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Opinión

Vie 8 Sep 2017

En Colombia secuestran al Papa (los niños)

P. Orlando Escobar, C.M. - En su primera aparición oficial este jueves 7 de septiembre en la Casa de Nariño, el Presidente y Premio Nobel de Paz dio la bienvenida al Santo Padre y se manifestó "tocado por las palabras y ejemplo" del Papa, quien viene para "expandir el don de la misericordia", ayudarnos a "dar el primer paso hacia la reconciliación", porque "de nada vale silenciar las armas si seguimos armados en el corazón". Juan Manuel Santos dijo que necesitamos "no resignarnos a la violencia", reconciliarnos con el medio ambiente, y necesitamos también "memoria, coraje y esperanza". Por eso concluyó el Presidente diciendo al Sumo Pontífice: "esperamos sus palabras, como tierra sedienta que añora el agua", en evidente referencia al Salmo 62. En su respuesta, el Papa intervino diciendo que su viaje a Colombia continúa la tradición de Juan Pablo II y de Pablo VI, a un País con una fe "que tan fuertemente arraigó en esta tierra", que posee una exuberante naturaleza en el que Dios ha desplegado su belleza, mostrando cuán bueno es el Señor. Pero también dijo que Colombia "es rica por la calidad humana de sus gentes", acogedoras y bondadosas, con gran tesón y valentía, donde han tenido lugar ingentes "esfuerzos por poner fin a la violencia armada", en una búsqueda de la paz, un trabajo siempre abierto y que no da tregua. Francisco invitó a los colombianos a poner en el centro a la persona humana, huyendo de la tentación de la venganza y los intereses particulares a corto plazo, porque "andar el camino lleva tiempo". En este camino, es necesario "reconocer al otro, sanar las heridas y estrechar los lazos". El Papa hizo una magistral referencia al lema del escudo colombiano de "Libertad y Orden", y una genial interpretación del himno nacional, cuando nos pidió el favor de "escuchar a los pobres, mirarlos a los ojos, dejarnos interrogar por sus rostros", porque en ellos "aprendemos verdaderas lecciones de vida humana y dignidad", pues "entre cadenas gimen" y "comprenden las palabras del que murió en la cruz". En sus muy significativas palabras que necesitaremos tiempo y reflexión los colombianos para asimilarlas, recordó el camino de San Pedro Claver a Cartagena por el Magdalena, el importante rol de la mujer, las palabras de García Márquez, según las cuales, Colombia, después de cien años de soledad y más de cinco decadas de conflicto, "necesita una segunda oportunidad", pues este País no está solo, ya que, dijo el Papa, "somos muchos los que queremos acompañarlo en este paso" hacia la paz. Finalmente, en su discurso, supremamente valorado por los medios de comunicación y hombres de gobierno, resaltó el gesto de los niños que lo "secuestraron", haciendo más humano el protocolo de recibimiento. En efecto, en Colombia queremos retener al Papa Francisco para que nos ayude a "dar el primer paso" hacia la paz que Dios quiere darle a esta Nación que necesita de paz para alcanzar a cumplir su inmensa vocación. P. Orlando Escobar, C.M. Provincial Vicentinos Vicepresidente de la Conferencia de Religiosos de Colombia

