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predicación orante

Mié 6 Dic 2017

En Adviento debemos allanar los caminos y abrir el corazón

Primera lectura: Is 40,1-5.9-11 Salmo Sal 85(84), 9ab+10.11-12. 13-14 (R. 8) Segunda lectura: 2P 3,8-14 Evangelio: Mc 1,1-8 En este segundo domingo de adviento, la Liturgia de la Iglesia nos presenta una llamada para continuar nuestro camino de encuentro con el Señor, evitando los tropiezos externos. El camino del adviento no es de negación sino de gran expectativa y por ello se hace prioritario preparar, abrir caminos, allanar y disponer el corazón para que la Palabra se haga carne en la vida de cada ser humano y de cada comunidad. El llamado de Juan el Bautista es un grito de conversión y de retorno a lo que Dios quiere, por eso el adviento debe ser un espacio providencial para la conversión, de tal manera que el Hijo de Dios venga en la humildad de nuestra carne, pero cuando estemos dispuestos y listos para su llegada.

Mié 6 Dic 2017

La Virgen María es el modelo perfecto de realización del Reino de Dios

Primera lectura: Is 40,1-5.9-11 Salmo Sal 85(84), 9ab+10.11-12. 13-14 (R. 8) Segunda lectura: 2P 3,8-14 Evangelio: Mc 1,1-8 La celebración del año litúrgico se orienta a la implantación del Reino de Dios en el corazón y en la vida de los creyentes; busca que el Reino de Dios llegue a ser realidad en cada bautizado; y es lo que Jesucristo nos enseñó a pedir diariamente en el Padrenuestro: «venga a nosotros tu Reino». La Virgen María es el modelo perfecto de esta realización del Reino de Dios en su propia vida. En Ella se cumplió a cabalidad el Reino de Dios. Ella es su fruto maduro y primerizo. Desde el primer momento de la existencia personal de María, aparece como figura y modelo del destino de quienes constituimos la familia de Dios, que es la Iglesia, toda santa, sin mancha ni arruga. La Solemnidad de la Inmaculada Concepción no es un «paréntesis» en el tiempo de Adviento, no es algo extraño, sin relación con el Adviento, con la venida del Salvador. Al contrario, su significación cristológica es clara y explícita: «ni Cristo sin María, ni María sin Cristo».