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Iglesia

Mié 25 Ene 2017

Obispos reciben curso sobre manejo de casos de abuso sexual a menores

Previo a la Asamblea Plenaria del Episcopado, los obispos de Colombia se reunirán en su sede para participar durante tres días de un curso, que abordará el tema del manejo de casos de abuso a menores de edad. El encargado de guiar este trabajo que se realizará del 3 al 5 de febrero será el sacerdote Jordi Bertomeu, oficial de la Congregación para la Doctrina de la Fe en Roma, quien compartirá con los obispos la tarea que la Iglesia adelanta en el mundo a favor de la protección del menor. El padre Juan Alvaro Zapata Torres, secretario adjunto de la Conferencia Episcopal, recordó que la Iglesia colombiana a nivel latinoamericano es una de las más avanzadas en el trabajo de los derechos de los niños y la prevención de abuso a menores. Resaltó además, tres pilares que marcan el camino que la iglesia colombiana viene adelantando sobre este tema: “Primero, el derecho del niño es un privilegio y es una de las tareas prioritarias de la Iglesia; en segundo lugar dentro de la formación sacerdotal se ha ido trabajando mucho en la madurez humana y afectiva de quienes van a llegar al ministerio sacerdotal; y por último hemos dado respuesta oportuna a estos casos aislados que han acontecido por parte de algunos miembros de la Iglesia”, señaló. Finalmente el padre Zapata afirmó que la Iglesia en ningún momento consiente, ni tapa este tipo de conductas que atentan contra la dignidad de los menores.

Mié 25 Ene 2017

Y el tiempo no se detiene…

Por: Mons. Jaime Uriel Sanabria Arias - Como todos los años, para comenzar se hacen muchas promesas, que generalmente se quedan en eso, porque están movidas por la emoción del momento, y en un contexto que normalmente e stá fuera de lo cotidiano. Por eso, ahora que estamos más tranquilos los invito a pensar más en serio el año que hemos comenzado. Hay dos maneras de enfocar la vida: como derecho, algo que se nos debe; o como un don, un regalo que hemos recibido. ¿Qué sucede cuando pensamos que la vida es un derecho, algo que se nos debe? Cuando creemos que la vida es algo que se nos debe, entonces nos sentimos propietarios de nosotros mismos. Pensamos que la manera más acertada de vivir es organizarlo todo en función de nosotros mismos. Yo soy lo único importante. ¿Qué importan los demás? Algunos no saben vivir sino exigiendo. Exigen y exigen siempre más. Tienen la impresión de no recibir nunca lo que se les debe. Son como niños insaciables, que nunca están contentos con lo que tienen. No hacen más sino pedir, reivindicar, lamentarse. Sin apenas darse cuenta, se convierten poco a poco en el centro de todo. Ellos son la fuente y la norma. Todo lo han de subordinar a su ego. Todo ha de quedar instrumentalizado para su provecho. La vida de la persona se cierra entonces sobre sí misma. Ya no se acoge el regalo de cada día. Desaparece el reconocimiento y la gratitud. No es posible vivir con el corazón dilatado, sino con el corazón endurecido. Se sigue hablando de amor, pero “amar” significa ahora poseer, desear al otro, ponerlo a mi servicio. Esta manera de enfocar la vida conduce a vivir cerrados a Dios. La persona se incapacita para acoger. No cree en la gracia, no se abre a nada nuevo, no escucha ninguna voz, no sospecha en su vida presencia alguna. Es el individuo quien lo llena todo. Por eso es tan grave la advertencia del evangelio de San Juan: “La Palabra era la luz verdadera que alumbra todo hombre. Vino al mundo… y en el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron”. Nuestro gran pecado es vivir sin acoger la luz. ¿Qué sucede cuando entendemos la vida común don, un regalo que hemos recibido? Vivimos eternamente agradecidos porque reconocemos que no somos nosotros quienes hemos decidido nacer. No nos escogimos a nosotros mismos; no elegimos a nuestros padres ni nuestro pueblo. Todo nos ha sido dado por Dios, y con la intervención de nuestros padres. Vivir es ya, desde su origen, recibir para dar. La única manera acertada es también ofrecerme, donarme con todas mis capacidades y mi tiempo por el bien de los demás, vaciarme de mis riquezas para enriquecer a quienes me rodean y al mundo donde vivo. “Hay más alegría en dar que en recibir”. + Jaime Uriel Sanabria Arias Vicario Apostólico de San Andrés y Providencia

