SISTEMA INFORMATIVO
No pueden servir a Dios y al dinero
Tags: predicación orante evangelio Liturgia Iglesia san lucas Discípulos dinero
VIGÉSIMOQUINTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Septiembre 18 de 2022
Primera Lectura: Am 8, 4-7
Salmo: Sal 113(112), 1-2.4-6.7-8 (R. 9, 19a)
Segunda Lectura: 1Tm 2, 1-8
Evangelio: Lc 16, 1-13
I. Orientaciones para la Predicación
Introducción
El Dios altísimo que se abaja para mirar su creación, para levantar lo que está por el suelo, nos ejemplifica para fomentar el bien de todos desinteresadamente, especialmente de los necesitados. En la liturgia de este domingo, la Iglesia acoge el mensaje del Señor, que manifiesta su benevolencia hacia los pobres y rechaza la instrumentalización de estos, ello no implica de ninguna forma el desprecio de quienes han sido constituidos en autoridad, porque Él quiere que todos los hombres se salven. El Directorio Homilético, respecto del mensaje de los textos sagrados correspondientes a este día, propone algunas líneas de meditación, por ejemplo: el llamado al «amor a los pobres», la insistencia en que «nadie puede servir a dos señores [Dios y el dinero]» y la importancia de «orar en favor del otro, no por los propios intereses» (cf, Directorio Homilético, Apéndice I, ciclo C, Vigésimo quinto domingo del Tiempo Ordinario).
1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?
La lectura de la profecía de Amós (Am 8,4-7) está inserida en el contexto propio de algunos capítulos que transmiten las consecuencias negativas que sobrevendrían al pueblo de Samaria por sus conductas corruptas, si bien siempre con la apertura al anuncio de la restauración que vendrá por el Mesías. Con esta claridad, el Señor advierte, por medio del profeta, que no olvidará jamás la instrumentalización de los necesitados, concretamente en el rechazo de los pobres y en la eliminación de los humildes de la nación (v. 4), en el robo de estos por medio del precio de usura, de la medida fraudulenta de su alimento básico, el grano (v. 5), y del usarlos aprovechando su situación de indigencia (v. 6). El contenido del salmo de respuesta (Sal 112,1-2. 4-6. 7-8) continúa la defensa del pobre en medio del llamado a la alabanza divina por la compasión del Señor (vv. 1-2), que se abaja desde su posición “altísima” para mirar su creación (vv. 4-6); esa concepción tiene una repercusión en el ámbito social, a saber, el rescate de la fama del pobre ante la situación de los más favorecidos, los príncipes de su pueblo (vv. 7-8).
La segunda lectura, tomada del capítulo segundo de la Primera carta a Timoteo, propone «que se hagan oraciones por toda la humanidad a Dios, que quiere que todos los hombres se salven»; sin embargo, es cierto que algún contenido del pasaje puede estar ligado, en el contexto litúrgico, a los pasajes anteriores, como el llamado a la unidad en la oración para superar las iras y las divisiones (v. 8) con la mediación de Cristo, que vino a la humanidad para la salvación de todos, evitando el desprecio de los favorecidos, los reyes y de aquellos que han sido constituidos en autoridad, en eminencia (v. 2).
El pasaje evangélico de Lucas (Lc 16,1-13) tiene como enseñanza principal, e intencionalmente en afinidad con la primera lectura y el salmo que la sigue, una sentencia del Señor: «no pueden servir a Dios y al dinero» (v. 13). La fidelidad en el uso de las cosas de este mundo, es ampliada por mucho con la fidelidad al Señor, para ello se propone el ejemplo negativo del administrador o mayordomo de los bienes de un hombre rico que, habiendo conocido la noticia de su despido a causa del despilfarro de los haberes del patrón, se dedica a ganarse injustamente el aprecio de los deudores de su amo rebajándoles la deuda (vv. 1-7). Si bien lo anterior es reprochable, porque es una muestra de astucia inmoral («mayordomo malo», v. 8), esta sagacidad debería ser implementada, en cambio, para buscar la fidelidad al Señor (cf. vv. 10-13).
2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?
La Sagrada Escritura, como sabemos, no da una calificación inmoral al dinero en sí mismo, como tampoco al salario devengado como fruto del trabajo o a las riquezas, que pueden crecer a lo largo de la vida, en cambio rechaza, desde el Antiguo Testamento, el dar el corazón a los bienes, el uso de los mismos para obras de injusticia y el ser faltos de compasión con los más necesitados, por mencionar un poco. Justamente en el día del Señor, memoria de la Resurrección, pensemos como el dinero, en este mundo, puede pretender quitarle el señorío a Dios. El día de la Resurrección de Jesucristo, «los guardias, los soldados, que estaban en el sepulcro para no dejar que vinieran los discípulos y llevarse el cuerpo, le han visto: le han visto vivo y resucitado. Los enemigos le han visto, y después han fingido que no le habían visto. ¿Por qué? Porque fueron pagados. Aquí está el verdadero misterio de lo que Jesús dijo una vez: “Hay dos señores en el mundo, dos, no más: dos. Dios y el dinero. Quien sirve al dinero está contra Dios”. Y aquí está el dinero que hizo cambiar la realidad. Habían visto la maravilla de la resurrección, pero fueron pagados para callar» (FRANCISCO, Audiencia general 31 de marzo de 2021).
En el salmo, el orante, eleva a Dios su alabanza porque se fija en la humillación de los marginados para enaltecerlos ante los poderosos del mundo; esto es cuánto ha hecho con su Hijo Jesucristo, con María su Madre y con la multitud de los fieles. Esta actitud divina del abajamiento a la miseria humana, para levantar al necesitado, es una motivación a la caridad efectiva también en el ámbito de la celebración, en la que se comparte la mesa común de la Palabra y de la Eucaristía. El cristiano tiene ante sí, en esta celebración, la evidencia de la injusticia e inequidad existentes en el mundo, la urgencia de la caridad y el rechazo al odio de clases, que es promovido por algunos sectores de la sociedad. De hecho, la instrucción de la Iglesia para la propuesta de las intenciones que debiera contener la oración de los fieles, incluye la oración por los que gobiernan y por la salvación de todos los hombres, por la humanidad (cf. Sacrosanctum Concilium, 53; IGMR 70).