Jue 7 Sep 2017

El Papa, un papá para los jóvenes de IDIPRON

Por: Paula Andrea García Arenas - En el acto de bienvenida que se le organizó al Papa Francisco en la entrada de la Nunciatura Apostólica, los Jóvenes del IDIPRON (Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y de la Juventud), se confesaron víctimas de malas decisiones personales, pero también de un sistema excluyente que los considera invisibles, desechables. Se confesaron luchadores contra el “demonio del consumo”, pero ante todo se reconocieron seres humanos y exigieron ser tratados como tal. En sus palabras, se percibió un profundo respeto y admiración por el papa. Se dirigieron a él buscando una figura paternal de pastor. Y el papa, como padre justo y bueno, respondió, ante esta realidad: primero, con un profundo y sentido ¡Gracias! por el camino que estos jóvenes, y en general los que sufren, se han animado a realizar. Dijo que eso se llama “heroísmo”, porque cuando se equivocan, se levantan y siguen adelante. Esto lo dijo con admiración. Y continuó: “Ustedes son héroes, porque se reponen a las dificultades.” Destacó la valentía, el coraje que se debe tener para seguir adelante. Y les dijo con vehemencia: “¡No se dejen vencer! ¡No se dejen robar la alegría! ¡No se dejen robar la esperanza!” E hizo que los jóvenes lo repitieran. “¡No se dejen engañar!” Hizo así manifiesta una denuncia de una sociedad mal intencionada, que se aprovecha del más débil. Por eso, les instó a estar alerta ante esta realidad. Finalmente, algo que ha caracterizado su pontificado, desde el día de su elección: les pidió que rezaran por él.

Jue 7 Sep 2017

“No se dejen robar la alegría y la esperanza”

Por: Hna. Lucelly Villa B. F.S.P - Cuando el avión que transporta al papa Francisco aterriza en Colombia, comienza a erizarse la piel por la emoción que produce la presencia en nuestro país del representante de Cristo en la tierra. Su sonrisa, serenidad, alegría, sencillez y tantos otros valores que sólo al bajar del avión deja traslucir. Con su llegada se abren las puertas de la esperanza y es por esto que en el aeropuerto no sólo lo esperan los representantes de la Iglesia jerárquica, las autoridades civiles, el presidente junto a su esposa, militares, el gabinete ministerial, tantas personalidades que cumplen altos cargos en el país, sino también una significativa representación de los militares que han sido víctimas y heridos en el conflicto. Importante resaltar que el primero que le da la bienvenida al Papa después del Nuncio y el Presidente, es el niño Emanuel Rojas, hijo de Clara Rojas, quien entrega el primer regalo: una paloma de porcelana con ilustraciones de orquídeas, símbolo de todos los niños que han sufrido las consecuencias de la violencia en Colombia y que claman por la paz. Luego del saludo cariñoso que el Sumo Pontífice da a quienes estaban presentes en el aeropuerto, comienza el recorrido por la calle 26 hacia la Nunciatura, indescriptible la multitud de personas que salen a recibir al Papa, es el reflejo del amor y la alegría con que se ha preparado el pueblo colombiano para esta visita. Se vieron banderas de Colombia y del vaticano, flores, pancartas, pañuelos blancos y gritos de júbilo se escucharon por las calles, mientras el Papa con su sencillez y alegría saludaba a las personas. Es evidente que el Papa no le tiene miedo a las multitudes, quiere propiciar ese encuentro con el Jesús cercano, con el Dios Amor, con el Dios de la Misericordia. Luego del recorrido, el Papa llega a la Nunciatura Apostólica y es recibido con cánticos, cumbias, danzas por los jóvenes de IDIPRON jóvenes que antes estuvieron viviendo en la calle y actualmente son reintegrados a la sociedad, el papa Francisco los saluda: “Muchas gracias por el camino que se han animado a realizar, eso se llama heroísmo, sigan adelante, sigan adelante, no se dejen engañar, no pierdan la alegría, sigan así” y luego pide la intercesión de la virgen nuestra madre, “para que nos bendiga” IDIPRON, es una entidad pública fundada por el padre Javier de Nicoló hace 50 años para jóvenes en situación de vulnerabilidad. Ellos entregan regalos al Papa con palabras muy significativas: “venimos con esperanza, venimos cantando demos el primer paso, usted ya dio el primer paso viniendo hacia nosotros, con su rostro paternal nos llena de alegría… usted es nuestro vocero … somos jóvenes rehabilitados… Le traemos dones elaborados por nosotros mismos que queremos brindarle con mucho cariño: Una ruana, la luz, y un vitral: queremos irnos en su corazón, para que recuerde a los jóvenes que creen y confían en usted…” el papa se coloca la ruana como signo de acogida y amor hacia ellos. Para concluir el Papa se dirige a ellos: “Gracias por la valentía y el coraje, no se dejen robar la alegría, que nadie se las robe, que nadie los engañe. no se dejen robar la esperanza, ¿les puedo pedir un favor? Recen por mi” Así concluyó esta primera jornada del papa Francisco de su visita a Colombia.

