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evangelio

Mié 27 Jul 2022

28 de Julio | Lectura del santo Evangelio según san Mt 13, 47-53.

EN aquel tiempo, dijo Jesús al gentío: 47 El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: 48 cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. 49 Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos 50 y los echarán al horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. 51 ¿Han entendido todo esto?». Ellos le responden: «Sí». 52 Él les dijo: «Pues bien, un escriba que se ha hecho discípulo del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo». 53 Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí. Palabra del Señor.

Mié 27 Jul 2022

27 de Julio | Lectura del santo Evangelio según san Mt 13, 44-46.

EN aquel tiempo, dijo Jesús al gentío: «44 El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. 45 El reino de los cielos se parece también a un comerciante de perlas finas, 46 que al encontrar una de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la compra». Palabra del Señor.

Vie 22 Jul 2022

Pidan y se les dará

DECIMOSÉPTIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Julio 24 de 2022 Primera Lectura: Gn 18, 20-32 Salmo: Sal 138(137), 1-2a.2bc-3. 6-7.8 (R.cf. 17, 6a) Segunda Lectura: Col 2, 12-14 Evangelio: Lc 11, 1-13 I. Orientaciones para la Predicación Introducción Tres énfasis propuestos para la reflexión de la homilía, todos interconectados en la unidad temática de las lecturas: La oración, con la convicción que se muestra en las lecturas, “Dios llama incasablemente a cada persona al encuentro misterioso con Él. La oración acompaña a toda la historia de la salvación como una llamada recíproca entre Dios y el hombre” (CIC 2591). - El aprender orar: Que respondería a la súplica presentada a Jesús: “Señor enséñanos a orar”, y como lo indica la Iglesia en su Catecismo: “La oración no se reduce al brote espontáneo de un impulso interior: para orar es necesario querer orar. No basta sólo con saber lo que las Escrituras revelan sobre la Oración: es necesario también aprender a orar. Pues bien, por una transmisión viva (La Sagrada Tradición), el Espíritu Santo, en la ‘Iglesia creyente y orante’ enseña a orar a los hijos de Dios” (CIC 2650). Énfasis valido allí donde el párroco o la comunidad quiera comprometerse en un proceso de “aprender a orar” - La oración del Padre Nuestro: Como centro de la respuesta de Jesús, al punto que se le conoce como la Oración del Señor y a la cual el Catecismo dedica toda la segunda sección de la oración cristiana (2759 – 2865). - El Dios de la oración: Ciertamente como el destinatario, pero en su atenta escucha que lo conduce a la acción para dar respuesta a lo pedido en el “clamor” 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Primera lectura: Después de la manifestación de Dios en la encina de Mambré (18, 1-15), aparece el relato de la confidencia de Dios para con Abraham y de este con Dios, la llamada “intercesión de Abraham” (18, 16-33). Una vez que Dios le confía a Abraham sus planes respecto a Sodoma y Gomorra (17-21), el Patriarca por seis veces (23-26; 27-28; 29; 30; 31-32a; 32b) intervendrá intercediendo en favor de estos pueblos. En su primera intervención apela a la Justicia de Dios como juez de toda la tierra que diferencias culpables de inocentes, y a partir de la respuesta de Dios, que ha fijado el parámetro en 50 justos, Abraham busca obtener la reducción del número de inocentes para que no acontezca la destrucción, llegando en sus repetitivas e insistentes intercesiones alcanzar la reducción de 50 a 10. La respuesta divina se limita a expresar que no hará la destrucción si se alcanza el número de inocentes acordado. Así la intercesión es “atreverse a hablarle a Dios”, a insistirle sobre una realidad, basados primero en su naturaleza divina, Él es el Dios de la tierra, y segundo en la “solidaridad” de los justos. El Salmo: y su respuesta “Cuando te