
Motivados por el papa Francisco, obispos de Colombia y Venezuela reafirman su compromiso caritativo con los hermanos migrantes
Jue 21 Sep 2023
En la ciudad de Cúcuta, del 18 al 20 de septiembre, se llevó a cabo la segunda reunión de los obispos y agentes pastorales de la frontera entre Colombia y Venezuela. En esta ocasión, se creó un espacio de análisis y participación para coordinar acciones pastorales transnacionales que corresponden a los desafíos que plantea el fenómeno migratorio en esta región fronteriza.El encuentro, desarrollado bajo el lema “Caridad en la frontera”, fue convocado por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y la Diócesis de Cúcuta. El espacio se centró en analizar el trabajo que han venido realizando las diversas jurisdicciones y proyectar los nuevos desafíos pastorales que plantean los considerables flujos de movilidad humana entre ambos países, particularmente visibles en las zonas fronterizas.Este evento reunió aproximadamente 35 personas. Por parte de la iglesia colombiana, se hicieron presente los pastores y directores de pastoral social de la Arquidiócesis de Nueva Pamplona y de las diócesis de Cúcuta, Tibú, Riohacha, Arauca y Valledupar; así como de los vicariatos apostólicos de Inírida y Puerto Carreño.También participaron los responsables de las Cáritas nacionales y regionales, de la Red Eclesial Latinoamericana y Caribeña de Migración, Desplazamiento, Refugio y Trata de Personas (Red CLAMOR) y la Comisión Católica Internacional para las Migraciones (ICMC).En la ceremonia de apertura, monseñor Jorge Alberto Ossa Soto, arzobispo de Nueva Pamplona, presidió una Eucaristía en la que pidió al Señor iluminación para que este espacio les ayude a "continuar con la obra de caridad que la Iglesia realiza con las personas en condición de vulnerabilidad que migran permanentemente”.También intervinieron en el espacio Subsecretario del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, monseñor Anthony Ekpo; el presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, el presidente de la Conferencia Episcopal de Venezuela, monseñor Jesús Gonzáles de Zárate y el obispo de Cúcuta, monseñor José Libardo Garcés.Sobre este encuentro, monseñor Luis José Luis Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, expresó que estas articulaciones para seguir acompañando a los migrantes permiten dignificar su vida. “Como ha dicho el papa Francisco, haciendo respetar los derechos de los ciudadanos de cada uno de los países, para que tengan el derecho a vivir en paz en su propia tierra. Si es el caso, puedan emigrar y hacerlo con dignidad”, precisó el prelado.Durante el evento, los obispos presentaron el panorama de la pastoral migratoria en sus territorios. En el primer día se llevó a cabo un diálogo fraterno a través de la puesta en común de experiencias y los desafíos que plantean los enormes flujos migratorios entre ambos países.Monseñor Jesús González de Zarate, presidente de la Conferencia Episcopal de Venezuela, explicó al equipo de comunicaciones de la Diócesis de Cúcuta que “la primera acción de la iglesia de Venezuela es mantener la esperanza y la confianza de construir un futuro mejor para los que se quedan en nuestro país, también la asistencia de humanitaria primaria en alimentación de nuestro compatriota”.Además, Janeth Márquez, directora de Cáritas Venezuela, afirmó: “nosotros hemos desarrollado varias actividades, pero en especial se ha hecho un trabajo en la conformación de las Cáritas parroquiales y del voluntariado. Esto ha sido de gran ayuda para acompañar y animar a que nuestra gente se quede”.“Somos dos iglesias hermanas, hemos sentido la importancia de trabajar juntos con esperanza y alegría. Seguimos caminando con Jesús, de la mano ayudándonos, sabiendo que en nuestras realidades tienen problemas y conflictos, pero hemos tratado irlas solucionando mutuamente. El mensaje es para seguir trabajando unidos y seguir venciendo las adversidades”, expresó monseñor Israel Bravo, obispo de Tibú.Así se pronunciaron al respecto los presidentes de ambas conferencias episcopales:

Arquidiócesis de Bogotá y Unimonserrate lanzarán la quinta edición de la Revista Faro: ¡Participe!
Mar 19 Sep 2023
El próximo jueves 21 de septiembre, a las 7:00 p.m., el Observatorio de Evangelización de la Arquidiócesis de Bogotá y la Fundación Universitaria Monserrate lanzarán la quinta edición de la Revista Faro en versión digital, una publicación que, desde un enfoque profético, da a conocer temas de interés general sobre realidades de ciudad y los procesos que se adelantan a nivel pastoral con respaldo académico.La revista recoge temas abordados en los “Diálogos en la ciudad”. Estos diálogos reúnen a una diversidad de actores de la Iglesia Católica para conversar sobre diferentes temas de la vida social, económica, cultural, política, eclesial de la arquidiócesis y el país, para encontrar en dicha realidad la voz de Dios.El evento de lanzamiento se llevará acabo de manera virtual a través de la plataforma Zoom. Este espacio contará con la presencia del doctor Nelson Mafla, teólogo, docente e investigador de la Pontificia Universidad Javeriana y el candidato a doctor Camilo Barrera, director del programa de Trabajo Social en la Escuela de Ciencias Humanas y Sociales de la Fundación Universitaria Monserrate – Unimonserrate.Las personas interesadas en participar, se pueden inscribir a través del siguiente enlace: https://forms.gle/Y36qmtzyun4ReGMS8 .En contextoDesde el 2017 este Observatorio Arquidiocesano de Evangelización (OAE) ha apostado por divulgar las reflexiones, discernimientos y resultados de las investigaciones que se adelantan por medio de la publicación Revista Faro.De acuerdo con la Arquidiócesis de Bogotá, el OAE es un organismo de apoyo estratégico para la evangelización. “Es responsable de hacer permanente lectura evangélica y pastoral de la realidad, para discernir los desafíos en su contexto y coyuntura que la ciudad-región y el mundo globalizado le plantean a la tarea evangelizadora arquidiocesana con una mirada de conjunto, orientada desde el discernimiento evangélico permanente.El resultado de su labor contribuye al desarrollo de los procesos comunicativos y de lectura creyente de la realidad, en los distintos campos de la Evangelización y en los diversos niveles de la vida arquidiocesana”.Para conocer más, ingrese AQUÍ.