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
Esta oración nos puede ayudar a interiorizar lo propuesto por la selección de textos presentados en la liturgia de la Palabra y a suplicar lo que necesitamos para vivir con mayor compromiso la misión: «Oh Padre, que nos llamas a amarte y servirte como único Señor, ten piedad de nuestra condición humana; sálvanos de la codicia de las riquezas y concédenos que, levantando al cielo manos libres y puras, te demos gloria con toda nuestra vida». El señorío único de Dios, pensemos, implica amar y respetar su voluntad respecto de los más necesitados y acatar su advertencia sobre el riesgo de permitir al apego al dinero avanzar sobre el “espacio” que corresponde únicamente a él, el de la adoración.
Para contemplar nos pueden servir las imágenes que tenemos por proximidad con la celebración del domingo anterior, del Dios que rescata lo perdido («levanta de la basura al pobre») incluso cuando “tiene más”, porque cada uno es importante para Él: recordemos el gozo que experimenta quien recupera una oveja perdida, aun teniendo cien; el gozo de la mujer que encuentra una moneda (dracma) perdida, aun teniendo diez; y el gozo del padre que recupera a su hijo perdido, aun teniendo otro, porque aquel había partido de la casa paterna y de su tierra a dilapidar la herencia reclamada al padre y esto es perdición. El Señor no está de acuerdo con divisiones e iras entre los que conformamos la humanidad, en cambio nos impulsa a la fraternidad solidaria. La promoción de los marginados y el rechazo a la injusticia, siempre en el amor a cada miembro de la familia humana, es un reflejo del encuentro con Jesucristo en nuestra vida.
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Recomendaciones prácticas:
• Día del Migrante
II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles
Monición introductoria de la Misa
Hemos sido congregados por el Señor, para vivir este encuentro de unidad por excelencia, para tomar parte en la mesa común de los hermanos, para comulgar con el santo alimento de la Palabra y de la Eucaristía; esto nos impulsa a abandonar toda actitud que encubra la desigualdad y la injusticia, a buscar la hermandad en medio de la tentación propuesta por la división. ¡Únicamente en Dios está la salvación para todos!
Monición a la Liturgia de la Palabra
En la santa Palabra, que ahora será proclamada, Dios manifiesta su voluntad, aquella que nos orienta; acojámosla, pues es verdadera riqueza que nos impulsa a dar gloria al Señor con nuestras vidas, en obras de justicia y caridad. ¡Atentos!
Oración Universal o de los Fieles
Presidente: Amados hermanos y hermanas, elevemos súplicas y oraciones a Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y pidamos, por la mediación única de su amado Hijo Jesucristo, que nos asista con su Espíritu para pedir como conviene.
R. Señor, socorre a tu pueblo.
1. Por la santa Iglesia, para que venciendo cualquier tentación mundana se dedique a la edificación de tu Reino en las obras del amor y la justicia. Oremos.
2. Por los gobernantes y cuantos han sido constituidos en autoridad, para que sean genuinos administradores del bien común en sus diversas formas y luchen contra la marginación de los menos favorecidos Oremos.
3. Por los que sufren aflicción a causa de enfermedades o pruebas, para que reciban tu consuelo y valentía, respaldados por nuestra cercanía y misericordia. Oremos.
4. Por nuestra comunidad parroquial, para que se nos conceda el llevar adelante la vida sin descuidar las necesidades del prójimo en servicio humilde a sus necesidades. Oremos.
5. Por los migrantes, refugiados y personas desplazadas, para que puedan encontrar comunidades seguras y amorosas, así como la oportunidad de salir adelante. Oremos.
Oración conclusiva
Dios omnipotente y eterno,
Tú que eres el único Señor
y quieres ser amado, sobre todo,
escucha las oraciones de tu pueblo
para que cumplamos plenamente tu voluntad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
La familia defiende y protege la vida
Mar 11 Jun 2024
Sáb 15 Jun 2024
¿Con qué compararemos el reino de Dios?
DÉCIMO PRIMER DOMINGODEL TIEMPO ORDINARIOJunio 16 de 2024Primera lectura: Ez 17, 22-24Salmo: 92(91), 2-3.13-14.15-16 (R. cf. Ez 17, 24)Segunda lectura: 2Co 5, 6-10Evangelio: Mc 4, 26-34I.Orientaciones para la PredicaciónLa Palabra de Dios nos presenta hoy la idea del Reino de Dios que exige la acogida humilde por parte del hombre. Este tema se vislumbra claramente en la primera lectura y en el evangelio. En efecto, en ellos se presentan figuras agrícolas de la siembra, un cedro, para el caso de la primera, y un grano de mostaza, para el Evangelio. En dichos relatos se exalta la simplicidad y pequeñez de la semilla.La Palabra de Dios también ofrece el tema de la fe o de la confianza en Dios. En efecto, el Salmo 91, que es considerado, en la liturgia y en la devoción popular, como el salmo de la confianza divina, presenta al hombre que confía en Dios, protegido de todo mal y de todo peligro. Igualmente, la segunda lectura habla de la confianza en Dios y pide caminar “a la luz de la fe” (2Co 5,7).Otra idea, que emerge de la Palabra de Dios y que es indispensable en el seguimiento del Señor y condición para entrar en su Reino, es el del discipulado. Este tema está insinuado de forma muy modesta al final del Evangelio, en el último verso: “No les decía nada sin parábolas. Pero a sus propios discípulos les explicaba todo en privado” (Mc 4, 34). Al respecto dice el Catecismo de la Iglesia Católica: “Es preciso hacerse discípulo de Cristo para ‘conocer los Misterios del Reino de los cielos’ (Mt 13,11)” (CEC 546).Los tres temas pueden presentarse en uno solo, pues, están indisolublemente unidos y se implican mutuamente, de esta manera tenemos que el Reino de Dios exige: humildad, confianza y discipulado.1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?La primera parte del evangelio donde desarrolla la parábola de la simiente y su crecimiento, es particular para el Evangelio de Marcos, pertenece a lo que los estudiosos han denominado tradición simple, “El reino de Dios se parece a un hombre que echa la semilla en la tierra” (v. 26). Sembrar la semilla parece un comienzo poco importante, pero esta semilla tiene poder, produce árboles cuyas raíces pueden romper rocas, árboles que proveen alimento y cubierta a los animales, árboles que hacen posible la vida humana.“Y duerme de noche y se levanta de mañana” (v. 27). El punto aquí es la calidad de estas noches y días, la experiencia de la vida cotidiana.“Y la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo” (v. 27). Muchas semillas realizan su proceso de crecimiento y germinación en la articulación del trabajo del sembrador y el misterio que la tierra genera en su interior, pero también cotidianamente muchos árboles toman raíz sin ninguna intervención humana. Montañas, colinas y valles, se cubren de árboles que ningún humano ha plantado y posteriormente protegido para dar garantía a su crecimiento.La centralidad de este versículo no es la obra del sembrador, sino la obra de la semilla, que germina a causa de una fuerza misteriosa y que crece tan despacio que no la vemos crecer. Solo cuando nos alejamos y regresamos después de un día o una semana o un mes, podemos ver su crecimiento, y quedamos asombrados por ello y nos maravilla.