío al faraón para que saques a mi pueblo, los israelitas, de Egipto”.Nosotros, por el estudio de la literatura y el conocimiento de la historia de la humanidad, sabemos que, desde Espartaco, pasando por Carlos Marx y las luchas de independencia de muchos pueblos, se han dado no pocas epopeyas de liberación. Hay, sin embargo, algo muy significativo en lo que nos propone el Papa Francisco refiriéndose a la gesta de liberación del pueblo de Israel. Muchas de esas luchas se hicieron al margen de Dios y no han faltado otras que se hayan hecho en contra de Dios. Pero esta gesta de liberación del Pueblo de Israel se hizo por inspiración de Dios. En el origen de todo, en efecto, se encuentran las palabras que Dios dirigió a Moisés y en las que el Papa Francisco enfatiza tanto. Miremos cómo, en estas palabras, hay un cambio significativo de protagonista en el discurso. Dios comienza diciendo: “he bajado...”, pero termina ordenando a Moisés: “ahora, pues, ve...”. La manera que tiene Dios de liberar a los que sufren, es mover a los hombres para que los liberen. Definitivamente cuando Dios trabaja el hombre suda.3.Es tiempo para la justicia.Esta reflexión del santo padre, nos debe llevar a reconocer que toda injusticia, toda violación de derechos, toda opresión despierta un grito que implora justicia. No se trata de reprimir o adormecer ese clamor, sino de reconocer que la voluntad de Dios está inscrita en este clamor. A Dios le ofenden las desigualdades, pero sobre todo le ofende la violación de los Derechos de sus hijos e hijas. Derecho violado al hombre es derecho violado a Dios mismo. Por eso cuando la balanza se inclina de un lado, Dios normalmente se monta del otro.Tengamos presente cómo la revelación del nombre de Dios ocurrió precisamente con ocasión de la liberación de Egipto (Ex. 3, 13-15). Y todo aquel que sepa lo que significa para los semitas conocer el nombre de alguien estará en condiciones de interpretar el significado de ese dato: ¡Israel conoció la identidad de Dios luchando por su libertad! A esto hay que añadir que fue precisamente en el Sinaí donde Israel fue invitado a formalizar la alianza con Yahvé (Ex. 19,1-8). Qué bueno que a partir de esta reflexión nosotros pudiéramos reconocer que lo específicamente cristiano no es el compromiso ético de solidaridad con los pobres en la defensa de sus derechos, ello es irrenunciable para todo hombre y mujer, sino hacer en ese compromiso la experiencia de Dios”.Necesitamos hacer el desierto cuaresmal para vivir la presencia de Dios y vivirla sin miedos y con profunda confianza. Busquemos espacios a solas con Dios. Allí encontramos la fuerza para seguir andando. Será un momento especial para silenciar nuestro sistema nervioso y tomar conciencia de que enraizarnos en Dios, no es un tiempo perdido. Es en el silencio donde Dios mejor nos trabaja, como trabajó a Moisés, es allí donde nos va restaurando, crece nuestra paz interior y nuestra vida se va unificando. Recodemos las palabras de San Juan de la Cruz nacidas del silencio y de sus soledades en muchos desiertos: “Olvido de lo creado; memoria del Creador; atención a lo interior; y estarse amando al amado”.
Jue 25 Ene 2024
Monseñor, ¡Feliz aniversario episcopal!
