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predicación orante

Jue 21 Mar 2019

La Iglesia, nuevo pueblo de Dios, está llamada a dar fruto

Primera lectura: Éxodo 3,1-8a.13-15 Salmo: 103(102),1-2.3-4.6-7.8+11 (R. cf. 6) Segunda lectura: 1Corintios 10,1-6.10-12 Evangelio: Lucas 13,1-9 Introducción De la reflexión y oración con la Palabra en consideración emergen los siguietes temas meditación: • La liturgia de la Palabra, en el Evangelio de Lucas, continúa con la invitación a la conversión, a saber aprovechar el tiempo de gracia de la cuaresma. Si no hay conversión verdadera el destino será la muerte. • La Iglesia, nuevo pueblo de Dios, está llamada a dar fruto, aun en medio de su esterilidad humana, necesitada del abono de la Gracia para ser tierra fértil. • La paciencia de Dios permite, con serenidad, avanzar en la capacidad de respuesta humana a su plan de salvación. El Kairos, tiempo de salvación, es como el árbol de la parábola, que le viene concedida una tregua de un año y un cuidado específico, una última oportunidad para no ser cortado. 1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? En el camino de la cuaresma, este tercer domingo, no sigue el esquema clásico, que lo encuadra en el evangelio de las tentaciones y la transfiguración, como aparece en los ciclos litúrgicos A y B, sino que sigue su propio itinerario. El evangelio de hoy, es el inicio del capítulo trece, en el cual Lucas habla de la predicación de Jesus a la gente, mientras está de viaje hacia Jerusalén. En este texto se hace referencia a la Ciudad Santa, a Pilatos y al tema de la muerte. Estos temas aparecen como un anticipo de la pasión que se cumplirá en Jerusalén. El texto está formado de dos partes, que aunque tiene características diferentes, convergen en un mismo argumento: la conversión. En la primera parte Jesús se pronuncia frente a acontecimiento reciente y continúa luego con una parábola. Narra el Evangelio de Lucas, que se presentaron unas personas, a contarle a Jesús de un acontecimiento de los judíos, en el que Pilatos había mezclado la sangre de unos hombres de galilea con la sangre de los animales que ellos habían ofrecido en sacrificio. Jesus, aprovecha para hablarle a la gente de la necesidad de evaluar bien las cosas y juzgar qué es lo más justo hacer. Esto lo decía para exhortarlos a reconocer que el tiempo ha llegado. El tiempo (Kairos), es el momento decisivo de Jesús para la salvación. En ese mismo momento, se presentan a Él algunos a llevarle la noticia de un hecho, para ellos, muy grave. Pilato había hecho matar a los peregrinos provenientes de galilea. Este hecho, se puede situar durante el tiempo pascual, único periodo en el cual, también los laicos podían tener parte en los sacrificios del templo. Ellos podían haber sido asaltados mientras salían a la colina del templo o, si la mención de la sangre se toma al pie de la letra, ellos podrían haber sido asesinados durante el sacrificio. En este caso, al acontecimiento habría que añadirle también un agravante, el sacrilegio. Las fuentes de la época de Pilatos no nos hablan de un hecho de este género, pero el hecho es verosímil, porque se conoce la crueldad con la cual actuaban los romanos en las tierras conquistadas por ellos. 2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Algunas preguntas nos permitirían entrar en la enseñanza de Jesús en el evangelio de Lucas. ¿Por qué algunos de estos personajes, de los cuales no es precisada la identidad, han dado esta noticia a Jesús? Podía ser una información interesada, partiendo del hecho que Jesus era galileo: para suscitar en él una reacción hostil ante Pilatos, de modo de denunciarlo a la autoridad. O, si algunos de estos eran de los fariseos, esto podía implicar una pregunta teológica sobre la justicia Divina, visto que las desgracias, en la mentalidad del tiempo, venían leídas como un castigo; ¿Cómo entender la muerte de estos peregrinos, justo en el momento que estaban demostrando su devoción a Dios? Jesus como lo solía hacer, huye de la casuística y aprovecha la noticia para ponerla al servicio de su anuncio. Tomando la palabra les dice: “¿creen que estos galileos eran más pecadores de todos los galileos, por haber sufrido tal suerte?” No, y yo les digo, si ustedes no se convierten, morirán todos del mismo modo. Jesus, excluye que la muerte de aquellos Galileos sea un castigo. Pero esta muerte debe servir de signo, de advertencia para los presentes, para que comprendan la importancia del tiempo que están viviendo. Ellos deben acoger la ocasión que les viene dada por la predicación de Jesus y deben tomar una posición, o sea se deben convertir. Que es también la invitación para nosotros hoy. Es la insistencia de Jesús con su cuestionamiento, “¿Aquellas 18 personas, sobre las cuales cayó la Torre de Siloé y los mató, creen que eran más culpables de todos los habitantes de Jerusalén? No, yo les digo, pero si no se convierten, perecerán todos de la misma manera”. La respuesta de Jesus es idéntica a la precedente. Todos son pecadores y tienen necesidad de conversión. No en un sentido genérico de mejorar el propio comportamiento, sino en el sentido radical expresado en el anuncio de Jesus: el Reino de Dios está cerca. Jesus ratifica su insistencia a la conversión en esta parábola: “un hombre tenía una higuera plantada en su viñedo, y fue a ver si daba higos, pero no encontró ninguno”. La enseñanza de este versículo, viene ahora ilustrado con la parábola de la higuera estéril. La imagen de la higuera, o en general del árbol, es usual en la biblia, siempre indica a Israel. Se encuentra también en el episodio de la higuera maldita, (Mc. 11,12). El árbol que no da fruto se encuentra también en la predicación de Juan el Bautista (Lc. 3,9). Esto muestra que la alusión a Israel es clara: el pueblo es como la higuera que no da frutos. 3. ¿Qué me sugiere la Palabra, que debo decirle a la comunidad? El nuevo pueblo de Dios, que es la Iglesia, está llamado a dar fruto en el tiempo de Dios. “Así que le dijo al hombre que cuidaba el viñedo: “mira, por tres años seguidos, he venido a esta higuera en busca de frutos, pero nunca lo encuentro, córtala, pues; ¿para qué ocupar terreno inútilmente?” El patrón, afirma explícitamente lo mismo del versículo anterior, no hay frutos en la higuera. Los tres años, no van entendidos en sentido simbólico, sino más bien en sentido práctico. Un árbol puede también no dar frutos en un año, pero si no los da por tres años, es porque se ha convertido en estéril, y por lo tanto vuelve el terreno improductivo, por lo tanto es mejor cortarlo. Una gran enseñanza para este domingo es la misericordia Divina. Dios es ante todo misericordioso y sabe esperar; es la insistencia que viene haciendo el Papa Francisco desde la proclamación del Año de la Misericordia, esperar el tiempo de Dios. Dice San Lucas que aquel que cuidaba el terreno respondió: “Señor déjala todavía este año, voy a aflojarle la tierra y a echarle abono. Con esto tal vez dará fruto; y si no la cortaras”. Al árbol le viene concedida una tregua de un año y un cuidado específico, una última oportunidad. Si da fruto, bien, de lo contrario será cortado. La parábola no tiene necesidad de explicación. Refleja la visión mesiánica de Jesus. Israel, en general está alejada de Dios; Dios le ofrece a través del ministerio de Jesus una posibilidad de reconciliación. Este es el tiempo decisivo antes de la venida del Reino, el año de gracia, del cual Lucas hablaba ya en el capítulo 4. Para nosotros, Iglesia que peregrina en este mundo, es tiempo también de dar fruto convirtiéndonos a la misericordia, y volviendo el corazón hacia los pobres, hacia todos los que esperan un apalabra de salvación. 4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? El encuentro con Jesús exige dar frutos. Él espera, aun en mi aridez espiritual y moral, Él me cuestiona ¿Me sucede también a mí de pensar que si a alguno le llega una desgracia o una enfermedad, éstas son un castigo por culpa de mis pecados? También preguntarme ¿De qué cosa debo convertirme?, ¿qué cosa debo hacer para dar verdadero fruto? Las respuestas solo se lograran en un ambiente de oración y compenetración con la voluntad de Dios. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Tratándose del tema de la conversión se podría tener un signo de la luz encendido, acompañado por una frase en cartelera que invite al cambio de vida que Dios espera de nosotros. 2. A través de la parábola de la higuera estéril cada fiel es invitado a superar la dureza de la mente y del corazón, para que, acogiendo la Palabra de Dios y dando espacio al Espíritu, sea capaz de dar frutos de verdadera y continua conversión. 3. Se sugiere el Prefacio de Cuaresma I, “Significado espiritual de la Cuaresma”. Misal, pág. 368. 4. Puede hacerse la Plegaria Eucarística “De la Reconciliación” I, que aunque tiene prefacio propio, puede realizarse con uno de Cuaresma, Misal pág. 501. 5. Se podría emplear como oración de bendición sobre el pueblo, la propia para este domingo, Misal, pág. 96 6. Recordar que en este domingo se celebra el primer escrutinio de preparación para el Bautismo de los catecúmenos que serán admitidos, en la Vigilia Pascual, a los sacramentos de la Iniciación Cristiana, usando las oraciones e intercesiones propias, como se encuentran en las pp. 801-803 del Misal, Romano. 7. Motivar la participación en el Sacramento de la Penitencia. Si los sacerdotes de varias parroquias vecinas coordinan y se hacen presentes en grupo, en cada una de las parroquias y se realiza una celebración penitencial, se facilita a los fieles la confesión y se da un signo muy valioso de comunión ministerial. 8. Tener presente que mañana lunes, 25 de marzo, se celebra la solemnidad de la Anunciación del Señor.