Mié 6 Sep 2017

El Papa habló poco, pero comunicó mucho

Por: P. Jaime Alberto Marenco Martínez - Los verdaderos sabios, decía mi abuelo, hablan poco, pero comunican mucho. Eso fue lo que hoy hizo Francisco, el papa de la alegría y la esperanza. Tanto a su llegada al aeropuerto El Dorado de Bogotá durante los actos protocolarios de bienvenida por parte de la Presidencia de la República, como en la recepción que le brindaron en la entrada de la Nunciatura, donde pernoctará durante su estadía en Colombia, no se dieron y tampoco hicieron falta los extensos discursos propios de estos acontecimientos. El papa cruzó palabras de saludo con el Presidente Juan Manuel Santos y su esposa; con el Nuncio Apostólico, monseñor Ettore Balestrero; el Arzobispo de Bogotá y Cardenal Primado de nuestro país, monseñor Rubén Salazar Gómez; el Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, monseñor Óscar Urbina Ortega; el director ejecutivo de la visita papal, monseñor Fabio Suescún Mutis, y demás obispos que lo recibieron; agradeció, seguramente con palabras de afecto, el obsequio que le entregó el pequeño Emmanuel y, con la afabilidad que lo caracteriza, iba saludando, dejándose fotografiar, recibiendo obsequios y manifestando afecto a quienes tuvieron la dicha de estar cerca de él antes de que subiera al papamóvil que lo trasladó a la Nunciatura. En su primer día de visita el Papa Francisco habló poco, pero comunicó mucho con sus gestos, ademanes, sonrisas, abrazos, actitud de escucha… Todo esto fortalece nuestra confianza en su buena voluntad y deseo profundo de paz para nuestro país, una paz que inicia en la reconciliación con el otro y exige una ‘comunicación constructiva’ que nos anime a rechazar prejuicios contra los demás y, más bien, fomente una cultura del encuentro que ayude a mirar la realidad con auténtica confianza. Sí, el Santo Padre hoy habló poco, pero comunicó mucho. Y nos dejó claras dos cosas: no dejarnos robar la alegría y la esperanza, y rezar por él. Por JAIME ALBERTO MARENCO MARTÍNEZ Director de Sistemas – Conferencia Episcopal de Colombia [email protected]

Mié 6 Sep 2017

¿Con olor a oveja?