Lun 23 Ene 2017

Un nuevo año, con María como patrona

Por: Mons. Ricardo Tobón Restrepo – Estamos iniciando las tareas de nuestra Arquidiócesis en este nuevo año. Para que no sea un retorno rutinario a proyectos y actividades, hagámonos conscientes de la profundidad y belleza de la misión de la Iglesia, en la que se sitúan nuestros propósitos y nuestras labores. El fundamento último de la tarea evangelizadora está en el designio de Dios de salvar a la humanidad; para ello, ha enviado a su propio Hijo y ha derramado sobre nosotros la luz y la fuerza de su Santo Espíritu. Dios se revela, entonces, como amor que se compromete con nosotros y se entrega hasta las últimas consecuencias. La Iglesia es la depositaria y la promotora de ese amor. Ella debe revelar la misericordia del Padre; ella es enviada para ofrecer a todos la vida nueva y eterna que nos ha traído el Hijo; ella camina y trabaja bajo el impulso del Espíritu. Ella, en síntesis, es el primer lugar en el que Dios busca a las personas y el mejor espacio para nuestro encuentro con Él. Con esta certeza, ponemos de nuevo la mano en el arado para labrar el campo del Señor. Desde esta convicción, percibimos como una gracia y como una nueva oportunidad el poder ir a la viña a continuar la siembra del Evangelio. No nos cansemos, no nos movamos en la superficialidad y la rutina, no rompamos la comunión, no nos alejemos de los proyectos y propósitos con que marcha toda la Arquidiócesis. Debemos recordar que estamos en “estado permanente de misión”, para que todo en la vida y la estructura eclesial se vuelva un medio adecuado para la evangelización de nuestra sociedad y un signo del amor divino que se nos ha revelado en Cristo. El Papa Francisco nos pide que sigamos avanzando juntos en “la dulce y confortadora alegría de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lágrimas”. En las tareas pastorales que reemprendemos no estamos solos, ni contamos únicamente con nuestras fuerzas. Nos preside Cristo, nos movemos en el poder del Espíritu Santo, están con nosotros la Virgen María y todos los santos. En este sentido, debemos valorar la gracia de entrar en este año celebrando a Nuestra Señora de la Candelaria como Patrona de la Arquidiócesis de Medellín. He tenido ya la ocasión de explicar el proceso y el sentido de esta concesión de la Santa Sede. Se trata ahora de aprovechar la figura de María, el ejemplo de su vida y su poderosa intercesión en la realización de nuestro ser y misión de Iglesia particular. Por tanto, invito a toda la comunidad diocesana a unirse profundamente a la celebración en honor de Nuestra Señora de la Candelaria el próximo 2 de febrero, que a partir de ahora tiene para nosotros carácter litúrgico de solemnidad. Se celebrará en todas las parroquias y capillas con los textos propios de la festividad de la Presentación del Señor. Contemplando así el misterio de la salvación realizado por Cristo, veremos a la Santísima Virgen María unida a él como madre del Siervo doliente, como ejecutora de una misión al servicio de la humanidad y como modelo del nuevo Pueblo de Dios. Ruego que a cuantos les sea posible se unan a la celebración que tendremos el 1 de febrero a las 6.00 p.m. en la Catedral y a la siguiente procesión hacia la basílica de Nuestra Señora de la Candelaria. Pido que se le dé especial realce a esta solemnidad en las parroquias proponiendo a María como ejemplo de fe, de esperanza y de caridad y suplicando con insistencia su ayuda en favor de nuestra Arquidiócesis. Sintámonos, en verdad, fortalecidos con su ejemplo y su intercesión para realizar, con pasión y con esperanza, las tareas que nos piden en este año la gloria de Dios y la salvación de nuestros hermanos. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Vie 20 Ene 2017