“la tierra va produciendo fruto sola” (griego: automate) (v. 28). Este vocablo hace referencia al crecimiento de la semilla causado por una fuerza interna que el sembrador no le dio, un poder de vida intrínseco del arbusto, diríamos desde la fe una fuerza de vida puesta ahí por Dios. El segundo bloque del texto con la parábola del grano de mostaza si aparece en todos los evangelios sinópticos, y resalta como punto central la dinámica de crecimiento, lento y progresivo, discreto pero contundente, y finalmente productivo, no en perspectiva de utilitarismo, sino de servicio, “ramas que sirven para que las aves hagan sus nidos”. El v. 34 ha sido percibo por algunos comentaristas de la Palabra como un sustento de la Tradición, estás explicaciones en privado a los discípulos generarían un aporte invaluable para la posterior vivencia de la fe de las comunidades cristianas de todos los tiempos. 2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y qué me sugiere para decirle a la comunidad?En la historia de la salvación los acontecimientos contribuyen a evidenciar la Voluntad de Dios por encima de los proyectos y esperanzas humanas. La Voluntad Divina siempre supera y desborda nuestra limitación. Tres líneas básicas pueden contribuir a nuestra reflexión: a) la inversión de la realidad: “Dios humilla lo elevado y exalta lo pequeño”, b) El Reino de Dios y la soberanía de su amor irrumpe en medio de nosotros provocándonos para la eternidad, c) La pedagogía misteriosa de Dios que desde el silencio y de manera procesual obra las necesarias transformaciones. –Ezequiel 17, 22-24: “Yo exalto el árbol humilde”. La situación caótica del pueblo de Dios, en los días de rey Nabucodonosor y de la cautividad en Babilonia, fue la consecuencia de una perspectiva, que confió más en las fuerzas humanas que en la fidelidad a Dios. Tras la debacle con intención salvífica, la iniciativa divina rescató a su pueblo.Esta lectura hace relación con el Evangelio de hoy, con el cual se la entiende mucho mejor. La inexplicable pedagogía Divina que va mucho más allá de las lógicas humanas, al árbol seco lo hace florecer y lo pequeño lo engrandece.–Con el estribillo del Salmo 91 proclamamos que “Es bueno darte gracias Señor”. Los caminos de la providencia de Dios son, a veces, difíciles de comprender; pero el hombre de fe humilde y sencilla, como la de un niño, podrá reconocer fácilmente que Dios va escribiendo en ellos la historia de un Amor infinito sin límites: que manifiesta misericordia al amanecer, es decir, al inicio de la existencia y fidelidad de noche al cierre de la vida. –2ª Corintios 5, 6-10: En destierro o en patria nos esforzamos en agradar al Señor. San Agustín dice que Cristo es el camino para nuestra peregrinación: por esto nuestra más grande preocupación es vivir junto al Señor. –Marcos 4, 26-34: Es la semilla más pequeña, y se hace más alta que las demás hortalizas. Comenta san Jerónimo: El estado glorioso del Reino futuro sucederá al estado actual de humildad. El Reino tiene en apariencia un comienzo humilde. Por su parte Cristo predice un notable progreso del que la historia da testimonio. No la espectacularidad ni la inmediatez. Sin embargo, no hay nadie que lo pare. Pasan las grandes adversidades y persecuciones, las calumnias. La Iglesia continúa creciendo por doquier y ahondando en santidad.Este proyecto de Dios puede parecernos pequeño, pero está llamado a crecer. Se nos invita, por tanto, a creer en el crecimiento progresivo. Esto nos cuesta mucho. Y más en nuestra cultura actual tan acostumbrada a la inmediatez de las cosas, al hecho de que todo sea ahora y aquí. Nos cuesta mucho asumir que estamos en trance de crecer y en el deber de crecer. Y nos replegamos en la creencia de que apenas tenemos nada que hacer. O nos limitamos a hacer cosas neutras que van poco o nada con la realidad del Reino. Las dos parábolas de hoy tienen como contexto el rechazo del mensaje y de la persona de Jesús. Jesús toma ejemplos de la vida cotidiana para hacer comprensible el Reino de Dios. La primera parábola subraya la positividad de la siembra aun sin considerar si la siega es abundante. El sembrador siembra y a pesar de las dificultades la semilla está ahí y germina y va creciendo, aunque no se sepa cómo. El Reino está ya presente desde el momento mismo en que se anuncia o se siembra. En la segunda parábola Jesús afirma que el Reino de Dios se manifiesta en el árbol pequeño que crece, como el grano de mostaza que se convierte en un árbol donde se posan las aves del cielo. El Reino crece por sí mismo, o mejor por la gracia operante de Dios. Lo nuestro es sembrar y esperar con paciencia a pesar de las dificultades.Decir estas cosas a los hombres de nuestra generación puede parecer un desacierto, cuando sabemos que se ha perdido tanto el sentido de lo eterno. La fe ha sufrido en nuestro tiempo un declive lamentable. Los últimos Pontífices hablan de la necesidad de una nueva evangelización. Solo un evangelio, conocido y vivido, testimoniado, tiene la capacidad de entusiasmar a la humanidad actual. La propuesta de Cristo que sea no solo recuerdo pasado, sino más bien misterio presente y actual vivido en cada corazón, alberga una potencialidad para motivar y transformar nuestra realidad. La liturgia de la Palabra nos proyecta a abandonarnos confiadamente en las manos del Señor, quien con su misteriosa pedagogía de salvación obra maravillas en nosotros. Cuanto bien hace repetir las palabras de nuestra amada Madre, la santísima Virgen María: “que se haga en mi según tu palabra”, al modo de Dios, en el tiempo de Dios, y de acuerdo a su plan redentor. _______________________Recomendaciones prácticas:●Día del padre.II.Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hoy de nuevo como familia de Dios tenemos la gracia de actualizar el misterio de la salvación en la Eucaristía. El Señor quiere generar un cada uno de nosotros un crecimiento progresivo, profundo, valioso, abramos todo nuestro ser a esta santa celebración y dejemos que el buen Dios haga su obra en nosotros. Monición a la liturgia de la PalabraCada vez que se proclama la Palabra de Dios para ser sembrada en nuestro interior, se desata una fuerza misteriosa con una potencialidad vital que asombra, abramos nuestro oído, y dispongamos nuestro corazón para que el mensaje de salvación que hoy escucharemos genere la dinámica de transformación en nosotros. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Elevemos nuestras súplicas al Señor que instaura su Reino en medio de nosotros digamos:R/. Acoge, Señor, nuestra plegaria.1.Por la Iglesia Santa de Dios encargada de seguir sembrando la semilla de la Palabra de Dios, y extendiendo su Reino en medio de la humanidad, para que no desfallezca en su propuesta de valorar los procesos y siga consolidando nuestro anhelo de eternidad. Oremos.2.Por nuestros gobernantes, para que, a través de su liderazgo contribuyan al bien de los más vulnerables, conscientes de que el Reino de Dios y su fuerza transformadora es el garante del cambio auténtico. Oremos.3.Por todos los que sufren en nuestra sociedad, especialmente por quienes, conducidos por la provocación de la inmediatez, destruyen o afectan los procesos de vida propios y de los demás. Oremos.4.Por nosotros que estamos celebrando el misterio sublime de la Eucaristía, para que el Señor desde el silencio y la intimidad va realizando el proceso de conversión que anhelamos y necesitamos. Oremos.5.Por todos los padres de familia, para que la bendición de Dios llegue a cada uno de ellos, puedan guiar a su familia con sabiduría y amor. Oremos.Oración conclusivaSeñor tú que nos das la posibilidadde servir sembrando permanentela semilla de tu Palabra, recibe nuestrasplegarias y haz germinaren nosotros tu Reino.Por Jesucristo, nuestro Señor.R/. Amén.