Por P. José Antonio Díaz - Monseñor José Mario: Al cumplirse hoy los dos años de su ordenación episcopal y posesión canónica, los sacerdotes le felicitamos en una profunda actitud de agradecimiento a Nuestro Señor Jesucristo, Buen Pastor, por el don de su persona y ministerio.Conocemos aquella frase del Sermón 340, 1 de San Agustín: “Para ustedes soy obispo, con ustedes soy cristiano”. A propósito, le decimos a Usted, Monseñor, que ha encarnado claramente la exigencia de ser modelo de obispo y pastor entregado al servicio del ministerio con claridad y decisión, teniendo presente el de Cristo, que se hace servidor de muchos, compañía cercana en el camino.Sienta el aprecio y el cariño de toda la Diócesis de Santa Marta, de tantos hombres y mujeres de buena voluntad que le estiman, entre ellos sus sacerdotes, con los que debe existir un vínculo especial. Recordemos que la unidad del presbítero con el Obispo tiene su raíz ontológica y salvífica en el don compartido del sacramento del Orden, que tiene en el episcopado su plenitud. Este sacramento funda una relación que entraña tanto igualdad, es decir, fraternidad, como obediencia al Obispo, pues es nuestro padre.Unidos en oración, en la diócesis, agradecemos a Dios por su ministerio. Pedimos al Señor Jesús que lo continúe guiando, acompañando y fortaleciendo en la misión que le ha sido encomendada, bajo el amparo de nuestra Madre, María Santísima.P. José Antonio DíazSacerdote de la Diócesis de Santa Marta
Mar 23 Ene 2024
¿Qué significa dar limosna?
Por Pbro. Rafael Castillo Torres - El próximo miércoles, 14 de febrero, con la imposición de la ceniza, sobre nuestra frente y cabeza, los cristianos católicos damos inicio al tiempo fuerte de la cuaresma. Un tiempo de reflexión y oración en el que hacemos, todos, nuestro mejor esfuerzo, por volver a Dios en espíritu de conversión y hacerlo con más verdad y amor.Desde el Secretariado Nacional de Pastoral Social/ Cáritas colombiana de la Conferencia Episcopal de Colombia, reconocemos y valoramos la generosidad de cada Iglesia particular, parroquia, pequeña comunidad, movimiento apostólico, comunidad religiosa, seminario mayor, empresa, bancos de alimentos, organizaciones de la sociedad civil y colectivos comunitarios, que, desde sus privaciones voluntarias han sido generosos con sus donaciones. Son razones suficientes para agradecer a Dios.Han sido muchos los gestos y prácticas que, en el sentido de cuanto recomendó San Juan Pablo II, nos han permitido globalizar la solidaridad en signos muy concretos como el ser más generoso, con lo cual mostramos los cambios que se van dando en nuestros corazones. Cambios que no solo nos han llevado a adoptar una postura diferente ante nuestros hermanos en necesidad sino a ver cómo, en cada uno de nosotros, está actuando una fuerza que nos atrae y empuja hacia el bien, el amor y la bondad. Es Dios queriendo una vida más digna para todos.Una de las prácticas espirituales y sociales a la cual nos exhorta la Iglesia en este tiempo de la cuaresma, y que ya es un hábito pastoral en la Iglesia de Colombia, es el ejercicio de la caridad, ayer llamado limosna, hoy, nuestra “Campaña de la Comunicación Cristiana de Bienes”. Por estos días de la cuaresma, en el desarrollo de esta iniciativa, muchos fieles verán a sus párrocos, religiosos y religiosas y a un sinnúmero de laicos, entregar unas alcancías pequeñas y organizar actividades con las familias, escuelas, colegios, oficinas y negocios, para colocar en esas alcancías las colectas de esas actividades como los pequeños ahorros de nuestras privaciones voluntarias. Todo ello como expresión del sacrifico para compartir con el otro desde nuestra pobreza.Veremos igualmente cómo se incrementa la solidaridad en los bancos de alimentos en su esfuerzo, cada vez más creciente, por sostener ese puente entre la carencia y la abundancia. Con ello mostramos tres exigencias profundas en el orden de la caridad: 1. La globalización de la solidaridad. 2. Cuando hay amor todas las cosas se multiplican. 