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evangelio

Jue 8 Mar 2018

Dediquemos nuestro tiempo a las buenas obras

El que obra perversamente detesta la luz y prefiere las tinieblas. Las obras tienen un efecto en las personas y la sociedad. Dediquemos nuestro tiempo a hacer buenas obras, para eso nos creo Dios. Una buena obra genera paz, alegría, fraternidad, solidaridad y la cultura del encuentro. Gastemos el tiempo y la vida que el Señor nos da en buenas obras. Tareas: - Frente a Jesús reconoce si tienes en tu vida obras de tinieblas y conviértete. - Didica tu vida a hacer buenas obras y que no pase un día sin haber hecho una buena obra que alegre tu vida, la de tu familia o la de la comunidad. - Comparte este video como una buena obra para evangelizar.

Jue 8 Mar 2018

Conversión desde el amor de Dios

Primera lectura: 2Cro 36,14-16.19-23 Salmo Sal 137(136), 1-2.3.4-5.6 (R. 6a) Segunda lectura: Ef 2,4-10 Evangelio: Jn 3,14-21 Introducción Las lecturas de este cuarto domingo de cuaresma coinciden en demostrarnos que el relato del pecado e infidelidad del hombre a Dios es paralelo a la historia del perdón y amor de Dios al hombre (primera lectura), manifestados en su Hijo, Jesucristo (segunda lectura), a quien el Padre entregó al mundo para salvación de cuantos creen en él (evangelio). Este cuarto domingo de Cuaresma, se llama “Laetare", por la antífona de entrada de la Misa, tomada del libro del Profeta Isaías: “¡Alégrate, Jerusalén! Que se congreguen todos los que te aman; que se regocijen con júbilo los que estuvieron tristes; que exulten y se sacien de su maternal consolación”. (Is. 66, 10-11). Como se ve, la liturgia de este Domingo propone como reflexión el tema de la alegría, pues se acerca el tiempo de vivir nuevamente los Misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo; por eso se rompe el esquema litúrgico de la Cuaresma, predominando el carácter alegre (litúrgicamente hablando), manifestado en el color rosado de los ornamentos, las flores para adornar el altar y los instrumentos musicales para la Misa. Si se toman como elección las lecturas del Ciclo A, para este domingo, llamado Laetare (alegraos), tenemos para la reflexión el tema de la luz. En efecto, la relación entre el Misterio Pascual, que nos disponemos a celebrar, el bautismo y la luz, viene acogida por un versículo de la segunda lectura: “Despierta tú que duermes, levántate de entre los muertos y Cristo será tu luz”; idea que se desarrollará más en el prefacio del ciego de nacimiento, correspondiente para esta celebración: “Cristo, por el misterio de la encarnación, condujo a la claridad de la fe al género humano que caminaba en tinieblas, y por el Bautismo transformó en hijos de adopción a quienes nacían esclavos del pecado”. Esta iluminación, inaugurada en el Bautismo, se fortalece cada vez que recibimos la sagrada Eucaristía. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Las tres lecturas de hoy coinciden en demostrarnos que el relato del pecado e infidelidad del hombre a Dios es paralela a la historia del perdón y del amor de Dios al hombre. En efecto, el pasaje de la primera lectura que leemos, es una síntesis del mensaje fundamental de que hay que ser fiel a Dios para no ser destruido y una mirada esperanzada hacia el futuro, en donde el edicto de Ciro, Rey de Persia, permitiendo el retorno, viene a ser como un nuevo compromiso de Dios en favor de su pueblo; un compromiso que comportará la llamada a ser fiel a la Alianza, tantas veces traicionada por el pueblo escogido. Por su parte, en la segunda lectura, el designio de perdón y de amor de Dios, mantenido y escondido por siglos, en Jesucristo se ha realizado y se ha manifestado a todos los pueblos. Este designio supone la reconciliación del mundo entero, manifestada en la ruptura de la barrera que separaba al pueblo de Israel del resto de la humanidad. Así, la Iglesia es el nuevo pueblo que nace de este designio amoroso y salvador de Dios. Finalmente, en el Evangelio, contemplamos cómo Dios por medio de su Jesucristo, ha hecho pasar a la humanidad de la muerte a la vida para salvación de cuantos creen en él. En la entrevista de Jesús con Nicodemo, podemos destacar: La oferta de vida y salvación por Dios para todo el que cree en su Hijo, unigénito. Esta