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evangelio

Jue 27 Abr 2017

Descubramos al Señor a través de su palabra y la Eucaristía

[icon class='fa fa-youtube fa-2x' link='']Ir a lista de reproducción[/icon] Tweets by cardenalruben

Mié 26 Abr 2017

No dejemos pasar desapercibidos a los que caminan con nosotros

Con la Palabra se hace vivo entre nosotros Jesucristo. Acojámosla con atención. Es realmente una buena noticia para nosotros hoy saber que el mismo Dios, en la persona de su Hijo amado, camina con nosotros, está vivo. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: Hch 2,14.22-33[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo: 16(15),1-2+5.7-8.9-10.11 (R. 11a)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: 1P 1,17-21 [/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Lc 24,13-35[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] En el libro de los Hechos, Lucas nos relata la primera proclamación de la resurrección de Jesús. Este discurso de Pedro (primer anuncio o kerigma) fue pronunciado y entendido en arameo. Pedro toma la palabra en nombre de todos, al fin de cuentas es el responsable del grupo de los Doce. Y muestra cómo se han cumplido las Escrituras en Jesús y en la Iglesia naciente. “Aquí actúa como testigo de Jesús (“y seréis mis testigos…”). Primero lo hace apelando a lo que –en su discurso– es cosa sabida por su audiencia: “Ustedes. saben de los milagros, prodigios y señales que hizo Jesús” (v. 23) A continuación, su discurso hace un giro. A este Jesús, ustedes. lo mataron –argumenta – clavándolo en una cruz. Aquí Lucas usa varios recursos. Por un lado, el kerygma cristiano: a) a este Jesús Dios acreditó mediante palabras y obras durante su vida; b) sufrió y murió en manos de ustedes, y c) Dios lo resucitó. Este es un esquema básico de la fe cristiana. Y por otro lado, muestra cómo Dios está detrás de todos estos acontecimientos . El Salmo 16 es “una expansión confidencial del alma que encuentra su felicidad en vivir en compañía de Dios, porque Él es la fuente única de todo bien. De aquí se sigue la simpatía por todos los que son fieles a su Dios y la aversión hacia los que se entregan a prácticas idolátricas. Como los salmos anteriores, también éste es atribuido en el título a David. San Pedro recoge esta tradición y arguye en ese supuesto para probar el sentido mesiánico del salmo (Hechos 2,25-32). En realidad, el Apóstol entonces no trataba de dilucidar exegéticamente el problema de la autenticidad crítica del salmo, sino de probar su relación con Cristo, y arguye tomando como base la opinión común recibida. Carácter mesiánico del salmo. Desde la época apostólica se ha dado a este salmo un sentido marcadamente mesiánico, fundándose en la aplicación que hace San Pedro en su alocución el día de Pentecostés. Efectivamente, el apóstol toma pie de la afirmación del salmista según la versión de los LXX (v. 10: «no permitirás que tu santo vea la corrupción») y ve en ella un anuncio de la resurrección de Jesucristo. En la segunda lectura, 1Pedro 1,17-21 “Pedro señala lo que ya había expresado en su sermón de Pentecostés: si bien la muerte de Jesús fue producto de un desconocimiento de los contemporáneos de Jesús, sin embargo, formaba parte del plan eterno de Dios sobre el mundo. La redención no es la reparación de un accidente sucedido en el Jardín del Edén, sino que estaba inscrita en el orden del universo, y es uno de los aspectos de la relación de Dios con el mundo”. Coincide con la teoría Escotista del Primado de Jesucristo, según lo cual, la muerte de Jesús no es únicamente consecuencia del pecado del hombre, sino sobre todo del amor infinito de Dios por sus creaturas. Está inscrita en su plan amoroso. Finalmente en el Evangelio de Lucas, escrito a finales del primer siglo, en un tiempo en el que la mayoría de los cristianos no había