Los detalles, testimonios y mejores momentos de la creación de monseñor Luis José Rueda como Cardenal: informe especial desde el Vaticano
Sáb 30 Sep 2023
Durante el noveno Consistorio Ordinario Público celebrado por el papa Francisco en la mañana romana de este sábado 30 de septiembre, en la Plaza de San Pedro, y con cientos de obispos, presbíteros, religiosas, religiosos, fieles laicos, turistas y periodistas como testigos, monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia fue creado cardenal de la Iglesia Católica Universal, el número once en la historia de nuestro país.El primado de Colombia, al igual que sus otros 20 hermanos en la fe quienes también vivieron en Rito del Consistorio hoy (18 electores y 3 no electores por edad), estará aún más unido con el Sucesor de Pedro y ha sido llamado a cooperar directamente con él. Entró a ser parte del clero romano y con su título recibió la asignación de la Parroquia San Lucas, donde más adelante deberá tomar posesión.Durante su alocución en la ceremonia, el Santo Padre le pidió al Colegio Cardenalicio con sus nuevos inrtegrantes parecerse a una orquesta sinfónica, una Iglesia que debe representar la sinfonía y sinodalidad, en medio de la diversidad. Esto, de acuerdo con el pontífice, exige tener cada mes más una actitud y disposición a la escucha y la creatividad.En su mensaje el Papa también les pidió ser evangelizadores evangelizados y no funcionarios. "Somos evangelizadores en la medida que conservamos en el corazón el asombro y la gratitud de haber sido evangelizados; más aún, de ser evangelizados, porque en realidad se trata de un don siempre actual, que requiere ser renovado continuamente en la memoria y en la fe", anotó.Para el nuevo Cardenal colombiano, este momento ha sido muy especial, aún más porque le ha permitido recordar diversos momentos y personas especiales que han pasado por su vida durante sus 34 años de presbiterio.La alegría de la Iglesia colombiana por este momento ha sido tan evidente dentro de Colombia como fuera de ella, una dicha compartida desde la fe, y así lo ha sentido el purpurado con cada mensaje y expresión de fraternidad. Desde que se enteró de su designación el pasado 9 de julio tras el rezo del Ángelus en el mismo lugar que hoy fue escenario de este momento memorable, ha insistido en que este título no se trata de él sino de todo el país, que no es Cardenal por sí solo y que esto debe representar esperanza para seguir trabajando juntos, como hermanos, en la búsqueda de la paz y la reconciliación en el país.En la Ciudad del Vaticano, se sintió esta misma emoción, cientos de colombianos se hicieron notar durante la ceremonia y, posteriormente, cuando pudieron saludar personalmente al Cardenal y pedir su bendición, lo manifestaron.Desde la Conferencia Episcopal de Colombia, presentamos un informe audiovisual especial de esta jornada. Vea lo que dice el Cardenal sobre cómo la vivió y lo que sigue en su misión:Sínodo de los Obispos

Falleció monseñor Víctor Manuel López Forero, arzobispo emérito de Bucaramanga
Lun 25 Sep 2023
La Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) lamenta el fallecimiento de monseñor Víctor Manuel López Forero, arzobispo eméritode Bucaramanga, quien partió a la casa del Padre en la noche del sábado 23 de septiembre.Al tiempo, los obispos de Colombia expresan su cercanía y fraterna solidaridad a la familia de monseñor Víctor Manuel, así como a los sacerdotes, religiosos y files laicos de esta jurisdicción que pastoreó durante once años en Santander, departamento de donde también él era oriundo.Al respecto, en un comunicado, monseñor Ismael Rueda Sierra, arzobispo de Bucaramanga, resaltó su entrega e importante obra pastoral durante su ministerio presbiteral y servicio episcopal.Las exequias de monseñor Víctor Manuel se llevarán a cabo este lunes 25 de septiembre a las 10:00 de la mañana en la Catedral La Sagrada Familia de la capital santandereana.Dios reciba en su gloria a monseñor. Unidos en oración.Biografía:Monseñor Víctor Manuel López Forero nació en Puente Nacional (Santander), el 29 de marzo de 1931.Cursó los estudios de bachillerato, Filosofía y Teología en el Seminario de Bogotá. En la Universidad Javeriana consiguió la Licencia en Derecho Canónico.Fue ordenado sacerdote el 27 de octubre de 1957 y ejerció su ministerio en la Arquidiócesis de Bogotá desempeñándose en los siguientes cargos: Vicario Cooperador de Junín (Cundinamarca), Director Espiritual del Seminario Menor, Capellán Regional del SENA de Cundinamarca, Notario y Promotor de Justicia del Tribunal Eclesiástico, Párroco de Soacha y del Perpetuo Socorro en el Barrio Olaya, Rector de Colegios Parroquiales Arquidiocesanos, Formador en el Seminario Mayor y Vicario Episcopal del Sur.El 6 de mayo de 1977 fue nombrado por Su Santidad Pablo VI Obispo Titular de Cilibia con el oficio de Auxiliar de Bogotá. Recibió la ordenación episcopal el 29 de junio del mismo año.Fue designado como Obispo de Socorro y San Gil el 6 de diciembre de 1980, cargo que ocupó hasta el 7 de junio de 1985 cuando fue nombrado como Ordinario Militar para Colombia.El 21de junio de 1994 Su Santidad Juan Pablo II lo nombró Arzobispo de Nueva Pamplona.El 27 de junio de 1998 Su Santidad Juan Pablo II lo nombró Arzobispo de Bucaramanga.El 2 de mayo de 2009 pasó a ser Arzobispo Emérito de la Arquidiócesis de Bucaramanga.Representaciones que ha llevado: A nivel nacional es Representante del SENA y Presidente de la Comisión Episcopal para la Pastoral Social; habiéndose desempeñado en años anteriores como Presidente de la Comisión Episcopal para la Catequesis. A nivel de Iglesia Universal, ha participado en la Comisión de Catequesis y Educación del CELAM y miembro de la Oficina Central de Coordinación Pastoral de los Ordinariatos Militares. El 13 de febrero de 2009 fue aceptada su renuncia al cargo episcopal.
“Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen” (Lc 11, 28)
Vie 22 Sep 2023