Sáb 8 Jun 2024
Éstos son mi madre y mis hermanos
DÉCIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIOJunio 9 de 2024Primera lectura: Gn 3,9-15Salmo: 130(129),1-2.3-4.5-6ab.7-8 (R. cf. 7)Segunda lectura: 2Co 4,13–5,1Evangelio: Mc 3,20-35I.Orientaciones para la PredicaciónIntroducciónHoy la Palabra de Dios nos habla con claridad sobre la realidad del pecado presente en todo ser humano, por tanto, el tema principal es el hombre nace herido por el pecado.El Evangelio muestra a Cristo, el más fuerte, que vence al fuerte, es decir, al demonio. Cristo venció con su obediencia (cf. AG 24; CEC 402), “haciéndose obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz” (Flp 2, 8).Otras dos ideas temáticas que son esenciales y conexas con el tema principal son las siguientes:●El hombre está inclinado al mal.●La salvación consiste en obedecer a Cristo, pues “el que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mc 3, 35).1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?Gn 3, 9-15: “pongo hostilidad entre tu descendencia y la descendencia de la mujer”Este texto ubicado en el bloque que habla de los orígenes, nos muestra lo desafiante de reconocer nuestra vulnerabilidad cuando somos abordados por la verdad plena que es Dios. Es más fácil señalar, buscar culpables, caer en la epidemia de excusas, que realmente aportan poco. Solo el reconocimiento de nuestra miseria nos hace participar de la misericordia. Sal 129: “Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa”En este bello himno conocido como de profundis, el orante reconoce su realidad débil y pecadora, es consciente de sus delitos, pero se acoge con plena confianza a la misericordia infinita de Dios y espera en el Señor aguardando la necesaria redención. 2Co 4, 13—5,1: “Creemos y por eso hablamos” En nuestra profesión de fe afirmamos: creo en la resurrección de los muertos, la certeza de la vida eterna, de la mansión construida no por mano humana sino por bondad de Dios hace que nuestra vida de peregrinos tenga sentido. Nosotros los cristianos vivimos un proceso inverso al mundo, pues es el futuro el que le da sentido a nuestro presente. Mc 3, 20-35 “Satanás está perdido”La presencia de Cristo Jesús en medio de la humanidad por medio del misterio de la encarnación, trae como una de las consecuencias extraordinarias la aniquilación del reino de la muerte, del pecado, de la maldad, donde opera el maligno con sus artimañas. Jesús, como Hijo de Dios, genera claridad con sus argumentos, manifiesta la necesidad de la apertura a la acción del Espíritu sin el cual todo carece de sentido, e inaugura una nueva forma de ser y hacer familia acogiendo el plan divino. Desde la perspectiva anteriormente expuesta les propongo aclarando las dos cuestiones que han generado muchos desafíos a la interpretación bíblica a lo largo de la historia. En ambos casos se traza el mismo cuestionamiento: ¿Quién es Jesús en realidad? Es el Señor mismo quien responde a través de dos argumentos ejemplificantes. El “hombre fuerte” (v. 27). Jesús sostiene este argumento con la imagen de un hombre fuerte (el maligno) defendiendo su propiedad. ¿Cómo puede alguien saquear las joyas del hombre fuerte? La tarea es vencerlo. ¿Cómo puede Jesús limpiar a un hombre de un espíritu inmundo, como hizo en Cafarnaúm (1, 21-28)? Solo podría hacerlo si antes dominando al maligno –que gobierna a los demonios.Como se evidencia es una comparación en línea con las parábolas de Jesús, en la que los bienes robados al hombre fuerte son aquellas personas que Jesús ha arrebatado de la enfermedad y del poder de los demonios. Simboliza, por tanto, una buena noticia: mediante las actuaciones liberadoras de Jesús está irrumpiendo el Reino de Dios de manera definitiva.La blasfemia contra el Espíritu Santo (v. 29). Este versículo causa temor en nuestros corazones. Muchos versículos bíblicos prometen perdón, pero este nos advierte que hay un lugar al que no debemos dirigirnos, un lugar más allá de la redención, un lugar del cual nunca podremos regresar, un lugar donde ya no es posible el perdón. No podemos evitar la preocupación de que podríamos amanecer el Día del Juicio y aprender que somos culpables de este pecado imperdonable. El judaísmo se preguntaba por los pecados imperdonables, entre los que se contaban: negar la resurrección de los muertos, negar el origen divino de la Torá, etc. La casuística era larga. El pecado es un problema común, si afligía a Pablo el Apóstol, seguramente aflige al cristiano común y corriente, y necesitamos asegurarles a los cristianos de que sus pecados corrientes no constituyen un pecado contra el Espíritu Santo.También se ha anotado que personas que se preocupan de pecar contra el Espíritu Santo seguramente no son culpables. El hecho de que se preocupen refleja una conciencia activa que seguramente les mantendrá a salvo. Es improbable que una persona verdaderamente culpable jamás se preocupe de ser culpable.En Marcos leemos la respuesta casi inmediata a esta segunda acusación, pero se nos mantiene en vilo hasta el final del capítulo para descubrir la respuesta reservada a sus parientes. Jesús responde al ataque directo a quienes se comportan como sus enemigos más poderosos, llevando su acusación al absurdo (vv. 23-26).En cuanto a los versículos finales (vv. 31-35), Jesús señala una nueva familia que se constituye en torno a Él, es decir, a los discípulos y las discípulas que estaban reunidos en la casa, quienes tienen a Jesús como Señor y centro de su vida. A pesar de las incomprensiones iniciales tanto con su familia, como con aquellos que le acusan enérgicamente, la propuesta de Jesús sigue creciendo, adhiriendo a quienes ponen en el centro de sus vidas la obediencia a la voluntad de Dios (v. 35).2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y qué me sugiere para decirle a la comunidad?¿Cuál es tu identidad?