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Pascua

Vie 23 Mar 2018

ESCUCHA: Vivamos la Semana Santa

La Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), a través de los departamentos de Doctrina y Catequesis ponen a disposición de todos los fieles 6 programas radiales denominado: Vivamos la Semana Santa, en los cuales se profundiza cada uno de los días de la Semana Mayor. Los programas cuentan con las orientaciones de los padres Jorge Bustamante Mora, Director de los Depatamentos de Doctrina - Promoción de la Unidad y del Diálogo y Francisco Mejía, Director del Departamento de Catequesis y Animación Bíblica. Te invitamos a que escuches, descargues y utilices estas producciones. DESCARGA DESCARGA DESCARGA DESCARGA DESCARGA DESCARGA

Lun 19 Mar 2018

Descarga insumos para celebrar la Semana Santa y la Pascua

La Conferencia Episcopal de Colombia, a través del Departamento de Catequesis y Animación Bíblica, pone a disposición una serie de insumos para celebrar la Semana Santa y la Pascua. Estos materiales son recogidos gracias a los aportes de la Comisión Litúrgica Nacional, la Delegación Arzobispal para la Pastoral Infantil y Juvenil de la Arquidiócesis de Medellín y el Departamento de Catequesis del episcopado. El primer insumo titulado Materiales para la Semana Santa 2018 y el Tiempo de Pascua, es una recopilación que ofrece orientaciones para las celebraciones de estos días santos. En la introducción, se hace énfasis en la importancia de “poner un cuidado especial en preparar las celebraciones”. “No se pueden dejar a la improvisación o prepararlas rápidamente unas horas antes”, señala el documento. DESCARGA MATERIALES PARA LA SEMANA SANTA 2018 Y EL TIEMPO DE PASCUA Desde Medellín, llega un valioso material destinado para los niños y jóvenes. Pascua Infantil y Celebración Juvenil, está orientada a “acompañar el Camino de los niños y los jóvenes hacia la Pascua, ofreciendo un material que les permita un encuentro con la persona de Jesús, quien venciendo desde la cruz el mal y la experiencia de muerte, nos enseña a vencer nuestros miedos”. DESCARGA PASCUA INFANTIL Y CELEBRACIÓN JUVENIL Finalmente, gracias a la Comisión Litúrgica Nacional se pone a disposición las Indicaciones Litúrgicas para la Celebración de la Pascua del Señor (Ciclo B). “La celebración de la Pascua del Señor es el alma de la Liturgia, el centro de todo el tiempo de gracia que llamamos Año Litúrgico, en el que la fe actualiza el misterio de la salvación y acoge la presencia del Resucitado como luz de la vida de la Iglesia peregrina”, señala la introducción de este material. DESCARGA INDICACIONES LITÚRGICAS PARA LA CELEBRACIÓN DE LA PASCUA DEL SEÑOR (CICLO B)