Por Mons. José Libardo Garcés Monsalve - Avanzamos en este mes de septiembre con el desarrollo de nuestro Plan de Evangelización que tiene como lema: “Caminemos Juntos, en paz, guiados por la Palabra de Dios” y que hemos comenzado orando por la paz, con el deseo de recibirla en el corazón como don de Dios y transmitirla a nuestros hermanos. El príncipe de la Paz es Jesucristo, que nos la entrega como don de Dios a todos. Conocer a Jesucristo es descubrir donde está la fuente de la paz tan anhelada por toda la humanidad y sabemos que la Sagrada Escritura es la fuente de la Palabra de Dios y quien escucha la voz de Dios en su Palabra, es llamado por el mismo Jesús bienaventurado: “Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen” (Lc 11, 28).
Caminemos Juntos construyendo nuestra vida sobre la roca firme de la Palabra de Dios. Para ello es necesario seguir escuchando al Señor en su Palabra, que se convierte en norma de vida para nuestro caminar juntos escuchando al Espíritu Santo. Vamos a celebrar la semana bíblica, momento que nos invita a ser más conscientes durante todo el año, de la necesidad de escuchar la voz de Dios, que nos ayuda a conocer más a Jesucristo, que ilumina todos los acontecimientos y circunstancias de la vida. Aparecida nos ha hecho la invitación para conocer a Jesucristo a través de su Palabra: “junto con una fuerte experiencia religiosa y una destacada convivencia comunitaria, nuestros fieles necesitan profundizar el conocimiento de la Palabra de Dios y los contenidos de la fe, ya que es la única manera de madurar la experiencia religiosa” (DA 226c).
La misión de la Iglesia es anunciar la Palabra de Dios a tantas personas que no conocen a Jesús, que el Papa Francisco lo recuerda como la tarea prioritaria de la Iglesia, “quiero recordar ahora la tarea que nos apremia en cualquier época y lugar, porque no puede haber auténtica evangelización sin la proclamación explícita de que Jesús es el Señor, y sin que exista un primado de la proclamación de Jesucristo en cualquier actividad de evangelización” (EG 110), que está contenido en la Palabra de Dios que es la fuente de la predicación y la evangelización, porque contiene el mensaje central que nos llama permanente a la conversión y nos lleva a la salvación eterna.
El proceso de conversión a la luz de la Palabra de Dios nos prepara para la celebración de la Eucaristía y para el ejercicio de la Caridad, que requieren la transformación de la vida en Cristo, como culmen de una decisión de conversión que se va fortaleciendo cada día con la escucha de la Palabra y la frecuencia de los Sacramentos, sobre todo la Eucaristía, fuente y culmen de la vida cristiana (Cfr LG 11), en donde se sirven el pan de la Palabra y el pan de la Eucaristía, tal como lo enseña el concilio vaticano II: “La Iglesia ha venerado siempre la Sagrada Escritura al igual que el mismo Cuerpo del Señor, no dejando de tomar de la mesa y de distribuir a los fieles el pan de vida, tanto de la Palabra de Dios como del Cuerpo de Cristo, sobre todo en la liturgia” (DV 21).
Un cristiano que profundice en la Sagrada Escritura y se alimente de ella en la oración diaria, edifica su conversión sobre roca firme y tendrá contenido para comunicar a los hermanos, mediante una vida coherente con el Evangelio que resuena como anuncio del Reino de Dios en el corazón de muchos creyentes. Eso constituye una siembra del Reino de Dios que puede hacer todo creyente mediante la acción misionera, interpelando a otros con la Palabra de Dios a que sientan en sus corazones el deseo de comunicarla, primero en el ambiente del hogar y luego en los lugares en los que Dios nos pone para dar testimonio de Él, en un compromiso misionero fiel al mandato del Señor de ir por todas partes a anunciar el mensaje de salvación, haciendo discípulos del Señor fieles a la gracia de Dios (Cfr Mt 28, 19).
Con esta certeza todos los cristianos entendemos que la misión de la Iglesia de transmitir la Palabra de Dios, no puede ser algo opcional, ni un agregado a nuestra vida de Fe, Esperanza y Caridad, sino que es el núcleo de nuestro ser cristianos que estamos llamados a comunicar con prioridad, a tiempo y a destiempo, pues se trata de participar en la vida y misión de la Iglesia, escuchando la voz del Espíritu Santo que nos ilumina la manera como debemos comunicar hoy a Nuestro Señor Jesucristo.
Los convoco a poner la vida personal y familiar bajo la guía de la Palabra de Dios que escruta nuestros corazones y nos permite renovarnos interiormente, hasta el punto de convertir nuestra vida en Cristo, para llegar a decir con San Pablo: “Ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí” (Gal 2, 20), dando testimonio de su proceso de conversión, afirmando “Para mí la vida es Cristo” (Fil 1, 21). Que esta semana bíblica que vamos a vivir juntos, sea un momento especial de gracia para interiorizar la Palabra de Dios, conocer y amar más a Jesucristo y comunicarlo a nuestros hermanos, para que “Caminemos Juntos, en paz, guiados por la Palabra de Dios. Que la Santísima Virgen María y el Glorioso Patriarca San José, alcancen del Nuestro Señor Jesucristo el fervor misionero para cumplir con la misión de la Iglesia de anunciar la Palabra de Dios por todas partes. En unión de oraciones. Reciban mi bendición.
+José Libardo Garcés Monsalve
Obispo de Cúcuta
Diez puntos entresacados de un mensaje poderoso y muy actual - San Juan Pablo II
Mar 19 Sep 2023

“No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón”
Mensaje de San Juan Pablo II en la Jornada por la paz del año 2002
“La verdadera paz, pues, es fruto de la justicia, virtud moral y garantía legal que vela sobre el pleno respeto de derechos y deberes, y sobre la distribución ecuánime de beneficios y cargas. Pero, puesto que la justicia humana es siempre frágil e imperfecta, expuesta a las limitaciones y a los egoísmos personales y de grupo, debe ejercerse y en cierto modo completarse con el perdón, que cura las heridas y restablece en profundidad las relaciones humanas truncadas. Esto vale tanto para las tensiones que afectan a los individuos, como para las de alcance más general, e incluso internacional. El perdón en modo alguno se contrapone a la justicia, porque no consiste en inhibirse ante las legítimas exigencias de reparación del orden violado. El perdón tiende más bien a esa plenitud de la justicia que conduce a la tranquilidad del orden y que, siendo mucho más que un frágil y temporal cese de las hostilidades, pretende una profunda recuperación de las heridas abiertas. Para esta recuperación, son esenciales ambos, la justicia y el perdón.”
1. Siguiendo la enseñanza y el ejemplo de Jesús, los cristianos están convencidos de que mostrar misericordia significa vivir plenamente la verdad de nuestra vida: podemos y tenemos que ser misericordiosos, porque nos ha sido manifestada la misericordia por un Dios que es Amor misericordioso.
2. A cuantos le objetaban que comía con los pecadores, Jesús les ha contestado: «Id, pues, a aprender qué significa aquello de: Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores» (Mt 9, 13). Los seguidores de Cristo, bautizados en su muerte y en su resurrección, deben ser siempre hombres y mujeres de misericordia y perdón.
3. El perdón, antes de ser un hecho social, nace en el corazón de cada uno. Sólo en la medida en que se afirma una ética y una cultura del perdón se puede esperar también en una «política del perdón», expresada con actitudes sociales e instrumentos jurídicos, en los cuales la justicia misma asuma un rostro más humano.
4. En realidad, el perdón es ante todo una decisión personal, una opción del corazón que va contra el instinto espontáneo de devolver mal por mal. Dicha opción tiene su punto de referencia en el amor de Dios, que nos acoge a pesar de nuestro pecado y, como modelo supremo, el perdón de Cristo, el cual invocó desde la cruz: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen» (Lc 23, 34).
5. El ser humano cuando comete el mal, se da cuenta de su fragilidad y desea que los otros sean indulgentes con él. Por tanto, ¿por qué no tratar a los demás como uno desea ser tratado?
6. Todo ser humano abriga en sí la esperanza de poder reemprender un camino de vida y no quedar para siempre prisionero de sus propios errores y de sus propias culpas. Sueña con poder levantar de nuevo la mirada hacia el futuro, para descubrir aún una perspectiva de confianza y compromiso.
7. El perdón es necesario también en el ámbito social. Las familias, los grupos, los Estados, la misma Comunidad Internacional, necesitan abrirse al perdón para remediar las relaciones interrumpidas, para superar situaciones de estéril condena mutua, para vencer la tentación de excluir a los otros, sin concederles posibilidad alguna de apelación. La capacidad de perdón es básica en cualquier proyecto de una sociedad futura más justa y solidaria.
8. Por el contrario, la falta de perdón, especialmente cuando favorece la prosecución de conflictos, tiene enormes costes para el desarrollo de los pueblos. ¡Cuánto sufre la humanidad por no saberse reconciliar, cuántos retrasos padece por no saber perdonar! La paz es la condición para el desarrollo, pero una verdadera paz es posible solamente por el perdón.
9. La propuesta del perdón no se comprende de inmediato ni se acepta fácilmente; es un mensaje en cierto modo paradójico. En efecto, el perdón comporta siempre a corto plazo una aparente pérdida, mientras que, a la larga, asegura un provecho real. La violencia es exactamente lo opuesto: opta por un beneficio sin demora, pero, a largo plazo, produce perjuicios reales y permanentes.
10. El perdón podría parecer una debilidad; en realidad, tanto para concederlo como para aceptarlo, hace falta una gran fuerza espiritual y una valentía moral a toda prueba. Lejos de ser menoscabo para la persona, el perdón la lleva hacia una humanidad más plena y más rica, capaz de reflejar en sí misma un rayo del esplendor del Creador.
+Luis José Rueda Aparicio
Arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia
Bienaventurados los que trabajan por la paz
Jue 7 Sep 2023