¿Dónde estás?, ¿quién eres tú? Este interrogante aún lo escuchamos en nuestros pueblos y ciudades. Cuando conocemos o estamos conociendo a alguien, necesitamos ubicar a la persona en un lugar concreto, en una familia especifica, porque así creemos entenderla mejor. En el fondo del texto del evangelio de hoy, surge esa misma inquietud, y se despliegan diversas opiniones sobre la identidad de Jesús. ¿Es acaso como cree su familia, un hombre fuera de sí?, ¿es un poseído, como afirman sus enemigos descalificando su ministerio?, ¿es aquel que nos trae el Reino de Dios por la gracia del Espíritu, como sugiere el mismo Jesús?Eran múltiples las reacciones que generaba el Señor Jesús en quienes le rodean, desde el reproche y el desconcierto en algunos, hasta la más profunda admiración y asombro en otros. El texto del leccionario nos permite orientar el desarrollo homilético en, al menos, las siguientes tres direcciones:En primer lugar, la humanidad toda, y la Iglesia en particular, debe seguir respondiendo a la retadora pregunta del Evangelio de Marcos: ¿Quién es Jesús para ti?, ¿quién es Jesús para el pueblo de Dios? Las respuestas de Marcos muestran un tríptico interesante: a) o bien Jesús era un lunático (no era Dios, pero Él creía que lo era, tal y como pensaba su familia en Marcos), b) o bien era un mentiroso (Jesús sabía que no era Dios), c) o bien era, efectivamente, el Señor (Jesús es Dios).En segundo lugar, la lectura de Marcos nos propone un reto como Iglesia, en el que nos jugamos el seguimiento del Maestro: seguir adelante con la acción liberadora que Jesús realizó entre los hombres y las mujeres de su tiempo. Nadie como Él conoció la angustia de los pobres, el sufrimiento de los enfermos, el abandono de los expulsados por el sistema religioso, la desesperanza de los marginados de la sociedad, el dolor de los oprimidos. Ahora es nuestro turno, en el aquí y ahora de nuestro mundo. Necesitamos analizar con ojos críticos nuestra sociedad para identificar a los actuales oprimidos por el mal (cf. Hch 10, 38), porque estamos llamados a ofrecerles la buena noticia de la salvación y del Reino de Dios, que trae sanidad al enfermo, alegría a los desfavorecidos y esperanza ante el umbral de la muerte, la alegría de tener el Espíritu de Dios, el gozo de tener el nido tibio de la familia de los hijos de Dios. En tercer lugar, podemos actualizar de algún modo las duras palabras de Jesús sobre “la blasfemia contra el Espíritu Santo”. En el ejercicio de su libertad, todo ser humano puede incurrir en pecado contra Dios, lo que significa herir a nuestros semejantes, a nuestro entorno natural, e incluso a uno mismo. La cuestión que plantea el “pecado contra el Espíritu Santo” no es otra que es el eterno dilema que Dios plantea a toda persona desde el origen mismo en Génesis 3: lo imperdonable, lo que no tiene vuelta atrás, es el rechazo voluntario y consciente de la voluntad de Dios. El pecado contra el Espíritu es negar o desconfiar de la posibilidad de la acción salvífica de Dios en el hombre.II.Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hoy el Señor de nuevo nos congrega como comunidad de fe para actualizar el misterio de la salvación en el sublime sacramento de la Eucaristía. Cristo ha querido manifestarse a la humanidad, surge para nosotros el gran desafío, de descubrir su auténtica identidad. Celebremos con fe y apertura de corazón. Monición a la liturgia de la Palabra La Palabra de Dios realiza una triple misión en nuestros corazones: informa, interpela y transforma, dejemos que el mensaje de la salvación que hoy escucharemos en la palabra, de fuerza y claridad a nuestro proceso de fe, comprendiendo quien es el Señor, se aclara mucho más quienes somos nosotros. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Dirijamos nuestra Plegaria al Padre que nos manifiesta la presencia de su Reino a través de su Hijo. Digámosle confiadamente:R/. Escúchanos Padre bueno.1.Por la Iglesia universal: el Papa, los obispos, sacerdotes, diáconos y religiosos para que, por medio del testimonio de cercanía y claridad, extiendan el Reino de Dios, y ayuden a consolidar la familia de los discípulos. Oremos.2.Por los que gobiernan las naciones, especialmente por quienes rigen los destinos de nuestra patria, para que conducidos como Jesús por el Espíritu Santo sean gestores del bien de la comunidad y contribuyan a la erradicación de la maldad. Oremos.3.Por los que sufren para que la presencia liberadora de Cristo en medio de nosotros sea signo de consuelo y esperanza. Oremos.4.Por todos nosotros que estamos celebrando está Eucaristía, para que guiados por el Señor logremos descubrir su identidad para nosotros y asumiendo su voluntad anhelemos ser parte de su familia. Oremos.Oración conclusivaAgradecidos con el Padre eternoque nos revela la intimidad de su Reino,confiamos a Él nuestra suplicas.Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
Vie 31 Mayo 2024
Tomad, esto es mi cuerpo
EL CUERPO Y LA SANGRESANTÍSIMOS DE CRISTOJunio 2 de 2024Primera lectura: Ex 24,3-8Salmo: 116(115),12-13.15-16.17-18 (R.13)Segunda lectura: Hb 9,11-15Evangelio: Mc 14,12-16.22-26I.Orientaciones para la PredicaciónIntroducciónA propósito del Año de la Oración que estamos viviendo y en consonancia con esta Solemnidad del Corpus Christi, vale la pena recordar que san Juan Pablo II define la oración como “arte en la pedagogía de la santidad”; Benedicto XVI como “escuela de la esperanza” y Francisco como “el aliento de la fe”. Particularmente, el santo Pontífice ha destacado que “la adoración del Santísimo Sacramento tiene cotidianamente una importancia destacada y se convierte en fuente inagotable de santidad. La participación devota de los fieles en la procesión eucarística en la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo es una gracia de Dios, que cada año llena de gozo a quienes toman parte en ella. Y se podrían mencionar otros signos positivos de fe y amor eucarístico” (EE 10).Él mismo recordó que la participación en la Eucaristía debe ser el centro del domingo como “deber irrenunciable que se ha de vivir no solo para cumplir un precepto, sino como necesidad de una vida cristiana verdaderamente consciente y coherente” (NMI 36). Así pues, es muy recomendable que la homilía de este domingo conjugue los motivos de la oración y la solemnidad, para que a partir de la Palabra de Dios se profundice en el sacramento de la caridad que es la Santísima Eucaristía, “don que Jesucristo hace de sí mismo, revelándonos el amor infinito de Dios por la humanidad”.1. 