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Pascua

Lun 10 Abr 2023

Francisco: Anuncia al Señor y lo encontrarás, siempre en camino

En su alocución antes de rezar el Regina Caeli en el lunes de la Octava de Pascua, el Papa reflexionó sobre la importancia de no desanimarse, de superar los miedos y las angustias, como las mujeres que encontraron el sepulcro vacío cuando fueron a honrar el cuerpo de Jesús, y luego se encontraron con el Señor cuando lo anunciaron. Las mujeres fueron las primeras en ver y encontrar a Jesús resucitado en la mañana de Pascua. Lo recuerda el Evangelio (Mt. 28, 8-15) que la Iglesia proclama este lunes 10 de abril, de la Octava de Pascua, también conocido como Lunes del Ángel. El texto está al centro de la reflexión del Santo Padre, quien se asomó a la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico para rezar la oración mariana del Regina Caeli con miles de fieles y peregrinos congregados en el Vaticano. “Podríamos preguntarnos: ¿Por qué ellas?”, expresó Francisco, quien alegó una razón muy sencilla: fueron las primeras en ir al sepulcro. El Papa reconoció que también ellas sufrían por el modo en que parecía haber terminado la historia de Jesús. No obstante, a diferencia de los demás, no se quedaron en casa paralizadas por la tristeza y el miedo. Más bien “por la mañana temprano, al salir el sol, fueron a honrar el cuerpo de Jesús llevando ungüentos aromáticos. El sepulcro había sido sellado y se preguntan quién pudo quitar la piedra (cf. Mc 16,1-3)”. “Pero su voluntad de realizar aquel gesto de amor prevalece por encima de todo”, observó el Sucesor de Pedro. Las discípulas “no se desaniman, salen de sus miedos y de sus angustias. Este es el camino para encontrar al Resucitado”, enseñó Bergoglio. Compartir la alegría El Pontífice argentino invitó a recorrer la escena descripta en el Evangelio, animando a fijarse en un detalle: Jesús sale al encuentro de las discípulas cuando ellas van a anunciarlo. “Esto es hermoso: cuando anunciamos al Señor, el Señor viene a nosotros. A veces pensamos que la manera de estar cerca de Dios es tenerlo estrechamente junto a nosotros; porque después, si nos exponemos y hablamos de esto, llegan los juicios, las críticas, tal vez no sabemos responder a ciertas preguntas o provocaciones, y entonces es mejor no hablar de esto. En cambio, el Señor viene cuando lo anunciamos. Tú siempre encuentras al Señor en el camino del anuncio. Anuncia al Señor y lo encontrarás. Busca al Señor y lo encontrarás. Siempre en camino. Esto es lo que nos enseñan las mujeres: a Jesús se le encuentra dando testimonio de Él. Pongamos esto en el corazón: Jesús se encuentra testimoniándolo". Como ocurre con el nacimiento de un hijo, “una de las primeras cosas que hacemos es compartir este feliz anuncio con los amigos. Y al contárselo, también nos lo repetimos a nosotros mismos y, de alguna manera, hacemos que cobre aún más vida en nosotros”. Hay que procurar, sin embargo, que esta proclamación se realice “no con propaganda o proselitismo”, sino “con respeto y amor, como el don más hermoso para compartir". Ningún obstáculo para el anuncio “Pensemos de nuevo en las mujeres del Evangelio, continuó el Santo Padre, la piedra del sepulcro estaba sellada, toda la ciudad había visto a Jesús en la cruz y, no obstante eso, ellas van a la ciudad a anunciarlo. “Cuando se encuentra a Jesús, ningún obstáculo puede impedirnos anunciarlo”, dijo Francisco. “En cambio, si nos guardamos solo para nosotros su alegría, tal vez sea porque todavía no lo hemos encontrado de verdad”, añadió. Para concluir, Francisco estimuló a la multitud a preguntarse: “¿Cuándo fue la última vez que di testimonio de Jesús? Hoy, ¿qué hago para que las personas que encuentro reciban la alegría de su anuncio? Y de nuevo: ¿puede alguien, pensando en mí, decir: ¿esta persona está serena, es feliz, es buena porque ha encontrado a Jesús?”. El Papa pidió a la Virgen “que nos ayude a ser anunciadores alegres del Evangelio”. El Papa agradece los augurios pascuales recibidos Francisco manifestó su gratitud a todos los que, en estos días, le han enviado expresiones de buenos deseos, agradeció las plegarias y pidió que Dios recompense a cada uno con sus dones. Asimismo, deseó a todos "que pasen estos días de la Octava de Pascua, en los que se prolonga la celebración de la Resurrección de Cristo, en la alegría de la fe". Fuente: Vatican News |Sebastián Sansón Ferrari – Ciudad del Vaticano