Jue 15 Mar 2018

Caminemos a la Pascua con un corazón contrito

Primera lectura: Jr 31,31-34 Salmo Sal 51(50),3-4.12-13.14-15 (R. 12a) Segunda lectura: Hb 5,7-9 Evangelio: Jn 12,20-33 Introducción Ya está cerca la Pascua, el camino que se ha recorrido en esta cuaresma, nos ha preparado para vivir a plenitud el misterio de la Pascua de resurrección del Señor. Isaías nos va a recordar que la nueva alianza del pueblo ya no es con la frialdad de las tablas de la ley escritas en piedra, el pueblo llevará la ley grabada en su corazón, esto lo llevará a ser más misericordioso y a descubrir cómo Dios se sigue revelando a su pueblo tal cual es. La actitud cristiana, en la cuaresma, de mantener un corazón contrito, arrepentido y abierto al perdón, nos dispone a encontrarnos con Jesús y acogerlo como el reparador de los corazones lastimados por el pecado. Estos días son, para el creyente, un espacio para estar alerta a no caer en las tentaciones que se nos presentan en la vida espiritual; los mal llamados dioses de la sociedad nos pueden engañar: la idolatría al mercado, al dinero fácil, al relativismo y a otros distractores que pueden alejar nuestra vida de la fidelidad a Dios y del reconocerlo como el Señor único y verdadero. El corazón del cristiano está llamado a mantenerse en permanente estado de reconocimiento de las bondades de la alianza, para no alejarse del amor de Dios. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Una de las características históricas del pueblo de Israel es su relación con Dios, por medio de las alianzas. Es así como lo vamos a encontrar siendo fiel o faltándole al Señor en su noble propósito de mantenerse firme a sus promesas. La profecía de Jeremías, en su tercera parte -libro de la consolación-, va a detenerse en la importancia de renovar la promesa con Dios, de grabar en su interior y en el corazón el reconocimiento de ser uno para el otro: “… yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo”, un juramento inquebrantable, tanto para Dios, como para el pueblo. Esto le lleva a Israel a reconocer al único y verdadero Dios, que para el pueblo de Israel y también hoy para nosotros, se convierte en un llamado constante al discernimiento, al buscar cómo sacar de nuestra mente y del corazón, todo aquello que no nos deja reconocer la primacía del Señor en nuestro camino a la santidad. En consonancia con la aclamación del profeta Jeremías y la fidelidad a Dios, el salmo 51 conocido como “el Miserere”, dispone el corazón a la pureza y a la renovación interior, acción que la misma palabra de Dios hace en la transformación de corazones de piedra a corazones de carne. Pedir en este salmo la pureza de corazón, no es más que disponerse a vivir esa “nueva alianza” que el profeta Isaías nos recordará en la primera lectura. Si con el profeta renovamos el corazón, con el salmista nos disponemos a hacerlo de una manera mucho más efectiva y afectiva. La carta a los Hebreos es una constante evocación de las virtudes de Cristo, como el mesías e Hijo de Dios encarnado en la historia de la salvación. Por ello, va a destacar la manera cómo Jesús se va preparando, para cumplir con la voluntad del Padre. Es, a través de la obediencia que el Hijo va a exaltar la gloria del Padre. Este sermón a los Hebreos, nos evoca el relato de la plegaria de Jesús en el huerto de Los Olivos, lugar en donde Él descubre la voluntad del Padre y se dispone a cumplirla, renunciando a la tentación del poder por la entrega gloriosa en la cruz. La mejor manera de expresar el contenido de esta lectura es afirmando que Cristo aprendió sufriendo a obedecer para entender la voluntad del Padre. En el evangelio de Juan, evocamos un relato en donde se va a reconocer en Jesús el verdadero hijo de Dios, que “ha salido del Padre y vuelve al Padre”. Toda la reflexión teológica del evangelio de Juan está centrada en la glorificación del Padre, a través del Hijo. Jesús, que, en su condición de obediente al Padre, se hace el logos de Dios: “en arkhé en ho logos” prefigura, según el evangelio, la idea fundamental del Dios entre nosotros. Con esto, el evangelista Juan nos introduce a un texto que va a desarrollar en tres pascuas su experiencia divina y cercana con el Padre. Jesús es la palabra del Padre, la manera de expresarse Dios, la forma en que Dios entra en la humanidad, se encarna en los dolores, sufrimientos, alegrías y esperanzas de su pueblo. En la estructura del texto del evangelio de Juan, de este domingo de cuaresma, vamos a encontrar el momento del retorno del Hijo al seno del Padre. Y es, en este texto, con el que meditamos hoy, en el que el anuncio de la glorificación del Hijo de Dios -o el retorno de Jesús a la experiencia del padre-, evidencia la manera cómo Dios le da a su Hijo la potestad sobre todo y en todo. El evangelista Juan, va a señalar una de las paradojas más retadoras para el cristiano, hoy: “quien ama su vida la pierde”. El mensaje del evangelio en este contexto cuaresmal va a marcar una pauta importante, ¿en qué estamos invirtiendo nuestra vida?, ¿cuál es el valor que le damos a ella?, ¿qué estamos dispuestos a perder? En una sociedad, como lo ha denunciado el Papa Francisco, “del descarte”; la vida se ha convertido en vulnerable y frágil. Defenderla es comprender el mensaje del evangelio de la esperanza y del amor para con los más desfavorecidos de la sociedad. La experiencia del evangelio es una vivencia constante, del amor desprendido de Jesús, en el mensaje glorioso de la cruz. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Es necesario que, ante tantos “cúmulos grises”, generados por la insensibilidad a la vida y a la deshumanización del mundo, el cristiano sea un comprometido con la causa de la defensa de una vida diferente, desprendida, arriesgada, audaz y llena de los valores del evangelio. Aferrarse a esta vida es ponerse en función de una sociedad superflua, que necesita recobrar el sentido de su caminar. Contemplar la vida de Cristo, es reconocer que su existencia no está manchada por el pecado, pero que, tampoco, está libre de sentir las necesidades humanas. Es reconocer en él un Dios humano, cercano y que vive en la carne sufriente de los rostros humanos. Es allí, donde el evangelio invita a todos a ser servidores, unos de otros, para la glorificación del Padre por el Hijo. En medio de un mundo que nos quiere robar la vida y la alegría de amar y ser amados, y siguiendo la enseñanza del Papa Francisco, en su exhortación apostólica “Evangelii Gaudium”, encontramos una invitación, para todos los cristianos, a guardar el tesoro de “la alegría del Evangelio”, pues, en sus palabras, “… llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús”. Y continúa más adelante diciendo: “Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento” (Cfr. EG 1). Contrario al espíritu del mundo, que nos quiere llenar de falsas alegrías. El evangelio es, per se, la alegría desbordante del Hijo en el Padre, que se revela glorificando a Dios, en medio de las necesidades de los miembros del Cuerpo místico de Cristo. ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decirle a la comunidad? Dejar caer la semilla del evangelio, para que muera, en la tierra fértil del corazón de un cristiano, no es otra cosa que dejar que la alegría del evangelio y la esperanza, no dejen de dar frutos en la construcción de la paz y la reconciliación de nuestro país. “No se resistan a la reconciliación para acercarse, reencontrarse como hermanos y superar las enemistades. Es hora de sanar heridas, de tender puentes, de limar diferencias. Es la hora para desactivar los odios, y renunciar a las venganzas, y abrirse a la convivencia basada en la justicia en la verdad y en la creación de una verdadera cultura del encuentro” (Papa Francisco, Visita Apostólica a Colombia, gran encuentro de oración por la reconciliación nacional, Villavicencio, 8 de septiembre de 2017). Cada día estamos llamados a renovar nuestro pacto con Dios, “somos su pueblo”: “Él es nuestro Dios”; responder al llamado de la palabra en este domingo es permitir que todo lo que somos anime nuestro ser a dejar que Dios mismo se haga parte de nuestra historia. Esto nos exige un corazón, dispuesto a acoger el don que el Señor nos quiere dar. Dejar caer el trigo hasta que muera en la tierra de nuestra esperanza y de los frutos abundantes para nuestro camino, no es otra cosa que permitirle a Dios ser el sembrador en nuestra tierra, de manera que podamos preguntarnos, ¿qué tipo de tierra soy, y para qué semilla estoy aportando mi tierra? ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Por medio de tres signos concretos, la palabra de Dios, en este domingo, nos dispone a salir al encuentro con Cristo: El primero es el deseo permanente de querer ver al Señor; “cuando lo hiciste con uno de éstos, -el más pequeño-, lo hiciste conmigo”. El estar con Cristo me anima a salir a encontrarlo en la vida cotidiana, en la fraternidad permanente, en la comunidad que me alienta a reconocerlo. El segundo, nos anima a no tener miedo de perder para ganar a Cristo. Sólo en la medida en que nos dispongamos al servicio, podremos disponer nuestra vida al encuentro con los más frágiles y necesitados; Allí está la ganancia del cristiano. En el tercer signo, Cristo nos anima en su palabra a ser fieles como lo indica el profeta Jeremías. De esta manera daremos Gloria a Dios, dejando que nuestra vida sea agradable a él y, con ella, podamos servirlo en aquellos que hacen parte de las periferias existenciales de nuestra sociedad. En palabras del Papa Francisco, en su Visita Apostólica: “Los invito a no tener miedo de tocar la carne herida de la propia historia y de la historia de su gente. Háganlo con humildad, sin la vana pretensión de protagonismo, y con el corazón indiviso, libre de compromisos o servilismos” (Encuentro con los obispos de Colombia, Salón del Palacio Cardenalicio, Bogotá, 7 de septiembre de 2017).