conocido a Cristo en carne y hueso, aparece este relato que los conecta a ellos (y a nosotros) con Cristo, que aún hoy es revelado a través de la lectura y la interpretación de la Escritura (v. 27) y la Cena del Señor (vv.30-31). Esta historia se parece a la historia de la aparición de los ángeles a Abraham y a Sara en Manré (Génesis 18, 1-15). En ambas historias los anfitriones no reconocen a sus huéspedes pero les ofrecen hospitalidad. “El Evangelio de Lucas organiza su relato de la resurrección en tres partes: la tumba, Emaús, y los discípulos reunidos. Esta organización presta atención especial a la simbólica geografía de Lucas. La primera historia establece Jerusalén como un lugar de incredulidad y como el lugar de la muerte (24:11). La historia de Emaús, entonces – separándose de Jerusalén en agonía (24:17) – establece una palabra que, de nuevo, se trae a Jerusalén (24:33, 35)... La tan esperada redención de Jerusalén (2:38)... viene, sorprendentemente, de fuera de Jerusalén, al venir Jesús mismo de fuera de Jerusalén” (Lathrop). Esta historia incorpora un alto nivel de lenguaje litúrgico, incluyendo “tomando el pan, bendijo, y partió, y les dio” (v. 30); “Ha resucitado el Señor verdaderamente” (v. 34); y “al partir el pan” (v. 35). El Cristo resucitado es revelado al contar la historia, al interpretar la escritura, y al partir el pan. Se sugiere que los dos discípulos podrían ser un hombre y una mujer. Muchos coinciden en señalar que uno de ellos es Cleofás. Y el camino que recorren es de 11 kilómetros que es la distancia entre Jerusalén y Emaús. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] Nosotros no hemos conocido personalmente al Señor pero el anuncio que hoy las lecturas nos presentan nos permite descubrir cómo Él sigue caminando con nosotros. Su presencia real en la Palabra que escuchamos y en el Pan que compartimos, cada vez que nos reunimos a celebrar la Eucaristía. Pero también Él sigue vivo en los pobres que deambulan por las calles de nuestras ciudades. Nos lo ha recordado el Papa permanentemente en sus documentos: “Cada vez que nos hemos inclinado ante las necesidades de los hermanos, hemos dado de comer y de beber a Jesús; hemos vestido, ayudado y visitado al Hijo de Dios (cf. Mt 25,40). En definitiva, hemos tocado la carne de Cristo. Jesús vive en los que hacen parte de nuestra vida cotidiana, camina permanentemente con nosotros y lo podemos reconocer al partir el pan, en las mesas de nuestros hogares: cada vez que nos sentamos a la mesa debemos hacer conciencia de que en los que están compartiendo con nosotros está Jesús. En la esposa, en el esposo, en los hijos, en los amigos que hemos invitado a cenar. Si lo reconocemos a Él en ellos nuestros momentos de comida dejarán de ser actos rutinarios y se transformarán en momentos de gracia que nos enriquecen, nos acercan, nos ayudan a querernos más y a entendernos mejor. Que ojalá esos momentos sean sagrados, y que en ellos se apaguen los ruidos que no nos permiten entrar en comunicación personal (los televisores, los celulares, las tablets, y todos esos demás entretenimientos que hoy abundan y nos impiden el compartir más cercano. Que reconozcamos a Jesús al partir el pan con los que amamos. Y, sin lugar a duda, de esta Palabra podemos sacar también como conclusión para nuestra vida que debemos estar más atentos para descubrir las grandezas de los que caminan a nuestro lado. Cuántas veces nos hemos perdido oportunidades valiosas de crecer y mejorar por no estar atentos a los que nos rodean. Dejamos pasar desapercibidas las personas que nos acompañan, no les damos importancia, y en muchas ocasiones esas personas, si las hubiésemos escuchado con atención, nos hubieran podido dejar enseñanzas gratificantes para nuestra superación personal. No desatendamos a los que nos acompañan por más insignificantes que nos parezcan. En