oferta de salvación Dios la hace por puro amor: «tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo único para que el mundo sea salvado por él». La finalidad de Dios con el hombre es su salvación y no su perdición o su condenación. Dios da otra oportunidad, no nos trata como merecemos por nuestros pecados. Dios no quiere que perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Dios ama al hombre y porque lo ama lo ha perdonado. Respuesta libre del hombre a Dios: aceptación o rechazo, opción por la fe o la incredulidad, la luz o las tinieblas. El hombre responde a Dios con la fe o con la incredulidad: «el que cree en el Hijo de Dios no será condenado; el que no cree ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios». La fe es el criterio último de vida y salvación, como se afirma en la primera conclusión del cuarto evangelio, «escrito para que crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre». Podemos subrayar que las lecturas de este domingo insisten en que Jesucristo es el signo de esa gratuidad, amor y ternura de Dios para con el hombre, que no quiere su perdición sino su vida. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? La Palabra de Dios nos invita a mirar más allá de la triste realidad de nuestro pecado, mirando a Dios, quien es fuente de infinita Misericordia y quien nos devuelve la alegría de la salvación. Es una nueva invitación a convertirnos de corazón hacia Dios, para amarlo y cumplir sus preceptos, que nos hacen libre. La realidad es que todo proviene de Dios, todo es obra de su gracia y no mérito humano alguno; esta obra de amor y reconciliación Dios la ha realizado uniéndonos a Jesucristo en su evento de muerte y resurrección, de este modo, nos hace vivir todo cuanto Él ha vivido, nos ha resucitado en su Hijo. Este amor y reconciliación de Dios, la obra de su gracia y misericordia en nosotros, nuestra unión con Jesucristo, se notará en nuestro modo de vivir, en nuestras buenas obras. ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decirle a la comunidad? El mensaje concreto para nosotros hoy es: Dios nos ha creado en Cristo Jesús para que nos dediquemos a las buenas obras que él mismo determinó que practicáramos. Así lo concluye san Pablo en la segunda lectura. No podemos alegar méritos propios, pero no se excluyen las buenas obras, pues, aunque estas no salvan por sí solas, son el fruto necesario y el signo fehaciente de esa salvación de Dios. No basta sólo una fe teórica e inactiva, es necesario un compromiso de cada uno de nosotros desde las buenas obras. Un cristiano convencido en su fe evita toda obra mala que lo conduzca al camino del egoísmo y a lo que la Sagrada Escritura ha llamado las obras de la carne: la fornicación, la impureza, la idolatría, las enemistades, los celos, los rencores, las orgias y cosas por el estilo. En cambio, siempre se deja guiar por lo que son las obras del Espíritu: el amor, la alegría, la paz, la mansedumbre, el perdón, la comprensión, el servicio, la bondad, la lealtad, la amabilidad y el dominio de sí. Nos enseña el Papa Francisco, en la homilía de la Misa, en Medellín, que para responder a la invitación que el Señor nos hace en la realidad concreta que estamos viviendo en Colombia, es preciso la renovación que supone sacrificio y valentía ante “tantas situaciones que reclaman de los discípulos el estilo de vida de Jesús, particularmente el amor convertido en hechos de no violencia, de reconciliación y de paz”. (Homilía, Aeropuerto Enrique Olaya Herrera, Medellín, 9 de septiembre de 2017). Cada uno debe hacer una revisión de vida personal, comunitaria, ¿cómo estoy llevando mi compromiso de bautizado, de hombre transformado por Cristo? ¿Cómo va mi proceso de conversión en esta Cuaresma? ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Celebramos hoy el domingo de la alegría cuaresmal. Es esta una celebración marcada por el gozo de prepararnos a vivir próximamente el Misterio Pascual de Cristo en toda su plenitud. Sentimos el gozo de sabernos perdonados por Dios y salvados por su amor; escuchamos su llamado para estar más cerca de él, y a la vez somos conscientes que él espera nuestra respuesta generosa. La liturgia es presencia viva de Cristo en medio de la comunidad. >>> DESCARGA LA PREDICACIÓN ORANTE