Vie 15 Mar 2019

Si no hay conversión verdadera el destino será la muerte

Primera lectura: Génesis 15,5-12.17-18 Salmo: 27(26),1.7-8.9abc.13-14 (R. 1a) Segunda lectura: Filipenses 3,17 - 4,1 Evangelio: Lucas 9,28b-36 Introducción El encuentro con la Palabra, especialmente el Evangelio, que la Iglesia nos propone para este Segundo Domingo de Cuasresma, nos sugiere algunas ideas de reflexión: • El evangelista San Lucas presenta el Tabor como el sitio privilegiado del encuentro con el Señor; por ello podemos tomarlo como la meta de la cuaresma. • El hecho más importante no es solamente la transfiguración de Jesús en sí misma, sino la situación a la que lleva: a la oración y a la acción. • La fuerza de la Transfiguración es evidente, los tres discípulos pasan de un estado de “somnolencia” a un estado de “estupor trasfigurado”; de éxtasis ante la presencia del Señor glorificado. 1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Uno de los objetivos de la cuaresma es subir sobre el monte Tabor, es decir avanzar hacia un estado de espiritualidad más alto. Hemos entrado en el desierto de la cuaresma para subir allí, sobre esta pequeña colina de Galilea. El Tabor evoca el momento de Jesús, grande Rabí, carismático profeta, que revela su verdadera identidad, que supera el límite humano y se muestra glorioso ante la vista desconcertada y sorprendida de los apóstoles. En el Tabor se revela la diversidad de Dios, la imagen de su inmensa Gloria, su indescriptible belleza. El evangelista San Lucas presenta el Tabor como el sitio privilegiado del encuentro con el Señor; por ello podemos tomarlo como la meta de la cuaresma, lugar del encuentro. Esto es pertinente decirlo, porque muchas veces nos quedamos solo en la auto flagelación, y equiparamos la fe cristiana, solo con la cruz y el dolor, olvidándonos del resucitado, y pensamos en la cuaresma, sólo como el tiempo de la renuncia y no como el tiempo de la oportunidad de conversión, de la lucha interior por vencer en la carrera cristiana que lleva a la meta que es Jesús resucitado, y así contemplar su gloria. Vendrá el tiempo del dolor, sobre otro monte, un pequeño monte llamado Gólgota, donde veremos el crucificado, dirigiremos la mirada a aquel que han atravesado. Pero, ciertamente se debe recordar la belleza de Dios, su embriagante presencia. La liturgia bellamente une la transfiguración al inicio del camino cuaresmal, para indicarnos el lugar de encuentro. Si adoptamos los gestos de conversión y solidaridad, de renuncia y de ayuno, de oración y de penitencia, es sólo para poder ser libres y ver la gloria del Maestro. 2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Santa madre Teresa de Calcuta decía: “Fruto del silencio es la oración; fruto de la oración es la fe; fruto de la fe es el amor; fruto del amor es el servicio y fruto del servicio es la paz”. Se puede partir de esta espléndida afirmación, para reflexionar sobre la frase de apertura del versículo de Lucas: “cerca de ocho días después, Jesús toma consigo a Pedro, Juan y Santiago y sube sobre el monte a orar. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se vivieron resplandecientes”. El hecho más importante no es solamente su transfiguración en sí misma, sino la situación a la que lleva, la oración y a la acción, en medio del silencio de la montaña. El evangelio de hoy inicia diciéndonos que Jesús subió a una montaña a orar. Si queremos hacer un discernimiento, de los acontecimientos espirituales más importantes de la vida de Cristo, vemos que estos están acompañados de la oración y la acción en concreto. Todas las vivencias de Jesús, transfiguración, pasión en el huerto de los Olivos, profesión de fe de Pedro, traición de pedro, etc., van acompañados de la oración, aunque todos terminan sobre una cruz, cuando al final de su vida humana, Cristo tiene aún una actitud de oración y suplica por sus verdugos. Podríamos decir que, orar es nuestra capacidad de transfigurarnos, cada vez que somos capaces de crear la experiencia de contacto con Dios. Esta es una buena oportunidad para preguntarnos qué es la oración, cómo entenderla ¿sólo como una técnica de relajación? o ¿una actitud mental para el bien físico o psíquico? o ¿para la concentración y autoconciencia? Desde la experiencia cristiana podemos ver algunos aspectos. El primero, la búsqueda de la soledad. Jesus busca estar sólo para el encuentro con el Padre. La soledad no para alejarse de los demás, sino para encontrar a los demás. La soledad es el espacio donde cada uno de nosotros puede encontrarse con Jesus. En todos los textos del Evangelio, Cristo pone una condición a la oración: el recogimiento y la humildad, no la obstinación ritual de la cual, muchas veces, se puede exagerar. Pensemos a la espléndida oración comunitaria del Padre Nuestro que Cristo invita a hacerla vida en cada cristiano. Y el segundo aspecto de la oración, que ilumina la liturgia de la palabra este domingo, es el deseo de escuchar. Es siempre Jesus el que se pone en actitud de escucha del que lo invoca. Cada vez implica un dialogo que lleva la persona a descubrirse. El Papa Francisco frecuentemente nos interpela, con tres verbos, que son esenciales para una actitud de oración: discernir, acompañar e integrar. Esto solo se puede hacer en una actitud de escucha a Dios y al mundo. Por esto, podríamos decir, que orar no es sólo para ver, ni tocar, sino más que todo para escuchar. No en vano el primer modelo de oración en el AT, en la proclamación de la Palabra es: “escucha Israel”. Podríamos decir con los ojos nos adentramos en el mundo y con los oídos incorporamos el mundo dentro de nosotros. 3. ¿Qué me sugiere la Palabra, que debo decirle a la comunidad? El Papa Francisco nos viene invitando a una cultura del encuentro, que pasa por el encuentro con el otro, en una relación interpersonal, encuentro con lo otro, con la naturaleza, con el cuidado de la casa común y lo más importante, el encuentro con el Otro en mayúscula, con el trascendente que le da sentido a la vida humana. En el Tabor se da un encuentro personal y místico que cambia totalmente la actitud de los discípulos. Hay una fuerza especial en la Transfiguración. Los tres discípulos pasan de un estado de “somnolencia” a un estado de “estupor trasfigurativo”, y un estado de súplica, de querer vivir por siempre aquel momento; “Qué bien se está aquí…”, qué bueno seguir en este estado. En efecto, orar bien nos hace, efectivamente, más lúcidos, más fuertes y más independientes. Orar bien es la capacidad de estar lúcidos para poder distinguir lo que es necesario de lo superfluo o aparentemente necesario, y crea los presupuestos para saber acoger la esencia, la sustancia de las cosas. Es la capacidad de ser más fuertes y consientes para afrontar las adversidades que la vida nos pone en cada momento, sobre todo cuando nuestras opciones de vida van contracorriente, ser capaces de avanzar abrazados a la cruz de Cristo, en su pasión, muerte y resurrección. Orar bien es la capacidad de ser independientes, consientes, originales para no decaer ante el “se dice, se cree, se piensa”, es decir, ser de este mundo, pero no conformarse con este mundo, como lo pide Jesús. 4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? El mejor encuentro con Jesús es en la oración… una oración que lleve a preguntarnos: ¿Cómo persona, sé acoger la importancia de Cristo en la Transfiguración que me indica un cambio radical en mi fe humana? ¿Cómo pareja, sabemos acoger la experiencia de la transfiguración, modificando nuestras actitudes individualistas en actitudes de atención reciproca hacia los demás? ¿Como Iglesia se educar al pueblo en la oración entendida como dialogo con Dios y no como un simple ritual externo y más o menos coreográfico? RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Para este segundo domingo de cuaresma, sería interesante una cartelera alusiva a la oración y la conversión. 2. Este domingo nos recuerda que la gloria resplandeciente del cuerpo de Jesús es la misma que él quiere compartir con todos los bautizados en su Muerte y Resurrección. 3. Para el acto penitencial se podría seguir la tercera fórmula, con las invocaciones del Tiempo de Cuaresma I, Misal, pág. 348. 4. Con las oraciones propias para la Misa, también tiene propio, el Prefacio: La Transfiguración del Señor, Misal pág. 89. 5. Se podría emplear como oración de bendición sobre el pueblo, la propia para este domingo, Misal, pág. 88; igualmente, se ofrecen para cada día de la semana. 6. Proponer a los fieles la práctica de las obras de misericordia en este Tiempo de Cuaresma, muy recomendadas por el Papa Francisco. 7. Tener presente que, el martes 19 de marzo, se celebra la solemnidad de San José, esposo de la Santísima Virgen María.