Mié 4 Mayo 2022

Yo doy la vida eterna a mis ovejas

CUARTO DOMINGO DE PASCUA Mayo 08 de 2022 • Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 13, 14.43-52 • Salmo: 100(99), 1-2.3.5 (R. 3c) • Segunda lectura: Apocalipsis 7, 9.14b-17 • Evangelio: Juan 10, 27-30 I. Orientaciones para la Predicación Introducción Los primeros domingos de Pascua la Iglesia presenta en la liturgia las apariciones del Resucitado a sus discípulos, pero el cuarto domingo de Pascua ofrece una figura especial, la de Cristo Pastor de las ovejas; es claro para nosotros que Él es el único Buen Pastor para sus fieles, pero el pueblo ha reconocido a través de los siglos en el papa, los obispos y los presbíteros un ministerio a favor de aquel del Único Pastor que reúne bajo su cuidado a gentes muy diversas, como sucedía ya desde las primeras comunidades cristianas compuestas de fieles provenientes de los judíos y de los gentiles (cf. Directorio Homilético, apéndice I, ciclo c, Cuarto domingo de Pascua). 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La lectura de los Hechos de los Apóstoles se inserta en un apartado sobre la evangelización de Chipre y Asia menor, pero más específicamente nos presenta a Pablo y a Bernabé en Antioquia de Pisidia mientras ofrecen a los gentiles el mensaje de salvación ya que muchos judíos, sus primeros destinatarios, lo habían rechazado; así, quienes aceptaban el mensaje se alegraban y daban alabanza a la Palabra proclamada y quienes lo rechazaban experimentaban envidia e ira contra los discípulos al ver que muchos acudían a la escucha de la Palabra. El Salmo noventa y nueve es un llamado a la alabanza por el gozo del reconocimiento de la misericordia fiel del Señor con su pueblo, es también por esto acción de gracias, pero además confesión de la fe en Dios creador y guía del pueblo –expresado como las «ovejas de su rebano»–, es evidente así, que el Salmo pone también en tono de oración el contenido de la lectura de los Hechos. Además, como segunda lectura se continua el libro del Apocalipsis que la Iglesia hace terminar en los versículos que declaran que el Cordero (Cristo) será el pastor que conducirá hacia fuentes de aguas vivas a los que han sido atribulados y pasados por la sangre del Cordero para secar sus lágrimas: una consoladora imagen profética y apocalíptica de la comunión de los mártires de todos los tiempos. La dirección de toda esta riqueza de la Escritura la señala el Evangelio, que propone un breve, pero muy diciente pasaje del evangelista Juan en que Jesús, después de que un grupo de judíos le pidiera que les dijera expresamente si era o no el Mesías –porque la incertidumbre les turbaba el alma–, les responde que se los ha dicho, pero no se lo creen porque no son ovejas suyas, en cambio sus ovejas, las que el Padre le dio, escuchan su voz y lo siguen. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Quienes acuden a la escucha de la Palabra de Dios, son reunidos de los más diversos pueblos y reciben hoy, como en muchas épocas, la alegría que brota de ella y la alaban, como sucedía con los gentiles que acogían la Buena Noticia por parte de los Apóstoles, en el mensaje de la primera lectura. En efecto, el mensaje del Señor llega como la luz a todos los extremos de la tierra para iluminar a los que viven en las tinieblas y para congregarlos como su pueblo y ovejas de su rebano; esta es la respuesta que se ofrece para que la comunidad ratifique cada una de las estrofas del salmo de alabanza que acompaña la lectura. La segunda lectura continúa motivándonos a una alegre fe y a una firme esperanza, esta vez recordando que el Cordero de Dios será quien como un pastor conduzca los mártires, a quienes han pasado por la sangre del Cordero, hacia la vida, hacia las aguas vivas y quien dé recompensa a los sufrimientos que asumieron por seguir fielmente a su pastor. El verso preparatorio al Evangelio recuerda el conocimiento mutuo que caracteriza al Pastor y a las ovejas, esa conexión supera por mucho el oficio del pastor de este mundo de Cristo Pastor, porque él nos da vida, no es aquel que usufructúa la vida de las ovejas. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? En la oración colecta, que da el tono de la celebración de la Misa, pedimos al Señor que, a pesar de las debilidades del rebano del Señor, este pueda llegar a la gloria que nos alcanzó la fortaleza de Cristo, nuestro único pastor, es decir que por el ejemplo de Jesucristo, logremos perseverar en Él para alcanzar los gozos celestiales; reflejamos el encuentro con esta Palabra en nuestra vida cotidiana de diversas formas, entre las cuales se encuentra el recordar que ante las dificultades por subsistir en este mundo, contamos con la providencia del Señor, que no solo nos prodiga lo necesario para subsistir sino también el alimento de la Palabra que nos llena de alegría en el Espíritu Santo y de la Eucaristía, que es fuente inagotable de alegría y precio de nuestra salvación (cf. Misal Romano, III Domingo de Pascua, oración sobre las ofrendas y después de la comunión) ____________ Recomendaciones prácticas: • Día del Buen Pastor. • Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones Sacerdotales. • Día de la Madre. • Orar por la santificación de los sacerdotes. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Somos congregados por el amor de Cristo muerto y resucitado por nuestra salvación, por su amor que nos ha limpiado de la turbidez del pecado; escucharemos la Palabra del Señor y comulgaremos su pan y bebida de salvación y de esta forma somos participes de la vida eterna que solo Él puede otorgar. ¡Qué alegría, en este domingo hemos sido congregados por el Señor, nuestro único Pastor, como ovejas de su rebano! Monición a la Liturgia de la Palabra La voz del Pastor conduce a sus ovejas hacia él; nosotros, que acudimos a escuchar la Palabra de Dios, somos conducidos por ella hacia la fuente de nuestro consuelo, al Señor, que nos da la vida eterna y nos llena de la alegría y del Espíritu Santo, el mismo que inspiró cuanto ahora se nos proclamará. ¡Escuchemos! Oración Universal o de los Fieles Presidente: Hermanos, confiados en Dios, nuestro Padre, que por amor nos ha enviado a su Hijo, Buen Pastor, dirijámosle nuestras súplicas por las necesidades propias y las del mundo entero. Oremos diciendo: R. Escúchanos, Señor. 1. Por la Iglesia, extendida por toda la tierra, para que el testimonio de muchos sirva de ejemplo a otros, y así ellos te sigan y te alaben llenos del Espíritu Santo. Oremos. 2. Por la santificación de los sacerdotes para que tú, Pastor y Guardián de las almas, concedas fruto abundante a su ministerio y a su grey docilidad. Oremos. 3. Por las madres de familia, para que su ejemplo de fe, de amor y de servicio sea un testimonio de vida cristiana para los hijos. Oremos. 4. Por los que sufren, para que conducidos por Ti hacía a las buenas aguas del consuelo, sean fortalecidos en su cuerpo y espíritu. Oremos. 5. Por nosotros, para que nuestros corazones y mentes estén abiertos a escuchar a los demás sin prejuicios. Oremos. Oración conclusiva Padre bueno,escucha estás súplicas que te hemos dirigido con fe y esperanza, con la confianza de que serán escuchadas. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.

