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Iglesia

Lun 17 Jul 2017

La monja que lucha contra la trata de personas

Sor Genoveva Nieto la religiosa que dedica su vocación a luchar contra la trata de personas, la explotación sexual, los trabajos forzados, la mendicidad y el tráfico de órganos. Presentamos un artículo publicado por el diario El Espectador donde resalta la labor de esta monja Vicentina. La religiosa a sus 70 años de edad, sigue uniendo esfuerzos con otras instituciones para contrarestar el flagelo de la trata de pesonas. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Leer entrevista[/icon]

Lun 17 Jul 2017

¿Quién mató a Pedrito? I

Escrito por: Mons. Gonzalo Restrepo - “El martes 11 de noviembre de 1999 fue encontrado un recién nacido en una caja de cartón, detrás de un almacén de nuestra ciudad. Aparentemente el bebito nació ese mismo día y cuando fue encontrado, a las 9:30 de la noche, había estado muerto alrededor de ocho horas o más. La autopsia reveló que el niño había sido acuchillado siete veces, sufrió un fuerte golpe en la cabeza y fue estrangulado con un cierre (cremallera). En la caja se encontró la placenta y el cordón umbilical roto. Aparentemente el bebito nació sin asistencia médica”. No es un caso extraño ni excepcional. Casos como éstos encontramos muy frecuentemente en nuestro medio. No fue encontrado en un almacén fantasma y en una ciudad lejanísima, sino en un almacén muy conocido, de mucho prestigio y en nuestra propia ciudad. Como este caso hay muchos casos. Pero, ¿quiénes serán sus padres? ¿dónde estará su mamá? Pedrito no alcanzó a nacer. Fue abortado y tirado a la calle en una caja de cartón. Fue tratado como cualquier cosa, como uno tira un mueble viejo, como se bota la basura al cesto. Pedrito fue asesinado, y ahora, nadie es culpable. Un nuevo crímen ha quedado en el anonimato. Una personita que no se le ha permitido vivir, mejor no se le ha permitido seguir desarrollando su vida, porque pedrito comenzó a vivir desde la concepción, desde que el óvulo de mamá y espermatozoide de papá se unieron para propiciar el inicio de una nueva vida, fruto del amor. ¿Qué podemos hacer? ¿Quién podrá responder? Si alguien quiere reconocer el cadáver de pedrito, lo tenemos en el anfiteatro de la ciudad. Todavía él conserva la esperanza de que sus padres vengan a reconocerlo y le brinden el cariño que le faltó desde su concepción hasta la muerte. No más abortos, por favor. No más pedritos tirados en cajas de cartón. No más asesinatos a creaturas indefensas. Permitamos que la vida surja y no matemos la vida de un inocente. Siempre que ocurre un aborto en la ciudad, ocurre el asesinato de unos padres, de unos hermanos, de una familia. Se asesina nuestra propia sociedad, nuestra cultura y nuestra dignidad. + Gonzalo Restrepo Restrepo Arzobispo de Manizales