Mié 6 Mar 2019

Cristo es Señor que ha vencido la tentación

Primera lectura: Deuteronomio 26,4-10 Salmo: 91(90),1-2.10-11.12-13.14-15 Segunda lectura: Romanos 10,8-13 Evangelio: Lucas 4,1-13 Introducción: Durante este primer domingo de cuaresma se nos recuerda que el hombre está sometido a la tentación a lo largo de su vida terrena. La Palabra de Dios nos presenta a Cristo como modelo de Hombre perfecto, que sometido a la tentación venció al tentador. Cristo, “al rechazar las tentaciones del enemigo, nos enseñó a sofocar la fuerza del pecado” (Prefacio del Primer Domingo de Cuaresma). En la oración y en la gracia de Dios, encontramos la fuerza para vencer la tentación (CEC 2846-2849). De las lecturas de este domingo señalamos tres ejes temáticos: • Dios interviene en la historia y salva al hombre sacándolo de la esclavitud a la libertad. • Si Jesús es el Señor, no hay otro nombre por el que seamos salvados. • Cristo es Señor que ha vencido la tentación y nos enseña a vencer al tentador. 1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La lectura del Deuteronomio nos recuerda la historia del pueblo desde que era un arameo errante, sin tierra y sin identidad, hasta que fue constituido en pueblo elegido. Este pueblo, pasa de la esclavitud a la libertad, de la servidumbre a la abundancia, de la opresión en el extranjero al señorío en la tierra propia. La lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos proclama el señorío de Jesucristo por el cual el hombre se salva, en Él no hay división entre judíos o griegos, ya que todos podemos obtener la salvación. El texto del Evangelio según San Lucas nos presenta las tentaciones de Jesús en el desierto al inicio de su ministerio público. La tentación es una prueba de la fidelidad por parte del diablo que es el tentador, -aquel que se opone al plan salvífico de Dios-. En el Evangelio, Jesús, el Hijo de Dios, es sometido a la tentación con la consiguiente victoria sobre el tentador. San Lucas resalta de modo especial la figura de Jesús lleno del Espíritu Santo que lo había ungido en el bautismo y empujado por él “fue llevado al desierto”, de modo que Jesús está movido por la acción del Espíritu que obra en Él y lo lleva al lugar de la prueba y allí el Hijo de Dios sale vencedor. El desierto evoca el lugar donde estuvo el pueblo de Israel durante cuarenta años; es también el lugar donde estuvieron Moisés y Elías y, antes del Mesías estuvo Juan el Bautista. El desierto en la Sagrada Escritura, representa el lugar de encuentro de la persona con Dios y consigo misma; es un sitio para la reflexión y la oración. El evangelista señala que Jesús estuvo en “el desierto durante cuarenta días”, tiempo que evoca los días que estuvo Moisés en el Sinaí; también evoca el tiempo que caminó Elías para llegar al Horeb. El desierto puede ser el lugar geográfico donde habitan las alimañas y los animales salvajes (cf. Lv 16,16; Is 13,21; 34,14; Tob 8,3) o el lugar de encuentro y contacto con Dios (cf. Os. 2, 14-15). Durante su estadía en el desierto Jesús “estuvo sin comer”, este detalle, nos habla de la importancia del ayuno como privación del alimento para el fortalecimiento de la voluntad que ayuda a combatir al tentador. El tentador se opone a Dios y quiere truncar su plan de salvación, de modo que se aprovecha del momento de más “debilidad” de Jesús, pues en el momento que “sintió hambre” se acerca para ponerle la primera tentación. Es en el momento de mayor fragilidad cuando el demonio presenta la tentación a Jesús, pues en el momento de mayor fortaleza sería más difícil que logre hacerlo caer. Sin embargo, no se debe perder de vista que Jesús estaba guiado por el poder del Espíritu que lo llevó a cumplir la misión que El Padre, le encomendó. Una vez terminado el periodo de los cuarenta días, “al cabo de ellos, sintió hambre” y llega el momento de la tentación. El diablo quiere confundir a Jesús, “Si eres Hijo de Dios”, pone a prueba su condición filial con un tono de sarcasmo e ironía; quiere poner a prueba la divinidad de Jesucristo y es en ese momento, cuando vienen las tres tentaciones: • “Di a esta piedra que se convierta en pan”: aquí se representan todas las necesidades básicas de la persona; ya que el alimento es lo necesario para subsistir. Jesús supera la tentación de Israel que anhelaba el alimento de Egipto (cf. Nm 11). • “Te daré el poder y la gloria de estos reinos”, representa la tentación del poder. El demonio se hace dueño político y dios del mundo, no reconoce que todo poder temporal viene de Dios. Jesús usando el recurso de la Escritura supera la tentación de la búsqueda del poder y la riqueza que contradicen su señorío. • “Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo”, esta tentación representa la falsa idea de Dios, en el deseo de tergiversar la Palabra de Dios y dudar de su veracidad. El relato bíblico nos muestra que Jesús no utilizó su filiación como un privilegio para demostrar su poder, más bien, como Verdadero Hombre, nos enseñó a llenarnos del Espíritu de Dios y, mediante la oración y la penitencia, ser capaces de vencer al tentador con la ayuda de la gracia de Dios. Así, nuestra humanidad encuentra en Cristo al Hombre Perfecto, que superó la tentación de Adán y, como Nuevo Adán, nos lleva a revestirnos de su fuerza para vencer la tentación. El relato concluye afirmando que “acabada toda tentación, el diablo se alejó de él hasta un tiempo oportuno”. Esto significa que, aunque por el momento ha sido vencido el tentador, la acción del mal continúa, ya que como opositor a Dios, busca el momento para volver a presentarse y tentar a Jesús durante el ministerio público. Es importante caer en cuenta que el diablo se acerca a tentar a Cristo, después de que es Ungido por el poder del Espíritu y antes de iniciar su ministerio público en Nazaret, lo que significa que, cuando Jesús esta más cerca de cumplir la misión que el Padre le ha encomendado, es cuando el diablo quiere tentarlo, para impedir que el proyecto de salvación se lleve a cabo. 2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Jesús es llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado. De igual modo, nosotros a lo largo de nuestra vida estamos sometidos a la tentación. Debemos saber que la tentación, no es mala en sí misma ni procede de Dios, lo que nos hace caer en el pecado es consentir la tentación, por ello, en el Padre Nuestro, le pedimos al Padre que nos de la fuerza para no caer en la tentación. La tentación se puede constituir en el momento oportuno para mostrar nuestra fidelidad al Padre, al igual que Cristo fue fiel al proyecto salvífico de Dios. Para poder resistir a la tentación, -al igual que Cristo-, debemos estar llenos del Espíritu que nos ha ungido en el bautismo y mediante la ayuda de la oración y la gracia de Dios, podremos vencer al tentador. Al igual que Jesús se deja llevar por el Espíritu al desierto, también nosotros debemos dejarnos conducir por el Espíritu, para entrar en el tiempo de la cuaresma como en un tiempo de desierto, que más que como lugar geográfico, debe ser el lugar donde a solas nos encontramos con Dios, para la escucha de su Palabra que nos ayuda en el combate contra el tentador. El Evangelio nos muestra claramente que cuando más cerca queremos estar de Dios, más se presenta el diablo para oponerse y tentarnos para hacernos caer y, lograr que desistamos en nuestro seguimiento del Señor. Nos debe llevar a la reflexión, el hecho de que Jesús fue tentado por el mal cuando estaba en un momento de fragilidad o debilidad humana, es decir, que el demonio aprovecha nuestra debilidad para tentarnos. A quien ya está bajo la acción del mal, el demonio ya no tiene necesidad de tentarlo, pero quien se deja llevar por el Espíritu de Dios, sabe que en todo momento estará sometido a la tentación. Las tres tentaciones a las que estuvo sometido Cristo, son las mismas tentaciones a las que continuamente estamos sometidos nosotros. La cuaresma es el momento oportuno para que mediante la penitencia, la oración, la limosna y el ayuno, fortalezcamos el espíritu para vencer al tentador. 3. ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decirle a la comunidad? El Prefacio V de cuaresma señala que en la Iglesia caminamos en “un nuevo éxodo a través del desierto cuaresmal”. Esto nos recuerda que la cuaresma debe ser un espacio de desierto donde entremos en la austeridad y el espíritu penitencial de estos días, para escuchar la Palabra de Dios que nos da la ayuda a vencer la tentación. El Papa Francisco nos recuerda que la “cuaresma, es tiempo para ajustar los sentidos, abrir los ojos frente a tantas injusticias que atentan directamente contra el sueño y el proyecto de Dios. Tiempo para desenmascarar esas tres grandes formas de tentaciones que rompen, dividen la imagen que Dios ha querido plasmar. Las Tres tentaciones que sufrió Cristo. Tres tentaciones del cristiano que intentan arruinar la verdad a la que hemos sido llamados. Tres tentaciones que buscan degradar y degradarnos” (Homilía del Papa Francisco el 14 de febrero de 2016 - Primer domingo de cuaresma). La cuaresma debe ser un tiempo de retiro espiritual en el que fortalezcamos nuestro espíritu para poder luchar contra las tentaciones del maligno. San Agustín nos dice: “Si fuimos tentados en El, vencimos también al diablo en El. ¿Te fijas en que Cristo es tentado y, sin embargo, no consideras su triunfo?... Hubiera podido Cristo impedir la acción tentadora del diablo; pero entonces tú, que estás sujeto a la tentación, no hubieras aprendido de El a vencerla” (San Agustín, Coment. sobre el Salmo 60). El santo cura de Ars en sus sermones nos invita a no dejarnos vencer: “No hemos de forjarnos la ilusión de que vamos a quedar libres de tentaciones que, de una u otra manera, nos atormentan mientras vivamos; por consiguiente, es preciso combatir hasta la muerte. Apenas nos sintamos tentados, hemos de recurrir pronto a Dios, y no cesar de pedir su auxilio mientras dure la tentación, puesto que si el demonio persevera en tentarnos, es siempre con la esperanza de hacernos sucumbir” (Santo Cura de Ars, Sermón sobre las tentaciones). 4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? El cristiano que ha sido revestido de Cristo desde el momento del bautismo, tiene la misión de trabajar por anunciar el Evangelio y construir el Reino de Dios en medio del mundo. El diablo siempre se opondrá al cumplimiento de ese proyecto salvífico de Dios y por eso, nos presenta la tentación a la que continuamente estamos enfrentados, de modo que, en este domingo, hemos de mirar a Cristo, que al asumir nuestra humanidad, asumió también la tentación a la que somos sometidos, para enseñarnos a vencerla con la fuerza de su Espíritu. Es aquí donde nosotros, debemos saber que siempre que deseemos trabajar en la edificación del Reino de Dios, estaremos sometidos a la lucha contra el mal. Pero nos debe animar, el hecho de saber que no estamos solos y al igual que Cristo venció, también nosotros podemos resistir a la tentación. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Invitar al pueblo de Dios a vivir la cuaresma como camino de conversión eclesial a través de la escucha de la Palabra, la oración y ayuno. 2. Tener presente que este primer domingo de cuaresma es una llamada a la solidaridad que Jesús comparte con nosotros en la tentación. 3. Se sugiere como fórmula de saludo, la propia para el Tiempo de Cuaresma: La gracia y el amor de Jesucristo que nos llama a la conversión, estén con todos ustedes, Misal, pág. 333. 4. Con las oraciones propias para la Misa, también tiene propio el Prefacio: Las Tentaciones del Señor, Misal pág. 79. 5. Se podría emplear como oración de bendición sobre el pueblo, la propia para este domingo, Misal, pág. 80; igualmente, se ofrecen para cada día de la semana. 6. Este domingo se celebra el rito «de la elección» o «inscripción del nombre» para los catecúmenos que serán admitidos a los sacramentos de iniciación cristiana en la Vigilia Pascual, empleando las oraciones e intercesiones propias, como se encuentran en las páginas 799-800 del Misal, Romano. 7. Recordar a los fieles que durante la Cuaresma se desarrolla la Campaña de la Comunicación Cristiana de Bienes. También que, los viernes de Cuaresma son días de abstinencia de carne, que obliga a todos los mayores de catorce años. 8. Según una laudable tradición de la Iglesia, los que deseen celebrar de una manera más prolongada y festiva la vigilia de los domingos de Cuaresma, pueden hacerlo celebrando el Oficio de Lectura hasta concluir las dos lecturas se añaden los cánticos y el evangelio; igualmente, puede hacerse una homilía sobre el evangelio. Se dice la oración y se concluye con la Hora como en el Ordinario. Para el tiempo de Cuaresma, ver Liturgia de las Horas II, Apéndice I, Cánticos y evangelios para la celebración de las vigilias, pág. 2049 ss.