Mié 12 Jul 2017

“…mi oración es judía…”

Es la expresión del Papa Francisco en una entrevista del 12 de junio de 2014, al hablar de la importancia de rezar los salmos y celebrar la Eucaristía diariamente. Orar los salmos en el contexto de la Liturgia de las Horas (LH) debe suscitar en los fieles cristianos y de manera especial en los Obispos, sacerdotes, diáconos y consagrados, una alegría espiritual que va más allá de un simple cumplir una promesa, y que encuentra su mayor expresión cuando el ser orante se apropia, “en el espíritu del resucitado” (Rm 8,11) de una verdad irrefutable predicada por el Papa Benedicto XVI: “todo lo debo esperar de Dios y basar la vida entera en Dios, que en Cristo nos lo ha regalado todo”. Es oportuno recordar algunas razones que sostienen la acción cotidiana de rezar la Liturgia de las Horas o el Oficio divino y contemplar que en ella, Dios se vale de mí para “misericordiar” a su Iglesia y al mundo entero. 1.- Celebramos la liturgia porque actualiza para nosotros la acción salvadora de Cristo y nos permite abrirnos a la esperanza en la que hemos sido salvados (Rm 8,24). Nos enseña el catecismo de la Iglesia “La Liturgia es "acción" del "Cristo total". Los que desde ahora la celebran participan ya, más allá de los signos, de la liturgia del cielo, donde la celebración es enteramente comunión y fiesta” (1136). 2.- El Misterio de Cristo, su Encarnación y su Pascua, que celebramos en la Eucaristía, especialmente en la asamblea dominical, penetra y transfigura el tiempo de cada día mediante la celebración de la Liturgia de las Horas, "el Oficio divino" (SC IV). La Liturgia de las Horas "realmente es la voz de la misma Esposa la que habla al Esposo; más aún, es la oración de Cristo, con su mismo Cuerpo, al Padre" (SC 84; CIC 1174). 3.- La Liturgia de las Horas nos fortalece en el ministerio, acrisola nuestra opción de vida, mantiene radiante nuestra identidad porque ella es fuente de vida espiritual y nos permite entender que el ideal de la vida cristiana y sacerdotal consiste en que cada uno se una con Dios íntima y constantemente (SC 86 y 96; PO 5). 4.- La Liturgia de las Horas es el medio privilegiado que favorece que cada jornada sea un constante diálogo con Dios, un sacrificio espiritual que se inspira y apoya en el único y definitivo sacrificio de Cristo con el cual se debe identificar el sacerdote. En la oración de la LH el presbítero se descubre inmerso en el misterio de la filiación divina que se hace entrega a los demás en el servicio pastoral. 5.- La oración es el acto central de la persona de Jesús en cuanto hombre y por lo tanto, un real conocimiento del Dios-Hombre es sólo posible entrando en ese acto de oración. En consecuencia, sintonizar nuestra vida con el misterio de Jesús sólo es posible participando de su mismo sacrificio que se actualiza en la Eucaristía y se prolonga en el tiempo por la Liturgia de las Horas. Cabe recordar que «en el Oficio Divino, los presbíteros, en nombre de la Iglesia, piden a Dios por todo el pueblo a ellos confiado y por todo el mundo» (PO 5). 6.- La LH tiene una profunda dimensión eclesial en la cual brilla, en la Iglesia que reza, el esplendor de la Santísima Trinidad y en la voz de la Iglesia resuena la voz de Cristo. El sacerdote no debe olvidar que toda acción litúrgica es un encuentro entre Cristo y la Iglesia. La Instrucción General para la LH enseña: “la santificación humana y el culto a Dios se dan en la LH de forma tal que se establece un diálogo entre Dios y los hombres, en que Dios habla a su pueblo…y el pueblo responde a Dios con el canto y la oración”. Acojamos la exhortación del Papa Benedicto XVI “celebrad la Liturgia de las Horas dirigiendo la mirada a Dios en la comunión de los santos, de la Iglesia viva de todos los lugares y de todos los tiempos, para que se transforme en expresión de la belleza y de la sublimidad del Dios amigo de los hombres”. Por bondad de una monja de clausura, llegó a mis manos la siguiente oración para ofrecer la celebración del oficio divino: “Abre, Señor, mis labios para que bendiga tu santo nombre; purifica mi corazón; ilumina mi entendimiento, inflama mi voluntad, para que digna, atenta y devotamente pueda cantar este oficio y merezca ser escuchado en la presencia de tu Divina Majestad. Canto el oficio Divino en nombre de la santa Iglesia, porque es tu oración al Padre, unida a aquella divina intención con que Tú mismo, en la tierra tributaste tus alabanzas al Padre, mirándolo con tus divinos ojos, en el Espíritu Santo. Amén. ¡Qué gran cosa es adorar bien a Dios en la Liturgia de las Horas! Juan Carlos Ramírez Rojas Ecónomo-Director Financiero Conferencia Episcopal de Colombia