1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?La lectura del libro del Éxodo describe la ratificación de la Alianza hecha por Dios con el pueblo de Israel: Moisés construye un altar, elige una víctima animal y funge de sacerdote del culto; vierte la mitad de la sangre de la víctima sacrificial sobre el altar y la otra mitad la asperja sobre el pueblo. Como se ve, en la Antigua Alianza son distintos altar, víctima y sacerdote; sin embargo, este episodio es una prefiguración de la Nueva Alianza, sellada con la sangre del Redentor, que como lo recuerda el autor de la Carta a los Hebreos, en la segunda lectura, no es “sangre de machos cabríos” sino de Cristo, “sumo sacerdote de los bienes definitivos”; contrario a lo anterior, en la Nueva Alianza habrá unidad en el culto divino y por ello el Redentor “que consigue la liberación eterna” es, Él mismo, “Sacerdote” que realiza la acción redentora, “altar”, porque en Él se ofrece el sacrificio, y “víctima” sacrificial porque es Él la hostia inmaculada y santa (no está de más anotar que, en latín, “hostia” significa “víctima”). Así lo recuerda la liturgia en el Prefacio Pascual V.El Salmo 116 (115) evidencia la utilización del cáliz en el culto de la Antigua Alianza y, leído en sintonía con el contenido de la Revelación cristiana, manifiesta que la Eucaristía es “acción de gracias”; efectivamente, alzar la copa de la salvación es el modo más sublime para pagar al Señor por “todo el bien que me ha hecho”; por ejemplo, en el relato de la institución de la Eucaristía que se leerá en esta ocasión, según la versión de san Marcos, en el contexto de la Nueva Alianza Jesús toma el cáliz, pronuncia la acción de gracias, lo comparte y lo da a beber.Por otra parte, la alusión del salmista a las ataduras de la muerte, las cadenas rotas, la humildad del hijo de la sierva, el cumplimiento de votos y la alabanza de la asamblea ofrece motivos suficientes para entender este texto desde la perspectiva del sacrificio redentor de Cristo que ha vencido a la muerte con su sangre derramada en la cruz y, como lo recuerda el Prefacio de la Santísima Eucaristía I, entregándose como víctima de salvación, nos mandó luego ofrecer este sacrificio en su memoria. Así ha quedado consignado en el Evangelio de este domingo y recordado en cada Eucaristía: “sangre de la alianza nueva y eterna que será derramada por muchos”. Es importante, además, resaltar que, de la misma manera en que el antiguo culto del pueblo de Israel prefiguró el de la Nueva Alianza, así mismo, está es anticipación del banquete eterno donde se servirá; como lo dice Jesús: “el vino nuevo en el Reino de Dios”.1. 2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y qué me sugiere para decirle a la comunidad?De manera particular, la Eucaristía significa y realiza la salvación obrada por Cristo, y prefigura y anticipa la gloria del cielo (cf. CEC 1152). La Palabra de Dios en este domingo destaca de manera particular el amor providente del Señor Jesús quien no solamente concede el pan material, sino que, además, da el alimento espiritual a sus hijos. Como lo enseña también la doctrina cristiana, “lo que el alimento material produce en nuestra vida corporal, la comunión lo realiza de manera admirable en nuestra vida espiritual. La comunión con la carne de Cristo resucitado, vivificada por el Espíritu Santo y vivificante, conserva, acrecienta y renueva la vida de gracia recibida en el bautismo. Este crecimiento de la vida cristiana necesita ser alimentado por la comunión eucarística, pan de nuestra peregrinación, hasta el momento de la muerte” (CEC 1392).En efecto, acrecentar y renovar la gracia bautismal debe ser un objetivo permanente en el cristiano; a propósito, en una de sus catequesis sobre la oración (Audiencia General, 25 de noviembre de 2020), el papa Francisco ha destacado cuatro medios fundamentales para ello: primero, la escucha de la enseñanza de los apóstoles; segundo, la custodia de la comunión recíproca; tercero, la fracción del pan y, cuarto, la oración. El Pontífice nos recuerda que la existencia de la Iglesia tiene sentido si permanece firmemente unida a Cristo, es decir en la comunidad, en su Palabra, en la Eucaristía y en la oración; sobre todo, “la fracción del pan realiza el sacramento de la presencia de Jesús en medio de nosotros: Él no estará nunca ausente, en la Eucaristía es Él. Él vive y camina con nosotros”. Por ello se dice que la Eucaristía anticipa la gloria del cielo, porque permite la comunión real con la persona de Cristo.1. 3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?No es un secreto que, paulatinamente, la devoción eucarística ha ido cediendo paso a otras formas de expresión de la piedad. Sin embargo, en una comunidad eclesial no debería ser un tema de segunda mano porque allí radica el núcleo de su vitalidad, según aquel principio ya común de que “la Iglesia vive de la Eucaristía”. Así pues, a la comunidad cristiana hay que motivarla a tener momentos de encuentro personal con el Señor Jesús, primero, en la celebración litúrgica recordando este principio: “Ningún domingo sin Eucaristía y ninguna Eucaristía sin comunión, porque domingo sin Misa es semana sin gracia”. Este encuentro con el Señor en la fracción del pan se prolonga en la adoración eucarística tanto en el Tabernáculo como en la exposición del Santísimo Sacramento.A propósito de la adoración eucarística, recomendaba san Juan Pablo II: “‘Es hermoso estar con Él y, reclinados sobre su pecho como el discípulo predilecto’ (cf. Jn 13, 25), palpar el amor infinito de su corazón. Si el cristianismo ha de distinguirse en nuestro tiempo sobre todo por el ‘arte de la oración’, ¿cómo no sentir una renovada necesidad de estar largos ratos en conversación espiritual, en adoración silenciosa, en actitud de amor, ante Cristo presente en el Santísimo Sacramento? ¡Cuántas veces, mis queridos hermanos y hermanas, he hecho esta experiencia y en ella he encontrado fuerza, consuelo y apoyo!”