Sáb 17 Feb 2018

La identidad de los hijos de Dios

Por: Monseñor Omar Mejía Giraldo - San Marcos escribe su evangelio fundamentalmente para darnos a conocer la identidad de Jesús, el Hijo de Dios, el Salvador. Todo el texto de San Marcos es en el fondo la radiografía perfecta de la figura de Jesús. El escritor sagrado pretende que pongamos la mirada únicamente en Jesús, el Señor, su amor, su salvador. Marcos quiere compartir la experiencia de amor que él ha vivido a partir del momento en que conoció a Jesús, su Señor. Con todo esto, Marcos conoce el impulso y la fuerza del mal, que en la Sagrada Escritura se ve personalizada en el Satán, quien como dice el texto de Job, tiene la osadía de presentarse junto con los hijos de Dios (Jb 1,6; 2,1; 38,7). Marcos sabe que es en el corazón mismo de la persona, de la familia, de la comunidad…, donde se siembra y se camufla el Satán, con el objetivo de ser el adversario del mismo Dios y de las intenciones y las obras buenas que quieran emprender los hijos de Dios, por eso se incuba al interior de ellos (2 Sam 19,23; 1 Re 5,18; 11,14. 23.25). El Satán es el acusador y por eso es el que está continuamente sembrando cizaña con el fin de dividir para que no se de la unidad entre los hijos de Dios (Sal 109,6; 1 Cro 21,1). El Satán es tan terco y le interesa tanto sembrar la división, que incluso al mismo Jesús, el Señor, se atrevió a tentarlo. La misión de Jesús es presentar la identidad del Padre, mantener la unidad entre Dios y los hombres, y la unidad entre los hijos de Dios. Jesús debe conducir la humanidad al Reino de Dios, por eso, continuamente está en diálogo con su Padre. Precisamente el Satán aprovecha la oportunidad del desierto, que es signo de cansancio, de esterilidad, de sequedad, para lanzar su propuesta, que finalmente no es otra que desalentar o desanimar a Jesús frente a la misión tan compleja y retadora que posee. El Satán pretende convencer a Jesús que sembrar la unidad entre los hijos de Dios es imposible. Traigamos la imagen del Satán a las escenas prácticas de nuestra vida, pensemos por ejemplo en nuestras relaciones: conmigo mismo, con la familia, con los compañeros de trabajo, con la pareja, con la comunidad…, ¿cuáles son los instrumentos más peligrosos que utiliza el Satán, para mantenernos divididos?, sencillo: la ira, la pereza, la crítica, los celos, el resentimiento, el odio; si no puede con ninguno de éstos instrumentos trae el desanimo o desaliento. Se da por el cansancio (imaginémonos a Jesús en el desierto, su cansancio), por las crisis personales, familiares, de pareja y sociales. Pensemos en el desaliento de la actualidad…; contemplemos un ejemplo práctico: el desorden moral de la actualidad, estamos desalentados por asesinatos, robos, corrupción, violaciones, infanticidios, homicidios, suicidios, insultos, micrográfico, señalamientos en las redes sociales… Frente a rodo esto ¿qué podemos hacer o qué estamos haciendo?, después de las noticias terribles del momento salen nuestros candidatos a curules… a decir: pena de muerte, cadena perpetua, no seamos ingenuos, vivimos en una sociedad de doble moral. Queridos candidatos hagan propuestas serias de educación a la niñez y a la juventud…, inviertan bien los recursos en formaciones serías que eduquen en virtudes y valores…; pongo un ejemplo: no repartamos más condones, eduquemos para la castidad…; no hagamos más leyes contra la corrupción, el mal está en el corazón del hombre, volvamos a educar para la honestidad desde el hogar y volvamos a las cátedras de educación en virtudes y valores en nuestras instituciones educativas, en las redes sociales y medios de comunicación… El Satán nos engaña haciéndonos sentir importantes para que cuando nos demos cuenta que solos no podemos, entonces venga el desaliento o el desanimo y no encontremos salida y así comencemos a señalarnos los unos contra los otros. ¿Cuál es el camino hermanos?, sencillísimo: Volver la mirada a Dios, contemplar la vida de Jesús, acercarnos al Hijo de Dios, convertirnos, aprender del evangelio, mantener la esperanza, continuo discernimiento … Tenemos que orar más para amar más; no podemos perder la confianza en Dios y desde luego entre nosotros. En el Caquetá tenemos que luchar por la unidad institucional, para poder enfrentar los grandes desafíos y retos del momento actual, solos no podemos, aislados no llegamos a ninguna parte. Cada uno luchando por su propia imagen, termina en el desaliento y en el desanimo, acaba por perder la esperanza. ¿Cómo es posible que esté en crisis una institución tan importante como el hospital María Inmaculada, quiénes tendrán intereses secundarios? Unidad, unidad…; si en nuestras familias y en nuestras instituciones no vivimos la unidad, la región se queda sin futuro. Para que Colombia salga de la crisis que vivimos en la actualidad necesitamos pedirle a Dios el don de la unidad, tenemos que orar más, meditar más para hacer opciones rectas y honestas el día de dar nuestro voto. No permitamos que el Satán nos divida y nos haga perder el norte. Jesús vence las tentaciones del maligno, con Él todos, durante nuestra vida y de manera especial en la cuaresma, estamos invitados a fortalecernos en tres virtudes, valores o actitudes: Oración, ayuno, caridad, a través de éstas virtudes nos encontramos con Jesús y Él nos dará la fortaleza necesaria para vencer el maligno. Como sociedad tenemos que asumir el presente con honestidad y rectitud de corazón, no podemos permitir que el Satán siembre cizaña entre nosotros. Si queremos construir una sociedad fraterna y que sea casa para todos y no sólo para unos cuantos privilegiados, debemos rechazar las mil tentaciones que el Satán todos los días siembra en lo profundo de nuestros corazones y en el centro de nuestras relaciones familiares e institucionales. Ánimo, si se puede, porque para Dios nada es imposible, con la fuerza de lo alto todo es posible (Cfr Lc 1,37). + Omar Mejía Giraldo Obispo de Florencia Marcos 1, 12-15 En aquel tiempo el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía: Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed la Buena Noticia. Tarea: Ahora mismo, pensemos en tres propósitos para la presente cuaresma y durante la semana, tratemos de ponerlos en práctica.

Vie 2 Feb 2018

El Señor puede curar a todos

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Mié 31 Ene 2018

Colombia rumbo al Encuentro Mundial de las Familias 2018

El próximo encuentro mundial de las familias tendrá lugar en Dublín, capital de la República de Irlanda, del 21 al 26 de agosto de 2018, y llevará como lema: «El Evangelio de la familia: alegría para el mundo». Para animar la participación de las familias colombianas a esta jornada, el departamento de Matrimonio y Familia de la Conferencia Episcopal dio inicio al proceso de inscripción, que estará apoyado a través de la agencia de viajes Aviatur. REGISTRATE PARA PARTICIPAR Cargando... Aviatur, fue seleccionada a través de una convocatoria abierta, como la agencia de viajes que brindará todo el acompañamiento, apoyo y servicios para las familias peregrinas que participen de esta Jornada. Por su parte el padre Daniel Bustamante Goyeneche, director del departamento de Matrimonio y Familia del episcopado, será el encargado de coordinar y animar desde lo pastoral la presencia de las familias que asistan a Dublín. Este evento internacional que se realiza cada tres años, congrega a familias de todo el mundo para celebrar, rezar y reflexionar acerca de la importancia del matrimonio y la familia como piedra angular de nuestras vidas, la sociedad y la iglesia. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar programa de viajes[/icon] [icon class='fa fa-download fa-2x'] Visite el sitio oficial de la Jornada[/icon] [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar carta para la Jornada Mundial de las Familias[/icon]