3. Somos hijos de un Padre Providente que nos ha educado responsablemente para ser mucho con lo poco que tenemos. En virtud de ese creciente deseo que siente todo cristiano de conocer las verdades que hacen referencia a su vida de Fe, qué bueno que, en nuestro camino de preparación a la Cuaresma, nos adentremos en el sentido de la limosna, una de las prácticas cuaresmales que con el ayuno y la oración han de acompañarnos durante todo nuestro desierto cuaresmal. Partamos de reconocer que hoy por hoy, la palabra “limosna” ha quedado tan desacreditada después de varios siglos de cultura burguesa, llegándose a un punto tal en que ni siquiera puede pronunciarse. Hoy, a mucha gente, le resulta muy difícil comprender por qué la limosna recibe elogios tan extraordinarios en la Biblia y en la tradición de Iglesia. Para ellos, la palabra “limosna” evoca una práctica poco gravosa para el donante, humillante para el beneficiario e ineficaz para resolver el problema de la pobreza.Fiódor Mijáilovich Dostoyevski, escritor de la Rusia Zarista, en su obra Los demonios, en Obras completas, coloca en boca de uno de sus personajes: “El placer de la limosna es un placer altivo e inmoral, un deleite del rico en su riqueza y poder, y en la comparación de lo que él significa con lo que significa el mendigo. La limosna corrompe así tanto al que la da como al que la recibe, y, además, no alcanza su objeto porque no hace sino aumentar la mendicidad”.Considero importante que regresando a las Sagradas Escrituras como, a la sana tradición del magisterio de la Iglesia, nos apremiemos en aclarar cómo algunos contemporáneos nuestros y el mismo Dostoyevski, aunque empleen la misma palabra – limosna-, están hablando de cosas muy, pero muy diferentes.La lingüística nos ha enseñado que, con frecuencia, las palabras de un texto antiguo, que para el lector de entonces tenía un significado determinado, traducidas en pura equivalencia lingüística, evocan hoy una idea completamente distinta debido a que el lenguaje está sometido a continuos cambios. Cuando ocurre tal cosa, los traductores deberían recurrir a nuevos términos que tengan la misma capacidad expresiva que tuvieron los antiguos. Así no habrá equivalencia lingüística formal, pero sí equivalencia dinámica.Este es el caso de la palabra griega eleemosyne(limosna), que en la traducción de los 70 sabios suele traducir el hebreo Sedaqah (justicia), y con este sentido se utiliza en el Nuevo Testamento. Para la Biblia, y esto es muy importante precisarlo, dar limosna equivale a hacer justicia. Todavía hoy los mendigos judíos para pedir limosna utilizan la palabra sedaqah, esto es, justicia, o bien exhiben un letrero en el que llevan escrita esa palabra.Podríamos decir que la limosna, en sentido bíblico, es hacer justicia en nombre Dios a quienes no se la hacen los hombres. En nuestra lengua española hay una expresión muy significativa a este respecto: el mendigo es llamado “por–diosero” ya que reclama su limosna por Dios - “Háganme justicia en nombre de Dios”. Así la limosna, lejos de sustituir las reformas estructurales, tan necesarias en esta Colombia, la exige a gritos y en nombre de Dios porque está denunciando que la justicia de Dios no coincide con la justicia de los hombres, y hay que hacerlas coincidir. De aquí bien podríamos concluir que la limosna suple de momento la falta de justicia, pero sin renunciar a ella.Si desde la justicia de los hombres la limosna viene a ser para nosotros un acto voluntario, desde la justicia de Dios es obligatoria. Por ello, a la tradición cristiana le ha gustado referirse a la limosna en términos de un impuesto “no exigible por vías de apremio, sino de amor”; en relación a lo cual dice San Agustín a los cristianos: “Ustedes son cobradores de ustedes mismos”.Pidamos en esta Cuaresma, ya cercana, la gracia de descubrir que lo importante no es saber cómo podemos ganar más dinero, sino cómo podemos ser más humanos. Que lo importante no es cómo puedo llegar a conseguir algo, sino cómo puedo llegar a ser yo mismo, en mi esfuerzo por volver mi rostro a Dios.