Por Mons. José Libardo Garcés Monsalve - El desarrollo del Plan Evangelizador de nuestra Diócesis de Cúcuta para este mes de septiembre tiene como lema: “Caminemos Juntos, en paz, guiados por la Palabra de Dios”, con el momento significativo de vivir la semana por la paz y la semana bíblica, que tiene como propósito que cada uno de nosotros siga afianzando el fervor y celo pastoral en un trabajo comprometido por la paz, como don precioso de Dios para toda la humanidad, con el corazón dispuesto a recibir esta gracia, que nos compromete a trabajar intensamente por tener en la vida a Nuestro Señor Jesucristo que nos conduce a la verdadera paz.
Cuando aceptamos a Jesucristo en la vida personal y familiar, brota del interior el deseo de trabajar y construir la paz y como consecuencia seremos llamados por el mismo Señor, bienaventurados, así lo expresa Jesús en el sermón de la montaña: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque Dios los llamará sus hijos” (Mt 5, 9). Esta es la tarea de todo cristiano, ayudar a que todos vivamos en paz, construida desde el perdón y la reconciliación que nos pide amar a los enemigos y orar por los que nos persiguen y calumnian, aprendiendo a resolver los conflictos y problemas diarios desde el Evangelio, que es opuesto a toda violencia y división tal como lo enseña Jesús: “Han oído que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen. Así serán dignos hijos de su Padre del cielo, que hace salir el sol sobre buenos y malos, y manda la lluvia sobre justos e injustos” (Mt 5, 43-45).
Llegar a trabajar por la paz presupone que reinen en nuestro corazón las demás bienaventuranzas. Cuando tengamos la confianza puesta solo en Dios desde la pobreza evangélica, cuando tengamos el alma limpia de todo pecado, comenzamos a tener paz en nosotros mismos y también la podemos ofrecer a los demás, paz que no depende de nuestros méritos, sino de la gracia de Dios. No es la paz como la que busca el mundo, que en muchos casos es más un negocio que pide beneficios para quienes la proporcionan, sino que es un maravilloso regalo que Jesucristo ha ganado con su Sangre y que nos quiere dejar para vivir en unidad y comunión. “La Paz les dejo, mi paz les doy. Una Paz que el mundo no les puede dar” (Jn 14, 27), que implica trabajar intensamente por tener en la vida a Nuestro Señor Jesucristo príncipe de la paz.
Jesucristo ha puesto su morada entre nosotros para devolvernos la paz perdida por el pecado y conducirnos a la paz verdadera, llamando a todos los que están dispersos y divididos para lleguen a la comunión como don de Dios. Su misión la ha cumplido desde la cruz, clavado en el madero nos devolvió la paz con Dios, cuando nos otorgó el perdón misericordioso, “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23, 34), que implica dejarnos limpios de todo pecado y libres de toda división que nos separa de Dios y liberados de odios, resentimientos, rencores y venganzas que destruyen nuestras relaciones familiares y comunitarias y hacen que la paz comience a debilitarse y morir.
Ser llamados por el Señor bienaventurados por trabajar por la paz, significa tener paz en el corazón y luego transmitirla a los otros procurando ambientes de paz entre los hermanos, sobre todo quienes están en división y conflicto o están alejados de Dios. Un bautizado que tiene las cosas ordenadas en su corazón, que está limpio en su corazón, es capaz de dejar entrar a su vida las virtudes de la Fe, la Esperanza y la Caridad, que ponen al creyente en perfecta comunión con Dios, cosechando en su corazón como fruto maduro las demás virtudes que rigen la vida del creyente y lo ponen en actitud de acogida del hermano, incluso del enemigo y del que causa ofensas permanentemente. Con un corazón limpio, que está en gracia de Dios, es posible trabajar por la paz, porque la limpieza de corazón permite ver a Dios en el hermano, aún en aquel que es más conflictivo y en el que está más dividido. La limpieza de corazón permite el acercamiento al otro como el buen samaritano que limpia las heridas de odio, resentimiento, rencor y venganza que hay en el corazón del prójimo para llevarlo hasta Dios a que cuide de Él y sane sus heridas.
En este mes de septiembre celebramos la semana por la paz, con el primer compromiso de orar por la paz tan anhelada por todos y luego a trabajar para que vivamos en familias perdonadas, reconciliadas y en paz. Todos queremos la paz y hacemos grandes esfuerzos por conseguirla. En este trabajo intenso y desde el corazón, tenemos la certeza de un premio: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque Dios los llamará sus hijos” (Mt 5, 9), sabiendo que el Padre de todos es solamente Dios, y no se puede entrar a formar parte de su familia, si no vivimos en paz entre todos por medio de la caridad fraterna, trabajando por crear armonía y unidad en nuestro entorno.
Nuestro Señor Jesucristo necesita que lo dejemos obrar en nuestro corazón y que lo dejemos entrar en nuestra vida: “mira que estoy a la puerta y llamo. Cuando alguien me oye y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y el conmigo” (Ap 3, 20). De nuestra parte tengamos la disposición de decirle: “Quédate con nosotros Señor” (Lc 24, 29) esta es la clave para vivir perdonados, reconciliados y en paz en nuestras familias y en la sociedad, para que hoy y siempre “Caminemos Juntos, en paz, guiados por la Palabra de Dios. En unión de oraciones. Reciban mi bendición.
+José Libardo Garcés Monsalve
Obispo de Cúcuta
Por caminos de reconciliación y respeto a la vida humana
Mié 6 Sep 2023