Lun 4 Mar 2019

Es tiempo para volver a Dios

Monición introductoria de la Misa Al iniciar nuestro camino cuaresmal, somos marcados con la ceniza que nos recuerda que somos seres humanos llenos de fragilidad. En esta celebración iniciamos un itinerario de purificación interior que, mediante la oración, el ayuno y la limosna, nos ayudan a la penitencia sincera que nos impulsa a buscar la conversión del corazón. Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra de Dios nos llama a llama a la reconciliación aprovechando este tiempo de salvación, la penitencia de estos días cuaresmales expresada mediante el ayuno, la oración y la limosna debe servirnos como medio de purificación interior para buscar la conversión de corazón. Primera lectura: Joel 2,12-18 Salmo: 51(50),3-4.5-6a.12-13.14+17 (R. cf. 3a) Segunda lectura: 2Corintios 5,20 - 6,2 Evangelio: Mateo 6,1-6.16-18 Reflexión Hoy iniciamos nuestro itinerario cuaresmal como camino hacia la Pascua y la Palabra de Dios nos hace caer en la cuenta de la realidad del pecado que nos hace volver la mirada a Dios para purificar nuestra vida mediante una reconciliación sincera con el Señor. El Evangelio nos habla de algunas prácticas religiosas que la Iglesia nos recomienda para el tiempo de la cuaresma: La limosna, la oración y el ayuno (CEC 1438). De aquí se desprenden tres ideas temáticas: • Es tiempo para volver a Dios, así lo recuerda la primera Lectura del profeta Joel. • Es el tiempo favorable, es el día de la salvación, tal como nos exhorta San Pablo en su segunda carta a los Corintios. • Es tiempo para la purificación interior mediante la limosna, el ayuno y la oración, así nos lo pide el Evangelio. 1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? - La primera lectura del profeta Joel nos hace una fuerte llamado de atención para volver la mirada a Dios. Ante la descripción de la plaga, el profeta impresionado por esta situación, es insistente en llamar a la penitencia interior mediante una conversión sincera como retorno hacia Dios. El profeta invita a “rasgar los corazones no las vestiduras”, este es un signo claro de la conversión interior. La expresión “volver” invita al regreso, ya que el pecado es considerado como un destierro y ahora es el momento para volver de “corazón” mediante un firme propósito de cambio que ayude al hombre a permanecer en Dios. Joel ofrece tres motivos para la conversión: El primero de parte de Dios que es compasivo y misericordioso, siempre dispuesto al perdón para el pecador arrepentido; el segundo de parte de la plaga que aún no lo ha destruido todo y el pueblo tiene posibilidad de presentar una libación; y el tercer motivo es que Israel será admirado por todos los pueblos a causa de la respuesta salvífica de Dios. Para lograr todo esto se hace necesaria la conversión de todo el pueblo desde los niños hasta los más ancianos mediante un tiempo de penitencia y purificación interior. El texto concluye con la misericordia de Dios que tiene compasión de su pueblo. - La segunda lectura de San Pablo a los Corintios nos exhorta a la reconciliación, aquí reconciliarse es el reconocimiento del mal cometido para ser una nueva creatura en Cristo, ya que con la muerte de Cristo y su resurrección todos somos constituidos en nuevas creaturas: esta reconciliación con Dios conlleva tres realidades: Reconocer la actualidad del misterio de la Cruz de Cristo, no recibir en vano la gracia de Dios, aprovechar el momento oportuno en el hoy de la salvación. - El pasaje evangélico está ubicado dentro del contexto del Sermón de la montaña en lo que se conoce como “la justicia de la ley”, o su práctica perfecta. Jesús no ha venido a abolir la ley sino a darle cumplimiento (Mt. 5, 17). El texto del Evangelio se ocupa de tres expresiones propias de la religiosidad judía inscritas dentro del ámbito de la retribución: si hace para ser visto por los hombres obtendrá una recompensa humana pero quien las hace para ser visto por Dios debe esperar la recompensa del Padre celestial. En la Sagrada Escritura “la justicia” implica la rectitud de vida, caminar delante de Dios como hijos suyos sin buscar formalismos externos sino con el deseo de cumplir su voluntad. En el tiempo de Jesús no había una organización eclesial para la distribución de las limosnas, por eso era costumbre “tocar la trompeta” o anunciar públicamente que se hacía una limosna. Jesús no está atacando tal práctica sino la forma en que se hace, pues lo importante no es la actitud exterior sino la disposición interior y la generosidad con la que se hace. Es aquí donde Jesús manda que al hacer la limosna se mantenga en secreto “que tu mano izquierda, no sepa lo que hace tu derecha”. El que haga limosna de modo externo para ser calificado por los hombres es designado como “hipócrita”; es decir, aquel que es doble o que actúa de comediante y obra por el espectáculo buscando su recompensa personal. En este sentido la verdadera limosna es aquella que da con una actitud de desprendimiento y desinterés, la que brota de la generosidad de aquellos que se reconocen como hijos y saben que hay hermanos más necesitados con quienes se debe compartir los bienes que se han recibido con don de Dios. En segundo lugar, se habla de otra práctica muy común entre los piadosos judíos; la oración, esta se hacía en varios momentos del día: en la mañana, al mediodía y a la noche, tanto en la sinagoga como en cualquier lugar. Para los judíos la oración era un medio de auto-prestigio para exhibirse como personas piadosas. La instrucción correcta para la oración no es tanto del lugar sino de la actitud para la oración… “entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto”. El texto no está en contra de la oración judía sino del modo como el orante se dirige a Dios. La auténtica oración debe ser la que se dirige a Dios y busca la comunicación con Él, no con el deseo de aparecer como piadoso sino con el deseo de salir de sí mismo, para entrar en diálogo con el Padre desde lo profundo del corazón. En tercer lugar, se habla de la práctica del ayuno público que en momentos de situaciones extremas, como la sequía, se practicaba con rigor vistiéndose de saco y sayal cubriendo la cabeza con ceniza para mostrar una actitud externa de tristeza y arrepentimiento. En el A.T. se distinguía el ayuno verdadero del falso (Is 58, 5-6). Jesús invita al ayuno sincero mediante una actitud interior que no se note en lo externo, para que el verdadero ayuno tenga su efecto ante el Padre Celestial: “cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro”. El ayuno auténtico debe ser fruto de la penitencia interior; esto implica la verdadera conversión que es motivo de alegría y se manifiesta de modo externo. Es en este sentido donde el perfumarse es signo de la alegría exterior por una actitud de conversión interior que se da desde el corazón. 2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Continuamente somos llamados a la conversión no como algo accidental o externo sino como un verdadero cambio de mentalidad que implica todo el ser y el obrar de la persona y para lograr la conversión auténtica se debe dar un paso importante mediante la reconciliación con Dios y con los hermanos. La Iglesia ha establecido el tiempo de la cuaresma como un tiempo propicio para que nosotros mediante las penitencia, busquemos la purificación de nuestra vida, lo que nos ayudará en un auténtico camino de conversión. Pero no podemos quedarnos viviendo una purificación externa, la verdadera penitencia debe nacer del corazón que desea unirse de nuevo a Dios para un sincero cambio de vida. La Palabra de Dios en el Evangelio, nos recomienda algunas prácticas que pueden ayudarnos en ese camino de purificación: la limosna, la oración y el ayuno. Prácticas que la Iglesia nos recomienda vivamente para el tiempo cuaresmal, pero no podemos caer en el peligro de los fariseos, de quedarnos en lo externo de ellas mismas y que no comprometan seriamente nuestra vida. Estas prácticas deben vivirse con una verdadera actitud de conversión. La limosna (CEC 2443-2449, 2462), nos ayuda a la caridad sincera, mediante el desprendimiento de aquello que poseemos y que nos hace falta, para compartirlo con aquellos que están más necesitados que nosotros. La auténtica limosna dada desde la generosidad del corazón, nos puede ayudar a ser más solidarios con los demás y ver la precariedad de los otros, como una oportunidad para manifestarles nuestra hermandad y el deseo de compartir los bienes que hemos recibido de Dios. La oración (CEC 2558 - 2565), nos ayuda a unirnos más a Dios saliendo de nosotros mismos y volviendo la mirada a aquel que nos ha creado, para entablar un sincero diálogo con Él y conocer el designio de su voluntad. Así, la oración se convierte en alimento del alma, pues nos ayuda a llenarnos de la presencia de Dios, ya que el hombre que ora con humildad se siente pequeño y sabe que su condición creatural le lleva al reconocimiento de la soberanía de Dios para unirse a Él, como la creatura a su Creador. El ayuno (CIC 1250-1253 y CEC 1430), como una disciplina espiritual que nos ayuda a la mortificación y la penitencia, para el fortalecimiento de la voluntad que nos ayuda a dominar nuestras pasiones. El mismo Cristo, estuvo ayunando antes de iniciar su ministerio público y así, con la fuerza del Espíritu, pudo vencer al tentador. El ayuno no es un fin en sí mismo sino un medio que nos ayuda a la purificación interior para lograr la conversión. El ayuno verdadero nos ayuda a desprendernos de lo material para reconocer la debilidad y la dependencia de Dios. 3. ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decirle a la comunidad? Iniciamos el itinerario cuaresmal, un tiempo especial en que la Iglesia nos invita a prepararnos para la Pascua, es un momento oportuno para renovar la gracia de Dios a través de la confesión de nuestros pecados. Para ayudarnos en nuestro camino de conversión la Palabra de Dios nos invita a la reconciliación aprovechando este tiempo especial de salvación. El Papa Francisco nos invita a a vivir la cuaresma como un tiempo rico para desenmascarar las tentaciones y dejar que nuestro corazón vuelva a latir al palpitar del Corazón de Jesús. Toda esta liturgia está impregnada con ese sentir y podríamos decir que se hace eco en tres palabras que se nos ofrecen para volver a «recalentar el corazón creyente»: Detente, mira y vuelve (Homilía miércoles de ceniza 2018). El pecado, es como un virus que ataca nuestra vida y destruye nuestra relación con Dios, nos aleja de Él, de la comunión con nuestros hermanos y con la creación y nos divide interiormente; por eso, las prácticas cuaresmales nos ayudan a prepararnos para una sincera purificación interior: - la oración nos ayuda a relacionarnos con Dios; - la limosna que nos ayuda a practicar la caridad con los hermanos más necesitados, especialmente durante este tiempo cuaresmal en la campaña de la comunicación cristiana de bienes, que nos ayuda a compartir los bienes que hemos recibido de Dios, sabiendo que todos somos hijos del Padre Bueno; - el ayuno nos ayuda la mortificación del cuerpo para dominar la voluntad y luchar contra las tentaciones que nos hacen caer en el pecado. Entrar en este tiempo de gracia es una oportunidad para volver la mirada a Dios que nos reconcilia de nuevo. San Agustín nos exhorta: “Sean vigilantes en orden a su salvación, sean vigilantes para que estén a tiempo. Ninguno llegue tarde al tiempo de Dios, ninguno sea perezoso en el servicio divino. Sean todos perseverantes en la oración, fieles en la constante devoción. Sean vigilantes mientras es de día; el día resplandece. Cristo es el día. Él está listo para perdonar a quienes reconocen su culpa pero también para punir a quienes defienden considerándose justos, aquellos que creen ser algo mientras no son nada” (San Agustín, InIo. evang. 12, 13 s). 4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? • Durante este tiempo de cuaresma se nos hace la invitación especial para practicar las obras de misericordia que nos ayudan a pensar en el hermano que sufre y necesita de nosotros. • Dedicar un buen espacio para la oración nos ayuda a mantener nuestro contacto con el Señor. • Practicar el ayuno y la abstinencia, como medios que fortalecen nuestra voluntad, para poder vencer las tentaciones del mal. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Dios Padre, rico en Misericordia nos ofrece este tiempo de cuaresma para volver nuestra mirada hacia Él. Por eso, suplicantes presentemos nuestras plegarias: R. Padre Misericordioso, escúchanos. 1. Por el Papa y los ministros consagrados, para que sean testimonio de la cercanía de Dios a su pueblo e instrumentos de gracia y reconciliación para el pecador arrepentido. 2. Por los gobernantes, para que con su trabajo busquen la justicia, la reconciliación y la paz entre los ciudadanos. 3. Por todos los que en este tiempo sufren, para que encuentren en nosotros la caridad fraterna que los ayude en sus dificultades. 4. Por los catecúmenos que durante este tiempo se preparan para el bautismo, para que la vivencia de la cuaresma los ayude a prepararse para revestirse de la gracia de Cristo en la Pascua. 5. Por quienes hoy iniciamos este tiempo de cuaresma, para que mediante la penitencia interior vivamos este tiempo de gracia y salvación con un decidido deseo de conversión. En un momento de silencio presentemos al Padre nuestras intenciones personales. Oración conclusiva Escucha Padre las plegarias de tu pueblo que se dirige a ti al iniciar estos días de penitencia cuaresmal y concede a tus hijos la verdadera conversión del corazón. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. La celebración de los tiempos de Cuaresma y Pascua, conforman el centro del Años Litúrgico, porque en ellos tiene lugar la celebración central de nuestra fe: el misterio de la muerte y la resurrección de Jesucristo; Tal como nos dice el número 22 de las Normas sobre el calendario: “Los cincuenta días que van desde el domingo de Resurrección hasta el domingo de Pentecostés han de ser celebrados con alegría y exultación como si se tratase de un solo y único día festivo, más aún, como ‘un gran domingo’”. Por tanto Cuaresma forma parte del ciclo pascual ya que la finalidad es la celebración del Triduo Pascual y la Pascua5 La Cuaresma es un tiempo de renovación espiritual, tiempo de conversión, de revisar nuestra vida a la luz de la Palabra de Dios. No es un tiempo de mortificación sino de desierto, de vaciarnos totalmente para que podamos dejar llenarnos de la gracia de Dios, para que caminemos cada día más hacia la conversión, para poder vivir como Jesucristo vivía6 • El tiempo de Cuaresma abarca desde el Miércoles de Ceniza hasta la Misa de la Cena del Señor, el Jueves Santo, exclusive. • Cada día de Cuaresma tiene Misa propia completa, además, se propone una oración diaria de bendición sobre el pueblo. • Durante la Cuaresma y hasta la Vigilia Pascual, exclusive, no se dice ni el gloria ni el Aleluya (se exceptúan solemnidades y fiestas). • En el tiempo de Cuaresma no se debe adornar con flores el altar, y se permiten los instrumentos musicales sólo para sostener el canto, como corresponde al carácter penitencial de este Tiempo (se exceptúan de esta norma el domingo IV de Cuaresma - Laetare – y las solemnidades y fiestas). 2. La Cuaresma es el principal tiempo de penitencia, tanto para los individuos como para toda la Iglesia. Conviene, por consiguiente, que la comunidad cristina sea preparada en este tiempo, por medio de las celebraciones penitenciales, para que participe más plenamente del misterio pascual.7 Dos ejemplos de celebraciones penitenciales adaptadas al tiempo de Pascua.8 Otros esquemas de celebraciones penitenciales Ordinarias, con Niños, con Jóvenes y con Enfermos9. 3. Desde el inicio de la Cuaresma se puede programar, cuando mejor convenga, una celebración penitencial, con confesión individual. Igualmente podría preparase para un día de este tiempo de cuaresma la celebración de la Eucaristía con la administración de la Unción de los enfermos de la parroquia que están en peligro de muerte por enfermedad o por vejez. Esta es la mejor preparación para la celebración de la Pascua. No recomendable pastoralmente el jueves santo en la mañana, como se explicará allí en su momento. 4. Tener en cuenta para este tiempo el Mensaje del Santo Padre Francisco para la Cuaresma 2019. 5. Recomendar para los viernes de cuaresma el ejercicio piadoso del santo Viacrucis del Encuentro, ofrecido por el Departamento de Liturgia de la CEC. 6. En este miércoles de ceniza, resaltar la frase: “Conviértanse a mí de todo corazón”. 7. Insistir en las palabras: conversión, penitencia, misericordia, ayuno, oración y limosna. 8. Recordar que este día y el viernes santo es de ayuno, abstinencia y obras de caridad. 9. Tener en cuenta que la ceniza se debe hacer de los ramos bendecidos el año anterior o de ramas de árboles, y que se impone sobre la frente o sobre la cabeza, directamente con los dedos (no con sellos de corcho o de otro material). Se debe corregir o evitar cualquier cosa que lleve a la práctica supersticiosa de la imposición de la ceniza. 10. La ceniza se impone dentro de la Misa o en una Liturgia de la Palabra. En la Misa de hoy se omite el acto penitencial, porque luego se tendrá la imposición de la ceniza. La bendición e imposición de la ceniza tiene lugar después de la homilía y antes de la Oración Universal o de los Fieles, como lo indican las rúbricas de los libros litúrgicos (cf. Misal,, pp. 71-74; Ceremonial de los Obispos, nn 253-259). 11. Podría tomarse el Prefacio de Cuaresma III, “Frutos de la abstinencia”, Misal, pág. 370. Igualmente, puede seguirse la Plegaria Eucarística II. 12. Se podría emplear como oración de bendición sobre el pueblo, la propia para el miércoles de ceniza, Misal, pág. 75 5 Cf. http://pastoralliturgica.cpl.es/tiempos-liturgicos/ Tiempos Litúrgicos. 6 Cf. Ídem 7 Ritual de la Reconciliación y Penitencia, Conferencia Episcopal de Colombia, Departamento de Liturgia, Bogotá, D.C., 1999, pág. 114ss. 8 Ídem. 9 Ídem. Pág. 144 ss.