Por; Manuel Hernando Vega León, Pbro -La llegada del Papa Francisco a Colombia, nos llena de alegría y trae a la memoria de muchos, lo importante e histórica que es la vivista del sucesor del Apóstol Pedro a un país. Algunos, ya mayores, recuerdan con cariño y devoción la visita del hoy beato Pablo VI, primer Papa en visitar nuestra patria y el continente latinoamericano. Un grupo significativo de sacerdotes del país recuerdan el jueves 22 de agosto de 1968, día de su ordenación sacerdotal, en la sede del congreso eucarístico internacional, y no pocos, recordamos con gran cariño, en 1986, la visita de San Juan Pablo II, que nos impactó con sus gestos de bondad y santidad, motivando muchos corazones al seguimiento de la persona de Jesús. En el mes de septiembre del 2017, tendremos la oportunidad de vivir unos días de gracia, el mundo entero estará siguiendo la noticia de la visita del papa a Colombia, nos convertiremos en el centro de la cristiandad por unos días, los mensajes del Santo Padre, que con seguridad serán cortos, profundos y encarnados, harán noticia. Muchas de sus expresiones se convertirán en lema, en ideas clave para nuestra tarea pastoral, en motivaciones acertadas para la vida de la Iglesia, sus ministros y el pueblo santo de Dios. Me lleno de curiosidad por saber ¿Qué nos va a decir? ¿Qué mensaje le trae a los obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados y seminaristas del país? ¿Qué impresión tiene de la Iglesia colombiana? ¿Qué nos va a pedir? En su magisterio el Papa Francisco ha acuñado expresiones que evidencian su sentir de pastor de la Iglesia universal, su amor por el Evangelio y el cuidado de sus pastores. El jueves santo del año 2013 en la homilía hizo esta afirmación “esto os pido: sed pastores con «olor a oveja», que eso se note” Por simple que parezca esta frase, su contenido no lo es, su mensaje trasciende el lenguaje meramente pastoril y nos pone de frente a la tarea que tenemos quienes hemos recibido el don del ministerio ordenado: “sed pastores con olor a oveja”. Para profundizar mejor en el contenido de esta expresión “con olor a oveja…” quiero citar algunas locuciones de los últimos pontífices, pronunciadas en nuestro contexto social e histórico, que creo oportunas en esta breve nota. Manuel Hernando Vega León, Pbro Director departamento de ministerios ordenados y vida consagrada Seguir leyendo