Vie 29 Abr 2022

Anunciemos que Cristo vive

Por: Ricardo Tobón Restrepo - Estamos celebrando el tiempo de Pascua que nos lleva a interiorizar y a asumir cada vez mejor lo que significa que Cristo está vivo, que sigue en medio de nosotros, que nos trasmite su vida y que su victoria es nuestra victoria. La Pascua de Jesús es el centro del año litúrgico porque es el centro mismo de nuestra fe. Romano Guardini dice: “La fe cristiana se mantiene o se pierde según se crea o no en la resurrección del Señor. La resurrección no es un fenómeno marginal de esta fe; ni siquiera un desenlace mitológico que la fe haya tomado de la historia y del que más tarde haya podido deshacerse sin daño para su contenido: es su corazón”. Pascua, tiempo de alegría. Estos cincuenta días de Pascua, una “semana de semanas”, son una verdadera fiesta en el Señor. El triunfo de Cristo sobre la muerte debe generar en nosotros una profunda alegría que nos conduzca a vivir confiados en el poder amoroso de Dios y a construir una profunda unidad entre nosotros. No es fácil describir esta alegría, que no se identifica con la diversión y el placer, sino que es paz, consolación, fortaleza interior, gozo en el Espíritu Santo. Es preciso aprender a vivir y a irradiar esta alegría, que el mundo no sabe dar y que brota del sepulcro glorioso del Señor. Pascua, tiempo del auténtico amor. El Resucitado nos da su Espíritu, con el que ha servido a todos y ha entregado la vida por la salvación del mundo. La Pascua nos hace sentir que somos el cuerpo de Cristo y que participamos de todas las situaciones dolorosas en que se encuentra la humanidad. Así nos implica en las obras de misericordia, rompiendo el muro del egoísmo, venciendo el afán materialista del tener y del disfrutar y situándonos de un modo concreto en el amor del Padre para llevar al mundo del trabajo, de las relaciones y del sufrimiento, la ayuda concreta de la caridad. Pascua, tiempo de la comunidad. En torno al Resucitado se congrega su familia que es la Iglesia y que encuentra, especialmente en el lenguaje luminoso de la Eucaristía y los demás sacramentos, su presencia y su actuación salvadora. En la comunidad lo experimentamos no como un personaje del pasado, sino como el pastor y el amigo que nos mira, nos acompaña y nos envía a la misión. La Pascua es un tiempo y una gracia que nos invita a levantar el corazón para convertirnos y abrazarnos en la fraternidad y la solidaridad, verdaderas expresiones de la vida resucitada. Pascua, tiempo de testimonio. Jesús resucitado confía a sus discípulos la tarea de ser testigos y ellos van por todas partes diciendo que no pueden callar lo que han visto. Hoy, cada discípulo, con los ojos de los apóstoles, debe proclamar que él es la luz y la verdad indispensables en medio de las inquietudes y miedos de nuestra sociedad, de los sufrimientos de las familias, de los bloqueos sociales y culturales que atravesamos. No debemos esconder ni dar por supuesto este anuncio; es el eje de la evangelización. El testimonio pascual es la característica específica del cristiano. Pascua, tiempo de santidad. San Pablo escribe a los Colosenses: “Si han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo, sentado a la diestra de Dios; aspiren a las cosas de arriba, no a las de la tierra”. Hemos entrado en una realidad nueva: “nuestra vida está oculta con Cristo en Dios”. Por tanto, debemos aprender la libertad frente a las cosas del mundo, asumir la nueva forma de ser que nos señalan las bienaventuranzas y proyectarnos hacia el futuro dentro del plan de Dios. Se trata de apropiarnos en serio la gracia del Bautismo, que renovamos en la noche de Pascua. Pascua, tiempo de esperanza. Es necesario aceptar con sabiduría las pruebas, tribulaciones y persecuciones a las que estamos sometidos. Recordemos lo que Jesús ha dicho: “Si el mundo los odia, sepan que primero me ha odiado a mí… Tendrán tribulaciones en el mundo, pero tengan confianza. ¡Yo he vencido al mundo!” Solamente Cristo puede mantenernos en el camino de la gracia, del amor infinito de Dios, de la verdad y del bien. Recorrer el camino con Cristo es poder hacer una historia nueva a nivel personal y comunitario, es ir realizando la máxima aspiración del hombre, la resurrección. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Mié 27 Abr 2022

Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado

TERCER DOMINGO DE PASCUA Mayo 01 de 2022 Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 5, 27-32.40b-41 Salmo: 30(29), 3-4.5-6.12ac-13 (R. 2a) Segunda lectura: Apocalipsis 5, 11-14 Evangelio: Juan 21, 1-19 I. Orientaciones para la Predicación Introducción Avanza el tiempo de gracia de la Pascua y en la liturgia de este domingo afloran algunas inspiraciones para la escucha y meditación de la Palabra de Dios; como la obra del Espíritu Santo que anima a los apóstoles y a los discípulos para dar testimonio del Resucitado; como la compasión de Cristo por el género humano, reflejada en su encuentro con los discípulos junto al lago de Tiberiades y con Pedro en particular; como las relaciones entre la liturgia terrena y la liturgia celestial, porque al participar de la santa Misa, en este mundo, anticipamos ya el gozo de alabar al Cristo, el Cordero de Dios, representándole en nuestra voz la glorificación de todas las criaturas que hay en este mundo y uniéndola a la adoración de todos los ángeles (cf. Directorio Homilético, apéndice I, ciclo c, Tercer domingo de Pascua). 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El pasaje de los Hechos de los Apóstoles, que se tiene como primera lectura, se ubica dentro de algunos relatos sobre el núcleo de la primera comunidad cristiana en Jerusalén y más específicamente trata de los apóstoles que comparecen ante el sumo sacerdote que los interroga por predicar a Cristo, incluso cuando les habían prohibido hacerlo. Pedro, tomando la voz de los Apóstoles, declara la Verdad, es decir a Cristo, muerto y resucitado por nuestra salvación; el texto termina recordando que estas vicisitudes acontecidas a los apóstoles constituyen un ultraje que ellos sobrellevaron contentos por el nombre de Jesús; esta sentencia es justamente el enlace con el Salmo, que pone bajo el acento espiritual y de oración el contenido de la lectura que lo precede. El verso de respuesta hace repetir (cuando es que se hace de manera responsorial) «Te ensalzaré, Señor, porque me has librado», así la Iglesia orante interpreta bajo algunos versículos del salmo veintinueve la fidelidad de Cristo que acompaña a sus discípulos en medio de contrariedades de diverso tipo. Por otra parte, como segunda lectura se ofrece un pasaje del Apocalipsis que en este ciclo C es de donde se toma la lectura apostólica porque «estos textos están muy de acuerdo con el espíritu de una alegre fe y una firme esperanza, propio de este tiempo» (Ordenación de las lecturas de la Misa, n. 100), en efecto el texto apocalíptico trata de una asamblea que glorifica al Cordero de Dios acompañada de la voz de muchísimos ángeles y de todas las criaturas terrestres, lo cual evoca la misma celebración litúrgica en que se proclama este texto sagrado. Como la Iglesia ha querido, «hasta el domingo tercero de Pascua, las lecturas del Evangelio relatan las apariciones de Cristo resucitado», la perícopa ofrece la aparición del Señor a los discípulos junto al lago de Galilea o de Tiberiades, estos últimos lo reconocen, pero no sin dificultad, después de echar las redes de pesca motivados por Jesús, luego comparten con él una comida de pan y peces. En medio de esta realidad la figura de Pedro resalta de nuevo de entre los otros apóstoles y se nos ofrece un diálogo suyo con el Resucitado en el que se le interroga sobre su amor que debía ser superior al de los otros, un amor que culminaría en la muerte con que iba a dar gloria a Dios, para sellar definitivamente el seguimiento de Cristo. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Quienes celebran el día del Señor están recibiendo en las primeras semanas de Pascua los relatos de las apariciones del Resucitado, de modo que ellos son hechos por la Palabra también testigos suyos, con el Espíritu Santo que es quien recuerda lo que Él nos enseñó, quien toma de lo suyo para conducirnos hasta la verdad completa y esto constituye nuestra fuerza para resistir a todo tipo de dificultades, porque el Señor libra a los suyos y no permite que triunfe la burla de sus adversarios, como indica el Salmo, pero ese agradecimiento del orante, que ha recibido el auxilio de parte de Dios, queda representado de manera óptima en la celebración litúrgica porque es Acción de gracias por excelencia. Como la celebración de la Iglesia tiene el poder admirable de hacer presentes los eventos salvíficos remotos, también pone ante nuestros ojos el consuelo futuro de la liturgia celestial porque en el Misterio, es decir en el Sacramento, unidos a los ángeles y a los santos cantamos sin cesar el himno de la gloria de Dios en las bodas del Cordero; recuérdese la sentencia con que se prepara inmediatamente a los fieles a la comunión eucarística al mostrar la hostia consagrada, «este es el Cordero de Dios» quien merece, como lo declaraba la primera lectura todo nuestro honor, gloria y alabanza. El Señor, entonces, aparece también en nuestras asambleas pascuales para partir el pan y darlo a nosotros por medio de sus ministros sagrados. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Suplicamos al Señor, motivados por la oración colecta, que aguardemos con esperanza la resurrección final, motivados por la alegría recibida en la celebración del sacramento de la Pascua del Señor, porque el domingo es día que renueva el impulso de los creyentes en Cristo para anunciar aquello de lo cual son testigos, el gozo del encuentro con el Resucitado que nos dice «vengan a comer» y toma el pan y nos lo da en la santa Misa (cf. Antífona de comunión). En la vida podemos reflejar este encuentro ofreciendo consuelo a los tristes lo cual es manera de compartir la alegría del Resucitado con quienes más lo necesitan. _____________ Recomendaciones prácticas: • Jornada Nacional de la Infancia Misionera. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa En este día de salvación, el domingo, día del encuentro con el Resucitado, reconocemos como discípulos amados del Señor que Él mismo se hace presente en medio de nosotros para invitarnos a la mesa en que nos alimenta con la Palabra y la Eucaristía. ¡Cuánto provecho nos hace vivir este sacramento admirable en comunidad y atestiguar, llenos del Espíritu Santo, que nuestro Señor nos acompaña siempre! Este es un gozo tan profundo que no lo disminuyen ni las dificultades derivadas de la predicación. Monición a la Liturgia de la Palabra Dios da el Espíritu Santo a los que le obedecen, a los que lo escuchan bien para atenderlo; escuchemos, entonces, esta Palabra que se nos proclamará y que nos hace testigos del Resucitado y de su Iglesia, de forma que toque nuestro corazón para que la aceptemos. ¡Atentos! Oración Universal o de los Fieles. Presidente: Hermanos, por la escucha de la Palabra somos testigos del Resucitado; respondamos a esta gracia divina orando a nuestro Padre del cielo con la oración fervorosa y a cada una de las suplicas digamos: R. Escucha, Señor, y ten piedad. 1. Por la Iglesia entera, haz que reconozca a tu Hijo en la mesa de la Palabra y de la Eucaristía: y que llenemos el mundo con la predicación del Evangelio de Cristo. 2. Por los gobernantes, para que sus pueblos avancen hacia la esperanza y que la humanidad conozca pronto un tiempo de reconciliación. 3. Por nuestra participación en la Misión de Cristo, para que a través de nuestro camino Sinodal juntos, crezcamos en nuestra responsabilidad compartida de la misión que se nos ha confiado 4. Por los sufrientes, extiende para ellos tu consuelo, socorre a los heridos y necesitados, y recibe a los pobres y a los forasteros. 5. Por nosotros reunidos aquí, en la asamblea dominical: para que asumamos con gozo la Palabra y la Eucaristía y recibamos así el consuelo de la fe a fin de ser testigos de tu Hijo amado. Oración conclusiva Dios clemente y misericordioso, cuyo Unigénito Resucitado está siempre vivo para interceder por nosotros ante Ti, recibe favorablemente las oraciones que te hemos dirigido y regálanos el consuelo de tu Espíritu Santo. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén.