invoqué me escuchaste”, que en algunas versiones bíblicas es el título, está clasificado como un Salmo de acción de Gracias individual. El salmista u orante se admira e irrumpe en gratitud sobre todo al ver que un Dios tan grande y potente se ocupe de sus pequeños y humildes fieles: la pequeña obra de sus manos. Así el grito de invocación al ver que Dios ha escuchado, lo que equivale a decir que ha respondido al grito, se transforma en una vivaz acción de gracias, de alabanza (tañer, postrarse), mediante la cual se ensalza la grandeza de Dios que es sublime, misericordioso, leal, salvador, protector, etc. Segunda lectura: Pablo en Col 2, 6-23 se enfrenta abiertamente con los errores que conducían al desconcierto en la comunidad; frente a la enorme seducción de estos errores Pablo reacciona y recuerda que la única y verdadera cabeza de los hombres es Cristo, a quien queda vinculado el creyente a partir del Bautismo, confiriéndole una nueva vida y la cancelación de la deuda gracias a la muerte en Cruz de Jesús. Un breve pasaje (2, 12-14) que clarifica la identidad del creyente a partir de la cual debe vivir y relacionarse con Cristo y las demás realidades. Podríamos decir que gracias a esta nueva identidad obrada por Cristo en el Sacramento del Bautismo la oración del creyente, hijo de Dios, posee otro estatus. Evangelio: Como es característico de Lucas nos muestra a Jesús en oración. Ante la petición de uno de sus discípulos, Jesús les precisa algunas de las enseñanzas de la oración, sobre todo para que “aprendan a orar”, primero el Padre Nuestro (2-4), que no sería una simple fórmula para ser repetida de memoria y ya, sino que en ello enseña una forma de orar; y para acentuar su dimensión de oración incansable y confiada narra la parábola del “amigo inoportuno” (5-8); y concluye con tres dichos para subrayar la eficacia de la oración, y para ello los construye a partir de tres verbos: “pedir”, “buscar” y “llamar” que reciben una respuesta: “recibe”, “halla” “se le abre”, que finalmente se compara entre la respuesta del ser humano y la generosidad en la respuesta de Dios, que da lo más bueno que es el Espíritu Santo. 2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La oración del Padre Nuestro La oración es un tema amplio, que exige como ya se mencionó en la introducción, todo un proceso (Cf. CIC 2650); cada comunidad debería preocuparse por crear auténticos itinerarios de aprendizaje, acompañamiento y crecimiento en la vida espiritual dando énfasis a la oración. La oración cristiana tiene su fundamento en la estrecha unión con la persona de Jesús, especialmente con su Misterio Pascual (Pasión, muerte y resurrección), lazos que se entre anudan gracias al don del Bautismo; así el creyente recibe la fuerza transformante de la misma muerte y resurrección del Señor. Orar es pues vivir la identidad bautismal y aprender a relacionarse con el Dios que le ha dado una nueva vida. La versión del Padre Nuestro en Lucas trae cinco suplicas, como las seis de Abraham. Pero en estas no buscamos la reducción de los justos o inocentes, sino todos los contrarios el crecimiento de ellos para que no acontezca la destrucción: que aumente el número de los que te reconocen como “Padre, y santifican tu Nombre”, que seamos más los que esperemos la “llega de tu Reino”, que cada día recibamos el “pan cotidiano”, que siendo “perdonados también nosotros perdonemos”, y así “no nos dejes caer en tentación”. La oración que Jesús nos enseñó debe encontrar un puesto privilegiado en la espiritualidad del creyente. Ciertamente hay muchas oraciones, pero todas ellas compuestas o salidas desde la vivencia de hombres y mujeres en su seguimiento de Jesús; pero el Padre Nuestro es una oración de otro nivel. Esta oración es llamada la Oración del Señor porque salió de sus labios de su enseñanza directa, por tanto, al orarla no estamos autorizados a cambiarla, todo lo contrario, a comprenderla e integrarla en la vida. También, se