. Las palabras del santo deben ser aliciente para que las comunidades eclesiales incentiven el culto eucarístico en favor de una Iglesia siempre viva y amante del sacramento de la caridad._______________________Recomendaciones prácticas:-No olvidar en este domingo, antes de la proclamación del Evangelio, la recitación de la secuencia, compuesta por santo Tomás de Aquino a mediados del siglo XIII.-Si las condiciones lo permiten podría preverse la comunión bajo las dos especies.-Se recomienda tener en este día un especial momento de adoración eucarística y la procesión con el Santísimo Sacramento.-Día del campesinoII.Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hoy celebramos la Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo. Celebramos el misterio de la Alianza que Dios hace con la humanidad, un proyecto prefigurado a través de la historia del Pueblo de Israel y llevado a cumplimento en la persona de Cristo. Jesús se dona a sí mismo y no solo permanece presente a través de su cuerpo y sangre, sino también en la vida cristiana, donde el sacrificio eucarístico se convierte en una oportunidad de comunión para toda la humanidad.Monición a la liturgia de la Palabra Jesús, Eterno Sacerdote, con su muerte inaugura con la humanidad la Nueva Alianza, confirmando el pacto de amor que Dios tenía con el hombre desde el tiempo de Moisés y ahora dado en su Hijo, que se ofrece como pan y vino. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Llenos de alegría por esta Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo, presentemos nuestras súplicas al Dios que ha hecho entrega de sí en la persona de su Hijo, digamos juntos:R/.Te rogamos, óyenos.1. 1. Tú que sostienes y alimentas a tu Iglesia con los sacramentos, y de modos particular con el de la Eucaristía, haz que quienes presiden las celebraciones lo hagan de manera digna y humilde. Oremos.1. 2.Tú que has puesto al frente de las naciones y de los pueblos, líderes encargados de la administración pública, haz que su trabajo sea realizado con responsabilidad y honestidad. Oremos.1. 3.Tú que fortaleces y confortas con el alimento sagrado a cuantos sufren pobreza, enfermedad, miseria, hambre, cárcel o desplazamiento, haz que también cuenten con la generosidad de sus hermanos. Oremos.1. 4.Tú que nos concedes participar diaria y dominicalmente de la celebración de estos sagrados misterios, haz que nuestra vida sea manifestación y testimonio de cuanto recibimos con fe. Oremos.1. 5.Tú que nos das la tierra para cosechar nuestro alimento escucha las oraciones de tus hijos, y da a todos los que trabajan en los campos plena justicia y dignidad humana. Oremos.Oración conclusivaDios nuestro,dador de todo don perfecto,no ceses de alimentar contus sacramentos a tu Iglesiaque peregrina por este mundo yhaz que obtenga de ti cuantoha pedido con fe y sinceridad.Por Cristo nuestro Señor.R/. Amén.
Vie 24 Mayo 2024
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo
LA SANTÍSIMA TRINIDADMayo 26 de 2024Primera lectura: Dt 4, 32-34.39-40Salmo: 33(32),4-5.6 y 9.18-19.20 y 22 (R.cf.12)Segunda lectura: Rm 8, 14-17Evangelio: Mt 28,16-20I.Orientaciones para la PredicaciónIntroducciónDurante este 2024 la Iglesia se encuentra en el Año de la Oración, en preparación al Gran Jubileo “Peregrinos de la Esperanza”. Con este motivo de fondo, la Solemnidad de la Santísima Trinidad puede iluminar de manera particular este tiempo. La primera lectura, por ejemplo, enseña una característica especial de la oración: la tensión entre trascendencia y cercanía divinas; el mismo Dios omnipotente y creador es el que se hace compañero y amigo. Reconocerlo como único Señor es lo que da la felicidad y la vida plena. La misma idea es desarrollada, en perspectiva cristiana, por san Pablo en su Carta a los Romanos: la cercanía del único Dios verdadero es el argumento para decir: no somos esclavos, sino hijos. En consecuencia, la intimidad de la relación paterno-filial se expresará en el ámbito de la oración confiada donde el cristiano exclama: ¡Abbá, Padre! De allí que el Padrenuestro, proclamado en la liturgia, exprese de manera completa la unidad divina, la trinidad de personas y la intimidad orante del creyente. Finalmente, el Evangelio retoma los motivos de oración y anuncio: Jesús sube al monte, lugar de encuentro con Dios, y desde allí enuncia el mandato misionero: solo quien vive la intimidad de Dios en la oración tendrá la fuerza de proclamar la Buena Noticia.1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?El texto del Deuteronomio que hoy leemos hace parte del llamado “primer discurso de Moisés” que tiene como objetivo revisar la historia del pueblo de Israel desde la perspectiva de la fidelidad a la Alianza. Ante la grandeza y generosidad de Dios, el pueblo debe responder con la observancia de los mandamientos, como una consecuencia lógica de gratitud. El autor confronta al lector para que repase los acontecimientos del pasado: ver cumplida la promesa es algo inédito, lo vivido supera las expectativas: la generosidad del único Dios es asombrosa y el modo como su poder y su providencia se han mostrado es inusual: no se trató del artificio espectacular que usan los ídolos desde su pedestal inaccesible, sino que su poder fue evidente a través de la cercanía del diálogo, de la comunicación: “¿Escuchó algún pueblo, como tú has escuchado, la voz de Dios?”.Hacer consciencia de este privilegio reclama, de suyo, un doble compromiso que a nadie puede dejar indiferente: en primer lugar, “reconoce hoy, y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios allá arriba en el cielo y aquí abajo en la tierra; no hay otro”. Esta primera exigencia tiene que ver con el nivel de la fe: el creyente debe estar convencido de que Dios es uno solo; por ello, ha de rechazar los ídolos, y reconoce su puesto de honor.Por otra parte, el segundo compromiso tiene un tono parenético y tiene que ver con el consecuente comportamiento moral. Cuando se cree en Dios, con todo el corazón, la mente y las fuerzas, dicha fe tiene que evidenciarse en las obras para que no sea una fe muerta: “Observa los mandatos y preceptos que yo te prescribo hoy”. Todo esto trae una consecuencia que beneficia a la persona: “para que seas feliz, tú y tus hijos, después de ti, y prolonguen tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre”. La felicidad