Jue 28 Feb 2019

Seguir a Cristo tiene que ver con un modo de vida

Primera lectura: Sir 27, 4-7 Salmo: Sal 92(91), 2-3.13-14.15-16 (R. 146,2a) Segunda lectura: 1Corintios 15, 54-58 Evangelio: Lucas 6, 39-45 La Palabra de Dios, que es lámpara que ilumina nuestro caminar y fuerza que transforma nuestro vivir, hoy nos presenta varias ideas que orientan nuestra vida: 1. Las personas buenas y correctas se conocen por sus actos y sus frutos 2. Confiar en Dios y trabajar por la justicia 3. No juzgar y criticar sin mirarse internamente 1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Los textos que nos propone la Iglesia para este domingo nos hablan de los actos y sus frutos. En el libro de Sirácida (Eclesiástico), en relación con la sabiduría, recuerda lo importante que es analizar a las personas por su palabra, pero también por las acciones que estas realizan. El salmo es un cantico utilizado por los judíos en su día de descanso, de alabanza y acción de gracias a Dios por su amor y fidelidad permanente. Se agradece también, por aquellas personas que confían en Dios y trabajan por la justicia. La segunda lectura, que está en relación con Isaías y Oseas, refiere a la victoria de la vida sobre la muerte “La muerte ha sido aniquilada por la victoria. ¿Dónde está, muerte, tu victoria?”, así como ocurrió con Jesús. Confianza y fuerza puesta en Dios para que el trabajo perseverante tenga sus frutos, donde la muerte no tendrá fuerza sobre nosotros y surgirá la resurrección, tal como acaeció con Cristo Jesús. El evangelio de Lucas nos habla, principalmente, respecto al “ver” y el actuar. Así, un ciego no puede guiar a otro ciego. No podemos juzgar a los demás por sus defectos pequeños, si tenemos “una biga” en nuestro ojo que no nos permite ver. Por otro lado, se refiere a las personas buenas, en cuanto a sus acciones y sus palabras, si es buena hará acciones buenas y dirá cosas buenas. 2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Los textos nos guían por medio de tres ideas: el ver, el actuar y las palabras, las cuales se unen en relación al modo que se debe actuar en la vida cotidiana en nuestras relaciones personales y con Dios. Respecto al ver, Lucas se refiere a las personas ciegas, los fariseos de ayer y hoy. Aquellos sujetos que guían personas y que creen tener la verdad en sus actos y dichos, pero detrás de esto están sus intereses personales y no el mensaje de Jesús. Así también, se aplica a los ciegos que hacen caso a otros ciegos, con mucha ingenuidad e irresponsabilidad. En relación con el actuar y las palabras, éstas van unidas. En efecto, san Ignacio de Loyola decía que: “el amor se ha de poner más en los actos que en las palabras”. La palabra genera acciones y las acciones generan palabras. Las cosas que hacemos y decimos dicen mucho de cómo somos. Nuestros actos hablan de nuestro corazón y el cómo nos relacionamos con las personas. Las palabras que usamos, tiene que ver con nuestros auténticos deseos y del cómo vemos a los demás. Más allá de títulos, cargos o posiciones sociales, debemos tratarnos todos de la misma manera. El respeto y la dignidad hacia los demás se debe mostrar en todo momento, donde siempre la otra persona tiene una dignidad y una verdad que debemos admirar y atender. Es fundamental ser respetuosos ante la otra persona, ir al encuentro de ella sin prejuicios, sin juzgarlo, acogiéndole tal como es, ya que Dios también habita en él. Así nuestros actos serán fortalecidos por nuestras palabras y nuestras palabras serán creíbles por nuestros actos. 3. ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decirle a la comunidad? Ser católico, no consiste sólo en ir misa, repetir oraciones, frases o, bien, realizar ritos por costumbre. Seguir a Cristo tiene que ver con un modo de vida, unamanera de comportarse y relacionarse con los demás en el día a día. Nuestros actos y nuestra manera de hablar y relacionar, debiera decir en quién creemos. Vivimos en una sociedad en la que constantemente se nos bombardea con ideas acerca de “auténticos mensajes de salvación”, “modelos de conducta correctos” o “felicidad verdadera garantizada”. A esto se suma, el que solo se valora aquello que está dentro de estándares o medidas, dejando de lado lo auténtico, lo original o lo diferente. Por otro lado, se incentiva que la satisfacción de deseos, fines o metas, se cumplan bajo cualquier medio, no importando si eso implica pasar por sobre otras personas, aceptando sobornos, incentivando la corrupción, la injusticia y, con ello, promoviendo la división y la violencia. El prejuicio daña y produce división, sobre todo a los migrantes. En una sociedad cada vez más multicultural y diversa, donde nos toca compartir con personas de diferentes lugares, modos, ideas y culturas, debemos dejar de lado los prejuicios y las ideas preconcebidas acerca de aquellas personas que vienen de otros países o zonas del país, ya que cada persona tiene una riqueza y una verdad que vale la pena no tan solo respetar, sino, ante todo, proteger. El Papa Francisco nos recuerda que Jesús se identifica con el extranjero y el migrante, porque sufren discriminación y abandono. Ellos, al igual que cualquier persona marginada y que sufre, son el rostro de Cristo que nos pide acogerles por amor, porque ellos también son mensaje de buena noticia y de aporte a nuestra sociedad. Cerrarles las puertas, tenerles miedo o darles la espalda, es hacerlo al mismo Jesucristo. 4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? San Alberto Hurtado proponía constantemente preguntarse “¿Qué haría Cristo en mi lugar?”. Esta sencilla pero profunda pregunta, que nos referencia a Cristo, nos puede ayudar a encausar muchas veces, nuestras palabras, miradas y nuestro actuar. Constantemente debiéramos preguntarnos laicos, religiosos y sacerdotes, acerca de si mis actos y mis palabras dan testimonio de Jesús o, bien, son lo contrario. Examinar a qué personas hoy herí o bien alegré, a quién serví si a Dios o a mis deseos. No se trata de repetir citas del evangelio en cada momento, adjudicar todo a Dios, o bien echarse a morir. Cada sujeto es libre y, en esa libertad, decide cómo ser testimonio de Dios. Jesús me invita siempre a estar alerta para no dejarme embaucar por falsos maestros, profetas, ideologías que intentan confundirnos respecto a quien debemos seguir para ser felices y hacer felices a los demás. La corrupción, la injusticia, la explotación laboral, que son una tentación en el modo de obrar, sólo llevará a más dolor y violencia. Sólo por medio de relaciones dignas y justas, se construye el Reino, ya que la fe sin justicia no es posible de entender. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Ilustrar sobre los buenos y los malos actos, CEC 1755 y 1756; y sobre la formación de la conciencia y la decisión según la conciencia, CEC 1783 – 1794. 2. Mediante el signo de una vasija rota y otra entera, comentar sobre aquellas situaciones donde la comunidad se desarma y se divide, donde no son testimonios de Jesús y no acogen al Espíritu que habita en cada persona. Situaciones donde está presente el prejuicio en relación a los orígenes, pensamiento, características físicas, modos de hablar o vestir. Creando rumores o inventando historias sobre otras personas. Eso daña, a veces de manera irreparable, la imagen de las personas. 3. Se puede seguir el Prefacio Dominical III, “La salvacón del hombre por un hombre”, Misal, pág. 385; igualmete, la Plegaria Eucarística III. 4. Tener presente que el el martes 6 de marzo, es miércoles de ceniza, inicia el Tiempo de Cuaresma, día de ayuno, abstinencia y obras de misericordia; cominza la Campaña de la Comunicación Cristiana de Bienes.