todos el Señor tiene una Palabra que nos puede aprovechar. Que nos quede claro que para poder reconocer a Jesús que sigue vivo entre nosotros, no hay más camino que salir de uno mismo y acoger a los que nos acompañan en el camino de la vida, sean conocidos o desconocidos, sean gente sana o enferma, sean los que denominamos “gente de bien” porque tiene nuestras costumbres, o sean gente “no deseable” porque visten o hablan o piensan distinto a nosotros. No podemos dejar pasar desapercibidos a los que caminan con nosotros por el camino de la vida. Todos ellos tienen algo que darnos, y mucho más aún, a todos ellos tenemos algo que compartirles, además de nuestra fe y amor por Jesús y su Buena Noticia, lo que nosotros mismos somos y tenemos. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] Y no dejemos de gozarnos con todo lo que Jesús hace hoy por hacerse sentir como nuestro compañero de camino. Nos da un Iglesia que en sus pastores nos están mostrando permanentemente, con sus gestos y palabras, el rostro amoroso de Dios, en la persona del misericordioso Jesús. Nos da una familia en la que todos tenemos algo que aportarnos. Celebremos con alegría las recomendaciones que nos vienen de los mayores de la familia y los sueños que nacen en las generaciones nuevas. No desatendamos tantas buenas iniciativas que nacen en las mentes locas de los jóvenes que nos invitan a cambiar muchos de nuestros estilos de vida para ser más impactantes en el mundo de hoy. Celebremos con alegría la presencia de todos esos hermanos y hermanas que se cruzan en nuestros caminos, en las gradas de las entradas de nuestros templos y capillas para demandarnos un poco de pan, un poco de cariño. Ellos y ellas nos están recordando permanente y a veces hasta desagradablemente la presencia de Jesús. Sus rostros son los rostros del Crucificado que lo sigue en sus penurias físicas, económicas, morales o espirituales. Vivamos intensamente este momento de la Eucaristía, acción de gracias por excelencia, en el que se nos explican, muchas veces con palabras acertadas, las Santas Escrituras. En las que se nos reparte amorosamente el Pan que nos da la vida, que nos mantiene la esperanza y que nos permite no desfallecer en el camino de la vida. Que podamos reconocer a Jesús cada vez que partamos el Pan, en el altar, en las calles de nuestras ciudades y poblados, en las mesas de nuestros hogares. Que con Jesús se disipen nuestros miedos, nuestras desilusiones, nuestros desencantos. Y que podamos celebrar con ilusión y buen ánimo la certeza de que está vivo y camina también hoy con nosotros. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Se podría hacer en cartelera, trazar un camino visible a todos los fieles, y colocar al fondo un trozo de pan, y una hornilla con un pescado sobre ella. Se podría hacer el rito de bendición y aspersión del agua, que ocuparía el lugar del acto penitencial al comienzo de la Misa, subrayando el aspecto bautismal celebrado en la Vigilia Pascual. Podría seguirse el Prefacio de Pascua I y la Plegaria Eucarística III. O la Plegaria Eucarística para Diversas Circunstancias III: «Jesús, camino hacia el Padre», p. 524 del Misal, por recordarnos que el Señor, «como hizo en otro tiempo con sus discípulos, nos explica las Escrituras y parte para nosotros el pan». Recordar que esta semana: Mañana lunes 1° de mayo, es la memoria de san José, obrero, fiesta nacional del día del trabajo. Conviene darle sentido cristiano a este día y no solo de reivindicaciones laborales. El miércoles 3, es en Colombia la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. El jueves 4, es en Colombia la fiesta de los santos Felipe y Santiago, apóstoles. El próximo domingo, 7 de mayo, es el día del Buen Pastor, la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones Sacerdotales y la Jornada Mundial de la Infancia Misionera.