Vie 14 Jul 2017

Es urgente formar e integrar a los laicos

Por: Mons. Ricardo Tobón Restrepo - El mundo en que vivimos sufre grandes y profundas transformaciones. En él, la Iglesia de Cristo debe anunciar la propuesta de plena realización humana y social que contiene el Evangelio. Esto implica renovar el compromiso apostólico, expresar adecuadamente el mensaje, encontrar nuevas formas para llegar a los distintos sectores; más aún, encarnar fecundamente la vida cristiana en la sociedad. Pero esto no es posible hacerlo sino en y a través de personas concretas. Por eso, uno de los más grandes y urgentes desafíos hoy es la formación integral y la participación de los fieles laicos. El catolicismo sociológico se cae a pedazos; de esa estructura viven cada vez menos personas. Es preciso entonces construir desde la base, antes de que sea tarde, una comunidad de discípulos de Cristo que viva a plenitud la fe y que con ella impregne la realidad de la familia, de la educación, del trabajo, de la política, de la economía, con la naturalidad de una lámpara que una vez encendida va poniendo mansamente su luz en todo lo que la rodea. Esto implica un proceso orgánico, progresivo, personal y comunitario de formación del laicado. A partir del Concilio Vaticano II se han abierto enormes posibilidades y perspectivas para que los laicos se integren y participen en la vida y misión de la Iglesia con la condición profética, sacerdotal y pastoral que les ha dado el Bautismo. Todos tenemos que contemplar con agradecimiento y alegría lo que el Señor ha venido haciendo en nuestra Arquidiócesis con muchos laicos: crece su empeño en formarse, despiertan su sentido de pertenencia a la Iglesia, se vinculan fructuosamente a diversos servicios en las parroquias, influyen de diversas maneras en la transformación de la sociedad, buscan la santidad. Sin embargo, a la vez, debemos constatar con honda preocupación la realidad de tantos bautizados que no salen de una gran ignorancia con relación a lo esencial de la vida cristiana, que mantienen una incomprensible pasividad y que encerrados en su aislamiento no se afanan por integrarse a un proceso de evangelización, por aprovechar la ayuda de sus hermanos y por testimoniar la alegría del Evangelio. Esto no puede seguir así. Una tarea urgente en la Iglesia es ayudar a todos los fieles a crecer en el sentido de responsabilidad frente al seguimiento de Cristo y frente a la misión que de él hemos recibido. En la historia de la Iglesia hay momento es que hay penumbras y son más difíciles las pruebas. Ante esas situaciones la reacción justa no es huir ni tampoco echarnos a dormir. Por el contrario, es la hora de despertar, de crear, de apurar el paso, de asumir el futuro con más pasión. Este momento de la Iglesia necesita un acertado protagonismo y un decidido compromiso de los laicos. Ellos, como nunca, deben ser testigos de Cristo, apoyo decidido de la vida parroquial, fermento de alegría y de esperanza en sus familias y en sus barrios, constructores de un mundo nuevo. Esto implica una formación humana y cristiana recia y adecuada a los tiempos que corren. Tienen que aprender a escuchar a Dios en su Palabra, a vivir el misterio de Cristo en la liturgia, a conocer profundamente el contenido de la fe, a construir comunidad en diversos niveles, a ser competentes para anunciar el Evangelio en múltiples ambientes y campos pastorales. Esta tarea de formar sólidamente a los laicos es prioritaria para los sacerdotes pero corresponde también a los mismos laicos que deben asumir con madurez su identidad y su tarea en la Iglesia. Saludo con gozo y esperanza el número grande de laicos formados y comprometidos que tenemos; los procesos de formación que están impulsando los sacerdotes en las parroquias, los delegados de pastoral y varias instituciones arquidiocesanas; los buenos resultados de las pequeñas comunidades y de los grupos apostólicos. Pero espero que avancemos mucho más con decisión y eficacia. No podemos perder tiempo. La Iglesia necesita en este momento una participación más activa y responsable del laicado. Permitamos que en los bautizados, mujeres y hombres, se renueven hoy las maravillas de Pentecostés. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Lun 10 Jul 2017

No sólo el páramo de Santurban

Por: Monseñor Ismael Rueda Sierra - El papa Francisco, a quien esperamos en su visita apostólica a Colombia en el mes de septiembre, nos ha entregado la carta encíclica “Laudato Si”, en continuidad con el magisterio pontificio del Beato Paulo VI y San Juan Pablo II, sobre el tema de la ecología. Pero indudablemente el papa Francisco va al fondo en su reflexión integral e interdisciplinar de lo que significa el cuidado de la casa común, como responsabilidad de todos. En los distintos foros mundiales y también los locales, estos temas ocupan primera línea, por cuanto está en juego la supervivencia misma de la humanidad y el adecuado tratamiento de la dignidad humana. Por tal razón, con base en una dimensión ética, entre otras, que debe estar necesariamente en la base del discernimiento, también existen unas consideraciones de tipo político, económico y cultural que afectan profundamente, por las competencias propias en materia de decisiones, conductas y vigencias culturales lo mismo que por los intereses de lucro y consumo, que en ocasionen se priorizan, como es usual en el mundo de hoy. Se ha vuelto recurrente, a la hora de conciliar el manejo adecuado del medio ambiente con las aplicaciones de tipo industrial, minero o urbanístico, etc. no dar la adecuada importancia a su componente ético y social, o brindar promesas ecológicas que francamente no convencen porque se sabe de antemano, del enorme impacto que producen sobre los bienes naturales. Quiere esto decir que para vender la idea de la explotación de los recursos, o la expansión urbana, a menudo los interesados se colocan un “traje ecológico” para obtener el visto bueno de la opinión pública especialmente. Quisiera hacer alusión sólo a algunos apartes de la encíclica papal aludida, que nos permiten ver el enorme reto que tenemos a la hora intervenir el medio ambiente, en favor del ser humano. Al referirse el Papa a una ecología integral afirma que “La ecología… También exige sentarse a pensar y a discutir acerca de las condiciones de vida y de supervivencia de una sociedad, con la honestidad para poner en duda modelos de desarrollo, producción y consumo. No estará de más insistir en que todo está conectado” (cf. L.S.138). Afirma además: “Cuando se analiza el impacto ambiental de algún emprendimiento, se suele atender a los efectos en el suelo, en el agua y en el aire, pero no siempre se incluye un estudio cuidadoso sobre el impacto en la biodiversidad, como si la pérdida de algunas especies o de grupos animales o vegetales fuera algo de poca relevancia” (cf.L.S.35). “El cuidado de los ecosistemas, afirma, supone una mirada que vaya más allá de lo inmediato, porque cuando sólo se busca un rédito económico rápido y fácil, a nadie le interesa realmente su preservación” (Id.36). En relación con la cuestión del agua, que sin duda es prioritaria a la hora de plantear los temas ecológicos, por cuanto su acceso, uso y consumo forma parte del derecho a la vida, el Santo Padre afirma que “En realidad, el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos” (Id.30). De modo que, en el caso nuestro de la intervención en el páramo de Santurbán, al que ya me había referido en otro editorial, invocando la aplicación del principio de precaución, será necesario para su adecuado manejo y conservación, no ignorar las consideraciones éticas y de responsabilidad social, presentadas por el Santo Padre Francisco en la encíclica “Laudato Si”. Con mi fraterno saludo. + Ismael Rueda Sierra Arzobispo de Bucaramanga