Mar 5 Sep 2017

Francisco, un profeta en un tiempo de crisis

Por Monseñor Juan Carlos Ramírez Rojas: En la liturgia de la Palabra del domingo XXII del tiempo ordinario, se proclamó el texto del profeta Jeremías 20,7: “¡Me sedujiste Señor, yme dejé seducir! Fuiste más fuerte que yo, y me venciste”. El ministerio del citado profeta, se desarrolla en tiempos de crisis, su llamado a ser mensajero de Dios, acontece en el tiempo del reinado de Josías, rey reconocido por su dedicación a la reforma y restauración religiosa del pueblo. Al morir el rey, el pueblo se ve abocado a una época de inestabilidad que finalizará con la destrucción del Templo y de la ciudad de Jerusalén y que irá acompañada de la deportación de parte de la población a Babilonia en tiempos del rey Sedecías. El profeta seducido por el amor de Dios, no rechaza la misión de anunciar la paz y exhortar al pueblo a volver a Dios. Indudablemente que las circunstancias de lugar y el contexto histórico del ministerio profético de Jeremías, difieren del ministerio del Papa Francisco y cualquier intento de comparación exige prudencia. Sin embargo, es innegable que los acercan dos aspectos que motivan la reflexión: Los dos, se dejaron seducir por el Señor y a los dos les correspondió clamar por la verdad, la libertad y los derechos de los pueblos en tiempos de crisis. El país se ha preparado para recibir al Pastor de la Diócesis de Roma y de la Iglesia universal; en él, contemplamos el principio y fundamento de la unidad y comunión de la Iglesia. Es él, quien desvela una crisis mundial con su magisterio, exhortando a enfrentar una nueva realidad marcada por momentos agudos de inestabilidad, que no deben ser analizados solamente desde perspectivas sociológicas, sino que requieren un “discernimiento evangélico” (EG 50). Esta crisis, que en nuestro caso –Colombia- tiene pluralidad de matices y está enmarcada en una geopolítica, hace pensar que el mensaje profético de Francisco, en su visita apostólica, marcará el sendero del “discernimiento evangélico y exhortará a una siempre vigilante capacidad de estudiar los signos de los tiempos” (EG 51). La crisis mundial que tiene réplicas en el país y que se encuentra con las estructuras del conflicto interno, se ve materializada en desempleo, en un sistema educativo que forma consumidores de trabajo y no creativos empresarios; en un sistema económico excluyente e inequitativo cuyo fruto es la “cultura del descarte” (EG 53); una ausencia creciente del Estado en las regiones, una crisis que ha dejado destrucción, dolor y sufrimiento en miles de víctimas presentes en las regiones del país; hay hambre, desnutrición fruto de la politización del sistema de salud, hay una “profunda crisis antropológica que niega la primacía del ser humano, una economía sin rostro y sin un objetivo verdaderamente humano (EG 55). El país vive un momento álgido de polarización, hay un profundo deseo de paz y reconciliación generalizado, pero se perciben narrativas contrarias frente a los métodos adoptados para encontrar acuerdos de convivencia pacífica. “A todo ello se añade una corrupción ramificada y una evasión fiscal egoísta, que han asumido dimensiones mundiales” (EG 56), y que el humo del conflicto escondía las profundas raíces que el fenómeno de la corrupción tiene en la institucionalidad del Estado y que en lugar de disminuir parece que van en aumento un día detrás de otro. Por si todo ello no fuese suficiente, hay un problema de dimensiones globales difícilmente medible, como son todos los aspectos que se relacionan con el ecosistema: calentamiento global, lluvia ácida, desforestación, pérdida de biodiversidad, la minería legal e ilegal, la ausencia de una ética ecológica (LS 13). El país tiene sed de reconciliación, perdón y paz. Sed que debe saciarse con el diálogo político honesto sin excluir un diálogo pastoral; con una promoción humana integral, de manera especial para los pobres y oprimidos; con un sistema judicial no politizado y con una política no judicializada. Vivimos en un país que necesita un mensaje de esperanza. Un mensaje que por otro lado se encuentra en la Palabra de Dios. Un mensaje que está a nuestro alcance y que tenemos el inmenso privilegio de poder ver, escuchar y compartir en la persona del Papa Francisco, que se ha dejado seducir por el Señor y sabe que “la alegría del evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús” (EG 1). Seamos claros, el mensaje que el Papa Francisco viene a transmitir de parte del Señor, no es ni fácil ni accidental. Se trata de un mensaje que nos va a confrontar y que para algunos puede ser incomodo e incluso, impopular. Como Jeremías, nos hará memoria de las raíces de los diversos conflictos que vivimos, tal vez tendremos que reconocer que hemos obrado mal, que en la búsqueda de falsas libertades nos hemos alejado de Dios; que hemos desvirtuado la grandeza de ser hermanos y puede suceder que el Papa, como dice el Señor, tiene que dirigirse a un pueblo que “tiene ojos y no ve, tiene oídos y no oye” Jr 5,21. Pero Francisco ha decido salir a nuestro encuentro, seducido por el amor de Dios, y a pesar que algunos se resistan a su presencia y mensaje, nos hará sentir con su testimonio de Pastor que Dios no se olvida de Colombia, que sale a nuestro encuentro porque nos ama y porque nos ama nos interpela y exhorta a Dar el primer paso, para volver a Dios y celebrar nuestra fe, para que restauremos la verdadera justicia, para que renunciemos a las falsas seguridades que dan las armas, para que nos reencontremos como nación, para que seamos discípulos misioneros, artesanos de la paz; para “vernos y tratarnos como hermanos” y juntos construir algo nuevo en bien de todos los colombianos. ¡Bienvenido a Colombia, Papa Francisco! Mons. Juan Carlos Ramírez Rojas Ecónomo-Director Financiero CEC