Por: Mons. Víctor Manuel Ochoa Cadavid - En esta mañana del domingo, cuando vivimos la alegría de la resurrección del Señor Jesús, que nos salvó del pecado y de la muerte, regalándonos la alegría, los invito para que lo invitemos a nuestros hogares y resuene su saludo pascual: “La paz este con ustedes” (Juan 20,21).
En esta mañana, en todos los rincones de Colombia, los invito a pensar en los hombres y mujeres que entregan su vida por el País, por Colombia, con sudor, sacrificio y abnegación dando lo mejor de sus vidas para salvaguardar el orden público, el valor de la vida, la soberanía de Colombia, la defensa de la legalidad. Hombres de fe y de integridad.
Cada semana, ponemos nuestra vida en manos de Dios, en este programa NOTAS HUMANAS Y DIVINAS, afirmamos el auxilio del Señor en nuestra vida y trabajo, mirando al resucitado. Los invito para que elevemos súplicas al Señor de los Ejércitos, pidiendo bendiciones sobre nuestra Patria y sobre nuestras acciones, sobre el trabajo de los colombianos, sobre nuestros soldados y policías.
Los invito a tener un sentimiento de gratitud para con los hijos de Colombia, hombres y mujeres que llevando el uniforme de nuestras Fuerzas Armadas -soldados y policías- en lugares muy diversos de Colombia, donde sirven el bien común, nos dan seguridad y acompañan la democracia de la Patria.
Son muchos los miembros de nuestras Fuerzas Armadas, el Ejército Nacional, la Armada Nacional, la Fuerza Aeroespacial Colombiana y la Policía Nacional, que cumplen con las tareas y acciones que, con gran esfuerzo cumplen en favor de los colombianos, protegiéndonos de particulares amenazas.
Estos hombres y mujeres son hombres de profunda fe, en Dios, en su misericordia y le ponen a Él, como fundamento de sus vidas y tareas. Son hijos de la Patria, que están acompañados de las oraciones de sus Padres, de sus esposas, de sus hijos.
Recojámonos en un momento de oración pidiendo que Dios proteja y acompañe a los soldados de Colombia, por nuestros Policías. Estos días son días de prueba, muchos de ellos han entregado su vida, han derramado la sangre por Colombia.
Los invito para que pongamos en manos del Dios justo y fiel, sus vidas y sus familias, pongamos en manos de Dios su servicio, la entrega de todos nuestros soldados caídos, al servicio de la libertad, del orden social.
Con gran fe, pongamos a las familias de estos soldados y policías caídos cumpliendo su juramento solemne de llegar incluso a entregar la vida por Colombia, para que encuentren el auxilio de Dios.
La muerte de tantos soldados 34 – y policías 37 en este año 2023, nos tienen que hacer reflexionar y pensar en la profunda opción que tenemos que hacer por construir la paz en nuestra Patria.
Pidamos al Señor que la tarea y la vida de estos soldados, continúe siempre poniéndose al servicio de la construcción de la paz, una paz verdadera, sincera, estable y justa, donde cada uno reciba los beneficios de esta opción por la vida humana, en el cumplimiento de la doctrina social de la Iglesia: la defensa de la vida, el cuidado de la dignidad de la persona y la garantía de los derechos humanos para todos, sin distinción de su condición social.
Esta tarea de la construcción de la paz, tiene que estar presente en todas nuestras comunidades, en todos los rincones de la Patria, donde es fundamental la colaboración de todos -hombres y mujeres- de todas las condiciones sociales. La paz debe comenzar en las familias, en las pequeñas comunidades, en los grupos sociales y humanos que nos agregan y comprometen. La paz se deber construir con honestidad, con trabajo, con rectitud, con lucha a la corrupción y al mal, con nuestra opción por alejarnos del pecado y del mal.
La paz comienza con la convivencia y la ayuda fraterna entre todos los colombianos, con el respeto de nuestras autoridades legítimas y, especialmente, en el fortalecimiento de la justicia, en la afirmación del derecho.
Pidamos a Dios que nuestros Soldados y Policías puedan fortalecer sus capacidades de servicio, sus competencias para ponerse al servicio de los colombianos. Nos lo regale Jesucristo, “camino, la verdad y la vida”, sea El nuestro camino, nuestra paz, nuestra justicia. Que podamos construir la Patria, en el cumplimiento de la ley y, especialmente, fortaleciendo las relaciones justas entre los colombianos, que nuestra tarea construya la paz, en la legitima defensa de los derechos de todos.
Recibe Oh Dios, en tu paz a cuantos han caído víctimas del horror del doloroso y conflicto, que podamos estrecharnos en el eterno abrazo de la paz y, que construyamos la Patria por caminos de verdad, justicia y reconciliación. Nuestra Reina, la Virgen del Rosario de Chiquinquirá nos arrope con su manto.
¡Alabado sea Jesucristo!
+Víctor Manuel OCHOA CADAVID
Obispo Castrense de Colombia
Editorial publicada en "Notas humanas y divinas" de RCN, 3 de septiembre 2023.
De Laudato Si’ a Laudate Deum. Encuentro con Francisco en Roma.
Mar 26 Sep 2023