Jue 21 Feb 2019

Amar es difícil y complejo; pero también es algo extraordinariamente liberador

Primera lectura: 1S 26, 2.7-9.12-13.22-23 Salmo: Sal 103(102), 1-2.3-4.8+10.12-13 (R. 8a) Segunda lectura: 1Corintios 15,45-49 Evangelio: Lucas 6,27-38 De la Palabra de Dios que se nos ofrece en esta celebración dominical, encuentro con Dios Padre, como oración y vivencia, podemos reflexionar sobre estas ideas: 1º. El amor al prójimo, incluye al enemigo 2º. El respeto por la vida de las personas no importando su condición 3º. Misericordia y la compasión como criterios fundamentales en toda relación humana 1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? En las lecturas que la Iglesia propone este domingo es posible encontrar como punto central el acto y la experiencia de amar, pero no de cualquier manera. David decide no acabar con la vida del rey Saúl, no obstante que este lo persigue y lo quiere matar, pues reconoce que está ungido por el Señor, a pesar aunque de todos sus actos. Así muestra su deseo de justicia y confianza en Dios. El Salmo nos recuerda las características y modos que tiene Dios al amar. En efecto, es misericordioso y compasivo, perdona y enseña a perdonar; nos libera de nuestros pecados y de la enfermedad que esto puede provocar en nuestras vidas. La segunda lectura se refiere a nuestra condición humana y también divina, donde el Espíritu actúa asumiendo e incorporando todo aquello que implica la condición humana, no la deja de lado. Por último, en el evangelio de Lucas, Jesús hace una invitación a amar de la manera profunda como Dios lo hace, incluyendo a quienes nos hacen daño, nos persiguen y no tienen cómo devolver lo que damos. Aquí se sintetiza toda la ley de Dios que va contra la ley del talión, de “ojo por ojo y diente por diente”. Jesús invita a salir de nuestro circulo de confort y, por tanto, a experimentar el modo que Dios tiene para amar, haciendo el bien al otro no esperando más recompensa que poder experimentar la libertad y confianza en Dios que ofrece la compasión y la misericordia. 2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Los textos de este domingo nos plantean la pregunta ¿Cómo amo?, ¿cómo me relaciono con las personas que me rodean? ¿soy testimonio del mensaje de Jesús? ¿Me aprovecho de las personas más débiles?, ¿soy comprensivo con aquellas personas con quienes más me cuesta relacionarme?, ¿soy capaz de perdonar a quienes me han hecho daño?, ¿amo a mi enemigo? Amar a quienes nos han hecho daño es complejo, es difícil. Es más fácil, pareciera, juzgar y criticar a las demás personas, sus actitudes, ideas y acciones. Calificar a otras personas e incluso a nosotros mismos, comparando aquello que otros tienen y nosotros no. Qué fácil es no amarnos tal como somos y no amar a otras personas tal como ellas son. Amar es difícil y complejo; pero también es algo extraordinariamente liberador y bello de experimentar. Es uno de los regalos más asombrosos que nos entrega Dios, ya que al amar es posible sentirnos como Él, porque Dios es amor. Cuando Jesús habla de amar al enemigo o a quienes nos hacen mal, tiene que entenderse en relación a tratar a los demás como uno quiere que lo traten y eso puede verse reflejado en acciones concretas; no responder gritos con más gritos, golpes con más golpes, agresión con más agresión. Cada persona es capaz de romper con el círculo de la violencia. Ya con ese hecho se está incorporando el amor en los actos y modos de proceder. Amar o desear amar como Dios, nos da la posibilidad de ser misericordiosos y compasivos, incluso, con el enemigo; nos permite vivir de una manera novedosa que rompe con los esquemas y modos que nos indica la sociedad, dando paso, así, a la libertad, rompiendo cadenas que nos atrapan a un pasado que no nos permite ser aquello a lo cual todos estamos llamados: ser seres fecundos y felices de vivir. Tenemos que aspirar a amar con lo que somos y con aquello que tenemos, pero no debemos, por ningún motivo, ponerle límites al amor, eso sería limitar el actuar de Dios en nosotros y quitarle luz a nuestra vida. La oración del Padre Nuestro, nos ayuda día a día, a pedir esto, porque sabemos que el amor, es alimento. Y Jesús que se parte y comparte en la Eucaristía es el ejemplo más claro que el amor alimenta. Amándonos a nosotros mismos y sabiéndonos amados por Dios, aprenderemos a amar y ser alimento para otras personas. Sólo de esa manera podremos comenzar procesos de perdón verdaderos, que nos permitirán enseñar a perdonar. 3. ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decirle a la comunidad? Amar al enemigo no es una obligación para ser buenos católicos, dignos de ir a misa y recibir el cuerpo de Cristo, sino que es una invitación que hace Jesús para poder experimentar la libertad del corazón y sublimar el amor a su ejemplo. Cuando una persona ha sido dañada, violentada, herida, la idea de amar al enemigo no es un asunto fácil. Pareciera una petición casi imposible e inhumana, la cual pudiera generar incluso más dolor y violencia. Sin embargo, Jesús no quiere eso para nosotros. El amar es vida y libertad, el rencor es muerte y prisión. Está en nosotros elegir aquel camino que nos hace ser personas libres, humanas y divinas, no por obligación, sino como acto autentico de libertad. El papa Francisco nos recuerda que la Misericordia es una de las características que más representa a Dios, por tanto, la invitación es a experimentar el poder liberador que tiene el amor y que nos ofrece, no por medio de la abnegación y la anulación personal sin respetar procesos y tiempos, sino por el contrario, la misericordia, y “el misericordiar”, a lo cual nos invita el papa Francisco, nos permite ser pacientes en el proceso de aceptarnos más a nosotros y, por ende, a otras personas, aprendiendo a amar, en una sociedad en donde la publicidad, por medio del consumismo, nos enseña supuestamente, a cómo ser felices teniendo y viéndonos físicamente. 4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? El amar no implica, necesariamente, estar abrazando a todo el mundo regalando cosas y diciendo “te amo”. Amar es escuchar, comprender, pedir perdón, hacerse cariño, escuchar una música, dar un abrazo o simplemente no herir. Jesús amó, porque dignificó siempre a quien se encontraba, por el sólo hecho de ser persona, no importando su credo, orientación, su origen, nacionalidad o pensamiento. El respeto hacia la otra persona, el ser misericordioso y compasivo implica dejar de lado los prejuicios y abrirse a lo que la otra persona me quiere decir. Salir de uno mismo y abrirse al misterio que es la otra persona implica creer en Dios y que su Espíritu actúa también en la otra persona, por muy diferente que esta sea. Toda persona es un misterio y está “ungida por Dios” y cuando logro salir de mi propio mundo y me abro a la novedad que es la otra persona, no solo aprendo de ella y su verdad, sino que también aprendo algo nuevo de mí, tal como nos dice Jesús “Traten a los demás como quieran que los traten a ustedes”, si yo no respeto a los demás ¿cómo podré exigir ser respetado? Si aprendo a perdonar, también podré perdonarme, porque a pesar de amar, eso no me asegura que no dañaré. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Colombia es un país creyente y religioso, donde muchas personas han sufrido, producto del conflicto armado. Por tanto, aprovechar un espacio para poner ejemplos de situaciones de la comunidad que permiten liberarse por medio del amor, del perdón, pero como una invitación que hace Jesús y no una obligación para ser buenos católicos 2. Resaltar la llamada “regla de oro” del evangelio “Traten a los demás, como quieren que ellos los traten”. Nos invita a ubicarnos en la dimensión de que el amor no se limita a excluir el mal, sino que implica un compromiso operativo para hacer el bien al prójimo. 3. Se sugiere como fórmula de saludo inicial, en en consonancia con el evangelio del día: “El Señor, que dirige nuestros corazones para que amemos a Dios, esté con todos ustedes”, Misal, pág. 337. 4. Podría seguirse el Prefación Dominical VI, “Prenda de nuestra pascua eterna”, Misal, pág. 388, por hacer mención de cómo experimentamos diariamente las pruebas cotidianas del amor de Dios; igualmente, la Plegaria Eucarística II. 5. Como invitación a la oración del Padre nuestro, en consonancia también con el evangelio del día, puede decirse la tercera fórmula: “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con la gracia del Espíritu Santo que se nos ha dado, digamos con fe y esperanza”, Misal, pág. 463.

Jue 14 Feb 2019

El hombre que pone su confianza en Dios, recibe como recompensa el reino de Dios

Primera lectura: Jeremías 17, 5-8 Salmo: Sal 1, 1-2.3.4+6 (R. cf. 39,5a) Segunda lectura: 1Corintios 15, 12.16-20 Evangelio: Lucas 6, 17.20-26 Formar parte de los bienaventurados, es experimentar y participar de la felicidad otorgada por Dios por hacer su voluntad. El hombre que pone su confianza en Dios, recibe como recompensa el reino de Dios, donde la fe juega un papel importante, que nos debe llevar a acoger y vivir los valores y principios como espíritu del evangelio. Descubrimos en el sermón del monte, en cada una de las enseñanzas de las bienaventuranzas, un signo de Cristo y una pista de su tarea en la vida de sus discípulos. Hoy en día, por las diversas culturas que ofrecen felicidades intermitentes y pasajeras, muchas personas fácilmente optan por poner su corazón y sus intereses en lo transitorio, pasando las bienaventuranzas y el Evangelio a un segundo plano. El evangelio de las bienaventuranzas, nos invita a vivir desde dentro hacia afuera, nos hablan de un mundo interior, hoy, es un desafío, pasar de vivir desde lo superficial y lo externo a una vida coherente desde los valores evangélicos. Es claro el Evangelio, cuando dice que la verdadera felicidad es obra del Espíritu Santo: Bienaventurados, dichosos, regocijaos los que trabajan por el Reino de Dios: serán consolados, saciados, experimentaran compasión, serán hijos de dios y verán a Dios…. 1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Es importante recordar que las bienaventuranzas son textos que mejor expresan la radicalidad del Evangelio; es una forma literaria, frecuente en los salmos y en algunos libros del Antiguo testamento, para mostrarnos a Jesús, rodeado de muchos de sus seguidores de la región de Judea, de Jerusalén y de la Costa de Tiro y Sidón, muchos acudían a ÉL, para que los sanara, los curara y otros para escucharle, Jesús aprovecha la oportunidad y se pone a enseñarles algunas máximas del Evangelio y del camino a partir de la realidad de salir de la dinámica del consumismo egoísta y entrar en la dinámica del compartir para lograr ser felices. Esta reflexión nos abre a una perspectiva nueva, donde siempre existe una relación entre ambas situaciones. Las bienaventuranzas quieren decir: • Es mejor ser pobre, que ser rico opresor. • Es mejor llorar que hacer llorar al otro. • Es mejor pasar hambre, a ser causa de que otros mueran de hambre. • Alégrense no por ser pobres, sino por no ser ricos egoístas. • Alégrense no por ser oprimidos, sino por no ser opresores. Porque la clave está: el valor supremo no está en lo externo sino, dentro del hombre, en lo interno. 2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Las bienaventuranzas, nos quieren enseñar un camino para hacernos partícipes de la pertenencia del reino de Dios, son un proyecto de vida, con una meta muy clara, Él nos garantiza la felicidad eterna. Esta enseñanza de Jesús brota de su corazón, es lo que lo embarga y apasiona, podemos decir que las bienaventuranzas son signos del reino de Dios, siendo Ël, el signo por excelencia del Reino. Mi tarea, nuestra tarea es aprender de Jesús a reconocer el reino de Dios en mi alrededor, está en los pobres, afligidos, tristes, en los que lloran, en fin. El Reino de Dios está en las realidades que no fácilmente las reconocemos, por la responsabilidad que éstas nos exigen en cuanto trabajo, compromiso y solidaridad que claman. Las bienaventuranzas son un camino para vivir nuestra fe, la cultura continuamente nos está invitando a lo fácil y mediocre, a aférranos a las cosas del mundo, las bienaventuranzas nos invitan a vivir desapegados de las cosas y felicidades que nos ofrece el mundo, para darnos la felicidad eterna y verdadera que nos ofrece Dios. Sólo quien pone su corazón y su confianza en Dios, puede asumir con alegría el reto de vivir las bienaventuranzas, hacer que su vida sea dichosa y bienaventurada por dejar a Dios actuar en su propia vida. 3. ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decirle a la comunidad? Todos estamos invitados a ser pobres de espíritu, es decir, a poner toda nuestra confianza en las manos de Dios, no en los bienes materiales. Las imágenes del hambre y la sed, son expresiones con un sentido espiritual, hambre y sed de Dios, para sentirnos fortalecidos por Él en las alegrías y dificultades adversas de nuestra vida. El mundo celebra y tiene sed de la cultura de los antivalores, que degeneran de una u otra manera la dignidad del ser humano, rechazando el Evangelio, dándole la espalda a Dios, ignorando las bienaventuranzas, es por esto que muchos en el mundo no conocen, ni se dan la oportunidad de experimentar la verdadera felicidad. La Iglesia trabaja por rescatar de las culturas, los verdaderos valores, afianzando así esa primera bienaventuranza; Dichosos los pobres de espíritu, porque ellos verán a Dios. Si no somos realmente pobres ante Dios, nuestra autosuficiencia no dejará que se haga realidad en nosotros, ni en los otros, el Reino de Dios. Que nos dejemos tocar por el Evangelio, que nos sintamos llamados a tener la mejor actitud, para reconocer en nuestra propia vida y en la de nuestros hermanos, una posibilidad de ser para ellos, una bendición. ¡Dichosos los que trabajan por el Reino de Dios, porque ellos verán a Dios! 4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Todos estamos llamados a escuchar con atención las invitaciones que Jesús nos hace a través del encuentro con Dios en la Palabra. Nos anima y fortalece, clarificar una vez más, que es necesaria la humildad, el abandono y la confianza en Dios, para experimentar la alegría de pertenecerle a Él, de tener todos los días la insistencia por parte de Dios, de trabajar y servir incondicionalmente por los pobres más cercanos. Nos fortalece la certeza de la presencia de Dios y de su espíritu en la misión confiada. Seguirle a Él, implica sacrificio, humildad, valentía, creatividad y todo esto sin dudarlo, me y nos hará dichosos, felices, recompensados por Él, y nos da la vida, la misión, la familia, la comunidad y una realidad para hacer allí vida las Bienaventuranzas... Nos alienta y nos llena de esperanza, que la recompensa por vivir los valores evangélicos desde su palabra, me y nos la dará Él, haciéndonos merecedores del amor y la felicidad eterna, es decir la salvación. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Convendría hacer una cartelera en la que se precisen y destaquen las Bienaventuranzas, con el título de la respuesta del Salmo 1°: “Dichoso el hombre que pone su confianza en el Señor”. 2. Insistir en el tema la esperanza cristiana se desarrolla en el anuncio de las Bienaventuranzas (CEC 1820) 3. Sería oportuno hacer hoy el Rito para la bendición y la aspersión del agua en memoria del Bautismo, que ocuparía el lugar del acto penitencial al comienzo de la Misa, siguiendo lo indicado en el Apéndice I, FormularioII. del Misal, pág. 1056. 4. Podría recitarse el credo o profesión de fe según el esquema Niceso- constantinopolitano (versión larga). 5. Se sugiere el Prefacio y la Plegaria Eucarística para diversas circunstancias IV, “Jesús, que pasó haciendo el bien”, Misal,, pág. 529, ya que nos invita a dar gracias por todas las personas de bondad y porque su Reino, que Jesús nos anuncia, se hace ahora presente al permitirnos participar de la vida que él mismo nos ha alcanzado con su muerte y resurrección.