no tiene su origen en el tener, el placer o el poder, sino en la observancia de la Palabra de aquel único Dios y Señor cuyos mandatos dan vida porque son leyes que dan plenitud a la existencia.2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y qué me sugiere para decirle a la comunidad?El gran misterio de la Santísima Trinidad por el cual afirmamos la unidad de sustancia en las tres divinas personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, se estudia en las aulas de teología, pero se asimila en la vida diaria de oración. Solo en el ámbito de la intimidad orante, el creyente puede aterrizar en su propia existencia la más excelsa doctrina de este dogma fundamental. El papa Benedicto XVI, cuando escribió la Encíclica “Salvados en la Esperanza” (Spe salvi), afirmó que había unos “lugares” de aprendizaje y ejercicio de esta virtud teologal; el primero de ellos: “La oración como escuela de la esperanza”.En este Año de la Oración que nos prepara para vivir el Jubileo de la Esperanza 2025, la Solemnidad de la Santísima Trinidad nos enseña a reconocer la intervención poderosa y cercana de Dios en nuestras vidas. En la Encíclica citada, escribe el Papa que la oración nos enseña a vivir en la esperanza porque “cuando ya no puedo hablar con ninguno, ni invocar a nadie, siempre puedo hablar con Dios. Si ya no hay nadie que pueda ayudarme –cuando se trata de una necesidad o de una expectativa que supera la capacidad humana de esperar–, Él puede ayudarme. Y si me veo relegado a la extrema soledad, sabré que quien reza nunca está totalmente solo” (SS 32).Esta enseñanza pontificia nos hace recordar las palabras del Señor Jesús en el Evangelio de este día: “Y sepan que yo estoy con ustedes todos los días, hasta el final de los tiempos”. Efectivamente, Dios no se aísla, no se esconde, no nos priva de su presencia ya que es el Emmanuel, “Dios con nosotros”, el Padre providente y cercano, el Espíritu que lo trasciende todo y lo invade todo. De la oración profunda, constante y confiada brota la experiencia de Dios uno y trino. Es allí donde el alma devota entiende la Providencia del Padre, la Redención del Hijo, la Iluminación del Espíritu Santo.3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?A través de la oración el creyente profundiza en el conocimiento y experiencia de Dios. Precisamente, en la segunda lectura que en este domingo meditamos, san Pablo hace una confrontación entre el espíritu de esclavitud y el Espíritu de hijos adoptivos. Mientras el primero está condicionado por el temor, la sumisión estéril y la distancia, el segundo, el Espíritu de la verdad, revela la relación de confianza, de obediencia creativa y de cercanía que tienen las relaciones entre un Padre y sus hijos. En el contexto de la oración, el cristiano descubre, en el Espíritu, ser heredero de Dios y coheredero con Cristo. Así, la vía de la plegaria personal y comunitaria es el camino para asimilar, en cuanto sea posible, el insondable misterio.En este domingo suplicamos al Señor que haga firme nuestra fe para que sepamos dar razón de nuestra esperanza. Que nos conceda la gracia de adherirnos, con nuestra inteligencia y voluntad, personalmente a Él, que se nos ha revelado, teniendo presente, como lo dice el Catecismo de la Iglesia Católica, que “no debemos creen en ningún otro que no sea Dios, Padre, Hijo, y Espíritu Santo” (CEC 178). Que nos dejemos auxiliar interiormente por el Espíritu Santo para que la fe, como don sobrenatural, sea también un acto personal, consciente y libre, pero además eclesial, recordando aquellas palabras de san Cipriano: “Nadie puede tener a Dios por Padre si no tiene a la Iglesia por Madre”._______________________Recomendaciones prácticas:-En este domingo se concluye la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos que en el año 2024 ha tenido como lema: “Amarás al Señor tu Dios... y a tu prójimo como a ti mismo” (Lc 10, 27). Podría hacerse una mención acerca de la importancia de que los cristianos busquen la unidad a semejanza de Dios, uno y trino.II.Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa En Jesús, y con la fuerza de su Espíritu Santo, vivamos en la solemnidad que hoy celebramos, la experiencia del Dios del cielo y la tierra. Que nuestra participación en comunidad sea la primera señal de esa presencia viva en medio de nosotros. Celebremos con fe y con espíritu de adoración a nuestro Dios, Uno y Trino.Monición a la liturgia de la Palabra Al escuchar la Sagrada Escritura podemos conocer quién y cómo es nuestro Padre Dios. Escuchemos con atención la Palabra, de tal manera que se encarne en nosotros y dé frutos de vida eterna.Oración Universal o de los Fieles Presidente: Al celebrar la Solemnidad de la Santísima Trinidad, elevemos, nuestra oración como hijos de Dios, bautizados en el nombre de las tres personas divinas. Digamos juntos:R/. A ti, Señor, te lo pedimos con fe.1.Por la Iglesia que peregrina en todo el mundo, por el Papa N., los obispos, presbíteros y diáconos; que con su propio estilo de vida manifiesten a quienes los rodean la santidad de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Oremos.2.Por los gobernantes, para que en todos sus proyectos prioricen el bienestar de todos los pueblos, dando particular interés a los más pobres y necesitados de nuestras comunidades. Oremos.3.Por todas las familias, por las comunidades religiosas, por los centros educativos y por todas las instituciones, para que vivan de manera íntegra y solidaria la comunión fraterna. Oremos.4.Por esta comunidad cristiana que hace profesión de fe en el Padre Creador, en Jesús Salvador y en el Espíritu Santo Vivificador, de tal manera que en sus vidas se refleje la vida trinitaria de la que son partícipes. Oremos.5.Por la Unidad de los Cristianos, para que teniendo a Cristo como centro logren fortalecer los lazos de unidad y fraternidad en el mundo, siendo testigos del Evangelio. Oremos.Oración conclusivaPadre, origen y fuente de santidad,de quien procede toda paternidaden el cielo y en la tierra,dígnate escuchar a tus hijos yconcédeles acrecentar sus lazos de comunión,mientras llegan a contemplarte en la eternidad.Por Cristo nuestro Señor.R/. Amén.