Lun 25 Abr 2022

¿Resucitamos con Cristo? Cinco signos de vitalidad cristiana

Por: Mons. Elkin Fernando Álvarez Botero - Me llegó un mensaje en la primera semana de pascua que decía algo como esto: “Si has resucitado con el Señor, deben permanecer en tu vida los signos de la vida del Resucitado; que no se te acabe la alegría de seguirlo y de testimoniarlo”. Recordé entonces que el Apóstol Pablo, no pocas veces en sus cartas, quiso exhortar a sus comunidades de la misma manera, esto es, invitándolas a enseñar los signos vitales que dan prueba de haber resucitado con Cristo. ¿Cuáles son esos signos vitales? Les propongo cinco que aparecen en los textos bíblicos: Buscar las cosas de allá arriba (cf. Col 3,1-2): Lo pide San Pablo a la comunidad de Colosas. Se trata de una invitación a la esperanza de eternidad, pero es también una consigna que lleva a los cristianos a dejarse guiar en toda su vida por los criterios del Evangelio. El Apóstol contrapone esta actitud con la aspiración de lo terreno, de la cual dice que hay que darle muerte, o con el “hombre viejo”, del que hay que despojarse para revestirse del “hombre nuevo”. Son signos de muerte la mentira, el odio, la inmoralidad, la idolatría de la codicia, la cólera, la ira, la maldad. En cambio, son signo de vitalidad cristiana la misericordia, la bondad, la humildad, la mansedumbre, la paciencia, el perdón y, sobre todo, el amor, al que se llama “el broche de la perfección”. No tener miedo (cf. Mt 28,5.10): Es una insistencia del Resucitado cada vez que se muestra a los discípulos; también les pide que no se desesperen o que no alberguen dudas en su interior. Así, el Señor nos invita a la confianza, a la audacia y a la certeza de su presencia. Estos son signos, por tanto, de vitalidad cristiana. Los proyectamos ante todo en una acción pastoral más valiente y convencida; una evangelización que no tenga dudas de que la resurrección de Cristo es la gran noticia de la historia que no se puede callar. Acoger la paz y transmitirla (cf. Lc 24,36): Cristo entrega la paz; es como su saludo característico. No se trata de una frase protocolaria; es una realidad que se actúa en el encuentro con el Resucitado y que viene sólo de él. Él es la paz, con su misterio pascual hemos alcanzado este don precioso. Acoger y ser artesanos de paz es un signo inconfundible de vitalidad cristiana. No podemos olvidar que es la paz de Cristo, que no es la misma que nos da el mundo. Comprender las escrituras (cf. Jn 20,9; Lc 24,25-27): Los relatos bíblicos pascuales, especialmente en Lucas y Juan, se refieren a esta comprensión de las escrituras como un camino para reconocer al resucitado. Es signo de vitalidad cristiana meditar y nutrirse de la Palabra que es el sustento y vigor de la tarea evangelizadora en la Iglesia. Reconocer a Cristo en el partir del pan y saber repartir el pan (cf. Lc 24,35-43): Bien conocemos que los discípulos reconocen a Cristo cuando él parte el pan. Sorprende, además, que Jesús resucitado en sus apariciones pida algo de comer o invite a comer a sus discípulos. La alusión es claramente eucarística, especialmente en cuanto ella es comunión, unidad y fraternidd. Tenemos signos vitales del resucitado en nosotros cuando la Eucaristía que se convierte cada vez más en el alimento que nos fortalece espiritualmente y cuando esta vivencia se traduce en caridad efectiva con nuestros hermanos, particularmente con los más pobres y necesitados. Revisemos, pues, estos signos en nuestra existencia y práctica cristiana; ellos nos dirán si verdaderamente hemos resucitado con Cristo. + Elkin Fernando Álvarez Botero Obispo de Santa Rosa de Osos

Dom 17 Abr 2022

La humanidad necesita un nuevo amanecer, afirma arzobispo de Bogotá

Durante la celebración más grande de la fe cristiana: la Pascua de Resurrección, monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente del episcopado colombiano invitó a pedir al Señor que “quite de nosotros la levadura del pecado, de la mentira, de la injusticia y renueve nuestra vida personal, familiar, social. Haga de nosotros panes ácimos de sinceridad y verdad”. En medio del gozo de la resurrección, del triunfo del amor y de la esperanza sobre la muerte, el prelado señaló cuatro verdades para nuestra vida: El Señor Resucitado acompaña nuestro camino: Nuestro país, la humanidad puede estar triste, pero el Resucitado no se va, siempre nos acompaña, desde el nacimiento hasta la muerte natural. El Señor Resucitado dialoga, escucha, se interesa por nosotros: Permanece cerca, nos acompaña en el camino e ilumina con las Escrituras. El Señor Resucitado es cercano: En la Eucaristía reconocemos al Resucitado y Él se hace presente en medio de nosotros. Cada Eucaristía es presencia del Resucitado, del triunfo sobre el pecado y la muerte; es presencia del Dios vivo, del Dios hermano, del Dios con nosotros. En un mundo amenazado por la Guerra, la Pascua es encuentro con el rostro amoroso y misericordioso de Cristo. El Señor Resucitado nos renueva a todos: El encuentro con el Señor Jesús nos renueva en la alegría, en la vida comunitaria, en la misión. “Volvamos al reencuentro, porque la vida cristiana se vive en comunidad (…) Nos lleva a vivir nuestra condición de misioneros testigos de que Jesús pasó haciendo el bien; lo mataron colgándolo de un madero, pero Dios lo resucitó al tercer día. Nos encargó predicar al pueblo y dar testimonio”. “Todos los que creen en Él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados”. Finalmente, monseñor Rueda exhortó a orar por la renovación de la gracia bautismal y para que la Iglesia sea un fermento que ayude a combatir los signos de muerte y de pecado presentes en la humanidad. Acogió a Colombia y al mundo al amparo maternal de María Santísima e insistió en la importancia de cultivar la sinceridad y la verdad, que nos lleva a: - Pasar del orgullo a la humildad. - Reconocer que necesitamos de Dios y de los hermanos. - A encontrar los caminos de la amistad social. - A cultivar el diálogo para solucionar los conflictos - A salir de la crisis de la agresión verbal y el engaño. La celebración del Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor, en la Catedral Primada de Bogotá, inició con la procesión con el Resucitado, por el centro de la capital colombiana. Presididos por el padre Jorge Marín, párroco, cientos de personas acompañaron este signo de gozo. El Batallón Guardia Presidencial rindió honores a Jesús Resucitado. Las lecturas de este domingo hicieron eco de la buena noticia de la Pascua: “Cristo ha resucitado”. Nos trasladan a la entrada del sepulcro vacío para ser testigos del triunfo de la vida sobre la muerte; y nos exhortan a vivir unidos a Cristo resucitado, fuente de nuestra vida y razón de nuestra fe. Previo a la bendición final, con la lectura del decreto de la Penitenciaría Apostólica, se dio apertura al Año Jubilar por el Bicentenario de la consagración de la Catedral Primada de Bogotá (1823 -2023). Fuente: Oficina Arquidiocesana de Comunicaciones Foto:Oficina Arquidiocesana de Comunicaciones