Vie 2 Jun 2017

Celebremos Pentecostés

Como lo hizo el Espíritu Santo el día de Pentecostés, permitamos también hoy que la Palabra de Dios irrumpa en nuestra vida y así seamos capaces de anunciar las maravillas que Dios hace en nosotros a través de su Espíritu. Primera lectura: Hch 2, 1-11 Salmo: 104(103), 1ab+24ac.29bc-30.31+34 (R. cf. 30) Segunda lectura: 1Co 12, 3b-7.12-13 o Rm 8, 8-17 Evangelio: Jn 20, 19-23. Contexto bíblico La respuesta del Salmo que nos propone la liturgia de la Palabra de esta solemnidad de Pentecostés es una concreta síntesis de todo el mensaje de esta celebración: “Envía tu Espíritu Señor, y renueva la faz de la tierra”. La vida de los miembros de la Iglesia está bajo el aliento del Espíritu, así lo expresa el salmista confiadamente: “Le retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo. Envías tu aliento y los creas, y renuevas la faz de la tierra” (Salmo 104, 29-30). Así mismo toda la liturgia de la Palabra de este domingo da testimonio de la renovación y la comunión que viene con el Espíritu, pues ante aquellos que estaban reunidos en el mismo lugar (Hec. 2, 1), sobreviene el Espíritu, bajo dos imágenes, viento y fuego (recordemos que estos elementos son los que acompañan las manifestaciones de Dios en el Antiguo Testamento), para unir lo disperso y comprender ahora el lenguaje de Dios. También la segunda lectura nos recuerda que uno de los efectos de la presencia del Espíritu en la Iglesia es la unidad y el servicio en la comunión: “Hay en la Iglesia diversidad de carismas, pero un solo Espíritu” (1 Cor. 12, 4). El texto evangélico también entra en sintonía con el mensaje de la celebración a partir de tres elementos esenciales: 1. El Resucitado se aparece a sus discípulos el primer día de la semana, sin necesidad de abrir las puertas del lugar donde se encontraban reunidos (Jn. 20, 19), ahora no se necesitan abrir estas puertas, lo que Jesús tratará de abrir con su saludo: “Paz a vosotros” (Jn. 20, 19c) es las puertas de sus corazones, para que puedan recibir el Espíritu. Este saludo, que el texto pone en palabras de Jesús repetidamente, capacitará a los discípulos para recibir el Espíritu. 2. El envío que Jesús hace a sus discípulos tiene un modelo, la encarnación: “como el Padre me envió así os envío yo” (Jn. 20, 21b); la forma como Jesús es enviado al mundo es el prototipo del envío que Él opera para con sus discípulos, que sean capaces de encarnarse en la vida de los hombres, para esto necesitan principalmente el don de la paz, de ahí el saludo de Jesús Resucitado. 3. Con la transmisión del Espíritu Santo que tiene poder en la vida de los discípulos, la Iglesia asume el mandato de perdonar y de retener los pecados, sabiendo que este acto es una obra que Dios hace y no un esfuerzo personal de cada uno, Dios es el que toma la iniciativa, nosotros simplemente respondemos con la fuerza del Espíritu que Él mismo nos ha dado. 2. Contexto situacional En la historia de la salvación hemos podido constatar que esa venida del Espíritu Santo es frecuente, más aún, necesaria. Todo lo que el Espíritu Santo toca es transformado, el Espíritu Santo toca el caos (desorden) y lo convierte en cosmos (orden), el Espíritu Santo toca el barro y lo transforma en hombre, el Espíritu Santo toca a María y la transforma en la Madre de Dios, el Espíritu Santo toca los discípulos y los convierte en mártires y testigos, el Espíritu Santo toca el pan y el vino y los transforma en el Cuerpo y la Sangre del Señor, el Espíritu Santo toca un hombre y lo convierte en sacerdote, ministro de Dios, el Espíritu Santo toca una comunidad y la transforma en el Cuerpo del Señor. Esta Solemnidad de Pentecostés es la oportunidad para dejarnos tocar por el Espíritu Santo, para dejar que su poder se muestre en nosotros transformándonos, es un momento celebrativo muy importante para pedir a ese Espíritu que todo lo renueva que toque hoy nuestros corazones, que toque hoy a Colombia y nos permita recibir especialmente la paz que trae el Resucitado para cada uno de nosotros y que hoy anhelamos tanto en nuestro país. Una persona que ha dejado que su vida sea un templo para el Espíritu Santo no puede más que vivir en paz y comunicarla, porque la paz no es la ausencia de problemas y de guerras, sino la capacidad que me da Dios, a través de su Espíritu, de buscar soluciones ciertas y verdaderas a los problemas que nos acontecen cada día a los hombres. Un bautizado que ha hecho conciencia de lo que el Espíritu está haciendo en él, aprovecha cada momento de su vida para instaurar la paz, donde quiera que vaya y con quien quiera que esté. 3. Contexto celebrativo Pentecostés es una Solemnidad en la Iglesia porque a través de este acontecimiento Dios la santifica, así comienza precisamente la Oración Colecta para la eucaristía de este día: “Oh, Dios, que por el misterio de Pentecostés santificas a tu Iglesia”. El Espíritu Santo sigue obrando hoy en el pueblo que Dios se ha elegido, sigue realizando las maravillas que ha obrado durante la historia de la salvación. El Espíritu Santo, nos lo recuerda la anamnesis del prefacio para este día: “fue el alma de la Iglesia naciente”, por este Espíritu se “infundió el conocimiento de Dios a todos los pueblos”. Este Espíritu sigue ahora obrando con poder en la Iglesia a través del velo de la vida sacramental, para desvelarnos el gran misterio que Dios quiere comunicarnos, el misterio de su gran amor. En cada celebración eucarística, el sacerdote a través de la epíclesis (invocación del Espíritu Santo), pide nuevamente la presencia del Espíritu Santo, primero sobre las ofrendas del pan y del vino y luego sobre la comunidad reunida en oración. Esto quiere decir que en cada celebración litúrgica somos tocados por el Espíritu, entonces en nosotros deben fructificar cotidianamente los dones de la paz, el perdón, la reconciliación, la fraternidad y el amor. Una comunidad que en cada eucaristía está asistida por la fuerza del Espíritu de Dios, debe ser una comunidad viva, alegre, fraterna, evangelizadora, misionera y caritativa. Recomendaciones prácticas: Puede ambientarse el lugar con un candelabro de siete velas representando los siete dones del Espíritu Santo. Puede ponerse esta frase en la cartelera comunitaria: “Envía tu Espíritu Señor, y renueva la faz de la tierra”. Recordar que las lecturas y el formulario de la misa son propios de la solemnidad. Es conveniente seguir el Canon Romano o Plegaria Eucarística I, con el «Reunidos en comunión» propio. Si, en cambio, se hace la Plegaria Eucarística II o III, en el memento (Acuérdate, Señor…) hay un recuerdo propio. Hoy termina el Tiempo Pascual. Después de la última Misa, en la noche, se apaga el cirio pascual y se retira del presbiterio; conviene colocarlo decorosamente en el bautisterio para que arda durante la celebración del Bautismo y poder encender en él los cirios de los bautizados. Recordar que esta semana: En este día se celebra del día del campesino Es la Semana de Oración por la unidad de los cristianos. El lunes y el martes siguientes, en las Misas con participación del pueblo, se puede celebrar la Misa del día de Pentecostés o una de las votivas del Espíritu Santo. El lunes 5de junio, inicia la segunda parte del Tiempo Ordinario, con la semana 9ª. Liturgia de las Horas Tomo III (semana 1ª del salterio). El próximo domingo 11, es la solemnidad de La Santísima Trinidad.

