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Opinión

Jue 10 Ago 2017

Estamos de fiesta

Por: Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - El mes de septiembre de 2017 será inolvidable para la Iglesia colombiana en particular y para el país en general. Así como todavía se recuerdan las visitas de Pablo VI en 1968 y de Juan Pablo II en 1986, la visita del Papa Francisco pasará a la historia, y a quienes nos toca vivir estos días, no nos queda sino agradecer a Dios por sus bondades para nosotros. Y ¿a quiénes nos toca vivir estos días de fiesta? Pues a todos los colombianos, y especialmente a todos los que hacemos parte de la Iglesia Católica, que recibimos a nuestro Padre y Pastor, al Guía espiritual de nuestra vidas, al Sucesor de Pedro, a quien tiene en su misión la tarea de ser puente -“Pontífice”- entre Dios y los hombres y entre todos nosotros. La Visita del Papa Francisco a Colombia tiene que marcar un antes y después. Como cristianos, después de escuchar al Vicario de Cristo en la tierra, no podemos seguir iguales, tenemos que cambiar, no podemos hacer inútil la visita del Obispo de Roma, que ha venido no sólo a visitarnos, sino a sembrar nuevamente la semilla de la esperanza, de la conversión, de la reconciliación y de la paz. Por todo esto, para recibir la visita, el país y las ciudades que lo acogerán, se han dispuesto, han organizado su casa, la han limpiado, la han mejorado. Los encuentros, reuniones y celebraciones litúrgicas se reparan con decoro y creyente entusiasmo. Si esto lo decimos de lo material, para que todo salga bien y bonito, en medio de la austeridad que el mismo Papa ha pedido, ¿qué no decir de los corazones de todos los colombianos y de los católicos? Los corazones son la tierra que el Papa visitará y que espera esté bien preparada, es decir, bien abonada para que su mensaje produzca los frutos esperados. No sobra intensificar la oración y la participación en las catequesis dispuestas para la visita. Colombia está de fiesta, la Iglesia está fiesta, todos estamos alegres porque viene a nosotros el Papa, el que fue elegido de lejos, el que habla nuestra misma lengua, el que nos conoce y sabe de nuestras alegrías y tristezas. Acojamos con alegría al Papa Francisco, y abrámosle las puertas de nuestros corazones para que entre, con él celebremos la fiesta de la fe y con él demos el primer paso “para comenzar algo nuevo en bien de todos los colombianos”. + Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar

Mié 9 Ago 2017

No politicemos al papa

Escrito por: P. Raúl Ortiz Toro - Estamos a un mes de la llegada de Francisco a Colombia. El papa no pasa desapercibido en ninguna parte; no solo porque es un personaje mediático que sabe utilizar gestos y palabras para transmitir un mensaje sino porque representa en sí, concretamente, la cercanía de una realidad trascendente. Por supuesto, no es Dios, ni pretende serlo creando un culto a su personalidad; es más, el papa no usa mucho el título de “Vicario de Cristo en la Tierra” sino que prefiere el de “obispo de Roma”, más concreto y localizado que indica su labor pastoral en una iglesia particular. Para el católico es sucesor de Pedro, para el incrédulo o indiferente es un líder nato. Ahora bien, lamento profundamente que estemos politizando al Papa, su visita apostólica y, peor aún, que hayamos politizado el tema de la paz matriculándola a partidos o procesos. La paz de Cristo se resume en aquella frase del evangelio de Juan dicha en el contexto de la Última Cena: “La paz les dejo, mi paz les doy; no la doy como la da el mundo. No se turbe su corazón ni se acobarde”. (Juan 14, 27). Aquello de que “No la doy como la da el mundo” es una buena advertencia porque la paz del mundo es frágil mientras que la paz de Dios es estable. La paz del mundo empieza por afuera (tanto para el pretencioso que piensa que la paz se consigue con la derrota del enemigo bajo las armas como para el ingenuo que cree que la paz solamente es firmar un documento) mientras que la paz de Cristo empieza por adentro. En la actualidad, nadie nos puede quitar la alegría de escuchar menos noticias de atentados guerrilleros o secuestros o desplazamientos, pero ¿por qué surgen nuevos grupos delincuenciales e insurgentes? ¿Por qué los índices de violencia intrafamiliar no caen? ¿Por qué las riñas de navaja en la calle y de trinos en las redes sociales no cesan? Porque la paz no es externa sino interna y se forma en la familia, la escuela, la iglesia, tres instituciones lamentablemente en crisis. Los niveles de odio que manejamos en Colombia son alarmantes. En las confesiones sacramentales un pecado recurrente es la enemistad, el deseo de acabar con el otro, el odio enceguecedor que hace desear el mal a los demás. Estamos enfermos de rencor y necesitamos sendos procesos de reconciliación que solo iniciarán con el reconocimiento de nuestras diferencias y el diálogo respetuoso sin imposiciones. El papa viene a Colombia a alentar un camino de reconciliación, por ello el lema de la visita es “Demos el primer paso… para que en Cristo podamos comenzar algo nuevo en bien de todos”. No viene el papa como jefe de un partido, ni vocero de un “proceso de paz” y aunque es jefe de estado no viene a imponer una ideología política. Viene como testigo de que es posible escucharnos, de que nos une el amor de Dios, de que hay que evitar que el pesimismo erradique la esperanza, que es la raíz cristiana en la que nos apoyamos quienes creemos en que sí es posible la reconciliación en Colombia. Por eso, esta visita es un gran desafío para la Iglesia: ¿Qué acciones concretas estamos haciendo para lograr la reconciliación? ¿Por qué en un país cristiano nos odiamos tanto? P. Raúl Ortiz Toro Docente del Seminario Mayor San José de Popayán [email protected]