Por: Hernán Alejandro Olano García- Rector de UNICOC- Doctor en Derecho Canónico
El pasado jueves 21 de septiembre, tuve la oportunidad de estar de frente a Su Santidad Francisco, en el encuentro “Organizando la esperanza”, que reunió a 216 rectoras y rectores de universidades públicas y privadas de Latinoamérica y el caribe, para hablar de los retos de la Casa Común y, en el cual, el Pontífice nos anticipó la promulgación para el miércoles 4 de octubre, con ocasión de la festividad de San Francisco de Asís, de una nueva exhortación apostólica, Laudate Deum, que actualiza el contenido de Laudato Si’.
Con una palabra muy linda, que es “organizar la esperanza”, calificada así por el Papa, procedió este a tener un diálogo sin libreto ante las intervenciones de los cuatro grupos de trabajo, que nos habíamos reunido los días anteriores en el Instituto Patrístico Agustinianum de Roma. Los cuatro grupos se distribuyeron estos temas:
Crisis ambiental: cambio climático, agua y biodiversidad.
Crisis económica: economía, tecnología y tecnocracia.
Crisis social: degradación social, inequidad y debilidad de la reacción.
Crisis cultural: desempleo y migración.
Las admoniciones de entrada del Santo Padre fueron: Ecología integral, cosmos equilibrado, dialogar con la naturaleza, acariciar la madre tierra, cultura regenerativa y que en las universidades los jóvenes aprendan a cuidar la Tierra como a una madre. Al papa Francisco le preocupan las universidades de tipo cientificista abstracto, con teorías economicistas, socialistas, etcétera, que no aterrizan y solo forman profesionales expertos en lavarse las manos y dejar al resto descartado como basura, tanto “descastados” como descartados.
Los jóvenes que formamos deben ser líderes que escojan llevar las cosas por delante, por caminos nuevos; debemos formarlos en liderazgos que marquen caminos. Francisco recalcó igualmente que debemos buscar estudiantes que sepan “sopapear”, es decir que le den sopa y seco a los demás, que sean protagonistas inquietos y hagan lío. Recomendó a los rectores y rectoras favorecer las facultades de ciencias económicas porque son las que dan ganancias viables en lo ecológico y en lo económico en cuanto a la formación de los nuevos profesionales.
Haciendo una remembranza de un tango dijo que vamos “barranca abajo” precisamente debido a la degradación de los valores y a una ética relativista que está imperando. Francisco también pensó en tantos que viven de los descartes de los basurales e hizo remembranza a unas frases de Juan Pablo II acerca de la economía social de mercado enfocadas hacia el trabajo y la producción ya que “el trabajo dignifica y la vagancia te tira abajo”.
Nos pidió motivar a los estudiantes, alumnos y alumnas, para que no tengan miedo en entrar en política, vocación noble de la persona humana, porque es expresión clara del interés de la sociedad para llevar adelante los procesos de desarrollo y, además, los hace introducirse en la dinámica de la polis para servir.
El Santo Padre hizo memoria de la frase: “la cultura es lo que nos queda después de habérsenos olvidado todo”; por esa razón no se pueden formar chicos asépticos o universitarios de laboratorio, sino personas dialogantes con la cultura.
De igual manera se refirió al negocio con los migrantes recalcando que Chipre, Grecia, Malta, Italia y España son los cinco países que más sufren con la migración y recomendó a las universidades estudiar este fenómeno desde la dimensión humana para que los migrantes sean recibidos, acompañados, promovidos e integrados a la sociedad, siendo creativos ante los desafíos. Para tal efecto recomendó el libro “Hermanito”, de Ibrahima Balde, sobre la migración de un muchacho de Ghana que se demoró tres años en llegar a España.
Finalmente, nos recordó, que la inercia modifica el pensamiento; no podemos ser informadores sino formadores. Además, que tenemos que “formar a los chicos y a las chicas en los tres lenguajes humanos, el de la cabeza, el del corazón y el de las manos. De tal manera que aprendan a pensar lo que sienten y lo que hacen, a sentir lo que hacen y lo que piensan, y a hacer lo que sienten y lo que piensan”. Sin esos tres idiomas solo formamos macrocéfalos, momias, no personas, que no pueden ser creativos ante la realidad y los desafíos.
Por Colombia, participaron, de las universidades oficiales, las rectoras de la Universidad Nacional de Colombia y de la Universidad de Nariño, así como la vicerrectora de la Universidad del Valle; los rectores de las universidades de Córdoba (Presidente del SUE), de Sucre y del Quindío; por las no oficiales, la rectora de UniCorpas, el rector de la Universidad de América, la rectora de la Universidad Reformada; la rectora de Coruniamericana de Barranquilla y, el rector de la Institución Universitaria Colegios de Colombia UNICOC. Todo ello, gracias a la concertación de la agenda, por parte de la Red de Universidades para el Cuidado de la Casa Común (Ruc) y la Pontificia Comisión para América Latina, los días 20 y 21 de septiembre en el Augustinianum, con la presencia de algunos prefectos y secretarios de Dicasterios de la Santa Sede.
Tiempo de la creación y opción por los pobres
Lun 25 Sep 2023

Por: Carlos Ignacio Agudelo Betancur, Laico, padre de familia e ingeniero.
“Un río caudaloso” es un símbolo para representar a la biodiversidad en riesgo y una invitación a unimos a un río de justicia y paz, como lo indica el lema del “Tiempo de la Creación”, una iniciativa ecuménica en la que gracias al papa Francisco la Iglesia Católica participa desde el año 2015. Nos preguntamos, entonces ¿Cómo podemos contribuir al río poderoso de la justicia y de la paz en este Tiempo de la Creación? ¿Qué podemos hacer? Debemos decidir transformar nuestros corazones, nuestros estilos de vida y las políticas públicas que gobiernan nuestra sociedad, con especial urgencia por los más vulnerables.
Sufrí en mi infancia la inundación de la vivienda por el desbordamiento de una quebrada, y más recientemente una inundación por un daño del sistema de desagüe de aguas lluvias. Me solidarizo con tantas familias que han sufrido por diversas causas, haciendo un respetuoso pero urgente llamado a las autoridades, pero también a las comunidades para que vivamos una ciudadanía activa que se preocupa y cuida de los vecinos, y, especialmente, de los más vulnerables, especialmente hoy ante las contingencias de las afectaciones climáticas.
Cuando se advierte que viene una gran tormenta se toman medidas especiales de precaución, se busca un lugar seguro, se procura proteger en especial las personas más vulnerables. Se podría escribir la historia de la humanidad en términos de cómo hemos aprendido a afrontar los cambios del clima, soportar las temperaturas extremas y minimizar las afectaciones que pueden producir las fuerzas extremas de la naturaleza, como huracanes, ciclones, avalanchas, inundaciones, incendios, terremotos, entre otros.
Es necesario reconocer en el contexto del Tiempo de la Creación, que este maravilloso planeta que hemos paragonado con el paraíso terrestre, igualmente posee unas fuerzas colosales, que en ocasiones pueden ser muy destructivas. En Colombia, recordamos tragedias como la de Armero, Mocoa, la que afectó la isla de Providencia y más recientemente, la del municipio de Quetame. Recuerdo que, en una reciente época invernal, un alcalde decía en entrevista: “sabíamos que de las quebradas que pasan por nuestro municipio, alguna causaría una tragedia como la que estamos viviendo”. Queda la pregunta: si se sabía ¿qué se hizo para prevenir esa desgracia que produjo pérdidas lamentables?.
Cuando ocurren las tragedias, se ha vuelto común que se culpe al “cambio climático”, lo cual suena como una explicación que elude responsabilidades. No nos podemos quedar en ese discurso etéreo sino avanzar decididamente en la prevención y el cuidado de todas las vulnerabilidades con las que convivimos, desplegando soluciones efectivas y duraderas, para conseguir condiciones de vida dignas y seguras para todas las personas, comenzando por las más vulnerables. En Colombia, por ejemplo, existe la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres -UNGRD- que tiene como misión dirigir, orientar y coordinar la Gestión del Riesgo de Desastres. Su trabajo es bien visible cuando se producen los desastres, sería muy bueno evidenciar también su gestión proactiva para prevenirlos.
Cuidarnos unos a otros, comenzando por los más vulnerables, cuidar nuestra casa común, fue el llamado que el Papa Francisco hizo en su carta encíclica “Alabado seas mi Señor” (Laudato si’): «Deseo reconocer, alentar y dar las gracias a todos los que, en los más variados sectores de la actividad humana, están trabajando para garantizar la protección de la casa que compartimos. Merecen una gratitud especial quienes luchan con vigor para resolver las consecuencias dramáticas de la degradación ambiental en las vidas de los más pobres del mundo» LS, 13).
Este llamado lo recalca en el numeral 158: «En las condiciones actuales de la sociedad mundial, donde hay tantas inequidades y cada vez son más las personas descartables, privadas de derechos humanos básicos, el principio del bien común se convierte inmediatamente, como lógica e ineludible consecuencia, en un llamado a la solidaridad y en una opción preferencial por los más pobres». En el numeral 139 el Papa Francisco denuncia que: «no hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental», y en el 25, que «el cambio climático es un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, y plantea uno de los principales desafíos actuales para la humanidad», y además, que «los peores impactos probablemente recaerán en las próximas décadas sobre los países en desarrollo», en los más pobres y vulnerables.
En los países y ciudades, se vienen apropiando presupuestos importantes para la “atención” al “cambio climático”, que coloco entre comillas, esperando que estos no se queden en simple retórica, sino que apunten de forma efectiva a mejorar las condiciones de vida de las personas más vulnerables, quienes en mayor proporción sufren la falta de agua potable, carecen de las adecuadas canalizaciones de las aguas que los circundan y viven en terrenos inestables, entre otras fragilidades.
En el artículo 38 del Plan Nacional de Desarrollo 2022-26 de Colombia, se planteó la “Estrategia nacional de coordinación para la adaptación al cambio climático”; esperamos que en esta temporada seca, además de atender diligentemente sus propias contingencias, también sea el momento para prepararse para la temporada de lluvias, cada vez más prolongada e intensa, lo que constituye un desafío que es necesario atender dándole prioridad a las soluciones requeridas para las personas más vulnerables.
Por supuesto es urgente acelerar la transición energética, la reconversión industrial y la de los sistemas de transporte adoptando modelos sustentables, el reordenamiento territorial, la adopción de modos de vida sobrios y sostenibles, pero, sin olvidar que la prioridad está en atender con diligencia las necesidades urgentes de los más vulnerables.
Concluyo con la oración con la que el Papa Francisco termina su carta encíclica Laudato si’:
Dios de amor,
muéstranos nuestro lugar en este mundo
como instrumentos de tu cariño
por todos los seres de esta tierra,
porque ninguno de ellos está olvidado ante ti.
Ilumina a los dueños del poder y del dinero
para que se guarden del pecado de la indiferencia,
amen el bien común, promuevan a los débiles,
y cuiden este mundo que habitamos.
Los pobres y la tierra están clamando:
Señor, tómanos a nosotros con tu poder y tu luz,
para proteger toda vida,
para preparar un futuro mejor,
para que venga tu Reino
de justicia, de paz, de amor y de hermosura.
Alabado seas.
Amén.
¿Cura falso? ¡Cuidado con el lenguaje!
Vie 22 Sep 2023