Vie 21 Abr 2017

Pongamos nuestra confianza en Jesús sin temor

La Palabra de hoy nos refresca el entusiasmo de la primitiva comunidad que no le tiene miedo a la persecución porque tiene su confianza puesta en Jesucristo. Nos muestra la vivencia de una comunidad que se afianza en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión y en la oración, y que despeja las dudas con el testimonio de los hermanos. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: Hch 2, 42-47[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo: 118(117), 2-4.13-15ab.22-24 (R. cf. 1)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: 1P 1, 3-9 [/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Jn 20,19-31 [/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] El texto del libro de los Hechos de los apóstoles es la muestra clara de los efectos de la experiencia de Jesús vivo en medio de los suyos. Así vemos cómo los discípulos perseveran en: “la doctrina de los apóstoles” que no era otra que la que habían recibido de Jesús en su experiencia histórica y pos pascual. Esta doctrina incluiría, con el tiempo, cuestiones de disciplina eclesiástica. Pero en este momento este tema no era de gran importancia, el camino apenas se iniciaba. “y en la comunión” (te koinonia – la comunión) (v. 42c). Es decir perseveran unidos, lo que no significa uniformados, pues bien se sabe que en el momento no existían varios modelos de Iglesia. En este término podemos descubrir unidad humana, - compartir. Se refiere a “una relación mutua con Cristo que nace de la llamada de Dios (1 Corintios 1:9), y es sostenida por el Espíritu Santo (2 Corintios 13:14; Filipenses 2:1)” (Willis). Esta Koinonía que sienten los discípulos se expresa también en el compartir de sus recursos… (vv. 44-45; véase también Romanos 15:26; Galatos 6:6; Filipenses 4:14-20; Hebreos 13:16). “y en el partimiento del pan” (tou artou – el pan) (v. 42d). Cuando Lucas habla del “partimiento del pan” es probable que se refiera a una comida diaria, aunque no se puede descartar que podría ser una comida especial, es decir la Eucaristía. Esta sería una de las cuatro actividades. Las otras tres (doctrina, comunión y oración) son de carácter espiritual. “y en las oraciones” (v. 42e). Probablemente oraciones utilizadas en alabanzas públicas. Estos discípulos pasaron bastante tiempo en un templo (v.46). Y seguramente eran las utilizadas allí. El uso del artículo definido (las oraciones) sugiere que pueden ser oraciones utilizadas en alabanza pública. Entonces la frase “las oraciones,” seguramente incluía oraciones utilizadas en el templo. También es probable que incluyera oraciones como el Padre Nuestro, que nació en un contexto cristiano, y oraciones privadas. En la carta de Pedro nos encontramos con una Palabra que nos ubica en el contexto de una iglesia que nace en medio de la persecución. Pedro exhorta a los cristianos que no han conocido personalmente a Cristo, a los gentiles que se han convertido con la predicación de los apóstoles, a mantener el ánimo, la alegría, en medio de la persecución. Roma arde en llamas incendiada por Nerón, pero el Emperador, para esconder su conducta perversa, ha culpado de la desgracia a los cristianos. “Porque la fe de ustedes es como el oro, su calidad debe ser probada como el oro”. Pedro incluso en esta carta esconde su lugar de residencia (les escribo desde Babilonia, es más seguro, que decirles desde Roma, donde efectivamente estaba) para no poner en peligro la vida de los hermanos. El salmo 118 es un himno triunfal, lleno de gloria, propio del día de la Resurrección. En él aparece un héroe que describe increíbles hazañas, llevadas a cabo por la poderosa mano del Señor. Este salmo es el último del grupo aleluyatico (“Gran Hallel”) y tiene un profundo sentido de acción de gracias. El salmista habla en nombre de una nación liberada milagrosamente por Yavhé de un gran peligro. Expresa el sentir colectivo durante una procesión al templo para ofrecer las víctimas eucarísticas, los sentimientos de gratitud hacia Dios. Dice el Padre Larrañaga que “en los cuatro primeros versículos estalla la orquesta en un acorde cuatro veces repetido y dando sentido a todo el Salmo: “Eterna es su misericordia”. Y finalmente el Evangelio de Juan nos conduce a la experiencia fundante de estos discípulos de Jesús, que viven intensamente el encuentro con su Señor Resucitado. En primer lugar nos demuestra que la fe viene de diferentes maneras a gente diferente. El discípulo querido cree al ver la tumba vacía (v. 8). María cree cuando el Señor dice su nombre (v. 16). Los discípulos deben ver al Señor resucitado (v. 20). Tomás dice que debe tocar las heridas (v. 25) – aunque esa necesidad se evapora una vez que ve a Cristo resucitado (v. 28). Ésta es la tarde de Pascua, el mismo día que los discípulos vieron la tumba vacía y que María vio a Jesús. Los discípulos se encontraron en un cuarto en Jerusalén con “las puertas cerradas.” Las puertas cerradas reflejan el miedo de los discípulos, pero también demuestran el poder del Cristo resucitado, quien no se puede contener por una tumba de piedra ni por una puerta cerrada con llave. “Y estando las puertas cerradas donde los discípulos estaban juntos por miedo de los judíos” (v. 19). Es bueno resaltar que tienen miedo a pesar de que Pedro y “el otro