Comisión de Conciliación Nacional presenta balance de su gestión 2016

El 2016 fue un año de arduo trabajo y significativos resultados para la Comisión de Conciliación Nacional (CCN) y sus colaboradores. Nuevos proyectos, aliados y cooperantes jugaron un papel determinante para que esta dependencia, bajo su propósito fundamental de contribuir a la búsqueda de la reconciliación y paz en Colombia, hiciera su aporte a la construcción de ese nuevo porvenir que tanto anhela Colombia, más consciente, más solidario, más justo y más comprensivo frente a las diferencias. Dentro de los diversos proyectos desarrollados por la Comisión durante el 2016, cabe destacar el proyecto pedagógico para la reconciliación y la paz del país impulsado por la Comisión y la Conferencia Episcopal bajo la campaña denominada "Acciones Conscientes" y el trabajo realizado con víctimas del conflicto armado mediante el cual se consiguió construir una sistematización de las historias de las víctimas que asistieron a las negociaciones de La Habana, con el propósito de dejar un documento de memoria histórica que le permita a la sociedad reconocer lo que ellas plantearon allí. Labor que también se realizó con otras víctimas pertenecientes a las comunidades más vulnerables del país. De acuerdo con Óscar Acevedo, Asesor Metodológico de la CCN, “con Acciones Conscientes se tuvo la oportunidad de integrar y articular a distintos actores de la pedagogía para la paz en las regiones, como gestores de paz, agentes de pastoral y comunicadores sociales, haciendo circular mensajes de reconciliación, orientados a tener mayor consciencia de lo que somos y lo que podemos ser cuando logremos la paz.” Uno de los logros más importantes obtenidos por la CCN durante el año pasado fue el de poder llevar a más lugares y dar a conocer a más personas las actividades realizadas, mediante plataformas de comunicación digital propias, aquellas que pertenecen a la Conferencia Episcopal de Colombia y las de instituciones y medios de comunicación aliados. Logrando con esto, multiplicar el mensaje, generar consciencia en un mayor número de personas y continuar siendo soporte fundamental para el trabajo de la Iglesia por la reconciliación y la paz. En el caso de las plataformas de comunicación digitales propias, durante ese año la Comisión logró conseguir más de mil seguidores en los perfiles creados en redes sociales y espacios de publicación de contenido digital como Facebook, Twitter, Youtube y Soundcloud; la página web, por su parte, alcanzó cerca de 42.000 visitantes, cifra que muestra una evolución significativa frente a los años anteriores. La interacción y el trabajo realizado con líderes sociales y multiplicadores de distintos territorios del país fue uno de los elementos fundamentales para las actividades desarrolladas durante este año. Para ello, se contó con el apoyo de las comisiones de conciliación regionales, periodistas locales y aliados pastorales de Diócesis, Arquidiócesis y Vicariatos Apostólicos de distintas regiones del país, prestando especial atención a las regiones en las que el conflicto armado ha afectado mayoritaria y directamente el desarrollo humano, social, económico y territorial. El 2016 permitió que la Comisión llevara a cabo cerca de 65 eventos, entre talleres, seminarios, charlas y diplomados. Actividades durante las cuales más de 8.000 personas participaron, en Bogotá y en cerca de 40 municipios. Entre los propósitos fundamentales de la CCN para el año 2017, según el Padre Darío Echeverri, Secretario General, se encuentran: el trabajo pedagógico con las comunidades y los diferentes actores durante la implementación de lo acordado en La Habana; la cooperación en la ambientación de la negociación entre Gobierno y Eln, la coordinación y ejecución de la actualización del Acuerdo de Mínimos por la Paz y la Reconciliación y, principalmente, la búsqueda permanente de la reconciliación para el país. Fuente: Of. comunicaciones CCN

Jue 19 Ene 2017

Ratas y ratones

Escrito por: P. Raúl Ortiz Toro - Hasta el 2016 Colombia ocupaba el puesto 13 en nivel de corrupción, en una lista elaborada por el Foro Económico Mundial basada en el “Índice Global de Competitividad”. Infortunadamente, con las revelaciones de casos de corrupción de los últimos días, seguirá avanzando en ese deshonroso listado cuyo primer puesto recae en el vecino Venezuela. El tema de la corrupción es escandaloso porque Colombia es un país rico en recursos naturales, humanos y de capital; todos estamos de acuerdo en que no es un país pobre y sin embargo es un país que vive en la pobreza. ¿Dónde se aprende la corrupción? Lamentablemente, debemos reconocer que en la casa. En la familia se forja tanto el honesto como el hipócrita. Como hayamos sido educados así mismo luego nos desenvolvemos en la vida social; hay casos, por supuesto, de padres honestos que enseñaron el buen obrar en casa y dieron con hijos desvergonzados. Esto se debe a que el sistema educativo también tiene un buen porcentaje de responsabilidad cuando en las aulas se enseña la efectividad y la eficiencia por encima de una orientación ética fundamental. Como docente universitario sé que la materia “Ética profesional” es llamada por los estudiantes: “costura”. Pero no se trata de una materia, pues hay instituciones que tienen lecciones de ética en todos los semestres pero su visión institucional es la del negocio. Familia, Educación, Sociedad: También la superficialidad materialista del mundo moderno ha logrado calar en las generaciones que ven el éxito como derecho fundamental de bienestar hasta el punto de que la economía parece haber domesticado la ética a su antojo. Y reconozcamos que a la Iglesia también le toca su cuota de responsabilidad. Pues en su momento no fuimos lo suficientemente veedores y en ciertos casos nos ha faltado vehemencia en la denuncia; tal vez también hemos tenido poco empeño en la evangelización de la política y lo público; pusimos el acento de la moralidad social más en el ámbito sexual personal que en el de la justicia social, sin que por ello se piense que el primer ámbito es menos importante. Es muy fácil indignarse. Es muy fácil sentenciar por redes sociales o artículos como este, que encarcelen a los corruptos. Tendríamos, entonces, que hacer una gran cárcel para todos porque es un error común pensar que la corrupción solo existe en las altas esferas del gobierno, la economía y la política. También hay una corrupción lenta y silenciosa, que genera aquella otra visible, en pasarse un semáforo en rojo, en comprar el puesto de la fila, en el libro de contrabando, en beneficiarse del Sisbén o de “Familias en Acción” sin merecerlo, en prestar “gota a gota”, vender sin factura, pagar menos de lo justo al campesino, contratar servicios sin pagar lo debido, y un largo etcétera de deshonestidades que no nos sacan en limpio. De modo que esta catástrofe nos salpica a todos y entre todos debemos salir de ella. Los estamentos de control deben concentrarse en su deber, la justicia debe ser efectiva en sus condenas y cada uno de nosotros debe empeñarse por su obrar honesto en la cotidianidad. De nada servirá decir que es necesario exterminar las ratas si toleramos los ratones. ¿Qué tan honesto es usted en la vida diaria? P. Raúl Ortiz Toro Docente del Seminario Mayor San José de Popayán [email protected]

Mar 27 Dic 2016

“Den gracias a Dios por todo”

Por: Mons. Ricardo Tobón Restrepo - Cercanos a concluir este año, tenemos la ocasión de vivir la recomendación del apóstol Pablo: “Den gracias a Dios por todo” (1 Tes 5,18). Dar gracias es una forma de leer la historia en clave de verdad y de bondad, es asumir la vida que tiene raíces en el pasado y que extiende sus ramas hacia el futuro, es percibir el paso sigiloso o clamoroso de Aquel que siendo eterno nos acompaña con paternal solicitud en el tiempo. Dar gracias es algo fundamental en el arte de vivir. En este año que culminamos, Dios nos ha mantenido en el milagro de la vida, nos ha permitido avanzar en el cumplimiento de una misión, ha hecho posible el fortalecimiento de relaciones entrañables con tantas personas y el nacimiento de nuevos encuentros por la amistad o el servicio, nos ha dado fortaleza para sobrellevar las pruebas y nos ha llenado los ojos de esperanza para proseguir el camino. Un año atesora tantas experiencias originales e irrepetibles que marcan la más honda identidad de cada persona. A nivel mundial, en este año, hemos vivido acontecimientos que han desconcertado a los sabios, que han mostrado el magnífico e impredecible juego de la libertad humana, que nos han dejado desconcertados al ver que la maldad llega tan lejos o al percibir que la ciencia y la técnica escalan metas tan altas. Nos sentimos protagonistas y a la vez prisioneros en un proceso que en ocasiones nos desespera con su lentitud y en ocasiones nos asusta con su velocidad. Entonces, como Jesús, alabamos al Padre porque a él le ha parecido bien así (Lc 10,21). Este año, en Colombia, todos hemos sentido la necesidad de la paz. Hemos aportado ideas y esfuerzos para diseñarla, conquistarla, protegerla. Como, fundamentalmente, la paz no está por fuera sino por dentro, cada uno le pone su rostro y su medida. Esto mismo nos enfrenta y nos divide. Es dramático y apasionante ser personas humanas, construir juntos una sociedad, establecer un proyecto seguro hacia el mañana. Cuando, al final de todo, no sabemos o no podemos ponemos en las manos de Dios nuestros sueños y nuestras luchas. Entonces, nos da paz saber que él nos lleva y nos hace capaces de crear el futuro. En la Iglesia, entre luces y sombras, hemos continuado la misión de anunciar la fuerza salvadora del Evangelio, de trabajar por la dignidad y los derechos de todo ser humano, de sembrar fraternidad y solidaridad en todos los surcos que se abren, de invitar a levantar el corazón a Dios, fuente de la verdadera alegría. En este sentido, damos gracias por la vida litúrgica en las parroquias, por las iniciativas de evangelización en tantos campos, por el acompañamiento, muchas veces desconocido pero siempre valioso, a los que sufren. Debemos dar gracias por este año que nos condujo de modo particular a contemplar, vivir e irradiar la misericordia de Dios, por la oración silenciosa pero fecunda de tantas personas que ha puesto cimiento a todo lo bueno que hemos hecho, por la vocación de servicio que hemos mantenido en medio de múltiples dificultades, por todos los apóstoles del bien que han surgido y se van formado entre los laicos, por la multiforme labor de las congregaciones religiosas y demás asociaciones católicas, por las pequeñas comunidades eclesiales que se van configurando y están trabajando para que Dios viva y reine en todo. Dar gracias a Dios por lo que hemos vivido en este año nos reconcilia con los demás y con nosotros mismos, nos hace valorar lo que hemos realizado aunque muchas veces no tenga la perfección que queríamos, nos da seguridad y pasión para afrontar con valores ciertos e ideales grandes el año que viene, nos llena de luz y de fuerza al sentir una Providencia que nos supera y que amorosamente nos cuida y nos guía. Como enseña San Pablo, demos gracias a Dios por todo. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Mar 27 Dic 2016