le conoce como la oración dominical, porque la comunidad cristiana católica naciente, en sus primeros tiempos le daba un fuerte realce, siendo orada en el Día del Señor: El Domingo; “la oración dominical es, en verdad, un resumen de todo el Evangelio” (CIC 2761). Orar el Padre Nuestro exige actitud orante como la de Jesús, silencio, relación e hijos, confianza y atrevimiento para repetir adecuadamente con espiritualidad cada una de las palabras de la Oración del Señor. En ella Jesús nos enseña no solo a repetir sino a orar, a sentir a Dios como Padre, para que cada uno pueda experimentar su condición de hijo de Dios. El espacio ni el momento me lo permiten, pero quien quiera mejor orar el Padre Nuestro repita con el discípulo: “Señor enséñanos a orar” y escuchará que el Señor le responderá en el Catecismo lo encontrarás, así que para orar hay que buena adoctrina acostumbrar. Todo agente de pastoral o creyente debería muy bien conocer el Catecismo de la Iglesia, pero para orar los números 2759 – 2865 leer y meditar. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? La oración y la contemplación en este domingo deberían encontrar un momento especial en el momento de la oración del Padre Nuestro. “Señor, te damos gracias por enseñarnos y regalarnos el don orar, por dejarnos tu oración, porque gracias a ella aprendemos de manera casi natural a llamar a Dios: Padre Nuestro, y por tanto a sentir que los otros son hermanos; Gracias Señor porque en esta bella oración aprendemos a pedir las gracias que necesitamos. Danos ese amor por la oración y que sigamos tu ejemplo de siempre orar, de orar confiada e incasablemente, y antes que pedir cosas pedir el Gran regalo del Espíritu Santo. _______________________ Recomendaciones prácticas: • Jornada mundial de los abuelos y de los mayores. • En este Domingo dar realce al momento del Padre Nuestro: Se podría mandar a imprimir la versión oficial del Padre Nuestro y entregarla en un bonito formato, citando los números del Catecismo para que el Pueblo Santo de Dios lo estudie. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Bienvenidos a la casa del Señor. Él nos invita a vivir de una manera especial este momento, culmen de la oración: la Eucaristía. En ella se condensan diversas formas de oración que nos ayudan a vivir de manera plena esta celebración. Todo ello para hacer de este sacrifico un momento de gran oración y encuentro con el Señor. Participemos orando de verdad según cada momento. Monición a la Liturgia de la Palabra Hermanos, cuántas veces hemos escuchado que hay que orar, y quisieras aprender a orar, para algunos se les facilita a otros no tanto. Hoy el Señor en las lecturas nos permitirá comprender algunas formas de oración. ¡Escuchemos con atención! Oración Universal o de los Fieles Presidente: Padre bueno, somos tus hijos que reunidos en tu casa queremos presentarte nuestras realidades, porque estamos seguros que cuando te invocamos tú nos escuchas y sales presuroso en nuestra ayuda: R. Escúchanos, Padre Nuestro. 1. Te damos gracias por la Iglesia de la cual nos haces miembros, por toda la riqueza salvadora que a través de ella nos concedes y por enseñarnos a ser tus hijos. 2. Te suplicamos tu justicia para todos los pueblos del mundo, que cesen las guerras y crezca el Reino de la paz y el amor. 3. Te pedimos por todos los adultos mayores, para que el Señor les conceda fortaleza, perseverancia y amor en la misión que tienen de transmitir la fe y su sabiduría de vida a las nuevas generaciones. 4. Te consagramos nuestras familias y nuestra comunidad parroquial, para que en ellas haya ambientes de auténtica oración. 5. Te pedimos concedas pan a los que sufren y viven abandonados a través de sus hermanos los hombres. Oración conclusiva Padre Nuestro, tú que escuchas siempre a tus hijos, concédenos en nombre de tu Hijo Jesús cuanto con confianza de ser hijos tuyos te hemos pedido. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.