discípulo” hayan visto y creído (v.8), María ha hablado con el Resucitado, les ha contado a los demás discípulos su experiencia, (v. 14-18). Sin embargo, aún después de que “el otro discípulo” haya visto y creído, no está claro qué es lo que cree, “porque aún no sabían la Escritura, que era necesario que él resucitase de los muertos” (v. 9). Además, los discípulos están traumatizados por la crucifixión y atemorizados por la posibilidad de que los enemigos de Jesús ahora se puedan dirigir a ellos. Su líder está muerto! “Paz á vosotros” (v. 19). A estos discípulos atemorizados, Jesús les da su paz, como prometió (14:27). Los discípulos tendrán paz a pesar de ser perseguidos por un mundo que les odiará tanto como odiaba a Jesús (15:18-25). Mientras que este texto usa la palabra griega para paz, eirene, el concepto es el de shalom judío – que indica más la ausencia de conflicto – un bien que es el regalo de Dios. “En pensamiento judío, paz y alegría eran señales de tiempo escatológico cuando la intervención de Dios habría traído armonía a la vida humana y al mundo. Juan ve esta edad cumplida cuando regresa Jesús para verter su Espíritu sobre los hombres” (Brown, 1035). Y al darles la paz, los envía al mundo de la misma manera que Él fue enviado por el Padre. Este es el equivalente Johanino de la Gran Comisión (Mateo 28, 19-20), y para ello les da el aliento de vida; a unos discípulos temerosos - escondidos para evitar el peligro – les da la fuerza para levantarse, abrir las puertas, salir fuera y empezar la proclamación de la Buena Noticia. Y finalmente la figura de Tomás, el que creyó, perdió la fe, pero después vuelve a una fe más fuerte: Es instructivo mencionar que Tomás creyó, perdió la fe, pero después vuelve a una fe aún más fuerte. Tomás no cree a los discípulos, pero tampoco le creyeron los discípulos a María. Era un grupo abatido y derrotado hasta que vieron a Jesús con sus propios ojos. Tomás, por lo tanto, no es el único que duda, y no permanece dudoso. Una vez que ve lo que los otros discípulos han visto, manifiesta gran fe: “Señor mío y Dios mío”. Esta confesión es aprovechada para expresar la última beatitud o bendición de Jesús: “Bienaventurados los que no vieron y creyeron” (v.29). Los pocos cristianos de la primera generación que vieron a Jesús en persona no tienen ninguna ventaja sobre los muchos cristianos de las más tardías generaciones que no lo han visto en persona. Anoten que Jesús no dice que estos cristianos más tardíos serán más bendecidos que los discípulos que “ven,” sino solo que serán bendecidos. Y finalmente en este Evangelio de hoy se recalca cómo las “señales” que son muy comunes en él, señalan a Jesús el Mesías, dan razones para creer, aunque muchos que las vean no crean. El propósito de este Evangelio no es capturar todo detalle de la vida de Jesús, sino proveer lo que se necesita “para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que creyendo, tengáis vida en su nombre” (v. 31). [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] Los cristianos de hoy vivimos la experiencia de la persecución, y en ese contexto hemos tenido la posibilidad de vivir la experiencia del Padre misericordioso que se nos revela como tal en su Hijo Jesús. La iglesia es atacada por defender la sana doctrina, por propiciar corrientes de solidaridad, de comunión, por descubrir la tiranía de los nuevos señores que quieren apoderarse hasta de las conciencias de los hombres, en el mundo de la política, de la ciencia, de la tecnología, de la economía. Hemos sido testigos casi presenciales de los ataques contra la Institución eclesial en muchos países del mundo del que no está excluido el nuestro. Si se defiende la vida, si se promueven los derechos de los más débiles, se propicia la paz, es una iglesia izquierdosa y revolucionaria. Si se protegen los valores de la familia, de la dignidad de las personas amenazadas por ideologías de género o por programas de planificación familiar orquestadas por poderosas organizaciones multinacionales, es una iglesia retrograda y conservadora. Pero en contextos hostiles la Iglesia quiere mantener la postura de su maestro que es misericordiosa. Es justamente por ello que promueve los derechos y defiende los valores, porque es sensible al sufrimiento del hombre. Nunca, y menos ahora, ha estado indiferente a los problemas que empobrecen la humanidad. Esta es su experticia. En el contexto de guerra y de violencia levanta su voz para proclamar el perdón. Cuando la gente está acorralada por el miedo aparece ella deseando paz. Cuando los creyentes tienen dudas, la palabra de la Iglesia invita a la esperanza, a tener valor, a vivir la experiencia de ser “Iglesia en salida”. Nuestro país está viviendo momentos importantes de su historia. Ha estado polarizado por muchos años, o por colores políticos, o por tendencias religiosas, o por ideologías de derecha o de izquierda… y ahora lucha por superar las polarizaciones que suscita la búsqueda de la paz. En medio de este fenómeno que han provocado los diálogos con grupos insurgentes, siempre la iglesia ha proclamado que está por encima de cualquier interés personal o grupal, el bien de todos y especialmente de los que han sido victimizados a lo largo de estos años de conflicto. La misericordia de la que es depositaria, la lleva a preocuparse por la