Por Pbro. Raúl Ortiz Toro- Recuerdo que hace unos años las expresiones “cura falso”, “secta” e “iglesia de garaje” eran muy frecuentes para designar a aquellos que no pertenecían a la Iglesia Católica Romana. La historia de la diversidad religiosa en Colombia ha estado llena de sinsabores para quienes no profesan la religión mayoritaria. Lo paradójico del asunto es que la Iglesia Católica ha sido desde siempre defensora del derecho a la libertad religiosa, de cultos y de conciencia porque nació en el seno de una religión que la estigmatizó y la consideró “secta”. Recordemos que san Pablo, en su testimonio, recordaba que él estaba convencido de que matando cristianos daba gloria a Dios.
En muchos países del mundo el cristianismo en general, y particularmente el catoliciso romano que está en obediencia al Papa, sigue siendo una minoría. Con frecuencia nos enteramos de persecuciones y asesinatos por motivos religiosos en territorios de misión extranjera e incluso en países como Colombia, en zonas apartadas, el catolicismo es religión minoritaria. El Concilio Vaticano II en los años sesenta, leyendo los signos de los tiempos y reconociendo que el catolicismo seguía siendo minoría en muchas regiones, envió un mensaje al mundo a través de su declaración “La dignidad humana” (Dignitatis Humanae) en la que los obispos expresaron que “la persona humana tiene derecho a la libertad religiosa” y que dicha libertad consiste en la inmunidad de coacción, es decir, que “ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público, sólo o asociado con otros, dentro de los límites debidos” (DH, 2).
En algunas zonas del mundo que históricamente acogieron a las poblaciones migrantes de los siglos XIX y XX de manera masiva, la diversidad religiosa ha sido un tema que no ha causado mayores dificultades. Un ejemplo claro de esto es Argentina: niños y jóvenes como Jorge Mario Bergoglio, hoy Papa Francisco, a mediados del siglo pasado se encontraban en la escuela para compartir la vida sin discriminaciones entre ellos: católicos, luteranos, musulmanes, judíos, y demás. En países como Colombia, donde circunstancias históricas, políticas, geográficas, entre otras, impidieron que hubiera una fuerte presencia de migrantes en siglos pasados, la diversidad religiosa se estigmatizó, la religión mayoritaria se consideró “del Estado” y los más integristas se abrogaron el derecho de creerse ya salvados por su pertenencia institucional. Y la vivencia del ser cristiano y el amor a los semejantes, ¿para cuándo? ¡Que vivan la fraternidad humana en otros países, pero en Colombia no!” – dicen algunos.
Por esta razón, se llegaron a usar palabras despectivas como “secta” cuando se referían a una iglesia cristiana histórica, “cura falso” cuando se veía un pope ortodoxo, o “iglesia de garaje” cuando iban avanzando las comunidades de fe cristiana no católica. Estas son palabras que hoy en día no se usan (o no deberían usarse) porque hemos entendido, gracias al mismo magisterio de la Iglesia, y últimamente debido a la insistencia del papa Francisco, como en este pasaje de Fratelli tutti que “Las distintas religiones, a partir de la valoración de cada persona humana como criatura llamada a ser hijo o hija de Dios, ofrecen un aporte valioso para la construcción de la fraternidad y para la defensa de la justicia en la sociedad. El diálogo entre personas de distintas religiones no se hace meramente por diplomacia, amabilidad o tolerancia. Como enseñaron los Obispos de India, «el objetivo del diálogo es establecer amistad, paz, armonía y compartir valores y experiencias morales y espirituales en un espíritu de verdad y amor»” (Hermanos todos, 271).
Por supuesto, tampoco podemos ser ingenuos y, con base en un falso irenismo, desconocer que, aunque la diversidad religiosa sí es una realidad que está ahí en la sociedad actual y que no podemos ocultar, y que la libertad religiosa es un derecho que nos beneficia también como católicos romanos, etcétera, no obstante el modo como en Colombia se ha tratado el tema (con base en el artículo 19 de la Constitución Política, la ley estatutaria de libertad religiosa (133 de 1994) y el decreto de Política Pública Integral de Libertad Religiosa y de Cultos de 2018) ha sido, muchas veces y, lamentablemente, desconociendo el principio de proporcionalidad que defiende los derechos adquiridos por las mayorías en la historia, y permitiendo el proselitismo político y religioso, y, tercero, aunque en menor medida, pasando por alto la supervisión, vigilancia y control que alguien debe hacer.
No por casualidad, en Colombia, existen 10.600 entidades religiosas a las que el Ministerio del Interior les ha otorgado personería jurídica especial durante los últimos 30 años; a principios de este, la directora de Asuntos Religiosos (DAR) del Ministerio del Interior alertó por varios medios noticiosos de la existencia de una red de tramitadores que gestionan fraudulentamente personerías jurídicas para que terceros terminen delinquiendo, con la fachada de iglesia, a través, por ejemplo, de lavado de activos y evasión de impuestos. Sé que la DAR está comprometida en erradicar estos vicios y fraudes. Esta realidad, sin embargo, no debe llevarnos a estigmatizar a todas las entidades religiosas, pues la generalización es de insensatos. Más bien tiene que movernos a los agentes de evangelización al compromiso decidido en el cumplimiento de nuestra misión, y a todos debe motivarnos a trabajar juntos, desde nuestra propia identidad, en aquellos temas que compartimos, por ejemplo, la promoción humana integral, el cuidado de nuestra casa común, y la búsqueda de la reconciliación y la paz.
P. Raúl Ortiz Toro
Director de los Departamentos de Doctrina y PUD
Las novedades del Instrumentum Laboris
Vie 25 Ago 2023