Vie 7 Jul 2017

Cardenal Pimiento nombrado Miembro Honorario de la Academia Colombiana de la Lengua

En reconocimiento a su ministerio orientado al bien común y destacando las buenas maneras de hablar y escribir manifiestas en sus cartas pastorales, homilías, alocuciones y sermones, la Academia Colombiana de la Lengua nombró al Cardenal José de Jesús Pimiento, Arzobispo Emérito de Manizales, miembro honorario. La distinción fue otorgada en el marco de la Centésima Tercera Asamblea Plenaria del Episcopado Colombiano, el 7 de julio del año en curso. Tras recibir este reconocimiento, el cardenal colombiano manifestó gratitud e invitó a los miembros de la Academia a “no limitar su noble acción a los tecnicismos de lenguaje, sino proyectar su influencia real a la promoción de cultura (…) a crear una nueva sociedad digna, unida y solidaria”. Monseñor José de Jesús Pimiento Rodríguez, nació en Zapatoca (Santander), el 18 de febrero de 1919. Fue ordenado sacerdote el 14 de diciembre de 1941 por Monseñor Ismael Perdomo Borrero, Arzobispo de Bogotá. En 1955 recibió la ordenación episcopal de manos del Pío XII y designado prelado auxiliar de Pasto en 1959; ordinario de Montería en 1964; diocesano de Neiva y Garzón. Participó en las sesiones del Concilio Vaticano II, lo escogieron como Delegado para la segunda Conferencia del Episcopado Latinoamérica (CELAM). Fue elegido presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia en 1972 y reelegido en dos periodos más hasta 1978. Escogido en 1972 como asesor del Nuncio Apostólico de Colombia; intervino en varios Sínodos de Obispos en Roma. Fue seleccionado para revisar y actualizar el Concordato suscrito por la Santa Sede en 1887 con el gobierno colombiano. El Santo Padre Pablo VI el 22 de mayo de 1975, lo nombró Arzobispo de Manizales. Estuvo vinculado a la educación y a la academia en el análisis de los decretos del Concilio Vaticano II. Renunció ante el papa Juan Pablo II y lo nombraron arzobispo emérito de Manizales. En 1995 se dedicó a ejercer la Pastoral Social en el Urabá antioqueño. En el 2005, Juan Pablo II lo encargó de la Diócesis de Socorro y San gil, que administró durante dos años. En el Angelus del 4 de enero de 2015, el Papa Francisco anunció la reunión de un Consistorio público y le comunicó al mundo católico su voluntad de designarlo cardenal por su experiencia misionera más allá de la jurisdicción diocesana.

Vie 30 Jun 2017

Fascículos El Tiempo: "Guía para preparar la visita apostólica del Papa"