Mar 8 Ago 2017

Los jóvenes ni … ni … ni …

Escrito por: Mons. Ismael Rueda Sierra - “Al menos medio millón de jóvenes, ni estudian, ni trabajan, ni buscan”. Así titulaba el periódico El Tiempo, en su edición del pasado 19 de julio, la presentación de un estudio realizado por el Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario, de mucho interés obviamente, pero también de particular preocupación. El estudio hace referencia a la población juvenil en las trece principales ciudades del país en las que cerca de 582.000 jóvenes entre los 15 y 24 años de edad, no están estudiando, tampoco trabajan, ni manifiestan preocupación por buscar empleo. El estudio los llama “ninis”. Es tendencia persistente en Latinoamérica y preocupa pues se da en el “contexto regional de reducción de la desigualdad y la pobreza”, señala el estudio. Numéricamente, el fenómeno afecta más a las mujeres que a los hombres, no obstante, tiene más efecto en los últimos, sobre todo de inseguridad, por la inactividad total en la que caen. Al analizar el hecho, de entrada se puede registrar el primer perjuicio que es detener el proceso educativo y frustrar los logros pertinentes para cada momento del mismo. Retomarlo no deja de ser traumático. Por otra parte, al no poder acceder a una experiencia laboral cuando por la misma condición juvenil la persona está provista del mayor potencial para proyectarse, ser reconocido, ganar en confianza y generar recursos para no depender ya de los mayores, conlleva mucha frustración. Otro factor que influye es el del tiempo libre que ahora tiene de sobra, pues se busca llenar a veces y desafortunadamente, con actividades que para nada le aportan favorablemente a su proyecto de vida. Allí está muchas veces la tentación para entrar en el bajo mundo de lo ilícito, el consumo de estupefacientes, el micro tráfico y otros males. Pero, por otra parte, también sería oportunidad, si hubiera más ofertas en tal sentido, para emplear bien el tiempo en intereses varios como pueden ser, de servicio a la comunidad, deporte, cultura, cuidado de la ecología y medio ambiente, sana recreación para comunidades etc. que, si bien es cierto no le aportarían recursos económicos sostenibles, le ayudarían a él y a otros a mejorar creadoramente el entorno social y sería escuela de superación y respuesta para el inmediato futuro. De todas formas, en un país que pese a las drásticas políticas demográficas que paulatinamente se han venido aplicando, también en los países más jóvenes, con población juvenil relativamente mayoritaria, en relación con otros sectores de población, resulta preocupante que no haya más políticas de Estado que quieran favorecer, en la práctica, prioritariamente, a las nuevas generaciones que, entre otras cosas, constituyen su más rico potencial de crecimiento y sostenibilidad cuando se piensa, sobre todo como se hace ahora, en procurar niveles de mayor equidad social para construir paz y reconciliación. Si las nuevas agendas no incluyen seriamente a las nuevas generaciones, su educación, capacitación, participación y protagonismo, los anteriores propósitos pueden quedar también, como muchos jóvenes, con la lamentable etiqueta de “no futuro” o de “ninis”. Sabemos qué a nivel Iglesia universal, el papa Francisco ha convocado un Sínodo que se realizará el próximo año, que tiene justamente como tema central a la juventud. En este año, hasta el momento de la Asamblea sinodal, vivimos un tiempo de “escucha” de los jóvenes para reconocer sus voces, sus sueños y sus anhelos de construcción de un mundo mejor. Quiera Dios que el Santo Padre, con ocasión de su visita apostólica a Colombia, nos ayude también a nosotros a escucharlos y a acompañarlos en la misión que les corresponde. Con mi fraterno saludo. + Ismael Rueda Sierra Arzobispo de Bucaramanga