Vie 8 Feb 2019

Es importante ser discípulo de la Palabra

Primera lectura: Isaías 6,1-2a.3-8 Salmo: 138(137),1-2a.2bc+3.4-5.7cd+8bc (R. 6a) Segunda lectura: 1Corintios 15,1-11 Evangelio: Lucas 5,1-11 Introducción • Las lecturas de la liturgia de hoy, nos presentan un desafío y unas características, que debe tener un misionero comprometido con el anuncio del Reino de Dios: El misionero debe, ante todo, encontrarse e intimar con la palabra, escucharla, y dar respuesta a los llamados personales que Dios le hace en esa reciprocidad de amistad y de diálogo. • Es importante ser discípulo de la Palabra, ser oyente activo de la Palabra, para poder ser, en medio de la realidad, testigo de la misericordia, el amor, el perdón y la humanidad de Dios actuando en nuestras vidas. • Hoy por hoy, frente a tanta indiferencia religiosa, rechazo a los valores del Evangelio, las distintas culturas y antivalores, Jesús también encuentra personas que desean escucharlo y seguirle como la multitud que lo rodea a orillas del lago Genesaret, Él sigue educando, predicando y su Palabra tiene acogida; El evangelio, nos centra en el poder de la Palabra, primero para la multitud de oyentes y luego, de manera particular, para los que serán sus apóstoles. Si queremos ser misioneros de Jesús, reconozcámosle a Él, en su palabra, en las dificultades y miserias de nuestra vida, en la bondad de su cercanía y perdón, en los llamados a aumentar nuestra fe y nuestra esperanza, a fortalecer nuestra disponibilidad para anunciarlo y decir como Jeremías ¡aquí estoy yo, envíame a mí! 1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El texto del Evangelio nos sitúa a orillas de un lago, este es el escenario, donde se encuentra un grupo significativo de personas que escuchan a Jesús, entre ellos la presencia de Simón y algunos pescadores. Jesús es el centro de atención, Él está enseñando, pide una barca porque se convierte en dificultad el número de personas que lo rodean. Cuando Jesús termina de hablar invita a Simón a bogar mar a dentro a echar las redes para pescar, a lo que Simón responde que han estado bregando toda la noche, pero que en su nombre lo intentarán de nuevo. Lanzan las redes y la pesca es abundante, se llenan las barcas y piden ayuda porque sentían se hundían por el peso. Jesús elije sus colaboradores en su misión, y lo realiza en medio de un milagro y después de una noche sin resultados, de una noche infructuosa. Son claras las instrucciones de Jesús: remar mar a dentro y echad las redes para… La intervención de Jesús en el texto aparece dos veces, al comienzo le da una orden a Pedro y al final le hace una promesa. Simón también se dirige a Jesús dos veces: Maestro hemos estado bregando toda la noche, pero en tu Palabra echare las redes; en los dos casos el poder de la Palabra es notorio. Para Simón, Jesús no es un desconocido, ya había sido testigo de la curación de su suegra, por eso cree en la Palabra de Jesús, es un llamado a creerle a Dios, a confiar en Él, sin importar que muchas veces sintamos que Él ordena cosas que son imposibles, que aparentemente no tienen esperanza o cosas absurdas según nuestra experiencia humana. Simón ve como una solución a ésta realidad, el alejarse de Jesús, es mejor volver a la comodidad y bienestar que supuestamente estaba viviendo, actitud que muchas veces es la nuestra. La reacción de Jesús no es la de alejarlo ni alejarse del ser humano por su pecado, sino la de acercarse, tenderle la mano, acompañarlo y ponerlo al servicio de su misión: No temas desde ahora serás pescador de hombres., es clara la acogida y el perdón de Dios y la promesa de su amor y su confianza para cimentar sobre él, su Iglesia... Cuando Pedro y sus dos compañeros reconocen y aceptan en su vida a Jesús, su respuesta es radical. Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, lo siguieron, los tres personajes comienzan una nueva vida que se fundamenta en la Palabra, que al mismo tiempo es una promesa de Jesús. 2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? El episodio de la pesca nos enseña cómo es la relación de Jesús con sus colaboradores. Como Pedro hace todo un proceso de reconocimiento de Jesús, lo llama SEÑOR, cae en cuenta que no es igual a Jesús, que es un pobre pecador. Es importante en un momento dado de nuestra vida, reconocernos equivocados de camino, que hay cosas en nuestra vida que no están bien, que se oponen a la voluntad de Dios... Jesús quiere que todos los hombres lo conozcan, que todos acojan la Buena Nueva de su Salvación, Él quiere abrirnos el corazón, para que entendamos que todos somos llamados a participar en su misión y actuar salvífico. Jesús lo que quiere decirle a Simón, es que debe dejar de lado muchas consideraciones humanas, lo humano, de alguna manera, no asegura el éxito, Pedro era un simple pescador, pero, eso no era nada para el poder que tenía la Palabra de Dios. 3. ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decirle a la comunidad? Démonos la oportunidad de pensar en las personas, que en éste momento están a la deriva, arrastradas por las olas de la violencia, la pobreza, la injusticia, los antivalores, tantos hombres y mujeres que se debaten entre la vida y la muerte… Estamos llamados a tenderles nuestra mano, a devolverles sus aspiraciones y la dignidad de hijos de Dios y hermanos nuestros. Animémonos a echar las redes en los mares impetuosos de tantas historias de vida, que claman nuestra solidaridad y ayuda, nuestro rescate. 4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? El motivo que hará inolvidable éste hecho, será la expresión de Jesús a pedro: Desde ahora serás pescador de hombres, misión que recibe fruto del encuentro con Jesús. Mi encuentro con Jesús me lleva a estar y acompañar seres humanos, y por ende a ser signos de salvación para ellos. Por lo tanto, me alienta y anima mucho, aunque eso me pida sacrificar mi vida, mi tiempo, mis cosas para comprometerme con el mundo del Evangelio que es ante todo un servicio. Es gratificante sentir y saber que Jesús es el pescador por excelencia, el sentirse uno pescado por el Señor, sacado de las aguas como Pedro en algún momento de la vida, para ser enviado a una misión sin desconocer que Dios está siempre presente y actuando en nuestras vidas para sacar adelante lo que Él, en su bondad y misericordia, nos confía. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Insistir en las palabras: vocación, misión, misericordia, Palabra, seguimiento. 2. Se sugiere resaltar en este domingo los silencios y la música, como elementos fundamentales de la acción litúrgica. 3. Se sugiere el Prefacio Dominical IX, La acción del Espíritu Santo en la Iglesia, Misal, pág. 391; con la Plegaria Eucarística II. 4. Compromisos para esta semana • Tener un contacto y comunicación con Dios a través de su Palabra. • Fortalecer la fe, desde la oración, el encuentro con la Palabra y la vida sacramental. • Anunciar desde nuestro estilo de vida y testimonio el Reino de Dios. • Estar dispuesto al cambio, para dejar nuestras redes y ponernos en camino para anunciar el amor de Dios, especialmente a los más necesitados. • Ser una expresión del amor, el perdón y la misericordia de Dios al interior de nuestras familias. 5. Recordar que esta semana es la Jornada Mundial del Enfermo, el lunes 11, conmemoración de Nuestra Señora Lourdes. En torno a esta celebración podría ser una fecha oportuna para la celebración de la Eucaristía con la administración de la Unción de los enfermos de la parroquia que están en peligro de muerte por enfermedad o por vejez. Si no, podría elegirse otra fecha pastoralmente oportuna, no recomendable el jueves santo en la mañana, como se explicará allí en su momento.