El Instrumentum Laboris: un documento de reflexión para la Iglesia sinodal
Por Pbro. Raúl Ortiz Toro
Director Departamento de Doctrina
Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano
Se acerca la primera sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos que tendrá lugar en Roma en el próximo mes de octubre. Para los trabajos que se desarrollarán, la Secretaría General publicó en el pasado mes de junio el documento Instrumentum Laboris. Hay una gran expectativa en la Iglesia por las conclusiones a las que se llegará; no se pretende cambiar el dogma – como muchos detractores mal intencionados han afirmado –, ni se trata de un parlamento para socializar iniciativas que reformen la disciplina eclesiástica. El Sínodo de los Obispos inició en 1965 gracias al papa San Pablo VI y ha tratado siempre temas coyunturales en la Iglesia. Ahora habrá una novedad especial: si el Sínodo va a tratar el asunto sinodal era muy lógico que se viviera la sinodalidad en su desarrollo, por ello han sido integrados otros miembros del pueblo de Dios no obispos, en total 370 personas.
Mientras se desarrollan las dos sesiones en 2023 y 2024, la Iglesia continúa el camino sinodal en las comunidades eclesiales locales. Para ello, los documentos de este proceso son siempre útiles y no pierden vigencia. Más aún, el Instrumentum Laboris (que puede encontrarse en distintos idiomas en el sitio www.synod.va) desde ya puede ser utilizado en la actividad evangelizadora de las Iglesias Particulares como incentivo de reflexión y aliciente de acción.
El documento cuenta con dos grandes bloques; el primero, llamado Sección A: Por una Iglesia Sinodal. Una experiencia integral, tiene, a su vez, dos partes. En la primera se hace acopio de las síntesis continentales, nacionales y diocesanas de la escucha sinodal y llega a las siguientes conclusiones.
1. Una Iglesia sinodal se funda en el reconocimiento de la dignidad común que deriva del bautismo. Esto debe verse reflejado en sus instituciones, estructuras y procedimientos.
2. Una Iglesia sinodal es una Iglesia de la escucha: del Espíritu Santo a través de la Palabra de Dios, de los acontecimientos de la historia, y de los otros (individuos y comunidades eclesiales). Esto debe llevar a asumir la virtud de la humildad, saber pedir perdón y reconocer que hay mucho por aprender.
3. Una Iglesia sinodal es una Iglesia de encuentro y diálogo. Esta dimensión se ve reflejada en el diálogo ecuménico e interreligioso que no busca la uniformidad.
4. Una Iglesia sinodal sabe relacionar Amor y Verdad como Cristo.
5. Una Iglesia sinodal sabe gestionar las tensiones sin dejarse destruir por ellas y sin apresurarse a ofrecer soluciones inmediatas, sino que escucha, presta atención y se pone en contacto con la sana inquietud de lo incompleto.
6. Una Iglesia sinodal se alimenta incesantemente del Misterio que celebra en la liturgia, particularmente en la Eucaristía.
7. Una Iglesia sinodal es también una Iglesia del discernimiento.
La segunda parte de la Sección A, trata el tema de la Conversación Espiritual como método grupal para la escucha y el discernimiento, y que se utilizará en esta sesión de la Asamblea. El documento expresa que es una prioridad de primer orden la “formación en el método, de animadores capaces de acompañar a las comunidades a practicarlo” Y concluye con contundencia: “La formación para la conversación en el Espíritu es la formación para ser una Iglesia sinodal”. Nuestros obispos colombianos en la pasada Asamblea Plenaria de julio de 2023 trabajaron profundamente con esta metodología.
El segundo bloque, Sección B: “Comunión, misión, participación. Tres temas prioritarios para la Iglesia sinodal”, desarrolla la teología propia de la sinodalidad. Un gran cambio en la hermenéutica del proceso es que el orden de las tres prioridades: “comunión, participación, misión” pasa a tener la misión en el centro: “comunión, misión, participación”, por dos razones:
1. La comunión y no la participación, es la condición de la credibilidad del anuncio evangelizador. Ahora bien, como “la comunión representa a la vez la fuente y el fruto de la misión porque la comunión es misionera y la misión es para la comunión” (Christifideles Laici, 32), de allí se sigue que la orientación a la misión es el único criterio evangélicamente fundado para la organización interna de la comunidad cristiana, la distribución de funciones y tareas, y la gestión de sus instituciones y estructuras.
2. Es en relación con la comunión y la misión como puede entenderse la participación y por eso solo puede abordarse en tercer lugar. Se supera, así, la visión dualista según la cual la comunión indica las relaciones ad intra, mientras la misión solo tiene que ver con el impulso ad extra. Además, la participación como resultado y no como condición, adquiere una orientación finalista “que impide que se convierta en el frenesí de las reivindicaciones de derechos individuales”.
Finalmente, el documento presenta como anexo las “Fichas de trabajo para la asamblea sinodal”. En total son quince fichas, cinco para cada prioridad. Cada ficha consta de una introducción, una pregunta para el discernimiento y unas sugerencias para la oración y la reflexión. Las tres preguntas nucleares son:
1. Una comunión que se irradia: ¿Cómo podemos ser más plenamente signo e instrumento de la unión con Dios y de la unidad del género humano?
2. Corresponsables en la misión: ¿Cómo podemos compartir dones y tareas al servicio del Evangelio?
3. Participación, responsabilidad y autoridad: ¿Qué procesos, estructuras e instituciones son necesarios en una Iglesia sinodal misionera?
Todos los servidores de la evangelización estamos invitados a continuar en nuestras propias comunidades eclesiales el camino sinodal, porque este no es una actividad aislada o un proyecto pontificio, es la vida misma de la Iglesia que continuamente se renueva con el ánimo de llegar a todos como Cristo lo hizo.

Liturgia | Lun 2 Oct 2023
Santuarios de Colombia: protagonistas en la preparación del Jubileo de la Esperanza 2025

Comisión de Conciliación Nacional | Lun 25 Sep 2023
Comisión de Conciliación Nacional lidera convocatoria de pactos por la paz con candidatos a elecciones de octubre

Unidad y diálogo | Vie 22 Sep 2023
En Colombia también se vivirá “Together – Encuentro del Pueblo de Dios”

Pastoral Social | Jue 7 Sep 2023
Un Rosario desde Chiquinquirá y una Eucaristía desde Cartagena para orar por la paz de Colombia

Animación misionera | Mié 6 Sep 2023
Asamblea de OMP y Pastoral Misionera: una oportunidad de fortalecimiento y proyección al centenario nacional

Catequesis | Vie 1 Sep 2023