Vie 4 Ago 2017

Jesús Emilio, mártir

Por: Mons. Ricardo Tobón Restrepo - Nos ha sorprendido, por la gracia que entraña y por el momento en que ha llegado, la doble noticia de que el Papa Francisco ha reconocido el martirio de Mons. Jesús Emilio Jaramillo Monsalve, Obispo de Arauca, y que él mismo presidirá su beatificación en Villavicencio el próximo 8 de septiembre. Como sabemos, Mons. Jesús Emilio fue torturado y asesinado por el ELN, mientras realizaba una misión pastoral en varias poblaciones de su diócesis, el 2 de octubre de 1989. El proceso que ha concluido con el reciente decreto del Santo Padre garantiza que no ha sido sólo una muerte más, dentro de la absurda violencia que padecemos, sino una muerte especialmente configurada con la de Cristo. La Carta a los Hebreos nos explica que la novedad de la muerte de Cristo consiste en que no es la de un incauto que cae en manos de sus enemigos, sino la de un sacerdote que, en lugar de ofrecer animales como sacrificio, se ofrece a sí mismo por la salvación de todos (cf Heb 9,11-14). De esta manera, destruyó la violencia que se vino contra él, mediante el amor. Desarmó y rompió la dinámica interna de la violencia haciéndose víctima por la causa que lo hizo vivir. La maldad de los que lo mataron quedó sepultada en la finalidad y en el amor con que él se entregó. No se dejó quitar la vida, la ofreció (cf Jn 10,18). La muerte de Cristo entraña un anuncio impresionante para la humanidad. Grita a cada persona humana que la violencia es un instinto arcaico, un regreso a comportamientos primitivos, una incapacidad lamentable de entrar en la libertad y la plenitud de vida que Dios quiere para cada ser humano. En realidad, la violencia nunca triunfa. En ciertos relatos el verdugo es el vencedor, pero Jesús trastocó las cosas; venció al dar la vida. San Agustín lo sintetizó: “Victor quia victima” (Conf.10,43). Sin la victoria sobre el mal, a fuerza de bien, no dejamos de ser una tribu primitiva También la muerte de Mons. Jesús Emilio trasciende en la grandeza de una ofrenda sacerdotal. Ha destruido el sinsentido de la violencia al tomar su vida y su muerte y hacer de ellas una experiencia y una continuación de la Pascua de Cristo, entregándose por su pueblo al permanecer con él y correr todos los riesgos de la misión. Con lucidez anotaba en su Diario el 16 de junio de 1975: “Por tanto, acepto mi muerte no en la claridad de la mente sino en el claroscuro de mi fe… La muerte es la encrucijada de todos los misterios. ¡Ya estoy muy cerca de desatar el nudo gordiano! Muy pronto, así lo espero en mis noches, yo veré”. Más aún, veintisiete años antes de su martirio había escrito: “Yo quiero expresar aquí, en la presencia del Dios que me ha de juzgar muy pronto, los sentimientos de mi alma: Quiero que la muerte realice, por fin, mi incorporación con Cristo y sea una reproducción de su dolor y una expiación de mis pecados y de los ajenos. Quiero, a pesar de mi naturaleza frágil, divinizar mi agonía, mi miedo, uniéndome al terror del Cristo de la agonía. Sobre todo, dejo constancia de mi fe en la resurrección de Cristo, que me será participada por su misericordia. En mi pecho tengo la certeza que me incorporaré de nuevo un día, después del tiempo y de la historia, después del olvido, la soledad y la podredumbre. Entonces la inmortalidad vestirá mi mortalidad y la Vida se absorberá mi propia muerte. El grano de trigo, podrido, surgirá hecho colino de perenne verdor, y el cuerpo tendrá la luz de las estrellas” (He ahí al Hombre, 1962, p. 172-173). Así, en el martirio de Mons. Jesús Emilio, preparado a lo largo de su vida de místico y de apóstol, ha resplandecido de nuevo la santidad de Dios y la dignidad de la persona humana. Su muerte fue el anuncio misionero más solemne, la prueba hasta la sangre de su entrega total por la grey y la mejor presentación de su ser realmente transfigurado por el Evangelio. Con su martirio nos dice, en este momento de la historia, que la vida se gana dándola, que la última palabra la tiene el amor, que no podemos entrar en la desgracia de claudicar ante el bien y la verdad y que la Iglesia, si es necesario, debe seguir siendo víctima para que continúe en el mundo el dinamismo de la resurrección del Señor. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Mar 1 Ago 2017

