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evangelio

Mié 8 Ago 2018

Evangelizadores, anunciando a Jesucristo hoy

Por: Mons. Víctor Manuel Ochoa Cadavid - El anuncio que realiza la Iglesia del Señor está fundamentado en Jesucristo, que es presentado al mundo entero como Salvador y Redentor. Toda la acción, la palabra, el testimonio de la Iglesia se fundamenta en el Divino Maestro, no es obra de la propia voluntad o de la propia decisión. Es Jesucristo quien está profundamente en cada una de las palabras que transmitimos a los hombres y mujeres de todos los tiempos, para que ellos libremente encuentren el camino de la verdad, que no es otro que el camino de la salvación y de la vida eterna. Este fundamento, Cristo, es el contenido al que no podemos renunciar en nuestra acción evangelizadora. (Beato Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, n25). Nuestros tiempos están cambiando profundamente gracias a los nuevos desarrollos y capacidades tecnológicas que el hombre ha creado con sus capacidades intelectuales, en apenas un siglo hemos pasado del gran desarrollo de la tipografía, a los medios hablados, escritos, televisivos, las redes sociales. Es tan fuerte el cambio de la comunicación que estamos perdiendo la interacción personal entre los hombres, muchos de los intercambios son meramente tecnológicos (El tema de las redes sociales e internet). Es allí, en esos nuevos medios y lugares donde debemos llevar a Cristo para que toque la vida de cada uno de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, para que sea una experiencia de vida cercana y accesible a cada uno de nosotros, para que el Evangelio se convierta en vida diaria y en experiencia de una vida de fe en la comunidad, en la Iglesia de Cristo. Dice el Maestro, “he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia...” (Jn 10, 10). El anuncio de Cristo tiene que ser un anuncio claro, explícito, seguro, ordenado en sus contenidos y en sus acciones concretas y que tengan incidencia en la vida. No es un anuncio alejado de la vida y de la experiencia de la sociedad que tienen quienes lo reciben. Esta es una de las grandes contradicciones que tienen hoy los creyentes: su forma de vida esta distante de cuanto profesan y creen. El evangelio no toca la vida de comodidad, de bienestar, de desarrollo tecnológico de que disponen. El Evangelio de Cristo, es una Palabra cierta, verdadera, que toca la existencia de los hombres, los toca con la riqueza de su fuerza, como un gran fuego que hace arder de amor la existencia de muchos, este Evangelio toca dimensiones diversas y precisas de la existencia del hombre: su dimensión personal en primer lugar, las relaciones que establece con la familia y la comunidad de otros que viven el Evangelio, la interacción con otros hombres y comunidades (Beato Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, 29). No hay contradicción entre Evangelio y vida humana. En el anuncio de Jesucristo, la humanidad encuentra el camino para fortalecer su existencia y hacer resplandecer el hombre en todas sus mejores dimensiones. El hombre es el camino del Evangelio, en la predicación del mensaje del Evangelio, en la predicación de la salvación que Cristo ofrece, se encuentra el verdadero camino de la Iglesia y del hombre (San Juan Pablo II, Redemptor hominis). No hay contradicción entre fe y ciencia, entre la fe en Cristo y el desarrollo del mundo actual. Uno de los grandes retos de la humanidad en los últimos decenios, es el desarrollo de sus capacidades y conocimientos, que han hecho posible que el hombre tenga en sus manos muchas capacidades y elementos para desarrollar su bienestar. Para muchos parece una contradicción entre estas capacidades y la opción de vida que acepta a Jesucristo. Aceptar a Jesucristo, es aceptar la esperanza, el camino de una vida nueva, donde damos testimonio del amor y de la caridad en medio de la comunidad humana. El siglo pasado presentó un modelo de lectura de la comunidad humana basado solamente en los temas de la economía y de las relaciones sociales (Marxismo, comunismo, colectivización), modelos que no tienen esperanza y que destruyen la vida del hombre quitando sus derechos y sus capacidades de realización personal. El tema de la evangelización, del anuncio de Cristo es fundamental para la Iglesia, en esta novedad se encuentra su vitalidad y su dinamismo. Cada vez que es fiel a este mandato del Señor, “Id al mundo entero y predicad del evangelio” (Mc 16, 15). La Iglesia se renueva y se fortalece, hace resurgir el fuego de su vitalidad y de la novedad de su vida, que ha cautivado a los santos y a los hombres a lo largo de la historia. Abramos el corazón a la evangelización, y después de aceptar en nuestras vidas a Jesucristo, dediquemos lo mejor de nuestro ser a la evangelización para que Cristo sea conocido, amado y servido por muchos hombres y mujeres de nuestro tiempo. De esta riqueza vive la Iglesia y de ella se fortalecen nuestras comunidades eclesiales en este tiempo que nos ha regalado Dios para evangelizar: llevar la buena noticia de Jesucristo a todos los hombres. Esta es la invitación para nuestra Iglesia diocesana, a ser fieles a este mandato evangelizador de Cristo, llevar la buena noticia a todos, y ponerle a Él en el corazón y en la vida de cada uno de los hombres y mujeres de nuestra comunidad. + Víctor Manuel Ochoa Cadavid Obispo de Cúcuta