Vie 26 Mayo 2017

El Señor nos invita a salir y ser testigos de la Fe

Hermanos, después de haber caminado con Jesús durante la pascua, celebramos hoy con fe que Él es elevado al cielo y glorificado a la diestra de Dios, como preludio de nuestra entrada en el Reino de Dios. Vivamos esta Eucaristía con amor y fe y permitamos que la celebración nos vaya haciendo gustar hoy de las alegrías que nos esperan en el cielo. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: Hch 1,1-11[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo: 47(46),2-3.6-7.8-9 (R. cf. 6)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: Ef 1,17-23 o Hb 9,24-28; 10,19-23[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Mt 28,16-20[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] Con el relato evangélico que nos ofrece hoy la liturgia de la Palabra se da fin a la narración del evangelio de San Mateo (Mt. 28, 16-22). Este dato es importante porque nos indica que todo termina con una tarea que el Resucitado encomienda a los discípulos: “Id y haced discípulos de todos los pueblos bautizándolos en el nombre le Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os mandé” (19-20a). Así mismo la primera lectura de los Hechos de los Apóstoles (Hec. 1, 1-11) nos muestra a Jesús dando instrucciones a sus discípulos antes de separarse de ellos, pero además las palabras de los personajes vestidos de blanco también exige de los discípulos un compromiso con la instauración del reinado de Dios “Galileos, ¿qué hacéis ahí parados mirando al cielo?” (Hec. 1, 11a). En este pequeño paralelo entre el texto evangélico y la primera lectura captamos tres ideas que podemos resaltar: 1. La comprensión de la misión que el Señor Resucitado ha mandado a sus discípulos es progresiva, pues antes de ascender a la derecha del Padre, como lo prefigura el Salmo de este día “Dios reina sobre las naciones, Dios se sienta en su trono sagrado” (Sal. 47, 9), el Señor se deja ver por ellos, dando pruebas de que está verdaderamente vivo. Los discípulos progresivamente también van ascendiendo en la comprensión del misterio que presencian. 2. La ascensión viene acompañada de una promesa, el Espíritu Santo: “Pero recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre vosotros” (Hec. 1, 8); “Id y haced discípulos de todos los pueblos bautizándolos en el nombre le Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt. 28, 19). Así los discípulos, llenos del Espíritu Santo, serán testigos del Resucitado hasta los confines del mundo. 3. Los discípulos asumen un mandato misionero, son enviados por Jesús para anunciar su Reino. Ahora serán testigos del que está sentado a la derecha del trono de Dios como lo ratifica la carta a los Efesios que también proclamamos este día: “Dios desplegó está fuerza en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su diestra en los cielos, por encima de todo principado, potestad, virtud, dominación” (Ef. 1, 20-21a). Es claro que la liturgia de la Palabra de este día de la Ascensión del señor quiere resaltar la realeza de Jesús, que no ha terminado la construcción de su reinado, sino que, a través de la misión encomendada a sus discípulos, y con el don del Espíritu Santo, sigue construyendo el Reino de Dios en medio de los hombres. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] Esta celebración de la Ascensión del Señor no puede dejarnos simplemente anhelando el cielo para estar al lado de Jesús, al contrario, tiene que motivarnos a peregrinar en este mundo con más esfuerzo y más pasión por las cosas del cielo. No podemos quedarnos mirando al cielo, tenemos que salir cada día y ser testigos, entre los hermanos, de lo que Dios ha hecho en nosotros. Ahora nuestras familias, nuestros trabajos y nuestro estudio, son verdaderos terrenos donde el mensaje de Dios tiene que ser llevado e instaurado. A través de cada uno de nosotros, que ahora solo vivimos la vida del resucitado, Dios manifiesta su bondad y su gran poder a los hombres. Jesús nos ha puesto una misión a todos los que somos sus discípulos, hacer que todos los pueblos de la tierra también se conviertan en sus discípulos, no hay límites para el mensaje de Dios y por eso la Iglesia en cada bautizado debe llevar el mensaje de Dios, primero en su corazón, para luego entregarlo en todas las realidades que se desenvuelva cotidianamente. Es en las familias bien constituidas donde aprendemos que Dios está todavía cuidándonos, protegiéndonos, mostrándonos su gran amor. Soy yo, con