¿Quién mató a Pedrito? II

El feto oye, ve experimenta, recuerda e incluso aprende en el útero... Y lo más importante, ¡siente! Estos son los maravillosos resultados de las últimas investigaciones sobre la vida prenatal. Las investigaciones de la fetología y la psicología prenatal, las más jóvenes ramas de la medicina, han demostrado que el niño intrauterino es un ser hipersensible, mucho más consciente y receptivo de lo que nos podíamos imaginar. El feto oye, ve, entiende, recuerda y responde. En el útero se comporta como un ser humano que es. Cuando se aburre se chupa el dedo o salta a la cuerda con el cordón umbilical. A las 10 semanas, su personalidad es tan acusada que se podría hacer la tarjeta de identidad, puesto que tiene huellas digitales, únicas e irrepetibles. A las 12 semanas, es capaz de sostener una pelota entre las manos, facultad que pierde y no recuperará hasta cinco meses después de nacer. Tan persona como el recién nacido y el lactante, sólo que es una etapa distinta de la vida. Gracias a las tecnologías de finales de los años 60 y 70, afirma thomas verny, psiquiatra canadiense y autor de la obra “la vida secreta del niño antes de nacer”, se ha podido estudiar al bebe intrauterino en su hábitat natural sin perturbarle. Lo que ha dado una imagen espectacularmente distinta del feto, que nada tiene que ver con el ser pasivo y sin mente de los textos tradicionales de pediatría. Según las investigaciones de los neurólogos y obstetras estudiosos, escuchemos lo siguiente: • El feto puede oir, ver, degustar, experimentar e, incluso, aprender en el útero. Pero, lo más importante es que puede sentir. • Como consecuencia: lo que el niño siente y percibe comienza a modelar sus actitudes y las expectativas que tiene con respecto a sí mismo. • La principal fuente de estos mensajes formadores es la madre del niño. Esto no significa que toda preocupación, duda o ansiedad fugaces que una mujer experimenta durante el embarazo repercutan en su hijo. Lo importante son los patrones de sentimientos profundos y constantes. • Lo que un hombre siente hacia su mujer y el niño no nacido, es uno de los factores más importantes en el éxito o fracaso de un embarazo. No más abortos, por favor. No más pedritos tirados en cajas de cartón. No más asesinatos a creaturas indefensas. Permitamos que la vida surga y no matemos la vida de un inocente. Siempre que ocurre un aborto en la ciudad, ocurre el asesinato de unos padres, de unos hermanos, de una familia. Se asesina nuestra propia sociedad, nuestra cultura y nuestra dignidad. [icon class='fa fa-download fa-2x'] ¿Quién mató a Pedrito? I[/icon]