A partir de este domingo 2 de julio, y todos los domingos hasta el próximo 3 de septiembre, circulará con EL TIEMPO la colección ‘Guía para preparar la visita apostólica del Papa Francisco’. Serán diez salidas en total, cada una con un mensaje especial alusivo a cómo los colombianos deben prepararse, espiritualmente, para el viaje papal que se llevará a cabo entre el 6 y el 10 de septiembre del año en curso. Los contenidos fueron elaborados por la Conferencia Episcopal de Colombia y cuentan con el apoyo de la Corporación Universitaria Minuto de Dios (Uniminuto). “El papa Francisco visitará Colombia para animarnos y confirmarnos en la fe; para guiarnos como el pastor que orienta a sus ovejas y para ayudarnos en las necesidades y dificultades que tiene nuestro país por medio de su magisterio y discernimiento”, explicó el padre Juan Álvaro Zapata Torres, secretario adjunto de la Conferencia Episcopal, y quien participó en la elaboración de los mensajes que circularán –de manera gratuita- en la edición dominical de este diario. “El Papa viene a darnos una palabra en el espíritu que sin duda será aliento de vida para afrontar -con fe, esperanza y caridad- los muchos desafíos que tenemos”, añadió Zapata, quien también se desempeña como director nacional del ‘Comité teológico y pastoral de la visita papal’. La primera salida, de este domingo 2 de julio, lleva como título ‘Demos el primer paso’, que es el mismo eslogan de la visita del pontífice a suelo colombiano. Este primer capítulo incluye la oración oficial de la visita papal y los mensajes de perdón, reconciliación y unidad nacional que busca dejar sembrados el Santo Padre. También aborda otros temas como la desintegración de la familia, la pérdida de valores, los vacíos del sistema educativo, la ausencia del Estado, la inequidad social y la corrupción; todo, bajo la mirada y el lineamiento pastoral del papa Francisco, quien aterrizará el 6 de septiembre en Bogotá y visitará las ciudades de Villavicencio, Medellín y Cartagena. Tomado: El Tiempo

Vie 30 Jun 2017

Demos el primer paso

Por: Mons. Luis Adriano Piedrahita Sandoval - Del seis al diez del próximo mes de septiembre tendremos la alegría de tener en nuestro país al Papa Francisco. El sucesor de Pedro, a quien el Señor colocó como la roca sobre la cual quiso edificar su Iglesia, el Obispo de Roma, Padre y Pastor de la Iglesia universal, viene a visitarnos y a ofrecernos con su visita un auténtico tiempo de gracia y momento especial y único, “reflejo en cierta medida de aquella especial visita con la que el supremo pastor (1 Pe 5,4) y guardián de nuestras almas (1 Pe 2,25), Jesucristo, ha visitado y redimido a su pueblo”. Sabemos que se trata de una visita eminentemente pastoral: El Papa viene a animarnos y a confirmarnos en la fe. Es este el mandato que Pedro recibió del Señor: “! Simón, Simón ¡Mira que Satanás ha solicitado el poder sacudirlos como trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos” (Lc 22,31-32). El Papa viene a impulsarnos en la tarea que tenemos de la Nueva Evangelización, como nos lo ha recordado en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium: “Hoy, en este “id” de Jesús, están presentes los escenarios y los desafíos siempre nuevos de la misión evangelizadora de la Iglesia, y todos somos llamados a esta nueva salida misionera” (20). Qué bueno sería que, como Iglesia diocesana, recibamos este momento de gracia como un llamado a tener un renovado compromiso de hacer de cada una de nuestras parroquias “comunidades de discípulos-misioneros que anuncian la alegría del Evangelio. El Papa viene a recordarnos el valor que tienen los dones del matrimonio y de la familia, y el compromiso consiguiente de hacer de las familias lugares en los que se vive y comparte la alegría del amor, alegría que es también causa de júbilo para la Iglesia (Amoris Laetitia, 1). Siguiendo su línea de pensamiento consignado en sus grandes documentos, no podemos dejar de lado el tema de la ecología de la carta encíclica “Laudato Si”; el Papa Francisco vendrá a recordarnos seguramente el desafío urgente de proteger nuestra casa común, que “clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella” (2). Como mensajero de la paz, el Papa viene a invitarnos a hacer decididamente de la necesidad de la paz en nuestro país un anhelo ferviente que nos lleve a sanar nuestros corazones de resentimientos y odios, y a construir una sociedad en la justicia, en la equidad, en la reconciliación, en el perdón, en el respeto mutuo, en el amor fraterno. Sabemos que constituirnos todos “en artesanos de la paz” es la tarea que de manera especial nos apremia como Iglesia en Colombia, y la Palabra del Santo Padre nos traerá sosiego, serenidad, alegría, esperanza, para emprender dicho camino. Como lo dice el lema de la visita, el Papa Francisco viene a invitarnos a “dar con él el primer paso”, a colocarnos en camino hacia algo nuevo, decidiéndonos a hacer crecer y madurar la semilla de su Palabra eficaz y creadora que ya el Señor ha sembrado, para que cosechemos unas personas, unos hogares, unas comunidades, unas instituciones, una Iglesia, renovados y renovadas para bien de todos los colombianos: “He aquí que yo renuevo lo antiguo, dice el Señor: ya está en marcha, ¿no lo reconocen? Sí, pongo en el desierto un camino, ríos en el páramo” (Is 43,19). Oremos, preparémonos, dispongámonos a acoger la visita del Papa Francisco como una verdadera bendición de Dios y a recibir su presencia y sus enseñanzas con corazones bien dispuestos. + Luis Adriano Piedrahita Sandoval Obispo de Santa Marta