mis actitudes y mis palabras el que muestro que Dios está reinando en mi vida, por eso cuando amamos a alguien buscamos agradarle en todo, así amamos a Dios, cuando buscamos agradarlo siempre con nuestra obras. La Ascensión del Señor es la celebración no de que Dios nos ha dejado para irse a la derecha del Padre, sino de que Dios aún está con nosotros, que está de un modo nuevo con nosotros, entre nosotros y para nosotros. Ahora somos nosotros los bautizados el campo de acción de Dios, a través de nosotros sus hijos, Dios es bondadoso, misericordioso, amoroso. Cuando nos sentimos en realidad hijos, entonces cada vez somos la mejor expresión de nuestro Padre, nos parecemos al Padre y hacemos y decimos lo que hace y dice el Padre, en definitiva, vivimos la misma vida de Jesús, que ahora es ascendido al cielo para estar a la derecha de su Padre, ya que en este mundo hizo visible al Padre con su vida y su actuar. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] La Liturgia de este domingo se va desarrollando como una explosión de frutos, de alegría pascual. Es cierto que cada domingo, que celebramos la Resurrección del Señor, celebramos también con Jesús nuestra propia resurrección; pues este domingo también, con la Ascensión del Señor, celebramos nuestra victoria, nos llenamos de esperanza y sabemos entonces lo que nos espera y por eso nos llenamos de una inmensa alegría, al ver prefigurada en Cristo nuestra propia victoria, son las palabras de la oración colecta de este día: “Concédenos, Dios Todopoderoso, exultar de gozo y darte gracias en esta liturgia de alabanza, porque la ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria”. Y después termina la oración con una dimensión claramente eclesial: “donde nos ha precedido Él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros como miembros de su cuerpo”. Esta oración colecta es una magnífica síntesis del misterio que celebramos en la Ascensión del Señor. En verdad exultamos de alegría porque en realidad estamos celebrando en la eucaristía la prefiguración de la nuestra ascensión, también el sacerdote que preside la celebración nos irá indicando que vamos subiendo a Dios a través de este misterio de la eucaristía, nos invitará en la introducción del prefacio para que levantemos el corazón y nosotros seguros diremos que ya lo tenemos levantado hacia el Señor. Es en la celebración donde vislumbramos el gran misterio que aún no está en nosotros plenamente, pero que pregustamos ya en esta tierra con las celebraciones litúrgicas. En la celebración de la eucaristía, cuando el sacerdote nos despida diciendo: “Pueden ir en paz” tenemos que sentir que es el mismo Jesús diciéndonos que no podemos quedarnos parados mirando al cielo, sino que debemos llevar a donde vayamos cada día, lo que hemos oído y recibido, y así hacer de todos los que nos encontremos, verdaderos discípulos del Señor. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Puede ponerse la siguiente frase en la cartelera: “Id y haced discípulos de todos los pueblos bautizándolos en el nombre le Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os mandé” (Mt. 28, 19-20a). Resaltar el significado del bautismo como la vida en la familia trinitaria, la cual nos sumerge en la obra de Dios, nos hace hijos, hermanos y templos del Espíritu. Esta solemnidad tiene Misa de la Vigilia (en la tarde del sábado) y Misa del día. El Prefacio es propio de la solemnidad; y que si se hace la Plegaria Eucarística II o III, en el memento (Acuérdate, Señor…) hay un recuerdo propio para esta Solemnidad de la Ascensión del Señor. Recordar que en este día se celebra la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, sería recomendable tener presente el mensaje el Papa. Invitar a la comunidad a mantenerse en espíritu de oración en la novena de preparación para la solemnidad de Pentecostés. Recordar que esta semana: El miércoles 31, es la fiesta de la Visitación de la Santísima Virgen María. El domingo 4 de junio, es la Solemnidad de Pentecostés. Sería muy importante preparar y celebrar la Vigilia de Pentecostés en un ambiente de oración, de encuentro eclesial de todos los grupos apostólicos de la parroquia, resaltando que con la fiesta del Espíritu Santo se concluye el tiempo pascual. Además, esta Solemnidad de Pentecostés puede ser un momento especial para hacer una catequesis sobre la paz, teniendo en cuenta el documento de la Conferencia Episcopal Colombiana: “Artesanos de la perdón, la reconciliación y la paz”.