Vie 19 Ene 2018

Convirtámonos y sigamos a Jesucristo

Primera lectura: Jon 3,1-5.10 Salmo Sal 25(24),4-5ab.6+7bc.8-9 (R. Cfr. 18) Segunda lectura: 1Co 7,29-31 Evangelio: Mc 1,14-20 En el Tercer Domingo del tiempo Ordinario, se sugieren tres temas para reflexionar y profundizar. El primero tiene que ver con el llamado a la conversión universal, que traspasa las fronteras. El profeta Jonás se resiste a obedecer a Dios, quien lo envía a un pueblo pagano a predicar la conversión de sus pecados e idolatrías, un pueblo que no es judío, por lo tanto, diferente a su cultura, religiosidad y costumbres. El segundo, se relaciona con el desapego a los bienes materiales y la invitación a asumir una actitud de indiferencia hacia los valores que presenta el mundo temporal. Y el tercero, es el llamado que Jesucristo hace a los primeros apóstoles a seguirlo, dejándolo todo. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Jonás profeta, después de atravesar la etapa de discernimiento y resistencia de su vocación, acepta la misión que Dios le encomienda: predicar la conversión a un pueblo pagano. El profeta obedece en contra de su voluntad. El autor sagrado pone al Señor en ¨actitud de arrepentimiento¨, frente a la reacción del pueblo, que escucha, obedece y se convierte. El pueblo Ninivita asume gestos propios de conversión: escuchar, ayunar, dejar de obrar el mal, vestirse de saco, son señales de arrepentimiento. El Apóstol San Pablo, frente a la inminente llegada del Señor y la brevedad del tiempo, recomienda unas actitudes de desapego y relativización hacía los valores de este mundo que son pasajeros: los que tienen mujer, los que lloran, los que están alegres y los que disfrutan la vida, les recomienda vivir en una actitud de indiferencia, frente a los sentimientos, sufrimientos y alegrías del mundo. El Evangelista san Marcos, muestra a Jesús en continuidad con el llamado a la conversión del pueblo ninivita en el primer testamento, así invita a arrepentirse de los pecados y a caminar en la presencia de Dios. Sin embargo, el Evangelio observa un plus, que modifica y cualifica el esquema anterior del profetismo veterotestamentario. En efecto, en Jesucristo, Dios cualifica y altera el resultado de la conversión a través del llamado y elección de los primeros apóstoles, es decir, haciendo presente la vocación y el Reino de Dios no solo en el pueblo ninivita, sino dentro de cada uno; no solo en los pecadores y humildes de manera genérica, sino en la persona de cada apóstol o discípulo que decide dejarlo todo para comenzar una nueva vida en el Señor. Así, la vocación del apóstol y el discípulo se convierte en sí misma, en un llamado de conversión. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? La Palabra pone al ministro que es un discípulo de Jesucristo, a reflexionar sobre la misión y el llamado a la conversión, mediante el testimonio de su vida. Cuando se leen estos tres testimonios de Jonás, san Pablo y de nuestro Señor Jesucristo, interroga el mismo testimonio sacerdotal. El profeta anuncia y denuncia la Palabra de Dios en la vida personal, comunitaria, en la Iglesia y en el mundo actual. Invita a la conversión mediante la confesión y reparación de los pecados propios y del pueblo, y empuja a ofrecer, como miembro de la Iglesia, el perdón, el amor y la reconciliación de Dios consigo mismo, con los hermanos, con la comunidad y con la creación entera. Sugiere revisar el contenido de la predicación, el mensaje de salvación, las injusticias que se ven y quizá se omiten por temor a sufrir las consecuencias de un anuncio profético. Pone a pensar, cómo la Palabra que se anuncia y se denuncia, se convierte para el sacerdote mismo, no solo en palabra externa, sino en tarea y compromiso de vivir con convicción, siendo testigo de una realidad que involucra y no deja pasar indiferente al ministro que la proclama. Finalmente, entusiasma a ser testigo, discípulo amado, que, con la palabra y el testimonio de conversión, ayuda a construir el Reino de Dios. ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decirle a la comunidad? Como pueblo de Dios, y comunidad en formación, la Palabra sugiere considerar tres dimensiones: 1. Nuestra vocación de hijos de Dios, a través del Sacramento del Bautismo, nos constituye en sacerdotes, profetas y reyes. Esta vocación profética, hace que la Palabra de Dios penetre en nuestro corazón, anuncie y denuncie lo que hay que cambiar en nuestra vida personal, para generar dinámicas de conversión que partan desde nuestra realidad. 2. El contenido del mensaje profético es el Reino de Dios manifestado en Jesucristo. Dios que se encarna para nuestra salvación y cuyo Reino se inaugura cuando nos abrimos a la conversión, nos pide despojándonos de todo aquello que no nos ayuda a caminar en la presencia del Señor. 3. Dios manifestado en Jesucristo, nos elige para ser un pueblo santo, que inicia a caminar desde el llamado a la conversión personal para seguirlo en el cuerpo que es la Iglesia; nos invita a desprendernos de todo aquello que no nos ayuda a construir el Reino de Dios en nuestras vidas. Dios que es Padre, lleno de ternura y misericordia, lento a la ira y rico en clemencia para los que lo invocan, nos motiva a reconocer con humildad que siendo pecadores, podemos caminar en su presencia para ser acompañados y ayudados en nuestro diario acontecer. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? El encuentro con Jesucristo, cambia y transforma nuestra existencia de una condición pecadora a una renovación permanente de nuestra vida. Jesús nos llama, nos convierte, nos convoca, nos elige para le sirvamos y caminemos en su presencia, para hacernos discípulos misioneros que llevemos su palabra por doquier y nos envía a dejarlo todo para seguirlo y hacer comunidad saliendo al encuentro de todas las personas que Él pone en el camino de nuestra existencia. El encuentro con Jesucristo vivo nos convierte en testigos de su amor. Las palabras del Papa Francisco en su visita a Colombia nos ayudan a reflexionar en este camino de conversión. En efecto, nos animó no solo a dar el primer paso para la paz y la reconciliación, sino a seguir caminando y dando pasos de verdadera conversión con la verdad, la justicia el amor y la reconciliación: “La palabra de Jesús tiene algo especial que no deja indiferente a nadie; su Palabra tiene poder para convertir corazones, cambiar planes y proyectos. Es una Palabra probada en la acción, no es una conclusión de escritorio, de acuerdos fríos y alejados del dolor de la gente, por eso es una Palabra que sirve tanto para la seguridad de la orilla como para la fragilidad del mar”. (Homilía, Parque Simón Bolívar, Bogotá, 7 de septiembre 2017). [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link=''] DESCARGA LAS ORIENTACIONES[/icon]

Vie 19 Ene 2018

Dios se hace presente en medio de nosotros todos los días

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Mié 6 Dic 2017

En Adviento debemos allanar los caminos y abrir el corazón

Primera lectura: Is 40,1-5.9-11 Salmo Sal 85(84), 9ab+10.11-12. 13-14 (R. 8) Segunda lectura: 2P 3,8-14 Evangelio: Mc 1,1-8 En este segundo domingo de adviento, la Liturgia de la Iglesia nos presenta una llamada para continuar nuestro camino de encuentro con el Señor, evitando los tropiezos externos. El camino del adviento no es de negación sino de gran expectativa y por ello se hace prioritario preparar, abrir caminos, allanar y disponer el corazón para que la Palabra se haga carne en la vida de cada ser humano y de cada comunidad. El llamado de Juan el Bautista es un grito de conversión y de retorno a lo que Dios quiere, por eso el adviento debe ser un espacio providencial para la conversión, de tal manera que el Hijo de Dios venga en la humildad de nuestra carne, pero cuando estemos dispuestos y listos para su llegada.