Mar 27 Jun 2017

La grandeza del matrimonio

Por: Mons. Ricardo Tobón Restrepo – Está bajando el número de los matrimonios. Para muchos, el matrimonio no produce más que problemas y hasta el divorcio resulta difícil y costoso. Por eso, algunos jóvenes optan por no casarse y otros por la unión libre que une sin unir y que presenta la relación ante la sociedad sin que establezca un gran compromiso hacia el futuro. Varios piensan que el matrimonio conserva las huellas de un pasado que cada vez está más lejos. Para algunos más es una celebración que pretende algo imposible: comprometer para toda la vida a dos personas cambiantes en una sociedad en evolución donde nada es estable y definitivo. Así se opaca el sentido del matrimonio. Se lo ve sólo como la garantía de una unión y hasta se lo ha utilizado para adquirir derechos, legitimar una herencia, reconciliar familias, reparar un acto prematuro o simplemente darle realce a una relación. Este no es el verdadero matrimonio. Sin embargo, a pesar de las apariencias, del ataque de ciertas ideologías y de la desconfianza de tantos, el matrimonio resiste. La mayoría de las parejas lo contraen o por lo menos lo desean, porque el auténtico matrimonio responde a un instinto natural fundamental en el que hay que buscar sus raíces El verdadero origen del matrimonio no está en la sociedad; Dios lo ha puesto en el interior de nuestro ser. Siguiendo la reflexión de Jean Onimus, nosotros tenemos necesidad de vivir juntos en un intercambio permanente, con las diferencias indispensables que fecundan el diálogo. Todo lo que es exterior a una pareja es contingente y de alguna forma la perturba. El amor durable es una realidad íntima, una exigencia del corazón; él vive sin hacerse notar, él madura y se purifica como el acero, él envejece como el buen vino, él no se deja arruinar por el tiempo porque sabe entrar en la eternidad. Probablemente, el matrimonio es la unión espiritual que cada vez se vuelve más inescrutable desde lo exterior; éste es su profundo misterio. Podría parecer grandioso pero a la vez absurdo que dos personas diferentes, cada una con sus costumbres, sus preferencias, su pasado, su libertad, se comprometan a vivir juntas hasta la muerte. Aparentemente, hay algo de locura en esta entrega total. Se han necesitado siglos para que la realidad del matrimonio se configurara en su plenitud. Cuando Jesús exige la fidelidad absoluta en el matrimonio, los discípulos reaccionan: “entonces es mejor no casarse”. En muchas culturas se ha tenido la presencia de una esposa principal rodeada de amantes de paso. Ha sido la solución cómoda para el doble deseo del amor: la permanencia y el cambio. Es la oposición entre el amor profano que aparece ante todo como un juego o un placer y el amor sagrado que es un fuego que trenza a la vez el deleite y lo espiritual. Con la ayuda de la contracepción, el acto de amor tiende hoy a volverse todavía más anodino y sin trascendencia. Comienzan a asomarse las graves consecuencias que vendrán de esta liberación de los sentidos, que está modificando la vida de las parejas. Es necesario llegar a la conciencia de que el verdadero amor está más allá; no puede surgir de un capricho sino de un don interior de otro orden. Lo que está aconteciendo entre nosotros anuncia una nueva etapa de la cultura, que ofrece la doble posibilidad de una sociedad dura y seca en la que el amor se configura con lo rutinario de la vida o de un amplio porvenir abierto al amor durable hecho de ternura y de donación. Pastoralmente tenemos que estar atentos a estos cambios, al principio casi imperceptibles, pero que dejan luego grandes efectos; así procede la evolución cultural. Hay que mostrar que el amor fiel es todavía más fresco y feliz que el otro; él lleva la alegría hasta la ancianidad; él introduce en lo absoluto y trascendente. La felicidad del matrimonio descansa en exigir toda la grandeza de que somos capaces. Es el poder de ir más lejos, hasta la completa unión. Es algo extraordinario y al mismo tiempo natural, como son todas las obras maestras de la vida. Sería una tristeza y una tragedia que permitamos que ya no se vea y se realice la belleza y la grandeza del verdadero matrimonio. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín