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Plan de Predicación

Lun 20 Jun 2016

Pongamos a Dios en el centro de nuestra vida

“El Señor es mi lote y mi heredad”. La palabra de Dios nos invita este día a ponerlo a Él y Su Reino como el máximo bien al que podamos aspirar. Un bien que lo pone en el centro de la vida para servirlo en los hermanos. Que el Espíritu Santo nos asista para escuchar, comprender y hacer vida su mensaje. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: 1Reyes 19,16b.19-21[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo de respuesta: 16(15),1-2+5.7-8.9-10.11[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: Gálatas 5,1.13-18[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Lucas 9,51-62[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] Contexto bíblico Los textos bíblicos de este domingo ponen el acento en el proyecto que Dios tiene para los seres humanos y la tarea que debemos hacer para incorporar ese proyecto a nuestros planes. Esta es una manera de comprender la vocación: Dios que llama y la persona humana que, desde su libertad, le responde y se compromete. Particularmente, el salmo 15, salmo de los levitas, exalta el máximo valor que Dios representa, al punto de relativizar todo lo demás: Dios es “la mejor parte de la herencia” a la que se puede aspirar, pues cuando se lo acepta como el máximo bien, en Dios se encuentra consejo, seguridad, alegría, paz y vida eterna. Cuando se responde a la llamada de Dios y se asume su proyecto, toda la vida del creyente empieza a moverse al ritmo de los impulsos del Espíritu, y no pierde nada, sino que lo gana todo, puesto que en Él la persona humana halla su plenitud. Puedes adquirir el Plan Nacional de Prediación en la Librería del Episcopado

Mié 15 Jun 2016

Aceptemos y sigamos a Jesús

El centro del mensaje de la Palabra en este día está en la pregunta de Jesús en el Evangelio: ¿Quién dicen ustedes que soy yo? Las lecturas nos ayudarán a meditar en esta pregunta; reflexionemos con atención para que podamos dar una respuesta al Señor que tanto nos ama. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: Zacarías 12,10-11; 13,1[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo de respuesta: 63(62),2.3-4.5-6.8-9 (R. 2b)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: Gálatas 3,26-29[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Lucas 9,18-24[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] A partir del Evangelio es posible establecer una profunda relación entre las lecturas que la liturgia pone a nuestra consideración en este día. En efecto, el texto de Lucas gira en torno a dos realidades: el reconocimiento de Jesús como verdadero Hijo de Dios y el consecuente seguimiento de los discípulos. Las demás lecturas y el salmo explicitan las condiciones y los efectos del discipulado. San Pablo, escribiendo a los Gálatas -una comunidad que sin duda debe reafirmar su fe- hace énfasis en las consecuencias del bautismo: somos hijos de Dios por la fe en Cristo, hemos sido incorporados a Cristo, hemos sido revestidos de Cristo, somos uno en Cristo y herederos de las promesas (cfr. Gal 3,26-29). Conviene subrayar la fuerza con la que el apóstol invita a los creyentes a ser conscientes de su identidad bautismal y a evitar todo aquello que desdiga de la misma. Puedes adquirir el Plan Nacional de Prediación en la Librería del Episcopado

Mar 7 Jun 2016

No juzguemos, perdonemos y seamos misericordiosos

La celebración gozosa de la Eucaristía nos invita a reflexionar en la misericordia y el perdón que Dios Padre nos regala por pura gracia. Nosotros debemos reconocernos pecadores y con humildad acercarnos a Él para escuchar: “El Señor perdona tu pecado, no morirás”. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: 2Samuel 12,7-10.13[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo de respuesta: 32(31),1-2.5.7.11 (R. cf. 5c)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: Gálatas 2,16.19-21[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Lucas 7,36 – 8,3[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] La Palabra de Dios nos habla de diferentes personajes (el rey David, el apóstol Pablo, la mujer pecadora), quienes tienen en común una experiencia de vida: Dios, por pura gracia, quiso perdonarlos y hacer de ellos nuevas creaturas. El libro de Samuel describe detalladamente la vocación del rey David: cómo Dios le bendice, protege, acompaña; es el rey ideal para todo el pueblo. Sin embargo, su pecado, que es denunciado por el profeta Natán, deja ver su debilidad. David obra como el soberano y dueño de todo, como el que domina la vida de los demás. El pastor joven que cuidaba el rebaño de su padre y es ungido como rey de Israel, triunfando en todas las empresas, no sabe corresponder al amor de Dios. Su pecado es muy grave, ni siquiera tiene en cuenta a Dios, lo saca de su vida, no tiene en cuenta las prescripciones legales. Debe asumir ahora las consecuencias de sus acciones; el rey se arrepiente y Dios perdona su pecado. Puedes adquirir el Plan Nacional de Prediación en la Librería del Episcopado

Mié 1 Jun 2016

Seamos solidarios con el hermano

La palabra de Dios permite reflexionar en la acción misericordiosa del Padre hacia los hombres: la compasión y la cercanía, de modo especial, hacia los pequeños y los que sufren. Escuchemos. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: 1Reyes 17,17-24 [/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo de respuesta: 30(29),3-4.5-6.12ac-13 (R. cf. 2a.4a)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: Gálatas 1,11-19[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Lucas 7,11-17[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] La Palabra de Dios presenta una vez más la acción misericordiosa del Padre hacia los hombres: la actitud de compasión y cercanía, de modo especial, hacia los pequeños y los que sufren. El libro de los Reyes recuerda toda la polémica de la religión cananea del dios de Baal presente en la comunidad del pueblo de Israel. La resurrección del hijo de la viuda y los otros signos realizados por el profeta Elías (como la multiplicación de la harina y del aceite) van a fortalecer la fe de los israelitas: Dios es la fuente de la vida y la fecundidad, no lo era Baal, considerado como el señor de la tierra, el dios de la fecundidad. El Salmo 29 canta la alegría del pueblo después del regreso del Exilio de Babilonia. Se estaba como en un pozo sin fondo, en el abismo. Pero, de nuevo, Dios salva a su pueblo: “¡A Ti grité y Tú me sanaste. Sacaste mi vida del abismo!” Es la restauración del pueblo: condenado a la muerte, ahora vuelve a la vida. Puedes adquirir el Plan Nacional de Prediación en la Librería del Episcopado

Jue 19 Mayo 2016

Dios es uno y trino

Las lecturas nos presentan el retrato vivo del Dios Uno y Trino, no a partir de las definiciones sino de sus acciones a favor nuestro. Primeramente la Sabiduría engendrada antes de la Creación, luego el Amor derramado en nuestros corazones por el Espíritu y, para completar, el Espíritu nos anuncia lo que el Hijo comparte con el Padre. Escuchemos atentos. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: Proverbios 8,22-31[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo de respuesta: 8,4-5.6-7.8-9 (R. 2a)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: Romanos 5,1-5[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Juan 16,12-15[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] Para el creyente, la Trinidad es Dios. Y Dios aparece presente y actuante en toda la Escritura desde los albores de la Creación hasta la consumación en el Apocalipsis. Por eso, es un error pensar que la Trinidad es como un conjunto de fuerzas, Padre, Hijo y Espíritu que se ayudan mutuamente. La Trinidad es un proceso que se va revelando en la Palabra de Dios tal como Él y cuando Él ha querido revelar el misterio a nosotros, los que creemos por la fe. El Nuevo Testamento nos aclara –hasta donde se puede– ese misterio y nosotros, con mentes limitadas, pero generosas, captamos la presencia de Dios en nosotros y concretamos unas “misiones” que adjudicamos a cada Persona de la Trinidad. Pero, en verdad, en Dios todo se hace en común, en familia, y todo lo hace al tiempo. En Dios no hay un ayer, un mañana, sino un eterno presente: “Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy” (Sal 2, 7. Hch 13,33, Heb 1,5). Sin embargo, para entendernos, decimos: el Padre crea, el Hijo redime, el Espíritu santifica. Puedes adquirir el Plan Nacional de Prediación en la Librería del Episcopado

Mar 17 Mayo 2016

Episcopado ofrece Plan de Predicación en clave de Misericordia

Ya está a la venta en la Librería de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) el Plan Nacional de Predicación y la Monición y Oración Universal o de los Fieles. En sintonía con el año de la misericordia que vive la Iglesia el plan, que está dirigido a ministros ordenados, a los religiosos y laicos, es un apoyo para que el encuentro personal, familiar y comunitario con la persona de Jesucristo anime y motive el experimentar el amor y la misericordia divina en la cotidianidad de la vida y a su vez, propiciar que otros tengan la experiencia significativa de la misericordia de Dios. En el Plan también se propone reflexionar sobre el Ordo Paenitentiae, relacionada con algunos aspectos teológico-litúrgicos y, con más amplitud, sobre la dinámica celebrativa del rito mismo, que permiten crecer en la oración, experiencia y vivencia de la misericordia divina. [icon class='' link='']ADQUIERE EL PLAN DE PREDICACIÓN PINCHANDO AQUÍ[/icon]

Mié 11 Mayo 2016

Pentecostés, fiesta de la donación del Espíritu Santo

Los cristianos celebramos en esta cincuentena, después de la Pascua-Resurrección de Jesús, la donación del Espíritu a la comunidad apostólica. Hoy reunidos en el nombre del Señor pidamos en esta Santa Eucaristía la gracia de renovar el don del Espíritu Santo en nosotros, para que este encuentro de comunión fraterna nos aproveche para vivir en fe, esperanza y caridad. Participemos con atención y devoción. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 2,1-11[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo de respuesta: 104(103),1ab+24ac.29bc-30.31+34 (R. cf. 30)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: 1Corintios 12,3b-7.12-13[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Juan 20,19-23[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] Pentecostés es la fiesta que cierra el tiempo de pascua. Es la fiesta de la donación del Espíritu Santo a la Iglesia de Cristo, signo de su exaltación a la diestra del Padre, de la cual es consecuencia la misión del nuevo pueblo de Dios. El don pascual de Espíritu Santo lleva a cumplimiento la revelación trinitaria. De hecho la misión del Espíritu Santo, de la cual se narra en el capítulo segundo de los Hechos de los Apóstoles, no es más que el reflejo visible, espacio-temporal, de aquella eterna posesión, por vía de amor, por la cual el Padre y el Hijo se encuentran en el Espíritu Santo. Pentecostés está destinado a recuperar, también en la vida litúrgica de la Iglesia y en la estima de los fieles, aquella importancia que siempre ha tenido en la vida de la comunidad primitiva y en la tradición patrística. Pentecostés según la tradición lucana cae cincuenta días después de la Pascua. Lucas ofrece dos notas cronológicas que establecen un cierto espacio entre Pascua y Pentecostés (Lucas 24,49; Hechos 1,4-5). En Juan la efusión del Espíritu Santo habría tenido lugar en la noche de pascua (Juan 20); Juan concibe el misterio Pascual como un todo: Resurrección, ascensión, y Pentecostés forman para Juan una unidad inseparable. Dios se manifiesta directamente con su Espíritu, este Espíritu llena e invade el alma de los apóstoles, la alegría de un pueblo y de una solemnidad litúrgica se convierte en el gozo mesiánico de todos los pueblos, los cuales saludan “en el gran día” el advenimiento de la salvación. De hecho no se trata solamente de beneficios temporales, sino de verdadera salvación, que todos podemos lograr también con la invocación del nombre del Señor. Al querer dar una interpretación teológica objetiva del hecho de Pentecostés, es necesario referirse al discurso con el cual San Pedro se ha dirigido a los presentes. Es un hecho por todos constatado. Se trata de interpretarlo. San Pedro iluminado e inspirado de lo alto sugiere una triple interpretación del hecho de pentecostés: escatología, Cristología, y eclesiología. El hecho de Pentecostés, según la auténtica interpretación de apóstol, encuentra por lo tanto su explicación en un dicho del profeta Joel. Lo que viene expresado en la fórmula «se cumple cuanto ha estado dicho por el profeta» (v.16). Con su Espíritu de hecho Yahveh comunica el don de la profecía (Cf. Is. 55,11), conforta a sus fieles (Núm. 11,17.25), pone a disposición de todos la salvación (Cf. Is 1,16-20) y reúne una comunidad (Is. 44,3ss). Allí se revela el carácter mesiánico-escatológico del don del Espíritu y el anuncio de los tiempos mesiánicos. La Cristología en el discurso de Pedro se apoya en la profecía de Joel. A Jesús vienen aplicados algunos particulares de la profecía. En Hechos 2, de él se dice que ha infundido el don del Espíritu Santo, con prodigios y signos, que es el Señor, por consiguiente haciéndose bautizar en su nombre se obtiene la salvación. Pedro no ha terminado todavía de hablar, los presentes ya reaccionan positivamente a su discurso. Previenen, por así decirlo, la misma invitación del apóstol a la penitencia y al bautismo. Este es uno de los efectos de Pentecostés: aquellos a que quienes el Espíritu Santo visita, se sienten impulsados hacia la unidad y hacen Iglesia. Pedro mismo advierte esta situación y los anima en el desarrollo de su discurso, a la penitencia, a la conversión, a la fe y al bautismo. Allí Pedro daba testimonio y los exhortaba. Las palabras de Pedro tocaron la vida de cada uno de los presentes y surge una pregunta «¿qué cosa debemos hacer, hermanos?» y Pedro da la respuesta invitando a la conversión y al bautismo, para el perdón de los pecados (Hechos 2,37-39). En ésta última sección del discurso encontramos por lo tanto, una clara descripción del proceso de la conversión: predicación-escucha-aceptación (fe), en el cual se añaden los momentos decisivos, del bautismo y de la agregación a la Iglesia. Solo así el hombre, se puede decir salvado y la conversión considerada perfecta. La salvación mesiánica, parte de la Palabra de Dios, solemnemente proclamada y testimoniada de los apóstoles, y tiende a la formación de la Iglesia. Podemos notar en el discurso de San Pedro, que la verdadera interpretación de Pentecostés, está en reconocer, que cada hombre y cada cristiano está en esencial relación con otros seres y con todo el cosmos y que por lo tanto, no se salva solo; está en creer que toda la humanidad hace cuerpo (el cuerpo de Cristo) y es regulada de una ley de solidaridad de la cual ninguno puede escapar. El presente viene definido, como el período de tiempo en el cual se realizan las promesas mesiánicas destinadas a todos los hombres; es el tiempo de Pentecostés, el Tiempo del Espíritu; el pasado viene identificado con la vida terrena de Jesús (ministerio y muerte) hasta su resurrección: es el tiempo de la pascua de Jesús, el tiempo de Cristo; el futuro viene considerado, como el tiempo útil y providencial, a disposición de todos, para ponerse en contacto con el don de la salvación, mediante la conversión y el bautismo: es el tiempo de nuestra pascua, el tiempo de la Iglesia. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] En la primera comunidad cristiana, los frutos no se hicieron esperar; testigos de la resurrección reciben el Espíritu Santo y se convierten en discípulos misioneros de fe, esperanza y caridad, con los signos de comunión que se manifestaron en quienes aceptaron con un «Sí» el amor de Dios en su vida. Se identificaron plenamente como discípulos del Señor, su sensibilidad creció de modo que otros hicieron parte de un estilo de vida donde todos se sentían hermanos e hijos de un mismo Dios. Los discípulos no se quedaron en una actitud pasiva esperando a ver qué pasaría, si otros arreglaban su situación en medio de egoísmos, envidias, divisiones; sino al contrario, se sintieron protagonistas de un mundo mejor, y con su vida hicieron que otros le apostaran a vivir el amor de Dios. Se apartaron de la indiferencia y comenzaron a ver su realidad con ojos de fe. Creyeron que sí era posible vivir los dones y frutos que el Espíritu Santo había dado a cada uno para el fortalecimiento de las virtudes y valores de una comunidad que empezó a crecer en la solidaridad, en la paz, en la reconciliación, de la cual todos se sintieron protagonistas. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] El Espíritu Santo hace presente el misterio de Cristo, sobre todo en la Eucaristía para reconciliarnos, para conducirnos a la comunión con Dios, para que demos frutos en el único cuerpo de Cristo; nos impulsa a la unidad y distribuye sus dones en servicio a todo el pueblo de Dios. Por medio de los sacramentos de la Iglesia, Cristo continúa comunicándonos su Espíritu Santo y santifica a todos los miembros de su cuerpo. En Cristo salimos victoriosos, hoy somos testigos del amor de Dios que se nos ha dado por medio de su Espíritu. Celebramos la Eucaristía, signo de comunión, de paz, perdón; aquí nos sentimos hijos de Dios y hermanos en espera de que nosotros podamos irradiar la fuerza del Espíritu de Dios con un nuevo estilo de vida que haga ver a otros que sí es posible una familia, una Colombia capaz de más misericordia, una humanidad reconciliada y reconciliadora fruto de los dones y frutos que el Espíritu Santo nos da. Hoy contemplamos el milagro de la comunión, fruto del amor del Padre y el Hijo en la donación del Espíritu santo. Como misioneros vayamos y digámosle a nuestra familia, a quienes viven en nuestra vereda, barrio, sector, que sí es posible vivir la comunión de hermanos, de hijos de Dios con nuestras sencillas acciones portadoras de vida, de la vida plena que hemos recibido en Jesús. Cada mañana al despertar demos gracias a Dios por el don de su Espíritu en nuestras vidas y pidamos la gracia de ver la jornada, en nuestra familia, colegio, universidad, lugar de trabajo, con mirada de fe, esperanza y caridad. Que Dios nuestro Señor acepte nuestro compromiso de fortalecer la unidad entre nosotros, siendo discípulos misioneros que creemos en el hoy de salvación, en la paz, don de Dios y tarea de cada día, y nos pongamos en camino hacia la construcción de la Civilización del Amor. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Podría tenerse como signo o ambientación para la celebración un mensaje en torno a los dones o a los frutos del Espíritu Santo. Tener presente que esta Solemnidad tiene formulario propio para la Misa de la Vigilia y la Misa del día, pp. 279-287 del Misal Romano. Darle el verdadero valor a la Vigilia de Pentecostés, con su identidad litúrgica propia, sin prolongarla innecesariamente o recargarla con demasiados signos o fraccionar la asamblea. Hoy inicia la Semana de Oración por la Unidad de los Cristiano. Para tener en cuenta: hoy termina el Tiempo Pascual. Después de la última Misa, en la noche, se apaga el cirio pascual y se retira del presbiterio; conviene colocarlo decorosamente en el bautisterio para que arda durante la celebración del Bautismo y poder encender en él los cirios de los bautizados. El lunes y el martes siguientes, en las Misas con participación del pueblo, se puede celebrar la Misa del día de Pentecostés o una de las votivas del Espíritu Santo. Recordar que esta semana. Hoy 15 de mayo es el día del educador. El lunes 16 de mayo, inicia la segunda parte del Tiempo Ordinario, que continúa con la 7ª semana y se prolongará hasta el 30 de noviembre. Liturgia de las Horas Tomo III, Salterio 3ª semana. El próximo domingo, 22 de mayo, es la Solemnidad de La Santísima Trinidad. Foto Tomado de Internet

Lun 18 Abr 2016

Rompamos barreras y llevemos el amor de Dios

Celebramos hoy una Iglesia que rompe barreras para llevar a todos los pueblos y culturas la misericordia de Dios, y el medio para lograrlo el amor que, en Jesús, hace nuevas todas las cosas. Participemos con alegría y abramos nuestra mente y nuestro corazón a esta nueva manera de vivir que nos propone Jesús. Lecturas [icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 14,21b-27[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Salmo de respuesta: 145(144),8-9.10.11-12.13ab (R. cf. 1b)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: Apocalipsis 21,1-5a[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Evangelio: Juan 13,31-33a.34-35[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] En los Hechos de los Apóstoles 14,21b-27 se nos narra el momento en el que Pablo y Bernabé han terminado la primera etapa evangelizadora entre los pueblos no judíos; en medio de las tribulaciones (14,22) se abren las puertas de la fe a los paganos (14,27). El texto deja ver el dinamismo misionero, los apóstoles no descansan, delegan tareas en los ancianos (presbíteros) que constituyen como responsables de las comunidades. Van de un pueblo a otro con entusiasmo, acercando a las personas al Dios que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en ellos (14, 15). En el salmo 145 (144) el autor canta la grandeza de Dios en sus obras, Son esas grandezas las que recuerdan su bondad. El Señor es bueno con todos, tierno con todas sus creaturas (6,7,9). Y todo esto llega a su plenitud en la persona de Jesús, como nos lo indica el Apocalipsis 21,1-5ª. Él es Dios con su pueblo, que todo lo hace nuevo: un Cielo nuevo y una Tierra nueva. Y la novedad se concentra en el Mandamiento del amor: el amor de unos por otros, y el amor de Dios por todos. Esto que nos narra el Evangelio de Juan, 13,31-33a.34-35, en el inicio del discurso de despedida, marca la originalidad del mensaje de Jesús: es el sello con el que todos reconocerán que son sus discípulos. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] Vivimos un momento de exigencias: el Papa Francisco quiere una Iglesia “en salida”, que no se queda encerrada entre los suyos, que sale al encuentro de todos los hombres, en las periferias, las humanas, las existenciales, las religiosas. Una Iglesia que como Pablo y Bernabé va al encuentro de lo diferente para ganarlo a la causa del Reino. Y lo hace exponiendo su seguridad, dejando a un lado sus “seguridades” doctrinales, abriéndose a las verdades del otro. En este momento que también es de Misericordia, momento de gracia, jubileo, se nos abre la mente para considerar la grandeza de Dios en todas sus creaturas, las del cielo y las de la tierra, entre las cuales está también el hombre. Y entendemos que Dios es bueno con todas. Su misericordia no tiene límites, y confronta nuestra dureza de corazón. El Dios de Jesús no tiene límites, no excluye a nadie, ni a nada. Y en la plenitud nos encontramos con Jesucristo, el Hijo de Dios, que todo lo hace nuevo, en el cielo y en la tierra. Mientras el hombre destruye y hace viejas las cosas, casi inútiles, seca los ríos, convierte los valles en desiertos, las montañas en barrancos, los pobres en “sobrantes”, Jesús queriendo que esto no continúe en esta dirección de muerte, coloca hoy frente a nosotros una propuesta de vida: El amor. Sólo el amor hará sensible al hombre frente al otro, al que sufre, al pobre, y frente a la creación maltratada. Sólo el amor mueve al misionero a ir al encuentro del otro desconocido o diferente, para mostrarle la ternura y el amor del Padre. Sólo el amor dispone para atravesar barreras ideológicas, religiosas, culturales. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] Celebremos con gozo toda esta novedad que significa que el mensaje de Jesús se abre a todos los pueblos y culturas. Celebremos una Iglesia en “salida”, que se quiere encontrar con todos los hombres de todos los pueblos para enamorarlos del proyecto de Jesús, que es el Reino de su Padre. Celebremos alegres, la grandeza del Padre que se expresa en su misericordia, en su ternura. Celebremos este jubileo de la Misericordia que nos propone el Santo Padre, para ejercitar la misericordia sin medida con todos aquellos que sufren en nuestro entorno. Celebremos nuestra apertura a la compasión. Celebremos con pasión la plenitud de la obra de Dios que se ha manifestado en Jesucristo que todo lo hace nuevo, e incluso puede hacer que nosotros seamos nuevos en nuestros estilos de vida, costumbres y maneras de pensar. Celebremos el origen de toda novedad en el camino iniciado por Jesús, que no es otra que el Mandamiento del amor, que nos permite no solo aparecer seguidores y discípulos de Jesús, sino serlos en verdad. Que nos reconozcan como de Jesús por el amor que dejamos percibir en nuestras palabras, pensamientos y obras. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Resaltar con algún signo la apertura del mensaje de Jesús a otros pueblos, colocando en lugar apropiado algunos signos que nos recuerden a los hermanos indígenas, afros, campesinos, habitantes urbanos de las periferias. Y colocar en un cartel la frase: “El AMOR es el signo de que somos discípulos de Jesús”. Tener presente que mañana lunes es la fiesta de San Marcos, evangelista. Año de la Misericordia: Jubileo de los adolescentes (13 – 16 años): Profesar la fe y construir una cultura de la misericordia.