Lun 31 Jul 2017

Un signo eficaz

Por: Mons. Luis Augusto Castro Quiroga - Primero nos subimos a un avión. Luego pasamos a un helicóptero. Posteriormente, tomamos camperos y finalmente hicimos unos quinientos metros a pie, en medio de un abundante barro, para llegar al campamento donde tenía lugar la ceremonia. Fue sólo un signo, pero un signo eficaz. Para el mismo, tuvimos que ir al lugar escogido, un poco lejos del lugar de la ceremonia. Estaban conmigo el padre Francisco De Roux, miembros de las Naciones Unidas y periodistas. En lo que a mí respecta, se trataba de colocarme al frente de un contenedor lleno de armas, las últimas armas, así algunos se resistan a creerlo, y cerrar la puerta del mismo de manera definitiva. Es como cuando se termina de escribir un libro y se coloca la última palabra, la palabra del final. Quedan muchas otras cosas por hacer, que el libro sea editado, que el libro sea promovido, que el libro sea aceptado o rechazado, que el libro sea leído. El signo era eficaz porque indicaba, ni más ni menos, el fin de la guerra. Así fue la ceremonia en Planadas, departamento del Meta. Para hacer una guerra se necesitan armas. Cuando se dejan de lado las armas, se le pone punto final a la guerra, a una racha de violencia de más de cincuenta años. Qué importante fue la presencia de las Naciones Unidas en este proceso de la devolución de las armas. Cada arma tenía su número especial, su catalogación especial, su sitio definido.Cuando terminó la ceremonia, alguien me dijo al oído: “Cuando la Iglesia está presente, tenemos más confianza en estos eventos”. Luego, contesté preguntas de los periodistas. A todos les dije la misma cosa: “Ha tenido lugar un desarme exterior, ahora hay que lograr el desarme interior, ese de los corazones”. Es increíble cómo nuestro país está sembrado de tanto odio, de tanta sed de venganza, de tantos deseos de desquite, de tantos esfuerzos por aterrorizarnos, de tantas informaciones tendientes a desvirtuar lo hecho en términos de paz. Esperamos que la visita del papa Francisco, que es una visita pastoral y no política, que se está preparando con tantas reuniones y tantas comisiones, no sólo desde el punto de vista logístico sino también del espiritual, nos encuentre convertidos, transformados, cambiados, de lobos que se matan en hermanos que, a pesar de las fuertes diferencias, se aman, se respetan y se escuchan como nos pide el Evangelio de Jesús. DESTACADO: “Hay que lograr el desarme de los corazones” + Luis Augusto Castro Quiroga Arzobispo de Tunja Fuente: Revista Vida Nueva

Mar 25 Jul 2017

El Caso de Charlie Gard

Por Andrea C. Garzón C.: Durante las últimas semanas, el caso del pequeño Charlie Gard le ha dado la vuelta al mundo. Un bebé enfermo, unos padres de familia dispuestos a luchar por la vida de su hijo, la consideración de millones de personas de todos los rincones del planeta quienes exigían que Charlie tuviera una oportunidad de vida. En contraste, la dureza de tribunales y jueces que apagaron la esperanza. Este caso ha sido polémico por las diferentes circunstancias en las que se ha desarrollado el debate, ante la autorización de la Corte Europea de Derechos Humanos, a favor del hospital Great Ormond Street de Londres (Reino Unido), para detener estos cuidados y con el aval de un juez quien autorizó que se le retirara el soporte vital al bebé, a quien el centro médico, en abril del 2016, le diagnosticó el síndrome de agotamiento mitocondrial, una rara enfermedad genética que causa debilidad muscular progresiva y puede provocar su muerte en el primer año de vida. La polémica se centra en la batalla legal que tuvieron que emprender sus padres, apelando al fallo de la corte, y quienes lograron recaudar recursos para llevar a su bebé Charlie a Estados Unidos y someterlo a un tratamiento experimental, ya que se estaba poniendo en evidencia una “suerte de ensañamiento tanatológico (…) una competencia, de parte de jueces y médicos, para asegurar la solución más rápida posible” al caso de Charlie, “cortando todo arrebato de esperanza de los padres” según el Cardenal Elio Sgreccia, presidente emérito de la Pontificia Academia para la Vida y experto en Bioética. Varios han sido los pronunciamientos del Papa Francisco haciendo seguimiento al caso de Charlie para que se respete la voluntad de sus padres, ofreciendo la atención del bebé en el llamado “Hospital del Papa”, pero el Great Ormond, rechazó la solicitud. Los padres de Charlie insistieron a esta institución que varios médicos e investigadores estadounidenses e italianos estaban dispuestos a someter al bebé al tratamiento experimental con posibilidades de éxito. Sin embargo, las discusiones en la Corte, ha hecho que el tiempo avance y tras la última revisión de uno de los médicos estadounidenses a Charlie y el resumen de dicha revisión junto con los médicos del hospital londinense, los padres han anunciado, tras salir de la corte (ayer 24 julio), que se ha desperdiciado mucho tiempo y al bebé se le ha dejado solo en el hospital”, a este punto, dicen los padres, se sabe que a tiempo, si se le hubiera podido dar el tratamiento antes y Charlie, habría tenido el potencial de un niño normal y saludable, pero ahora la salud del bebé ha llegado a un punto donde no hay retorno y se ha deteriorado aún más y el tratamiento ya no puede aplicarse. Solo les queda esperar que el rumbo de la enfermedad continúe y la vida de Charlie se vaya apagando, frente el “qué hubiera pasado si…”, ya que durante esta pugna queda esa sensación del trato de este bebé y como esta institución y los mismos jueces, al referirse a Charlie y a su condición, no mereciera una oportunidad de vida, la cual ya se agotó, pues el tiempo jugó en su contra. Andrea C. Garzón C. es Coordinadora Departamento de Promoción y Defensa de la Vida CEC