Iglesia en Cúcuta pidió mantener ayuda humanitaria a Venezuela

Ante la grave situación económica que afronta el hermano país de Venezuela, el obispo de Cúcuta, monseñor Víctor Ochoa Cadavid pidió a las autoridades civiles mantener la atención y ayuda humanitaria hacia esta población que está supliendo sus necesidades básicas en Colombia. “Estamos en el año de la misericordia y Dios llama a sus hijos a ayudar al otro, a brindarle su mano y nuestra región no puede desfallecer en colaborar a los hermanos venezolanos”, dijo el obispo encargado de esta zona del país. En declaraciones a Caracol Radio, el prelado dijo que en la actualidad y con apoyo de la pastoral social de todas las iglesias, se han adelantado una serie de acciones para contribuir en esa problemática social que afecta a la ciudad y al área metropolitana. Monseñor Ochoa Cadavid afirmó que “vemos como diariamente aumenta el flujo de personas en unas condiciones lamentables y esto nos preocupa a todos. Se requiere una solución democrática en el vecino país, pero por ahora lo que podemos hacer es brindarle toda la ayuda humanitaria a estas personas que lo necesitan”. Los obispos de Cúcuta y San Cristóbal en varias oportunidades han abogado por unir esfuerzos para superar la crisis que afecta a los venezolanos. Foto: Tomada de internet

Dom 25 Dic 2016

El hombre es un ser sagrado

Escrito por: Mons. Froilán Casas Ortiz - La palabra ‘sagrado’ proviene del latín y del griego y significa que está separado, ¿separado de qué? De lo profano, del uso común y corriente. En las culturas primigenias se considera ‘sagrado’ al gobernante, incluso se llegó a adorar este “personaje”. Estos, aprovechando su inaccesibilidad cometieron toda clase de atropellos contra los indefensos. Las culturas animistas, consideraban sagradas las montañas, los bosques, los lagos, los arroyos, etc. Para la antropología cristiana, es sagrado el hombre. A diferencia de los templos paganos erigidos a las divinidades, los templos cristianos eran “fraternidades” = iglesias; o sea: comunidades. Para los cristianos no eran sagrados los lugares, eran sagradas las personas. Los primeros cristianos fueron perseguidos, entre otras cosas, porque no le daban culto al emperador; para ellos Dios es UNO SÓLO. Lo santo y lo sagrado en el hombre, no existían “per se”, sino en cuanto se están relacionados con el SANTO y ‘santo’ es solamente Dios. Lo sagrado en el hombre se traduce en su conducta, por ello, una conducta contra el hombre va en contra del SANTO, va en contra de Dios creador del hombre. Dios “protesta” cuando se mata al hombre. El relato bíblico de Caín y Abel, muestra que Dios es celoso cuando del hombre se trata. “La sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra”. Atentar contra el hombre es atentar contra Dios. La única criatura que es “imagen y semejanza de Dios” es el hombre. La naturaleza no es sagrada; la naturaleza es objeto de cercanía y respeto en función del único ser sagrado de la misma: EL HOMBRE. Las religiosidades animistas, es decir: que le dan vida a objetos inanimados, a saber: amuletos, sortijas, etc., no traducen “su culto” en una conducta social. Darle culto a la naturaleza que debe estar al servicio del hombre, es volver al paganismo, de alguna manera ya superado. Estamos volviendo a una era neopagana. Se le quiere dar culto a las aguas, los bosques, las montañas. Con frecuencia esta “nueva religiosidad” es un escape a los compromisos sociales con el mismo hombre en términos de justicia, de amor, respeto, honestidad, etc. A veces el hombre se queda en una religiosidad animista y con ello quiere mostrar su relación con el trascendente, cuando en el fondo está desviando la verdadera relación con un Dios persona que sí compromete con la historia. Es cuando la religión se puede volver un narcótico que adormece la conciencia y no permite que el hombre traduzca su “religiosidad” en una conducta intachable. Se quiere respetar a la naturaleza -lo cual en principio es bueno-, pero a la par se irrespeta al hombre. Ya las mascotas valen más que el hombre. Se ha llegado a la osadía de ponerle a las mascotas nombres cristianos: Lucas, Mateo, Salomé. ¡Qué irrespeto al hombre y al santoral cristiano! Se admira más a la mascota que al niño que lleva la señora. Vamos hacia una cultura en la que los animales primarán sobre el hombre. En algunos lugares de la India las vacas son sagradas, mientras en las mismas calles muere de hambre el hombre. + Froilán Casas Ortíz Obispo de Neiva