Dom 17 Abr 2022

Él había de resucitar de entre los muertos

DOMINGO DE PASCUA EN LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR Abril 17 de 2022 Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 10, 34a.37-43 Salmo: 118(117), 1-2.15c y 16a y 17.22-23 (R. 24) Segunda lectura: Colosenses 3, 1-4 o bien 1 Cor 5, 6b-8 Evangelio: Juan 20, 1-9 I. Orientaciones para la Predicación Introducción En este Domingo de Pascua gritamos con todas nuestras fuerzas y desde lo más profundo de nuestro corazón: “¡Cristo ha resucitado de entre los muertos dándonos a todos la vida!”. Este es el Domingo que le da sentido a todos los domingos en el que, con la ayuda del Espíritu Santo, queremos hacer una proclamación de júbilo y de victoria que sea capaz de asumir nuestros dolores y los transforme en esperanza, que nos convenza de una vez por todas que la muerte no es la última palabra en nuestra existencia. A la luz de esta certeza hoy brota lo mejor de nosotros mismos e irradia con todo su esplendor nuestra fe como discípulos de Jesús. Efectivamente, somos cristianos porque creemos que Jesús ha resucitado de la muerte, está vivo, está en medio de nosotros, está presente en nuestro caminar histórico, es manantial de vida nueva y primicia de nuestra participación en la naturaleza divina, de nuestro fundirnos como una pequeña gota de agua en el inmenso mar del corazón de Dios. Y nos levantamos con una nueva mirada sobre el mundo porque la resurrección de Jesús tiene un significado y una fuerza que vale para toda la humanidad, para el cosmos entero y, de manera particular, para los dolorosos acontecimientos que afligen a la humanidad. La Buena Nueva de la Resurrección de Jesús es palabra poderosa que impulsa nuestra vida. Por eso en este Tiempo Pascual que estamos comenzando tenemos que abrirle un surco en nuestro corazón a la Palabra, para que la fuerza de vida que ella contiene sea savia que corra por todas las dimensiones de nuestra existencia y se transforme en frutos de vida nueva. Es así como la Buena Noticia de que Cristo ha resucitado cala hondo: se entreteje con nuestras dudas, con nuestro ensimismamiento en la tristeza, delatando nuestra pobre visión de la vida y mostrándonos el gran horizonte de Dios desde donde podemos comprender el sentido y el valor de todas las cosas. Cristo resucitado se hunde en nuestro corazón y desata una gran batalla interior entre la vida y la muerte, entre la esperanza y la desesperación, entre la resignación y la consolación. San Gregorio Nacianceno, predicando en un día como hoy decía: “Ha aparecido otra generación, otra vida, otra manera de vivir, un cambio en nuestra misma naturaleza”. ¡Esa es hoy nuestra seguridad! 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? En el Evangelio, encontramos dos escenas muy bien tejidas en relación con el sepulcro: la reacción de María Magdalena y la de Pedro y del discípulo amado. Esta última está preparada por la anterior y da la clave con que interpretar el sepulcro vacío: creer sin ver la resurrección de Jesús. La ida de María Magdalena al sepulcro introduce otra ida, la de Simón Pedro y el otro discípulo, “a quien Jesús amaba”. Ambos se mueven por la denuncia del robo del cuerpo del Señor. Así consta que no fueron sus discípulos y que el amor mueve a María Magdalena a ir a encontrar al Señor, aunque siempre es el Señor quien se deja encontrar. La escena de la reacción de Pedro y del otro discípulo destaca la reacción del discípulo amado ante la misma visión: los lienzos puestos en el suelo y el sudario.., puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Son señales que nos remiten a Juan 11, 14, donde el muerto Lázaro sale «atado» . El discípulo amado lo ve y cree. El evangelista no indica, sin embargo, cuál es la reacción de Pedro después de haber visto. Con ello no quiere dejar en mal lugar a Pedro, sino que quiere afirmar que existió un discípulo que creyó en el Señor resucitado antes que las apariciones lo confirmaran. Nadie se esperaba la resurrección de Jesús. Sólo se «ve» desde la fe que surge del amor o de la acogida de la Palabra de Dios. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? En la mañana del Domingo la única preocupación de los tres discípulos del Señor –María, Pedro y el Discípulo Amado- es buscar al Señor, a Jesús muerto sobre la Cruz por amor pero resucitado de entre los muertos para la salvación de toda la humanidad. El amor los mueve a buscar al Resucitado en ese estupor que sabe entrever en los signos el cumplimiento de las promesas de Dios y de las expectativas humanas. Entre todos, cada uno con su aporte, van delineando un camino de fe pascual. La búsqueda amorosa del Señor se convierte luego en impulso misionero. Como lo muestra el relato, se trata de una experiencia contagiosa la que los envuelve a todos, uno tras otro. Es así como este pasaje nos enseña que el evento histórico de la resurrección de Jesús no se conoce solamente con áridas especulaciones sino con gestos contagiosos de amor gozoso y apasionado. El acto de fe brota de uno que se siente amado y que ama, como dice San Agustín: “Puede conocer perfectamente solamente aquél que se siente perfectamente amado”. ¡Así todos nosotros, discípulos de Jesús, debiéramos amar intensamente a Jesús y buscar los signos de su presencia resucitada en esta nueva Pascua! 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? “Día de la Resurrección. Resplandezcamos de gozo en esta fiesta. Abracémonos, hermanos, mutuamente. Llamemos hermanos nuestros incluso a los que nos odian. Perdonemos todo por la Resurrección y cantemos así nuestra alegría: Cristo ha resucitado de entre los muertos con su muerte ha vencido la muerte y a los que estaban en los sepulcros les ha dado la vida” (Del Tropario). ________________ Recomendaciones prácticas: • Con las Vísperas del Domingo de Resurrección termina el Sagrado Triduo Pascual (NUALC, n.19). • Para concluir el Triduo Pascual, se recomienda un lucernario antes de rezar las vísperas comunitariamente. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa En el alba del domingo, resplandece la luz pascual de Cristo que ha vencido las tinieblas de la muerte. En este solemne día de la Pascua, los cristianos acudimos, como María Magdalena, para encontrar al Resucitado y nos encontramos con el gozo de la Pascua, donde descubrimos la novedad de Cristo vivo en la fracción del Pan. Celebremos con fe este misterio infinito del amor de Dios que nos reconcilia y nos hace hermanos. Monición a la Liturgia de la Palabra La Resurrección del Señor es el centro de nuestra fe, y ha sido predicada desde los comienzos del cristianismo. Por tanto, la importancia de este milagro es tan grande, que los Apóstoles son, ante todo, testigos de la Resurrección de Jesús. Anuncian que Cristo vive, y éste es el núcleo de toda su predicación. Esto es lo que, después de veinte siglos, nosotros anunciamos al mundo: ¡Cristo vive! Escuchemos con atención la Palabra de Dios. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Cristo nuestra Pascua ha resucitado y camina con su pueblo, por eso hoy presentemos nuestra oración confiada al Padre, y digamos juntos: R. Dios de amor, escuchamos. 1. Padre santo, te pedimos por la Iglesia, para que caminemos como compañeros, uno al lado del otro en el mismo camino en este proceso Sinodal. Roguemos al Señor. 2. Padre de bondad, acompaña a nuestros gobernantes, para que el don de la paz que da Cristo resucitado los fortalezca en el trabajo por la justicia y la equidad. Roguemos al Señor. 3. Padre misericordioso, que nos llamas a buscar los bienes celestiales, has que los exiliados y quienes pasan por dificultades, puedan experimentar la fuerza que los lleve a levantar la cabeza y experimentar la libertad que nos das. Roguemos al Señor. 4. Padre amoroso, abre nuestros corazones para que acojamos tu Palabra, santifica esta comunidad que celebra la fe en el Señor Resucitado y danos siempre la gracia de reconocerte en el camino. Roguemos al Señor. 5. Padre Justo, te pedimos por los que estamos aquí reunidos celebrando esta Eucaristía, para que la resurrección de Cristo nos renueve en la fe y el amor. Roguemos al Señor. Oración conclusiva Padre santo, que en Jesucristo nos has manifestado tu amor, atiende estas súplicas que te hemos presentado con fe y esperanza. Tú que vives y reinas, por los siglos de los siglos. R. Amén.

Dom 17 Abr 2022

Voz del Pastor | 17 de abril de 2022

Reflexión de monseñor Luis José Rueda Aparicio, Arzobispo de Bogotá y primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio según San Juan 20,1-09