Lun 4 Sep 2017

Bienvenido Papa Francisco a Colombia

Nuestro pueblo católico está feliz con la visita del Papa. Los corazones están dispuestos y los oídos atentos para escuchar su mensaje confirmándonos en la fe. Desde la primera noticia de la posibilidad de su visita, se comenzó a sentir ese movimiento que toca las fibras más íntimas del alma cuando se presiente algo muy deseado y amado. Ciertamente es para la Iglesia Católica y para Colombia motivo de alegría y esperanza que se verán colmados por su generosa presencia y entrega, para pastorear el pueblo de Dios que peregrina en nuestra amada Colombia. Bienvenido el sucesor del Apóstol Pedro a quien Cristo constituyó cabeza visible de su Iglesia y dio el poder de enseñar, santificar y poseer las llaves. Esperamos que su palabra penetre nuestro Espíritu, que sin duda será aliento de vida para poder afrontar con fe valerosa, fuerte esperanza y caridad generosa los muchos desafíos que nos aquejan. El comité teológico de la vista nos dice: “Hemos iluminado este camino de preparación desde la imagen de la siembra, como realidad que implica disposición del terreno, cuidado, dedicación y perseverancia para alcanzar excelentes frutos, porque la transformación personal y social será posible si la entendemos de esa manera: como una siembra que implica compromiso individual y continuidad en los procesos para construir sociedades verdaderamente humanas”. Desde esta Provincia eclesiástica conformada por siete diócesis de los departamentos del Cauca, Nariño y Putumayo damos la bienvenida al papa Francisco, estamos orando a Dios para que bendiga y acompañe siempre al sembrador que viene a sembrar en nuestro pueblo la semilla siempre buena del evangelio. Muchos peregrinos se harán presentes no obstante las distancias, porque desean traer la gran alegría y esperanza que las enseñanzas del Papa depositan en los corazones abiertos a la voz del Pastor. Nos preparamos con la oración, la súplica ferviente y confiada al Señor para guíe los pasos del Pastor universal de la Iglesia, para que a nosotros nos disponga la mente y el corazón para escuchar sus palabras. Nos preparamos también para que encuentre una Colombia bella pero con muchas manchas y arrugas que es necesario rejuvenecer con el rocío fresco del evangelio. La palabra del Pastor universal confirma en la fe a los obispos que ha puesto al frente de las diócesis, a los sacerdotes y diáconos sus más cercanos y queridos colaboradores, junto con las religiosas y religiosos. Los laicos fieles miembros, en movimientos, grupos apostólicos, familias y apostolados, todos comprometidos apóstoles de la pastoral, que en los más variados campos del quehacer humano, están haciendo brillar la luz de Cristo depositada en sus vidas desde el bautismo, fortalecida con los sacramentos y comprometidos de lleno en la transformación de las realidades temporales adversas al evangelio. La Virgen María que, en sus distintas manifestaciones en todos los pueblos y de manera especial en Colombia, desde tiempos iniciales de la evangelización, ha demostrado su maternal protección, y nos insiste en la conversión y la oración, sea más escuchada. Ella también indica la fórmula precisa para ser buenos discípulos de su amado Hijo Jesucristo “Hagan lo que Él les diga”(Jn2,5).