Vie 22 Jul 2022

Voz del Pastor | 24 de julio de 2022

Reflexión de monseñor Luis José Rueda Aparicio, Arzobispo de Bogotá y primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio segúnSan Lucas 11,1-13

Vie 22 Jul 2022

Evangelizar en la gran ciudad

Aparentemente, el conglomerado de millones de personas que están en las grandes ciudades como Bogotá, Medellín, Cali, Bucaramanga, Barranquilla y otras, haría más funcional el reunirlas para ser evangelizadas. Sin embargo, en la práctica las cosas no están siendo de esa manera y se ve con preocupación lo difícil que es congregar para anunciar el Evangelio. Queda aún la capacidad de congregar de las celebraciones eucarísticas, pero también esta asamblea está comenzando a ver las dificultades de que la gente de la ciudad llegue a los templos. Hoy en día, hay parroquias, quizás en los barrios más populares, donde los sacerdotes están viendo con desazón la dificultad o el desgano de la gente para ir a su iglesia parroquial. Hay varias causas para que el reunir a las personas para evangelizarlas se haya vuelto complejo en las grandes ciudades. La primera, quizás un enfriamiento religioso generalizado, reforzado por los efectos disgregadores de la pandemia del COVID-19. En segundo lugar, la dificultad tan grande que tienen las grandes ciudades colombianas en temas de movilidad y que hace que las personas, en su gran mayoría, tengan que madrugar absurdamente y que lleguen muy tarde a sus hogares. En esas circunstancias nadie está pensando ni en misa ni en grupo pastoral ni en nada espiritual. Esto pone también en la mesa de discusión los horarios tradicionales en los cuales funcionan las parroquias, tanto a nivel de atención al público como de las celebraciones sacramentales. También es necesario reconocer que en muchos campos la labor evangelizadora no está siendo atractiva y quizás la gran desbandada de la juventud respecto a la Iglesia sea el signo más claro y más preocupante. Las iglesias locales, arquidiócesis y diócesis, tienen en frente un reto muy grande para idear una o varias formas efectivas de congregar a los fieles. No es un tema de contenidos, pues por fortuna en la Iglesia está muy claro el mensaje de Jesús para ser transmitido. Es un problema de orden práctico. No se resuelve con la virtualidad, la cual es una herramienta más para ciertas tareas, pero la Iglesia es asamblea, congregación, encuentro. ¿Acaso habrá que redescubrir las pequeñas comunidades que dieron origen a la tarea evangelizadora en cabeza de los apóstoles? Quizás hay que volver a enviar a los discípulos de dos en dos. Sin duda, se hace necesario empoderar más y más a los laicos y asignarles lugares y comunidades a las cuales ellos pertenecen –familias, conjuntos residenciales, empresas, universidades- para que allí mismo se generen oportunidades de anunciar el Evangelio en el sitio y no en otros lugares inalcanzables. En fin, el reto tiene mucho que ver con la creatividad y requiere decisión y voluntad pastoral. Esta situación compleja de las ciudades y su respuesta al llamado de los evangelizadores, de no atenderse orgánicamente, podría tener otro efecto, además de la descristianización ya tan visible. Podría debilitar la vida vocacional de los obispos, los sacerdotes, los diáconos y también las religiosas. Podrían llegar sentirse ociosos, sin ocupación constante y provechosa para la gente y para ellos mismos. Cualquier ser humano se frustra si sus propuestas misionales no son acogidas por un número importante de personas. Ciertamente no es una situación generalizada, pero hay signos preocupantes. Será importante aprovechar las brasas aún encendidas del Evangelio en muchas personas, comunidades, instituciones de las grandes ciudades, para avivarlas y desde allí hacer reverdecer la fe y también la vida de la Iglesia. Fuente: Comunicaciones Arquidiócesis de Bogotá - El Catolicismo

Mié 20 Jul 2022

Concluye Asamblea del Celam con llamado de opción por los pobres

Al concluir la Asamblea Extraordinaria del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), que se realizó del 11 al 14 de julio en Bogotá, emitieron un mensaje final con el cual el organismo ratifica su compromiso de anunciar el Evangelio con audacia y creatividad, particularmente en los ambientes más difíciles y olvidados del continente. Los prelados recordaron que es momento de crecer en la vida fraterna y de concluir con el clericalismo y toda clase de abusos. "Necesitamos escuchar incluso las voces que nos incomodan y generar espacios y estructuras eclesiales que fomenten la participación, en particular de las mujeres y de los jóvenes". Conscientes de la importancia de la participación del laicado y su incidencia en la toma de decisiones en la vida de la Iglesia, este órgano eclesial manifestó su compromiso para abrir caminos de consulta y discernimiento donde los laicos cumplan un papel trascendental. Pensar y actuar Destacando la experiencia vivida en la Asamblea Eclesial que representa uno de los primeros pasos de un futuro sinodal del continente, la Asamblea Extraordinaria del Celam se muestra totalmente adherida al espíritu que impulsa la reforma de la Curia Vaticana y confía en que los mártires del continente le animarán en la valentía y la firme convicción de la búsqueda de la justicia, reafirmando su opción preferencial por los pobres y la denuncia de todo lo que puede afectar su dignidad. Para la Asamblea del Celam, ese ser una “Iglesia pobre para los pobres” representa un horizonte que asume decididamente siguiendo las enseñanzas del Papa Francisco en documentos como la Exhortación Apostólica Postsinodal «Querida Amazonía» donde advierte sobre los riesgos de la economía que no tienen ninguna contemplación con la conservación del medio ambiente y la riqueza de los pueblos originarios, sus culturas y visiones del mundo. Expresiones que alientan el diálogo, el respeto por la diferencia sin temor a la pérdida de identidad, con el deseo de que en tiempos de conflictos bélicos, muerte y desolación sitúe a Latinoamérica y el Caribe como espacios de paz y verdadera fraternidad. Descargar mensaje Celam VEA SINTESIS DE EVENTO VIDEO CONCLUSIONES CELAM