Lun 24 Jul 2017

Al servicio de Dios y de la patria

Por: Mons. Libardo Ramírez Gómez - Cuanto honor y alegría sentimos cuando se va acrecentando el número de colombianos llevados a los Altares, como testigos de la fe y en su dignísimo o vivir, como la Madre Laura Montoya, el Padre Mariano Eusse y otros diez que con su vida y su martirio han pregonado su fidelidad a Dios, y ha buscado el bien de sus hermanos. La exaltación a Beatos de Mons. Jesús Emilio Jaramillo y del P. Pedro María Ramírez, asesinados por odio a esa fe es motivo de júbilo para este País nuestro que se gloria de ser fiel al credo cristiano católico, que asume estos testimonios para fortalecerse en la fe en medio de una avalancha de quienes ostentan incredulidad. Pero, por bendición de Dios seguimos teniendo en nuestra amada Colombia millares de fervorosos creyentes en plena vida que siguiendo los pasos de Jesús van “pasando por el mundo” haciendo el bien (Hech. 10,38), agradézcase o no su edificante y sacrificada labor. Vamos culminando muchos Prelados nuestro compromiso directo con Diócesis o Parroquias, pero siguen emergiendo elementos más jóvenes, con mayor empeño aún, para dirigir las comunidades católicas a lo largo y ancho del país con acogida fervorosa de filegresias que sienten la necesidad de seguir fieles a Cristo y a su Iglesia. En Tumaco, hace dos meses, se posesionó como nuevo Obispo Mons. Orlando Olave, oriundo de Barrancabermeja, y, más recientemente, en Yopal, Mons. Edgar Aristizabál oriundo de Cartago. Dos regiones cultivadas en lo espiritual inicialmente por las comunidades Carmelita y Agustiniana, con decenas de misioneros que, tratados algunas veces con ingratitud, que dejaron indelebles huella en el servicio de Dios y de la Patria, con gratitud a la Iglesia y fundada esperanza de parte de tantos y nobles colombianos. No acompañé la posesión del Obispo de Tumaco, pero oí su testimonio de seguridad y de esperanza por dar la mano a esa tan sufrida región. Estuve presente en la posesión en Yopal, de donde rememoro el fervor que sentí y he refrescado la historia de esa región llanera, en donde la Iglesia erigió el Primer Vicariato Apostólico en Colombia, marcado por los pasos bendecidos del Santo Obispo Ezequiel Moreno Díaz, nacido el 09-04-1848. Inicio labores el 17-06-1893, siendo, pronto trasladado como Obispo de Pasto en 1896. Allí realizó, también, fervorosa misión pastoral hasta 1906, cuando murió victima de cáncer, canonizado el 11-10-1992. A S. Ezequiel han sucedieron en la dirección de esa gran región otros 3 Vicarios Agustino españoles y Mons. Arturo Salazar Mejía de 1966 a 1977 (traslado a Pasto), a quien sucedió Olavio López Duque de 1977 a 2001, los dos agustinos colombianos. Comienza Yopal como Diócesis en septiembre de 2001, con territorio de 17.725 Km2, pues con la mayor parte su territorio se creo el Vicariato Apostólico de Trinidad Primer Obispo diocesano fue Mons. Misael Vacca Ramírez, quien impulso la naciente Diócesis del 2001 hasta el 2015, cuando fue trasladado a Duitama. Tuvo la Diócesis como Administrador Apostólico el P. Wilson Chaparro Pérez de 05-06-15 hasta 17-06-17, cuando asume Mons. Edgar Aristizabál. Tiene la Diócesis en la emergente ciudad de Yopal 11 Parroquias y otras 25 en el resto de su territorio. Es allí a donde ha llegado Monseñor Edgar, con sencillez, alegría y entusiasmo apostólico recibido con calor humano, entre la bondad y ritmos llaneros poniendo toda su obra apostólica el amparo de la Virgen y del Sagrado Corazón, consciente del bien que la fe cristiana ha adelantado en decenas de años toda esa amplia región, y de todo el bien que se hará con una vida plenamente colocada al servicio de Dios y de la Patria. + Libardo Ramírez Gómez Obispo Emérito de Garzón Email: [email protected]