justicia, por la equidad, por el respeto a la vida, por la honradez en el manejo de los bienes públicos, por la defensa de las minorías étnicas, culturales, religiosas o de género. El corazón misericordioso de la Iglesia no quiere excluir a nadie. Es su tarea, es el legado que le ha dejado su Maestro. Nosotros en nuestros contextos familiares o sociales estamos invitados a ejercer esta “especialidad”. Vivir la misericordia y alejar el temor. Como creyentes debemos abrir las puertas de nuestros corazones para colocarlos en las miserias del hombre. Estamos invitados a mantenernos “en salida”, para buscar a los que sufren y a mantenernos firmes en la fe para despejar los temores y ser discípulos misioneros más arriesgados: invitados a no tenerle miedo a las diferencias, a no huirle a las periferias humanas o existenciales. Como los discípulos de Jesús estamos invitados a dejar las poltronas de nuestras salas en las que podemos aislarnos del mundo, (paradójicamente conectados a él únicamente por los aparatos de las nuevas tecnologías), y ponernos en camino hacia las metas que nos proponen hoy la Iglesia con el Santo Padre a la cabeza, y las urgencias del país en que vivimos. No podemos quedarnos cómodos, acomodados, cuando a nuestro alrededor necesitan tanto de nosotros y de Jesús de quien somos emisarios. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] Celebremos con alegría, la presencia de Jesús en medio de nosotros, pues Él está presente en tantos creyentes arriesgados que se lanzan al mundo de los sufrientes para llevarles el consuelo de la misericordia que se alimenta de Evangelio. Son muchos, a lo largo y ancho del país, los que recorren los caminos tortuosos para hacer presente el amor de Dios: son jóvenes atrevidos, son religiosos y religiosas que han asumido su compromiso con radicalidad, son sacerdotes y obispos que ponen la cara a la opinión pública para defender valores y anunciar con transparencia y sin adornos la verdad que nace del Evangelio de Jesús. Son cristianos “de a pie”, que no se cansan de llevar a los que encuentran en el camino el mensaje o el signo de la paz. La Iglesia experta en humanidad, aunque no reconocida muchas veces, no se ha cansado de su labor. En Colombia ha abierto muchos espacios para ejercer la misericordia. Algunos de esos espacios no los administra ya por políticas del Estado, que debería ser su gestor, pero que paradójicamente cuando llegan a sus manos pierden su calidad, su eficacia. Se convierten en botín burocrático o alcantarilla de corrupción. Aunque no haga alarde de su capacidad de gestión con corazón, la Iglesia en cada uno de nosotros está invitada a celebrar su acción a favor de los más frágiles y necesitados. Celebremos con gozo la presencia en el campo de la salud llevando alivio, en el campo de la educación llevando sabiduría, en el campo de la promoción humana llevando propuestas significativas, en el campo de guerra y el conflicto llevando iniciativas de paz y reconciliación apoyadas en la justicia social. Hoy debemos cantar con alegría, la presencia de Jesús resucitado y vivo en las comunidades de creyentes que no se cansan de vivir en función de los demás, de los otros, que aunque diferentes por razones políticas o religiosas o raciales o de género o económicas, son los sujetos preferenciales de su acción. Expresemos nuestro gozo por sentir que hoy como ayer Jesucristo sigue siendo el impulsor de una manera distinta de vivir que no se acomoda a lo que el mundo (los poderosos, los dueños de la tecnología, los manipuladores de la ciencia, de la información) quiere imponernos. Como Pedro debemos estar alerta para no dejar que el miedo nos paralice, que la cobardía – falta de entusiasmo en la vivencia de la fe – le abra las puertas a estilos de vida que atentan contra los principios del Reino de Dios. Que nuestras dudas se disipen cuando veamos, como Tomás, lo que otros hermanos han visto y están testimoniando con sus vidas: la fuerza del Resucitado. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Por ser un día en el que se privilegia la Misericordia, sería bueno colocar en lugar visible las obras de misericordia (en muchos templos estuvieron muy bien colocadas en el año dedicado al tema). Y junto a ellas un mensaje que diga: Si queremos la paz practiquemos la misericordia. También podría hacerse un dramatizado presentando las dudas más frecuentes de los jóvenes hoy con relación a lo espiritual, a lo social, a lo familiar. Y a esas dudas oponer las certezas de otros jóvenes. Y todo esto con el slogan del Papa Francisco que invita a los jóvenes a poner líos…. O a dejar las poltronas – los sofás. No olvidar que el Prefacio es el de Pascua I: «El Misterio Pascual», con la parte propia: «en este día». Convendría seguir el Canon Romano o Plegaria Eucarística I, con las partes propias que contiene. Tener presente que para la Bendición final de la Misa se puede usar la fórmula solemne de la Vigilia Pascual, p. 219 del Misal. Para despedir al pueblo se agrega el doble Aleluya. Con las segundas Vísperas de este domingo termina la Octava de pascua. Recordar que esta semana: - El martes 25, es la fiesta de san Marcos. - El jueves 27, es el aniversario de ordenación episcopal de Monseñor Ettore Balestrero, Nuncio Apostólico en Colombia. Se invita a orar por su vida y ministerio.