Sáb 11 Jun 2022

Voz del Pastor | 12 de junio de 2022

Reflexión de monseñor Luis José Rueda Aparicio, Arzobispo de Bogotá y primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio segúnSan Juan 16,12-15

Vie 10 Jun 2022

Lo que tiene el Padre es mío. El Espíritu recibirá y tomará de lo mío y se lo anunciará

LA SANTÍSIMA TRINIDAD Junio 12 de 2022 Primera Lectura: Pr 8, 22-31 Salmo: Sal 8, 4-5.6-7.8-9 (R. 2a) Segunda Lectura: Rm 5, 1-5 Evangelio: Jn 16, 12-15 I. Orientaciones para la Predicación Introducción • El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es la enseñanza más fundamental y esencial en la jerarquía de las verdades de fe (CIC, n. 234) • La comunión trinitaria es la fuente y el modelo de la comunión y participación en la Iglesia. • Hoy, quienes hemos sido bautizados, renovamos nuestro compromiso misionero de anunciar el amor de Dios uno y trino. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Las lecturas de este día nos iluminan para comprender el sentido de la solemnidad de la Santísima Trinidad y vivir lo que esta celebración nos pide. • El libro de los Proverbios nos presenta la personificación de la Sabiduría de Dios, haciendo énfasis sobre el orden y la perfección de las cosas creadas. Así, reconocemos a Dios Padre Creador que ha hecho todo por amor a la persona humana. También vislumbramos ya en este pasaje un anuncio de Cristo, Sabiduría del Padre, “por quien y para quien fueron creadas todas las cosas” (Jn 1,3; Col.1,16). • El salmo 8, bien conocido, celebra la creación de Dios, de la que es cumbre la persona humana. Es enfática la afirmación de la superior grandeza del ser humano sobre las demás obras de la creación. No se trata de una afirmación de dominio irresponsable, si no de una primacía que llama a la administración y al cuidado de la casa común que Dios ha preparado para todos (cfr. LS, 95.116). • El apóstol Pablo, en pocos versículos, sintetiza la obra de la redención; indicando que estamos en paz con Dios por medio de Cristo, en quien hemos conocido el amor del Padre, que ha derramado en nuestros corazones el Espíritu Santo. Este pasaje puede calificarse como una confesión de fe en la Trinidad, y en la acción redentora del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Es, además, una invitación a la vivencia de las virtudes teologales, fe, esperanza y caridad, que deben ser la manifestación concreta de nuestra vida en Dios. • El Evangelio tiene un acento misionero, en la última cena Jesús se anticipa a asegurar la promesa del Espíritu Santo que guía a los discípulos de Cristo para que conozcamos el amor de Dios y lo anunciemos. No podemos dejar de ver en estas palabras la figura de comunión eclesial, que el mismo Jesús pedirá para todos los que creen en él: “Que todos sean uno” (Cfr. Jn 17,21). 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La solemnidad de este domingo hace como de puente entre la Pascua y el Tiempo Ordinario, invitándonos a contemplar y a dar gracias por la acción salvífica de Dios, que es uno en la comunión de tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo. • Celebrar el misterio trinitario es, ante todo, un movimiento de contemplación del amor de Dios, que no nos deja solos, que está siempre actuando para salvarnos y que es Dios con nosotros. San Juan nos propone este reconocimiento y vivencia: “¡Dios es amor!” (1Jn 4). Al pensar, por tanto, en la Santísima Trinidad, no se trata de entender racionalmente un enunciado dogmático, sino de ir al encuentro del amor de Dios, que nos ha sido revelado en Cristo y que está en nosotros por el Espíritu Santo. San Juan Pablo II decía que “la Trinidad no es tanto un misterio para nuestra mente, como si se tratase de un misterio intrincado, sino, y mucho más, de un misterio para nuestro corazón” (Homilía, 29.05-1983). • Celebrar el misterio de la Trinidad es, en segundo término, una invitación a renovar nuestra profunda identidad eclesial. San Cipriano define la Iglesia como un “pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (De Orat. Dom., 23; cf. Lumen