Jue 31 Ago 2017

Una oportunidad para Colombia

Por: P. Juan Álvaro Zapata Torres - El papa Francisco, como sucesor de San Pedro, Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia universal, visita a Colombia para animarnos y confirmarnos en la fe (cf. Lucas 22, 32), guiarnos como el pastor orienta a sus ovejas hacia los mejores pastos (cf. Salmo 23), y ayudarnos en las necesidades y dificultades que tiene nuestro país, por medio de su magisterio y discernimiento. Por tanto, el Santo Padre viene a darnos una palabra en el Espíritu, que sin duda será aliento de vida para afrontar, con fe, esperanza y caridad, los muchos desafíos que tenemos. Por esta razón, consideramos que esta visita apostólica será un momento de bendición, alegría y esperanza para todo el país. En consecuencia, esta visita del papa Francisco a Colombia, en el mes de septiembre, no será entendida y vivida como un evento sino como una oportunidad, para todos los colombianos, de reflexionar sobre nuestra realidad y comprometernos a dar el primer paso para hacer realidad la transformación que todos anhelamos. Esta oportunidad, por una parte, ha de ayudarnos a tomar conciencia de que los colombianos somos personas trabajadoras, emprendedoras y acogedoras, manifestado permanentemente de muchas formas: en la dedicación que cientos de hombres y mujeres colocan en sus responsabilidades y trabajos, en la creatividad para salir adelante con sus familias, y en la capacidad de afrontar los retos de la vida y responder a ellos de forma honesta, así como en la alegría que manifestamos en diversas circunstancias y acontecimientos nacionales, revelando la esperanza y nobleza de nuestro corazón. Estas y muchas más características nos hacen ser un país colmado de personas buenas, responsables, comprometidas con los otros, justas y honestas. Por otra parte, desafortunadamente durante décadas hemos tenido que sufrir hechos de violencia que nos han producido fracturas profundas, miserias, injusticias y mayores retos para todos los colombianos. Estos hechos son la causa de que, en muchos ambientes, hayamos perdido la confianza en nosotros mismos, en los demás y en nuestro país. No nos miramos con ojos de misericordia sino, por el contrario, insistimos en nuestros fracasos y recordamos los proyectos de reformas institucionales que se han malogrado. A causa de estas realidades, los colombianos aprendimos a convivir con la violencia. Durante mucho tiempo la aceptamos y la justificamos. El dolor se hizo parte de nuestra historia y permitimos que permeara el corazón de millones de ciudadanos. Así mismo, generó que nos separáramos como nación, que nos sentáramos en diferentes orillas y nos olvidáramos del dialogo y de la escucha al prójimo. Fue por eso que terminamos vistiéndonos con diversos colores, rótulos y marcas sociales, que nos hicieron enemigos y sembraron en lo más profundo de nuestro ser el sentimiento de la desesperanza, alimentado por las huellas del dolor y el odio. Todos estos sentimientos, que nos han llevado a irrespetarnos y a violentar la dignidad humana, el valor de la vida y la confianza mutua, nos han hecho un gran daño. Esta violencia nos robó la posibilidad de soñar con un país diferente, un país en paz. Por esta razón, la visita del Santo Padre debe ser vista como la de un “padre que consuela e ilumina”, que con su voz profética bendice a su pueblo y lo invita a gestos concretos de reconciliación, perdón y misericordia; un Pastor que nos exhorta a ser artesanos de la paz que Jesús nos regala, para construir juntos la nueva patria que todos soñamos y que queremos dejar a las futuras generaciones. Cabe insistir que la visita del papa Francisco es “un punto de partida para comenzar algo nuevo”, sin dejar de mirar atrás, con memoria agradecida, lo que hemos construido como pueblo que cree en Cristo Jesús. Por eso, esta oportunidad la hemos de vivir como nos lo dice el profeta Isaías 43, 19: “Yo estoy por hacer algo nuevo: ya está germinando, ¿no se dan cuenta? Sí, pondré un camino en el desierto y ríos en la estepa”. Para alcanzar este algo nuevo es necesario que cada uno se comprometa, con su propia existencia, a construir con palabras y acciones concretas una nueva realidad. Es por eso que el lema de esta visita es: Demos el primer paso para comenzar con Cristo algo nuevo en bien de todos los colombianos. Dar el primer paso significa que cada uno está invitado a reconocer y entender el sufrimiento de otros; a perdonar a quienes nos han herido; a sanar nuestros corazones; a volvernos a encontrar como colombianos; a descubrir el país que se esconde detrás de las montañas; a construir la nación que siempre hemos soñado. En definitiva, a “primerear”, como dice el papa Francisco, es decir, tomar la delantera y dar ejemplo. Llegó la hora de cada colombiano dé su primer paso, para que con Cristo construyamos el algo nuevo para Colombia. Y Usted ¿Cuál va a ser su primer paso a favor del país? P. Juan Álvaro Zapata Torres Secretario adjunto de la Conferencia Episcopal de Colombia