Jue 28 Jun 2018

El Señor escucha los sufrimientos y preocupaciones de la gente

Primera lectura: Sb 1,13-15;2,23-24 Salmo Sal 30 (29),3-4.5-6.12ac-13 (R. 2a) Segunda lectura: 2Co 8,7.9.13-15 Evangelio: Mc 5, 21- 43 (forma larga) ó Mc 21-24.35b-43 (forma breve). Introducción La Palabra de Dios para este XIII Domingo del tiempo ordinario nos sugiere considerar estos tres temas. La resurrección de la hija de Jairo. La curación de la mujer hemorroísa. La generosidad en la colecta que sostiene a la comunidad ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Reflexionemos sobre la resurrección de la hija de Jairo; aproximándonos al camino de la Palabra desde la visión de los personajes que actúan en este episodio bíblico: Jesús, Jairo (jefe de la sinagoga), la hija enferma, los apóstoles, especialmente los tres: Pedro, Santiago y Juan, y la gente. Las actitudes de nuestro Señor Jesucristo son: escuchar los sufrimientos y preocupaciones de la gente; caminar, con quienes padecen las preocupaciones y sufrimientos de la gente; sanar las heridas y curar las enfermedades, convirtiendo la tristeza en gozo (sal 29) y transformando la muerte en vida (Sab 1, 13-15). Jesús, como en muchos episodios bíblicos, se hace el compañero de camino, está atento a las necesidades de las personas, fortalece la fe, inflama el corazón, llena de esperanza y sana a pesar de las contrariedades que se presentan en el camino de la vida. Observemos la actitud de Jairo, jefe de la sinagoga, que se postra a los pies de Jesús. Se podría relacionar este gesto de inclinación con el de la mujer que con su cabellera se postra ante Jesús para ungirle con perfume los pies. Llama la atención que un judío se postre ante el Señor como gesto de adoración y reconocimiento de la divinidad. En la solicitud de Jairo a Jesús, se adicionan tres gestos más de confianza y fe: invitar al Señor a su casa, poner las manos y la seguridad que con su presencia su hija recuperará la salud y será salva. De hecho, la sanación en términos latinos combina las dos significaciones, sanación física y salvación espiritual. Tanto Jairo, jefe de la sinagoga, como la mujer hemorroísa, se llenan de miedo frente a la preocupación de la enfermedad. Buscan, hablan, actúan, piden y confían en el Señor. A partir de esta experiencia de precariedad en la salud, se fortalecen en la fe y la espera en el Señor. Los apóstoles, como la multitud, caminan en medio de las incertidumbres de la vida. Aparecen como actores, que ignoran o desconocen lo que vaya a suceder. Se sorprenden frente a la manifestación del Dios de la vida, que vence la muerte con la Resurrección.

Vie 22 Jun 2018

Vencer nuestros miedos de la mano del Señor

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Vie 15 Jun 2018

Abramos el corazón al Señor

<p><span style="line-height: 20.8px;">[icon class='fa fa-youtube fa-2x' link='']&nbsp;</span><span style="font-size: 16px;"><a href="https://www.youtube.com/playlist?list=PLiRhrEMKay2QXvr9j-EOb5FrDuRjWTprh" target="_blank">Ir a lista de reproducción</a>&nbsp;</span><span style="line-height: 20.8px;">[/icon]</span></p> <hr /> <p><a class="twitter-timeline" href="https://twitter.com/cardenalruben">Tweets by cardenalruben</a></p>

Vie 1 Jun 2018

En la Eucaristía recibimos el fruto salvador

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Jue 24 Mayo 2018

Dios en su esencia misma es comunión

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Jue 10 Mayo 2018

Seamos instrumento de Dios y hagamos visible su presencia salvadora

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Jue 15 Mar 2018

La obediencia es un valor para construir paz

La obediencia es un valor o cualidad que no se recibe automáticamente, hay que aprenderlo. El valor refleja la aceptación, el compromiso frente a la realidad histórica. Obedecer es bueno para las buenas relaciones, convivencia, para la paz, la armonía con los demás. Tarea: - Analizar cómo está la aceptación de la obediencia frente a la autoridad de los demás, incluida la autoridad de Dios. - Inculcar en su comportamiento y en el comportamiento de los demás una sana obediencia. - Haz el compromiso de obedecer amorosamente a tus padres esta semana.