Gentium, 4). Jesucristo mismo, en la última cena, pidió que “todos sean uno, como tú Padre en mí y yo en ti” (Jn 17, 21). Por eso, de modo particular, recorriendo el itinerario sinodal al que el Papa Francisco ha convocado a toda la Iglesia, en esta solemnidad estamos llamados a afianzar nuestra comunión y participación como discípulos y misioneros, que tienen como único fundamento la unidad de la Trinidad. • Celebrar el misterio de la Trinidad es, en tercer lugar, una oportunidad para tomar mayor conciencia de la misión evangelizadora a la que estamos llamados todos los bautizados. El Evangelio de San Mateo concluye con el este envío: “Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo…” (Mt 28, 18b-19). La misión de la Iglesia parte, por tanto, de nuestra propia relación con la Trinidad y del compromiso que resulta de haber recibido la gracia bautismal. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Como ya ha sido subrayado, esta solemnidad nos mueve ante todo a la contemplación y a la oración. Santa Isabel de la Santísima Trinidad oraba de esta manera: “Dios mío, Trinidad que adoro, ayúdame a olvidarme enteramente de mí mismo, para establecerme en ti”. Hoy pudiéramos repetir esta plegaria, con el deseo de centrar nuestra vida en Dios, pidiendo que podamos experimentar su amor, para prolongarlo y comunicarlo en nuestro propio anuncio evangelizador. _______________________ Recomendaciones prácticas: • Conviene leer, antes de la celebración, los numerales 232 a 267 del Catecismo de la Iglesia Católica, bajo el título la Profesión de la Fe Cristiana. • Concluye la semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. • Encuentro Nacional de las Familias (13-18 de junio) II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa En este domingo celebramos el misterio central de la fe y de la vida cristiana: Dios es uno, en la comunión de tres personas Padre, Hijo y Espíritu Santo. Hoy estamos invitados de manera especial a contemplar el amor de Dios que no nos abandona. Para ello pedimos la gracia distinguir y adorar a cada una de las personas divinas, y de vivir la profunda unidad que hay entre ellas. Con estas disposiciones, participemos de este banquete del amor de manera plena, consciente y activa. Monición a la Liturgia de la Palabra Que la escucha atenta de las lecturas bíblicas, que nos proponen el camino de la revelación de Dios como comunión de personas, nos motive a ser testigos del amor trinitario, en los acontecimientos de la vida cotidiana. Recibamos con fe y alegría la Palabra de Señor. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Al Dios Padre, elevemos nuestras súplicas confiadas por medio de su Hijo y con la asistencia del Espíritu Santo. Digamos juntos: R. Dios de amor, escúchanos. 1. Oremos por toda la Iglesia, para que, guiada por Espíritu Santo, cumpla con su misión de enseñar la verdad que guía a todo hombre hacia la plenitud de la vida. 2. Por los gobernantes de las naciones, para que, vivificados por la gracia de la Santísima Trinidad, sean sabios en su trabajo en la construcción de una sociedad más armónica, conducida por la verdad y el bien, para el beneficio de las comunidades que han sido puestas en sus manos. 3. Por nuestras familias, para que se refleje en ellas la unidad de la Trinidad, que se manifieste en el amor, el respeto y el diálogo entre todos los miembros de nuestros hogares. 4. Por la consulta sinodal que se ha realizado en nuestra Iglesia local, para que guiados por el Espíritu, todas las decisiones tomadas a partir del discernimiento lleven a una común docilidad al Espíritu Santo. 5. Por la unidad de los cristianos, para que la Eucaristía, símbolo de amor y vínculo de caridad trasforme el corazón de los hombres, y superas las dificultades actuales, los lleve a formar una sola Iglesia. Oración conclusiva Dios, Padre todopoderoso, que has enviado al mundo la Palabra de la verdad y el Espíritu de la santificación, escucha estas suplicas que te hemos presentado con fe y esperanza. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.