Vie 21 Abr 2017

Acerquémonos a la misericordia del Señor para transformarnos

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Jue 6 Abr 2017

La Voz del Pastor 9 de abril

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Jue 30 Mar 2017

Proteger la vida es deber de todo creyente

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Jue 30 Mar 2017

El Señor nos ha llamado de la muerte a la vida

Ya está a las puertas la gran fiesta de Pascua. Muchas comunidades preparan el bautismo de sus niños. En efecto, Pascua es la fiesta de quienes van a entrar en el misterio de la muerte y resurrección del Señor por primera vez, y de todos los que nos hemos iniciado en este camino. El Señor nos ha dado el agua viva del bautismo; nos ha abierto los ojos de la fe; nos ha llamado de la muerte a la vida. Cristo ha ofrecido su vida y ha muerto por nosotros. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: Ez 37,12-14[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo 130(129) ,1-2.3-4.5-6ab.6c-8[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: Rm 8,8-11[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Jn 11,1-45 (forma larga) o Jn 11,3-7.17.20-27.34-45 (forma breve)[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] Ya la primera lectura ha insistido en la voluntad de Dios de dar la vida. San Jerónimo subraya que la utilización de esta profecía de Ezequiel muestra la fe de la Iglesia en la resurrección futura: “No se utilizaría la imagen de la resurrección para representar la renovación de pueblo de Israel si no se creyese en la resurrección futura, ya que nadie concebiría la idea de confirmar una cosa incierta con otra inexistente”. Pero cuando oímos proclamar: “Os infundiré mi espíritu y viviréis”, inmediatamente lo relacionamos con la carta a los Romanos, elegida como segunda lectura. Porque en ambos casos se trata de un don y de la actividad del Espíritu que vivifica. Nosotros tenemos a Cristo en nosotros; en tal caso, por más que nuestro cuerpo esté destinado a la muerte a causa del pecado, el Espíritu es nuestra vida, toda vez que hemos sido convertidos en justos. En este caso, el mismo que ha resucitado a Jesús de entre los muertos vivificará también nuestros cuerpos mortales por el mismo Espíritu que habita en nosotros. Bautizados, tenemos el Espíritu de Jesús en nosotros y estamos destinados a la resurrección y a la vida. Todo está ahí, y si queremos entender, la actitud de Jesús ante la muerte, en el evangelio debemos interpretarla a la luz de este luminoso comentario de San Pablo. En adelante el cristiano no entiende ya la muerte como los demás; para él es comienzo de una vida, mejor aún, es el desarrollo de una vida que está ya en él, que ha sido hecho justo y tiene en sí a Cristo mediante su bautismo. La elección de este evangelio ha sido influida para poner de relieve una tipología bautismal: la resurrección de Lázaro, tipo de la resurrección de Jesús y de la nuestra, de nuestra resurrección a la vida divina en el bautismo, en medio de la espera de una resurrección definitiva. Nos encontramos en presencia de un signo que es muy representativo de la forma de pensar de Juan. Es respuesta a la fe y realizado para gloria de Dios. Es respuesta a la fe, pero también provocación a la fe. Todo el evangelio de Juan se ha escrito para provocar la fe. La fe de Marta aparece en su lamento: “Si hubieras estado aquí…” Marta cree en el poder de Jesús; en presencia suya, todo se puede esperar. Jesús lo puede todo. Jesús empieza entonces su catequesis. Marta pasará de la fe en la resurrección en el último día, tal como creían los judíos, a la fe en Jesús, resurrección y vida para los que creen en él. (Jn 11,25-26). La resurrección de Jesús, anunciada por la de Lázaro, es signo de nuestra propia resurrección. Marta pasa de la fe en un Cristo capaz de milagros, a la fe en la palabra de aquel que ha sido enviado por el Padre. Es el acto de fe de todo bautizado: creer en la Palabra, en Cristo muerto y resucitado. La fe de María se sitúa en el mismo nivel. Ella no corre al sepulcro de su hermano, sino que se dirige a Jesús y se postra a sus pies. El evangelista intenta mostrarnos a un Cristo conmovido por una profunda emoción ante el dolor, como por la manifestación de fe de las hermanas. Jesús se conmueve y llora ante la muerte de Lázaro. Si resucita a Lázaro es para manifestar la gloria de Dios. Se trata de provocar la fe. Lo importante es la manera en que Jesús presenta la muerte y lo que la sigue, la resurrección como gloria de Dios. La muerte en adelante es para todo cristiano, paso a una nueva vida, paso de una vida corporal, animal, a una vida espiritual, paso que se hace en Jesús, mediante su Espíritu, como lo manifiesta la segunda lectura. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] El hombre de hoy necesita un fuerte sacudón que le permita lograr la capacidad de admiración, que le conceda una fuerza de renovación, que lo mueva desde adentro. Porque el asombro mantiene despierto al hombre; la emoción descubre al hombre una dimensión nueva y el optimismo fortalece al hombre para enfrentar la vida. Los problemas nos vuelven miopes; las tensiones nos quitan claridad, los temores nos aumentan la desazón. Por eso necesitamos de un rayo de luz y un torrente de gracia divina que nos permita superar nuestra ceguera, para poder ver más claramente el sentido de la vida. Estamos necesitados de una gran capacidad de aceptación, lo que implica una gran dosis de humildad; una verdadera actitud de pobreza, lo cual supone apertura. El mundo actual hace perder el sentido de la trascendencia. La sociedad actual hace vivir al hombre saturado de placeres. El momento presente hace que el hombre crezca en el orgullo y la exaltación. Nos olvidamos de que el hombre está hundido en el misterio, que estamos limitados en nuestras posibilidades, pero al mismo tiempo está en desarrollo de sus potencias. El mensaje de hoy nos presenta un contenido que ilumina al hombre, que comparte el Espíritu, que presenta a Cristo, Fuente de Vida. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] Cristo: Resurrección y Vida: Ejerce dominio sobre la muerte, revela su personalidad, adquiere prestigio ante los hombres. Cristo promotor del cambio: La Palabra de Dios nos invita a descubrir la fuerza del cambio; nos comunica el sentido de Dios para aceptarlo y aplicarlo a la vida; nos compromete al cambio interior. ¡La Resurrección puede ser hoy! ¡La Vida Nueva se nos ofrece hoy! ¡El Espíritu de la Pascua se nos anticipa hoy! Estamos llamados a saber admirar, dejarnos asombrar por Cristo, dejarnos penetrar por Cristo y dejarnos llevar por Cristo. Aceptar que somos limitados, pero no nos conformamos; imperfectos, pero no transigimos; pecadores, pero no confundimos. En cada Eucaristía celebramos la muerte y resurrección de Jesucristo y al participar del alimento de su Palabra y de su Cuerpo y de su Sangre, aceptamos que El viva en cada uno de nosotros y continúe manifestando su amor y su presencia a través de nuestro amor a Dios y al prójimo. De este modo somos fortalecidos y animados como discípulos misioneros para que durante la semana podamos seguir creando condiciones de convivencia, de respeto y de amor que nos permitan ser para todos signo del amor que el Padre nos tiene y de la vida nueva que Jesucristo nos ha otorgado con el poder del Espíritu Santo. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Se podría colocar en cartelera las frases: “El Espíritu de Dios que resucitó a Jesús de entre los muertos, habita en ustedes”, “Dice Jesús: Yo soy la resurrección y la vida” Tener presente que el Prefacio de hoy es propio: «La resurrección de Lázaro», p. 115 del Misal. En este domingo se celebra el tercer escrutinio de preparación para el Bautismo de los catecúmenos que serán admitidos, en la Vigilia Pascual, a los sacramentos de iniciación cristiana, usando las oraciones e intercesiones propias, como se encuentran en las páginas 804-805 del Misal Romano. Recordar que el próximo domingo 9 de abril, es Domingo de Ramos en la Pasión del Señor. Si bien es necesario seguir fortaleciendo la conciencia ecológica, especialmente con el cuidado de la palma de cera y su no uso en este día, no podemos caer en desvirtuar los signos litúrgicos, por eso conviene utilizar siempre plantas o ramas (fácilmente renovables) pero no pañuelos, globos, banderas, etc.

Vie 17 Mar 2017

El agua que nos da el Señor sacia cualquier deseo que tengamos

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