Vie 12 Mayo 2017

Cristo nos muestra el rostro del Padre

[icon class='fa fa-youtube fa-2x' link='']Ir a lista de reproducción[/icon] Tweets by cardenalruben

Jue 11 Mayo 2017

El Señor es el camino, la verdad y la vida

La liturgia de la Palabra narra cómo se va organizando la Iglesia, nace despacio y con dificultades. Por su parte, el Señor Jesús invita a sus discípulos a poner su confianza en Dios y les recuerda que hay casa para todos, hay un Padre que nos espera y hay un camino que nos conduce hasta la meta. Él mismo se presenta como el camino, la verdad y la vida. Escuchemos con atención. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: Hch 6,1-7[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo 33(32),1-2.4-5.18-19 (R. cf. 22) [/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: 1P 2,4-9[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Jn 14,1-12[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La liturgia de la Palabra del quinto domingo de pascua presenta un tratamiento eclesiológico. El texto de Hch 6, 1-7 Presenta a los "apóstoles" pidiéndoles a los "discípulos" que elijan a siete varones para que se encarguen de servir a los pobres y la comunidad elige a siete hombres. Este gesto nos muestra una Iglesia en formación y crecimiento, que soluciona sus primeras dificultades, organizando mejor entre sus miembros el servicio, la "diakonía". El punto central del salmo 32 es la gratitud hacia Dios, por su misericordia (vv. 4-5), por su providencia que se extiende a todos los hombres (vv. 18-19), y se ha manifestado especialmente en Jesús, que nos ha salvado y cuida siempre de nosotros. La primera carta del apóstol Pedro en capítulo 2,4-9, nos ofrece una de las más bellas descripciones de la Iglesia, pueblo sacerdotal, templo de Dios. La cohesión mutua de las piedras vivas que la conforman es obra del Espíritu. Estas piedras vivas "entran en la construcción del templo del Espíritu" por el sacramento del Bautismo. El texto del evangelio Jn 14,1-12 pertenece al discurso de la Última Cena. Nuestra meta es el cielo y Jesús es el camino que hay que recorrer. Quien sigue a Cristo, Camino, Verdad y Vida, ve al Padre, llega al Padre, está en el Padre. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? La nueva comunidad que se presenta en los Hechos de los Apóstoles, pueblo de Dios, forma un templo espiritual en el que cada fiel es una piedra viva y todas se traban entre sí sobre la piedra angular que es Cristo y en él un reino de sacerdotes para ofrecer a Dios, unidos a Cristo sacerdote, un culto espiritual, de alabanza. La predicación de la Buena Noticia resalta al Señor Jesús como el Camino, la Verdad y la Vida, y la Iglesia aparece como pueblo en marcha hacia la casa del Padre, va guiada por el Hijo resucitado. La gran esperanza de la Iglesia peregrina es volver a estar con su Señor, que ha llegado a la comunión total con el Padre. El destino último y definitivo de la Iglesia es entrar también a esa familiaridad perfecta con Dios. La súplica formulada por Felipe “Señor, muéstranos al Padre…” es el deseo de contemplar a Dios. "Llevo tanto tiempo con vosotros, ¿y no me has conocido, Felipe?", "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre". En Jesús se halla el misterio de Dios, se da la razón de por qué la fe en Jesús nos hace contemplar al Padre "¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí?" con la respuesta a esta pregunta se quiere indicar que Jesús está "en el Padre" y que el Padre está "en Jesús". ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decir a la comunidad? Entre las columnas que sostienen a la Iglesia del Señor están la comunión y el compartir. Los cristianos, nos dice el libro de los Hechos de los Apóstoles, "vivían unidos", "ponían en común lo que tenían" y "se distribuía a cada uno según su necesidad". En la comunidad de los seguidores de Jesús, hay quejas, diferencias, quienes se sienten discriminados... Los apóstoles imponen las manos a siete servidores para que la ayuda y el compartir puedan llegar por igual a todos. La comunidad de los seguidores de Jesucristo somos, con Él, templo del Espíritu Santo; Él es la piedra angular y nosotros piedras vivas. Quien cree, pertenece a la raza elegida, al sacerdocio real, a la nación consagrada, al pueblo de su propiedad; es llamado a vivir en la luz. Para quien rechaza a Cristo, éste se convierte en "piedra de tropiezo", en "roca de estrellarse". Qué gran dignidad nos ha otorgado el Señor, pero, también, qué gran responsabilidad, pues también nosotros podemos convertirnos en piedra de tropiezo porque nuestra vida esté lejos de iluminar los caminos de los demás. El cristiano sabe que, en este mundo, es un peregrino y que el camino a recorrer es el mismo Jesús. Él es la Verdad, la seguridad de ir en buena dirección, que no es otra que llegar a la Vida Eterna. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] La clave de lectura de este domingo está en la “unión a Jesús”, que después de contemplarlo como el Buen Pastor, aparece hoy como Camino, Verdad y Vida. La vida se compone de una serie de servicios mutuos diarios. El creyente en Cristo procura excederse en esta disponibilidad, con alegría, con deseos de ser útil. Encontraremos la oportunidad en muchas ocasiones, en la propia profesión, en medio del trabajo, en la vida de familia, con parientes, amigos, conocidos, y también con personas que nunca más volveremos a ver. Cuando somos generosos en esta entrega a los demás, sin andar demasiado pendientes de si lo agradecerán o no, de si lo han merecido, comprendemos que “servir es reinar”. La Iglesia descansa sobre "la piedra escogida y preciosa" que los constructores desecharon, el Señor Jesús, a quien crucificaron los hombres, pero Dios hizo "piedra angular" de la Iglesia (cf. Ef 2,20-22). "Nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo". [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] La Liturgia de este domingo se va desarrollando como una explosión de frutos, de alegría pascual. Sólo sirviendo podremos conocer y amar a Cristo, darlo a conocer y lograr que otros más lo amen. En la Iglesia de Cristo todo es servicio: servicio de la Palabra, servicio de la oración, servicio de las mesas. Todos son "servidores" empezando por los responsables de la comunidad. El servicio se practica como un estilo de vida, servicio alegre, desinteresado, a los más pobres. Toda la Iglesia está llamada a servir, a ofrecer sacrificios espirituales. En el Evangelio se nos dirá que todos estamos llamados a participar de la salvación de Cristo, el único camino para tener vida eterna, para ver al Padre, para contemplar la verdad, para ganar la vida. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Resaltar las palabras: camino, verdad, vida, Iglesia, comunidad. Podría seguirse la Plegaria Eucarística para Diversas Circunstancias III: «Jesús, camino hacia el Padre», p. 524 del Misal, por hacer clara mención de Jesús como el camino, la verdad y la vida. Puede usarse la fórmula de bendición solemne, durante el tiempo pascual p.473 de Misal. Tener presente que mañana lunes 15 de mayo, es el día del Educador. Puede celebrarse la Misa votiva en honor de san Juan Bautista de la Salle, patrono de los educadores.